El
átomo prismático vital sería la contraparte etérica del átomo físico, y sobre
este tema, en su libro “Principios ocultos de
salud y curación”, Max Heindel escribió lo siguiente:
« Durante la vida, cada átomo prismático
vital compenetra un átomo físico y lo hace vibrar. Y para hacerse una idea de
esta combinación, podemos imaginarnos una canasta de alambre curvado en forma
espiral, que fuera de un polo al otro.
Éste
es el átomo físico, el que está formado de manera muy parecida al de nuestra
Tierra, y el átomo prismático vital queda insertado desde arriba, que es el
punto más ancho y que correspondería al polo norte de nuestra Tierra.
Así
pues, la punta del prisma penetra en el átomo físico en el punto más estrecho,
que corresponde al polo sur de la Tierra, y todo el conjunto se parece a un
trompo que gira y bambolea a la vez que vibra intensamente. Así es como nuestro
cuerpo se llena de vida y es capaz de moverse.
(Observación:
aquí Max Heindel está haciendo referencia al
átomo imaginado por Edwin Dwight
Babbitt y presentado en 1878 en su libro “Los
principios de la luz y el color”.
Y
esto muestra la gran ignorancia de Max Heindel y su profundo desinterés por la ciencia debido a que desde inicios del siglo XX, los físicos ya sabían que el átomo no tenía esa forma.
O sea que Max Heindel simplemente le copió lo que escribió Charles Leadbeater, quien
a su vez se le copió a Edwin Babbitt, y Max Heindel no hizo ningún esfuerzo por investigar más al respecto.)
Los
éteres luminoso y reflector son los conductores de la conciencia y de la
memoria. Y en el individuo corriente se encuentran un tanto atenuados y no han
tomado todavía una forma definida. Interpenetran el átomo en la misma forma en
que el aire ínter penetra una esponja y forma algo así como una ligera
atmósfera áurica por fuera de cada átomo.
Ya
ha quedado demostrado por la ciencia material que los átomos de nuestro cuerpo
denso están cambiando constantemente, de tal manera que toda la materia que
compone actualmente nuestro vehículo habrá desaparecido en unos pocos años, a
pesar de lo cual las cicatrices y otras manchas siguen conservándose desde la
niñez hasta la ancianidad.
La
razón de este fenómeno reside en que los átomos prismáticos que componen nuestro
cuerpo vital permanecen sin cambio alguno desde la cuna hasta la tumba. Siempre
se encuentran en las mismas posiciones relativas; esto es, los átomos etéricos
prismáticos que hacen vibrar a los átomos físicos de los dedos de los pies o de
las manos, no cambian de situación y se van a otras partes del cuerpo, sino que
permanecen exactamente en el mismo lugar en que fueron colocados al principio.
Una
lesión en los átomos físicos implica una impresión similar en átomos etéricos
prismáticos. La nueva sustancia física que se modela sobre ellos continúa
entonces tomando la forma y la contextura similares a los que tenía
originalmente.
Estas
observaciones se aplican exclusivamente a los átomos prismáticos que
corresponden a los sólidos y los líquidos en el Mundo Físico, porque asumen
cierta forma definida que conservan. Pero, además, en la actual etapa de la
Evolución, cada ser humano tiene cierta cantidad de éteres luminoso y
reflector, que son los vehículos de la percepción sensorial y de la memoria, entremezclados
en su cuerpo vital.
Podríamos
decir que el éter luminoso corresponde a los gases del Mundo Físico, y la mejor
descripción que podríamos dar del éter reflector es la de llamarlo
hiperetérico. Es una sustancia vacua, de color azulado, que se parece por su
color al centro azulado de una llama de gas. Aunque se presenta como si fuera
transparente y pareciera revelar todas las cosas, en realidad oculta todos los
secretos de a Naturaleza y de la Humanidad.
Los
éteres luminosos y reflector son de naturaleza exactamente opuesta a la de los
átomos etéricos prismáticos y estacionarios. Son volátiles y migratorios. Sea
cual fuere la cantidad que el ser humano posea de estas substancias, siempre
son la fructificación o cosecha de las experiencias de su vida.
Dentro
del cuerpo se mezclan con la sangre, y cuando han ido creciendo merced al
servicio y al sacrificio que se hace en la escuela de la vida, de manera que ya
no puedan quedar contenidos dentro del cuerpo, se los puede observar fuera de
este como un cuerpo anímico coloreado de oro y azul. »
(Capítulo
2)
OBSERVACIÓN
Desafortunadamente lo que dijo aquí Max Heindel es falso porque
en realidad los éteres no existen debido a las razones que les explico en este
otro capítulo.
(Link)
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