CUIDADO CON LA INTOXICACIÓN QUE PROVOCA EL ASTRAL

 

En este artículo William Judge advierte a los esoteristas sobre el encanto que provoca estar percibiendo los fenómenos astrales, pero que lastimosamente también desvían a los buscadores del verdadero Sendero que conduce hacia lo Divino.

 

« Aunque les parezca sorprendente, si existe tal cosa como estar intoxicado en el curso de una búsqueda imprudente de lo que erróneamente la gente se imagina que es la espiritualidad.

 

En la Biblia está muy sabiamente recomendado "probar de todo pero sólo aferrarse a lo que es bueno", y este consejo es tan importante para el estudiante de ocultismo que piensa que se ha separado de aquellas personas "inferiores" que se dedican a seguir un dogma o a dar vueltas a los mensajes de los familiares fallecidos, como a los espiritistas que creen en la "tierra de verano" y en los "espíritus" que regresan a conversar con ellos en sus sesiones espiritistas.

 

Pero la plácida superficie del mar del espíritu es el único espejo en el que pueden verse imperturbables los reflejos de las cosas espirituales. Y cuando un estudiante comienza a recorrer el Sendero y comienza a ver puntos de luz destellar de vez en cuando, o bolas de fuego dorado que pasan rodando por delante de él. Eso no significa que está comenzando a ver al verdadero Ser (o sea al espíritu puro), o que se encuentra en un momento de iluminación con maravillosas revelaciones, o que ha llegado el momento en que está a punto de ver a su guía espiritual, y mucho menos a su propia alma.

 

No

 

Ni tampoco son salpicaduras psíquicas de la llama azul, ni tampoco son necesariamente visiones de pequeñas secciones de la luz astral con sus maravillosas fotografías del pasado o del futuro, ni el repentino repique de campanas lejanas como de hadas, etc.

 

Estos fenómenos que el investigador percibe no son nada de eso, no son ninguna prueba de que él está cultivando su espiritualidad. Simplemente estas cosas, y cosas aún más curiosas, ocurrirán cuando ya haya recorrido un poco de distancia en el camino esotérico, pero son solo los meros puestos de avanzada de un nuevo plano de existencia (el astral) que es en gran medida muy engañoso.

 

Y ahí ustedes deben estar alertas de la posibilidad de dejarse llevar e intoxicar por estos fenómenos. Y es por eso que ustedes deben permanecer siendo muy precavidos y mantener una actitud desconfiada y prudente hacia todos estos fenómenos.

 

Considérenlos como una experiencia para una referencia futura, o para relacionarlos con alguna ley, o para compararlos con otras circunstancias similares. Pero no los acepten ciegamente, ni tampoco los busquen, porque el poder que tiene la naturaleza astral para engañarnos es infinito, y si nos detenemos en estos asuntos, no nos dejará ir más lejos.

 

Y no es que ninguna persona o poder en la naturaleza haya declarado que si lo hacemos debemos detenernos, pero cuando uno se deja llevar por lo que el filosofo alemán Jakob Boehme denominó "las maravillas de lo oculto", el resultado es una intoxicación que produce confusión en el intelecto.

 

Si un individuo, por ejemplo, considerara cada imagen vista en la luz astral como una experiencia espiritual, entonces después de un tiempo no toleraría más ninguna contradicción sobre este tema, porque la persona se encontraría ebria con este tipo de “vino”, hundiéndose así cada vez más en su intoxicación y descuidando su verdadero progreso, que siempre depende de su pureza de motivo y de la conquista de sus defectos y debilidades.

 

 

Es cierto que cualquier estudiante que se dedique a explorar estos sucesos astrales los verá incrementarse. Pero aún si en tal caso toda nuestra vida estuviera dedicada y recompensada por una enorme sucesión de fenómenos, también es igualmente cierto que el desecho del cuerpo sería el fin de todo este tipo de experiencias, sin que hubiéramos añadido realmente nada a nuestro acervo como verdaderos seres evolutivos.

 

El plano astral, que es el mismo que el de nuestros sentidos psíquicos, está tan lleno de visiones y sonidos extraños como una jungla sudamericana inexplorada, y debe comprenderse bien ese mundo antes de que el estudiante pueda permanecer allí por mucho tiempo sin peligro.

 

Porque si bien podemos superar los peligros de una jungla física mediante el uso de herramientas e invenciones humanas, en cambio no disponemos de tales ayudas para avanzar de manera segura por el laberinto astral.

 

Podemos ser temerariamente valientes y decir que ningún miedo puede entrar en nosotros, pero ningún buscador inexperto o simplemente curioso es capaz de decir exactamente qué efecto resultará en sus sentidos externos por el ataque o la influencia encontrada por los sentidos psíquicos.

 

Y el individuo que gira egoístamente en torno a sí mismo está aún en mayor peligro de ser engañado, más que cualquier otra persona, porque él no tiene la ayuda que proviene de estar unido en pensamiento con todos los demás buscadores sinceros.

 

 

Uno puede estar en una casa oscura donde no se puede distinguir ninguno de los objetos que se encuentran adentro, pero a pesar de ello ver claramente todo lo que está iluminado afuera. Pues bien, de la misma manera podemos ver desde la oscuridad de nuestra propia casa (o sea desde nuestros corazones) los objetos de vez en cuando iluminados afuera por las luces astrales, pero no ganaremos nada con ello.

 

Así que primero debemos disipar la oscuridad interior antes de intentar ver la oscuridad exterior; debemos conocernos a nosotros mismos antes de querer conocer cosas ajenas a nosotros mismos.

 

Y yo sé que el camino espiritual no es el que más les agrada a los estudiantes de esoterismo, ya que a la mayoría de ellos les resulta mucho más interesante observar todos estos atractivos astrales y cultivar todos los sentidos psíquicos, en vez de enfocarse en el trabajo espiritual real.

 

Sin embargo el verdadero camino es muy sencillo y muy fácil de recorrer. Y es tan fácil que muchos estudiantes no lo toman porque no pueden creer que sea tan simple de efectuar, y este se puede resumir con la siguiente frase:

 

“Sean buenas personas y busquen mejorarse cada día más.”

 

 

»

 

 

(Path, octubre de 1887)