EL PROPÓSITO DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA EXPLICADO POR GEOFFREY FARTHING



LA SOCIEDAD TEOSÓFICA - 125 AÑOS DE EXISTENCIA

 
HP Blavatsky (HPB) señaló que existían Sociedades Teosóficas antes de la actual, por ejemplo en su libro ‘La Clave de la Teosofía’ ella menciona una Sociedad Ecléctica fundada por Ammonius Saccas, con los siguientes objetivos:
 
“Reconciliar todas las religiones, ramificacioness y naciones bajo un sistema común de ética basado en las Verdades Eternas.”
 
Esto refleja una declaración de los objetivos de la actual Sociedad Teosófica dada en sus reglas en 1880:
 
“El objetivo es, además, establecer una hermandad universal fundada en la creencia general de la Gran Causa Primera Inteligente y en la filiación divina del espíritu del hombre, y por consiguiente en la inmortalidad de ese espíritu y la hermandad fundamental de la raza humana.”
 
Esta declaración fue modificada con el paso de los años para darnos los objetivos de la Sociedad Teosófica tal como son ahora, es decir: establecer una hermandad universal, fomentar el estudio de las religiones comparadas, e investigar los poderes latentes en el hombre, etc.
 
En sus inicios, el principal interés de los fundadores de la Sociedad Teosófica y de las personas que se sentían atraídas hacia ella residía en los fenómenos espiritistas, sobre los cuales HPB proporcionó información para explicar lo que realmente sucedía cuando llegaban mensajes a través de los médiums.
 
Esto ya aludía algunos elementos de la gran doctrina que es la la Teosofía y que posteriormente desarrollaría.
 
En aquella época, algunos miembros fundadores también mantenían una estrecha relación con la Masonería y esto los obligaba a hacer voto de secreto. Dicho voto también se exigía a los entonces miembros de la Sociedad Teosófica, y al igual que en la Masonería, se les daba un apretón de manos en señal de reconocimiento.
 
Una de las características de la Sociedad Teosófica en sus inicios era que no solo admitía a mujeres como miembros, sino que también las mujeres podían ocupar cargos, incluso los más altos, en las Logias de entonces. Era una Sociedad democrática.
 
La idea tras el secretismo era que dado que HPB había sido instruida en el Ocultismo de Oriente, ella poseía secretos de los poderes de la Naturaleza que habría sido muy imprudente hacer públicos. Desconocemos si alguno de sus conocimientos, aparte de los que posteriormente divulgó en su extensa literatura, fue transmitido alguna vez a los miembros de su Grupo Interno.
 
Este Ocultismo, o Esoterismo (para usar una palabra sin las desafortunadas connotaciones que a veces se aplican ahora a la palabra «oculto») era inherente a las enseñanzas de los Maestros, e incluso a la existencia de los propios Maestros, quienes eran Iniciados en el conocimiento oculto.
 
Este bagaje de conocimiento oculto marcó a toda la Sociedad Teosófica, una huella que aunque ahora no se reconoce, aún condiciona la mente y las aspiraciones de algunos estudiantes.
 
Este reconocimiento del lado oculto de las cosas es por supuesto instintivo en la doctrina tal como se presenta al público, como por ejemplo en los principios del hombre y los planos de la Naturaleza, junto con las jerarquías de seres cuyo hábitat son los planos cósmicos superiores.
 
La enseñanza también enfatiza que la constitución interna y externa del hombre refleja completamente la del Cosmos. Esto quizás tampoco se aprecia lo suficiente. Los estados de ser más elevados de los que un hombre puede llegar a ser consciente reflejan los de los niveles más elevados del orden cósmico, y de igual manera todos los planos intermedios hasta el plano físico.
 
Las cimas del panorama cósmico y la conciencia son divinas, y el conocimiento de los procesos de evolución mediante los cuales el hombre puede desarrollar sus facultades para alcanzar estas alturas, constituye la esencia misma de las enseñanzas teosóficas.
 
Y justifica también el uso de la descripción de la Teosofía (o sea la Religión de la Sabiduría) Y dado que esto nos vincula con la fuente misma de todo ser y de todo lo que en él se encuentra, es decir, la Naturaleza en su sentido más amplio, es la Naturaleza la verdadera base de toda religión.
 
La Naturaleza misma carece de historias alegóricas o míticas, no necesita interpretación. Nunca pasa de moda a pesar de su continuo cambio. Además, dado que la naturaleza del hombre refleja plenamente la de la Naturaleza, desde el nivel más elevado hasta el más bajo, no necesita sacerdotes ni otros seres que actúen como intermediarios entre él y su propia divinidad.
 
La enseñanza sostiene que todo este proceso cósmico, que necesariamente incluye nuestro sistema solar, nuestra Tierra y todo lo que hay en ella, incluyéndonos a nosotros mismos, está regido por una ley inherente.
 
Misteriosamente esta ley es la única «Entidad» responsable de la formación del cosmos y su gobierno, pero también está fundamentalmente dentro de la constitución humana y no es algo separado ni externo a ella. El universo manifiesta una unidad. Como dijo HPB: «La existencia es una sola cosa».
 
El aspecto principal de esta ley es el de la vida en constante devenir, es decir la tendencia evolutiva de todas las cosas en el universo manifiesto hacia la perfección. Esto es difícil de entender pero la clave del misterio reside en el principio de unidad: toda cosa manifiesta es en sí misma el todo, y el todo está en toda parte, por pequeña o grande que esta sea.
 
Este concepto es complejo pero se vuelve comprensible cuando se comprende que los principios subjetivos del ser son adimensionales, al menos en relación con el físico. Por ejemplo, ¿qué tan grande y dónde está un objeto o imagen imaginada?
 
Sin embargo, no es nada: podemos verlo con el ojo de nuestra mente, pero en relación con nuestro mundo físico no tiene ubicación ni dimensión. Este concepto nos da una pista sobre la universalidad de la Vida que se manifiesta a través de todas las cosas y criaturas, independientemente de su tamaño. Todo está vivo.
 
Otros aspectos de la ley son los de causa y efecto es decir, la cadena de causalidad según la cual todo lo que existe en cualquier momento tiene una cadena completa de antecedentes que lo hacen tal como es. Su aparición en este momento presente, en la forma en que se presenta, proviene de lo que lo precedió. Y esto se aplica tanto a nosotros como a todo lo demás.
 
Además esta ley mantiene la armonía del universo. Esta armonía da tiempo, dentro de la escala temporal de cada cosa, para que cumpla su función en la vida del esquema completo. El conjunto de toda la actividad vital es la actividad del Cosmos, pero todas las actividades de las innumerables ramas de las vidas características están coordinadas y diseñadas para encajar en un vasto patrón donde cada cosa cumple una función a su manera especial.
 
Estos son algunos de los aspectos principales de la gran enseñanza de la Teosofía. Son un ejemplo de la finalidad de la creación de la Sociedad Teosófica, es decir promover su conocimiento.
 
Según HPB en ‘La Clave de la Teosofía’ (pág. 57, edición original):
 
“La Sociedad Teosófica fue formada para ayudar a mostrar a las personas que existe algo llamado Teosofía, y para ayudarlos a ascender hacia ella mediante el estudio y la asimilación de sus Verdades Eternas.”
 
Esto exige que cada miembro estudie la doctrina, se familiarice con ella, y al hacerlo, la exponga y la dé a conocer lo más ampliamente posible a todos aquellos que puedan y deseen recibirla.
 
En el prefacio de ‘La Doctrina Secreta’, HPB explica el propósito de esa obra y qué es:
 
“El objetivo de esta obra puede enunciarse así: demostrar que la naturaleza no es una ‘concurrencia fortuita de átomos’ y asignar al hombre el lugar que le corresponde en el esquema del Universo; rescatar de la degradación las verdades arcaicas que son la base de todas las religiones y descubrir, hasta cierto punto, la unidad fundamental de la que todas ellas surgen; finalmente, demostrar que la Ciencia de la civilización moderna nunca ha abordado el lado oculto de la Naturaleza.”
 
HPB también explica que gran parte de lo que ella escribió nunca se había hecho público en la historia del mundo. El advenimiento de la Teosofía fue un acontecimiento mundial cuya trascendencia, tanto para la humanidad actual como para la futura, es innegable.
 
Las grandes religiones del mundo y los antiguos filósofos gnósticos ocultaron sus secretos, revelándolos solo a aquellos iniciados en sus sistemas. Tales eran por ejemplo los brahmanes iniciados, entre los que se encontraba Subba Row.
 
Subba Row se quejó enormemente de que HPB, al escribir ‘La Doctrina Secreta’ ella estaba divulgando información que hasta ese entonces, solo estaba en manos de los Adeptos.
 
No es demasiado difícil para un estudiante serio descubrir las áreas de esta enseñanza hasta ahora desconocida, pero analizarlas queda fuera del alcance de este artículo.
 
En un artículo titulado ‘El Nuevo Ciclo’ (21 de marzo de 1889), HPB afirma:
 
“La doctrina está apenas esbozada en nuestros dos volúmenes, y sin embargo los misterios que allí se desvelan sobre las creencias de los pueblos prehistóricos, la cosmogonía y la antropología, nunca se habían divulgado hasta ahora.
 
Ciertos dogmas y ciertas teorías chocan con las teorías científicas, especialmente la de Darwin; pero también explican y aclaran lo que hasta hoy era incomprensible y llenan más de un vacío que lo quiera o no, la ciencia ortodoxa dejó vacío.
 
Debíamos presentar estas doctrinas tal como son, o de lo contrario nunca abordaríamos el tema. Quien tema estas infinitas perspectivas e intente acortarlas mediante los atajos y puentes colgantes erigidos artificialmente por la ciencia moderna sobre estas mil y una lagunas, haría mejor en no aventurarse en las Termópilas de la ciencia arcaica.”
 
Cualquier estudiante que desee descubrir las claras intenciones de la Sociedad Teosófica y que aspire a desempeñar su papel en la gran labor que se encomendó a ella, debería leer el artículo completo.
 
 
Para finalizar, dejemos que HPB hable por sí misma:
 
“Es inútil dejarlo al azar y esperar con indiferencia, si no con crasa incredulidad, la crisis intelectual y psíquica que se avecina, afirmando que en el peor de los casos, la marea creciente nos arrastrará naturalmente hacia la orilla; pues es muy probable que la marejada no arroje más que un cadáver.
 
La lucha será terrible en cualquier caso entre el materialismo brutal y el fanatismo ciego, por un lado, y la filosofía y el misticismo, por el otro lado; el misticismo, ese velo más o menos translúcido que oculta la Verdad eterna.
 
Pero no será el materialismo el que prevalezca. Todo fanático cuyas ideas lo aíslen del axioma universal: «No hay religión superior a la Verdad», se verá rechazado por ese mismo hecho, como una piedra indigna del nuevo Arco llamado Humanidad.
 
Sacudido por las olas, impulsado por los vientos, arrastrado por ese elemento tan terrible por ser desconocido, pronto se verá sumergido.
. . .
Sí, debe ser así y no puede ser de otra manera, cuando la llama artificial y fría del materialismo moderno se extingue por falta de combustible.
 
Y quienes no pueden acostumbrarse a la idea de un Ego espiritual, un alma viviente y un Espíritu eterno dentro de su envoltura material (que debe su existencia ilusoria a esos principios); quienes para quienes la gran esperanza de una existencia más allá de la tumba es una vejación, un mero símbolo de una incógnita, o bien el objeto de una creencia sui generis, fruto de alucinaciones teológicas y mediúmnicas, harán bien en prepararse para la peor decepción que el futuro les pueda deparar.
 
Pues desde las profundidades de las oscuras y turbias aguas del materialismo, que por todas partes les ocultan los horizontes del Más Allá, una fuerza mística se alza en estos últimos años del siglo. A lo sumo, es solo el primer susurro suave, pero es un susurro sobrehumano, «sobrenatural» solo para los supersticiosos e ignorantes.
 
El espíritu de la verdad atraviesa ahora las aguas oscuras y al separarlas, los obliga a liberar sus tesoros espirituales. Este espíritu es una fuerza indetenible. Quienes lo reconozcan y sientan que este es el momento supremo de su salvación serán elevados por él y llevados más allá de las ilusiones de la gran serpiente astral.
 
Y la alegría que experimentarán será tan conmovedora e intensa que si no estuvieran mentalmente aislados de sus cuerpos físicos, la bienaventuranza los atravesaría como un acero afilado. No experimentarán placer sino una dicha que anticipa el conocimiento de los dioses, el conocimiento del bien y del mal, y los frutos del árbol de la vida.”
 
Seguramente todos aquellos miembros que son sinceros deberían prestar atención a estas palabras.
 
 
(Nota: este artículo apareció por primera vez en la revista The Theosophist de noviembre de 2000.)
 
 
(Fuente: www.blavatskytrust.org.uk/html/articles/ts_125_years_old.htm)
 
 
 
 
 
 
 
OBSERVACIÓN
 
Me da la impresión que el editor de esa revista le encomendó al teósofo Geoffrey Farthing escribir un artículo para conmemorar los 125 años de existencia de la Sociedad Teosófica de Adyar, y así comenzó haciéndolo pero pronto en su artículo prefirió hablar de los temas que realmente a él le interesaban.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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