Esta
gran admiración la podemos percibir en una carta fechada el 8 de septiembre de
1934, en donde Helena Roerich escribió:
Debo
decirte que me sentí muy herida por las líneas que escribiste acerca de H.P.
Blavatsky. Pude sentir en ellas un eco de las opiniones vulgares tan
características de personas de cierto tipo.
Debo
decirte, definitivamente, H.P. Blavatsky fue una mensajera ardiente de la
Hermandad Blanca. Ciertamente ella fue la portadora del encomendado
conocimiento. Definitivamente, de todos los teósofos, sólo H.P. Blavatsky tuvo
el privilegio de recibir la Enseñanza directamente de los Grandes Maestros en uno
de los Ashrams en el Tíbet.
Ella
fue el gran espíritu que aceptó la amarga tarea de entregarle a la humanidad,
perdida en dogmas muertos y encaminada hacia el ateísmo, el impulso para
estudiar las sagradas Doctrinas del Este. Precisamente, sólo a través de H.P.
Blavatsky fue posible aproximarse a la Hermandad Blanca, ya que ella fue el
eslabón en la Cadena de la Jerarquía.
Pero
algunos de aquellos que la rodearon estuvieron muy por debajo de su corazón y
de su espíritu ardiente; aunque en su engreimiento pensaron que podían alcanzar
solos las Alturas, ignorando los vínculos jerárquicos así como sus méritos. En
sus celos, ellos la calumniaron, la criticaron y embaucaron a la gente con
mentiras en contra de ella; la única que les había dado todo, la que creyó en
ellos. Pero todos aquellos que se engañaron a sí mismos, esta gente arrogante,
no logró nada ya que la ley de la Jerarquía es inmutable.
Por
el trabajo general, los Mahatmas se escribieron con algunos de los
colaboradores de ella; sin embargo, ninguno de esos individuos fue admitido en
el discipulado. En los escritos de H.P. Blavatsky y en las Cartas de los
Mahatmas encontrarás declaraciones que establecían que H.P. Blavatsky era el
eslabón de la Jerarquía el que, si era desatendido causaría un total fracaso. Y
ahora, aquellos que se engañaron a sí mismos y que han pasado al Mundo Sutil y
están rodeados por sus seguidores, están probablemente más lejos que nunca de
la Fortaleza de la Hermandad Blanca.
Mientras
que, nuestra gran compatriota, debido a su esfuerzo ardiente, se encarnó (en
Hungría) casi inmediatamente después de su muerte y ahora han pasado diez años
desde que ella entró con su cuerpo físico en la Fortaleza Principal y bajo el
nombre del hermano X está trabajando por la salvación de la humanidad. Así
trabaja la Justicia Cósmica.
H.P.
Blavatsky fue una gran mártir en el verdadero sentido de la palabra. La
envidia, la calumnia y la persecución de los ignorantes la mataron y su trabajo
permanece sin terminarse. El volumen que concluía La Doctrina Secreta no pudo
ser entregado. De esta manera la gente se privó a sí mismo de lo más elevado.
Yo
venero mucho el gran espíritu y el ardiente corazón de nuestra compatriota y sé
que en Rusia, en el futuro, su nombre será honrado convenientemente. H.P.
Blavatsky verdaderamente evocó nuestro orgullo nacional.
¡Gran mártir por la
Luz y la Verdad!
¡Que la Gloria
siempre esté con ella!
OBSERVACIÓN
Dado que esta fue una
carta privada y no un mensaje público, podemos concluir que Helena Roerich si sentía
una gran admiración genuina hacia Blavatsky, pero en gran medida esa admiración
también se debía porque Blavatsky era rusa, como Helena Roerich.
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