(En este dibujo se ilustra como el médium Henry Slade hacía trampa escribiendo en una pizarra con los pies, cuando él pretendía que habían sido los espíritus quienes habían escrito.)
A la pregunta ¿Por qué muchos médiums hacen trampa? El coronel Olcott dio la siguiente respuesta:
« Todo el público occidental se ha persuadido de común acuerdo que los médiums profesionales cuyos medios de existencia dependen de su facultad de mostrar en un momento dado fenómenos psíquicos a las personas que para ello les pagan, han de verse muy tentados si el caso se presenta, de hacer fraudes de prestidigitación en lugar de realidades.
Casi todos ellos son pobres, enfermos, con frecuencia obligados a pesar de eso a educar sus hijos, y otras veces a mantener a un marido inválido o perezoso, ganando un salario mediocre en todo caso porque su estado psíquico depende de condiciones atmosféricas o psico-fisiológicas que ellos no pueden modificar.
¿Entonces qué tendría de sorprendente que un día que tienen que pagar el alquiler o cualquier otra imperiosa necesidad, su sentido moral se debilite un poco?
Ceden naturalmente a la tentación que les ofrecen personas crédulas que no piden más que ser engañadas.
En todo caso esa es la explicación que algunos médiums me han dado. Me han contado sus míseras biografías, y cómo el fatal don de mediumnidad les amargó su infancia haciendo que sus camaradas se apartasen de ellos o que les persiguiesen, haciendo que sean buscados y despreciados por los curiosos, y siendo mostrados como curiosidades por sus parientes o empresarios que los explotan económicamente.
Como por ejemplo fue la trágica historia de la infancia de los Eddy, tal como ellos mismos me la han contado y que la transcribí en mi libro "Gente del Otro Mundo" en el segundo capítulo.
Todo eso ha desarrollando en muchos médiums los gérmenes de la histeria, la tisis y la escrófula que destruyen su salud.
Nadie ha conocido a los médiums mejor que la señora Hardinge Britten; pues bien, ella me dijo en Nueva York en 1875, que no había conocido a ningún médium que no fuese de temperamento tísico a escrofuloso, y yo creo que la observación médica revela en ellos frecuentes trastornos en el aparato reproductor.
Pienso que el ejercicio habitual de esa profesión es muy peligroso físicamente, sin hablar de su inconveniente moral.
Todos los médicos nos dicen que es muy malsano y que puede ser fatal dormir en una habitación mal ventilada y entre toda clase de personas, algunas de las cuales pueden estar enfermas.
Por lo que mucho más grandes son los riesgos que corre el pobre médium profesional, obligado a soportar la vecindad de todos los que se presenten, sanos o enfermos, física y moralmente, y a bañarse en su aura magnética: grosera, sensual, irreligiosa, brutal de pensamiento, de palabra y de acción o todo lo contrario.
¡Los infelices!
¡Eso es una prostitución psíquica!
Es triste pensar que esos pobres médiums, mártires de la curiosidad y el egoísmo humano, se vean con frecuencia, por no decir siempre, forzados a la necesidad de abusar de la credulidad general, a causa de la falta de recursos, y también por falta de vigilancia de parte de las sociedades espiritistas convenientemente constituidas y que disponen de medios suficientes.
Siempre he compadecido más que censurado a esos desdichados médiums y cargado toda la responsabilidad sobre la sociedad espiritista entera, a la cual incumbe.
Y que aquellos que piensen de otro modo, ensayen durante algún tiempo el hambre y el abandono, y veremos si continúan mostrándose tan severos con los fraudes psíquicos. »
(Hojas de un viejo Diario, cap. 6)
OBSERVACIÓN
Es cierto que los médiums no tienen la capacidad de controlar los fenómenos espiritistas, y por consiguiente cuando viven de eso pero que sus fenómenos ya no se producen como antes, es muy tentador utilizar trucos para poder seguir viviendo de eso.
Pero lo que el coronel Olcott no dice es que la inmensa mayoría de los individuos que pretenden ser médiums en realidad han sido charlatanes desde el inicio y simplemente vieron en esa actividad una manera fácil de ganar dinero engañando a los demás.
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