ESPIRITUALIDAD Y SEXUALIDAD (Análisis de Alsibar)


(Este artículo fue escrito por Alsibar quien ha estudiado mucho a los guías espirituales, y el texto original en portugués lo pueden leer en este link.)



¿Cuál es la relación entre el sexo y la espiritualidad? ¿Por qué es tan poderoso el sexo? ¿Es posible controlar el flujo sexual? ¿Es posible liberarse del sexo mediante la represión? ¿Cómo ve el sexo la espiritualidad del nuevo milenio? Estos y otros temas relacionados se abordarán a lo largo de este texto.

El sexo es sin duda uno de los temas más controvertidos y complejos de la espiritualidad. A lo largo de los siglos, y dependiendo de la cultura y la sociedad, el sexo ha sido tratado de diversas maneras.

En la Antigüedad clásica se celebraban rituales de fertilidad al dios Baco. Había festines con abundante vino, comida y por supuesto, mucho sexo.

En la Edad Media, el sexo fue demonizado por las religiones dominantes, en particular la Iglesia Católica. Esto generó muchos problemas, angustia y sufrimiento debido al conflicto entre el espíritu y la carne. Esta división produjo obras de teatro y arte que reflejaron el drama existencial de la humanidad en aquel entonces.

En algunas organizaciones, el sexo todavía se considera un verdadero veneno para la elevación del espíritu. ¿Pero es esto realmente así? ¿Es correcto condenar el sexo, reprimirlo, prohibirlo? ¿Cuál es el papel de la dimensión sexual dentro de la concepción posmoderna de la espiritualidad? ¿Cómo podemos abordar este tema de una manera correcta, sabia, madura y sin ilusiones?

Krishnamurti en "La luz que nunca se apaga" relata el caso de un hombre que acudió a hablarle sobre su gran compulsión sexual. Este hombre en su desesperación por liberarse del sufrimiento causado por el conflicto, había llegado al extremo de amputarse los genitales.

El resultado no pudo ser peor ya que el deseo no cesó ni disminuyó, sino que al contrario aumentó. Y entonces su vida se convirtió en un verdadero tormento, un infierno. Poco podía hacer. El hombre solo pudo resignarse a su situación irremediable.

¿Hasta dónde puede llegar la desesperación humana? ¿Quién es el culpable de siglos de condena del sexo?

Probablemente los culpables sean esos líderes de religiones organizadas.

Jesús no condenó el sexo. Buda tampoco. E incluso si lo hubieran hecho, tendríamos todo el derecho a cuestionar esa condena. Después de todo, él mismo ya nos había dado esta libertad en el sermón "No creas". Allí nos enseñó a no aceptar nada y a dudar de todo con sensatez y prudencia. La verdad, decía, debe percibirse directamente a través de nuestra propia experiencia. 

Krishna dice en el Bhagavad-Gita: "Soy la vida sexual que no contradice los principios religiosos".

En la actualidad, el libro "Autobiografía de un Yogui" nos presenta al gran maestro Lahiri Mahasaya, el yogui y hombre de familia, uno de los más grandes yoguis de todos los tiempos, solo superado por el Avatar Babaji, el yogui inmortal.

Lahiri nunca se separó de su esposa y tuvo tres hijos. Su ejemplo de vida contribuyó a cambiar la mentalidad tradicional hindú sobre el matrimonio. Antes, muchos hombres abandonaban a sus esposas con el pretexto de la renuncia y la búsqueda espiritual. Pero con Lahiri, Dios enseña a la humanidad que la verdadera renuncia es interna.

Finalmente está el ejemplo de Krishnamurti, quien según su biógrafa Mary Lutyens, era un hombre sano con una vida sexual normal que no practicaba ni defendía el celibato.

¿Pero por qué el sexo causa tantos problemas? ¿Por qué es tan poderoso?

El sexo es la energía vital. Según el psicoanálisis, se trata de impulsos primitivos, originados en el inconsciente, que desempeñan un papel central en la vida de cada individuo. La represión de estos impulsos puede conducir a graves problemas psicológicos, generando traumas y trastornos de conducta graves como por ejemplo la pedofilia.

Algunas corrientes espiritualistas consideran el sexo algo sagrado: la energía más sagrada de la vida, la famosa Kundalini, que se dice que se concentra en la base de la columna vertebral. El problema es que estas mismas corrientes esotéricas malinterpretan cómo manejar esta energía.

Algunas recomiendan ejercicios "tántricos" a sus seguidores. En general, estas técnicas se basan en el control del semen durante la copulación. Una práctica no recomendada por los médicos. Conocí a un amigo que se unió a una de estas "escuelas esotéricas" y comenzó a experimentar fuertes dolores en la zona genital.

Al enterarse de sus prácticas de retención de semen, el médico le aconsejó que las dejara de inmediato. Según el profesional, si continuaba con esas prácticas antinaturales, su problema tendería a agravarse, pudiendo incluso convertirse en cáncer de próstata. 

Se sabe que la idea detrás de estas técnicas es "invertir el flujo" de energía que antes iba "de abajo hacia afuera", dirigiéndolo "de adentro hacia arriba". El problema radica en que este concepto proviene de una interpretación errónea de algunos libros esotéricos que hablan del "cambio en el flujo de la energía Kundalini".

Es cierto que el flujo cambia con el despertar espiritual, pero esto ocurre de forma natural. Además, el cambio en el flujo ocurre en las corrientes sutiles del cuerpo, no necesariamente a nivel material y biológico.

Con el despertar Kundalini al activarse vivifica y energiza los centros chakras. Esto no significa que la persona deje de sentir deseos biológicos; sin embargo, mentalmente, la persona sabia es libre interiormente, como dice Krishna en el Bhagavad-Gita:

 "El hombre sabio no se deja llevar por las corrientes de los deseos, que son como ríos que fluyen hacia el mar, sino que, sin embargo, permanece firme."

Entonces, ¿cuál sería la mejor actitud hacia el sexo?

Ciertamente no es control ni represión. Intentar controlar los impulsos de la naturaleza es como intentar controlar el caudal de un río o un volcán. Aunque se tenga éxito por un tiempo, pronto estallará causando graves daños. Con el sexo ocurre lo mismo. Y las consecuencias de este "daño" son bien conocidas en los círculos religiosos, a través de los famosos escándalos sexuales y diversos crímenes.

Entonces, ¿qué se debe hacer? ¿Qué enseñan los exponentes de la nueva espiritualidad sobre este delicado tema? ¿Será necesaria más represión y control? ¿El conflicto libera a los seres humanos del deseo?

Por supuesto que no. Por lo tanto, se necesita urgentemente una nueva forma de comprender esta dimensión del ser, situándola en su contexto adecuado.

Ahora bien, el ser humano —tal como se manifiesta en el cuerpo— no es solo un ser espiritual, sino también material. El cuerpo tiene sus propias leyes, necesidades, exigencias e inteligencia.

Algunas personas religiosas más conservadoras afirman que el sexo existe solo para la procreación. Pero incluso en la naturaleza, los animales parecen tener relaciones sexuales por placer, como lo demuestran los casos de «homosexualidad» en el mundo animal.

¿Quién no ha visto nunca a dos animales del mismo sexo intentando tener relaciones sexuales? ¿O viviendo una «amistad diferente»?

Esto nos lleva a reflexionar sobre el papel del sexo en la naturaleza. ¿No es el sexo en este plano físico simplemente un reflejo distante o distorsionado de un fenómeno que ya ocurre en un plano superior? Es decir, ¿existiría, en otros planos y dimensiones, otro tipo de «sexo»? ¿Un sexo menos «animalista», ajeno a los instintos primitivos?

De hecho, el propio Universo tiene «relaciones sexuales». En la tradición hindú, Dios, representado por Shiva, tiene relaciones sexuales con la Creación, pues es la Fuerza Procreativa Universal. El lingam es el símbolo fálico de Shiva (el pene) que fertiliza y crea todo en el universo. En otras palabras, existirían varios niveles de sexo, siendo el nivel animal —los impulsos del Ello— el más bajo y primitivo.
 
De esta manera podemos establecer algunos niveles en relación a la dimensión sexual:

Nivel 1: el del animal, totalmente primitivo, impulsivo y rebelde.

Nivel 2: el del homo sapiens,  ignorante/inconsciente de su compleja tríada: cuerpo-mente-espíritu. A esto se suman siglos de educación represiva y castradora, convirtiéndolos en seres neuróticos, ansiosos y en constante conflicto consigo mismos.

Nivel 3: el del homo sapiens equilibrado/maduro. En este nivel desaparece el conflicto causado por la represión y la lucha interna. El hombre equilibrado ha superado el nivel de pensamientos condicionados y reactivos. Al encontrar su propio equilibrio, ya no se deja controlar por sus impulsos primitivos. La dimensión sexual encuentra su lugar en la psique y se integra con las demás dimensiones de forma saludable, sin excesos ni efectos secundarios.

Nivel 4: a partir del cuarto nivel se sabe poco o nada. Seres como Babaji, Buda y Jesús se encuentran en este nivel. Los registros de algo similar a lo que llamamos "sexualidad" en este elevado nivel de conciencia son muy escasos o inexistentes. Sin embargo sabemos que cuanto más elevada es la conciencia espiritual, mayor es la intensidad de "Ananda" (felicidad) que es el éxtasis espiritual interior o la alegría.

Así, el orgasmo común sería solo una pequeña y distante muestra de la Alegría Celestial de la que hablaban los grandes maestros iluminados. Ellos disfrutan naturalmente de un estado de dicha interior porque logran en sí mismos lo que nosotros solo podemos lograr en la cópula: la unificación de los opuestos. La plena integración del Yin y el Yang cósmicos. Como afirma el propio Bhagavad-Gita:

"Quien tiene una felicidad interior, quien es activo en su interior, quien se regocija y se ilumina interiormente, es en realidad el místico perfecto. Se libera en el Supremo y finalmente lo alcanza."

Sri Yukteswar, discípulo de Lahiri Mahasaya y maestro de Yogananda, afirmó que el criterio para la iluminación de una persona es la intensidad de Ananda que se siente durante la meditación. El problema radica en que muchas personas desean encontrar la dicha permanente y terminan frustradas porque no existe.

La verdadera Ananda no puede ser manipulada ni controlada por nadie. Es la expresión misma del Espíritu Divino en el hombre, y por consiguiente trasciende todo deseo, pensamiento, ambición o búsqueda. Se da libremente, no es resultado de prácticas ni esfuerzos. "Llega sin invitación", como dijo Krishnamurti, y jamás puede ser controlada por la voluntad del individuo.

La mente puede producir una especie de falso "ananda", pero no se parece en nada al verdadero. La verdadera dicha es diferente de todo lo que la mente pueda concebir. El falso "ananda" es fugaz porque lo forja la propia intención del pensador en su búsqueda del placer.

Ahora bien, todo lo creado por el pensamiento/deseo es fuente de ilusión, frustración y sufrimiento. En cambio el Ananda Celestial no causa dolor ni tristeza. Durante su manifestación, se renueva constantemente, e incluso cuando desaparece o disminuye su intensidad, deja su fragancia en el aire, transformando para siempre la conciencia y la vida del individuo.

Entonces, ¿qué debemos hacer?

Vivimos en una sociedad que impone ciertas normas de conducta necesarias para la vida social. No podemos simplemente tener relaciones sexuales sin control ni criterio. Pero tampoco podemos reprimirlas ni controlarlas. ¿Cómo resolvemos este viejo dilema?

Es necesaria una nueva comprensión y percepción de las cosas, y de nosotros mismos. Nadie puede decirnos qué deberíamos hacer. Esto ya se ha hecho antes, sin éxito.

A medida que el hombre se conoce a sí mismo, también comprenderá el sexo, aprendiendo a gestionarlo correctamente. Y al comprender el poder de la energía sexual, la persona sabia percibe todas las implicaciones y los males de la represión, y por lo tanto no emprende ese camino de la abstinencia forzada. pero tampoco el otro el de la sexualidad desequilibrada.

Por ello, el conocimiento de las energías sutiles y cómo canalizarlas es fundamental.

Nos queda reflexionar: ¿Cuál es el papel del sexo para quien se ha liberado de la identificación con los pensamientos y la sensación de separación?

El sexo, sin duda, tiene su función e importancia. El problema puede no estar en el sexo en sí, sino en la mente que desea prolongarlo. Al buscar una sensación cada vez más intensa y constante, el hombre expone su nada, su vacío, su sufrimiento.

Es como si el sexo fuera su única válvula de escape. Sin él, solo habría tristeza y dolor. Y al perseguirla con pasión y frenesí, solo se aumenta el sufrimiento. Sin embargo una mente liberada de la división entre "observador y observado" encuentra paz interior, sin depender ya tanto de los placeres sensoriales. Una mente así sabrá cómo gestionar esta energía primaria con inteligencia y madurez.

El camino medio, señalado por Buda, es sin duda una excelente solución a este antiguo problema.

Cuando la mente, a través del autoconocimiento y la sabiduría, alcanza la paz, el sexo encuentra su lugar. ¡Si está presente, ahí está! Este hecho no se puede negar, ocultar ni ignorar. Pero ¿cuál es la manera más adecuada de liberar este poderoso flujo de energía?

Cada persona deberá encontrar su propio camino. No existen fórmulas mágicas ni recetas prefabricadas. Cada persona deberá encontrar la mejor manera de lograrlo, sin causarse daño ni perjudicarse a sí misma ni a los demás.

Pero no se debe cometer el error de usar la MEDITACIÓN como medio para controlar la energía sexual, porque cuanto más se intente controlarla, más poderosa se volverá. La meditación natural —la que no se practica, sino que surge de forma natural—, contrariamente a la creencia popular, aumenta la energía del cuerpo, potenciando la energía sexual. Y esta no se puede reprimir. Lo correcto es dejarla fluir, que surja, que se exprese de la forma más sana, armoniosa y natural posible.

En el nuevo milenio, la consciencia/sabiduría es la luz que llevamos dentro. Vivimos en una nueva era donde las personas están despertando cada vez más a su dimensión espiritual. El sexo es una energía hermosa, poderosa y placentera. Y saber cómo manejarlo de la manera más correcta también es señal de madurez espiritual. 

Cada ser humano debe encontrar su propia manera de resolver este gran desafío, ya sea teniendo sexo con una pareja, solo, o intentando sublimarlo de la manera que considere más adecuada. Lo más importante es que no se dañe a sí mismo ni a los demás; siempre con seguridad/conciencia y asumiendo la responsabilidad de las consecuencias de sus actos.






OBSERVACIONES

Concuerdo con lo que dijo Alsibar, y en base a lo que he estudiado y experimentado, quisiera añadir algunos detalles más.

Se puede ser espiritual y tener una vida sexual, pero las iglesias demonizaron el sexo para así poder tener un mayor control sobre sus seguidores.

Para efectuar una actividad sexual sin eyacular se requiere de una gran disciplina, de lo contrario es mejor eyacular.

Los maestros no repudian el sexo pero si explicaron que para poder volverse un iniciado elevado se requiere ser casto, pero la inmensa mayoría de las personas en la actualidad todavía no están aptas para seguir el sendero iniciático, y para la inmensa mayoría de los humanos la abstinencia sexual es más nociva que beneficiosa.










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