El Doctor Franz Hartmann fue un ocultista alemán, y es de las personas que más conoció a Blavatsky debido a que él vivió junto con ella y otros teósofos durante dieciséis meses (del 4 de diciembre de 1883 hasta el 1 de abril de 1885) en la sede central de la Sociedad Teosófica ubicada en Adyar, Madrás, india. Y posteriormente el Dr. Hartmann mantuvo un contacto epistolar con Blavatsky hasta que ella falleció en 1891.
Y aquí les voy a recopilar los textos donde el Dr. Hartmann habló acerca de Blavatsky:
Índice
1. Hartmann defiende a Blavatsky (1886)
2. Texto que Hartmann escribió en homenaje póstumo a Blavatsky (1891)
3. Biografía de Blavatsky elaborada por Hartmann (c.1906)
4. Opinión de Hartmann sobre Blavatsky (1907)
5. Blavatsky descrita en la autobiografía de Hartmann (1908)
1. Hartmann defiende a Blavatsky
Después de que Blavatsky fue atacada a finales de 1885 por la Sociedad para la Investigación Psíquica de Londres (SPR) a través de su "Informe Hodgson", el Dr. Hartmann escribió una carta donde él defendió a Blavatsky y aseguró que los fenómenos producidos por ella si fueron reales.
« Kempten, Baviera,
10 de mayo de 1886.
He leído la declaración anterior, escrita por la Condesa Wachtmeister, y coincido plenamente con cada frase que contiene. Yo mismo, al igual que mi amiga la Condesa, he pasado por un estado de incredulidad y duda antes de llegar al conocimiento.
A menudo me he sentido perplejo y he tenido que andar a tientas, pero ahora puedo decir sin vacilación, con sinceridad y veracidad, que quienes deseen una explicación de la gran conmoción que ha tenido lugar en el ámbito de la Sociedad Teosófica tendrán que buscarla más profundamente que en cualquier intento de engaño por parte de Madame Blavatsky.
Las acusaciones del Sr. Hodgson y otros se basan únicamente en apariencias externas y en razonamientos superficiales.
Reconocer, pues, la verdad requiere no solo agudeza e ingenio, sino también el poder de la intuición, que no se puede esperar que posea un científico que razona meramente desde el plano de las ilusiones, y que no se le permitiría usar, incluso si lo poseyera, porque al hacerlo actuaría en contravención de las leyes en las que se basa la ciencia material.
Este poder de la intuición es la piedra angular que los constructores (materiales) han rechazado tantas veces, y que seguirán rechazando. Es el poder cuya posesión se requiere para alcanzar el conocimiento espiritual, que es la más alta de todas las ciencias, y su desarrollo es la primera ley de la que depende el progreso en el ocultismo práctico.
Que quienes deseen llegar a la verdad desarrollen este poder y lo hagan vivo en sus corazones, y obtendrán un guía y un Maestro cuya voz reconocerán, cuyas palabras no dudarán, y cuya mano los guiará fuera de las ilusiones de los sentidos y de las redes de la especulación teórica hacia la brillante luz de la verdad eterna.
Que los miembros de la Sociedad Teosófica se detengan y piensen antes de escupir en el camino que los ha llevado más alto y los ha acercado al Dios que duerme en el paraíso de sus almas, y seamos todos agradecidos a aquellos Hijos de la Luz que nos han despertado de nuestro sueño y han llamado nuestra atención al hecho de que la mañana está amaneciendo.
Escuchemos sus enseñanzas, comprendamos sus doctrinas con nuestro entendimiento y examinémoslas con la piedra de toque de la razón, y al asimilarlas, nos haremos más fuertes y más grandes.
Cuando llegue el Paráclito, se sentirá atraído por aquellos templos en cuyos altares arde su propio fuego; pero el infiel, el escéptico y el distorsionador de la verdad no verá más que el humo que emana de su propio cerebro. El búho ama la oscuridad, pero el águila vuela hacia el sol. »
Esta carta inicialmente se publicó en una revista teosófica estadounidense, y posteriormente en el capítulo 10 del libro "Incidentes en la Vida de Madame Blavatsky" (1886) escrito por Alfred Sinnett.
2. Texto que Hartmann escribió en homenaje póstumo a Blavatsky
Blavatsky falleció el 8 de mayo de 1891 y varios de sus alumnos y amigos escribieron textos póstumos para homenajearla, y el Dr. Hartmann escribió este texto:
«
Blavatsky y su Misión en el Mundo
H.P. Blavatsky ha muerto, pero la gran alma que estuvo encarnada en ese cuerpo, vive aún. La mujer que por no haber sido entendida sino solamente por muy pocos, fue llamada “la Esfinge del siglo XIX”, y aunque ella ha fallecido, la gran alma (Maha Atma) que habitó aquella forma mortal usándola como instrumento para difundir en esta era de oscuridad mental los rayos de la luz espiritual, abandonó su cuerpo para volver a otra morada más celestial.
Es dudoso que haya existido algún gran genio y salvador de la humanidad, cuya personalidad, aun en su paso por la Tierra no haya sido mal comprendida por sus amigos, difamada por sus enemigos, mentalmente torturada y crucificada, y finalmente ser objeto de idolatría o de desprecio para las siguientes generaciones.
Y H.P. Blavatsky no parece ser una excepción a esa regla.
Ofuscado el mundo por la luz de sus doctrinas, que la mayoría no ha conseguido asir porque le eran completamente nuevas, la miraron con recelo; y los representantes de la ignorancia científica saturados de pomposa vanidad, la llamaron “la mayor impostora del siglo” porque sus mentes estrechas no pudieron elevarse a la comprensión de la grandeza de su espíritu.
No es difícil profetizar que en un futuro próximo, cuando se hayan olvidado los nombres de sus enemigos, el mundo trabajará para conocer la verdadera misión de Blavatsky, y la gente verá en ella a un mensajero de luz enviado para instruir a este mundo pecador, para redimirle de la ignorancia, locura y superstición; labor cumplida en cuanto que su voz fue oída y sus enseñanzas aceptadas.
Los historiadores del futuro escudriñarán los archivos con el propósito de encontrar algún trozo de historia de la vida de Blavatsky, y a menos que las calumnias que sobre ella se escribieron no hayan desaparecido en el montón de basura de donde salieron, no es imposible que los escritorzuelos del futuro manchen su memoria, al igual que los irresponsables escritorzuelos modernos mancharon la memoria de Cagliostro, Teofrasto, Paracelso y otras grandes almas.
Por esta y otras razones que se evidencian, es muy de desear que se publique algo digno de confianza respecto a la vida de Blavatsky, por alguna persona competente que haya estado bien relacionada con ella y que no sea un adorador de personalidades, sino capaz de estudiar y describir la vida del ser interno, porque deben de saber que la verdadera vida de todo ser humano espiritualmente despierto, no es su vida externa, sino su vida interna la que interesa.
Relatar simplemente los acontecimientos de la vida terrestre de un genio que estuvo en la Tierra y no hacerlo de su vida interior, de sus pensamientos y de sus sentimientos, es describir la casa que aquel genio habitó en su paso por el mundo y no hacer caso del habitante.
Así que aunque muy buenos textos acerca de la vida de Blavatsky ya han sido publicados, estos se parecen más a la pintura de un pájaro del paraíso, pero habiendo despojado al pájaro de su plumaje.
Esos textos son como el tratado de un sujeto altamente poético, pero vaciado cuidadosamente de toda poesía. Y resulta que las plumas son partes tan esenciales para un pájaro como sus músculos y huesos, y de la misma manera el lado poético e ideal de una persona es algo tan o incluso más esencial para su naturaleza que la estructura de su cuerpo físico o el corte de su cabello.
Por lo tanto es la vida interna de Blavatsky, en su modo de pensar y sentir, lo que es de importancia y debe de ser comprendido, mientras que lo restante pertenece a las cosas externas que no merecen la atención del verdadero ocultista.
Cada hombre es doble en su naturaleza, posee una vida externa y otra interna. H.P.B. no fue una excepción a esta regla y H.P.B. ni fue completamente humana, ni completamente divina.
Un poeta ha dicho:
Dos naturalezas hay en todo ser humano:
Una es hija de la clara luz del día,
Nada oscuro hay en ella, todo es claridad
Allí, todo es resplandeciente, nada oculto,
Lo más íntimo, tu ojo puede penetrar,
No hay allí misterio ni secreto;
En ella gobiernan: la sabiduría, justicia, amor y fe;
Sin motas, como el cristal en su pureza.
Mientras que la otra es un ser nacido de la noche,
Llena de negras nubes que cambian una y otra vez,
Confunde la razón e ignora la luz;
Es un extranjero en sus propios dominios;
Insensiblemente llena nuestra vida diaria
De burlescos duendes; su reino discorde
Engendra errores y contiendas;
Enredando los hilos y dañando al designio.
Y así cada persona tiene bajo su mando una vida terrestre y otra celestial. Y para la gran mayoría de la gente se encuentra enredada en las mallas de este mundo de ilusiones, estas ilusiones parecen ser la realidad, y la vida celestial meramente un sueño. Pero hay otros en quienes la vida interna despierta y conocen la vida celestial como la verdadera, mientras que esta vida terrestre sólo una ilusión o una pesadilla.
Este hecho de la doble existencia fue reconocido de todo sabio y santo y es conocido de quien esté en posesión de la sabiduría divina. Se hace mención de ello en muchas partes del texto sagrado hindú el Bhagavad Gita y también en la Biblia.
Y a esta doble vida que tienen sobre todo los iniciados es a la que los apóstoles aluden cuando ellos dijeron:
- “Vivimos sobre la tierra, pero nuestra conciencia está en el cielo.”
Y los iniciados son aquellos en quienes la luz divina ha disipado las tinieblas; aquellos en quienes no existe ya el “cuerpo de pecado”. Y así hay Adeptos completamente desarrollados, y como uno de éstos se presenta en la Biblia a San Pablo en su Epístola a los Romanos, cap. VII, versículos 5 y 6 donde dice:
"Porque mientras estábamos en la carne, los efectos de los pecados que eran por la ley, obraban en nuestros miembros fructificando para muerte; mas ahora estamos libres de la ley, habiendo muerto a aquella en la cual estábamos detenidos, para que sirvamos en novedad de espíritu, y no en vejez de letra." (1)
Tales sabios y santos son conocidos en el Oriente como los Buddhas y Arhats y en el Occidente como los “Maestros de Sabiduría”. Y es con estos grandes iniciados que Blavatsky afirmaba haber adquirido su conocimiento, y a los que cada quien puede conocer también si crece más allá de su estrecho y pequeño “yo” y se eleva al plano en que Ellos viven.
El que la sociedad moderna no conozca nada de la existencia de estos santos seres, y que la ciencia moderna no haya descubierto aún ninguno de ellos, eso no destruye la teoría de que haya seres humanos en quienes el germen de la divinidad (el cual existente en todos los hombres) pero en estos maestros ha evolucionado tanto que ellos han accedido aun reino más elevado de conocimiento espiritual.
Inalcanzable para quienes se ocupan de cosas terrenales, y que las almas de estos humanos mucho más avanzados, por haber alcanzado la auto-conciencia en la luz del Espíritu, ellos están en posesión de extraordinarias facultades.
De estos regenerados dice la Biblia que no pueden pecar porque “son nacidos de Dios” (Juan 3:9). Y en Pedro 1:22 leemos que estas almas habiendo sido purificadas en obediencia de la verdad, por el Espíritu de amor sincero, “renacen, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios” obrando en ellos.
H.P. Blavatsky nunca deseó ser mirada como un santo o adepto, y en una carta que me escribió, ella rechaza expresamente tales pretensiones diciendo que aunque marcha por el Sendero, no ha alcanzado todavía la meta.
En ella había aún una naturaleza humana, lo que le permitía regocijarse con el alegre y simpatizar con el triste, y esta parte de la naturaleza de Blavatsky fue objeto de una continua crítica por los “investigadores psíquicos” quienes no conociendo nada acerca de la divinidad en la humanidad, sólo vieron su propia imagen animal reflejada en ella.
Cada punto nebuloso fue así por tales críticos investigadores y exagerado en sus imaginaciones mórbidas, pero del lado luminoso de Blavatsky, ellos no percibieron nada porque en ellos no había luz.
Todo lo que descubrieron (si desechamos lo que sus fantasías añadieron) fue que Blavatsky era amable y generosa hasta el exceso, que era impulsiva y enérgica, y a veces se dejaba llevar por los extremos en sus nobles impulsos.
Encontraron que fumaba cigarrillos y que exteriorizaba sus pensamientos sin gran ceremonia y que rehusaba en absoluto a ser como esos hipócritas, socarrones y santos de cara adulzada, que van continuamente disfrazados y que son para el mundo como los pilares de la Iglesia y del Estado, mientras que detrás de su beatería está oculta su afectación y podredumbre.
Los chillones búhos de la sofistería científica que vinieron a preguntar al águila de los Himalayas, como no pudieron seguir su vuelo hasta las cimas de las montañas, fuera del alcance de su limitada visión, y no pudieron cortarle sus alas, creció en ellos la envidia y chillaron y arrojando calumnias sobre el pájaro real.
En muchos casos estos calumniadores se excedieron en su trabajo, y la extraordinaria virulencia de las calumnias evidenciaron suficientemente el carácter de la personalidad que inspiró tales escritos y hacen completamente innecesaria la refutación.
Algunos de estos escritores la imputaron el haber cometido prácticas inmorales, y semejantes historias, tan pronto como fueron inventadas se imprimieron y fueron siempre rápidamente tomadas y puestas en circulación por aquellos intrépidos periodistas, que ansiosos de aumentar la circulación de sus periódicos, estaban siempre alerta para dar a sus lectores algo sazonado y sensacional.
Estas historias fueron frecuentemente absurdas y causaron no poca hilaridad entre aquellos que conocían los hechos. Así, yo recuerdo que mientras estuve en la India circuló una noticia entre algunos periódicos ingleses y americanos que decían que se había suscitado una pendencia entre los Teósofos de Adyar, porque Madame Blavatsky estaba celosa del Coronel Olcott por causa de la Sra. Coulomb, y que el Sr. Coulomb enfurecido, había rehusado el suministrar más fondos para sostener los asuntos de la Sociedad Teosófica.
Los que conocen las personas a que se hace referencia en esos periódicos, saben muy bien que los Coulomb no tenían un céntimo, y que se les soportaba su permanencia en Adyar por caridad.
Este es un ejemplo pero no tendrían fin los escritos ni la pérdida de tiempo, si todas las calumnias contra Blavatsky que fueron circuladas por los “píos” misioneros de Madras y de otros sitios, hubiesen de ser refutadas, especialmente, porque es más fácil sostener una calumnia que refutarla.
Algunas de estas calumnias pueden sin embargo haber sido hechas con la mejor de las intenciones, por ejemplo: ciertas personas dudaron de la veracidad de Blavatsky por la misma razón que un rey africano está pronto a mandar decapitar a un viajero europeo, porque este último dijo al rey que en algunos sitios de Europa y en ciertas estaciones, el agua de los ríos y lagos se vuelve tan dura, que se puede andar sobre ella; y por tal razón el rey decidió que no debía tolerarse que viviese semejante embustero.
Ahora bien, prestaría poca atención a la verdad si pretendiese que ninguna de las acusaciones que nacieron contra Blavatsky se fundaban en hechos, pero las causas que originaron tales molestias sin fin fueron:
- su deseo de juzgar el modo cómo los negocios mundanos deberían ser hechos,
- o que a la manera de un niño, ella confiaba que el mundo miraría las cosas del mismo modo en que estas aparecían para ella; o sea una completa indiferencia a lo que el público pudiese decir o pensar de ella;
- o el deseo de proteger a sus partidarios de las consecuencias de las estupideces que cometían, etc., etc.
Lo que Blavatsky deseaba, eso pensaba; lo que pensaba, decía; y lo que decía, hizo sin mirar las consecuencias. En ella, como en un niño inocente, pensamientos, palabras y actos, eran una sola cosa y en completa armonía.
Si intentásemos solucionar el misterio de la “Esfinge del siglo XIX” y presentar la historia del verdadero Ego de H.P.B., deberíamos ante todo conocer la individualidad, la “nueva criatura” (2) encarnada en la forma de H.P.B., y saber algo de sus vidas anteriores, para que nos fuese posible comprender las causas por las que apareció en esta Tierra en forma de mujer.
Entonces tendríamos que aceptar la teoría de que el alma del regenerado es capaz de vivir y obrar más allá de los límites del cuerpo físico, el cual solo es su morada e instrumento para su manifestación exterior, y que el alma espiritual de tal persona en una forma astral etérea puede estar en un país lejano (por ejemplo en el Tíbet) en tanto que el cuerpo físico vive aún y actúa consciente e inteligentemente en Europa y América.
Pero el mundo no está aún en disposición de recibir una historia como esta, y que contenga hechos todavía desconocidos para la ciencia, cuya inteligencia se encuentra sólo en el Acta Sanctorum, hoy día mirado aún por la Iglesia como “leyenda y fábula” o para expresarlo con menos delicadeza, como un conjunto de mentiras.
Tal historia requeriría lectores conocedores de las doctrinas de la Reencarnación y el Karma; lectores que hubiesen conquistado su propia naturaleza, y por su propia experiencia les fuese posible realizar lo que ello significa estar en el mundo, pero no ser parte de él.
Pero aunque la Biblia dice: “el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3), sin embargo los términos “renacimiento” y “regeneración” se han convertido en palabras sin sentido para el fanático moderno y en absurdos para el hombre de ciencia.
El religioso visionario se adula a sí mismo con la creencia de que ya se ha regenerado y alcanzado la inmortalidad. Pero no sabe que la regeneración en el espíritu es acompañada del despertamiento de los sentidos espirituales, y que esta “regeneración” no puede tener lugar mientras se es ciego a la luz de la verdad y sordo a la “voz del silencio”.
La palabra “regeneración” es hoy es una palabra sin sentido para el mundano; y para el clérigo, a lo sumo significa un cambio de creencia y un progreso moral. El moderno “Cristiano” no comprende pasajes de su Biblia como los siguientes:
- “Hijos míos, que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros, hasta que Cristo sea formado en vosotros.” (Gálatas 4:19)
- “En Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.” (Gálatas 6:15)
- etc., etc.
Ellos no creen que su maestro dice de sus verdaderos discípulos, que los regenerados, aquellos en quienes “el Hijo de Dios ha llegado a la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13), harán las mismas cosas maravillosas realizadas por él mismo.
No quieren creer que nadie más puede entrar en posesión de la conciencia inmortal, a menos que la “nueva criatura” haya nacido en él; y se envanecen presumiendo que su espíritu es ya inmortal. Pero la inmortalidad espiritual del Espíritu de Dios no volverá inmortales a sus almas, si estas almas rehúsan ser fertilizadas por el Espíritu de Dios y dar a luz a la divina criatura.
Por lo tanto que los “Cristianos” reflexionen sobre el significado de las palabras de la Biblia, donde dice:
"El que no naciere de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: os es necesario nacer otra vez." (Juan 3:5)
Por consiguiente poco le servirá al devoto creer que su espíritu es inmortal en tanto que no exista espíritu que pueda propiamente llamarle suyo, porque su alma no contiene al divino amor o espíritu, y por lo tanto no puede engendrar a “la nueva criatura” que pueda pretender la inmortalidad en el Cristo.
Esta unión del alma mortal con el Espíritu inmortal es el objeto y fin de todo Ocultismo y Teosofía. Y esta regeneración fue lo que Blavatsky enseñó porque “regeneración espiritual” e “iniciación” son términos sinónimos.
La Teosofía es una doctrina que no adula la vanidad humana, haciéndole creer a los hombres que ya son ya inmortales gracias a los méritos de una persona que vivió en el pasado, sino que pretende que la inmortalidad es un don ganado exclusivamente por heroicos esfuerzos personales combatiendo con los elementos más bajos de nuestra naturaleza, y que hace posible la acción de la divina gracia dentro de nosotros.
Y por lo tanto es comprensible que esta enseñanza no sea bien recibida por los que prefieren correr tras el dinero y los placeres, y piensan que después de su muerte entrarán en el cielo cargados sobre las espaldas de otro hombre; y por consiguiente la historia de un alma regenerada pudo ser creída y entendida por unos pocos.
Mucho más fácil sería cubrir tal historia con la forma ficciosa de novela, sin pretensiones de ser creída, y que cada cual acepte lo que sea capaz de comprender y abandone el resto. (3)
Para comprender el verdadero misterio que rodea a Madame Blavatsky, primero será necesario comprender el misterio llamado “Hombre”: porque el humano iniciado comparado con el humano vulgar, es como un pájaro comparado con un huevo. El pájaro conoce los huevos y sus historias, pero los huevos nada saben de la existencia de los pájaros.
Y para resolver ese gran misterio, la humanidad tendrá que deslizarse fuera del “huevo filosófico”, y convirtiéndose en libre, alcanzar el noble auto-conocimiento de la Divinidad en la Humanidad; pero en los tiempos presentes, parecen ser pocos los que (incluso entre los llamados teosofistas) tiene el más débil concepto de lo que significa el “divino autoconocimiento”.
Debido al universal error existente con respecto a la naturaleza del hombre, y la ignorancia de lo que es divino en esta naturaleza, Helena Blavatsky ha sido universalmente mal comprendida y desnaturalizada.
Y después de una larga y paciente observación, se ha reforzado una convicción que yo mismo insistentemente he rehusado en aceptar, pero es la constatación que mucho más daño ha sido hecho por los celosos amigos y admiradores de H.P.B. que por sus enemigos.
Blavatsky jamás pidió que la deificaran y negó la posesión de poderes milagrosos, pero hubo muchos de sus partidarios que rindieron a su persona una adoración fetichista, haciendo las más rudas y extravagantes relaciones en su favor, y la cuales sólo trajeron el descrédito sobre ella y la Sociedad Teosófica, en tanto que con muy pocas excepciones, estos amigos entusiastas fueron los primeros en abandonarla convirtiéndose en sus enemigos, cuando las ilusiones que ellos mismos creaban se desvanecían.
Conforme a las historias inventadas, creídas y circuladas por estos admiradores, ellos decían que H.P.B. estaba continuamente acompañada de espíritus, invisibles “Maestros del Tíbet”, esperando servirla, y verbatim le dictaban sus escritos o “precipitaban” manuscritos mientras ella echaba la siesta. (4)
Gnomos, silfos, ondinas y salamandras estuvieron siempre bajo su mando, llevando sus cartas e inspeccionando la cocina. No ocurría nada en cualquier parte del mundo que según tales historias, ella no conociese; pero fue perfectamente evidente para los observadores neutrales, que Blavatsky no lo sabía todo y que igualmente en sus más grandes turbaciones, el bello correo no funcionaba; y que para recibir noticias ella se valía, como los demás mortales, de los terrestres correos y telégrafos.
Ello es que en la base de tales aserciones había una cierta cantidad de verdad, pero los hechos fueron exagerados más allá de todo límite por sus entusiastas amigos.
Blavatsky según su propia confesión, no era instruida. Y tampoco era muy inteligente. Las grandes cosas que hizo, lo fueron con la ayuda de alguno de sus asociados, del modo más torpe, y frecuentemente perjudicó al buen resultado.
Por lo tanto al ser llamada “el más grande impostor del siglo” por el agente de la Sociedad para las Investigaciones Psíquicas, y presentarla con ese título, eso certifica simplemente la incapacidad de ese individuo para juzgar a Blavatsky, porque todos los que la conocieron pueden atestiguar que ella nunca fue capaz de disfrazarse, y cualquier impostura, grande o pequeña, que hubiese intentado, habría sido inmediatamente sido descubierta, aun por un niño.
Blavatsky no fue ni inteligente ni ingeniosa, pero estuvo en posesión de aquello que la mayoría de sus críticos tristemente ignoran, y eso es sabiduría del alma, un apartado de la “ciencia” aún no descubierto por los modernos científicos y filósofos. El alma que vivió en ella fue una gran alma, un Mahatma (de Maha, grande, y Atma, alma).
Esta gran alma y no la vestidura que Blavatsky usó, será el objeto de nuestra investigación, no con el fin de regalar la curiosidad científica, sino para beneficiar con el ejemplo.
Porque seguramente muchos de ustedes se han de estar preguntando:
¿Qué es la sabiduría del alma y cómo puede ser obtenida?
¿Hay algún otro conocimiento que el del cerebro que razona?
¿Puede uno conocer otras cosas que las que se nos enseñó en la escuela, hemos leído en libros o recordamos haber oído?
Y a continuación a esto contestaremos:
Infeliz el pueblo que no sabe por el corazón lo que es bueno y hermoso. Desgraciados aquellos que no poseen percepción interior para la justicia y la verdad; y que por consiguiente que no pueden sentir verdadero amor, esperanza, fé, y que por lo tanto tienen que estudiar la enciclopedia para encontrar el significado de los términos, benevolencia, caridad, generosidad, espiritualidad, virtud, etc., etc.
Todas estas cualidades no son creación de la imaginación ni producto del cuerpo físico, sino poderes espirituales vivientes, dotando con sus facultades al alma que los posee.
Si se permite a estos poderes crecer y desarrollarse, su verdadera naturaleza se presentará clara a la mente, pero el que no los posea no podrá (ni por la especulación intelectual) llegar a realizar lo que son.
El estudio de estos poderes y el arte de desarrollarlos por la práctica, constituyó la ciencia del alma, que la Señora Blavatsky enseñó. El resto de sus doctrinas, en cuanto respecta a la constitución del hombre, evolución de los mundos, etc., etcétera, fueron accesorios para facilitar el auto-conocimiento, destruir el fanatismo y la superstición, para libertar la mente de prejuicios, darla un más ancho campo de ennoblecedor pensamiento y posibilitarla una más grande y elevada concepción de Dios, de la Naturaleza y del Hombre.
Y ahí yo les pregunto:
¿Qué tiene que ver tal estudio con las historias de espíritus, investigaciones psíquicas, cafeteras, trampas y otras frioleras que frecuentan la mente de quienes buscan en las cosas externas la prueba de la existencia de lo que ellos mismos deben poseer, antes de que puedan merecer verdaderamente ser llamados hombres hechos a imagen de Dios?
Y la respuesta es: nada
Y es por eso que muchos de sus admiradores que posteriormente se convirtieron en enemigos es porque no pudieron satisfacer su curiosidad, y estos individuos deben ser vituperados por su porfiada repulsa de la verdad divina.
La primera cosa necesaria para adquirir la sabiduría del alma es la posesión de un alma, que significa el poder del sentir. Y entre los adversarios de Blavatsky es raro el elemento del alma. Parecen existir sólo en el plano de la mente, esa parte del hombre que especula y razona solamente, pero que no tiene conocimiento real; los antiguos escritores la comparaban con la fría luz de la luna, porque en ella nada hay del solano caliente amor.
El elemento del alma es la voluntad, y la voluntad divina es amor universal como para crear un paraíso, no en la imaginación, sino en el corazón de los que están en posesión de él. Y cuando la estrella matutina del divino amor nace en el alma, la paz entra con él.
Así, pues, no se dice que los Ángeles cantaron en el nacimiento de Cristo dentro del corazón humano:
- “Gloria a aquel Dios, que es Amor universal, y paz a los hombres de buena voluntad.”
Los Ángeles no cantaron:
- “Gloria a los que están bien versados en ciencia y sofistería.”
De gran cantidad de enseñanzas puede ser rellenado el cerebro durante una vida, pero cuando llega la muerte, toda esta moralla sin valor será abandonado en el reino de la eternidad.
El desarrollo de la divina flor de loto del alma en el claror del divino amor, puede necesitar muchas sucesivas encarnaciones. Con el primer rayo de este amor, asimilado por el alma y haciéndole consciente de su propia y elevada naturaleza y destino, el “sendero del discípulo” desciende sobre el peregrino en el camino que conduce hacia la iniciación y la inmortalidad.
Cuando el fuego de amor es encendido en el corazón, la luz se eleva e ilumina la mente produciendo ciertos cambios aun en la forma física. (Efesios 4:16)
Sin este amor divino, toda enseñanza es inútil y vanos todos los esfuerzos: porque Dios es Él mismo Amor (Juan 4:8), y no puede haber unión con Dios si es desechado el Amor (Corintios 13:2). Por lo tanto quien encuentra Amor, encuentra Vida espiritual (Proverbios 8:35); pero quien repudia el Amor, repudia la luz y busca la oscuridad y la muerte.
El hombre ha sido llamado un “ser mixto” porque no es completamente material, sino también espiritu en su naturaleza. En él (como dice Jacobo Böhme) está el campo de batalla de tres reinos: el de la luz, el de la oscuridad y el de la naturaleza.
“Continuamente la luz del día brilla en la oscuridad y la oscuridad no la comprende”, pero cuando la oscuridad es disipada por la luz y el Espíritu en el hombre despierta su divina auto-consciencia, entonces aparece en el hombre una nueva colección de facultades interiores, una nueva clase de poderes y percepciones espirituales y la memoria que pertenece al Ego reencarnado asirá la mente terrestre y externa.
Estas enseñanzas que son incomprensibles para la mayoría porque pertenecen a una clase que está por encima de su experiencia, son de la más grande importancia como estímulo de los pocos que desean según el sendero hallado por aquella gran alma que estuvo encarnada en el cuerpo de Helena Blavatsky.
Y nosotros deberíamos por lo tanto, en vez de perder tiempo en investigar trivialidades como las que pertenecieron a su personalidad (por ejemplo: la omisión de citas), intentar el estudio de su vida interna y seguir a su alma en su vuelo hacia el trono de la Divina Sabiduría.
Notas
- Las citas bíblicas que contiene este artículo no se hacen como para presentar mis ideas basadas en especulaciones sobre dichos de la Biblia: se ponen simplemente como corroborativa evidencia para aquellos que les conceden alguna importancia.
- Galatas, VII 15.
- En mi artículo “La imagen hablada de Urur”, tales hechos han sido retratados. Allí el “maestro de la imagen” representa el verdadero Ego, el alma regenerada; mientras que la misma imagen no es sino el cuerpo elemental, la personalidad, por la que el verdadero Ego obra.
- Después de haber sido escrito esto, vino a mis manos el número de la revista “Lucifer” del 15 de mayo, en donde encontré esto mismo corroborado por ella misma, en la página 243.
»
Este texto inicialmente se publicó en la revista “Lucifer” de julio de 1891, p.365-373, y posteriormente en un libro titulado "HPB: en Memoría de Helena Petrovna Blavatsky", 1891, p.58-67.
3. Biografía de Blavatsky elaborada por Hartmann
Esta biografía Hartmann la elaboró cinco años después de que Blavatsky había fallecido.
«
La Vida de Madame Blavatsky
Una de las figuras más memorables del siglo XIX ha sido Helena Petrovna Blavatsky, ella era rusa de nacimiento y dotada de las fuerzas psíquicas más notables, con gran fuerza de voluntad y una inteligencia superior.
Ella tiene derecho a ser reconocida entre los más grandes reformadores de la vida mental de los tiempos modernos, porque a pesar de lo que puedan decir sus numerosos enemigos y detractores acerca de su personalidad, no hay nadie que haya podido negar honestamente que las doctrinas promulgadas por ella enseñaron a miles de personas a ver con más claridad la vida y sacarlos del pantano del materialismo para permitirles ir hacia la brillante luz del conocimiento y liberarse no sólo de la preocupación de la duda, sino incluso de la absoluta desesperación.
Ella fue una verdadera defensora de la sabiduría y la libertad. Sus escritos, más que cualquier otra publicación de los tiempos modernos, han tendido a poner fin a la superstición, tanto científica como religiosa. Sus escritos hicieron más que cualquier otra cosa para iniciar esa concepción superior del Universo que en la actualidad se mueve y se extiende por todo el mundo. La verdad promulgada por ella es eterna y será cada vez más apreciada aunque el nombre de Blavatsky pueda hundirse en el olvido.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que lo que ella enseñó no fue una invención propia y tampoco era esencialmente nuevo; fue simplemente la Sabiduría Antigua que está contenida en todos los sistemas religiosos, pero escondida bajo símbolos y alegorías. Ella sin embargo levantó el velo de estos secretos y mostró a la luz del día el núcleo espiritual previamente oculto dentro de la dura cáscara.
Ella nunca fingió haber descubierto estas verdades por su propia cuenta, sino que afirmó haber sido guiada e instruida por ciertos Adeptos, es decir por humanos de una evolución mental superior. Y los nombres de estos Adeptos no tienen importancia para el público en general ya que ellos no exigen una creencia ciega en su autoridad y prefieren seguir siendo desconocidos.
Si consideramos el carácter sublime y exaltado del nuevo aspecto del mundo promulgado por los Adeptos a través de H.P. Blavatsky, una discusión de los atributos personales de este instrumento que ella fue de los maestros de la sabiduría, nos parece tan insignificante como si nos propusiéramos describir el pincel mediante el cual Rafael pintó a su Madonna.
Sin embargo Blavatsky no fue una herramienta ciega de los Adeptos; ella no era una médium espiritista en el sentido común de esa palabra; ella estaba consciente de lo que escribía y fue instruida por los Maestros y reprodujo los pensamientos que le fueron comunicados por ellos en una forma adecuada.
Hay sin duda un buen número de personas a las que les gustaría conocer algunos detalles sobre esta notable persona, y como yo la conocí íntimamente y seguí comunicándome con ella durante muchos años, añadiré aquí algunas observaciones a los informes ya publicados (1) para arrojar algo de luz sobre algunos conceptos erróneos.
En 1831 en Rusia, había una anciana que habitaba en la ciudad de Yekaterinoslaw. Ella vivía muy retirada y rara vez se la veía. Su círculo de conocidos era muy limitado, sin embargo era conocida por ser muy caritativa. Corrían rumores de que se dedicaba a estudios de ocultismo, lo que hizo que algunos la consideraran una maga y otros la rechazaran como bruja.
Una de sus pocas amigas íntimas era la esposa del coronel ruso Peter Hahn, y esta amiga posteriormente se convirtió en la madre de H.P. Blavatsky.
La anciana un día predijo a sus conocidos que ella moriría en una fecha determinada, y agregó que se reencarnaría de inmediato. Y efectivamente ella murió el día que había nombrado y sin ninguna indisposición anterior a su muerte, a la misma hora nació Helena Hahn, que vivió para convertirse en Helena P. Blavatsky.
Así podemos suponer que el alma de esta misteriosa mujer se reencarnó en H.P. Blavatsky, y esta suposición se hace más probable debido a que cuando la pequeña Helena había aprendido a hablar, le repetía a su madre ciertas cosas que la anciana le había dicho confidencialmente a su amiga antes de morir. Además que la pequeña Helena tenía la costumbre de ir al sepulcro de la anciana y permanecer allí horas, aunque nadie le había hablado nunca de la existencia de ese sepulcro.
Un volumen de buen tamaño podría estar lleno de historias sobre el poder clarividente de Helena y los fenómenos ocultos que ocurrieron en su presencia, pero no vale la pena mencionar estas cosas en un momento en que cualquiera que esté familiarizado con el espiritismo lo sabe todo acerca de tales hechos.
Sin embargo es importante saber que Helena a menudo tenía visiones de personas vivas que se le aparecían en sus cuerpos astrales, y entre los cuales se afirma que estuvieron dos Adeptos que se decía que vivían en el Tíbet.
A estos Adeptos ella los conoció a una edad más avanzada en el plano físico, es decir cuando ella estuvo en el Tíbet y las Indias Orientales, y ellos fueron sus instructores y le enseñaron día a día hasta el final de su vida en la tierra; e hicieron esto incluso cuando su lugar de residencia se encontraba ubicado a una distancia de miles de millas de distancia de donde ella vivía.
Sin duda esta afirmación sonará muy extraña para quienes todavía son bastante ignorantes de esas fuerzas psíquicas que aún no se han desarrollado en todos nosotros, pero el hecho es que un conocimiento práctico de la llamada telepatía que permite a una persona transferir su pensamiento hacia otra persona a una distancia considerable es bien conocido hoy en día, y también sabemos que una mayor o menor cantidad de millas entre dos personas es un problema de poca importancia cuando se trata de transferir el pensamiento como sucede mecánicamente en la telegrafía inalámbrica.
Recordando que la fuerza y la materia son esencialmente la misma cosa, y mirando los fenómenos de la transferencia del pensamientos bajo esta luz, el hecho de que un humano pueda ser capaz de transferir sus pensamientos hacia otro humano con quien está mentalmente conectado por simpatía mutua, o incluso para que pueda aparecer al otro en persona, ya no parece nada sobrenatural y se vuelve algo enteramente dentro del rango de la ley natural.
Y es así como la mente de Helena estaba en conexión con las mentes de sus maestros.
Se nos dice que el alma que habitaba dentro del cuerpo de Helena había vivido en una de sus encarnaciones precedentes en el cuerpo de un discípulo (chela) de estos Adeptos en el Tíbet, y que esta alma se había encarnado en Helena para poder asumir la responsabilidad de llevar el conocimiento de la antigua sabiduría del Oriente a las naciones de Occidente.
El organismo de Helena estaba especialmente adaptado para ese propósito, aunque no por una particular santidad o perfección ética de su parte, sino más bien por su desarrollo psíquico y fisiológico, o por los logros adquiridos durante su encarnación anterior; y además en virtud de sus notables facultades intelectuales y constitución física. Todo lo cual le permitió vivir en el plano físico y en el mundo suprasensible, por así decirlo, al mismo tiempo.
La conexión espiritual establecida con sus Maestros en una vida terrena anterior continuó en esta vida y su propio intelecto le permitió reproducir en una forma adecuada todo lo que los Adeptos le enseñaron. Y de esta manera se produjeron sus escritos, Isis Develada, La Doctrina Secreta y muchos otros libros y artículos.
Estoy plenamente convencido de que H.P. Blavatsky era una iniciada, es decir que su conciencia espiritual estaba despierta, y esa fue la razón por la que pocas personas la entendieron y las otras la llamaron "la Esfinge del siglo XIX". Hay un sentido profundo en este símil debido a que la parte superior de la esfinge representa a una mujer, mientras que la parte inferior es el de una leona, con la adición en algunas culturas de alas de águila.
Y resulta que Madame Blavatsky no solo poseía el espíritu y la mente del ser humano elevado, sino que también poseía las características terrenales de la humanidad menos desarrollada, junto con una fuerza de voluntad férrea y una gran imaginación. Y con tal constitución ella no podía ser de otra manera que de un temperamento muy impetuoso, fácilmente irascible, obstinado y no libre de vanidad.
Esto ella lo demostró a temprana edad cuando se sintió ofendida por que su institutriz le dijo que era una niña tan mala que nunca se casaría, y que ni siquiera el viejo y feo general Blavatsky pensaría en casarse con ella.
Eso era demasiado humillante para la orgullosa Helena, y es por eso que ella decidió demostrarle a su institutriz que estaba equivocada. Así que coqueteó con el anciano general, que en ese momento era gobernador de Caucasia, y después de un breve noviazgo, Helena, de apenas diecisiete años, se casó con él. Pero por muy breve que haya sido el noviazgo, el estado real del matrimonio fue aún más breve.
Helena, ahora Madame Blavatsky, se escapó y comenzó a viajar por el mundo. Primero vestida de grumete y escondida en la bodega de un vapor, fue de Odessa a Constantinopla donde se reunió con la condesa K____, una antigua conocida suya con quien viajó por Egipto, Grecia y otras partes.
En Egipto, HPB conoció a un viejo copto que se decía que era mago y quien le dio instrucciones en asuntos ocultos. Sus familiares en Tiflis, en Caucasia, no sabían dónde se hospedaba, pero ella mantuvo correspondencia con su padre quien pagó sus gastos de viaje.
En 1851 se fue a Canadá y vivió durante algún tiempo con una tribu india. Desde allí fue a Nueva Orleans donde fue testigo de las hazañas de brujería vudú realizadas por hombres negros. Luego se abrió camino a través de Texas, México y las Indias Occidentales. En 1853 llegó a Bombay, India.
Su intento de llegar al Tíbet en compañía de un inglés y un chela hindú a través del Nepal no tuvo éxito. Así que fue al sur de la India y de allí a Inglaterra, y luego de nuevo a los Estados Unidos donde vivió en Nueva York, Chicago y San Francisco.
En 1855 volvió a navegar por Japón y China hacia las Indias Orientales desembarcando en Calcuta.
En 1856 conoció a tres alemanes que viajaban en busca de estudios místicos en Lahore, y viajó con ellos y un chamán tártaro a Cashemire y Leli, en Ladakh, donde fue testigo de las hazañas ocultas más asombrosas y que posteriormente ella describió en Isis Develadas (ver vol. II., p.599-626). El chamán la llevó a ciertas regiones visitadas por pocos europeos. Luego dejó la India en 1857, poco tiempo antes de la rebelión.
En 1858 viajó por Francia y Alemania hasta Rusia. En 1866 volvió a la India y logró llegar al Tíbet. Y de allí se fue en 1871 de nuevo a Nueva York. Durante su estancia en el Tíbet, se dice que vivió con los Adeptos y fue instruida personalmente por ellos. (2)
Al viajar por América, México, Egipto, India y muchas otras partes de Asia (viajes que aún son poco conocidos) Blavatsky tenía en vista el objetivo principal de obtener información sobre los temas ocultos.
En 1875 se fundó la Sociedad Teosófica en Nueva York donde el coronel Olcott era el presidente, y unos años más tarde la sede se trasladó a la India; primero a Bombay y luego a Adyar, cerca de Urur, una aldea en Madrás.
Allí Blavatsky vivió y escribió hasta 1885, cuando partió hacia Italia acompañada del autor de este boceto. Estuvimos un mes en Torre del Greco, cerca de Nápoles. Y luego ella se mudó a Wuerzburg en Alemania, luego a Ostende en Bélgica, y finalmente a Londres donde murió el 8 de mayo de 1891.
La adulación ofrecida por sus devotos a la personalidad de Blavatsky es tan tonta, al igual que las difamaciones pronunciadas contra ella por ciertos engreídos incapaces de diferenciar entre la herramienta y el maestro que trabajó a través de ella.
HPB tenía el hábito de expresar su opinión con franqueza y a veces sus comentarios les llegaban a algunos en sus puntos dolorosos, y esto solía ofender más seriamente a quienes eran más susceptibles. Sin embargo sus adversarios más implacables se encontraron entre ciertos aspirantes al discipulado quienes en su arrogancia se les inflaba el ego con la vanagloria de convertirse en grandes Adeptos, pero que cuando se tenían que confrontar con sus defectos, la realidad les derrumbaba sus ilusiones y muy enojados por la herida ellos se volvían acérrimos enemigos de Blavatsky.
¿Y los fenómenos que ella produjo?
A esa pregunta yo respondo que si fueron verdaderos, pero también añado que si el fin de las aspiraciones de Blavatsky hubiera sido solamente la satisfacción de asombrar al mundo con los fenómenos ocultos que ella produjo, y si hubiera sido la misión de la Sociedad Teosófica investigar la autenticidad de tales fenómenos, y si hubiera existido la intención de hacer dinero exhibiendo al público fenómenos falsos; entonces si tal hubiera sido la intención de HPB, una investigación profunda sobre la naturaleza de esos fenómenos producidos por ella podría ser de importancia. Pero dado que ese no fue el caso, el estudio de esos fenómenos no es importante.
Para Blavatsky los fenómenos no eran más que un medio para lograr su fin, a saber el de motivar a la humanidad a abandonar las oscuras cuevas del materialismo y la superstición, y de inducir a las personas a investigar sus propios sistemas de religión de una manera más profunda, y sobre todo buscar esa sabiduría superior que no se encuentra ni en libros, ni en ningún fenómeno cualquiera, ni en ningún otro lugar que no sea dentro del propio Ser divino del hombre.
Tal era el objetivo que tenía Blavatsky a la vista. Su intención era llevar al humano a pensar por sí mismo, independientemente de cualquier creencia en la autoridad; y de esta forma adentrar a los humanos al templo de Dios dentro de su propio ser interior donde mora el Espíritu de la Verdad.
Y la doctrina que ella defendía no eran otra cosa más que la que todos los sabios del mundo han enseñado alguna vez, incluido Sócrates, y es esta: "¡Hombre conócete a ti mismo!"
Ya que dentro de nuestro propio ser se encuentra la salvación y quien se encuentra verdaderamente a sí mismo, encuentra a Dios y la inmortalidad; y quienquiera que enseñe a los hombres a andar por ese camino correcto que conduce hacia el conocimiento superior, o que los induzca a buscarlo por sí mismos, es un salvador de la humanidad.
Visto así, H.P. Blavatsky me aparece como un miembro más de esos salvadores, una benefactora de la raza humana, en presencia de cuyo gran espíritu todos los defectos y debilidades de su personalidad se desvanecen en la insignificancia.
La Sociedad Teosófica puede dejar de existir, habiendo pocas personas lo suficientemente maduras para realizar los ideales sostenidos como la meta de la Teosofía, y el nombre de Blavatsky puede hundirse en el olvido; pero las señalizaciones que esparció para allanar el camino hacia la luz de la Verdad nunca más obstaculizarán el camino del progreso hacia esa luz.
Muchos de los descubrimientos descritos en la obra de Blavatsky, "La Doctrina Secreta" han sido corroborados por la ciencia académica después de su fallecimiento, y muchas de sus profecías se han cumplido. Fue ella quien amplió el horizonte científico del mundo, fue ella quien elevó la religión a una plataforma mental superior, y por lo tanto fue ella quien estableció una conexión entre la ciencia real y el espíritu de la religión verdadera.
¡Que su Manas descanse para siempre en paz!
Notas
- Véase "Lotusbluethen", 1893, vol. 1
- El autor ha extraído estos eventos en parte de la propia narrativa de HPB y en parte de los informes hechos por la Sra. Jelihovsky, quien fue la hermana de Blavatsky.
»
Este texto inicialmente se publicó en la revista alemana "Theosophischer Wegweiser", y posteriormente se tradujo y publicó en la revista neoyorquina "The Word" de noviembre de 1906, p.96-102.
4. Opinión de Hartmann sobre Blavatsky
El editor de la revista "The Word" le pidió al Dr. Hartmann que le dijera su sincera opinión sobre Blavatsky, y el Dr. Hartmann se la dio enviándole la siguiente carta:
« Al editor de The Word:
Estimado señor:
He recibido su petición donde me pide que escriba un artículo acerca del verdadero carácter subyacente de H.P. Blavatsky y de su objetivo en la vida.
Esa tarea es muy difícil porque hay dos clases de lectores y ninguno de los cuales desea escuchar la verdad: están los fanáticos admiradores de Blavatsky que por así decirlo, hacen de ella un objeto de culto idólatra, y si dijera algo que indicara que ella no era una santa perfecta, ellos me considerarían un renegado, un traidor o lo que fuera. Y del otro lado están sus enemigos que la convierten en una mentirosa, en una impostora, en una plagiadora y peor aún. Pero ambos grupos están lejos de la verdad.
H.P. Blavatsky no era ni una santa ni un demonio, y tampoco pretendía serlo. Ella era un ser humano que tenía muchas cualidades agradables y quizás algunas desagradables; pero sobre todo era una iniciada, y además una persona dotada de una mediumnidad tan poco frecuente que eso le permitió vivir en la frontera entre dos mundos, visitar ambos y ponerlos en comunicación entre sí.
Ya se ha escrito bastante sobre su personalidad, pero hay que decir que quien no la conoció personalmente no podrá juzgarla correctamente. En cuanto al conocimiento de su verdadero carácter subyacente, la única forma de juzgarlo es estudiando sus escritos y esto dejará claro a cualquier mente sin prejuicios que sus enseñanzas se inspiraron en una fuente más elevada que en su propio estudio o especulación personal.
Las cosas que ella escribió le fueron instruidas por alguna inteligencia superior. Si esta inteligencia era su propio Yo Superior, o como ella afirmó algún adepto que vivía en el Tíbet, no podemos saberlo con certeza, y menos aún demostrárselo a otros. Pienso que es bastante cierto, como ella dijo, que muchas de las cosas que ella escribió fueron escritas por ella mientras su cuerpo dormía.
Ella escribió correctamente en latín, griego, hebreo, sánscrito y otros idiomas, que ni siquiera podía leer mientras se encontraba en su estado normal, y dudo mucho que ella en su personalidad inferior hubiera entendido completamente todo lo que alguna vez escribió en su Doctrina Secreta, si alguna vez hubiera intentado estudiarlo.
Viví como huésped de H.P. Blavatsky en la sede de Adyar de 1883 a 1885. Fui con ella a Europa, me quedé con ella durante un tiempo en Toure del Greco, en Nápoles. La vi después repetidamente en Wurzburg y Londres, y la vi lo suficiente como para estar convencido de que ella era la persona más extraordinaria que he visto en mi vida, y que ella estaba en posesión de poderes ocultos muy peculiares, como la lectura del pensamiento, la respuesta a preguntas, etc.
Previamente yo había estado investigando los fenómenos espiritistas durante quince años en los Estados Unidos antes de ir a la India, y los fenómenos que presencié en presencia de H.P. Blavatsky no eran nada nuevo para mí. No me importaba saber si las "letras ocultas" que recibí tenían su origen en el cerebro de Blavatsky o si fueron "precipitadas" por algún adepto tibetano o alguno de sus discípulos, solo me interesaba su contenido.
En cuanto a la pregunta:
¿Cuál fue su objetivo en la vida?
Le respondo que sin duda su objetivo fue difundir las enseñanzas teosóficas por todo el mundo, hacer que las personas pensaran por sí mismas y guiarlas en su camino hacia la búsqueda de la verdad.
Este objetivo era para ella primordial y superior a todas las demás consideraciones, y pudo haber tenido razón al pensar que un objetivo tan elevado justificaba los medios para lograrlo, especialmente si esos medios nunca le hicieron daño a nadie.
Su ambición de llevar a la humanidad hacia una concepción superior de la vida, de derrocar la superstición científica y religiosa, y hacer que la gente se dé cuenta de la presencia del Espíritu divino dentro de cada uno de nosotros, la llevó a vulgarizar la alta filosofía del Oriente y actuar en contra del mandamiento de la Biblia contenido en Mateo, VII., 6, circunstancia que lamentó hasta el final de sus días.
(Observación de Cid: es el versículo que dice "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen".)
H.P. Blavatsky tenía una imaginación poderosa y era muy impulsiva y obstinada. A veces esto puede haberle causado problemas, pero en su personalidad mortal no era más que una sirvienta de un poder superior cuya naturaleza sólo podemos juzgar por lo que enseñó a través de su instrumento que fue Blavatsky.
Sus defectos personales, si los tenía, son los suyos; pero en cambio sus enseñanzas pertenecen al mundo, y con su muerte hemos perdido a una mente maestra que acercó las verdades espirituales a nuestro entendimiento intelectual y exhibió las enseñanzas de los antiguos sabios y místicos en una forma moderna y comprensible.
Requiescat in pace [descansa en paz]
Franz Hartmann. »
Esta carta se publicó en esa revista en la edición de mayo de 1907, p.72-73.
5. Blavatsky descrita en la autobiografía del Dr. Hartmann
En su autobiografía hubo una sección donde el Dr. Hartmann escribió acerca de Blavatsky y a continuación se las transcribo:
« Ya se ha escrito mucho sobre H.P. Blavatsky, aunque podría tal vez, ser excusado de ahora agregarle algo, especialmente porque estoy bastante seguro de que nadie podrá juzgar su carácter extraordinario correctamente, a menos de que haya sido íntimamente familiarizado con ella.
Para un ocultista, capaz de ver "más allá del velo", su personalidad era extremadamente interesante. Para mí, ella siempre apareció como un gran espíritu, una sabia e iniciada que habitaba el cuerpo de un niño caprichoso adulto, muy amable en general, pero también a veces muy irascible, ambiciosa y de temperamento impetuoso, pero fácil de llevar y sin importarle para nada los convencionalismos de cualquier tipo.
En su aspecto superior, ella parecía estar en posesión de la más alta sabiduría oculta y de un conocimiento obtenido, no por la lectura de libros o por la racionalización, sino por la iluminación interior y la percepción directa de la verdad.
Ella parecía saberlo todo sin haber leído nunca nada, y como si todo el universo fuera para ella como un libro abierto. Además ella se mostraba tan habil en el plano astral como en el plano físico. Sin embargo, ella no pretendía ser una experta en nada, sino solo un instrumento consciente de un poder inteligente superior a su propia personalidad.
Ella solía decir:
- "Mi aprendizaje es de mi Maestro. Yo no soy más que un reflector de la luz luminosa de él."
Para mí, parece que este Maestro era su propio ser superior y que todos tienen una luz oculta dentro de su propia alma, pero no todos son conscientes de ello.
Se puede comparar a los hombres y a las mujeres con linternas en las que existe tal luz; pero en algunos es solo una chispa que aún no se ha descubierto, mientras que en otros la mecha arroja un brillo tenue, y en algunos otros casos da una luz brillante que brilla a través del cristal.
Y muchos de los que presumieron juzgar el carácter de Madame Blavatsky solo podían ver el brillo de la "linterna", pero estaban ciegos a la luz contenida en ella.
Así, Madame Blavatsky parecía ser dos o más personas diferentes que se manifestaban en un solo cuerpo, y no tengo dudas de que su ser interno real o permanente estaba en comunicación con otras inteligencias superiores existentes, y que así podían comunicar sus conocimientos a través de ella.
Estas Inteligencias o Maestros, ella afirmó que eran ciertos Adeptos que aún vivían en el Tíbet y poseían grandes poderes ocultos, como impresionar en las mentes a distancia con lo que ahora se llama "telepatía", o salir en sus formas astrales y materializarse, o utilizar a sus discípulos para la producción de fenómenos ocultos, etc.
Todas esas cosas, que hace algunos años parecían increíbles, ahora parecen bastante posibles gracias a las recientes investigaciones en las ciencias ocultas, las cuales han arrojado bastante luz sobre este tema. Y mi propia experiencia en esta línea me ha convencido de que tales Maestros existen.
Por ejemplo, he estado presente en ciertas ocasiones cuando el Maestro se le apareció a ella, y ella habló con él. Yo no podía verlo con los ojos, pero sentía su presencia, y su influencia impregnó todo mi ser y me llenó de una sensación de felicidad indescriptible que duró varios días. Y su poder despertó dentro de mí un estado superior de conciencia, y me hizo sentir en ocasiones como si esa consciencia fuera mía y yo mismo fuera el Maestro.
Se han escrito muchas tonterías sobre los fenómenos ocultos producidos por Madame Blavatsky, por parte de sus enemigos y por otros que les daban una importancia indebida. Ella no era un "médium espiritual" produciendo fenómenos bajo condiciones de prueba con el propósito de probar su realidad, ni recibió ningún dinero por ello.
Todos los fenómenos que presencié en su presencia fueron indudablemente genuinos, pero si es cierto que ocasionalmente se ayudaba de los espíritus quienes jugaban algún truco. Sin embargo no la criticaría demasiado severamente por eso, debido a que su único propósito era inducir a las personas a estudiar las leyes superiores de la vida, a elevarlas a una concepción más avanzada de la verdad eterna y enseñarles a pensar por ellas mismas.
Ella quería llamar la atención del mundo por todos los medios posibles a las enseñanzas superiores que le fueron dadas por los Maestros, y los fenómenos no eran para ella más que los dulces, con los cuales ella incitaba a las personas para querer aprender más sobre esos temas. Y también se puede afirmar que las acusaciones que le hicieron las personas ignorantes y no espirituales a menudo eran de un absurdo increíble y extremadamente egoístas.
Hubo uno que insistió en que ella debía contactar con los santos del Himalaya para que le aseguraran que su esposa diera a luz a un hijo, otro para que le consiguiera una cita de pago en una oficina del gobierno, otro quería encontrar un comprador para su casa, otro quería un buen lugar para abrir una tienda de venta de queso, etc. Y si tales "buscadores de la verdad" no recibían una respuesta favorable, pronto se convertirían en sus enemigos, pero ellos no tenían nada que ver con las enseñanzas de la sabiduría.
Por lo tanto, no es de sorprenderse que H.P. Blavatsky a veces se divirtiera burlándose de esos tontos. De hecho, su sentido del humor era muy bueno, y uno de sus lados objetables era que le encantaba hacer ese deporte incluso con sus mejores amigos. Y aunque ella, hasta donde yo sé, nunca había tomado lecciones de dibujo, a veces dibujaba caricaturas que no carecían de valor artístico y retratos fácilmente reconocibles.
Uno de ellos representa el examen para la iniciación de un miembro destacado de la Sociedad Teosófica. Evidentemente el candidato fue incapaz de responder las preguntas que el maestro KH le hizo, y miró con una mirada melancólica una botella de champán y una bailarina, como si fuera muy reacio a abandonar los placeres de esta vida.
Y con relación a la iniciación, Madame Blavatsky hizo un dibujo donde un elemental sostiene una vela, y a lo lejos está el Maestro M. y aún más lejos, ella, sentada sobre un elefante.
LA INICIACIÓN
Caricatura dibujada por Blavatsky
Ya en el primer día después de mi llegada a Adyar recibí a través de Madame Blavatsky una prueba inesperada e irrefutable de sus poderes. Fui a su habitación y la encontré escribiendo. Sin desear molestarla, me senté cerca de la ventana y pensé en una amiga mía que había muerto en Galveston hace unos años atrás, preguntándome qué había sido de ella.
Noté que Madame Blavatsky giró su papel y parecía jugar con su lápiz en un estado de distracción con una mirada lejana. Luego me entregó el papel, y éste contenía la respuesta a mi pregunta en la forma de un dibujo que representaba el cadáver de mi amiga extendido en el suelo y un elemental parado a su lado, observando el escape del alma astral, mientras el paso de su espíritu a las esferas superiores estaba indicado por un arcoíris.
Y evidencias similares de su poder oculto recibí a menudo. Algunas veces era por medio de la escritura directa producida por alguna entidad invisible. Y cartas enteras escritas de esa manera fueron encontradas en mi escritorio cerrado. Pero estos fenómenos no eran nada nuevo para mí, ya que los había visto a menudo en los Estados Unidos durante mi incursión en el espiritismo. Por lo que no los miré con sospecha de que se tratara de un engaño. Truco o no truco era lo mismo para mí, porque yo solo estaba interesado en el contenido de las cartas y no en la forma en que éstas fueron escritas y enviadas a mí.
Vi una gran cantidad de fenómenos ocultos que tuvieron lugar en su presencia. Pero lo más sorprendente de todos los fenómenos fue para mí el hecho de que ella pudo escribir artículos sobre temas ocultos para la revista The Theosophist y entregar sin ninguna preparación previa conferencias públicas que encontraron audiencias interesadas y apreciativas en la India y luego en los Estados Unidos, Alemania y Italia. Y esto a pesar de que ella nunca había hablado en público antes de llegar a la India. »
Esta autobiografía se publicó en la revista londinense "The Occult Review" de enero de 1908, p.18-23.
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