EXPERIMENTOS DE CLARIVIDENCIA EN DONDE PARTICIPÓ EL CORONEL OLCOTT


(En su libro "Las Hojas de un Viejo Diario III", el coronel Olcott relató varios experimentos que efectuó con un escoses llamado E.D. Ewen quien tenía su clarividencia por momentos activada.)


La noche del 28 de mayo de 1884, en una casa en Londres a la cual habíamos sido invitados Mohini y yo, ensayé el experimento, hoy famoso, efectuado por el señor E.D. Ewen, de Escocia, para probar la naturaleza del pensamiento y su proceso de evolución, que ya he descrito en varias ocasiones, pero que está en su verdadero lugar dentro de este ensayo histórico detallado.

Este experimento no debo omitirlo, sobre todo teniendo en cuenta que interesó entonces a sir Guillermo Crookes y al profesor Balfour, así como a otros sabios.

Los que hayan leído el libro "El Universo Invisible, o las especulaciones físicas sobre un futuro estado" de Balfour Stewart y Peter GuthrieTait, recordarán haber visto en esa sugestiva obra, que la producción del pensamiento está acompañada por una especie de descarga galvánica en la sustancia gris del cerebro, y que como dicha vibración pasa al éter más allá del cráneo sin que nadie pueda decir hasta dónde llega, es concebible que un pensamiento humano pueda afectar a un planeta lejano.

(Hago esta cita de memoria, escribiendo en medio del océano, y hace bastantes años que no leo ese libro, pero imagino haber presentado la sustancia de la idea propuesta por aquellos eruditos autores.)

En aquel tiempo, no era, según creo, más que una hipótesis científica que todavía no había sido confirmada por la experiencia. Mi objetivo era precisamente ver si podía obtener hechos que arrojasen alguna claridad sobre ese gran problema.


El señor Ewen ha heredado de sus antepasados el don de la segunda vista, aunque sin poder servirse de él a voluntad, sino que se presenta de pronto un buen día, al despertarse, y ese día percibe clarividentemente; pero al otro día desaparece y no puede recuperarlo; tiene que esperar que vuelva naturalmente.

Por lo general, cuando su clarividencia está activa, eso le dura todo el día.




Ewen ve clarividentemente como Olcott cura a una enferma

Entonces yo administraba un tratamiento psicopático a una señora, autora muy conocida, atendiendo a los insistentes ruegos de su marido, y un día llevé conmigo a Ewen con permiso de dicha señora, que tenía que guardar cama.

Entonces ella permaneciendo acostada, yo comencé mi tratamiento energético en presencia del señor Ewen.

Le hacía los “pases longitudinales” desde el pecho hasta los pies, pera no siempre con intención magnética, es decir poniendo en ellos una voluntad concentrada, sino que a veces los hacía mecánicamente sin que por eso los pases fuesen diferentes.

Con gran sorpresa mía, Ewen dijo de pronto que veía que mi mente no estaba siempre igualmente fija en mi operación: que unas veces yo hacía salir mi fluido y otras veces no, y que la diferencia era muy grande.

En seguida puse a prueba sus poderes pero resultó que sin error él distinguía mis pases sinceros de los figurados. Esta fue la descripción de lo que él veía:

El cuerpo de la enferma estaba envuelto en un aura azulada, pálida, que parecía elástica y capaz de ceder a la presión como un globo medio desinflado de los que usan los niños para jugar.

Sobre la región de la pelvis, sitio de la dolencia de la señora, el aura se volvía amarillenta.

Cuando yo hacía los pases curativos poniendo en ellos mi voluntad, se escapaban de mis dedos corrientes de fuerza vital. Esas corrientes eran fuertes, transparentes y del color de un zafiro claro y brillante.

Cuando esas corrientes se encontraban con la pálida y azulada aura de la enferma, dicha aura oponía una débil resistencia pero era vencida por la impetuosa fuerza de las corrientes, y se veía muy pronto mezclada con ella, reforzada en su color y puesta en un estado de vibración rápida.

Resultaba de ello una tonificación general del sistema de la enferma y el nacimiento de una tendencia hacia la convalecencia.


Estoy convencido de la exactitud de esa descripción, y la verdad es que en el caso del cual hablamos, la enferma en lugar de permanecer en cama durante varios meses (como su médico había predicho) ella al cabo de una decena de días se levantó y anduvo.

Desde la primera sesión del tratamiento la mejoría fue tan notable que el médico se quedó estupefacto en su primera visita siguiente a la sesión, y le dijo a la señora que en su constitución había algo sorprendente, que en su máquina corporal tenía algún "resorte" suplementario desconocido del común de los mortales.

Esto ella me lo comunicó al día siguiente por medio de una alegre carta, agregando que con su enfermera ella se había reído de las ilusiones del médico acerca del éxito de sus remedios y de su ignorancia de mi tratamiento, que era lo que justamente proporcionó el “resorte” maravilloso.





Ewen ve clarividentemente cuando personas concentran su pensamiento

La noche de mi visita con Ewen a la señora M.C., vino a buscarme el señor Heriberto Stack para concertar una reunión con la comisión de la Sociedad para las Investigaciones Psiquicas de Londres (S. P. R.)

Y como el Sr. Stacks era un hombre de vasta cultura y de gustos científicos, le hablé de los poderes de Ewen y le sugerí que sería una buena ocasión para ver si la teoría de Stewart y Taite era acertada.

Como nuestro escocés se hallaba todavía en posesión de su visión clarividente y accedió a tomar parte en el experimento, convinimos lo siguiente: nos sentaríamos en el pequeño salón del fondo, sin luz, él con la espalda contra la pared a la derecha de las puertas de corredera, y nosotros frente a él contra la pared opuesta.

Uno de nosotros concentraría su pensamiento sobre cualquier cosa, y si Ewen podía percibir el momento de la concentración, entonces pronunciaría la palabra “¡ahora!”, y así veríamos todos hasta donde alcanzaba su capacidad de clarividencia.

Hacíamos que sólo pronunciase esa palabra para evitarle la necesidad de un esfuerzo mental sostenido mientras su conciencia funcionaba en un plano superior.

Los experimentos ensayados con el señor Stack fueron coronados de éxito; el clarividente notó exactamente el momento de la concentración.

Entonces el señor Stack me pidió que ensayase yo, diciendo que yo tenía más que él la costumbre de hacer esos ejercicios mentales.

Cuando íbamos a comenzar, se me ocurrió que si yo le daba la mano al señor Stack y se la apretaba en el momento de concentrar mi pensamiento, ambos sabríamos al mismo tiempo si los poderes de Ewen eran verdaderos, y la evidencia de ellos sería doblemente fuerte.

Tomé la mano del señor Stack, y después de algunos instantes para reunir mis ideas, concentré la mente.

Instantáneamente, antes de que hubiera tenido tiempo de hacer contraer los músculos de mis dedos, Ewen exclamó “¡ahora!”, y el experimento en esa ocasión falló.

Esto me molestaba porque un secreto instinto me hacía desear que el hombre de la comisión de la S. P. R. recibiese por sí mismo una prueba de ese valor. Pero su ingenio se halló a la altura de la situación porque el señor Stack me propuso que él tendría mi mano y daría por sí mismo la señal para la concentración.

Eso tuvo éxito me apretó la mano, fijé mi pensamiento, e igual que las otras veces, Ewen distinguió el preciso momento de la concentración.





Ewen ve clarividentemente hacia donde se dirigen los pensamientos

Aquella prueba estaba bien, y cada uno de nosotros poseía dos pruebas, pero para continuar el experimento propuse averiguar si Ewen podía ver la dirección del pensamiento, si éste se fijaba en un punto cualquiera de una de las dos habitaciones.

Los dos ensayos tuvieron éxito.

La primera vez Ewen dijo: “Creo que su pensamiento está dirigido sobre el techo, encima de mi cabeza”.

Y la segunda vez Ewen dijo: “Veo a la corriente de pensamiento que pasa a mi izquierda como si fuese dirigida hacia un punto del salón grande”. 

Ewen tenía razón; la segunda vez el pensador había dirigido su atención hacia la señora de Steiger, que estaba sentada en el extremo del salón iluminado.


La descripción hecha por Ewen de la corriente luminosa de pensamiento, era muy interesante.

Cuando alguien fija su mente en un objeto que no le interesa, se ve salir un resplandor de su cerebro, como esos estremecimientos luminosos de las nubes cargadas de electricidad en las cálidas noches de verano.

Pero en cambio cuando la mente envía su aura al exterior hacia un lugar determinado, un rayo surge del cerebro hacia su destino, como la punta de un relámpago durante una tormenta.





Epílogo

Hay que recordar que estas revelaciones son de mayo del año 1884; entonces no fueron corroboradas por nadie, pero me parece que la exactitud de las observaciones del señor Ewen fue plenamente probada doce años después por las de otros investigadores de las Ciencias Ocultas, mucho más competentes, como pronto se verá.


El espíritu altamente científico de sir Guillermo Crookes no podía dejar de interesarse por hechos de esta naturaleza, que abrían el camino hacia un magnífico campo de investigaciones psíquicas.

Llevé al señor Ewen a casa del señor Crookes al otro día por la mañana, y le conté los experimentos que había hecho con el señor Stack.

Él contestó con franqueza que aquella era una cosa importante y que desearía seguirla, en el caso de que el señor Ewen quisiera tener la amabilidad de prestar su concurso a ese estudio.

Deseaba aclarar más la naturaleza física de la corriente de pensamiento, observando si pasaría sin refracción a través del vidrio o de otras sustancias, si la onda luminosa podría ser concentrada por una lente, reflejada par un espejo, etc. En resumen, saber si el pensamiento poseía en el plano físico propiedades que permitieran someterle al control de los aparatos de laboratorio.

Como escribo de memoria, sin notas y a tantos miles de millas de Londres, reclamo la indulgencia de sir Guillermo Crookes por las inexactitudes de algunos detalles que podrían haberse deslizado en mi relato de estos incidentes ocurridos hace catorce años.

Desafortunadamente la clarividencia del señor Ewen no se había manifestado esa mañana y él debía salir esa tarde para Escocia, de suerte que no podía prestarse a los experimentos deseados, con gran pesar suyo porque se interesaba mucho por esa rama de estudios científicos y no tenía necesidad de que lo alentasen.


El señor Stack y yo presentamos nuestro informe sobre esos experimentos preliminares, en una gran reunión de la S. P. R., la noche del 28 de mayo, fijando así la historicidad del hecho.


(Capítulo 11)










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