Sobre
este tema, en su libro “Principios de
salud y curación”, Max Heindel escribió lo siguiente:
« En el momento de la muerte, cuando el
átomo simiente que se encuentra en el corazón y que contiene todas las
experiencias de la vida pasada en forma panorámica, se libera, el espíritu
abandona el cuerpo físico llevándose consigo todos los cuerpos sutiles. Y queda
como flotando sobre el cuerpo material muerto, desde unas cuantas horas hasta
tres días y medio.
El
factor que determina este periodo es el vigor del cuerpo vital, el vehículo que
constituye el cuerpo anímico de que se habla en la Biblia. Entonces se presenta
una reproducción pictórica de la vida, un panorama en orden invertido, de la
muerte al nacimiento, y esas imágenes se graban en el cuerpo de deseos por
intermedio del éter reflector del cuerpo vital.
Durante
este tiempo la conciencia del espíritu está concentrada en el cuerpo vital, o
por lo menos, debe estarlo, y por lo tanto, no experimenta sentimiento alguno
acerca le la materia. El panorama que se imprime en el vehículo de la sensación
y de la emotividad, el cuerpo de deseos, es la base del sufrimiento
subsiguiente en la vida del Purgatorio ocasionada por las malas obras, y del
goce que se siente en el Primer Cielo, como resultado de las buenas obras
llevadas a cabo en la vida que ha expirado.
Las
investigaciones realizadas en los últimos años han revelado el hecho adicional
de que existe otro proceso que se produce en esos días importantes que siguen a
la muerte. En el cuerpo vital se produce una separación similar a la que causa
la “iniciación”, de tal manera que la parte de ese vehículo que puede llamarse
“alma” se une con los vehículos superiores y constituye así la base de la
conciencia en los Mundos Invisibles, después de la muerte.
Mientras
que la parte inferior, que queda descartada, en la gran mayoría de los casos,
vuelve al cuerpo físico y queda flotando sobre la tumba del mismo, en la forma
indicada en el libro "El Concepto Rosacruz del Cosmos".
Esta
división del cuerpo vital no es la misma en todas las personas, sino que
depende de la naturaleza de la vida que se ha llevado y del carácter de la
persona que ha muerto.
En
casos extremos esta división varía muchísimo de lo normal. Este punto, muy
importante, se pudo poner en claro en muchos casos de supuestas obsesiones que
fueron investigadas en nuestra sede. Pero en realidad, esos casos fueron los
que permitieron los descubrimientos tan notables y trascendentales, producidos
por nuestras más recientes investigaciones acerca de la naturaleza de la
obsesión que sufrían las personas que nos consultaban.
Como
podía esperarse, por supuesto, la división en estos casos demostraba una
preponderancia del mal, y entonces hicimos muchos esfuerzos para descubrir si
no existía otra clase de personas en las que se produjera una división
diferente, con preponderancia del bien. Y con gran placer pudimos observar que
así era. »
(Capítulo
5)
OBSERVACIÓN
Desafortunadamente lo que dijo aquí Max Heindel, él lo
está inventando porque en realidad los éteres no existen debido a las razones
que les explico en este otro capítulo.
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