Alsibar es un terapeuta brasileño que ha estudiado mucho a los guías espirituales y sobre George Gurdjieff, él comentó lo siguiente:
Gurdjieff fue un gran líder y difusor de las enseñanzas espirituales de las sociedades secretas con las que él había tenido contacto, pero no era un “despierto”. Y si lo fue, cayó y se corrompió en el camino.
Sus acciones estaban lejos de demostrar lo que predicaba. Él mismo confesó haber utilizado sus poderes de telepatía e hipnosis para obtener ventajas personales y seducir mujeres.
Al final de su vida se arrepintió, entró en una crisis existencial y acabó teniendo un final trágico.
Su vida y sus enseñanzas influyeron en muchas personas, incluido Osho. Fue un gran divulgador de las Verdades Eternas pero éstas no eran suyas y él mismo no pudo vivirlas.
Gurdjieff a pesar de sus errores y fracasos personales, en el fondo era alguien que creía en lo que predicaba y tenía un deseo sincero de encontrar la Verdad.
Al final de su vida, Gurdjieff hizo declaraciones y exabruptos muy reveladores: aceptó su impotencia y el fracaso del sistema que él mismo había enseñado. Y por ese acto de honestidad y valentía lo admiro.
Pero a pesar de su sinceridad, sus discípulos continuaron enseñando lo que el propio Gurdjieff no creía al final de su vida. De hecho, el sistema de Gurdjieff es incompleto y defectuoso. Un gran fracaso. Así lo dijo el propio Gurdjieff y su discípulo más famoso: Ouspensky.
Gurdjieff fue un gran maestro, de eso no hay duda. Sin embargo, se perdió en el camino. Presentó al mundo una verdad fragmentada que no llevaba a ninguna parte. Su último libro de la serie “Sobre todo y todas las cosas” es el relato de un hombre confundido, arrepentido y angustiado. Un arrebato de un moribundo al borde de la muerte.
Gurdjieff se perdió. No sólo él, sino todos sus seguidores, desde Ouspensky, pasando por J. G Bennet, hasta Rodney Collin. Este último se volvió loco y se suicidó. Según trascendió, estaba obsesionado con la idea de “la muerte consciente como camino directo al Despertar”, lo que lo llevó a saltar desde lo alto de la torre de una iglesia en Perú.
Ouspensky, después de separarse de Gurdjieff, se encontró perdido y sin rumbo. Terminó involucrándose en experiencias psicodélicas, principalmente mezcalina. En cuanto a su propio desarrollo espiritual, fue un gran fracaso. Descubrió demasiado tarde que el sistema de Gurdjieff era un callejón sin salida. Sus últimas palabras fueron:
- “Abandono el sistema. ¡Empieza de nuevo contigo mismo!“
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