José
Roviralta Borell fue un teósofo español quien estudio con esmero La Bhagavad-Gita y basándose en ese sagrado
texto hindú, hizo el siguiente análisis acerca de Blavatsky.
« Vitam impéndere yero.
(Dar
la vida por la verdad)
Confieso
con la mayor ingenuidad y sin falsa modestia alguna, que mis méritos personales
son escasísimos para desarrollar de la manera debida el tema cuyo título
encabeza estas líneas; y tanto lo creo así que, a no habérmelo propuesto y
solicitado personas que merecen toda mi consideración y respeto, no se me
hubiera ocurrido tomar la pluma para tratar de un asunto que excede a mis
débiles fuerzas.
En
efecto, ¿quién, como no sea una persona que haya vivido largos años a su lado,
puede conocer a fondo la gran figura de un ser tan excepcional como H.P. Blavatsky,
la febril actividad que desplegó en sus importantísimos y variados trabajos, en
sus numerosos viajes por Europa, Asia, África y América, sus incesantes
diligencias y esfuerzos para buscar la verdad, en su ardiente devoción a la
causa de la Teosofía, sus penosos e inmensos sacrificios en aras de tan sublime
ideal?
¿Quién,
como no sea un ser superior, un Mahatma, podría aquilatar su saber y apreciar
debidamente la suma y calidad de sus vastísimos conocimientos, sobre todo los
referentes a la más elevada de todas las ciencias?
Y
por último, ¿quién sabe todo cuanto de tan egregia mujer pudiera decirse,
cuando la época sin duda más interesante y trascendental de su vida, o sea la
comprendida entre los años de 1867 a 1870, es la menos conocida por casi todo
el mundo y la que está envuelta en el mayor misterio?
Por
lo expuesto se comprende con facilidad que el presente trabajo no pasa de ser
un simple diseño, un esbozo imperfecto que otros escritores de ingenio más
feliz y más vastos conocimientos han de acabar dándole todo el desarrollo que
el asunto merece.
Resumen de
la vida de Blavatsky
Tan
compleja y tan heterogénea es la poderosa personalidad de quien fue nuestra venerada
maestra H.P. Blavatsky, y tantos y de tal índole son los incidentes de su
azarosa vida, y tan sorprendente fue su labor gigantesca (que cual precioso
diamante que descubre nuevas facetas al ojo del atento examinador), cuanto mas
detenidamente considera uno la vida y los hechos de la excelsa fundadora de la
Sociedad Teosófica, tanto más crece nuestro asombro al darse puntual cuenta de sus
altos meritos y portentosas facultades.
No
pretendo narrar por extenso la historia y los mil incidentes de la vida de
Blavatsky por no permitirlo la índole de mi trabajo ni el espacio del que puedo
disponer. Por otra parte, ¿qué diré yo acerca de este punto que no lo hayan
expuesto ya plumas mucho más autorizadas que la mía?
Así
que en gracia a la brevedad, me ceñiré, pues, a expresar a grandes rasgos tan sólo
aquello que guarda relación con el tema propuesto.
Helena
Petrovna Blavatsky descendía de una ilustre familia de Rusia. Su abuelo paterno
era el general Alexis Hahn von Rottenstein, origen alemán, y sus abuelos
maternos fueron el consejero privado Andrew Fadeef y la princesa Helena Dolgoronky.
El apellido Blavatsky lo llevaba por efecto de su enlace con el consejero de
Estado Nicéforo Blavatsky, vice-gobernador de la provincia de Erivan (Caucaso).
Muy
joven aún, pues no llegaba todavía a los veinte años, e impulsada por su
ardiente afán de saber (de aquel saber que huye de toda ostentación y que no
figura en ninguno de los programas de estudios oficiales), ella abandonó su
patria, su bienestar y su elevada posición social, para emprender largos viajes
por Turquía, Egipto, Grecia y otros países orientales.
En
el Cairo encontró a un copto, hombre doctísimo e influyente, que fue su primer
maestro de ocultismo.
Después
de recorrer gran parte de Europa, se embarcó para Canadá, viajó entre los indios
pieles rojas, atravesó México y toda América central, estudiando ahí las teogonías,
mitos y leyendas de aquellos países. Y desde allí, acompañada de un chela (1) que encontró en Copan,
se embarcó para la India.
Luego,
ya de regreso en Inglaterra, dejó ese país con motivo de la guerra de Crimea, y
volvió a los Estados Unidos en donde vivió unos dos anos, pasados los cuales se
embarcó de nuevo para la India.
“Es
probable —dice el actor de quien tomo estas Rotas— que si pudiera escribirse la
historia de la vida de Helena Blavatsky de el año 1867 al 1870, serian los más interesantes
de su accidentada vida.”
Lo
cierto es que aquel tiempo lo pasó en Oriente, y que en 1870 poseía ya los
conocimientos ocultos que con tanta solicitud y con tanto anhelo había buscado
hasta entonces.
A
mediados del año 1873 se dirigió a Nueva-York en donde dos años más tarde
(Noviembre de 1875) Blavatsky y el Coronel Olcott fundaron la Sociedad Teosófica,
cuyo centro principal fue trasladado en 1882 a Adyar (Madras).
Tres
años después, a causa de su salud quebrantada por tantas fatigas, y cediendo a
los ruegos de sus amigos y admiradores (Observación de Cid: esto es falso ya
que Blavatsky dijo que la obligaron), ella dejó la India para fijar su
residencia en Londres, en donde acabó su vida de trabajos y martirios el día 8 de
mayo de 1891, dejando una herencia literaria tan vasta como asombrosa, por el
caudal de conocimientos de orden superior que esa obra contiene.
Como
dice Goethe a través de la boca de Fausto:
- “Los pocos hombres
que han sabido algo de esto, que asaz insensatos no supieron evitar que se
desbordara su corazón y descubrieron al mundo sus sentimientos y sus ideas, en
todo tiempo han sido sacrificados o condenados a la hoguera.” (2)
Y
algo parecido le aconteció a Blavatsky. En su acalorada defensa de la verdad
abatida, derribó ídolos de su pedestal secular, puso al descubierto mil fraudes
y falsedades, arrancó la mascara a buen numero de impostores e hipócritas, y
como era de prever se atrajo el odio encarnizado de muchos y poderosos enemigos
que, no pudiendo hacer otra cosa, amargaron los postreros años de su vida con
las mas viles calumnias que podían forjar el encono y la maledicencia.
Los tres
senderos mencionados en la Bhagavad-Gita
Conforme
nos enseña el áureo libro titulado Bhagavad-Gita (a veces traducido al español:
el Canto del Señor) y que es una joya valiosísima de la literatura inda, que
debe ser para todo hombre pensador objeto de diaria meditación, hay tres
senderos que conducen hacia la meta del progreso espiritual, a la unión del yo
humano con el Yo divino, a la fusión del hombre con la Humanidad.
Y
estos tres senderos convergen a un mismo punto, el Yo, y así es que acaban por
confundirse en uno solo, puesto que cada uno de ellos adquiere al fin las
cualidades de los otros, unificando las características de los tres. Por lo
tanto cualquiera que sea el sendero que se elija, aunque los métodos sean muy
diversos, el resultado viene a ser el mismo, pues todos ellos conducen hacia la
liberación y a la unión divina.
La
filosofía inda denomina estos tres senderos respectivamente: Karma-yoga, Jñana-yoga
y Bhakti-yoga (3), o sea: el sendero
de acción, el sendero de conocimiento y el sendero de devoción.
El
primero de ellos, el Karma-yoga o sendero de acción, es como lo indica su
nombre, el método de perfeccionamiento por medio de las obras, tales como los
actos piadosos y aun las obras inherentes al cargo o condición de cada uno,
siendo requisito indispensable ejecutarlas como un deber, sin apego alguno, sin
miras interesadas o egoístas, sin deseo de retribución o recompensa, sino simplemente
como una ofrenda a la Divinidad.
El
Jñana-yoga o sendero de conocimiento, consiste en el perfecto dominio de los
sentidos y de la mente, de modo que ésta se concentre y se mantenga fija en la
contemplación del omnisciente Espíritu para recibir de Él la Sabiduría o la
Iluminación.
El
Jñana-yoga debe ser ajeno por completo a todo cuanto se relacione con la
satisfacción de los deseos materiales o de los sentidos; el saber ha de buscarse
por el saber mismo, y el jñani (o sea
el que sigue el sendero del Jñana-yoga) debe consagrarse a esta disciplina como
una especie de culto hacia la verdad, utilizándola para el progreso espiritual
y para el bien de la humanidad colectiva.
El
Bhakti-yoga o sendero de devoción, consiste en la amorosa devoción al Ser
supremo, venerándole de todo corazón, sirviéndole con rendimiento, meditando
intensamente en Él y consagrándose a Él de un modo exclusivo. Pero esta
devoción no debe practicarse por cálculo ni con fines egoístas, como lo hacen
los falsos devotos; sino que por el contrario, el verdadero bhakta (o sea el que sigue el sendero del
Bhakti-yoga) ha de practicarla con perfecta abnegación, sacrificando si es
preciso, sus más caros intereses y consagrando la vida entera al objeto de su
devoción.
Estos tres
senderos observados en la vida de Blavatsky
Expuesta
ya, aunque sucintamente, la doctrina de los tres senderos que conducen hacia la
meta suprema, apliquémosla ahora en la vida y los hechos de H.P. Blavatsky; y
así por la infatigable actividad que ésta desplegó, por sus vastísimos y
extraordinarios conocimientos de orden superior, y finalmente por su fidelidad
y devoción inquebrantables hacia los ideales más excelsos, podremos juzgar de
su elevada espiritualidad y de la grandeza de ánimo que tuvo durante toda su
vida.
La
inmensa mayoría de los hombres que ansían remontarse a las sublimes alturas de la
perfección individual, eligen un sólo sendero, puesto que como se ha expresado
antes, todos y cada uno de ellos conducen a una misma meta; pero H.P. Blavatsky
según se desprende de la sucinta reseña de su laboriosa vida, siguió los tres
senderos al mismo tiempo, y así cosechó triplicado, por decirlo así, el fruto
de sus afanes y desvelos.
1.
En efecto, la prodigiosa e incesante actividad que desplegó Blavatsky durante
toda su vida y que fue una verdadera lucha sin tregua ni descanso; sus
repetidos viajes por Egipto, Turquía, Cáucaso, Palestina, Grecia, Alemania,
Inglaterra, Francia, Canadá, México, Estados Unidos, India, Tíbet, etc., en
busca de nuevos conocimientos y con el propósito de llevar a efecto sus
grandiosos ideales; sus tan numerosos como notables escritos en una lengua que
no era su idioma nativo, y que constituyen un arsenal literario inmenso por su
cantidad y calidad; su fecunda labor en la fundación y organización de la
Sociedad Teosófica y en la propaganda de las enseñanzas teosóficas.
Todo
ello ejecutado en un ambiente hostil, sin desaliento, con abnegación, con ánimo
desinteresado, con verdadero espíritu de sacrificio, sólo para el bien de la
humanidad y fiel a su deber, a la gran misión que había de cumplir.
He
ahí otros tantos méritos contraídos por Blavatsky en el sendero del Karma-yoga
o de acción.
2.
Mientras que su pasmosa erudición, los vastísimos y profundos conocimientos de un
orden superior que llegó a obtener; su extenso saber en lo referente a las más abstrusas
filosofías del Oriente y del Occidente sobre cosmogonía, antropogenia,
psicología, historia, ciencias naturales y lingüística; sus escritos tan
numerosos como de inmensa valía, entre ellos las obras monumentales: Isis Develada,
La Doctrina Secreta, La Clave de la Teosofía, La Voz del Silencio, Las Joyas
del Oriente, etcétera; además de infinidad de luminosos artículos repletos de
profunda enseñanza, publicados en las diversas revistas teosóficas; y por fin,
la consagración de su poderosa inteligencia y todo su saber exclusivamente a la
realización de sus ideales, es decir, al triunfo de la verdad y de la justicia,
y el desarrollo espiritual de la humanidad.
He
ahí los relevantes méritos de H. P. Blavatsky en el difícil sendero del Jñana-yoga
o de conocimiento.
3.
Amor devoción, fidelidad constante e inalterable al Ser supremo, al Señor del
Universo, a Izvara (como se le conoce
en la Bhagavad Gita) y también a los venerandos Maestros que son, por decirlo
así, la personificación de la voluntad divina y tanto se esfuerzan en la
realización del plan divino o evolución, “aquellos a quienes (según las propias
palabras de Blavatsky) bendigo ahora y en cada una de las horas de mi vida”; a la
sagrada causa de la Teosofía, que es la causa de los Maestros; a la elevada y
espinosa misión que se le había confiado; consagrando a estos ideales todas sus
energías y su vida entera, sacrificando para ello su salud, bienestar, fortuna,
afectos, intereses, honores, consideraciones sociales, y pro el contrario atrayendo
sobre ella burlas, desdenes, calumnias y difamaciones.
He
ahí los méritos de Blavatsky en el sendero del Bhakti-yoga o de amorosa
devoción.
Las tres
gunas
Según
enseña la filosofía sánkhya y lo confirma la Bhagavad-Gita, todos los seres de
la Naturaleza, desde el más ínfimo hasta el más encumbrado, están constituidos
por las tres gunas (que son los modos
o cualidades de la materia) y que son llamados sattva, rajas y tamas respectivamente.
·
Sattva,
la cualidad más noble, expresa: bondad, pureza, virtud, lucidez, verdad,
placidez, felicidad, etc.
·
Rajas
significa: actividad, esfuerzo, violencia, lucha, pasión, dolor, inquietud,
etc.
·
Tamas,
la más ínfima de las cualidades, expresa: tenebrosidad, ofuscación, error,
indolencia, inercia, insensatez, etc.
Estas
tres cualidades están universalmente difundidas en la naturaleza material;
existen en todas las criaturas y determinan el carácter o condición individual,
por la proporción en que se hallan reunidas en cada uno de los seres.
Como
se lee en la Bhagavad-Gita:
- “Ni en la tierra ni
aun en el cielo hay un solo ser exento de las tres cualidades nacidas de la
naturaleza.” (4)
Nada,
pues, hay (excepto el inmaterial Espíritu) libre de tales cualidades, ni hay un
sólo punto del Universo donde no exista por lo menos una mínima parte de cada
una de las tres.
Hay
que advertir que sattva y tamas no pueden por sí solas entrar en actividad;
requieren el impulso del motor y de la acción (rajas) para ponerse en movimiento
y desplegar sus propiedades características. Por esto dice un autor:
- “El Sendero se
extiende desde tamas hasta sattva por medio de la lucha y la aspiración (rajas).”
Y
por lo que acabo de comentar más arriba, fácil es comprender cual fue la
cualidad sobresaliente en la personalidad de H.P. Blavatsky. Su firme adhesión
a la verdad, a la sabiduría, a la bondad y a todo linaje de virtudes son otras
tantas pruebas irrecusables del predominio de la noble cualidad sattva.
En
no escasa proporción figuraba así mismo en Blavatsky la cualidad rajas, como lo
patentizan su prodigiosa e incansable actividad, sus incesantes trabajos y
esfuerzos encaminados a la realización de sus elevados ideales, las penosas luchas
que hubo de sostener para llevarla a feliz término, a pesar de todas las
contrariedades y de todos los obstáculos que halló en su camino.
Pero
así como el rajas, según la dirección que se le imprima, puede conducir a
resultados funestos, como cuando se utiliza para la satisfacción de apetitos y
deseos meramente personales, en el caso presente, por el contrario, los
saludables efectos de sattva se sumaban a los de rajas, puesto que esta última
cualidad se empleaba puramente en fines nobles, desinteresados y altruistas.
Ocioso
es añadir que la más ruin de las cualidades, la de la apatía; indolencia,
ofuscación e ignorancia, tamas, en una palabra, se hallaría en Blavatsky en
grado mínimo, subyugada casi del todo por la cualidad de esfuerzo y lucha
(rajas), y principalmente por la de bondad, pureza y verdad (sattva).
Inspirémonos,
pues, todos los teósofos en la noble vida de la que fue H.P. Blavatsky, y
sigamos sin desmayo ni vacilaciones el admirable ejemplo que nos ofreció tan
venerada maestra. »
(El Loto Blanco, mayo de 1917, p.167-173)
Notas
- Chela se le llama en el Oriente al discípulo que ya es aceptado por los adeptos para el estudio del ocultismo.
- Fausto, 590 a 593.
- La palabra yoga significa “unión”, pero también significa “método”, “sendero”, etc. Así es que las expresiones Karma-yoga, Jñana-yoga y Bhakti-yoga equivalen a Karma-marga, Jñana-marga y Bhakti-marga que utiliza la señora Besant en su obra titulada “Los tres senderos que conducen a la unión divina”.
- Bhagavad-Gita, XVIII, 40.
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