EL INFORME DE LA SPR CONTRA BLAVATSKY ANALIZADO POR ALFRED SINNETT

 

(Esta es la tercera y última parte del Capítulo 10 del  libro de Alfred Sinnett  "Incidentes en la Vida de Madame Blavatsky", y añadí subtítulos para facilitar la lectura.)



La SPR acusó injustamente a Blavatsky de ser una embustera

Dos meses después de su exilio a Europa, Blavatsky se trasladó de Italia a una tranquila ciudad de Alemania donde la visité el otoño pasado (en 1885).

Mientras tanto, la Sociedad para la Investigación Psíquica de Londres (SPR) había celebrado sus reuniones, en las cuales el comité "designado para investigar los fenómenos relacionados con la Sociedad Teosófica" informó [equivocadamente] que las cartas de los Coulomb habían sido escritas en realidad por la Sra. Blavatsky, que el «santuario» de Adyar había sido cuidadosamente diseñado para favorecer la traición y las falsas manifestaciones, y que las maravillas relatadas sobre el poder oculto de los Mahatmas eran engaños deliberados llevados a cabo por y bajo la instigación de la Sra. Blavatsky.




A Blavatsky le afectó mucho esa acusación

En agosto Blavatsky me escribió:

« Confianza y amistad, o desconfianza y resentimiento: ni los amigos ni los enemigos comprenderán jamás toda la verdad; entonces, ¿de qué sirve? 
. . .
La única diferencia entre las acusaciones de los Coulomb, Patterson y Hodgson actuales, y las anteriores al escándalo de Adyar es esta: entonces los periódicos solo insinuaban, mientras que ahora lo afirman.

Entonces se vieron limitados, aunque débilmente, por el miedo a la ley y el sentido de la decencia; mientras que ahora se han vuelto intrépidos y han perdido toda forma de decencia.

Mire al profesor Sidgwick [uno de los fundadores de la SPR], él es evidentemente un caballero y un hombre honorable por naturaleza, justo, como la mayoría de los ingleses.

Y ahora díganme, ¿puede alguien ajeno a la institución (la opinión de los Padres de la SPR, por supuesto, carece de valor) afirmar que su opinión impresa sobre mí es justa, legal u honesta?

Si en lugar de fenómenos falsos, me acusaran de robar los bolsillos de mis víctimas, o de alguna otra cosa; acusación que cuando no se prueba, es castigada por la ley, si no se demuestra completamente, ¿cree usted que el profesor Sidgwick tendría derecho a defenderse en un tribunal de justicia?

De ninguna manera.

Entonces, ¿qué derecho tiene a hablar públicamente (y a que se publique su opinión) difamándome de causar engaños, fraudes, deshonestidad y artimañas?

¿Mantendrá usted que es justo, honesto o incluso legal que él se aproveche de su posición excepcional y de la naturaleza de la cuestión involucrada para calumniarme, o si lo prefiere, diré que me acuse de eso y deshonre mi nombre con una evidencia tan miserable como la que tienen a través de Hodgson? 
. . .
¿Puede usted culparme, después de esto y de otros teósofos rusos, por decir que el principal motor de su ira contra mí es que soy rusa?

Sé que no es así, pero a ellos, a los rusos, y a los teósofos de Odessa, no se les puede hacer ver la causa de una injusticia tan flagrante bajo ninguna otra luz.

Por favor, lea sobre su negativa a atribuir engaño deliberado al pobre Olcott.

A continuación viene la cuestión de los sobres en los que se encontraron los escritos del Mahatma, que podrían haber sido abiertos previamente por mí u otros.

Y las cartas de los Maestros recibidas en Adyar cuando yo estaba en Europa podrían haber sido, en todos los casos, organizadas por Damodar.

La desaparición del fenómeno que se produjo en el barco Vega "se explica fácilmente" por la presencia de una puerta veneciana cerca de la habitación de Babula; una puerta, por cierto, que estaba herméticamente cubierta y clavada (paredes y puerta) con mi gran alfombra, si recuerdan.

(Nota de Cid: ese fenómeno lo detallo en este otro capítulo link.)

Pero supongamos que el sobre en el Vega se evaporó fraudulentamente en Bombay. ¿Cómo explicarán entonces el Sr. Hodgson, Myers y demás. su inmediata reaparición en Howrah, Calcuta, en presencia de la Sra. y el Coronel Gordon y de nuestro Coronel, si dicho Coronel está tan obviamente inmaculado que los "investigadores" de la SPR se sintieron obligados a ofrecerle excusas públicas.

Una cosa es obvia: o el coronel Gordon, la señora Gordon o el coronel Olcott eran en aquel entonces mi cómplice, o los "investigadores" de la SPR se están poniendo en ridículo.

Seguramente, como se dice, ningún hombre cuerdo y con buen juicio, familiarizado con las circunstancias del caso Vega, o el caso del retrato de yeso roto, o la carta de Hubbe Schleiden recibida en el ferrocarril alemán mientras yo estaba en Londres, y tantos otros casos, se atreverá jamás a describirse como un imbécil como para decir que si bien soy un completo fraude y todos mis fenómenos son trucos, entonces el coronel debe ser acusado simplemente de "credulidad e inexactitud en la observación e inferencia". »


En tono de amarga ironía y después de algunas frases despectivas respecto a los alcances intelectuales de los comisionados por la SPR, la señora Blavatsky deja decir a sus “científicos amigos” que la obra "Isis Develada" y los mejores artículos de la revista "The Theosophist" y las cartas de los Mahatmas en inglés, francés, telegu, sánscrito o indo son originales de ella [cuando en realidad los Maestros transhimaláyicos participaron activamente en esos escritos]. 

Está dispuesta a que se crea que durante más de veinte años ha engañado a los hombres más intelectuales del siglo en Rusia, Estados Unidos, India y especialmente, en Inglaterra.

¡Qué fenómeno tan auténtico! La propia autora de las mil manifestaciones falsas registradas ante el mundo es un fenómeno tan vivo y encarnado como  para hacer todo eso y mucho más.

Y en su carta ella continúa diciendo:

« ¿Por qué debería quejarme? ¿No me ha dejado el Maestro a mi elección entre seguir los dictados del Señor Buda, que nos ordena no dejar de alimentar incluso a una serpiente que se mueve, despreciando todo temor de que se dé la vuelta y muerda la mano que la alimenta; o enfrentar el Karma, que seguramente castigará a quien se aleja  de la vista del pecado y la miseria, o no logra aliviar al pecador o al que sufre?
. . .
¿Soy yo más grande o en algún modo mejor que Saint-Germain y Cagliostro, Paracelso y tantos otros mártires cuyos nombres aparecen en la Enciclopedia del siglo XIX bajo el meritorio título de charlatanes e impostores?

Será el Karma de los jueces ciegos y malvados, no el mío. 
. . .
Puedo hacer más bien permaneciendo en la sombra que volviendo a destacar en el movimiento. Permítanme esconderme en lugares desconocidos y escribir, escribir, escribir y enseñar a quien quiera aprender.

Ya que el Maestro me obligó a vivir, permítanme vivir y morir ahora en relativa paz.

Es evidente que quiere que siga trabajando para la Sociedad Teosófica, ya que no  me permite firmar un contrato con [mencionando a una editorial extranjera, que le había ofrecido condiciones económicas muy favorables] para escribir exclusivamente para su revista y periódico.

No me permitió firmar tal contrato el año pasado en París cuando me lo propusieron, y no lo aprueba ahora pues dice que tendré que ocupar mi tiempo de otra manera. ¡Ah, la  cruel y perversa injusticia que se me ha infligido en todos los ámbitos!

Imagínense la horrible calumnia de la CCM [Revista del Christian College], cuya declaración de que traté de defraudar al Sr. Jacob Sassoon por 10'000 rupias en ese asunto de Poona.

Y se ha permitido que esa calumnia siga sin ser contradicha incluso por y quienes saben tan bien como están seguros de su propia existencia, que  esa acusación especial, en cualquier caso, es la calumnia mentirosa más abominable.

¿Quién del público sabe que después de haber trabajado y dado mi vida por el progreso de la Sociedad durante más de diez años, me he visto obligado a dejar a la India encontrándome en la miseria, dependiendo de la generosidad de "The Theosophist" (mi propia revista, fundada y creada con mi propio dinero) para mi sustento diario.

Me hacen pasar por un impostora mercenaria, una estafadora por dinero, cuando miles de mis ganancias obtenidas con mis artículos rusos la he regalado, cuando durante cinco años he renunciado a las ganancias de "Isis  Develada" y los ingresos de "The  Theosophist"  para apoyar a la Sociedad Teosófica.
. . .
Perdóneme por decir todo esto y mostrarme tan ofendida, pero es una respuesta directa a la vil calumnia, y es justo que los teósofos de Londres lo sepan. »




La elaboración de La Doctrina Secreta

Lo que dijo su Maestro mencionado más arriba de que el tiempo de Blavatsky estaría "ocupado de otras cosas" en su retiro en Alemania, en lugar de escribir historias y artículos sociales para revistas rusas ha sido plenamente confirmado. 

En los últimos tres meses de 1885, ella comenzó a recibir la inspiración oculta, o como la llamen personas más o menos familiarizadas con las circunstancias de su vida superior, necesaria para la producción del libro largamente prometido sobre "La Doctrina Secreta".

Este libro fue anticipado por noticias en "The Theosophist" ya a principios de febrero de 1884. Se propuso entonces que la obra fuera una nueva versión de "Isis Develada" con una nueva organización del tema, ampliaciones importantes y abundantes notas y comentarios; y la intención inicial de la Sra. Blavatsky había sido que se publicara en partes mensuales, comenzando en marzo de 1884 o, si no se podía conseguir una fecha tan temprana, en junio.

Sin embargo, la visita de Madame Blavatsky a Europa, en la primavera de ese año, interfirió con esa empresa, y en Europa las múltiples exigencias que se le hicieron sobre su tiempo se interpusieron fatalmente en su camino.

Luego, en el verano de 1884, estalló el "escándalo Coulomb", y con todas sus exasperantes consecuencias hizo que a Blavatsky le fuera imposible comenzar una tarea que exigía una dedicación constante y prolongada, concentración de propósito y algo así como tranquilidad mental. 

El proyecto de "La Doctrina Secreta" seguía intacta en septiembre de 1885, cuando mi esposa y yo vimos a Blavatsky en Alemania. La encontramos viviendo modestamente, pero en comodidad y tranquilidad, animada en ese momento por la compañía de su tía, la Sra. Fadeeff, a quien sentía un profundo apego.

Naturalmente, Blavatsky estaba hirviendo de indignación por los agravios que había sufrido a manos del comité de la SPR, aun cuando el cruel y calumnioso informe del señor Hodgson, en el que pretendían haber basado sus conclusiones, no había sido perfeccionado del todo. 

En general, sin embargo, parecía tener mejor salud y ánimo de lo que esperábamos, y algunos síntomas premonitorios indicaban que la preparación de "La Doctrina Secreta" podría ponerse en marcha en breve. 

Aproximadamente un mes después de nuestro regreso a Londres en octubre, recibí una nota de la Sra. Blavatsky, en la que escribió:

« Estoy muy ocupada con "La Doctrina Secreta". Lo ocurrido en Nueva York [refiriéndose a las circunstancias en las que se escribió "Isis Develada"] se repite, solo que mucho más claro y mejor., por lo que empiezo a pensar que esta nueva obra nos reivindicará.

¡Qué imágenes, panoramas, escenas, dramas antediluvianos, con todo eso! Nunca vi ni escuché nada mejor. »


A principios de diciembre recibí una carta de la condesa Wachtmeister, quien se encontraba de visita con Madame Blavatsky.

La condesa es una dama inglesa, aunque ella ostenta un título extranjero, dotada de facultades clarividentes de alto nivel, lo que la aleja por completo del alcance de los torpes fragmentos de evidencia materialista con los que los enemigos más obtusos de la causa teosófica atacaban con tanta avidez a su  confiable y estimada amiga.

La condesa me escribió:

« "La Doctrina Secreta" contiene una traducción de [ciertos escritos ocultistas desconocidos para el mundo]. Actualmente, el público solo tiene una vaga idea de su verdadero significado, pero con el paso de los años, penetrará más profundamente en los corazones de los humanos. »  

Y nuevamente, quince días después, ella me escribió:

« Considero un gran privilegio poder presenciar la maravillosa manera en que se está escribiendo este libro. »




Publicación del Informe Hodgson

Unos días después, una persona indiscreta o maliciosa le envió a la Sra. Blavatsky una copia del famoso, o como lo consideran los teósofos, infame informe del Sr. Hodgson, publicado en las "Actas de la Sociedad para la Investigación Psíquica".

Y sobre ese evento la condesa escribió:

« Tuvimos un día terrible, Blavatsky quería partir a Londres de inmediato. La he mantenido lo más tranquila posible, y ahora se ha desahogado en la carta adjunta. »

Durante dos semanas enteras, el tumulto emocional de Madame Blavatsky le impidió seguir avanzando en su obra. Su temperamento volcánico la convierte, en todas las emergencias, en una muy mala exponente de su propio caso, cualquiera que éste sea.

Las cartas, memorandos y protestas en los que malgastó sus energías durante esa miserable quincena fueron pocos, si es que hubo alguno, de un tipo que hubiera ayudado a un público frío y antipático a comprender la verdad de las cosas, y no vale la pena resucitarlos aquí.

La induje a moderar una protesta para presentarla en un panfleto que publiqué a finales de enero, y en cuanto al resto, pocos, salvo sus amigos más íntimos, apreciarían correctamente su furia.

Su lenguaje, en sus accesos de excitación, haría pensar a cualquier desconocido que ella está sedienta de venganza, fuera de sí por la pasión, dispuesta a ejecutar una venganza salvaje contra sus enemigos si tuviera el poder.

Solo quienes la conocen tan íntimamente como media docena de sus amigos más cercanos son conscientes (a través de toda esta efervescencia de sentimientos) de que si sus enemigos estuvieran realmente bajo su control, su rabia contra ellos se derrumbaría como una pompa de jabón rota.

El informe del Sr. Hodgson no se publicó hasta diciembre de 1885, tras haber sufrido, al parecer, adiciones y enmiendas durante ese lapso. Este retraso y la posterior preparación del documento en el que la comisión de investigación basó su decisión fueron profundamente criticados por los amigos de la Sra. Blavatsky, quienes consideraron que demostraban una disposición a presentar cargos en su contra.

Cuando finalmente se publicó, ocupaba 200 páginas de letra pequeña, y una crítica minuciosa de su contenido requeriría, naturalmente, un espacio considerablemente mayor. Intentar eso aquí, por lo tanto, es impensable.

El informe consiste principalmente en pruebas circunstanciales diseñadas para levantar sospechas  sobre los fenómenos que el Sr. Hodgson intentó investigar.

Y también en una comparación muy elaborada de varias escrituras, diseñada para demostrar que las cartas que yo recibí en la India durante mi relación con la Sra. Blavatsky —como creía (y sigo creyendo) de dos de los Mahatmas o expertos en ciencias ocultas recluidos, mencionados en este volumen como «los Maestros» que ejercían autoridad espiritual sobre la Sra. Blavatsky— fueron escritas por ella y otra persona de forma habitual y me las hicieron pasar por lo que yo supuse.




Hodgson no era apto para investigar y la SPR inadecuadamente aceptó su informe

Para señalar de la manera más conveniente el carácter inapto del informe de la SPR, citaré los pasajes introductorios de un panfleto de respuesta que publiqué muy poco después de la aparición de ese informe.

« El informe dirigido por el Sr. R. Hodgson al Comité de la Sociedad de Investigación Psíquica, "designado para investigar los fenómenos relacionados con la Sociedad Teosófica", se publica por primera vez en el número de diciembre de las Actas de esa Sociedad, seis meses después de las reuniones celebradas en las que el Comité en cuestión anunció su adhesión general a las conclusiones a las que había llegado el Sr. Hodgson.

En una carta dirigida a la revista Light el 12 de octubre, protesté contra la acción de la Sociedad de Investigación Psíquica al estigmatizar públicamente a la Sra. Blavatsky por haber sido culpable de "una prolongada y continua asociación con otras personas para producir, por medios ordinarios, una serie de aparentes prodigios en apoyo del movimiento teosófico", mientras ocultaba la evidencia documental en la que se había basado su opinión.

En una nota al presente Informe (página 276), el Sr. Hodgson dice:

"Tengo en mis manos numerosos documentos relacionados con las experiencias del Sr. Hume y otros en relación con la Sra. Blavatsky y la Sociedad Teosófica. Estos documentos, incluyendo los manuscritos de Kuthumi antes mencionados, no me llegaron hasta agosto, y mi examen de los mismos, en particular de los manuscritos de Kuthumi, ha retrasado considerablemente la elaboración de este informe."

En otras palabras, el Sr. Hodgson ha empleado el tiempo durante el cual su informe ha sido indebidamente retenido para tratar de modificarlo y fortalecerlo a fin de que pudiera respaldar mejor la apresurada aprobación por parte del comité de las conclusiones a las que llegó antes de obtener la evidencia que ahora presenta.

Pero incluso si el comité hubiera estado en posesión —lo cual no era el caso— del Informe tal como está ahora, su acción al promulgar las conclusiones que anunció el 24 de junio no habría sido menos injustificada y prematura.

El comité no se ha comportado, en ninguna etapa de sus procedimientos, conforme al carácter judicial que se ha arrogado. Designó como su agente para investigar en la India, la autenticidad de las declaraciones relativas a sucesos que se extendieron a lo largo de varios años —presuntamente ocurridos en diversas partes de la India, y en los que estuvieron involucradas muchas personas, incluyendo nativos de la India y devotos de la ciencia oculta en ese país— a un caballero [el Sr. Hodgson] con una gran, quizás excesiva, confianza en sus propias habilidades, pero en cualquier caso, completamente desconocido para las características de la vida india y el complejo juego de sentimientos en relación con el cual se ha desarrollado el movimiento teosófico en la India durante los últimos años.

Nada en su Informe, incluso en su forma actual —enmendado con la prolongada ayuda de personas con más experiencia y hostiles al movimiento teosófico— sugiere que incluso ahora haya comenzado a comprender las condiciones primarias de los misterios que se propuso desentrañar.

Ha supuesto ingenuamente que todos en la India visiblemente dedicados al trabajo de la Sociedad Teosófica podrían, por esa razón, estar deseosos de asegurar su buena opinión y de persuadirlo de la autenticidad de los supuestos fenómenos.

Demuestra haber estado observando su comportamiento y frases sueltas para captar admisiones que pudieran volverse en contra de la causa teosófica.

Parece que nunca sospechó lo que cualquier investigador más experimentado habría notado desde el principio: que el movimiento teosófico, en la medida en que se ha preocupado por dar a conocer al mundo en general la existencia en la India de personas llamadas Mahatmas —muy avanzadas en la comprensión de la ciencia oculta— y de las opiniones filosóficas que sostienen, ha sido uno que muchos de los devotos nativos de estos Mahatmas y muchos entre los más ardientes discípulos y estudiantes de su enseñanza oculta, han considerado con profunda irritación.

La actitud mental tradicional con la que los ocultistas indios consideran sus tesoros de conocimiento es una en la que la devoción está teñida de celos hacia todos aquellos que se esfuerzan por penetrar el secreto que hasta ahora ha envuelto estos tesoros.

Estos se han considerado solo como la adquisición legítima de personas que pasan por las pruebas y probación habituales. Pero el movimiento teosófico en la India implicó una violación de este secreto. Las antiguas reglas fueron infringidas bajo una autoridad tan grande que los ocultistas que se vieron envueltos en el trabajo no pudieron sino someterse. Sin embargo en muchos casos dicha sumisión ha sido solo superficial.

Cualquier persona más íntimamente familiarizada que el agente de la SPR con la historia y el crecimiento de la Sociedad Teosófica habría sido capaz de indicar muchas personas entre sus miembros nativos más fieles, cuya fidelidad se debía enteramente a los Maestros a los que servían, y no a la idea en la que estaban empleados — en todo caso no en la medida en que estaba conectada con la demostración del hecho de que los fenómenos físicos anormales podían ser producidos por expertos indios en ciencias ocultas.

Para estas personas, la idea de que extranjeros europeos, quienes, según creían, habían sido admitidos inmerecidamente en los arcanos internos del ocultismo oriental, cayeran en la equivocada creencia de que habían sido engañados (que no existía el ocultismo indio, que el movimiento teosófico era una farsa y un engaño del que ya no querían preocuparse) resultaba fascinante.

Y la llegada de un joven inglés sumamente abnegado que intentaba investigar los misterios ocultos con los métodos  de un detective de Scotland Yard, expuesto, por su total desconocimiento del tono y la esencia del ocultismo moderno, a toda clase de malentendidos, era, naturalmente, una fuente de intensa satisfacción.

¿Acaso el comité de la SPR cree que los ocultistas nativos de la Sociedad Teosófica en la India se retuercen en este momento bajo el juicio que la SPR ha emitido?

Estoy seguro, por el contrario, de que la mayoría se ríe con deleite. Puede que les parezca complicada la situación en cuanto a sus relaciones con sus Maestros, ya que han contribuido conscientemente a la fácil distracción del Sr. Hodgson, pero el ridículo espectáculo que este ofrece en su Informe —donde lo vemos retomando frases inconclusas y señalando puntos débiles en el testimonio de algunos chelas indios, contra quienes, si hubiera comprendido mejor la tarea que tenía ante sí, debería haber estado más alerta— es, en cualquier caso, algo que podemos entender que les resulte divertido.

Considero al comité de la SPR (los Sres. E. Gurney, F.H.W. Myers, F. Podmore, H. Sidgwick y J. H. Stack) mucho más culpable por atreverse a juzgar basándose en sus propias reflexiones, sin ayuda, sobre el informe crudo y engañoso que les proporcionó el Sr. Hodgson, que a él mismo, por su parte, incluso por malinterpretar tan lamentablemente los problemas que se propuso investigar, estando naturalmente mal cualificado para ello.

Habría sido fácil para ellos haber llamado a cualquiera de varias personas en Londres, cualificadas para ello por su larga experiencia en el movimiento teosófico, para que informaran a su vez sobre el caso prima facie, así presentado contra la autenticidad de los fenómenos teosóficos, antes de proceder a juzgar toda la acusación ante el público en general.

Todos hemos oído hablar de casos en los que los jueces consideran innecesario llamar a la defensa; pero estos han sido, por lo general, casos en los que los jueces han fallado en contra de la teoría de la acusación.

El comité de la SPR nos proporciona lo que probablemente sea un ejemplo sin precedentes de una negativa judicial a escuchar una defensa sobre la base de que la declaración ex parte del fiscal ha sido convincente por sí misma.

Sin embargo, el comité reflexionó en secreto sobre el informe de su agente, no consultó a nadie en posición de abrirles los ojos en cuanto al método erróneo en el que había trabajado el Sr. Hodgson, y concluyó su investigación demasiado independiente denunciando a Madame Blavatsky como uno de los impostores más notables de la historia.

A una dama considerada con el más alto honor por un grupo considerable de personas, incluidos viejos amigos y parientes de carácter intachable, y que innegablemente ha renunciado a su posición y comodidad para luchar durante largos años al servicio de la causa teosófica en medio de oprobio y privaciones.

Ella es crucificada principalmente a favor del Sr. Hodgson, como cualquiera que lea su informe comprobará, a pesar de su fingida indiferencia hacia su testimonio, por dos personas que intentan manchar su reputación presentándose primero como involucradas en fraude y engaño, y luego acusándola de haber sido lo suficientemente vil como para convertir a personas como ellas en sus cómplices.

Estas son las personas que según su informe, el Sr. Hodgson convirtió en los principales aliados de su investigación.

Basándose en los escritos obtenidos de estos individuos, el comité de la SPR llega principalmente a la conclusión de que la Sra. Blavatsky es una impostora.

Y esta línea de conducta la sigue un grupo de hombres que en referencia a fenómenos psíquicos en general (que la denominación de su sociedad sugeriría que les interesan), rechazan cualquier testimonio, por abrumador que parezca, que provenga de médiums espiritistas contaminados por recibir dinero a cambio de exhibir sus características.

No estoy sugiriendo que deban ser descuidados al aceptar tal testimonio, sino simplemente que han violado los principios que profesan —cuando está en juego la represión de evidencia inaceptable— en un caso en el que por su desconsideración fue posible formular una acusación contra personas —contra las que no estoy justificado suponer que tenían prejuicios desde el principio, pero a quienes, en todo caso, terminaron condenando sin ser escuchados—.

Y yendo más allá, no han dudado en publicar, con toda la autoridad que les confieren sus procedimientos, una invención infundada y monstruosa sobre Madame Blavatsky, que el Sr. Hodgson presenta al final de su informe para apuntalar su evidente debilidad respecto a la hipótesis en la que se basa.

Pues es evidente que existe una fuerte presunción contra cualquier teoría que atribuya impostura consciente y engaño vulgar a una persona que a primera vista ha dedicado su vida a una idea filantrópica, sacrificando manifiestamente todas las consideraciones que generalmente motivan la acción de las personas.

El Sr. Hodgson es consciente de la necesidad de proporcionar a Madame Blavatsky un motivo tan degradado como la conducta de la que el Sr. y la Sra. Coulomb le han enseñado a creerla culpable, y supera la dificultad sugiriendo que podría ser una agente política rusa, trabajando en la India para fomentar la deslealtad al gobierno británico.

Al Sr. Hodgson no le importa que ella haya estado haciendo notoriamente lo contrario; que Blavatsky haya asegurado con frecuencia a los nativos, oralmente, por escrito, en reuniones públicas y en cartas que se pueden presentar, que con todos sus defectos, el gobierno británico es el mejor disponible para la India. Y repetidamente, desde el punto de vista de alguien que habla con conocimiento de causa, ella ha declarado que el ruso sería inconmensurablemente peor.

Al Sr. Hodgson no le importa que la vida de Madame Blavatsky haya transcurrido a escondidas del pueblo hasta un punto casi ridículo desde que ella llegó a la India, que todas sus energías y trabajo se hayan dedicado a la causa teosófica, o que el Gobierno de la India tras investigar el asunto con la ayuda de su policía cuando Blavatsky llegó por primera vez al país, pronto entendió el objetivo de ella y el Gobierno abandonó toda sospecha sobre sus motivos.

Al Sr. Hodgson no le importa que quienes conocen a Madema Blavatsky desde hace tiempo se rían de lo absurdo de las hipótesis qye hace Hodgson en su informe.

Él ha obtenido de su guía y consejera, la Sra. Coulomb, un fragmento de la letra de la Sra. Blavatsky, recogido, al parecer, hace algunos años y atesorado para cualquier uso que pudiera hacerse de él, que se refiere a la política rusa y parece parte de un argumento a favor del avance ruso en Asia Central.

Esto es suficiente para el Sr. Hodgson y el texto de este documento aparece en su Informe en apoyo de su escandalosa insinuación contra la integridad de la Sra. Blavatsky.

Pero la explicación simple del artículo es que evidentemente se trata de un fragmento descartado de una larga traducción de los Viajes del Coronel Grodekoff por Asia Central (o como se llamara la serie), que la Sra. Blavatsky realizó a petición mía para el periódico Pioneer (el órgano del gobierno indio) del que yo era editor en aquel entonces.

Decidí no demorar este texto de protesta para escribir a la India y obtener las fechas de publicación de la serie de artículos sobre Grodekoff en el Pioneer. Pero puedo asegurar que se publicaron durante varias semanas y debieron de aparecer en uno de los últimos años de la última década, posiblemente en 1880.

Si se hubiera conservado el manuscrito de esta traducción, el Sr. Hodgson podría obtener varios cientos de páginas de la Sra. Blavatsky, llenas de sentimientos de la más ardiente anglofobia.

Lo más probable, como digo, es que el trozo robado del que se enorgullece tanto fuera alguna página rechazada de esa traducción, a menos que, de hecho, lo que sería aún más divertido, resultara haber caído de alguna otra traducción rusa que la señora Blavatsky, que yo sepa, hizo una vez para el Ministerio de Asuntos Exteriores de la India durante una de sus visitas a Simla, cuando conoció a algunos funcionarios de ese departamento y fue contratada para realizar algún trabajo a su servicio.


Me atrevo a pensar que si Madame Blavatsky no hubiera sido conocida por su escasez de recursos como para reclamar una indemnización en el costoso tribunal británico, si no hubiera estado inmersa en el sabor, tan ingrato para los tribunales británicos, del misterio psíquico, entonces el comité de la SPR difícilmente habría considerado oportuno acusarla, en un documento publicado, de conducta infame que de ser realmente culpable, la convertiría en enemiga pública en su tierra adoptiva y objeto de burla para los hombres honorables, ante la frívola sugerencia de su agente privado, desesperado por una explicación de conclusiones que ninguna circunstancia, pedantemente ordenada, podría hacer, sin ella, de otra manera que increíble. »




Carta de protesta de Blavatsky contra la SPR

La señora Blavatsky contribuyó a este texto de protesta con una protesta en su propio nombre, que decía lo siguiente:

« La Sociedad para la Investigación Psíquica ha publicado el informe presentado a uno de sus comités por el Sr. Hodgson, agente enviado a la India para investigar la naturaleza de ciertos fenómenos, descritos como ocurridos en la sede de la Sociedad Teosófica en la India y en otros lugares, y en cuya producción he estado involucrado directa o indirectamente.

Este informe me imputa una conspiración con los Coulomb y varios hindúes para engañar a diversas personas de mi entorno mediante artimañas fraudulentas, y declara auténticas una serie de cartas supuestamente escritas por mí a la Sra. Coulomb en relación con la supuesta conspiración, cartas que yo mismo he declarado que son en gran parte invenciones.

Curiosamente, desde que se inició la investigación hace catorce meses, hasta el día de hoy, cuando soy declarada culpable por mis propios jueces, nunca se me ha permitido ver esas cartas incriminatorias.

Llamo la atención de todo inglés justo y honorable sobre este hecho. 


Sin entrar ahora en un examen minucioso de los errores, inconsistencias y malos razonamientos de este Informe, deseo hacer lo más públicamente posible mi indignada y enfática protesta contra las groseras calumnias que ha lanzado sobre mí el Comité de la Sociedad para la Investigación Psíquica a instigación del único, incompetente e injusto investigador cuyas conclusiones ellos han aceptado. 

No hay acusación alguna contra mí en el presente informe que pueda resistir la prueba de una investigación imparcial in situ, donde mis propias explicaciones podrían ser contrastadas mediante el interrogatorio de testigos.

Estas fueron desarrolladas por el propio Sr. Hodgson y ocultadas a mis amigos y colegas mientras él permaneció en Madrás, abusando de la hospitalidad y la asistencia incondicional que se le brindó en la sede de la Sociedad Teosófica en Adyar, donde adoptó la actitud de un amigo, aunque ahora presenta a las personas con las que se relacionó de esta manera como estafadores y mentirosos.

Estos cargos se presentan ahora, respaldados por la evidencia parcial recopilada por él, y cuando ha transcurrido el tiempo en que incluso él podría enfrentarse a pruebas contradictorias y a argumentos que su limitado conocimiento del tema que intentaba abordar no le proporciona.

El Sr. Hodgson, habiéndose constituido así fiscal y abogado en primera instancia, y habiendo prescindido de una defensa en los complejos asuntos que él investigaba, me declara culpable de todos los delitos que me ha imputado en su calidad de juez, y declara que he demostrado ser un impostor empedernido.

El Comité de la SPR no ha dudado en aceptar la sustancia general del juicio que el Sr. Hodgson pronuncia así, y me ha insultado públicamente al dar su opinión a favor de las conclusiones de su agente, opinión que se basa total y exclusivamente en el informe de su único delegado.

Dondequiera que se entiendan los principios de imparcialidad y honorable cuidado de la reputación de las personas calumniadas, creo que la conducta del Comité se percibirá con un sentimiento similar a la profunda indignación que yo percibo.

No me cabe duda de que las indagaciones elaboradas pero mal dirigidas del Sr. Hodgson, su precisión afectada, que gasta infinita paciencia en nimiedades y es ciega a hechos importantes, su razonamiento contradictorio y su múltiple incapacidad para abordar problemas como los que él intentó resolver, serán expuestas por otros autores a su debido tiempo. 


Muchos amigos que me conocen mejor que el Comité de la SPR no se dejarán influir por las opiniones de ese organismo, y en sus manos debo dejar mi tan maltratada reputación. Pero hay un pasaje de este monstruoso Informe que en cualquier caso debo responder en mi propio nombre. 

Claramente consciente del absurdo total de sus propias conclusiones sobre mí, siempre y cuando no estuvieran respaldadas por ninguna teoría sobre un motivo que pudiera explicar mi devoción de toda la vida a mi trabajo teosófico a costa de mi lugar natural en la sociedad de mi propio país, el Sr. Hodgson ha sido lo suficientemente vil como para inventar la suposición de que yo soy un agente político ruso, que inventa un falso movimiento religioso con el fin de socavar al gobierno británico en la India. 

Valiéndose, para dar más cuerpo a esta hipótesis, de un antiguo fragmento mío, aparentemente proporcionado por la Sra. Coulomb, pero que él desconocía que se trataba, en realidad de una antigua traducción que hice para el periódico Pioneer de unos viajes rusos por Asia Central, el Sr. Hodgson ha difundido esta teoría sobre mí en el Informe, que los caballeros de la SPR no han tenido reparos en publicar.

Considerando que me naturalicé ciudadana estadounidense hace casi ocho años atrás, lo que me llevó a perder todo derecho a mi pensión de 5'000 rublos anuales como viuda de un alto funcionario ruso; que mi voz se ha alzado invariablemente en la India para responder a todos mis amigos nativos que por muy malo que me parezca el gobierno inglés en algunos aspectos —debido a su carácter antipático—, el ruso sería mil veces peor; que escribí cartas en ese sentido a amigos indios antes de salir de América rumbo a la India, en 1879; que todos los que están familiarizados con mis actividades y hábitos y mi vida muy abierta en la India, saben que no tengo gusto ni afinidad alguna con la política, sino una intensa aversión hacia ella; que el Gobierno de la India, que sospechaba que yo era un espía porque yo era rusa cuando fui por primera vez a la India, pronto abandonó su espionaje innecesario y nunca, que yo sepa, ha tenido la más mínima inclinación a sospechar de mí desde entonces.

El hecho de que el Sr. Hodgson haya resucitado de la tumba, donde estuvo enterrado con burla durante años, esa falsedad de que yo soy una espía rusa, solo contribuirá a que sus extravagantes conclusiones sobre mí sean aún más estúpidas de lo que habrían sido de otro modo a juicio de mis amigos y de todos los que realmente me conocen.

Pero al observar la reputación de un espía con la repugnancia que solo un ruso que no lo es puede sentir, me veo obligada irresistiblemente a repudiar la infundada e infame calumnia del Sr. Hodgson con el desprecio general que su método de proceder en esta investigación me parece merecer, y que también merece el Comité de la Sociedad al que él ha servido.

Han demostrado, al adoptar sin reservas sus errores, ser un grupo de personas menos aptas para explorar los misterios de los fenómenos psíquicos de lo que habría pensado —hoy en día, después de todo lo que se ha escrito y publicado sobre el tema en los últimos años— entre los hombres cultos de Inglaterra.


El Sr. Hodgson sabe, y el comité sin duda comparte su conocimiento, de que están a salvo de acciones por difamación de mi parte, porque no tengo dinero para llevar a cabo procedimientos costosos (habiendo dado todo lo que he tenido a la causa que sirvo), y también porque mi reivindicación implicaría el examen de misterios psíquicos que no pueden tratarse justamente en un tribunal de justicia; y, de nuevo, porque hay preguntas que he prometido solemnemente no responder nunca, pero que una investigación legal de estas calumnias inevitablemente sacaría a la luz, mientras que mi silencio y negativa a responder ciertas preguntas se malinterpretarían como "desacato al tribunal". 

Esta situación explica el ataque desvergonzado que se ha cometido contra una mujer casi indefensa y la inacción a la que me veo tan cruelmente condenado frente a ello.

H.P. Blavatsky.

14 de enero de 1886. »




Testimonio de la Condesa Wachtmeister

Me complace poder insertar aquí la siguiente carta de la condesa Wachtmeister que resume las impresiones generales de su larga visita a la señora Blavatsky en Würzburg:

« Estimado señor Sinnett: 

El otoño pasado, tras dejar Suecia para pasar el invierno en un clima más agradable, y al enterarme de que Madame Blavatsky sufría, estaba enferma y sola en Würzburg, me ofrecí a pasar un tiempo con ella y hacer lo que pudiera para que su situación fuera más cómoda y consolarla en su soledad.

Mi relación con H.P. Blavatsky era muy breve. La había conocido casualmente en Londres y París, pero no tenía ningún conocimiento ni experiencia real sobre ella ni sobre su carácter.

Me habían dicho mucho en su contra, y puedo decir honestamente que inicialmente tenía prejuicios en contra de ella, y fue solo un sentido del deber y la gratitud (como todo verdadero estudiante de teosofía debería sentir hacia la fundadora de una sociedad que a pesar de todos sus inconvenientes, ha sido de gran beneficio y servicio para muchas personas), lo que me impulsó a asumir la tarea de aliviar sus problemas y penas al máximo de mi capacidad.

Tras oír los absurdos rumores que circulaban contra ella, acusándola de practicar magia negra, fraude y engaño, me puse en guardia y acudí a ella con calma y serenidad, decidida a no aceptar nada de carácter oculto que viniera de ella sin pruebas suficientes; para cerciorarme, mantener la vista neutra y ser justa y veraz en mis conclusiones.

El sentido común no me permitía creer en su culpabilidad sin pruebas, pero si estas se hubieran presentado, mi honor me habría hecho imposible permanecer en una sociedad cuya fundadora cometía fraudes y engaños; por lo tanto mi ánimo se centraba en la investigación y ansiaba descubrir la verdad.


He pasado unos meses con Madame Blavatsky. He compartido su habitación y he estado con ella mañana, tarde y noche. He tenido acceso a todas sus cajas y cajones, he leído las cartas que ella recibía y las que escribía, y ahora declaro abierta y honestamente que me avergüenzo de haber sospechado de ella, pues la creo una mujer honesta y leal, fiel hasta la muerte a sus maestros y a la causa por la que ha sacrificado posición, fortuna y salud.

No me cabe duda de que ella hizo estos sacrificios, pues he visto las pruebas de los mismos, algunas de las cuales consistían en documentos cuya autenticidad está fuera de toda sospecha.

Desde un punto de vista mundano, Madame Blavatsky es una mujer infeliz, calumniada, dudada y abusada por muchos; pero vista desde un punto de vista más elevado, ella tiene dones extraordinarios, y ninguna cantidad de difamación puede privarla de los privilegios de que ella disfruta y que consisten en el conocimiento de muchas cosas que sólo conocen unos pocos mortales, y en una relación personal con ciertos adeptos orientales.

Debido al vasto conocimiento que ella posee, que se extiende hasta lo más profundo de la naturaleza, es muy lamentable que todos sus problemas y dificultades le impidan compartir con el mundo una gran cantidad de información que ella estaría dispuesta a compartir si se le permitiera permanecer tranquila y en paz.

Incluso la gran obra en la que se encuentra ahora, "La Doctrina Secreta", se ha visto gravemente obstaculizada por las persecuciones, cartas ofensivas y otras pequeñas molestias a las que ella ha sido sometida este invierno; pues conviene recordar que H.P. Blavatsky no es una adepta completa, ni pretende serlo; y que por lo tanto, a pesar de todo su conocimiento, ella es tan sensible a los insultos y las sospechas como cabría esperar de cualquier dama refinada en su posición. 

La "Doctrina Secreta" será sin duda una obra grandiosa. He tenido el privilegio de observar su progreso, leer los manuscritos y ser testigo de la forma oculta en que ella obtuvo su información.


Últimamente he escuchado entre quienes se autodenominan "teósofos" expresiones que me sorprendieron y me causaron dolor. Algunas de estas personas dijeron que "si se probara que los Mahatmas no existen, no importaría", que la teosofía, no obstante, era una verdad, etc.

Afirmaciones similares han circulado en Alemania, Inglaterra y América; pero, a mi entender, son muy erróneas, pues en primer lugar, si no hubiera Mahatmas o Adeptos —es decir, personas que han progresado tanto en la escala de la evolución humana como para poder unir su personalidad con el sexto principio del universo (el Cristo universal)—, entonces las enseñanzas de ese sistema llamado "Teosofía" serían falsas, porque se produciría una ruptura en la escala de progresión, lo cual sería más difícil de explicar que la ausencia del "eslabón perdido" de Darwin.

Pero si estas personas se refieren únicamente a los Adeptos que, según se dice, participaron activamente en la fundación de la Sociedad Teosófica, parecen olvidar que  sin ellos nunca habríamos tenido esa sociedad, ni  se habrían escrito obras como "Isis Develada", "Buddhismo Esotérico", "La Luz en el Sendero", "The Theosophist" y otras valiosas publicaciones teosóficas

Y si en el futuro nos excluyéramos de la influencia de los Mahatmas y nos dejáramos completamente a merced de nuestros propios recursos, pronto nos perderíamos en un laberinto de especulación metafísica.

Debería dejarse que la ciencia y la filosofía especulativa se limiten a las teorías y a la obtención de la información contenida en los libros.

La teosofía va más allá y adquiere conocimiento mediante la percepción interior directa. El estudio de la teosofía implica por lo tanto desarrollo práctico, y para alcanzarlo se necesita un guía que conozca lo que enseña y que haya alcanzado ese estado mediante el proceso de regeneración espiritual.

Tras todo lo expuesto en mis 'Memorias' sobre los fenómenos ocultos que ocurrieron en presencia de Madame Blavatsky, y cómo dichos fenómenos han sido parte integral de su vida, ocurriendo constantemente, con o sin su conocimiento, solo me resta añadir que durante mi estancia con ella, he presenciado con frecuencia estos auténticos fenómenos.

En este aspecto, como en cualquier otro aspecto de la vida, lo fundamental es aprender a discernir adecuadamente y a valorar cada cosa en su justo valor.

Suya sinceramente,

Constanza Wachtmeister, F.T.S. »




Testimonio del Doctor Franz Hartmann

Esta carta ya ha sido impresa en un periódico americano dedicado a la Teosofía, donde aparece con las siguientes observaciones adjuntas del Dr. Franz Hartmann:

« Kempten, Baviera, 
10 de mayo de 1886.

He leído la declaración anterior, escrita por la Condesa Wachtmeister, y coincido plenamente con cada frase que contiene. Yo mismo, al igual que mi amiga la Condesa, he pasado por un estado de incredulidad y duda antes de llegar al conocimiento.

A menudo me he sentido perplejo y he tenido que andar a tientas, pero ahora puedo decir sin vacilación, con sinceridad y veracidad, que quienes deseen una explicación de la gran conmoción que ha tenido lugar en el ámbito de la Sociedad Teosófica tendrán que buscarla más profundamente que en cualquier intento de engaño por parte de Madame Blavatsky.

Las acusaciones del Sr. Hodgson y otros se basan únicamente en apariencias externas y en razonamientos superficiales.

Reconocer, pues, la verdad requiere no solo agudeza e ingenio, sino también el poder de la intuición, que no se puede esperar que posea un científico que razona meramente desde el plano de las ilusiones, y que no se le permitiría usar, incluso si lo poseyera, porque al hacerlo actuaría en contravención de las leyes en las que se basa la ciencia material.

Este poder de la intuición es la piedra angular que los constructores (materiales) han rechazado tantas veces, y que seguirán rechazando. Es el poder cuya posesión se requiere para alcanzar el conocimiento espiritual, que es la más alta de todas las ciencias, y su desarrollo es la primera ley de la que depende el progreso en el ocultismo práctico.

Que quienes deseen llegar a la verdad desarrollen este poder y lo hagan vivo en sus corazones, y obtendrán un guía y un Maestro cuya voz reconocerán, cuyas palabras no dudarán, y cuya mano los guiará fuera de las ilusiones de los sentidos y de las redes de la especulación teórica hacia la brillante luz de la verdad eterna.

Que los miembros de la Sociedad Teosófica se detengan y piensen antes de escupir en el camino que los ha llevado más alto y los ha acercado al Dios que duerme en el paraíso de sus almas, y seamos todos agradecidos a aquellos Hijos de la Luz que nos han despertado de nuestro sueño y han llamado nuestra atención al hecho de que la mañana está amaneciendo.

Escuchemos sus enseñanzas, comprendamos sus doctrinas con nuestro entendimiento y examinémoslas con la piedra de toque de la razón, y al asimilarlas, nos haremos más fuertes y más grandes.

Cuando llegue el Paráclito, se sentirá atraído por aquellos templos en cuyos altares arde su propio fuego; pero el infiel, el escéptico y el distorsionador de la verdad no verá más que el humo que emana de su propio cerebro. El búho ama la oscuridad, pero el águila vuela hacia el sol. »




Conclusión

El sufrimiento mental que sufrió Madame Blavatsky mientras los insultos del informe de la SPR eran aún recientes, no necesita ser desvelado con demasiado detalle ante una observación indiferente, y con mayor razón resulta innecesario aquí repasar paso a paso las historias sobre el prejuicio de Madame Blavatsky, contadas al Sr. Hodgson por los Coulomb y absurdamente aceptadas como prueba por el comité de la SPR.

Ciertamente la publicación de estas memorias se vio precipitada por el ataque contra Madame Blavatsky instituido por la SPR. Yo habría preferido guardarlas hasta que con la acumulación de más información, se pudiera contar la historia de su vida con mayor detalle.

Pero incluso mientras se cuenta esta historia aquí, espero con gran confianza que todos los lectores reflexivos la reconozcan como una refutación indirecta, más efectiva que cualquier disputa sobre las circunstancias que nublaron la comprensión del Sr. Hodgson en Adyar, de la monstruosa y sin principios afirmación presentada por el Comité de Investigación Psíquica de que ella es una "impostora".

La Sociedad que ese comité representa probablemente no esté destinada a una existencia muy prolongada. Se elevó como un cohete en una brillante corriente de fuego que podría haberla elevado a los cielos, pero un desvío de su curso la devolvió a la tierra casi instantáneamente, y la fuerza que debería haberla impulsado ahora entierra la cabeza aún más profundamente en la arena.

Pero los frutos literarios de la vida de Madame Blavatsky sobrevivirán por mucho tiempo al recuerdo que esta generación conservará de los esfuerzos realizados para menospreciar el interés de esas maravillas físicas que tan a menudo se ha dedicado a crear y que en realidad constituyen las circunstancias menos importantes de su carrera.

Pues los relatos de maravillas con los que Madame Blavatsky ha estado asociada, aunque han llenado este volumen tan extensamente, en realidad no son más que la espuma en la superficie de la corriente que se ha puesto a fluir a través del pensamiento humano, en nuestro tiempo, bajo sus auspicios.





APÉNDICE

Para advertir a los lectores del informe de la SPR de no dar demasiada importancia a la opinión de los "expertos" consultados por el comité de dicha Sociedad, reproduzco aquí correspondencia intercambiada entre el Sr. G. Gebhard y el principal experto alemán en caligrafía, en referencia a la autoría del escrito atribuido al Mahatma Kuthumi, y que (absurdamente, según mi opinión) el comité de la SPR y su experto supusieron que fue obra de la Sra. Blavatsky.

El Sr. Gebhard envió al experto una larga carta de la Sra. Blavatsky (marcada con la letra A) recibida por él en octubre de 1885, y la carta que cayó detrás del cuadro en Elberfeld, en las circunstancias descritas en el texto, y que todos los interesados ​​creen que provino del Mahatma Kuthumi (marcada con la letra B).

(Nota de Cid: esa carta la detallo en este otro capítulo link.)

El experto respondió a la pregunta de si estas cartas podrían ser realmente de la misma mano, de la siguiente manera (su carta está por supuesto, en alemán, pero se traduce aquí con gran exactitud): 

« Berlín, 7 de febrero de 1886. 

Para el Commerzienrath Gebhard, en Elberfeld. 

Disculpen que solo hoy le envíe el testimonio solicitado, ya que estaba muy ocupado con otros asuntos. Lo he hecho lo más completo posible, pero les aseguro que si creían que ambas cartas provenían de la misma mano, se equivocaron por completo.

Ernst Schütze,
Calígrafo de la corte de Su Majestad el Emperador de Alemania. 

II KOCHSTRASSE.  »


Tras recibir este informe, el Sr. Gebhard envió al perito otra carta (marcada con la letra C) escrita a mano por el Mahatma, preguntándole si tras examinarla, él, el perito, mantendría su opinión.

La respuesta fue la siguiente:

« Berlín, 16 de febrero de 1886.

Para el Commerzienrath Gebhard, en Elberfeld. 

Tengo el honor de adjuntar el testimonio solicitado sobre la segunda carta. Esta carta fue escrita por la misma mano que la carta B; y no existe la más mínima similitud entre A y C. 

Al proporcionar esto, permanezco a su dispocisión,

Ernst Schütze, 
Calígrafo de la corte de Su Majestad el Emperador de Alemania. » 


El testimonio adjunto no pudo reproducirse en letra impresa, ya que incluye un gran número de cartas copiadas de los documentos examinados, con sus peculiaridades de redacción.

El perito concluye afirmando que:

« La letra A, escrita con tinta, no se parece en nada a la letra B, desde el punto de vista de un calígrafo, y son de diferente caligrafía. Este es mi testimonio pericial, bajo juramento, prestado de una vez por todas, como perito calígrafo.

Ernst Schütze,
Calígrafo de la corte de Su Majestad el Emperador de Alemania. »





NOTA DE CID

Yo he efectuado mi propia investigación y concuerdo con lo que está escrito en el texto de arriba, y sobre este asunto el Sr. Sinnett también escribió el libro titulado "Los fenómenos del Mundo Oculto y la Sociedad para la Investigación Psíquica" donde refuta varias de las declaraciones que hizo el Sr. Hodgson, y pueden leer ese libro en español en este link.











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