En 1875 Blavatsky, después de haber vivido en los Estados Unidos durante más de un año, sobre este asunto ella le escribió lo siguiente a su hermana Vera:
« Cuanto más veo médiums —pues Estados Unidos es un verdadero vivero, el semillero más prolífico de médiums y sensitivos de todo tipo, genuinos y artificiales—, más veo el peligro que rodea a la humanidad.
Los poetas hablan de la tenue separación entre este mundo y el otro, pero ellos son ciegos porque en realidad no hay separación alguna, salvo la diferencia de estados en que existen los vivos y los muertos, y la crudeza de los sentidos físicos de la mayoría de la humanidad.
La tosquedad actual de estos sentidos son nuestra salvación. Nos los dio una sabia y sagaz madre y nodriza: la naturaleza; pues de lo contrario, la individualidad e incluso la personalidad se habrían vuelto imposibles debido a que los muertos se fundirían constantemente con los vivos, y estos asimilarían a los primeros.
Si solo existiera a nuestro alrededor una variedad de "espíritus", las reliquias de los mortales que han muerto y desaparecido, uno podría reconciliarse con ella. No podemos evitar, de una forma u otra, asimilar a nuestros muertos, y poco a poco, inconscientemente, nos convertimos en ellos, incluso físicamente, sobre todo en el imprudente Occidente, donde la cremación es desconocida.
Respiramos y devoramos a los muertos —hombres y animales— con cada respiración, así como cada aliento humano que exhalamos forma los cuerpos y alimenta a las criaturas sin forma en el aire que algún día serán hombres.
Hasta aquí el proceso físico; pero para el mental, el intelectual y también el espiritual, es exactamente lo mismo; intercambiamos gradualmente nuestras moléculas cerebrales, nuestras auras intelectuales e incluso espirituales, y por ende, nuestros pensamientos, deseos y aspiraciones, con quienes nos precedieron.
Este proceso es común a la humanidad en general. Es natural y sigue la economía y las leyes de la naturaleza, hasta el punto de que un hijo puede convertirse gradualmente en su propio abuelo, y además en su tía, absorbiendo sus átomos combinados, lo que explica en parte la posible semejanza o atavismo.
Pero existe otra ley, excepcional, que se manifiesta entre la humanidad de forma esporádica y periódica: la ley de la asimilación post mortem forzada, durante cuya epidemia los muertos invaden el dominio de los vivos desde sus respectivas esferas, aunque afortunadamente solo dentro de los límites de las regiones en las que vivieron y en las que están enterrados.
En tales casos, la duración e intensidad de la epidemia dependen de la acogida que reciban, de si encuentran las puertas abiertas para recibirlos o no, y de si la plaga nigromántica se ve incrementada por la atracción magnética, el deseo de los médiums, sensitivos y los propios curiosos, o si una vez advertido el peligro, la epidemia se reprime sabiamente.
Pero cuanto más se abren las puertas para ellos, más se propaga la epidemia nigromántica; cuanto más practiquen los médiums y los espiritistas en difundir el fluido magnético de sus evocaciones, más poder y vitalidad adquiere el mundo de los muertos sobre el mundo de los vivos
Una visita periódica similar ocurre ahora en Estados Unidos. Comenzó con niños inocentes —las pequeñas señoritas Fox— que jugaban inconscientemente con esta terrible arma. Y acogidos con entusiasmo y apasionadamente invitados a "entrar", toda la comunidad de muertos pareció precipitarse y apoderarse, con mayor o menor fuerza, de los vivos.
(Nota de Cid: la documentación histórica muestra que las hermanas Fox fueron falsas médiums. He constatado que Blavatsky a veces no sabía distinguir los auténticos médiums de los embusteros, lo cual es comprensible debido a que hay falsos médiums muy hábiles y Blavatsky no profundizó su investigación sobre todos ellos.)
Yo fui a propósito a visitar a una familia de médiums fuertes: los Eddy.
(Los Eddy parece que si fueron verdaderos médiums.)
Y observé durante más de dos semanas, haciendo experimentos que por supuesto, guardé para mí.
¿Recuerdas, Vera, cómo hice experimentos para ti en Rougodevo, cuántas veces vi los fantasmas de quienes habían estado viviendo en la casa y te los describí, porque tú nunca pudiste verlos?
Bueno, día y noche en Vermont ocurría lo mismo. Veía y observaba a estas creaturas sin alma, sombras de sus cuerpos terrenales, de los cuales, en la mayoría de los casos, alma y espíritu habían huido hacía mucho tiempo, pero que prosperaban y preservaban sus sombras semi-materiales, a expensas de los cientos de visitantes que iban y venían, así como de los médiums.
Y bajo el consejo y la guía de mi Maestro, observé que:
1) Las apariciones genuinas eran producidas por los "fantasmas" de quienes habían vivido y muerto en cierta zona de esas montañas.
2) Las que habían muerto lejos eran menos completas, una mezcla de la sombra real y la que persistía en el aura personal del visitante para quien supuestamente provenía; y
3) Las puramente ficticias, o como yo las llamo, los reflejos de los fantasmas o sombras genuinos de la personalidad fallecida.
Para explicarme más claramente, no fueron los fantasmas los que asimilaron al médium, sino el médium, W. Eddy, quien asimiló inconscientemente para sí mismo las imágenes de los parientes y amigos muertos a partir del aura de los modelos.
¡Era espantoso presenciar el proceso! A menudo me mareaba y me mareaban; pero tenía que verlo, y lo máximo que podía hacer era mantener a distancia a las repugnantes creaturas. ¡Pero era un espectáculo ver la bienvenida que los espiritistas les daban a estos seres!
Lloraban y se regocijaban alrededor del médium, envueltos en estas sombras vacías y materializadas; se regocijaban y volvían a llorar, a veces desbordados por una emoción, una alegría y una felicidad sinceras que me hacían llorar por ellos.
(Nota de Cid: las personas creían que realmente ellas se estaban comunicando con sus familiares fallecidos, cuando en realidad eran esas creaturas astrales que tomaban la apariencia de esos familiares.)
- "¡Si pudieran ver lo que yo veo!"
Yo deseaba a menudo que también se pudieran dar cuenta.
Si supieran que esos simulacros de hombres y mujeres están compuestos enteramente de pasiones terrestres, de vicios y pensamientos mundanos, del residuo de la personalidad que fue (pues éstos no son más que desechos que no pudieron seguir al alma y al espíritu liberados) y son dejados para una segunda muerte en la atmósfera terrestre, que puede ser vista por el médium promedio y el público.
A veces solía ver uno de esos fantasmas, abandonando el cuerpo astral del médium, abalanzándose sobre uno de los asistentes, expandiéndose hasta envolverlo por completo y luego desapareciendo lentamente dentro del cuerpo vivo como si fuera absorbido por cada uno de sus poros. »
(Libro Incidentes en la Vida de Madame Blavatsky, capítulo 8, y la revista The Path de febrero de 1885)
OBSERVACIONES
Blavatsky explicó que la frontera entre los vivos y los muertos (lo que esotéricamente se conoce como la frontera en el el plano físico y el plano astral) es mucho más fina de lo que la gente se imagina.
Y dado que actualmente el plano astral se encuentra muy sucio energéticamente por todas las bajas vibraciones que los humanos desarrollan durante su vida física y dejan en el astral antes de que sus almas asciendan al mundo divino después de morir.
Toda esa cloaca de cascarones astrales (elementarios, espectros, entidades embusteras, etc.) pueden hacer mucho daño mal influenciado a los seres vivos si esa frontera se abre. Pero desafortunadamente eso es lo que han estado haciendo los espiritistas y los médiums a través de sus sesiones espiritistas.
Y ellos son los primeros afectados ya que no se dan cuenta que los "espíritus" de los familiares fallecidos, de los antiguos personajes históricos, de los instructores, etc.. con los que supuestamente se comunican, en realidad en la inmensa mayoría de los casos son esos cascarones astrales que toman esas apariencias para cautivar a la gente presente en las sesiones espiritistas y poderlas manipular y vampirizar energéticamente.
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