LITELANTES FUE CAPRICHOSA, ECPÁTICA, LÚDICA Y PROFANA





Arnolda Garro de Gómez, conocida por los gnósticos samaelianos como "Venerable Maestra Litelantes", fue la segunda pareja que tuvo Samael Aun Weor, y aunque sus seguidores consideran que ella fue "una mujer divina", la realidad es que ella mostró ser muy ignorante y se comportó como una mujer ordinaria, pero además aficionada a los gustos mundanos y a hacer bromas pesadas.

El canal de youtube "La Cuarta Cámara" publicó este video donde detalla esos aspectos (y en morado añadí mis comentarios):


 


Los gnósticos samaelianos creen que sus "Venerables Maestros" son divinidades encarnadas, pero bien vale la pena considerar si esto es así realmente.

La Venerable Maestra Litelantes vivía sin restricciones: bailaba, fumaba, tomaba copas de coñac, comía carne de cerdo, tenía aves enjauladas y otros detalles que fueron revelados en el libro "Litelantes: La Gran Estrella del Dragón" escrito por Alfredo Dosamantes quien fue su secretario y en donde él revela entre líneas esta información.

Por ejemplo en la página 136 dice:

« La Maestra comentó que se espantaron los estudiantes españoles cuando la vieron comer jamón, a lo cual ella les dijo que era muy sabroso el jamón español, que no hacia daño lo que entraba por la boca sino lo que salía de la boca. Y mientras más se horrorizaban los fanáticos y santurrones, más sabroso ella comía su jamón. »

(Litelantes quiso apantallar con la frase que se le atribuye a Jesús: "No es lo que entra en la boca que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca" [Mateo 15:11].

Pero si es bien sabido y demostrado científicamente que la calidad de lo que comemos influye mucho en nuestra salud, y el jamón español si es muy sabroso pero poco saludable.)



« Y la Maestra también se fumaba sus puros españoles, los cuales también son muy sabrosos. Litelantes siempre fumó cigarrillos sin filtro, hasta que al final dejó el cigarro por cuestiones de salud, pero curiosamente nunca se tragaba el humo sino que fumaba los cigarrillos como si fueran puros de la boca para afuera.

Desde que vivía el Maestro [Samael] los estudiantes que se creen más sabios que los Maestros la criticaban por este hecho, pero el propio Maestro [Samael] le compraba sus cigarros y le decía: "Si la Blavatsky fumaba, entonces por qué no va a fumar usted, mi negra". »

(Es cierto que Blavatsky fumaba mucho, pero mi investigación me ha demostrado que Blavatsky si fue una verdadera ocultistas, mientras que en cambio Litelantes fue una embaucadora.)  



Litelantes tenía aves enjauladas, algo que Samael sentenciaba como un pecado horrible. En la página 81 del citado libro dice:

« A la Maestra a tal grado le gustaba sus aves que tenía varias jaulitas, así que nos dimos a la tarea de hacer una gran jaula en el patio que daba a la cocina donde ella tuvo gran variedad de aves y se deleitaba de sobremanera escuchando sus trinos.

Ella era feliz despertando con sus cantos en la aurora, la Maestra nunca dejó de lamentar que una de las mujeres que entonces vivían con ella, cuando la Maestra empezó a ponerse delicada de salud, esta señora abriera la puerta para que salieran las aves y así no se tuviera que limpiar la pajarera olvidándose de que que los bienes de los señores son sagrados y más los animalitos que le daban alegría. »



Litelantes hacía bromas pesadas de muy mal gusto a las damas gnósticas, por ejemplo primero les decía que sus maridos les eran infieles y luego de divertirse con la angustia que eso les provocaba, entonces les decía la verdad que solo era una broma. Así lo relata Dosamantes en la página 72:

« Una broma muy usual que hacía Litelantes a las esposas era decirles que sus maridos tenían otra señora a lo que sucedían múltiples reacciones. Después les aclaraba que se trataba del automóvil pues su mantenimiento era muy oneroso, tal como si se tuviera una amante, aclaración que provocaba un descanso a las atribuladas señoras, pero en el interim Litelantes gozaba con su broma viendo las reacciones que estas tenían. »

(Ese comportamiento no es de una persona iluminada sino de una persona egoísta que disfruta provocar sufrimiento a los demás.)



Litelantes era, al igual que Samael, un peligro al volante y le gustaba la velocidad; cuenta Dosamantes que ella quiso manejar el auto y casi mueren; así lo comenta su secretario en la página 73:

« Recuerdo que muy recién llegados a residir en México DF [antes vivían en Guadalajara] nos fuimos a un balneario cerca de Cuernavaca un poco más allá de Alpuyeca hacia el sur al que fuimos en varios vehículos, y en nuestro regreso ella me insistió en que quería conducir el carro afirmando que era automático y además con mi mano izquierda le ayudaba con el volante.

Apenas se lo había dado que ya estaba terriblemente arrepentido de permitirle conducir, pues ella pisaba el acelerador hasta el fondo de suerte que me la pasé rogándole que bajara la velocidad.

Sucedió que al llegar a Alpuyeca en vez de tomar a la derecha rumbo a Cuernavaca, ella siguió de frente entrando por el camino que lleva hacia Xochicalco y que es muy estrecho y con curvas cerradas.

En verdad que le rogaba y le suplicaba que redujera la velocidad, lo cual ella hacía momentáneamente y luego insistía en acelerar lo más posible, hasta que por fin me concedió dirigir el vehículo, pero para ese entonces yo ya estaba pálido del susto.

Me imagino que igualmente así de asustado se encontraba su hijo Aurus cuando vio que le cedí el volante y él me insistió en que no lo hiciera. Él procuró seguirnos en su coche pero no se dio cuenta que en Alpuyeca no viramos a la derecha, mientras que él sí lo hizo.

Incluso se paró al ver un accidente en la carretera a Cuernavaca, pues uno de los vehículos era de color gris como el que llevábamos nosotros, y él temió que su mamá se había accidentado

La jefita no cesó de reírse de su travesura, tanto por el susto de Aurus como por los ruegos y súplicas que le hice para que me devolviera la dirección del vehículo.

Si tuviera que relatar todas las bromas y travesuras que nos llegó a hacer nuestra Venerable Maestra, entonces  este libro no tendría fin. »

(Esta anécdota muestra lo inconsciente que era Litelantes, ya que ella pudo ocasionar una tragedia por su temeridad, y esto demuestra que ella no era una maestra espiritual porque un ser elevado primero piensa en los demás.)



A Litelantes le gustaba apostar, en esa misma página Dosamantes comenta:

« Ocasionalmente Litelantes hacia apuestas, sobre todo a los caballos de carreras. A nuestra Venerable Maestra le gustaban mucho las carreras de caballos, quizás debido a que le recordaban sus tiempos de amazona, así como las carreras de automóviles, pues como ya se dijo, ella disfrutaba mucho de la velocidad. »

(Yo no he sabido de ningún maestro espiritual al que le guste apostar, pues ellos ya se encuentran por encima de ese tipo de diversiones.)



A Litelantes le daba asco el olor de los pañales sucios, así lo cuenta su secretario en la página 84:

« A sus hijos los alimentó los primeros tres años a base de atoles y papillas, pues ella afirmaba que no iba a lavar pañales oliendo a gente adulta. Por lo cual fue hasta los 4 años que les empezó a dar de comer carne. »



Litelantes enseñaba que la mujer debe ser sumisa a su esposo, inclusive si este le es infiel; en la página 85 dice:

« La Maestra afirmaba que la mejor manera de quitarle el vicio de las mujeres al marido era no celarlo, no reclamarle absolutamente nada, y que la mujer tuviera una conducta irreprochable; pues cada quien tiene que rendir cuentas en el tribunal del karma.

En una ocasión cierta señora le dijo que su marido había llegado con la camisa manchada de colorete, a lo que la maestra respondió: "Pues mete la camisa en la lavadora y olvidate del asunto".

En otra ocasión una señora le dijo que le daba repulsión saber que su marido venía de acostarse con otra mujer, a lo que la Maestra le contestó: "Haz que tu marido se bañe y asunto resuelto".

La maestra enseñaba que sin importar a la hora que el marido llegue, así sea en la madrugada, la mujer debe atenderlo sin preguntarle de dónde viene; y si él quiere decir de donde viene, entonces que lo diga, pero no preguntarle ni acosarlo; la esposa debe ofrecerle comida y lecho sin mayor inconveniente. »

(Eso le decía Litelantes a las otras mujeres, pero cuando Samael le fue infiel, Litelantes se puso furiosa y se fue a quejar con todos los dirigentes de su organización; lo cual muestra que ella no era una verdadera instructora que practicaba lo que predicaba.)



Litelantes dijo que prefería cuidar cerdos que tratar con gnósticos, así lo cuenta su secretario Dosamantes:

« Nuestra Maestra decía que ella prefería criar cerdos, como lo hizo en su infancia y juventud para ganarse la vida, que dirigir a los gnósticos que eran gente de lo más desagradecida, y le sugirió varias veces al Maestro [Samael] que pusiera a uno de sus amigos en ese puesto, porque ella no quería saber nada de los gnósticos. »

(Este es otro ejemplo de la hipocresía de Litelantes porque cuando Samael murió, ella estuvo al frente de de su organización dirigiendo a los gnósticos hasta su muerte, y no lo hizo por sacrificio sino porque era su negocio familiar de donde ella obtenía muy buenos ingresos.)



Dosamantes también reveló que a Litelantes le gustaba mucho la música folclórica:

« A la Maestra le agradaban enormemente las canciones antiguas, especialmente de la trova yucateca por tratarse de música muy fina, la que además le traía recuerdos de su infancia y juventud.

Como yo tuve la suerte de conocer muchas canciones yucatecas, yo le alegraba el rato cantándole. Llegamos a pasar veladas maravillosas e inolvidables entre canto y poesía. »



Litelantes sabía que hablaban mal de ella, veamos qué decía al respecto:

-       "No hago caso de los que hablan mal de mí, pues no me pagan la renta ni el teléfono ni el café ni los cigarros, y mientras más hablan de mí, más me paseo y disfruto de la vida."

(Es falso que Litelantes no hiciera caso de los individuos que hablaban mal de ella, porque ella si dijo pestes de esos individuos, simplemente hay que escuchar lo que ella comentó de Rabolú, Kuichines y otros. Y una vez más ella aparentaba ser "espiritual" pero en sus actos mostraba ser muy mundana.) 






COMENTARIOS

Juan: Litelantes me agradaba porque le decía sus verdades a los hipócritas gnósticos, pero ahora veo que detrás de eso había una mujer muy agresiva que no le interesaba llevar una vida ordenada y mística como lo predica la gnosis.

Incluso en la organización gnóstica donde yo estuve un día alguien comento que la Maestra Litelantes había dicho que iba a dejar el trabajo de la autorrealización para otra vida porque ella estaba cansada de disciplinas o algo así, como que se le hacia duro trabajar sobre si misma, auto-observarse y demás.


Cuarta Cámara: Yo considero que ella nunca hizo un trabajo interno, al igual que Samael.

Y también Samael le hacía al cuento, dicen que diario él meditaba una o más horas, incluso teniendo vistas los dejaba y se iba a meditar, pero casualmente su posición preferida o única de meditación era acostado, "la posición de muerto"; yo pienso que en lugar de meditar él se iba a echar la siestecita muy a gusto.

Además Samael les prohibía el jamón a sus seguidores, pero Litelantes lo comía. Y Samael también repudiaba el alcohol, pero Litelantes (y el propio Samael) lo consumían.

O sea que en realidad toda su "enseñanza" era un show.


Nota de Cid: Con el comportamiento que tuvieron Litelantes y Samael, es obvio que ellos nunca hicieron nada para desarrollarse espiritualmente, y sus predicamentos solo fueron para engatusar a sus seguidores.







FOTOS

Varias fotografías también muestran que a Litelantes y a Samael les gustaba darse buena vida, y continuación les muestro algunas de ellas:



Aquí vemos a Litelantes muy contenta bailando






Aquí vemos a Litelantes todavía más feliz tomando alcohol, y hay que precisar que los maestros teosóficos señalaron que el alcohol es muy nocivo para el desarrollo de las facultades espirituales







Aquí vemos a Litelantes y Samael disfrutando de un espectáculo

 
 




De paseo en Teotihuacán
 






De paseo en Cuernavaca
 

 
 

 
  





De paseo en Xochimilco
 
 
 
 
 
 




 

De paseo en la playa
 
 

 
 
 

 






CONSTATACIÓN

Literantes tenía todo el derecho de disfrutar todo lo que ella quisiera de la vida, pero estos relatos y estos testimonios son una prueba más de que Litelantes no fue ninguna "Venerable Maestra", sino que en realidad ella fue una persona común que se aprovechó del embaucamiento que Samael Aun Weor le hizo a mucha gente, para así ella seguir aprovechándose de sus seguidores.










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