(Esta es la introducción del libro "El Mundo Oculto" de Alfred Sinnett, y añadí subtítulos para facilitar la lectura.)
INTRODUCIÓN
I
Los adeptos ocultistas
Existe una cierta escuela filosófica que la sociedad moderna ha olvidado, pero que sin embargo siempre ha existido.
Se encuentran vestigios de ella en filosofías antiguas que resultan familiares a toda persona culta, pero estos vestigios no son más inteligibles que los fragmentos escultóricos de un arte ya olvidado.
Estos serían menos, porque ya tenemos una idea de la forma humana y podemos con la imaginación conectar las extremidades con el torso. Pero en cambio no podemos, solo con la imaginación, comprender estas enseñanzas semi-veladas, transmitidas por Platón y Pitágoras, y que guardan quienes poseen la clave que oculta la ciencia arcaica.
Estos vestigios sin embargo nos permiten descifrar su lenguaje, y se promete una rica cosecha intelectual a quienes realmente quieran intentar su investigación.
En efecto, por extraño que parezca a primera vista, la metafísica, así como gran parte de la física moderna, han caminado a ciegas en la investigación de estos conocimientos, mientras la filosofía oculta brillaba alegre y plenamente durante todo ese tiempo.
Gracias a un conjunto de circunstancias felices, he llegado a contrastar esta verdad.
Me he encontrado en contacto con hombres que han heredado y están en posesión de una ciencia mayor que la explorada por la sociedad moderna, respecto de los misterios de la naturaleza y de la humanidad.
Mis deseos son esbozar las características de esta ciencia, presentando con exactitud las evidencias experimentales que he obtenido y que demuestran dar a sus partidarios un conocimiento de las fuerzas de la naturaleza superior al obtenido por los físicos ordinarios; y al mismo tiempo nos muestra las razones que deberían hacernos tener una mayor consideración por las teorías sostenidas por la ciencia oculta, sobre la constitución y los destinos del alma humana.
Hoy en día no es algo natural ni común dar crédito a una ciencia digna de interés, que está fuera del foco brillante del conocimiento europeo.
La ciencia moderna ha logrado grandes resultados con su método de investigación claro para todos y por eso no puede admitir (y menos en teoría) de que haya quienes realmente poseyendo las ciencias físicas y metafísicas, hayan encontrado la manera de ocultar la luz bajo el velo.
Esto no es lo que creían los filósofos ocultistas de la antigüedad, los sacerdotes egipcios, los magos, los caldeos, los esenios, los gnósticos; los teúrgos, los neoplatónicos y tantos otros que mantuvieron en secreto sus doctrinas, debieron adoptar esta forma de trabajar con el único propósito de ocultarlas a la ignorancia.
Los misterios no pudieron ser aclarados porque los charlatanes los habrían mistificado.
Desde el punto de vista moderno, esta manera de trabajar era excusable, pero ha dado origen en el espíritu popular a la opinión de que los antiguos místicos habían levantado los velos, al descubrir que en realidad no era así y llegar a saber muy poco. Pero esta opinión es completamente errónea.
En realidad los sabios de la antigüedad trabajaban en secreto, y en lugar de revelar las enseñanzas, las vigilaban discretamente comunicándolas sólo y en secreto a sus discípulos bajo la fe del juramento.
Las razones que tuvieron para proceder de ese modo son muy fáciles de entender; sí se puede discutir el valor de esa manera de enseñar. De todos modos, estas lecciones no han sido olvidadas sino que han sido transmitidas mediante iniciación secreta a ciertos hombres de nuestro tiempo.
Los métodos observados y los resultados obtenidos permanecen todavía ocultos entre quienes los poseen, pero sin embargo está permitido a cualquier investigador paciente e infatigable comprobar por sí mismo la bondad y eficacia de dichos métodos y juzgar de su mérito por sus resultados; mucho más admirables que los alcanzados por la ciencia moderna.
Se ve que el secreto de estas obras no ha sido tal secreto, pues nunca se ha negado su existencia, y sólo en nuestro tiempo parece haberse olvidado que tales hechos existieron.
Por otra parte, los iniciados demostraban en las grandes ceremonias públicas los poderes que poseían respecto al conocimiento de las leyes de la naturaleza.
Cuando nos contaban estos hechos, creíamos estar escuchando escenas de magia en las que jamás habíamos creído, juzgando como impostores a los hacedores de estos prodigios.
Pero sabiendo que en un tiempo la magia era simplemente la ciencia de algunos hombres cultos, llamados magos, el nombre de magia desaparece en este caso, perdiendo su significado moderno. Digamos también que esta ciencia ya es fruto de largos años de estudio.
Estos no son más que los avances de ciertas investigaciones mucho más antiguas que nuestra ciencia moderna, considerándose absurdo que algunas de las manifestaciones de los antiguos misterios sagrados dejaran de ser exactamente experiencias científicas, que lo eran; aunque se nos aparezcan como efectos de magia y parecerían a nuestros ojos aún hoy como tales, si a nuestra vista se repitieran.
En esta hipótesis, la sagacidad actual queriendo aplicar sus conocimientos modernos al estudio de los misterios antiguos, no será más que una locura dominante, sacando conclusiones erróneas de su gran ignorancia.
Pero aquí no necesitamos formular hipótesis. Los hechos son accesibles a cualquier investigador que siga el camino correcto, y podrían resumirse así: la sabiduría del mundo antiguo, la alianza de la ciencia con la religión, la unión de lo físico y lo metafísico, que era una realidad, esta sabiduría, aún existe hoy.
En las páginas siguientes se abordará bajo el nombre de filosofía oculta. Ella ha legado un sistema completo de ciencia, cultivado en secreto, pero transmitido de generación en generación, a los iniciados, mucho antes de que sus maestros realizaran experimentos en público para despertar la imaginación de los hombres de los pueblos egipcio y griego.
En nuestros días, los ocultistas pueden reproducir experiencias similares y exhibir sus resultados, lo que demuestra no sólo que controlan las fuerzas de la naturaleza, sino que están mucho más avanzados en el conocimiento de la ciencia moderna.
Además, los grandes predecesores nos han legado una ciencia que no sólo es real y positiva en lo físico, sino que también abarca la constitución y las cualidades del alma y del espíritu humano.
La ciencia moderna ha descubierto la circulación sanguínea. La ciencia oculta comprende la circulación del principio vital.
La fisiología moderna estudia el cuerpo. El ocultismo también estudia el alma, pero no como un tema de rapsodias y vaguedades religiosas, sino como una realidad integral, cuyas propiedades pueden examinarse, separadas del cuerpo o reunidas en él.
Principalmente en Oriente, la India y los países vecinos, es donde el ocultismo se practica y es más conocido.
Por mi parte los he recopilado en la India, y con ellos he creado este pequeño volumen que describe los fenómenos que he presenciado y doy a conocer al público el conocimiento que he adquirido allí.
II
El ocultismo
Antes de continuar esta historia, debo hacer algunas aclaraciones para facilitar su lectura: es necesario considerar la identidad del ocultismo a lo largo de la antigüedad para comprender su gran organización y explicar el hecho de que, al descubrirse, los ocultistas orientales demostraron ser más versados en electricidad que Faraday y en física que Tyndall (dos grandes científicos miembros de la Real Academia de Ciencias de Londres).
La cultura intelectual de Europa se ha desarrollado sólo hace unos siglos, mientras que la cultura intelectual de los ocultistas orientales es el resultado de inmensos períodos anteriores al nuestro, en lo que a la civilización oriental se refiere, y sin embargo el ocultismo que explora las ciencias físicas, desde un más allá, desde el punto que nosotros podemos considerarlo, lo considera sólo como un objeto de importancia secundaria.
El ocultista oriental ha consagrado todas sus energías a la investigación metafísica y al estudio de las facultades fisiológicas latentes en el hombre: facultades cuyo desarrollo permite al ocultista obtener un conocimiento experimental y positivo del estado del alma en la existencia extracorpórea, y dar más que un simple interés arqueológico a la comparación del sistema oculto que nos ocupa, con las doctrinas de las asociaciones de iniciados que se mencionan en todos los períodos de la historia del mundo.
El ocultismo no es sólo un descubrimiento aislado que muestra a la humanidad en posesión de ciertos poderes sobre la naturaleza externa; poderes que con un criterio estrecho bajo el punto de vista materialista, no podrían desarrollarse; da luz a un nuevo rostro en todas las antiguas especulaciones espirituales de cierta importancia, reuniendo en un solo haz sistemas aparentemente opuestos entre sí.
Sin duda es a la filosofía espiritualista lo que el sánscrito es a la filología comparada tras los descubrimientos recientes. Se puede decir que constituye una reserva común de razones filosóficas.
Basta con mirar el judaísmo, el cristianismo, el budismo y la teología egipcia, que no forman la base, sino la misma forma.
El ocultismo no es una invención nueva, no es una secta particular; pero aún si lo fuera merecería atención por los conocimientos y enseñanzas que proporciona a quienes lo estudian sobre la formación de la naturaleza y los destinos del hombre, que cada religión ha sabido formular.
El ocultismo debe en efecto ser aceptado por todo aquel que se tome la molestia de poseer claramente en su mente los problemas de la ciencia; porque es un estudio sublime, de importancia capital para el hombre que quiere vivir una vida digna del rango en que la creación lo colocó, y que incluye toda la parte moral de un conocimiento positivo, durante su vida hasta la muerte.
Vale la pena creerlo aunque sea vagamente que es algo que en la vida futura (si realmente hay una) encontraremos la recompensa a nuestra abstinencia del mal en este presente; pero es más hermoso tener la prueba real de que hay un más allá y que realmente vivimos con la misma certeza con que admitimos que una suma total de cuerpo debe variar cantidades parciales, siendo esta la expresión final del modo como habremos obrado durante los acontecimientos de la existencia actual.
Se ha dicho que la importancia capital de la ciencia oculta reside en el modo como contiene conocimientos exactos y experimentales sobre cosas de orden espiritual, tanto que todos los demás sistemas se reducen a especular sobre las ilusiones o sueños de una fe ciega.
El ocultismo puede siempre demostrar que la armonía y la ley de continuidad que se observa en la naturaleza física, se encuentra también en las operaciones de la misma naturaleza, así como en los fenómenos de la existencia metafísica.
El secretismo de los adeptos
Antes de llegar a la exposición de las conclusiones de la filosofía oculta sobre la naturaleza del hombre, puede ser necesario dejar de lado una objeción que el lector debe resolver primero.
¿Cómo pudo formarse este propósito, qué propósitos de tan alta importancia continúan siendo propiedad de ese celoso cuerpo de iniciados?
¿No es la ley del progreso la que dice que la verdad debe afirmarse buscando la luz y el aire?
¿Puede asumirse razonablemente que la mayor de todas las verdades es la que sirve de base fundamental para el conocimiento del hombre y de la naturaleza?
¿Existe algún peligro en demostrarlo?
¿Con qué propósito los antiguos maestros o discípulos de la filosofía oculta han podido guardar para sí sus investigaciones o experiencias?
Por el momento no está dentro de mis atribuciones defender la tenacidad que han demostrado los seguidores del ocultismo, no sólo manteniendo su ciencia fuera del alcance y atención del mundo exterior, sino incluso dejando ignorar la existencia de dicha ciencia.
Sólo diremos aquí que sería una locura cerrar los ojos a una revelación que ya nos ha sido dada en parte en el tiempo presente, por la sola razón de que ignoramos el modo en que obran estos dispensadores de fenómenos sorprendentes, y que estando en condiciones de habérnoslas dado anteriormente, no lo hicieron porque no lo consideraron conveniente.
No actuaría con mucha prudencia si pensara que las reservas de los ocultistas podrían desacreditar lo que he dicho sobre el conocimiento adquirido. Cuando brilla el sol, no se dice que su luz sea difusa debido a que no es visible durante la vigilia nocturna.
En la discusión que emprendo sobre la ciencia adquirida por el ocultista, debo basarme en hechos que considero positivos y que han sido y son verdaderamente ciertos; sin duda será más útil dejar para más adelante las razones que han obligado a los ocultistas de todas las épocas a ser reservados. Y cabe añadir que la justificación del método que han empleado no se demuestra a primera vista.
El lector que considere la naturaleza de los poderes que realmente poseen los maestros ocultistas, ciertamente no irá muy lejos sin comprender cuán conveniente ha sido, y aún es, que estos poderes no hayan sido divulgados y se les haya dado publicidad.
Pero una cosa es negar que el género humano en general posee la clave del misterio de los poderes ocultos, y otra cosa es querer que, si ese misterio realmente existe, les sea declarado sin vacilación.
En cualquier caso sería prematuro por ahora iniciar un debate más amplio sobre este tema.
Contentémonos entonces con tomar nota de estos hechos, porque el secreto después de todo no es tan grande que no pueda ser penetrado por aquellos no iniciados que quieran estudiarlos como os diré.
Esto es obvio, muchas cosas permanecerán ocultas o veladas, pero los investigadores podrán descubrir muchas más si trabajan con interés y buena voluntad.
Las revelaciones que hoy se han hecho no son fruto de un simple capricho que se le da al público inculto para sorprender su buena fe. En las épocas primitivas de la historia, el mundo entero sabía más sobre la naturaleza de lo oculto que Occidente en la época actual en que vivimos.
Es la santurronería de la civilización moderna lo que debería ser vilipendiado, no es el secretismo de los ocultistas. Las razas europeas hoy en día ignoran más el progreso de la investigación psicológica que los antiguos egipcios o los pueblos indios actuales.
El secretismo de los indios
En cuanto a esto último, y he aquí el teorema que estoy tratando de demostrar, demuestra que los indios están perfectamente convencidos de la realidad de los hechos importantes que voy a presentar al lector:
Ellos, los indios, no suelen hablar con los europeos de estas cosas, porque suelen reírse estúpidamente de cosas que no entienden, porque están más allá de su conocimiento.
El nativo es excesivamente tímido y ridículo. Pero el ridículo no influye ni altera en absoluto sus creencias sobre los pequeños fenómenos que ha podido obtener aquí y allá.
Los indios en general saben muy bien que hay hombres que dedicados a un cierto género de vida, obtienen de ese modo poderes anormales y de tal naturaleza que los europeos sin vacilación los llamarían sobrenaturales.
Es un hecho conocido por mí y por otros que estas personas llevan una vida apartada, lejos de las miradas indiscretas de la curiosidad pública, pero no son tan inaccesibles que no se las pueda encontrar, y dan una amable bienvenida a ese candidato digno y decidido que quiere ser admitido como estudiante en el conocimiento oculto al que se siente impulsado.
Si le preguntáis a cualquier indio, siempre que haya recibido alguna instrucción, si ha oído hablar de los Mahatmas o del Yoga Vidya (la ciencia oculta), cien veces a uno, el indio responderá afirmativamente, y si no os encontráis con un mestizo de sangre indostánica e inglesa, nos dirá que cree completamente en la realidad de los poderes que se les atribuyen.
Evidentemente no dirá "sí" desde el primer momento cuando un europeo le haga esa pregunta. Para el indio le es fácil responder exactamente lo contrario de lo que sabe y siente, pero si el occidental insiste, entonces el indio dirá la verdad.
Esto fue lo que me pasó con un indígena Vakil que hablaba perfectamente el idioma inglés, y por su posición influyente y social, relacionado con altos funcionarios europeos, que cuando le pregunté si sabía algo del Yoguismo que yo hubiera oído, según le dije, se puso ignorante y distraído, fingiendo no saber nada de lo que le preguntaba.
Ante mis reiteradas peticiones, el Vakil respondió con la mayor inocencia del mundo que no sabía nada de lo que le preguntaba.
Fue necesaria una segunda entrevista en mi propia casa y a solas, y entonces si accedió a revelarme lo que él sabía gracias a mi palabra formal de que no era vana curiosidad lo que me guiaba, sino que deseaba penetrar ciertos misterios para instruirme.
El Vakil constatando que mi determinación era formal y seria, y al enterarse de mi formación en la ciencia del yoga, decidió revelarme lo que él sabía y pensaba al respecto.
Entonces vi que sabía más de lo que podría haber imaginado sobre los temas que le pregunté, refiriéndose a cosas que demostraban su extraordinario conocimiento del orden oculto, así como a sucesos ocurridos en su familia e incluso en él mismo.
Una cosa debemos decir aquí, y es que la idea que tienen los europeos del celo con que los ocultistas guardan sus enseñanzas no está justificada, porque se debe a la ignorancia occidental que se burla, censura y critica de forma sarcástica, todo lo que tiende al conocimiento ocultado, y esa ignorancia es la que contribuye a poner fuera de su alcance lo que merece respeto y no debe ser profanado.
Los occidentales hasta ahora sólo se han preocupado del progreso y de las ventajas materiales, con exclusión de todo otro progreso fisiológico, considerando que casi ha sido así para la mayoría de los hombres, ya que sus tendencias son a retroceder hacia el positivismo de la vida; pero no se quejen ni reprochen a quienes no tienen la culpa de pensar y actuar del mismo modo.
Un escritor francés, Monsieur Jacolliot, que quería examinar por sí mismo los diferentes aspectos de la espiritualidad en Oriente, recibió en cierta ocasión de un hombre que a juzgar por su lenguaje, debía ser muy erudito, la siguiente respuesta:
- "Ustedes habéis estudiado la naturaleza física y habéis obtenido resultados maravillosos para el conocimiento de sus leyes: el vapor, la electricidad, etc., etc. Pero nosotros durante más de veinte mil años venimos estudiando las fuerzas intelectuales; nosotros hemos descubierto las leyes y obtenemos haciéndolas obrar aisladamente o en conjunto con la materia, fenómenos todavía más sorprendentes que los vuestros."
Jacolliot comentó:
- "Nosotros hemos presenciado cosas, que no nos atrevemos a relatar, por temor de que nuestros lectores se nos rían y burlen dudando de nuestra razón y buena fe, pero no obstante son ciertos."
III
No es espiritismo
Los fenómenos del ocultismo no deben confundirse con los del espiritismo. Estos últimos, independientemente de su género, son manifestaciones que los médiums no pueden verificar ni concebir.
Mientras que los fenómenos del ocultismo son el resultado de una operación viva e inteligente que conoce las leyes que se ponen en juego para producir los hechos, y cuyos resultados parecen milagrosos para el observador ignorante.
Sé perfectamente que los espiritistas, a pesar de la risa insensata de quienes ríen sin saber por qué, atribuyen todos los fenómenos o manifestaciones aparentemente sobrenaturales al celo de quienes manipulan con constancia [o sea a los "espíritus"] porque no encuentran otra explicación a las causas y efectos producidos.
Desde el inicio proponen una determinada hipótesis a falta de otra mejor, y siguen trabajando siguiendo esa idea, para levantar con tanto dolor una teoría sobre los hechos que hoy lucha contra la intervención de otra nueva hipótesis y que les obliga a reconstruir su sistema desde el principio.
No puede ser de otra manera; de esta clase de investigadores que aplican sus sentidos más que a conocer la verdad pura, a fortalecer una doctrina expuesta a lo que saldría a la luz.
En general, no hay ningún tipo de fenómeno espiritista que los ocultistas no puedan reproducir por la fuerza de la voluntad, ayudados por los recursos y conocimientos de la naturaleza.
Así que esto se verificará por el relato fiel de los hechos que presento, y habré cumplido mi misión.
He presenciado algunos de los fenómenos más vulgares del espiritismo, producidos por un agente puramente humano. El primer golpe que sirvió de introducción a los fenómenos más importantes creados para mi enseñanza en múltiples y diversas formas, y en condiciones que reducen a la nada toda hipótesis sobre un agente espiritual.
He visto flechas caer del techo blanco de una habitación en circunstancias que no dejan lugar a dudas de que no había ningún espíritu actuando en tales acontecimientos.
La manifestación fue así, sobrenatural si se tiene en cuenta que no hubo intervención de la materia como algunos de los aportes de flores con que nos favorecen los médiums espirituales.
En cambio muchas veces he recibido por escritura directa, cartas escritas en papeles en blanco dentro de un sobre cerrado y con llave, iniciando así una correspondencia activa con un ser vivo no extraterrestre, sino humano.
(Nota de Cid: se refiere a las cartas que recibió de los maestros Kuthumi y Morya.)
Y sé por testigos dignos de fe que una gran variedad de otros fenómenos han sido verificados ante los espiritualistas conocidos, tales como los producidos en la misma forma y manera, por los adeptos en el ocultismo, es decir, por seres vivos y humanos.
Las afirmaciones que hago probablemente serán mejor recibidas que las de los espiritistas que en sus grupos se separan del mundo ordinario, porque en resumen los espiritistas saben por experiencia que la ciencia ortodoxa de hoy no posee la verdad última sobre el espíritu y la materia, aunque los incrédulos persistan sistemáticamente en mantener la negación de los hechos que no son capaces de explicar.
Los fenómenos del espiritismo, aunque sean accesibles a todo hombre honesto que se ocupe de ellos, no son de tal naturaleza que se puedan tomar consigo para arrojarlos en la cara de los escépticos impertinentes, para convencerlos, estos últimos pueden hacer lo que quieran y profesar el escepticismo y la incredulidad, sin darse cuenta de lo grotesco de su posición que llevan consigo con todas sus consecuencias.
Sé que en estas materias, las inteligencias científicas ordinarias, rechazan o se niegan a admitir la sinceridad de nuestros testimonios y la posibilidad de que mis explicaciones sean verdaderas, pero trataré de atenuar esta hostilidad contra mí, repitiendo que el ocultismo nada tiene que ver con el espiritismo, y que los espíritus no toman parte, ni tienen nada que ver respecto a las enunciadas manifestaciones que voy a hacer.
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