(Nota: este artículo
es algo largo y dificultoso de leer por lo que les recomiendo que mejor lo hagan cuando ya
estén más familiarizados con el esoterismo.)
En
lo espiritual, así como en lo material, impera una misma ley. A cada acción
sigue una reacción correspondiente. Y así como un péndulo puesto en movimiento,
cuando se le mueve en una dirección, se dirige en la dirección opuesta, lo
mismo sucede con la vida de la humanidad.
Y
así al período de superstición que hubo en la Edad Media, cuando el diablo
ortodoxo y la hechicería desempeñaban un gran papel, luego siguió un período de
incredulidad y de materialismo. Y ahora parece que nos acercamos de nuevo a un
período en él cual dominará generalmente el psiquismo mórbido y la magia negra
con un séquito de historia, locura y criminalidad.
Por
lo que en estas circunstancias será útil hacer un breve examen con el fin de
descubrir si ha habido algo de cierto en la superstición medieval respecto del
infierno. Y hallamos la respuesta a esta pregunta en los escritos de los sabios
del Oriente, en las enseñanzas de la filosofía esotérica y en la llamada
"ciencia oculta", en cuanto se refiere al alma del mundo.
El
racionalismo moderno, el cual niega todo lo que no se pueda percibir con los sentidos
físicos, ha prestado quizás un servicio al mundo desvaneciendo la creencia del
infierno en el sentido ortodoxo; esto es, en un mundo infernal con llamas
ígneas y exhalaciones sulfúreas, en el cual las almas de los hombres están
condenadas a sufrir por toda la eternidad. (1)
Pero
con esto también ha abolido el temor al infierno y en cierto grado al infierno
mismo, pues como lo sabe todo ocultista, por la intensa contemplación de un
objeto se producen formas vivas de pensamiento, cuya naturaleza corresponde a
esa contemplación, y estas a su vez atraen a sí mismas fuerzas correspondientes.
Por
lo tanto aquel que llena su mente de ideas de concupiscencia y de crueldad,
puebla su esfera mental con los conceptos correspondientes, y forma alrededor
de sí mismo un infierno con toda clase de diablos, los cuales atraen del plano
astral influencias parecidas, y cuanto más teme al infierno, tanto más se
vuelve accesible a estas influencias.
Dice
el Bhagavad Gita: "El que duda
perece". O sea el que pierde la fe y la firme confianza en el poder
del espíritu de la verdad que en él moran, le abandona a sus enemigos la llave
de su fortaleza.
Y
basándose en esta ley de atracción, no es improbable que las descripciones del
“Infierno” de Dante Alighieri tengan en parte la culpa de los horribles
crímenes perpetrados por la Inquisición, ya que por ellas fueron llamadas a la
existencia las ideas horribles correspondientes, las que anhelaban
representarse en lo exterior, pues toda idea que llega a la existencia es una
fuerza espiritual que se esfuerza por actuar exteriormente.
La
vida en el plano material es tan solo la expresión final de fuerzas internas y
de imágenes mentales que anhelan manifestarse externamente. Además, no son
completamente nuevas las descripciones que da Dante del infierno y del
purgatorio, pues descripciones semejantes se hallan en la antigüedad también.
Por
ejemplo Plutarco señala que un hombre llamado Tespesio quien era muy inteligente
pero sin conciencia y llevaba una vida mala, en una ocasión cayó de una buena altura
sobre su cabeza y fue tenido por muerto.
Pero
al tercer día despertó de nuevo en la cámara mortuoria y en adelante fue un
hombre diferente, todo lo contrario de lo que había sido antes, distinguiéndose
por su honradez y su piedad, y siendo generalmente admirado por sus virtudes.
Nadie
podía explicarse tan increíble cambio, pero él mismo dio la explicación. Dijo
que cuando su alma se separó de su cuerpo, él se trasladó a otra esfera en
medio de las almas de los muertos, entre las cuales encontró a varios de sus
amigos y parientes ya difuntos, y entre otros a su padre, el cual, a causa de
un asesinato que había cometido para robar, se encontraba en el infierno.
Y
el cuerpo de su padre estaba cubierto de tumorcillos y de úlceras y sufría de
grandes dolores. Y la descripción que da Plutarco del infierno curiosamente concuerda
por completo con la de Dante.
Por
otra parte, Dante no tuvo él mismo las visiones que describe, sino que se las
comunicó un joven monje que estuvo nueve días en un estado de muerte aparente y
luego volvió a despertar. Este murió más tarde siendo abad de un convento
italiano.
Estudiando
imparcialmente la historia de la Edad Media, su Inquisición y sus procesos de
hechicería, se llega pronto a convencerse de que la creencia en el diablo y en
los espectros que entonces dominaba generalmente, no era completamente
fantasía, sino que durante esos tiempos obscuros existía probablemente una
unión más íntima entre nuestro mundo visible y las regiones inferiores e
infiernos del plano astral, pues el pobre pueblo oprimido y pereciendo en la miseria,
después de dirigirse en vano al Dios de la Iglesia, llegó finalmente a pedir
socorro al espíritu del mal y con ello se crearon formas de pensamiento por
medio de los cuales influencias de esta especie tomaron forma y pudieron
manifestarse
Ahora
bien, por grande que sea el servicio que prestó el racionalismo al remover del
infierno creencias falsas como el azufre y la brea, por otra parte ha cometido el
error de rechazar todo afirmando que "no hay ni infierno, ni diablo, ni
tribunal en el más allá" y que con la muerte corpórea del hombre termina
también la existencia de su alma.
En
adelante, no hubo para esta clase de pensadores incrédulos otros diablos que el
fiscal y la policía y ningún otro infierno que temer, que la casa de
corrección. Entonces uno podía hacer lo que quisiera, pues,
¿Por qué no debería
un hombre mientras viva procurar satisfacer todos sus deseos, sí no hay otra
existencia para él después de la muerte, y esta su vida actual es todo lo que
él tiene?
Pero
el espiritismo y la investigación psíquica han acabado con esta superstición de
los materialistas y relegado el nihilismo a la parte trasera de las teorías
descartadas, en donde sirven todavía de alimento para las ratas adiestradas por
Haeckel y Compañía.
Hoy
en día queda irrefragablemente firme la prueba, no de la inmortalidad de la
personalidad del hombre, sino de la duración de la misma después de la muerte
del cuerpo material, y por medio de innumerables investigaciones en el
hipnotismo y en el sonambulismo, queda demostrado que al abandonar su cuerpo
físico, el hombre sigue viviendo en un cuerpo sutil, invisible pero no por eso menos
substancial.
Y
sigue siendo el mismo hombre, dotado de vida, de conciencia y de sensación y
capaz de pensar. Y ya que sus deseos y pasiones durante su vida terrestre
tenían su origen en su interior, y el cuerpo exterior era tan sólo el
instrumento de su manifestación, este hombre interior, todavía después de la
muerte está sujeto a los mismos deseos y pasiones, los cuales quizá actúan en
él con mayor fuerza porque les falta el medio para su satisfacción (o sea el
cuerpo físico).
El
cielo lo mismo que el infierno están ya en nosotros, de lo cual puede cada uno
convencerse examinándose a sí mismo. Nosotros mismos los creamos en nosotros
mismos y con la cooperación de otros, y como están en nosotros mismos, cada uno
lleva consigo su cielo, su infierno o su purgatorio donde quiera que vaya, sea
en esta vida o en las siguientes.
Y
en todo hombre que durante su vida en la tierra no ha matado el
"gusano" de sus pasiones, sigue todavía existiendo este gusano, aun
después de que el alma ha abandonado al cuerpo físico (ver Marcos 9:44).
Esta
es una triste expectativa para los que aman sus pasiones y no quieren abandonar
sus "gusanos", y con todo esperan en los goces celestiales del
"más allá", buscando así muchos su refugio en el puerto de la
ignorancia.
Estas
personas cual el avestruz, esconden la cabeza en la arena a fin de no ver el
peligro que los amenaza, y procuran convencerse de que para ellos no tienen
consecuencias sus acciones, mientras que otros, dando crédito a las doctrinas
erróneas de una teología ficticia, se imaginan que el ídolo creado y temido por
ellos, el cual rige al universo conforme al concepto que ellos se han formado,
puede ser inducido con ruegos a condenarles al castigo merecido.
Pero
la realidad es que el cielo y el infierno están en nosotros, los creamos
nosotros mismos, pero también están fuera de nosotros, pues así como el hombre
puebla el aura que le rodea con los productos de sus sensaciones, de su
voluntad y de su pensamiento, así también la totalidad de los hombres llena el
aura de la esfera terrestre, el mundo astral y el mundo mental, con los
productos de su actividad psíquica e intelectual.
Y
allí cada cosa se asocia con lo que le es semejante, y el que trae su diablo
consigo no carecerá de la compañía de los diablos de los demás. (2)
EXPLICACIÓN TEOSÓFICA
Según
la enseñanza teosófica, el infierno es la región inferior del plano astral de nuestro
mundo. Es un estado de tinieblas y de angustia como las puede experimentar un
hombre sumido en el "cenegal del vicio". Y se parece efectivamente a
un cenegal, pues es como un barro espeso y pegajoso y sus habitantes son entidades
monstruosidades y también horribles formas de pensamiento de diversas especies.
El
"infierno" es por consiguiente aquella región sutil de nuestro
planeta que es el lugar de residencia de demonios, de larvas astrales y de
cierta especie de hombres que murieron. Estas son las formas de deseo
(Kama-rupas) de hombres impíos, pero no por esto sin mente, es decir que ellos pueden
estar dotados de inteligencia, pero el sentido moral se encuentra ausente.
No
tienen conciencia espiritual y no pueden corregirse. Son en cierto grado fantasmas,
monstruosidades de diversas especies cuyas formas y ambiente corresponden a su
carácter; pero no obstante, no son formas vacías, sino entidades vivientes aunque
espiritualmente estén muertas.
Ahora
bien, hay que saber que ningún hombre llega al infierno sin merecerlo ya que
cada uno se juzga a sí mismo. Esto es una ley natural general sin excepción
alguna; cada uno se halla finalmente en la condición en la que sus actos lo han
llevado por completo.
En
el Bhagavad Gita se dice que cada uno después de abandonar su cuerpo entra en
la condición en que piensa al morir, esto es, de que está llena su alma. Y se
encuentran en todos los sistemas religiosos del mundo enseñanzas semejantes.
En
la Biblia se dice que los hombres penetrados del amor celestial y de
pensamientos divinos son hijos del cielo; mientras que los que están líenos de
deseos diabólicos y de malos pensamientos, son hijos del infierno; pero los que
viven en lo sensual y para los cuales es inconcebible una vida espiritual sin
el cuerpo, son los "tibios" y "son estúpidos" (Apocalipsis
3:16) pues no tienen en sí ni vida celestial ni vida diabólica.
¿QUÉ SON LOS DIABLOS
DEL INFIERNO?
Un
Maestro da la siguiente respuesta:
« Después
de la muerte del hombre, cuando la parte inmortal de su alma entra en la región
del espíritu, quedan todos sus elementos inferiores en el mundo de los fantasmas
un sombra o espectro del difunto que es la suma de fuerzas malas y de elementos
impuros el cual se manifiesta en la forma de un demonio maligno, y el cual se
ira disolviendo en los elementos cósmicos. »
Gautama
Buda enseña lo siguiente:
« Hay
cinco caminos: la senda descarriada, las entrañas animales, el mundo de los
espectros, la humanidad y el mundo de los dioses. Conozco el camino descansado
y la vida que abajo conduce, y por la cual, al disolverse el cuerpo después de
la muerte, se llega a la depravación y a la perdición. Y por consiguiente
conozco el corazón y la mente de un hombre.
De
tal manera obra un hombre, a tal meta dirige sus esfuerzos, y tal camino ha
tomado que a la disolución de su cuerpo después de la muerte, desciende por
malos senderos y llega a la perdición.
Y
más tarde, con el ojo espiritual, iluminado y supraterrestre, le veo lleno
únicamente de sentimientos dolorosos, punzantes y ardientes, así como si
hubiera allí una mina de carbón más profunda que la altura de un hombre, llena
de carbones encendidos, sin llama, sin humo; y como si viviera uno consumido
por el calor del sol, extenuado, tembloroso, sediento, y se avanzara derecho
hacia esta mina, y luego le veo más tarde dentro de la mina de carbón lleno
únicamente de sentimientos penosos, punzantes y ardientes. » (3)
Echemos
una ojeada a lo que dice el gran místico Jacobo Boheme, aunque en su lenguaje
difícil de entender, con respecto a los habitantes del infierno:
« Allí
no hay socorro, su tormento se vuelve tan sólo más grande, y cuanto más se
lamentan tanto más se enciende la crueldad infernal. No se atreven a alzar los
ojos de vergüenza, pues no ven en su derredor nada sino un juez severo (la mala
conciencia). . . . Allí hay quejidos y gemidos y ninguna salvación. La dureza
(dureza de corazón) produce una cualidad dura, áspera, fría y amarga. La
dulzura (dicha) ha desaparecido cual la savia del árbol en la brasa. Padece una
sed excesiva y no hay cordial alguno. La amargura (exasperación) es cual una
pestilencia ardiente y amarga como la hiel. El fuego (la pasión) arde como
horrendo azufre. El amor se ha convertido en odio. El sonido no es nada sino
una fuerte palpitación como trueno. El Corpus (cuerpo) es una casa de lutos. » (4)
Esta
es la descripción del estado en que se encuentra ya parcialmente en su vida un
hombre torturado por sus remordimientos, pero este estado queda naturalmente
establecido por completo cuando el hombre se ha despojado de su cuerpo físico y
el mundo de los sentidos con sus encantos ha desaparecido para él.
Y en otros escritos Jacobo Boheme añade:
« ¡Ah,
belleza y dicha de este mundo! ¡Oh, riqueza y orgullosa pompa! ¡Oh fuerza y
poder! Tu justicia injusta y gran esplendor con todos sus placeres se hallan en
un montón convertidos en fuego infernal. » (5)
« En
este abismo brotarán ahora toda clase de frutos y formas (formas de
pensamiento) pero ahí todo de calidad y especie infernal, así como en el cielo
aparecen formas celestiales de calidad y especie celestial. » (6)
Es
evidente que para lo malo no hay salvación, sino tan sólo aniquilación. Lo malo
no puede salvarse por sí solo, ni ser salvado por otro. Un egoísta no puede
librarse de su egoísmo mientras permanece apegado á su egoísmo. La obscuridad
no puede cambiarse en luz, sino que cuando aparece la luz, desaparece la
obscuridad.
Un
hombre completamente penetrado del espíritu del mal es un diablo; el infierno
es su propia esencia, no puede salir de él ni nadie sacarle de allí con todas
las oraciones posibles o imaginables. Empero, mientras hay todavía algo bueno
en un hombre, puede esto desarrollarse, adquiriendo poder sobre el mal y
librándole de él.
Y
ya que entre los hombres hoy en día hay proporcionalmente pocos diablos
perfectos (magos negros), hay por lo tanto algo de bueno en la mayor parte de ellos,
y se efectúa la salvación naturalmente antes o después de la muerte, tarde o
temprano, librándose el hombre de naturaleza divina o celestial de lo que en él
es maldad.
En
otras palabras, no es el hombre pecador que queda libre después de la muerte,
sino que el hombre divino, unido al hombre pecador durante la vida terrenal, se
libra de éste.
Ahora
bien, ya que el hombre, cuando no se ha convertido durante su vida en un santo
o adepto completo, no se despoja luego, al dejar su cuerpo físico, de todos los
demás elementos y principios inferiores, sino que se requiere más o menos
tiempo hasta que cesen estas vibraciones. O sea que no va su alma derecha al
"cielo" o a un estado superior de conciencia, sino que necesita, para
su liberación de un estado intermedio más o menos largo o corto.
Y
este estado intermedio se menciona en la mayoría de las enseñanzas esotéricas y
religiosas, se le llama el mundo de los deseos (kama-loka) en la
teosofía, y purgatorio entre los
católicos, porque en este estado el alma se halla todavía presa del fuego de
sus pasiones y se encuentra ocupada en purificarse de ellas.
Este
"purgatorio" no es tampoco un estado que sólo empieza después de la
muerte, pues todo aquel que encuentra gravosas sus pasiones y que quisiera
liberarse de ellas, se encuentra ya en él, y la existencia de este
"purgatorio" queda bastante probada para él. No hay necesidad de
pensar en fuego exterior ortodoxo alguno, sino más bien en una corrupción de
elementos inservibles del cuerpo psíquico.
Dice
Teofrasto Paracelso:
« Todo
lo bueno pertenece a Dios, todo lo malo al diablo. La cáscara tiene que
podrirse a fin de que el meollo pueda crecer. »
Dice
Jacobo Boheme:
« La
putrefacción es su purgatorio (del hombre) en sus pecados y nada ajeno.
Pues
ella (el alma) no está en el infierno, ni tampoco en el cielo, sino en la
puerta en medio del sufrimiento (movimiento) del principio, ya que se
diferencian el fuego (el deseo) y la luz (conocimiento). » (7)
LAS EXPLICACIONES DE
JOHN PORDAGE
Ocioso
sería citar a todos los grandes filósofos, profetas, santos, videntes,
ocultistas y místicos que han escrito acerca de la vida después de la muerte y
que han conocido las cosas espirituales por medio de la propia contemplación
espiritual y la iluminación interior.
Escojamos
por ejemplo, los escritos del místico inglés Doctor Pordage, en estos hallamos
una descripción detallada de las cualidades de los habitantes del mundo de las
tinieblas, así como del mundo de la luz; y no sólo ese famoso médico, teólogo y
filósofo conocía estas cosas por medio de la contemplación espiritual, sino que
él mismo, junto con otros muchos, tuvo también mucho que sufrir exteriormente
de una intrusión de este mundo invisible en la existencia visible. (8)
Él
menciona como en el año de 1653 fue transpuesto en el principio tenebroso y “circuló”
en ese mundo durante cinco años antes que recobrara su libertad. Y dice también que no hubiera escrito acerca
de estos profundos misterios de las tinieblas infernales si no hubiera considerado
que le había llegado este conocimiento a fin de que fuese divulgado.
Durante
ese tiempo, no sólo tuvo Pordage visiones celestiales e infernales, sino que él
(lo mismo que las personas alojadas en su casa y sus vecinos) fueron
excesivamente molestados con "manifestaciones" externas de espíritus,
como las conocen en parte hoy en día los espiritistas.
Estas
no consistían tan solo en apariciones sino también en la difusión de un hedor
pestilencioso, ruidos insoportables, sabores repugnantes, angustias y estados
"que no pueden describirse con palabras".
Aparecieron
también imágenes y figuras sobre los cristales de las ventanas, sobre las tejas
y las piedras, imágenes y formas que hubieran alegrado el corazón de un
espiritista moderno, pero que los testigos consideraron obra del diablo y las
cortaron con el martillo y el escoplo y las destruyeron.
Pordage
describe el infierno o "él mundo de las tinieblas" de una obscuridad
espesa tosca que se puede tocar y sentir. Y es también:
« Un
mundo horrible, hediondo y venenoso que se manifiesta también al espíritu y al
alma de quienes lo habitan como un lugar horrible y hediondo, lleno de toda
especie de bichos que serpean y hormiguean.
No
se ha de creer, sin embargo, que se encuentran allí verdaderos sapos,
serpientes y víboras, tales como los hay en esta tierra en el mundo visible,
sino que hay allí innumerables esencias venenosas, esencias repugnantes y
opresivas de las que rebosa ese mundo como de una multitud de langostas, las
cuales bullen como avispas alrededor de los diablos y de los espíritus malditos
y se arrastran sobre ellos, sin que éstos puedan zafarse de ellas.
Ninguna
palabra puede expresar, ninguna pluma puede describir la desventura y la
abominación.
Las
cualidades esenciales que proceden de la naturaleza del espíritu que reside en
ese lugar son la arrogancia, la envidia, la crueldad, la avaricia, la
obstinación, cual propiedad devoradora y destructiva. » (9)
Distínguense
entre los habitantes del infierno espíritus sin formas, invisibles (fuerzas
espirituales) y sus personificaciones como seres formados y visibles, o
"espíritus malditos que por su incredulidad (y mala voluntad) se han
convertido en espinas y cardos", y a estos pertenecen también los habitantes
humanos de este mundo, los cuales se han dedicado al mal (a la magia negra), y
como se han apartado de lo divino y se han penetrado y llenado por completo del
espíritu del mal, no son efectivamente hombres, sino diablos encarnados que
habitan la tierra en forma humana.
A
los primeros, los sin forma, pertenecen:
« El
espíritu del orgullo, de la ira, de los celos, de la envidia, de la enemistad,
de la maldad, del homicidio, de la mentira, del robo, de la fornicación, del
adulterio y de la impureza, de la idolatría, de la incredulidad, de la
hipocresía, seducción, hechicería, nigromancia, etc.
Todos
son diablos, esto es, no son personas, sino fuerzas tenebrosas que tienen su
centro o asiento permanente en los ángeles caídos y los espíritus (almas) condenados.
Estos
espíritus no son meras cualidades, sino fuerzas que producen cualidades
correspondientes en los seres en los cuales tienen influencia.
Así,
por ejemplo, el espíritu de la cólera da origen a la mala cualidad de la cólera
en un hombre poseído de el; el espíritu de la vanidad hace al hombre vanidoso,
etc.
No
tienen forma o figura alguna; pero los ángeles rebeldes (magos negros) pueden
aparecer en formas horribles y espantosas, de tal modo que un hombre,
permitiéndolo Dios, podría perder con ello los sentidos.
Los
ángeles caídos no sienten en su naturaleza eterna otra cosa que angustia y
tormento, sintiéndolos en sus propias cualidades interiores. Ellos se
encuentran en una perpetua guerra y contienda contra sí mismos, de modo que no
pueden hallar interiormente, en su propia esencia psíquica, ningún reposo,
concordia y armonía, sino pura discordia, enemistad y adversidad, odiándose las
cualidades las unas a las otras.
Este
es el tormento infernal que sienten en sí mismos, y del cual no pueden librarse
porque su naturaleza consiste en estas características, no pueden tener ningún
arrepentimiento ni reconocer la justicia de Dios, pues están ahora presos en la
naturaleza colérica, imprecatoria y blasfematoria del gran dragón y sujetos al
espíritu del fuego de la ira. »
(Observación:
a mí en lo personal no me gustan las descripciones que hacen los ocultistas y
los místicos sobre el infierno porque dan explicaciones muy abstrusas,
tremendamente influenciadas por las creencias católicas, y no sé qué tanto de
lo que describen corresponde verdaderamente a la realidad y qué tanto son
ilusiones del plano astral.)
¿DÓNDE ESTÁ EL
INFIERNO?
El
infierno no se halla ligado a un lugar en especial, sino que halla en todas
partes lo mismo que el cielo; es un estado de conciencia, pues cada uno lleva
su infierno (y su cielo) consigo mismo.
Dice
John Pordage:
« Su
altura es mucho más grande que el principio de este mundo visible; sus límites
llegan hasta el reino de la justicia divina, y el que quiere medir su
profundidad tiene que mirar con su mente más profundamente que en la tierra y
más profundamente que en el mar de este mundo visible.
No
está encerrado en ninguna parte de este mundo, sino que lo penetra y lo incluye
todo. Su principio puede compararse con el del cielo como el aire grosero en
que vivimos nosotros los hombres, y sin el cual no podemos vivir; con el puro
éter que se extiende por toda la atmósfera.
Es
un principio atormentador, hediondo, asqueroso, abominable y venenoso, y se
manifiesta así también al espíritu y al alma de los diablos, y aun a los
habitantes condenados. »
Así
como el cuerpo astral del hombre está no sólo dentro del cuerpo físico, sino
que su esfera se extiende también hasta cierta distancia fuera del mismo, así
también está el cuerpo astral de nuestro planeta no sólo en el interior de la Tierra
visible, sino que se extiende hasta allí donde dicha esfera toca la esfera
astral de la Luna.
Dice
Jacobo Boheme:
« La
morada del diablo se halla desde la Luna hasta la Tierra dentro de ésta, en
profundas cavernas y grutas, especialmente donde hay desiertos desolados y
donde la tierra es muy pedregosa y amarga. Todo el cuerpo de la naturaleza es
como un cuerpo humano. En él rigen los siete espíritus de la naturaleza y el
corazón de la naturaleza está dentro. » (10)
La
vida en el infierno es un manantial efervescente, una fuente que no se puede
agotar nunca, de la cual mana un hambre, que no se puede nunca saciar, una sed
devoradora que no se puede apagar nunca, y produce movimiento constante sin
descanso; es una obscuridad sofocante, tan horrible que no se puede describir
con palabras ni compararse con cosa alguna en la creación visible.
Hay
en este principio muchas moradas diversas, como, por ejemplo, la región de la
imprecación, la región de la muerte eterna, de la desesperación y de la
incredulidad, y los habitantes de este principio infernal tienen también la
libertad de tomar, según su gusto, su residencia en esta o aquella región
infernal. (11)
« La
separación de las cuatro primeras formas de la naturaleza de las demás, o el
nacimiento dividida de las obscuras esencias del fuego de la ira o un propio
principio es la verdadera base de todo mal, en cuanto éste se ha separado de la
forma de la suave luz.
Este
es el "árbol del conocimiento del mal" en nosotros, el cual lo mismo
que el "árbol del conocimiento del bien", lleva sus propios frutos. Del
espíritu obscuro proceden todas las imágenes y conceptos de concupiscencia,
venganza, crueldad, etc. No son vanas fantasías o quimeras, sino reales y
esenciales representaciones formadas por modo mágico. »
Ya
que los cuerpos de los habitantes del infierno no están formados de materia
tosca, sino de materia sutil (astral), su apariencia corresponde también a su
carácter y pueden cambiarse en otras formas por medio de su ideación y su poder
de voluntad.
« Por
medio de su mágica arte negra pueden los diablos en este mundo de tinieblas
cambiar sus formas en otras formas diferentes, como por ejemplo, en la
semejanza de las serpientes y reptiles ponzoñosos y otros animales horribles,
dragones, osos, tigres, perros, lobos, etc., pero no pueden aparecer en
brillante forma la cual se hace del primer principio de la luz celestial.
No
pueden transformarse en ángeles de la luz, pero con todo, pueden, por medio de
imágines e ideas recibidas, cambiarse en la forma de ciertas personas, sean
vivas o muertas, con tal semejanza que ningún ojo mortal puede distinguir entre
estas imágenes y las figuras que quieren representar, tanto por la semejanza
del cuerpo, de su figura y forma, como por la de sus vestidos. »
Esto
podría ser también, más frecuentemente de lo que el mundo se inclina a creer,
la base de las aparentes pruebas de identidad de los muertos en las sesiones
espiritistas, ya que estos "elementales" no sólo toman la forma del
muerto, sino que pueden también imitar sus maneras según él modelo que hallan
en la sub-conciencia de los circunstantes
CONCLUSIÓN
Así
como hay en la naturaleza exterior diversas fuerzas, como por ejemplo, calor,
luz, electricidad, magnetismo, sonido, cada una de las cuales tiene sus
propiedades peculiares, pero todas las cuales proceden de una fuente, como que
todas consisten en vibraciones del éter y pueden transmutarse las unas en las
otras, así también sucede con las fuerzas espirituales, tanto las infernales
como las celestiales.
Todas
son ciertas formas de la voluntad o de la "esencia vital" en la
naturaleza, y correlativas las unas con las otras. Así como el calor puede
producir luz, así el odio produce a la envidia, y ésta a la cólera, el amor a la
dulzura, y ésta a la paciencia, etc. Y así como un pedazo de hierra no se
vuelve candente por sí mismo, pero lo puede cuando es penetrado por el calor,
así también sucede con las virtudes y los vicios de los hombres.
El
hombre se vuelve juicioso al iluminar se su entendimiento con la luz de la
verdad; ama cuando su alma se penetra del espíritu del amor; odia cuando la
"tintura" infernal del odio le llena y se despierta en él, etc.
Los
"diablos", lo mismo que los "ángeles" son personificaciones
de tales fuerzas espirituales, y así como un objeto calentado irradia calor,
así todo ángel o diablo irradia una parte de la fuerza que se ha manifestado en
él.
Pordage
dice lo siguiente:
« Todo
diablo (u hombre diabólico) es el Agens,
el ser que actúa, el que da y despide su propia tintura; él lo irradia y ella
penetra en los corazones y en las mentes de los hombres para tentarlos y
descarriarlos.
Esta
tintura infernal no está fuera de los diablos ni fuera de su naturaleza, sino
en medio de la esencia de sus corazones o almas infernales, y de la esencia de
su alma sube y tiñe su propio espíritu. »
Algo
parecido sucede con la luz del sol, la cual en sí mismo no tiene color ni olor,
pero que en diversas plantas produce diversas flores con diversos colores y
olores, según las cualidades de las plantas.
Y
así como sucede con el infierno y sus irradiaciones infernales, así también
sucede con el cielo y las influencias que proceden del mundo celestial.
El
hombre es un mundo en miniatura; él crea su cielo y su infierno, él mismo por
medio de las influencias que procediendo de afuera penetran en él y las cuales
recibe en sí mismo dándoles forma. En él mismo están el poder formativo del
pensamiento o la voluntad vivificante. Y de todo buen pensamiento puede nacer
un ángel, de todo mal pensamiento un diablo.
La
naturaleza humana se compone, por decirlo así, de diversas personalidades o
"yos aparentes" producidos
por el pensar y el querer del hombre; cada pasión formada en él por su
pensamiento y su sensación y animada por su voluntad, representa una
personalidad, un "elemental" o quizá un diablo, el que puede
apoderarse de toda la naturaleza del hombre.
Y
ya que no hay sino pocos hombres completamente sin pasión; los más se hallan
rodeados de tales "yos"
falsos, como está poblada generalmente la esfera espiritual o "aura"
de cada uno con los productos de sus ideaciones e "imaginaciones",
esto es, cosas que se ha imaginado, y cada una de estas formas de pensamiento
representa un ser vivo, individual que, por decirlo así, subsiste por sí mismo.
De
esta manera la región inferior del alma de cada hombre, en la cual moran sus
pasiones, sus deseos sensuales, sus supersticiones, su error y su maldad,
representa un infierno que está poblado de demonios y monstruos vivos y
dolientes y que luchan los unos contra los otros; pero el hombre-dios (Jesús)
en el hombre, el que renace en el espíritu de Dios, aniquila esta creación de
la fantasía. En la luz del verdadero autoconocimiento quedan destruidas todas
estas sombras corpóreas. (12)
Si
el hombre deja crecer en sí mismo una fuerza diabólica, y si se abandona a ella
y se sacrifica a ella, se identifica con el diablo producido por él mismo, le
alimenta con su vida espiritual, le da su conciencia, entra en él y se
convierte en ese diablo.
Pero
el hombre es originalmente de naturaleza divina y cuando llega a la conciencia
de su propio ser verdadero y se une con éste, su dios, se halla elevado por
encima del cielo y por encima del infierno.
Por
consiguiente en el hombre mismo se halla su salvación y la fuerza para elevarse
del reino de las tinieblas y de la pasión al reino de la luz y de la libertad.
Por
medio de la fuerza del Yo celestial que en él mora puede arrojar al abismo de la
aniquilación a los diablos que se han anclado en él, esto es, a sus pasiones.
Y
después de dejar al cuerpo, el alma sufre en los estados que el hombre ha
creado para sí durante la vida; pero por lo que hace a los sufrimientos que
proceden de afuera, no hay mayor infierno que nuestro mundo, en el cual el
egoísmo impera, y uno maltrata y atormenta a otro.
Todos
nuestros sufrimientos proceden del no reconocer nuestra naturaleza superior y
de la ilusión del yo separado. Dice Angelus Silesius que si el diablo pudiera
salir de su egoísmo se encontraría luego en el trono de Dios.
¿QUÉ DEBO YO HACER
PARA SER BIENAVENTURADO?
Dice
Sankaracharya:
« El hombre es en sí
mismo Existencia-Conocimiento-Bienaventuranza. »
(Sat-chit-anandam)
Si
se manifiesta en nosotros el conocimiento de nuestra dichosa existencia,
estamos entonces libres de toda ilusión, y tenemos la bienaventuranza eterna. Y
la llave de la puerta de esta bienaventuranza eterna es el Amor Divino,
altruista, inmortal.
Aquel
que se sacrifica a ella, entra en ella y ella nace en él. Este amor es por
consiguiente, inmortal y una fuerza divina porque es desinteresada e
impersonal, no anhela nada para sí misma, sino que se sacrifica para el bien
del todo.
Y
porque Dios es amor y de Él mismo procede el universo se dice que Dios ha
creado el mundo por amor y el Verbo eterno se ha sacrificado por medio de la
reencarnación, pues el Verbo eterno es la expresión de un pensamiento de Dios,
y así como el pensamiento malo de un hombre procede del ser del hombre y es
parte constituyente del mismo, así el pensamiento divino que Dios pronuncia en
sí es parte de Él mismo.
Pero
así como hay un amor divino, impersonal y eterno, también hay su antítesis, un
odio espiritual, impersonal, el cual, por ser impersonal es también inmortal y
una fuerza mágica de la voluntad. Y de ésta procede la condición llamada "infierno".
El
que está lleno de la fuerza de esta voluntad perversa, actúa conforme a la
naturaleza de esta voluntad; se sirve del mal, no para conseguir una ventaja personal,
sino por apego al mal.
Semejantes
criaturas son partidarios de la magia negra y como representantes de la maldad
son llamados con razón "diablos".
Esta
es la base racional en que descansa la creencia de un infierno
"eterno", el cual desaparece sólo al fin de la entera creación, y del
cual se dice en él Apocalipsis (20:10):
« Serán atormentados día
y noche. »
Esto
es, durante su encarnación en la Tierra, en donde por sus malas acciones se han
creado un mal Karma, como también en las noches que siguen a los días de su
existencia terrestre. Y este proceso universal seguirá "de eternidad en
eternidad".
Esto
es de un manvantara (periodo de
actividad) a otro hasta que después de innumerables períodos; vuelvan a Dios
las buenas fuerzas espirituales y se hunda el mal en el "abismo" de
lo inmanifestado.
Cada uno entra al fin
en aquello que corresponde a su naturaleza inferior. Lo divino vuelve a Dios,
lo material a la tierra.
(Este
texto originalmente se publicó en la revista alemana Neue Lotusblüten de julio de 1911 con el título “Die Hölle”.)
Apuntes
- La palabra "eterno" no quiere decir una duración de tiempo que no acaba nunca, sino que la "eternidad" es aquello de lo cual procede el "tiempo"; en la eternidad el pasado, el presente y el futuro son uno. Como dijo Angelus Silesius: "Dejando al tiempo, soy la eternidad. Y eterno en Dios, y en mí a Dios abrazo".
- Todo oculista o clarividente experto conoce las horrendas formas de demonios, vampiros, etc., que se aglomeran donde se derrama sangre, en él cadalso, en los mataderos y otros lugares, y cuya vista espanta hasta a los animales.
- Karl Engen Neumann Die Reden Gotamo, Buddhas. vol. I. p. 107.
- "Aurora" C. X. 65.
- S. N. 66.
- "De los Tres Principios" XX 85.
- "Cuarenta Preguntas" XXIV. 6.
- J. Pordage. "Gotthiche und wahae Metanhys" oder durch winderbare eigene. Erfahrung erlangle Wissen" schaft der unsichtbaren und ewige". Frankfurt y Leipzig 1715.
- Es un hecho conocido que hay ciertas apariciones de espectros que esparcen un hedor pestilencial horrible. Aparecen también algunas veces en muchas sesiones espiritistas monstruosidades visibles y tangibles con formas medio humanas y medio animales, por ejemplo “escorpiones” gigantescos con brazos humanos. Son los productos de pasiones animales, las que se han convertido, en un hombre, en su alter ego.
- Aurora XXV, 20.
- Pueden abandonarse a su antojo al sentimiento de la maldad, de la venganza, de la envidia, del odio, de la cólera, etc., y morar en ellos.
- Véase el cuadro del altar de la iglesia de San Miguel en Viena, el cual representa el combate del arcángel con los demonios, o sea la victoria del Yo superior sobre los yos aparentes, las pasiones personificadas en el hombre.
OBSERVACIÓN
Concuerdo en gran
medida con lo que escribió Franz Hartmann pero siento que lo explica de una manera
muy complicada, sin embargo aún así publiqué su escrito para los lectores que están
interesados en leer sus artículos, pero les recomiendo a quienes buscan
comprender mejor sobre este tema que también estudien los artículos que he
publicado en el blog donde abordo y detallo de una manera más clara varios de los aspectos
que él mencionó.
dime los articulos de frank hartmann yo quierio leerlo de la fuente que tu lo consigue porque en la pagina que me recomendo el usuario no hay lo que yo quiero leer sino habla de otras coas de frank hartmann y me interesa muchos los articulos de el por favor cid dime donde puedo encontrar los articulo de frank hartmann yo lo quiero leer por mi parte
ResponderBorrarEn este link tienes una lista de la mayoría de los artículos que Franz Hartmann escribió:
Borrarwww.austheos.org.au/cgi-bin/ui-csvsearch.pl?search=franz+hartmann
Y en este otro link puedes descargar la mayoría de las revistas mencionadas:
http://iapsop.com/
ta un poquito complicado el tema pero se entiende de que ahy un infierno lo hay la gente no cree en lo paranormal pero cuando nos toca dejamos de ser ecepticos
ResponderBorrarBuenas Cid, investigando acerca de la fraternidad universal de Serge Reynaud, deduzco que probablemente sea una estafa. El se hacía llamar el Jesús reencarnado, además de que sus enseñanzas se basan también en las enseñanzas de Samael Aún Weor, otro farsante. Y tuvo alguna relación con los libros de Bailey. Huele a estafa , además de que se reporta que algunos de los miembros de la ‘FraUniversal’ fueron expulsados de organización tras cuestionar la veracidad de las ‘enseñanzas’ y la farsa del líder de la organización.
ResponderBorrarComo toda secta de estas pide donaciones bastante cuantitativas a sus miembros, además de quienes entregan sus bienes creyendo que así obtendrán una especie de luz interior. Olvidando el discernimiento, de lo más importante en estos caminos.
A Serge Reynaud lo he investigado poco pero también me da la impresión que fue un embustero.
BorrarLos maestros desprecian a los profanos?
ResponderBorrarNo
BorrarCid deseo de corazón qu3 me responda rapido mi estado vibratorio siento que aumento pero eso hizo que mis pensamiento negativos y afirmaciones negativas y que me desagrdan se hicieran mas intensas digame que hago para solucionar eso? Gracias
ResponderBorrarHaz terapia o ejercicios como el siguiente:
Borrar• MÉTODO PARA ELIMINAR NUESTROS DEFECTOS POR MEDIO DE LA OBSERVACIÓN
http://esoterismo-guia.blogspot.com/2018/09/como-eliminar-defectos.html
Gracias el estudio de la teosofia mas tu blog me permitieron entender gran parte del texto
ResponderBorrarEs interesante el articulo, Cid. También creo que se axagera a la manera cristiana a la hora de describir este "infierno". Los Mahatmas enseñan que el estado mas parecido al infierno cristiano es el Avitchi, pero no es un estado generalizado para el castigo de nuestros "pecados", porque según la filosofía oculta la tierra es donde la mayoría enfrenta su Karma. El Avitchi es mas bien un estado donde prevalecen los cascarones y algunos hechiceros o magos negros.
ResponderBorrarEn efecto
Borrar¿Los magos negros se ocultan an el bajo astral para no encarnar y evitar pagar su karma?.
ResponderBorrarSolo los que tienen el suficiente desarrollo para lograr hacer eso.
BorrarCid, como realizas el proceso de traducción de estos escritos en alemán? ¿palabra-palabra? ¿por párrafo? ¿cuál traductor? agradecería una breve explicación del método. Saludos
ResponderBorrarA veces utilizo una traducción que ya está hecha al español o en inglés, y en algunas ocasiones lo traduzco con google del alemán al español y al francés.
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