¿ES PELIGROSO SALIR DE TU CUERPO FÍSICO?




Los instructores de esoterismo explican que existen principalmente dos formas para que tu consciencia salga de tu cuerpo físico: por medio de tu doble astral, o por medio de tu alma. Y en los dos casos hay peligros.

Y a continuación les voy a detallar al respecto:


Carlos de León es un gran instructor de espiritualidad y esoterismo, y en su libro "Tiempo de Despertar" él advirtió:

« El alma solo puede salir por ciertas zonas. La zona más recomendable para salir es a través de la fontanela ya que es más natural para el alma y también porque la vibración de la cabeza es más rápida, lo que evita que las energías o seres sutiles de vibración baja se metan dentro de nosotros mientras estamos afuera.

A diferencia del alma, el doble puede llegar a separarse frecuentemente del cuerpo físico ya que no tiene entradas y salidas específicas, sino que sólo se separa y ya, y la separación del doble no tiene los peligros que hay en la separación del alma. »
(Capítulo 13)


Carlos de León especificó que los peligros de salir con el alma son diferentes a los peligros de salir con el doble astral.

El principal peligro de salir de tu cuerpo físico con tu alma es que entidades sutiles ajenas invadan tu cuerpo mientras te encuentras fuera.

En cambio los peligros de salir con tu doble astral son (de menor a mayor gravedad):
 
-      Que regreses a tu cuerpo físico con larvas astrales que te van a estar parasitando y chupando tu energía.
-      Que lastimen tu doble astral y eso provoque una herida en tu cuerpo físico.
-      Que tengas problemas del corazón y un regreso súbito te provoque un ataque cardiaco.
-      Que se corte tu cordón de plata, el cual une tu doble astral a tu cuerpo físico, y eso provoque tu muerte física.


Ahora bien, eso no quiere decir que porque ustedes salen de vuestro cuerpo físico ya se encuentran condenados. No, debido a que la gran mayoría de las personas que hacen eso regresan vivas y los casos mortales son raros.

Pero si deben de estar conscientes que si hay riesgos, y es por eso que personas que están muy versadas en este tema toman sus precauciones.


Por ejemplo un abate que visitó el Tíbet en el siglo XIX comentó que cuando un monje viajaba de esa manera, su cuerpo físico era resguardado en una cúpula cerrada y cuidado por otro monje:

« Al regresar del Tíbet, el abate Huc le refirió en París a un caballero ruso llamado Arsenieff varios sucesos extraordinarios que él presenció y que no fueron del dominio público, entre los cuales cito el siguiente que sucedió durante su estancia en la lamasería de Kunbum.

El abate Huc estaba conversando cierto día con un lama con quien se había liado de amistad, cuando de pronto el lama cesó de hablar y quedó en una actitud de estar escuchando algo que el abate no lograba oír.

Al poco tiempo el lama exclamó como si le respondiese a un invisible interlocutor:

-      “En ese caso debo ir.”

A lo que el abate Huc asombrado preguntó:

-      “¿Ir a dónde? ¿Con quién habláis?”

Y el lama le contestó:

-      “A la lamasería de ___, el Shaberon me necesita y me ha llamado.”

Entonces el lama se despidió y se levantó.

El abate Huc quedó muy sorprendido debido a que esa lamasería se encuentra ubicada a muchas jornadas de la lamasería de Kunbum en donde ellos se encontraban, pero lo que más le sorprendió al abate Huc fue que el lama en vez de tomar el camino hacia esa lamasería, él se dirigió a una especie de cúpula situada en la azotea del edificio principal, en donde después de una breve conversación con otro lama, éste lo encerró en ella bajo llave.

Y entonces el otro lama dirigiéndose hacia el abate quien había seguido atentamente toda aquella operación, sonriente le informó que su amigo ya había partido hacia la otra lamasería.

A lo que el abate respondió:

-      “¿Pero cómo es posible, si lo habéis encerrado en esa cúpula y no hay salida alguna?”

A lo que el lama le respondió:

-      “¿Y qué obstáculo es para él una puerta? Él ha partido con su espíritu, y cómo no necesita de su cuerpo físico en el viaje, él lo dejó a mi cuidado.”

Y a pesar de los muchos prodigios que en su arriesgado viaje el abate Huc había sido presenciado, el abate estaba recelando de que ambos lamas lo estuvieran engañando.

Al cabo de tres días como no veía por allí a su amigo, preguntó por él y le respondieron que aquella misma tarde regresaría. Y a la puesta de sol, en el momento en que los lamas se preparaban para retirarse a sus aposentos, el abate Huc oyó la voz de su amigo quien parecía como si desde las nubes llamase al otro lama para que le abriese la puerta de la cúpula, y tras cuya celosía se dibujaba la silueta del lama ausente.

Y apenas le franquearon la salida de la cúpula que el lama que había estado ausente fue a ver al lama superior de Kunbum y le enteró de ciertos mensajes y comunicaciones que había recibido en el lugar adonde había ido.

El abate Huc nada más pudo saber eso acerca de aquel misterioso viaje, pero él conjeturó que todo eso había sido en realidad una “farsa” premeditada que los lamas le habían jugado a él y a su compañero de misión, antes de que partieran de ese lugar y prosiguieran con su viaje.

Pero si el abate Huc hubiera sido más versado en la filosofía esotérica oriental, él no habría encontrado dificultad en comprender que el viaje hacia aquella lejana lamasería, el lama lo había efectuado por medio de su cuerpo astral (mientras que su cuerpo físico permanecía resguardado en esa cúpula), y que la conversación que el lama tuvo con el Shaberon también fue a través de facultades ocultas y es por eso que el abate no la pudo escuchar»
(Isis Develada II, capítulo 12)



Otro ejemplo lo mencionó la condesa Constance Wachtmeister quien vivió con Blavatsky, y ella relató que cuando Blavatsky viajaba de esa manera, un discípulo de los maestros cuidaba del cuerpo físico de Blavatsky y mantenía una luz encendida a su lado:

« Viviendo con un trato tan cercano y familiar como yo lo estuve en ese tiempo con la Señora Blavatsky, era natural que fuera una testigo de los muchos fenómenos que tuvieron lugar a su alrededor.

Hay una ocurrencia que se repitió por un largo período y me impresionó muy fuertemente dejándome la convicción de que ella era vigilada y cuidada por guardianes invisibles.

Desde la primera noche que pasé en su habitación hasta la última que precedió nuestra partida de la ciudad de Wurzburgo en Baviera, oí de manera regular, series intermitentes de golpecitos sobre la mesa que estaba al lado de su cama. Comenzaban cada noche cuando daban las diez y continuaban a intervalos de diez minutos hasta las seis de la mañana.

Eran golpecitos agudos y claros, de una clase que yo nunca había oído antes. A veces tuve mi reloj en la mano durante espacios de una hora y siempre que sonó el intervalo de diez minutos se sintieron los golpecitos que llegaban con la mayor regularidad. Y no importaba que Blavatsky estuviera despierta o dormida para la producción de ese fenómeno ni para su uniformidad.

Cuando le pedí una explicación de esos golpecitos, ella me dijo que era un efecto de lo que podría llamarse una especie de “telégrafo psíquico” que la colocaba en comunicación con los Maestros y servía para que los discípulos de los Maestros pudieran cuidar de su cuerpo físico mientras que ella estaba viajando en su cuerpo astral.

Y en relación a esto he de mencionar otro incidente que me demostró que efectivamente estos discípulos de los Maestros cuidaban de ella. Verán, Blavatsky estaba acostumbrada a leer por un rato el periódico por la noche en su cama antes de irse a dormir, y raramente extinguía su lámpara antes de la media noche.

Había un biombo entre mi cama y su lámpara. Sin embargo, la fuerte luminosidad de la lámpara se reflejaba por el techo y las paredes, perturbando a menudo mi reposo.

Una noche, esa lámpara estaba encendida después de que el reloj ya había marcado la una de la mañana. Lo que me impedía dormir y como escuché la respiración regular de Blavatsky indicándome que ella ya se encontraba dormida, me levanté y caminé suavemente hasta la lámpara para apagarla.

No tuve problema en regresar a mi cama porque en el dormitorio había siempre una tenue luz que provenía de una veladora que se dejaba encendida en el estudio que estaba al lado, manteniéndose abiertas las puertas entre esa habitación y nuestro dormitorio.

Entonces, ya había apagado la lámpara y me había regresado a mi lecho, cuando la lámpara se encendió de nuevo y la habitación se iluminó de nuevo con luz brillante.

Pensé para mí misma:

     -   “¡Qué extraña lámpara!  Posiblemente no funciona bien.

De manera que volví hacia la lámpara, bajé de nuevo la mecha y vigilé hasta que el último vestigio de luz desapareciera y aún así, por las dudas, mantuve apretado el resorte con los dedos por un rato más. Entonces lo solté y quedé de pie un momento observando, cuando para mi sorpresa, ¡la llama reapareció y la lámpara volvió a brillar como antes!

Tal cosa me dejó considerablemente perpleja y decidí quedarme allí frente a la lámpara, toda la noche si fuera necesario, para mantenerla apagada hasta que descubriera el motivo de ese comportamiento tan raro.

Por tercera vez apreté el resorte y lo bajé hasta que la lámpara estuvo apagada por completo y lo volví a soltar observando esta vez atentamente para ver lo que ocurriría. Y por tercera vez la lámpara se encendió, pero esta vez percibí lo que parecía una forma de mano que movía lenta y suavemente el resorte de la lámpara.

Y estando familiarizada con la acción que pueden tener las entidades astrales en el plano físico, no tuve dificultad en llegar a la conclusión de que era la materialización de la mano astral de un discípulo de los Maestros, y deduje que debía de haber alguna razón especial para que la lámpara permaneciera encendida esa noche, por lo que dejé la lámpara tranquila y retorné a mi cama para tratar de dormir.


Desafortunadamente, un estado picaresco de curiosidad se había adueñado de mí y quería conocer más acerca de este asunto. Así es que estando en mi cama, decidí llamarla y dije fuertemente:

     -   “¡Madame Blavatsky!”

Y luego más fuerte grité:

       “¡MADAME BLAVATSKY!”

Y otra vez más:

     -   “¡MADAME BLAVATSKY!”

Y de pronto oí que se me contestaba con un grito:

     -   “¡Oh, mi corazón, mi corazón! ¡Condesa, casi me has matado!”

Entonces me precipité hacia el lecho de Blavatsky y ahí ella me susurró toda agitada:

-       “Estaba con el Maestro. ¿Por qué me ha hecho regresar? ¡Hay mi corazón, como me duele!”

Yo me sentí entonces completamente alarmada porque efectivamente su corazón se agitaba bajo mi mano con locas palpitaciones, por lo que le di una dosis de digitalina y me senté a su lado hasta que los síntomas aminoraron y ella se sintió más calmada.

Entonces me contó cómo en una ocasión, el Coronel Olcott casi la mata de la misma manera, al llamarla de vuelta repentinamente cuando su forma astral estaba fuera de su cuerpo físico. Y me hizo prometerle que nunca más intentaría ese experimento con ella y esa promesa se la di solemnemente, desde el fondo de mi aflicción y pesar por haberle causado tal sufrimiento. »
(Reminiscencias de HPB y la Doctrina Secreta, capítulo 7)


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Conclusión: si grandes ocultistas y lamas son tan cautelosos cuando salen fuera de su cuerpo físico, entonces los humanos comunes deberíamos de serlo todavía más.










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