EL ÚNICO DISCÍPULO CONOCIDO DEL CONDE DE SAINT-GERMAIN

Durante sus últimos cuatro años de vida, el conde de Saint-Germain convivió con el príncipe Carl Hesse-Cassel, quien se convirtió en su discípulo. Y en las palabras del propio Saint-Germain, el príncipe fue el único discípulo que él tuvo. ⁽¹⁾

El príncipe Carl nació el 19 de diciembre de 1744 en la ciudad de Cassel y murió el 17 de agosto de 1836 en el castillo de Louisenlund en Güby. Él fue miembro de la Casa Real Alemana de Hesse, cuñado del rey Cristiano VII de Dinamarca, y ejerció la función de gobernador de la corona danesa en los ducados.

El príncipe Carl fue un hombre muy caritativo y aunque él era masón, estaba muy apegado al adoctrinamiento cristiano. Y la relación que él tuvo con el conde de Saint-Germain, él la narró en sus Memorias ⁽²⁾ diciendo lo siguiente:

« A mi regreso a la ciudad de Altona, vi al famoso conde de Saint-Germain que parecía tomarme afecto y especialmente cuando supo que yo no era un cazador, ni tenía otras pasiones que el estudio del alto conocimiento de la naturaleza.

Y luego me dijo:

-      "Iré a verlo en Slesvic y verá las grandes cosas que haremos juntos."

Pero yo le hice entender que tenía muchas razones para no aceptar por el momento el favor que él quería darme.

A lo que él me respondió:

-      "Sé que tengo que ir a su casa y tengo que hablar con usted."

Y yo no encontré otra forma de eludir ninguna explicación que de decirle que el coronel Koeppern, que había estado enfermo, pronto llegaría y que podría hablar con él al respecto.

Luego le escribí una carta a Koeppern diciéndole que disuadiera al conde de Saint-Germain lo más posible para evitar venir a mi casa.

Koeppern llegó a Altona y habló con el conde, pero el conde le respondió:

-      "Coronel Koeppern, usted puede decirme todo lo que quiera, pero yo tengo que ir a Slesvic."

Koeppern luego me contó el resultado de su conversación, a lo cual yo estuve en desacuerdo.

Así es que me puse a investigar sobre ese hombre extraordinario, y por ejemplo en el ejército prusiano le pregunté especialmente acerca de él a mi amigo el coronel Frankenberg, y este me respondió:

     Poco se sabe sobre el conde de Saint-Germain, pero usted puede estar seguro que no es un embustero y que efectivamente si tiene un alto conocimiento. Hace un tiempo atrás yo estuve en la ciudad de Dresden con mi esposa y ahí nos encontramos al conde quien nos mostró su amistad, ya que mi esposa quería vender un par de pendientes, pero el joyero le respondió que sus aretes tenían muy poco valor. Entonces ella se lo comentó al conde, quien le dijo:

-      "¿Me los puede enseñar?"

Lo que ella hizo, y entonces el conde le preguntó:

-      "¿Me los confiaría por un par de días?"

Ella aceptó y dos días después el conde se los devolvió habiéndoselos embellecidos, y el joyero a quien luego ella se les mostró, le comentó:

-      "Estas si son piedras hermosas y de mucha mejor calidad que las anteriores que usted me mostró."

¡Y le pagó más del doble de lo que iba a pagarle dos días antes!

Las enseñanzas de Saint-Germain

Saint-Germain llegó poco después a Slesvic, y él me habló de las grandes cosas que quería hacer por el bien de la humanidad, y aunque al inicio yo no estaba muy entusiasmado, al final consideré que sería un gran error rechazar un conocimiento tan importante en todos los aspectos, y ya sea por una idea falsa de sabiduría o por avaricia me convertí en su discípulo.

(Nota: unos días después un invitado distinguido, el duque Fernando de Brunswick, visitó al príncipe Carl, y en una carta que le escribió al príncipe Augusto de Brunswick, le dijo:

-       "Me encontré con el conde de Saint-Germain y estoy muy feliz. Tres veces he estado en su casa y él ha adquirido un gran conocimiento en el estudio de la naturaleza. Su conocimiento es muy amplio y como era de esperarse, su conversación está llena de lecciones." ⁽³⁾

Y el príncipe Carl, viendo el gran valor del conde de Saint-Germain, comenzó a apreciarlo mucho, como lo demuestra una carta que le escribió al conde de Warnstedt, en donde le dijo:

-      "Valoro al conde y lo estimo con todas mis fuerzas y todo mi corazón, tomando tres horas diarias de lecciones con él." ⁽⁴⁾ )

Y el principe Carl continuó en sus Memorias diciendo que:

El conde de Saint-Germain habló mucho sobre técnicas que no costaban casi nada para embellecer los colores de las prendas, y también de la mejora de los metales, pero especificando que no era necesario crear oro, incluso si uno sabía cómo hacerlo, y se mantuvo absolutamente fiel a ese principio.

Y también dijo que las piedras preciosas inicialmente hay que comprarlas, pero cuando se mejora su calidad, aumentan enormemente su valor.

Y de hecho, no había casi nada en la naturaleza que él no supiera utilizar o mejorar, y me confió casi todo el conocimiento que él tenía sobre la naturaleza, pero solo dándome las explicaciones introductorias, y luego haciéndome investigar por mí mismo a través de pruebas, y se mostraba extremadamente feliz cuando yo tenía existo.

Este método se relacionó con los metales y las piedras preciosas, pero en lo que concierne a los colores, él me dio la información directamente, así como también varios otros conocimientos importantes.

Información sobre Saint-Germain

Uno puede sentir curiosidad por conocer su historia, y es por eso que a continuación les contaré lo que él me dijo y agregando las explicaciones necesarias.

Él me mencionó que tenía ochenta y ocho años cuando vino aquí. Y tenía noventa y dos o noventa y tres cuando ´él murió. Y también me dijo que era el hijo del príncipe Rakoczy de Transilvania y su primera esposa, quien era una Thököly.

(Aquí el príncipe Carl debió de haber escuchado mal porque Francisco Rakoczy II solo se casó una vez y es la madre de Rakoczy quien en su segundo matrimonio se convirtió en una Thököly, que es una dinastía de principes húngaros paralela a la dinastía de los Rakoczy.)

Lo pusieron bajo la protección de los últimos Médici, quienes lo hacían dormir cuando era un niño, en su propia habitación. Y cuando él supo que sus dos hermanos, los hijos de la princesa de Resse-Rheinfels o Eothenbourg, si no me equivoco, se presentaron ante el emperador Carlos VI y recibieron los nombres de San Carlos y de San Isabel, en honor al emperador y a la emperatriz, él se dijo a sí mismo:

-        "Bueno, entonces yo me llamaré Sanctus Germanus que en latín significa: el santo hermano."

No puedo garantizar cuando nació, pero que él estuvo protegido prodigiosamente por los últimos Médici, eso lo supe también por otras fuentes.

Y la casa de los Medici poseía, como es bien sabido, las más altas ciencias, y por lo tanto no es de sorprender que de allí él sacara su primer conocimiento, pero también él afirmaba haber aprendido los secretos de la naturaleza por su propia investigación y experimentación.

La medicina de Saint-Germain

Él conocía a fondo las hierbas y las plantas y había inventado medicamentos que utilizaba continuamente y que prolongaban su vida y su salud. Todavía tengo todas sus recetas, pero los médicos criticaron su ciencia después de su muerte.

(Nota: el príncipe Carl informó que en una ocasión su esposa estaba muy enferma con un ataque al corazón, dolor y fiebre, y después de haber tomado uno de los medicamentos de Saint-Germain y en menos de una hora, ella ya estaba nuevamente en perfecto estado de salud, Y Saint-Germain parece que estaba trabajando en la tradición de los antiguos herbolarios, más agregando sus propios refinamientos. ⁽⁵⁾ )

Había un doctor que se llamaba Lossau, que había sido boticario y a quien le di doce mil coronas al año para que elaborara las medicinas que el conde de Saint-Germain le había dictado, y entre otras cosas, principalmente su té, que los ricos compraban y que los pobres recibían gratuitamente; y ese médico curó a un gran número de personas.

Pero después de la muerte de ese doctor, y encontrándome yo muy disgustado por las numerosas calumnias que escuché por todos lados, guardé todas las recetas y ya no reemplacé a Lossau por otro médico.

La fábrica de tintes

Saint-Germain quería establecer una fábrica para colorear las prendas en el país. Y la fábrica del Sr. Otte quien murió en 1766 y se ubicaba en Eckernförde (un puerto a 20 km) se encontraba vacía y abandonada. Así que tuve la oportunidad de comprarla a un precio barato, y allí establecí la fábrica que el conde de Saint-Germain quería.

Compré sedas, lanas, etc., y fue necesario comprar muchos utensilios necesarios para una fábrica de este tipo. Y lo vi teñir, según la forma en que él me lo había aprendido en una taza, quince libras de seda en un caldero grande.

¡Lo consiguió perfectamente!

Se puede decir por lo tanto que el negocio estaba en muy buen camino. Pero el infortunio fue que el conde de Saint-Germain, al llegar a Eckernförde, permaneciera allí en un cuarto húmedo donde tomó un reumatismo muy fuerte, y a pesar de todos sus remedios, él nunca puso recuperarse por completo.

(Nota: en una carta enviada el 7 de febrero de 1782 a Jean-Baptiste Willermoz, un compañero masón francés que trabajaba en la ciudad de Lyon, el príncipe Carl le escribió que "Saint-Germain ha estado muy ocupado todo el invierno con otras actividades a parte que teñir, él ha tenido otros asuntos que atender y también entregar instrucciones". ⁽⁶⁾   El príncipe no mencionó de qué se trataban esos otros asuntos, pero estos pueden haber involucrado la preparación de medicamentos para curarse de ese reumatismo.)

El fin de su vida

A menudo fui a verlo a Eckernförde, y nunca me fui sin emocionantes y nuevas instrucciones, y seguido anotando las preguntas que le quería hacer.

En los últimos días de su vida, lo encontré un día muy enfermo y yo pensando que estaba a punto de morir ya que él languidecía visiblemente. Después de haber cenado en su habitación, él me hizo sentar solo frente a su cama y me habló mucho más claramente sobre muchas cosas, y también me predijo muchos eventos, y me dijo que volviera lo antes posible, lo cual hice, pero afortunadamente lo encontré menos debilitado cuando regresé, pero él se mantenía muy callado.

Y desafortunadamente tuve que ir a la ciudad de Cassel en 1783 para atender asuntos familiares, y el conde me dijo que si llegaba a morir durante mi ausencia, yo encontraría una nota cerrada de su mano que me ayudaría. Pero esta nota no la encontré porque quizás fue confiada a manos infieles.

En nuestra última reunión, lo insté a que me dijera lo que quería dejarme en esa nota, pero él se exclamó:

-      "¡Ah, sería infeliz, mi estimado Príncipe, si me atreviera a hablar!"

La opinión del príncipe Carl sobre Saint-Germain

Considero que quizás fue uno de los más grandes filósofos que haya existido. Amigo de la humanidad, él solo quería dinero para dárselo a los necesitados. Y también era un amigo de los animales. Su corazón estaba preocupado únicamente por la felicidad de los demás. Y él pensó hacer el mundo más feliz dándole nuevas dichas, cosas más bonitas, colores más hermosos y a un precio mucho más barato. Porque sus hermosos tintes no costaban casi nada.

Nunca he visto a un hombre tener una mente más clara que la suya, y con una gran erudición, y especialmente en lo que concierne a la historia antigua, como yo mismo pude comprobarlo en varias ocasiones. Él había estado en todos los países de Europa y no veo casi ninguno en donde él no haya permanecido por largas estancias.

Él los conocía a todos esos países a fondo, y también había estado a menudo en Constantinopla en Turquía. Pero Francia parecía ser el país que más amaba. Allí fue presentado al rey Luis XV por Madame de Pompadour, y el rey le tenía mucha confianza al grado de emplearlo para negociar la paz con Inglaterra, y lo envió a La Haya.

Era la costumbre de Luis XV emplear emisarios sin el conocimiento de sus ministros, pero los abandonaba tan pronto como fuesen descubiertos. El duque de Choiseul se enteró de su conducta y deseó que lo eliminaran. Pero el conde huyó de nuevo a tiempo, y dejó el nombre de Saint-Germain para tomar el nombre de conde Weldon (bien hecho).

Por otro lado, sus principios filosóficos en la religión eran muy materialistas, pero él sabía presentarlos con tanta precisión que era muy difícil oponerse a sus razonamientos; pero a menudo tuve la felicidad de confundir su opinión.

Él no era para nada un adorador de Jesucristo, y se permitió tener propósitos incómodos conmigo sobre ese tema, hasta el punto de que un día le dije:

-       "Mi querido Conde, depende de usted lo que quiera creer acerca de Jesucristo, pero francamente admito que me da mucha pena escuchar esas declaraciones contra él, ya que yo estoy muy dedicado al Señor Jesús."

Él se quedó pensativo por un momento, y me respondió:

-       "Jesucristo no es nada, pero hacerle sentir dolor si es algo, así que le prometo que nunca volveré a hablar de este asunto."

Y cuando él se encontraba en su lecho de muerte durante mi ausencia, le dijo al Doctor Lossau quien lo asistía, que me dijera cuando yo volviera de Cassel, que Dios le había dado la gracia de hacerle cambiar de opinión antes de morir. y agregó que él sabía cuánto eso me complacería y que haría mucho más por su felicidad en el otro mundo.

(Nota: seguramente el conde de Saint-Germain le dijo al príncipe Carl que el Dios de las religiones no existe y es por eso que el príncipe lo catalogó como materialista. Y también le ha de haber dicho que Jesús fue un gran Iniciado como lo enseña la teosofía, pero que no es el Hijo de Dios como lo pretende la Iglesia católica. Y antes de morir, Saint-Germain le ha de haber dicho esa pequeña mentira para complacer al príncipe.)

» 

~ * ~

El príncipe Carl después de la muerte del conde de Saint-Germain se convirtió en el Gran Maestro Masón de todas las logias de Dinamarca. Y también él organizó un pequeño grupo de personas a las que dio información especial de un "superior desconocido" a quien él había conocido en persona y que llegó a conocer bien. ⁽⁷⁾

(¿Tal ves ese "superior desconocido" se trató de un Adepto que siguió guiándolo después de la muerte del conde?)

Apuntes

1. http://davidpratt.info/st-germain2.htm#s1
2. Memoires de mon temps, JH Scrultz's Printers, 1861. p. 132-136
3. Carta de Middelfort (Dinamarca) de fecha 2 de noviembre de 1779. Véase GB Volz, op. citado, p. 360.
4. Carta del 24 de noviembre de 1779. Ver GB Volz, op. citado, p. 36
5. davidpratt.info
6. Fuller, p. 266
7. Fuller, p. 305