Sobre
este asunto, en su libro “Principios de
salud y curación”, Max Heindel escribió lo siguiente:
« Como ya hemos dicho antes en relación
con este asunto, el Cristo espiritualizó el cuerpo de Jesús tan intensamente y
lo puso tan vibrante, que era casi imposible mantener las diferentes partículas
en su lugar durante su ministerio.
Según
dijimos, una vida mundana aumenta la proporción de los éteres inferiores en el
cuerpo vital, en perjuicio de los superiores.
Y
si además de llevar lo que se llama una "vida sana", se evitan todos
los excesos, la salud durante la vida física será más perfecta que la del
aspirante a la vida superior, porque la actitud de este último con respecto a
la vida forma un cuerpo vital compuesto principalmente por los éteres
superiores.
Él
ama “el pan de la Vida” más que el sustentó físico, y por consiguiente, su
cuerpo físico se va sensibilizando intensamente, llegando a un estado de
sensibilidad delicada y nerviosa que favorece grandemente sus objetivos
espirituales, pero que es muy duro de soportar desde el punto de vista
material.
Pero
en la mayoría de los seres humanos existe tal preponderancia hacia el egoísmo y
un deseo tan vehemente de sacar el mayor partido posible de la vida, que se
encuentran siempre ocupados, ya sea manteniendo al lobo fuera de la puerta, o
bien acumulando bienes y cuidándolos. Y de ahí que tengan poca o ninguna
inclinación a ocuparse de la cultura del alma, tan necesaria para el verdadero
éxito en la vida.
Por
lo tanto, es tan poco lo que persiste después de cada vida de la mayoría de los
seres humanos, y la evolución resulta tan terriblemente lenta, que hasta que
uno sea capaz de contemplar la muerte desde las más elevadas regiones del Mundo
Mental Concreto, mirando, por así decirlo, hacia abajo, parecería que en
realidad nada se salva de ese cuerpo vital.
Este
cuerpo parece como si volviera completo al cuerpo físico, para flotar sobre la
tumba, desintegrándose simultáneamente con aquél. Pero, en puridad de verdad,
una parte siempre creciente se adhiere a los vehículos superiores y va con
ellos al Mundo del Deseo, para servir de base a la conciencia allí,
subsistiendo a lo largo de la vida en el Purgatorio y el Cielo, y durando
generalmente hasta que el ser humano penetra en el segundo cielo y se une allí
con las fuerzas naturales en sus esfuerzos por crearse un nuevo medio circundante.
Y
para ese tiempo ha sido ya absorbido por el espíritu, o casi, y pronto se
disuelve y desaparece lo que pudiera quedar de naturaleza material. »
(Capítulo
5)
OBSERVACIÓN
Desafortunadamente lo que dijo aquí Max Heindel, él lo
está inventando porque en realidad los éteres no existen debido a las razones
que les explico en este otro capítulo.
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