EL NEO-ADVAITA Y LA DESHUMANIZACIÓN A TRAVÉS DE LA DESENSIBILIZACIÓN





(El siguiente artículo fue escrito por Alsibar quien ha estudiado mucho a los guías espirituales, y el texto original en portugués lo pueden leer en este link.)



He observado en los últimos tiempos una tendencia creciente a confundir espiritualidad con insensibilidad.

Debido al auge de las corrientes orientales en Occidente, especialmente la tradición india conocida como Advaita-Vedanta (no dualismo) traída y difundida por gurús occidentales, he visto un aumento considerable de personas que interpretan Vedanta como una filosofía que elimina gradualmente la capacidad de sentir.

Bajo la justificación de la creencia de que todo lo relacionado con la materia es una ilusión y que sólo la “conciencia” es verdadera, se creó otra ilusión: que la iluminación es la capacidad de no sentir y por lo tanto de no sufrir.

El resultado es una visión confusa y peligrosa del verdadero significado de la espiritualidad. Si la evolución espiritual significa volverse insensible, entonces se hace todo lo posible para abstraer la mente de la realidad concreta y de cualquier situación que pueda causar tristeza, angustia o sufrimiento. Incluso se elimina el término “persona” como forma de no identificarse con las vulnerabilidades del cuerpo.

¡No eres el cuerpo! ¡No eres tus pensamientos! ¡Eres la Conciencia que los sustenta!


A primera vista parecen frases profundas y sabias, pero sólo a primera vista porque un análisis más cuidadoso puede revelar exactamente lo contrario. 

Cuando grandes maestros autorrealizados como Sankara, Ramana, Nisargadata y otros pronuncian frases como éstas, parten de una percepción muy avanzada acerca de la naturaleza esencial del “yo”. Es decir, pasan de la experiencia al discurso y no al revés.

Esto significa que hablan desde la experiencia real, directa y objetiva y no desde lo que otros han dicho o lo que han leído. Y fue esta experiencia la que les hizo darse cuenta de que detrás de la apariencia visible de la realidad, hay “algo” más grande que algunos llaman: Luz, Conciencia, Dios, Fuente, Amor, Inmensurable, etc.

Incluso los científicos ahora reconocen que la naturaleza de la materia no es sólida, que todo está hecho de diminutas partículas de energía, luz, y más profundamente: espacio y vacío.

Así que no hay nada nuevo en los discursos de los gurús neo-adváiticos. Lo novedoso es la mala interpretación que están haciendo de este conocimiento, generando un fenómeno peligroso entre sus seguidores que es la deshumanización del hombre a través de la desensibilización.

Según estas personas, el sentimiento está ligado al cuerpo y por consiguiente no deberían sentir porque son la “Conciencia” y la conciencia no siente, no cambia, no se apega, no se identifica.

De esta manera crean un estado de completa abstracción de la realidad para refugiarse en un estado mental idealizado en el que se sienten seguros y protegidos. Para ellos, cuanto mayor es la insensibilidad, mayor es la espiritualidad.

Por supuesto no digo que todo el mundo haga esto, pero hay una tendencia por parte de algunos a confundir la desensibilización con la elevación espiritual. Y el resultado es la construcción temeraria de un estado mental en el que el ser humano queda reducido a una cosa, porque si se le quita la sensibilidad, también se le quita la humanidad.

Ahora bien, Jesús —para algunos el más grande de todos los seres iluminados— nunca defendió tal tesis. Al contrario, lo que vemos en él es una vida de gran emoción, sensibilidad, compasión y pasión.

Krishnamurti, —un hombre iluminado moderno—, ha enfatizado a menudo la importancia de la sensibilidad, de sentir el viento, los olores, los colores, la belleza de la naturaleza, etc.

Esto nos lleva a reflexionar sobre lo siguiente: aunque algunos movimientos religiosos conservadores condenan los sentidos, enseñándonos incluso a controlarlos, esta actitud puede no ser más que un enorme error.

Según Krishnamurti, el controlador es lo controlado, y por lo tanto el control es una ilusión ya que crea más conflicto y sufrimiento.

Otras personas iluminadas de otras corrientes, como Yogananda, Sri Yukteswar, Lahiri Mahasaya e incluso Babaji, en ningún momento insinuaron que la realización espiritual significaría la extinción total de las emociones y los sentimientos. Así pues, todo nos lleva a creer que en todo esto hay una especie de “ilusión óptica colectiva”.

El problema es el siguiente: cada persona sólo puede hablar de lo que experimenta. El ideal de Ramana de una vida ascética, separada del cuerpo, las emociones y la realidad sensorial, era cierto para quien eligió el camino de la renuncia. Siendo un alma elevada, su mente se sumergía naturalmente en un éxtasis profundo, alcanzando fácilmente estados elevados de conciencia.

Pero cuando una persona común y corriente, con una mente inquieta y llena de conflictos, simplemente intenta imitarlo, no es lo mismo. En lugar de una realización espiritual, se convierte en una invención mental.

En resumen, lo que ocurre es que la mente empieza a condicionarse, creando para sí misma un mundo ideal en el que todo lo que pueda significar dolor queda excluido.

Desafortunadamente esto no es advaita sino una distorsión de un advaita. Cuando la mente se divide en “Carácter y Ser”, o cuando se resiste a cualquier emoción que pueda perturbar su supuesta paz, no está siendo no dualista. Sino que por el contrario crea resistencia a través de la no identificación, lo que constituye un escape de la realidad.

Es una forma astuta que encuentra la mente para evitar el dolor, y como beneficio adicional, pretender obtener el estado de "Despierto". Pero la verdad es que esto no funciona por mucho tiempo.

Si para cada desafío, problema o situación difícil, hay por parte del sujeto sólo una negación mental de ese evento, bajo la justificación de que “no es real”, lo que hace no es muy diferente de quienes usan drogas, beben o toman medicamentos para olvidarse de sus problemas.

Ciertamente, tal actitud no demuestra lucidez espiritual, sino debilidad, inmadurez y cobardía. 

Grandes maestros como Jesús, Krishnamurti, Sri. Yukteswar y Nisargadata no huyeron de la vida, no la negaron. Al contrario, la experimentaron en todos sus matices, desde el placer de un buen vino, una buena comida, una buena compañía; hasta el dolor de una crucifixión, una traición o un cáncer fatal.

No hay vida sin sentimientos ni emociones. Jesús nunca habría sido un gran maestro si no hubiera sentido dentro de sí el dolor de los sufrientes y oprimidos.

Así que si estás empezando a estudiar advaita a través de estos gurús occidentales modernos, ten mucho cuidado no sólo con lo que te transmiten, sino también con tu propia interpretación.

No te dejes impresionar por la belleza de sus discursos y sed extremadamente cauteloso con lo que enseñan. No te dejes llevar tan fácilmente por sus palabras y estate alerta para notar las sutilezas del discurso que pueden llevarte hacia la deshumanización. Mantén encendido el “medidor de sospecha” porque embarcarte en una ilusión como si fuera la realidad puede ser bueno al principio, pero al final podría costarte mucho más de lo que te imaginas.














2 comentarios:

  1. La verdadera sabiduría no reside en la búsqueda de un estado de vacío emocional, sino en la capacidad de sentir con plena conciencia, con compasión y sin juicio.Me alegra que hayas compartido estas reflexiones tan importantes,La verdadera espiritualidad no es un escape del mundo, sino una profunda conexión con él, una comprensión de que somos parte del universo, no separados de él gracias

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  2. Estoy de acuerdo que desensibilizarse no es el camino correcto para estar alineados con nuestro espíritu, pero tampoco creo que sea conveniente volverse excesivamente sensibles ante todo lo que sucede.
    Entonces como lograr el equilibrio? Según mi experiencia y las enseñanzas del Nuevo Mensaje de Dios, todos venimos al mundo con un propósito superior, ósea que hay algo en especifico que lleva nuestro nombre. Para encontrar ese propósito y a las personas que nos van ayudar a llevarlo acabo es necesario empezar a disolver todo lo falso en nosotros, para empezar a acércanos a nuestro espíritu el cual conoce el camino. No hay nada que nos de una satisfacción duradera más que eso.

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