AMORC LES PROMETIÓ A SUS MIEMBROS EXENTARLOS DE IR A LA GUERRA

 
 
Harvey Spencer Lewis, el fundador de AMORC, para incrementar el numero de afiliados les prometió a los hombres que si se volvían miembros de AMORC entonces ellos no tendrían que ir a la guerra. Algo que atrajo a muchos individuos debido a que en ese momento se estaba desenvolviendo la Segunda Guerra Mundial.
 
Parece que Lewis había conseguido una exoneración para los miembros de AMORC por parte de alguien importante (pero como Lewis inventaba muchas mentiras no estoy seguro que eso sea cierto) pero ante las numerosas solicitudes que recibió él se vio obligado a informar que ya no se podía, y es por eso que en su revista Cromaat B (febrero de 1918) apareció el siguiente aviso:
 
«
EN REFERENCIA A LA EXENCIÓN DEL
DEBER DE GUERRA
 
Muchos de nuestros miembros nos escriben solicitando nuestra cooperación para asegurar la exención del servicio militar. Parece haber la impresión de que las disposiciones anteriores para la exención, descritas por el Preboste Mariscal General (con respecto a la exención para los no creyentes en la guerra) todavía tienen peso en las juntas locales de exención.
 
Les informamos a nuestros lectores que tales disposiciones ya no sirven de nada en la actualidad. Las juntas locales de exención ven en negarse a considerar que la disposición que el Imperator aseguró el verano pasado sería efectiva.
 
Incluso nuestro Gran Capellán Supremo y nuestro Gran Secretario Supremo, así como otros, han sido seleccionados para servir en la guerra y no pueden encontrar ninguna provisión para cubrir sus objeciones de conciencia.
 
Muchos de nuestros diputados han optado por servir al país en un trabajo no destructivo, pero se niegan a hacer el trabajo de un combatiente. Hemos hecho todo lo posible para ayudar a nuestros miembros en su sincero deseo de abstenerse de quitarle la vida a otro; deseo aún más fuerte que de ser leal al país.
 
Nuestro Gran Juramento nos obliga a respetar nuestra Bandera con el mayor respeto y "no ser nunca culpables de traición". Por lo tanto estamos en un aprieto que solo las bondadosas acciones del gobierno pueden aliviar. Cómo sucederá esto, o si sucederá, queda por verse.
 
Mientras tanto no podemos hacer nada para ayudar a ningún miembro a evitar servir al país, si es seleccionado. Negarse como objetor de conciencia significa encarcelamiento o algo peor, y aunque muchos pueden elegir el castigo en lugar de traer el crimen de destrucción a sus karmas, sin embargo no podemos aconsejar al respecto por mucho que nos gustaría.
 
La paz está cerca. Esta será la última gran guerra y se está aprendiendo una gran lección. Si la Paz Universal y una Fraternidad Universal más fuerte vienen como resultado de esta conflagración mundial, entonces descubriremos que el Fuego del Crisol arde no sin un buen propósito. »
(p.33)
 
 
 
 
Esta promesa de exentar a los miembros de AMORC de tener que ir a la guerra posteriormente le trajo problemas a Lewis ya que en junio de 1918 la policía de Nueva York hizo una redada en el inmueble de AMORC y arrestó a Lewis, principalmente por acusaciones de estafa que se le habían hecho en su contra, pero también por hacer esta promesa.
 
Esto fue reportado por el periódico The Sun que sobre este acontecimiento en su publicación del 18 de junio de 1918 escribió lo siguiente:
 
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LOS DETECTIVES HACEN UNA REDADA EN
UN CULTO MÍSTICO
 
H. Spencer Lewis, líder de rosacruces es arrestado en el antiguo hogar de Lily Langtry
 
ACUSADO DE FRAUDE DE BONOS
 
Se dice que también ha sugerido medios para evadir el servicio militar.
 
Unos sesenta o más hombres y mujeres de distintas edades —la mayoría hombres en edad de reclutar— se encontraban sentados anoche en filas paralelas en una habitación en un piso superior de lo que fue la antigua mansión de la cantante Lily Langtry, y antes de ella fue la residencia de Josie Mansfield, ubicada en el 361 de la calle 23 Oeste.
 
Cualquiera que hubiera sido recibido en esa habitación cuando Jersey Lily era la propietaria y que estuvo allí anoche se habría quedado impresionado con los cambios que se han producido desde entonces. Se habría quedado particularmente impresionado con los muebles que estaban a la vista anoche cuando entraron el detective Joseph Russo y otros cuatro o cinco hombres de la oficina del fiscal del distrito. Pero hablaremos más sobre los detectives más adelante.
 
Alrededor de las 9 en punto, sesenta o setenta hombres y mujeres estaban reunidos en lo que alguna vez fue el salón de la señora Langtry. … Adentro, en el salón, estaban reunidos los miembros de la rama de Nueva York de los llamados Rosacruces Americanos. La débil luz de tres velas en un altar triangular en el centro de la habitación era la única iluminación. En un estrado elevado en un extremo, vestido con todas las ropas de su cargo como Gran Maestro e Imperador de la Orden Rosacruz en los Estados Unidos, el hermano H. Spencer Lewis, FRC, lo que sea que eso signifique, estaba dando la conferencia semanal regular a los miembros.
 
En el otro extremo de la habitación, en el ambiente sombrío de un biombo negro barato, había una cruz de madera de cinco pies, con una corona de rosas en la base. Los muebles eran de lo más barato y el piso estaba descubierto excepto por una capa de polvo.
 
Un conducto de calefacción sin protección se abría en medio del suelo; yeso colgaba de las paredes y el techo, y el escritorio desde el cual el Gran Imperador estaba dando su conferencia sobre la alquimia de la vida era de pino sin barnizar del más barato.
 
Al otro lado de la entrada de la habitación que una vez se jactó de puertas corredizas dobles, colgaba una cortina barata de color naranja a través de la cual la luz de las tres velas se filtraba suavemente hacia el pasillo exterior. Abajo, uno o dos miembros para quienes la ceremonia en la sala de arriba no era un misterio, ocupaban escritorios y estaban ocupados revisando el índice de tarjetas y clasificando las solicitudes de membrecía.
 
Entonces llegaron los oficiales y en un momento todo el lugar estaba en tumulto. El Detective Russo con sus ayudantes entraron y estaban en el último piso antes de que los desconcertados Rosicrucianos en la oficina comercial supieran lo que estaba pasando.
 
Se colocó a un hombre en la puerta y el detective Russo apartando las cortinas baratas de color naranja entró en la habitación de la sala débilmente iluminada, caminó hacia el estrado y anunció a los miembros reunidos que todos los que estaban en la habitación se encontraban bajo arresto.
 
El Imperator intentó protestar pero se le dijo que se mantuviera callado y se preparara para ir al cuartel general. Rápidamente se despojó de sus túnicas de oficina mientras sus seguidores se preguntaban de qué se trataba y mientras otros detectives llamaban por teléfono a una patrulla.
 
 
Las luces muestran una escena rara
 
El Gran Imperador estaba en medio de una interpretación y delineación de algunos de los misterios ocultos en cuya revelación sus seguidores lo consideran un vidente, cuando fue interrumpido abruptamente. Entonces se encendieron las luces y una extraña escena apareció a los ojos de los oficiales. Los hombres y mujeres reunidos que habían estado absorbiendo las palabras de sabiduría de los labios del vidente Lewis presentaron una imagen extraña en la habitación en ruinas, que no solo estaba despojada de su antiguo mobiliario, sino que mostraba evidencias inconfundibles de un abandono prolongado.
 
La mayoría de las personas en la sala eran de ascendencia alemana, escandinava o rusa. La mayoría de los hombres estaban en edad de reclutamiento aunque había varios más mayores en el grupo. Varias de las mujeres estaban bien vestidas y daban muestras de educación y de cultura. Algunos respondieron a las preguntas de los detectives con un inconfundible acento extranjero. Pero todos ellos expresaron la mayor preocupación por lo que le sucedería al Gran Imperator.
 
Después de que los detectives los interrogaran y entregaran citaciones a varios, dos o tres fueron a la Jefatura de Policía para esperar la llegada del señor Lewis. Otros fueron a un restaurante cercano a esperar los acontecimientos. Mientras tanto, con la aparición de una patrulla de la policía, una multitud de numerosos curiosos se reunieron en la calle veintitrés para saber si era el asistente del fiscal de distrito Jim Smith quien instituía una redada el lunes por la noche a modo de cambio, o qué tipo de asunto se estaba organizando.
 
 
Acusado de fraude de bonos
 
La redada siguió a la información que durante varias semanas ha llamado la atención del fiscal de distrito sobre este caso y surge a través de la acusación de que Lewis y sus asociados en el llamado American Rosae Crucis estaban vendiendo bonos fraudulentos de oro al 6 por ciento.
 
El interés de las autoridades federales está en la acusación de que Lewis y sus asociados estaban solicitando la membrecía en la orden alegando que dicha membrecía automáticamente eximía a los hombres del servicio militar obligatorio y les otorgaba un derecho legítimo a profesar escrúpulos de conciencia contra la guerra.
. . .
En la ciudad de Nueva York, los asuntos de la secta parecieron llegar a una crisis el pasado viernes por la noche. A.B. Brassard, el ex-secretario de Lewis y el hombre que finalmente le dio al fiscal de distrito la información que lo motivó a actuar anoche, empezó a sospechar de la autenticidad de los bonos del 6 por ciento que Lewis vendió a los posibles miembros.
 
Brassard y algunos de sus compañeros fueron a la sede de la calle veintitrés el viernes por la noche y acusaron a Lewis en presencia de varios otros miembros de hacer sugerencias sobre las cuales los hombres en edad de servicio militar podrían obtener la exención. La firma de Brassard aparece en algunos de los bonos que vendió Lewis. El viernes por la noche, según la historia, Brassard acusó a Lewis de ciertas irregularidades, incluida la violación de otro estatuto federal.
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Otro fallo del caso y el que más interesa a las autoridades federales, es la afirmación de que en una reunión reciente de los miembros de esa organización, se dice que Lewis se dirigió a sus seguidores de la siguiente manera:
 
"Tengo en mi mano una carta del presidente Wilson garantizando la exención del servicio militar obligatorio a los miembros de la Orden Rosicruciana en América".
 
En la sede de la Junta Local 158, donde se dijo que algunos de los seguidores de Lewis habían reclamado la exención por ser miembros de AMORC, los funcionarios no pudieron rastrear los registros de ninguno de esos casos sin los nombres, aunque los tres miembros de la junta dijeron que recordaban que tales reclamos habían sido presentados. … »
(p.14)
 
 
 
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Y este es un ejemplo más de las manipulaciones que hizo Spencer Lewis para tener más seguidores.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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