(El siguiente texto está basado en el libro “Las Jhanas en
la Meditación Buddhista” del monje Henepola Gunaratana Nayaka Thera, y le
agradezco mucho a Serapeum por habernos enviado este artículo.)
ÍNDICE
Introducción
1. La preparación para lograr las jhanas
a. El
fundamento moral de las jhanas
2. La primera jhana y sus factores
a. El
abandono de los impedimentos
b. Los
factores de la primera jhana
c.
Aplicación de la mente
d.
Sustentación de la mente
e. Éxtasis o
arrobamiento
f. Felicidad
g.
Unificación
h.
Perfeccionando la primera jhana
3. Las jhanas superiores
a. La
segunda jhana
b. La
tercera jhana
c. La cuarta
jhana
d. Las
jhanas inmateriales
e. Las
jhanas supramundanas
f. Jhana y
el Arahant
Conclusión
INTRODUCCIÓN
El Buddha dijo que así como el gran océano posee un solo
sabor, el sabor de la sal, de la misma forma en su doctrina y disciplina solo
hay un sabor, el sabor de la libertad. El sabor de la libertad espiritual, la
cual significa libertad con respecto al sufrimiento. Y en el proceso que
conduce a la libertad respecto al sufrimiento, la meditación es el medio para
generar el despertar interior requerido para la liberación.
Tomando estos en cuenta, las jhanas son estados de
meditación profunda que se cultivan a partir de la centralización de la mente
en torno a un solo objeto o idea con tal poder de atención que da lugar a una
total inmersión en el objeto o la idea.
El gran comentador Buddhista Buddhaghosa expone el origen
de la palabra “jhāna” (sanscrito “dhyāna”) como proveniente de dos formas
verbales. Una de ellas, la derivación etimológicamente correcta, es el verbo
jhāyati, que significa pensar o meditar; la otra es una derivación más
informal, que conlleva la intención de iluminar su función en vez de su fuente
verbal; esta es la forma del verbo jhāpeti que significa quemar.
El comentario explica: “Quema a los estados opositores,
por lo tanto, se le denomina jhāna.” (VinayaAtthakathā I, 116). Y el significado
es que jhana “quema” o destruye las impurezas mentales que impiden el
desarrollo de la serenidad y la introspección.
La importancia de las jhanas en el camino Buddhista puede
ser apreciada de inmediato a partir de la frecuencia en la que se les menciona
en los sutras. Las jhanas figuran prominentemente tanto en la propia
experiencia del Buddha como en sus discursos.
En su niñez, cuando asistió a un festival anual del arado
de los campos de cultivo, Siddharta entró espontáneamente en la primera jhana.
Y la memoria de este incidente de su niñez, muchos años más tarde tras de su
fútil búsqueda practicando austeridades, le reveló el camino a la iluminación
durante su periodo de más profundo desaliento (MajjhimaNikāya I, 246-7)
Después de haber tomado su asiento bajo el árbol Bodhi,
el Buddha entro en las cuatro jhanas, inmediatamente precediendo la dirección
de su mente hacia las “Tres Sabidurías (Verdaderas)” que dieron lugar a su
iluminación (MajjhimaNikāya I. 247-9)
Durante la vida del Buddha las cuatro jhanas siempre
permanecieron como su “habitación celestial” (DighaNikāya III, 220) a las que
recurrió con el objeto de vivir feliz “Aquí y ahora”.
Su entendimiento con respecto a la corrupción, purificación
y salida de las jhanas (junto con otros logros meditativos) es uno de los
llamados “Diez Poderes de un Tathagata” los cuales le permiten hacer girar la
incomparable rueda del Dharma (MajjhimaNikāya I, 70).
Incluso, antes de morir, el Buddha entró en las jhanas en
orden directo e inverso (DighaNikāya II, 156).
En los sutras, el Buddha constantemente alienta a sus
discípulos a que desarrollen las jhanas. Las cuatro jhanas son invariablemente
incluidas en el curso completo de entrenamiento establecido para los discípulos
(por ejemplo: en el Sāmaññāphala Sutta, y también en el Cūlahatthipadopama Sutta).
Las jhanas figuran en el entrenamiento como la disciplina
de concentración correcta (sammāsamādhi) del Noble Óctuplo Sendero, y como la
facultad y poder de concentración (samādhindriya, samādhibala).
La vía del que logra jhana, al compararse, parece ser más
placentera y uniforme (AnguttaraNikāya II, 150-2). El Buddha inclusive se
refiere a las cuatro jhanas en forma figurativa como un tipo de Nirvana. Las
llama “el Nibbāna inmediatamente visible”, el “Nibbāna factorial”, el “Nibbāna
aquí y ahora” (AnguttaraNikāya IV, 453-4).
Con el objeto de lograr las jhanas, el meditador debe
empezar con la eliminación de los estados mentales impuros que obstruyen la
tranquilidad interna, generalmente agrupados como “los cinco impedimentos”
(pañcanivaranā) que son:
- el deseo
de satisfacción sensorial (kāmacchanda),
- la
aversión (byāpadā),
- el letargo
y la torpeza mental (thīnamiddha),
- la agitación
y la preocupación (uddhaccakukkucca),
- y la duda
(vicikicchā).
Mientras que la absorción de la mente en el objeto es
causada por cinco estados mentales oponentes llamados los factores jhánicos (jhānangani)
debido a que elevan el estado de lamente al nivel de la primera jhana, y son los
componentes que la definen. Los cinco factores son:
- aplicación
de la mente (vitakka),
- sustentación
de la mente (vicāra),
- goce
extático (pīti), felicidad (sukha),
- y
unificación [mental] (ekaggatā).
Una vez lograda la primera jhana el meditador
entusiasmado puede proseguir a lograr las jhanas superiores, lo cual se logra
mediante la eliminación de los factores más burdos en cada jhana al tiempo en
que se enfoca hacia el mayor estado de pureza de la próxima jhana.
Más allá de las cuatro jhanas existe un conjunto de
cuatro estados meditativos superiores los cuales profundizan aún más en el
elemento de serenidad. Estos logros, conocidos como los logros carentes de
forma (material) o logros inmateriales (āruppā) y son
-
la base del espacio ilimitado
(ākāsānancayatana),
-
la base de la conciencia ilimitada
(viññānancāyatana),
-
la base de la nada (akincaññāyatana),
-
y la base de la ni-percepción ni-no-percepción
(nevasaññānasaññāyatana).
En los comentarios Pāli estos son llamados las “cuatro jhanas
inmateriales” (arūpajjhāna), las cuatro etapas precedentes se conocen como las
“cuatro jhanas de materialidad-sutil” (rūpajjhāna).
Y a menudo estos dos conjuntos son incluidos en uno solo
bajo el nombre colectivo de “las ocho jhanas” o los “ocho logros”
(atthasamāppattiyo).
1. LA PREPARACIÓN PARA LOGRAR LAS JHANAS
Las jhanas no surgen de la nada, sino que dependen de
causas y condiciones adecuadas. Por lo tanto, previo al inicio de la meditación,
el aspirante para lograr las jhanas debe preparar el terreno en su práctica
mediante el cumplimiento de ciertos requisitos preliminares.
Inicialmente debe avocarse a purificar su virtud moral,
cortando los impedimentos exteriores a la práctica, y ponerse a disposición de
un maestro calificado que le asignará un objeto de meditación adecuado y que le
explicará los métodos a desarrollar.
Después de aprender esto el discípulo debe buscar un
lugar de residencia adecuado y luchar con diligencia para lograr el éxito.
a) El
Fundamento Moral de las Jhanas
Un discípulo aspirante a lograr las jhanas debe
inicialmente establecer un sólido cimiento de disciplina moral. La pureza moral
es indispensable para el progreso meditativo debido a profundas razones
psicológicas.
La conducta virtuosa con respecto a las reglas protege la
calma interna del practicante y da lugar al gozo y la felicidad cuando se
reflexiona en la pureza de su propia conducta (AnguttaraNikāya V, 1-7).
Una segunda razón por la cual un fundamento moral es
necesario para la meditación se deriva del entendimiento acerca del objetivo de
la concentración. La concentración, en la disciplina Buddhista, tiene como
objetivo el proveer la base de la sabiduría mediante la limpieza mental de la
influencia dispersiva de las impurezas mentales.
Pero si los ejercicios de concentración efectivamente han
de combatir las impurezas, las expresiones de esas impurezas mentales manifestadas
por medio de acción, el habla y el pensamiento, deben ser primero mantenidas a
raya.
Las transgresiones morales son invariablemente motivadas
por las raíces de las impurezas: el deseo, la aversión y la ignorancia. Y cuando
una persona actúa violando los preceptos morales excita y refuerza los
mismísimos factores mentales que se pretende eliminar.
La práctica de disciplina moral consiste, en cuanto a su
expresión negativa, en la abstinencia de acciones inmorales en cuerpo y habla,
y positivamente en la observancia de principios éticos promotores de paz
interna y armonía en nuestras relaciones con los demás.
El código básico de disciplina enseñado por el Buddha
como guía para sus seguidores laicos consiste en los cinco preceptos:
abstinencia de matar, de robar, de conducta sexual incorrecta, de mentir, y de
bebidas y drogas intoxicantes. Estos principios son las obligaciones éticas
mínimas que atañen a todos los practicantes del camino Buddhista.
2. LA PRIMERA JHANA Y SUS FACTORES
El logro de cualquier jhana se da a través de un proceso
de desarrollo doble. Por un lado, en el caso de la primera jhana, el abandono de
los factores obstructivos que son los cinco impedimentos, y por el otro lado,
la adquisición de los factores que la componen que son los cinco factores
jhánicos primarios.
Ambos son mencionados en la fórmula modelo para la
primera jhana, la frase inicial se refiere al abandono de los impedimentos, la
porción subsiguiente enumera los factores jhánicos:
« Muy apartado de los
placeres sensoriales, apartado de estados mentales impuros, entra y permanece
en la primera jhana, la cual está acompañada de aplicación y sustentación de la
mente con gozo y felicidad nacidos de la reclusión. »
(MajjhimaNikāya I, 181)
(MajjhimaNikāya I, 181)
a) El
Abandono de los Impedimentos
Los cinco impedimentos (pañcanīvaranā) son: Deseo
sensorial, aversión, letargo y torpeza (mental), agitación y preocupación, y
duda.
Este grupo, la clasificación principal que el Buddha
utiliza para los obstáculos a la meditación, recibe su nombre debido a que sus
cinco componentes obstruyen la mente, impidiendo el desarrollo meditativo. Y por
esto el Buddha las llama “obstrucciones, impedimentos, corrupciones de la mente
que debilitan la sabiduría” (SamyuttaNikāya V.94).
El impedimento del deseo sensorial (kāmachanda) se
explica cómo deseo por las “cinco ramificaciones del placer sensorial,” es
decir, el deseo de formas (visibles), sonidos, olores, sabores y sensaciones
táctiles placenteras. Estos varían desde una atracción sutil hasta un estado de
lujuria muy fuerte.
El impedimento de la aversión (byāpāda) significa la
aversión dirigida hacia cosas o personas desagradables. Puede variar en rango
desde una leve perturbación hasta un odio profundo; entonces, los dos primeros
impedimentos corresponden a las dos raíces de las impurezas, el deseo y la
aversión.
El letargo y la torpeza es un impedimento compuesto de dos
partes: letargo (thīna) o estupor, inercia o rigidez mental; y torpeza [mental]
(middha) o indolencia.
La agitación y la preocupación es otro impedimento doble,
la agitación (uddhacca) se explica cómo excitación, agitación o inquietud.
La preocupación (kukkucca) es el sentido de culpa surgido
de las transgresiones morales.
Finalmente, el impedimento de la duda (vicikicchā) se
explica cómo incertidumbre respecto al Buddha, el Dharma, la Sangha y el método
de entrenamiento.
Sobre esto, el sabio Buddhaghosa dice lo siguiente:
« La mente afectada por
el deseo vehemente de variados campos objetivos no se concentra en un objeto
consistente en una unidad, o estando arrollada por la lujuria, no entra en el
camino hacia el abandono del elemento de deseo sensorial.
Cuando es turbada por la aversión hacia un objeto, no ocurre
en forma ininterrumpida. Cuando es superada por rigidez y flojera, no es
controlable. Cuando es tomada por la agitación y la preocupación, no está
callada y zumba alrededor. Cuando es afligida por la incertidumbre, fracasa en
su intento por montar la vía que conduce al logro de jhana.
De manera que estos son solamente los llamados factores
de abandono ya que son específicamente obstructivos para lograr las jhanas. »
(Visuddhimagga, 146)
Buddhaghosa establece que el abandono de los cinco
impedimentos por sí solo es mencionado en conexión con jhana debido a que los
impedimentos son los enemigos directos de los cinco factores jhánicos, y dichos
impedimentos deben ser eliminados y abolidos por estos factores.
Con objeto de sostener esta noción el comentador cita un
pasaje que demuestra una correspondencia uno-a-uno entre los factores jhánicos
y los impedimentos:
« Unificación se opone
al deseo sensorial, gozo a la aversión, aplicación de la mente al letargo y
torpeza, felicidad a la agitación y preocupación, y sustentación de la mente a
la duda. »
(Visuddhimagga, 141)
El pasaje modelo que describe el logro de la primera jhana
dice que una persona entra en jhana cuando se encuentra “apartada de los
placeres sensoriales, apartada de estados impuros de la mente”.
El Visuddhimagga explica que hay tres tipos de
aislamiento o reclusión relevantes al contexto presente, propiamente:
- reclusión física (kāyaviveka),
- reclusión mental (cittaviveka),
- y reclusión por supresión.
(vikkhambhanaviveka) (Visuddhimagga, 140).
Los primeros dos tipos de reclusión pertenecen a la
reclusión física, mental, y “reclusión con respecto a la sustancia”
(upadhiviveka).
El primero significa remoción física con respecto a
compromisos y actividades sociales para situarse en una condición de soledad
con el objeto de tener tiempo y energía para el desarrollo espiritual.
El segundo tipo significa el aislamiento de la mente con
respecto a los enredos de las corrupciones mentales, y es en efecto equivalente
a la concentración.
El tercero, “reclusión con respecto a la sustancia”, es
Nirvana, la liberación con respecto a los elementos de la existencia fenomenológica.
El logro de la primera jhana no depende de este tercer
tipo, el cual es su resultado, no su prerrequisito, pero requiere de soledad
física y la separación de la mente con respecto a las corrupciones, es decir,
reclusión física y mental.
El tercer tipo de reclusión pertinente al contexto, la
reclusión por supresión, pertenece a un esquema diferente, generalmente
discutido bajo el titulo de “abandono” (pahāna) más que “reclusión”, es el
“dejar ir” la mente.
El trabajo de sobreponerse a los cinco impedimentos se
logra a través del entrenamiento gradual, el cual ha sido mencionado por el Buddha
bastante a menudo en los sutras, tales como el Samaññāphala Sutta y el
Cūlahatthipadopama Sutta.
El entrenamiento se inicia con la disciplina moral, el
tomar y observar las reglas específicas de conducta que permiten al discípulo
controlar los modos más burdos de mala conducta verbal y corporal en que los
impedimentos encuentran su manifestación.
Con la disciplina moral como base, el discípulo practica
la restricción de los sentidos. No toma en cuenta las apariencias generales o
los aspectos seductores de las cosas, sino que guarda y controla sus facultades
sensoriales de manera que los objetos sensorialmente atractivos y repulsivos ya
no constituyen la base para el deseo y la aversión.
Entonces, habiendo obtenido este autodominio, desarrolla la
atención y el discernimiento (sati-sampajaññā) en todas sus actividades y
posturas, examinando todo lo que hace con conciencia clara. Y también cultiva
la satisfacción con un mínimo de túnicas, comida, alojamiento y otros
requisitos.
Una vez que ha completado estos aspectos preliminares el
discípulo se prepara para recluirse en aislamiento para poder desarrollar las
jhanas, y es ahí en donde se enfrenta directamente con los cinco impedimentos.
Cada impedimento, sin embargo, tiene su propio antídoto específico. De manera
que:
-
La consideración apropiada de la
característica repulsiva de las cosas es el antídoto al deseo sensorial.
-
La consideración apropiada del amor-bondad
universal (mettā) nulifica la aversión
-
La consideración apropiada de los elementos
de esfuerzo, ejercicio y lucha se opone al letargo y la torpeza mental.
-
La consideración propia de la tranquilidad de
la mente elimina la agitación y la preocupación; y
-
La consideración apropiada de las cualidades
reales de las cosas elimina la duda.
(SamyuttaNikāya V, 105-6)
Y el discípulo habiendo abandonado el deseo sensorial con
respecto al mundo, permanece con una mente libre de deseo; limpia su mente de
deseo.
Habiendo abandonado la mancha de la aversión, permanece
sin aversión; amigable y con compasión hacia todos los seres vivientes, limpia
su mente de la mancha de la aversión.
Habiendo abandonado el letargo y la torpeza mental, permanece
libre de letargo y torpeza mental, siempre dispuesto y determinado. Atento y
con comprensión clara, limpia su mente de letargo y torpeza.
Habiendo abandonado la agitación y la preocupación,
permanece sin agitación; su mente calmada internamente, es limpiada de
agitación y preocupación.
Habiendo abandonado la duda, permanece habiendo ido más
allá de la duda por medio de la experiencia directa.
Y cuando nos vemos a nosotros mismos libres de estos
cinco impedimentos, surge el gozo; y en la persona que es gozosa, surge el
éxtasis; y en aquella persona cuya mente es extática, el cuerpo se tranquiliza;
y habiendo tranquilizado el cuerpo, siente felicidad; y la mente feliz logra la
concentración.
Entonces, muy apartado de los placeres sensoriales,
apartado de estados impuros de la mente, la persona entra y permanece en la
primera jhana, la cual es acompañada de aplicación de la mente y sustentación
de la mente, con éxtasis y felicidad nacidos de la reclusión.
b) Los
Factores de la Primera Jhana
La primera jhana posee cinco factores componentes:
aplicación de la mente, sustentación de la mente, éxtasis, felicidad, y
unificación de la mente.
Cuatro de estos factores son mencionados explícitamente
en la fórmula de jhana. El quinto, unificación, es mencionado en los sutras
pero es sugerido por la noción de jhana en sí misma.
Estos cinco estados reciben su nombre, primero porque
conducen la mente del nivel de conciencia ordinaria al nivel jhánico, y segundo
debido a que constituyen la primera jhana y le dan su definición distintiva.
No obstante que los factores mentales determinantes de la
primera jhana están presentes en la concentración de acceso al estado
meditativo, no poseen aún suficiente fuerza para constituir jhana, pero son
suficientemente fuertes para excluir los impedimentos.
Con la práctica continua, sin embargo, los factores
jhánicos nacientes crecen en fuerza hasta que son capaces de dar como resultado
la jhana. Debido a la función importante que cumplen estos factores merecen una
revisión más exhaustiva.
c) Aplicación
de la Mente (vitakka)
La palabra vitakka frecuentemente aparece en los textos
en conjunción con la palabra vicāra. El par significa dos aspectos
interconectados pero distintos, propios del proceso mental, y con el objeto de
resaltar la diferencia entre ellos (así como su carácter común) se traduce uno
como aplicación de la mente y el otro como sustentación de la mente.
Esta función de aplicar la mente al objeto es común a la
gran variedad de modos en los que el factor de aplicación de la mente ocurre,
desde la discriminación sensorial hasta la imaginación, razonamiento y
deliberación, e incluso la práctica de la concentración culminando en la
primera jhana.
La aplicación de la mente puede ser inhábil como en el
caso de pensamientos de placer sensorial, aversión y crueldad, o hábil como en
el caso de pensamientos de renuncia, benevolencia y compasión (MajjhimaNikāya I,
116).
El objeto de jhana al cual vitakka conduce la mente es el
signo de contraparte, el cual emerge a partir del signo de aprendizaje tan
pronto como los impedimentos son suprimidos y la mente entra en concentración
de acceso.
Me explico, el signo de contraparte es el objeto tanto de
la concentración de acceso al estado meditativo como de jhana, los cuales no
difieren en cuanto a objeto o en cuanto a remoción de los impedimentos sino en
la respectiva fuerza de los factores jhánicos.
En el primero los factores son aun débiles, aun no
desarrollados totalmente, mientras que en la jhana son suficientemente fuertes
para hacer que la mente se absorba totalmente en el objeto. Y en este proceso,
la aplicación de la mente, es el factor responsable de dirigir la mente hacia
el signo de contraparte (el objeto) impulsándola hacia él con la fuerza de la
absorción total.
d) Sustentación
de la Mente (vicāra)
Vicāra parece representar una fase más desarrollada del
proceso de pensamiento en comparación con vitakka. Los comentarios la explican
diciendo que tiene la característica de “presión continua” sobre el objeto (Visuddhimagga,
142).
La aplicación de la mente se describe como el primer
impacto de la mente sobre el objeto, la fase mental burda. La sustentación de
la mente se describe como el acto de anclar la mente en el objeto, la fase sutil
de presión mental continua.
Buddhaghosa ilustra la diferencia entre las dos con una
serie de símiles:
« La aplicación inicial
de la mente es como golpear una campana, mientras que la sustentación de la
mente es como la reverberación de la misma. La aplicación de la mente es como
el vuelo de la abeja hacia la flor, mientras que la sustentación de la mente es
como el vuelo al derredor de la flor. La aplicación de la mente es como el
extremo de un compás que se mantiene fijo en el centro de un círculo, mientras
que la aplicación sostenida de la mente es como el extremo que delinea al
derredor. »
(Visuddhimagga, 142-43)
(Visuddhimagga, 142-43)
Estos símiles establecen claramente que la mente aplicada
y sostenida, no obstante que están funcionalmente asociadas, efectúan actividades
diferentes. La aplicación de la mente lleva la mente al objeto, la sustentación
de la mente la fija y la ancla allí.
La aplicación de la mente da lugar a una profundización
de la concentración por efecto de dirigir una y otra vez la mente de regreso al
mismo objeto, la sustentación de la mente sostiene la concentración lograda
mediante el anclaje de la mente en dicho objeto.
e) Éxtasis
o Arrobamiento (pīti)
El tercer factor presente en la primera jhana es pīti,
por lo general traducido como gozo, éxtasis o felicidad.
En los sutras se dice que pīti surge por medio de otra
cualidad llamada pāmojja, traducida como goce o alegría, la cual surge a su vez
con el abandono de los cinco impedimentos.
Cuando el discípulo nota en sí mismo el abandono de los
cinco impedimentos “goce surge en él; así en gozo, surge el éxtasis. Y cuando
se encuentra en éxtasis su cuerpo se torna tranquilo” (DighaNikāya I, 73).
La tranquilidad conduce a la felicidad, en cuya base la
mente se torna concentrada. Por lo tanto, el éxtasis precede propiamente al
surgimiento de la primera jhana, pero persiste a través de las demás etapas
hasta la tercera jhana.
El éxtasis se desglosa en cinco categorías: éxtasis
menor, éxtasis momentáneo, éxtasis como una lluvia, éxtasis edificante, y
éxtasis por saturación (Visuddhimagga, 143-44).
El éxtasis menor es generalmente el primero en aparecer
en el desarrollo progresivo de la meditación; es capaz de causar que se “paren
los pelos del cuerpo”.
El éxtasis momentáneo, como un relámpago, es el siguiente
pero no es capaz de sostenerse por mucho tiempo. El éxtasis como una ducha
corre por el cuerpo en olas, produciendo un estremecimiento pero sin dejar un
impacto perdurable.
El éxtasis edificante, se dice que puede causar la levitación
y que es sostenible por más tiempo, sin embargo aún tiende a perturbar la
concentración.
La forma de éxtasis más conducente al logro de jhana es
el éxtasis por saturación, el cual permea todo el cuerpo. El Visuddhimagga
establece que lo que se refiere al factor jhánico de éxtasis es este éxtasis
saturando por doquier “el cual es la raíz de la absorción y que por efecto de
su crecimiento llega a asociarse con la absorción misma” (Visuddhimagga, 144).
f) Felicidad
(sukha)
Como factor de la primera jhana, sukha significa
sensación placentera. La palabra es definida en forma explícita en este sentido
por el Vibhanga en su análisis de la primera jhana:
« En este caso, ¿qué es
la felicidad? Placer mental, felicidad mental, el placer que se siente y la
felicidad nacida del contacto mental, sensación placentera y feliz nacida del
contacto mental, a esto se le llama felicidad. »
(Vibhanga, 257)
El éxtasis y la felicidad se eslabonan en una relación
muy cercana, pero no obstante que las dos son difíciles de distinguir, no son
idénticas.
La felicidad es una sensación (vedana), el éxtasis es una
formación mental (samskara). La felicidad siempre acompaña al éxtasis, de
manera que cuando el éxtasis está presente la felicidad debe siempre estar
presente; pero el éxtasis no siempre acompaña a la felicidad, ya que en la
tercera jhana, como veremos más adelante, hay felicidad pero no hay éxtasis.
Buddhaghosa, en el Aţţhāsalinī, explica el éxtasis como
“el deleite en el logro del objeto deseado”, y la felicidad como “el goce del
sabor de aquello que se ha logrado”.
Y en la descripción de la primera jhana, se dice que el
éxtasis y la felicidad “nacen de la reclusión” y que permean la totalidad del
cuerpo del meditador de tal manera que no hay parte de su cuerpo que permanezca
sin ser afectada por ellos:
« Y estando así,
separado de la sensualidad, separado de los insanos estados mentales, entra y
permanece en el primer jhana, acompañado por el pensamiento aplicado y el
pensamiento sostenido, lleno de arrobamiento y placer, nacidos de la reclusión.
Y todo su cuerpo está impregnado, bañado y colmado de este arrobamiento y
placer nacidos de la reclusión, de manera tal que no queda lugar alguno en todo
su cuerpo, que no fuera impregnado por el arrobamiento y placer, nacidos de la
reclusión.
Como un hábil especialista en preparar baños o su
aprendiz, se adiestra en verter el polvo del baño dentro de la cuenca del
latón, amasándolo una y otra vez con el agua, creando una bola de polvo del
baño, saturada, suficientemente húmeda e impregnada por fuera y por dentro, sin
que caiga de ella una sola gota, así también el monje, impregna, baña y colma
su cuerpo con el arrobamiento y placer nacidos de la reclusión, de manera tal
que no queda lugar alguno en todo su cuerpo, que no fuera impregnado por el
arrobamiento y placer, nacidos de la reclusión. »
(Samannaphala Sutta)
g) Unificación
(ekaggatā)
A diferencia de los cuatro factores jhánicos previos, la
unificación (mental) no es específicamente mencionada en la fórmula modelo para
la primera jhana, sin embargo, es incluida entre los factores jhánicos en el
Mahāvedalla Sutta así como en el Abhidhamma y los comentarios. La unificación
es un concomitante mental universal, es el factor en virtud del cual la mente
se centra en su objeto. Lleva a la mente a un solo punto.
El término “unificación” es usado en los textos como
sinónimo de la concentración (samadhi) el cual tiene la característica de
no-distracción, la función de eliminar distracciones, la ausencia de vacilación
como su manifestación, y la felicidad como su causa próxima (Visuddhimagga, 85).
Como factor de jhana la unificación siempre se dirige a
un objeto sano y mantiene a raya las influencias malsanas, en particular el
impedimento del deseo sensorial. Y cuando los impedimentos se encuentran
ausentes durante jhana la unificación adquiere una fuerza especial, basada en
el esfuerzo sostenido previo de la concentración. Aunque para que la jhana
surja todos los factores deben estar presentes simultáneamente:
« Pero la aplicación de
la mente dirige la mente al objeto; la sustentación de la mente lo mantiene
anclado ahí. El éxtasis producido por el éxito en el esfuerzo por no distraerse
debido a los impedimentos refresca la mente; y la felicidad intensifica [este
efecto] por la misma razón.
Entonces la unificación ayudada por esta dirección, por
este anclaje, por este refrescamiento y por esta intensificación, de manera
uniforme y correcta centra la mente con sus estados asociados remanentes sobre
el objeto constituyendo así la unidad.
Consecuentemente la posesión de los cinco factores debe
ser entendida como el surgimiento de estos cinco, propiamente: aplicación de la
mente, sustentación de la mente, éxtasis, felicidad, y unificación de la mente.
Por esto, cuando estos han surgido se dice que la jhana ha surgido, razón por
la cual son llamados los cinco factores de posesión. »
(Visuddhimagga, 146)
Cada factor jhánico sirve como soporte para el que le
sigue. La aplicación de la mente debe dirigir la mente a su objeto con el
propósito de que la sustentación de la mente lo ancle allí mismo. Y solamente
cuando la mente está anclada será posible desarrollar interés que culmine en
éxtasis.
Y al tiempo en que el éxtasis se desarrolla conduce a la
felicidad a su maduración, y esta felicidad espiritual, al proveer una
alternativa a los efímeros placeres de los sentidos, ayuda en el desarrollo de
la unificación de la mente.
h) Perfeccionando
la Primera Jhana
La diferencia entre la concentración de acceso y la
concentración de absorción, como hemos dicho, no está basada en la ausencia de
los impedimentos, la cual es común a ambas, sino en la fuerza relativa de los
factores jhánicos.
En la concentración de acceso los factores [jhánicos] son
débiles de manera que la concentración es frágil, comparable a un infante que
camina unos cuantos pasos y entonces se cae. Pero en la concentración de
absorción los factores jhánicos son fuertes y bien desarrollados de manera que
la mente es capaz de permanecer continuamente en concentración así como un
hombre saludable puede permanecer parado durante todo un día y una noche
(Visuddhimagga, 126).
Con el objeto de desarrollar la práctica se recomiendan
varias medidas importantes (ver, Visuddhimagga, 126-35).
El meditador debe vivir en un alojamiento adecuado, debe
contar con una fuente de limosna (comida) adecuada, debe evitar lenguaje
inútil, debe asociarse solamente con compañeros de mente afín en lo espiritual,
debe hacer uso solamente de comida adecuada, debe vivir en un clima agradable,
y debe mantener su practica con una posición (corporal) adecuada.
Debe limpiar su residencia y su cuerpo de manera que
conduzcan a una meditación clara, debe balancear sus facultades espirituales
atendiendo al balance de la fe con la sabiduría y al balance de la energía con
la concentración, y debe ser hábil en producir y desarrollar la concentración.
Debe esforzar la mente cuando ésta se encuentre con
letargo y debe restringirla cuando esté agitada, debe animarla cuando se
encuentre intranquila o abatida, y debe considerar la mente con ecuanimidad
cuando todo va bien. El meditador debe evitar personas que distraen, debe
asociarse con gente con experiencia en concentración, y debe ser firme en su
resolución de lograr jhana.
Después de lograr la primera jhana unas cuantas veces el
meditador no debe inmediatamente tratar de lograr la segunda jhana. Se dice que
esto sería una especie de ambición espiritual. Antes de que esté listo para
hacer de la segunda jhana el objetivo de su esfuerzo, deberá primero
perfeccionar la primera jhana.
El Buddha compara tal meditador a una vaca necia que
mientras aun no es conocedora de su propia área de pastura, emprende en busca
de nuevas pasturas y se pierde en las montañas: no es capaz de encontrar comida
o bebida y es incapaz de encontrar el camino de regreso a casa (AnguttaraNikāya
IV.418-19).
Siguiendo esta etapa el meditador debe tratar de adquirir
los cinco tipos de dominio sobre las jhanas:
-
Dominio en cuanto a reconocimiento
(āvajjanavasī),
-
Dominio en cuanto a logro (samāppajjanavasī),
-
Dominio en cuanto a resolución
(adhiţţhanavasī),
-
Dominio en cuanto a emerger (vuţţhānavasī), y
-
Dominio en cuanto a revisión o análisis (paccavekkhanavasī).
(Ver: Visuddhimagga, 154-55).
1) El dominio en cuanto al reconocimiento es la habilidad
para reconocer los factores jhánicos uno por uno después de emerger de la jhana,
cuando así lo quiera, en donde quiera, y por tanto tiempo como lo desee.
2) El dominio en cuanto al logro es la habilidad de
entrar en jhana rápidamente
3) El dominio en cuanto a la resolución es la habilidad
de permanecer en jhana exactamente durante el tiempo predeterminado.
4) El dominio en cuanto a emerger es la habilidad de
salir de la jhana rápidamente, sin dificultad.
5) Y el dominio en cuanto a la revisión es la habilidad
de revisar la jhana y sus factores con conocimiento retrospectivo inmediatamente
después de aprehenderlos.
Y cuando el meditador ha logrado este dominio quíntuple,
entonces está preparado para esforzarse por el logro de la segunda jhana.
3. LAS JHANAS SUPERIORES
Este examen expondrá el carácter dinámico del proceso
mediante el cual las jhanas son sucesivamente logradas.
El logro de las jhanas superiores de la esfera de
materialidad-sutil (rupajhana), como veremos, requiere de la eliminación
sucesiva de los factores burdos y el fomentar los factores más sutiles.
En cambio para el logro de los estados inmateriales los
objetos de meditación se reemplazan sucesivamente, en el orden de los burdos
hasta los más sutiles. Y a partir de esto se hace claro que las jhanas se
encadenan en una secuencia gradual de desarrollo en la que la jhana inferior
sirve como base para la superior, y esta a su vez intensifica y purifica los
estados ya presentes en la inferior.
a) La Segunda
Jhana
La fórmula que describe el logro de la segunda jhana es
la siguiente:
« Con el amaine de la
aplicación inicial y sostenida de la mente entra y permanece en la segunda jhana,
la cual posee confianza interna y unificación mental, carece de aplicación y
sustentación de la mente, y se encuentra llena de éxtasis y felicidad nacidas
de la concentración. »
(Bhayabherava Sutta)
La segunda jhana, así como la primera, es lograda
mediante la eliminación de los factores que deben ser abandonados y el
desarrollo de los factores de posesión. En este caso, sin embargo, los factores
a ser abandonados son los dos factores iniciales de la primera jhana misma,
aplicación inicial y sustentación de la mente; los factores de posesión son los
tres factores jhánicos que quedan: éxtasis, felicidad, y unificación.
Por esto la fórmula empieza con “el amaine de la
aplicación inicial y sostenida de la mente”, y entonces menciona las
propiedades positivas de la jhana.
Después de haber logrado los cinco tipos de dominio sobre
la primera jhana, el meditador que desea alcanzar la segunda jhana debe entrar
en la primera jhana y contemplar sus defectos, es decir, la aplicación y la sustentación
de la mente, las cuales aparecen ahora como burdos, inclusive como impedimentos
que deben ser eliminados para poder lograr la más sutil y pacifica segunda jhana.
Reflexionando en la segunda jhana, viéndola como más
tranquila y sublime que la primera, el meditador termina con su apego a la
primera jhana y se afana nuevamente por lograr la etapa superior. Y cuando esta
práctica llega a su madurez los dos tipos de pensamiento amainan y entonces
surge la segunda jhana.
En la segunda jhana solamente tres de los cinco factores
jhánicos originales permanecen (éxtasis, felicidad, y unificación).
Adicionalmente, con la eliminación de los dos factores más burdos estos
adquieren un tono más sutil y pacífico, es decir, se dan de forma natural, sin
esfuerzo.
En la primera jhana la concentración aún era imperfecta,
estando sujeta a la influencia perturbante de la aplicación y sustentación del
pensamiento. Por la misma razón esta jhana, junto con su éxtasis y felicidad
constituyentes, se dice que es nacida de la concentración (samādhijam):
« Solo esta
concentración es digna de llamarse “concentración” debido a su completa
confianza [interna] y extremada inmovilidad debido a la ausencia de trastorno
debido a la aplicación inicial y sostenida de la mente. »
(Visuddhimagga, 158)
b) La
Tercera Jhana
Con el objeto de lograr la tercera jhana el meditador
debe utilizar el mismo método que utilizó para ascender de la primera jhana a
la segunda. Debe dominar la segunda jhana en las cinco modalidades, entrar y
emerger de ella, y reflexionar en cuanto a sus defectos. Y en este caso su
defecto inherente es la presencia de éxtasis, el cual ahora aparece como un
factor burdo que debe ser descartado.
Consciente de las imperfecciones de la segunda jhana, el
meditador cultiva indiferencia hacia ella y en su lugar aspira a lograr la paz
de la tercera jhana. La tercera jhana posee dos factores jhánicos que
permanecen cuando el éxtasis desaparece, y que son felicidad y unificación.
Esta jhana es descrita por los sutras de la siguiente
manera:
« Con la desaparición
del éxtasis, permanece en ecuanimidad, [plenamente] atento; y experimenta en su
propia persona esa felicidad de la cual los nobles dicen: “Feliz vive aquel que
es ecuánime y [plenamente] atento”, así es como entra y permanece en la tercera
jhana. »
(Bhayabherava Sutta)
La fórmula indica que la tercera jhana contiene, además
de los dos factores que la definen: ecuanimidad y atención [plena]. La
ecuanimidad es mencionada en dos ocasiones. La palabra Pāli correspondiente a
ecuanimidad es upekkhā, y ocurre en los textos con un amplio rango de
significados, siendo el más importante el de “sensación neutra” (es decir, la
sensación que no es ni dolorosa ni placentera), y la cualidad de balance
interno o estabilidad llamado “neutralidad específica” (Visuddhimagga, 161)
En la tercera jhana la ecuanimidad como neutralidad específica
coexiste con la felicidad o sensación placentera.
Se dice que el meditador en la tercera jhana posee
atención plena, y en este contexto la atención plena (sati) quiere decir el
recordar el objeto de meditación, el constante tener en mente el objeto sin
permitir que se pierda. De manera que la labor de la atención en este punto es
la de evitar la pérdida consecuente de la tercera jhana dejando que la mente
vuelva a experimentar el éxtasis (pīti) de la segunda jhana.
c) La
Cuarta Jhana
El logro de la cuarta jhana comienza con el procedimiento
ya mencionado. En este caso el meditador percibe que la tercera jhana es
amenazada por la proximidad del éxtasis, el cual está siempre listo para
hacerse manifiesto nuevamente debido a su natural afinidad con la felicidad.
Y también percibe que es inherentemente defectuosa debido
a la presencia de la felicidad, un factor que puede desarrollar apego. Entonces
cultiva el estado en donde la ecuanimidad y la unificación subsisten juntas (la
cuarta jhana) como un estado meditativo mucho más sutil y pacífico.
« Con el abandono del
placer y el dolor, y con la desaparición previa del gozo y la aflicción, entra
y permanece en la cuarta jhana, la cual posee ni-dolor-ni-placer y tiene pureza
de atención [plena] debido a la ecuanimidad. »
(Bhayabherava Sutta)
La primera parte de esta fórmula específica las condiciones
para el logro de ésta jhana (también llamada la liberación de la mente,
ni-dolor-ni-placer (MajjhimaNikāya I, 296) como el abandono de los cuatro tipos
de sensación incompatibles con la misma, los primeros dos significando
sensaciones corporales, y los últimos dos correspondientes a las sensaciones
mentales.
La fórmula también introduce varios términos nuevos y frases
que no se habían mencionado anteriormente. Inicialmente menciona una nueva
sensación, ni-dolor-ni-placer (adukkhamasukha), la cual permanece una vez que
las otras cuatro sensaciones han desaparecido.
Este tipo de sensación, también llamado sensación ecuánime
o neutra, reemplaza a la felicidad y a su vez consiste en uno de los factores
de la jhana. Por esto, el logro tiene dos factores: sensación neutra o natural y
unificación mental.
Previamente el ascenso de una jhana a la siguiente estaba
marcado por la eliminación progresiva de los factores jhánicos más burdos, pero
ningún factor era adicionado para reemplazar a los que se excluyeron. Pero
ahora, en el movimiento de la tercera a la cuarta jhana ocurre una
substitución, la sensación neutra o natural aparece para tomar el lugar de la
felicidad.
Adicionalmente encontramos una nueva frase compuesta de
los términos familiares:
« Pureza de la atención
[plena] debida a la ecuanimidad. »
(Upekkhāsatipārisuddhi)
« Esta atención es
clara, purificada, clarificada por la ecuanimidad. »
(Vibhanga, 261)
Y Buddhaghosa añade lo siguiente:
« Ya que la atención en
esta jhana es bastante purificada, y su purificación es efectuada por la
ecuanimidad, y no por otra cosa. »
(Visuddhimagga, 167)
La ecuanimidad que purifica la atención no es la
sensación neutra, como podría suponerse, sino la neutralidad específica, la
imparcialidad sublime libre de apego y aversión, la cual corresponde a esta jhana,
y en los tantras a esta cualidad se la denomina “sahaja” o estado natural.
A pesar de que ambos, la neutralidad y la atención
[plena], estaban presentes en las tres jhanas inferiores, de ninguna de estas
se dice que posee “pureza de atención debido a la ecuanimidad”, por esto es muy
importante recalcar la diferencia.
d) Las
Jhanas Inmateriales
Más allá de las cuatro jhanas se encuentran cuatro logros
superiores en la escala de concentración, en los sutras se los denomina como
las “liberaciones pacíficas inmateriales trascendiendo la forma material”.
(santāvimokkhāatikammarūpearuppā, MajjhimaNikāya I, 33)
Y en los comentarios también se les llama jhanas
inmateriales, aunque esta expresión no se encuentra en los sutras.
Las jhanas inmateriales son designadas, no mediante una
secuencia numérica como las jhanas de materialidad-sutil (rupajhana), sino por
los nombres de su respectiva esfera (loka):
-
La base del espacio ilimitado
(ākāsānancayatana),
-
La base de la conciencia ilimitada
(viññānañcāyatana),
-
La base de la nada (ākincaññāyatana), y
-
La base de la ni percepción ni no-percepción
(nevasaññanāsaññāyatana).
Reciben la designación “inmaterial” o “carente de forma”
(arupa) debido a que son logradas mediante la superación de toda percepción de
forma material, incluyendo la forma sutil del signo de contraparte (el objeto
de meditación) que sirve como objeto de las jhanas previas, y debido a que son
estados correlativos de los planos de existencia inmateriales.
Al igual que las jhanas de la materialidad-sutil, las jhanas
inmateriales siguen una secuencia fija y deben ser logradas en el orden en que
son presentadas. Es decir, el meditador que desee lograr las jhanas
inmateriales debe iniciar con la base del espacio ilimitado y entonces proceder
paso a paso hasta la base de la ni percepción ni no-percepción.
Sin embargo, hay una diferencia importante la forma en
que se cultivan estos estados. En el caso de las jhanas de la materialidad-sutil,
el ascenso de una jhana a la siguiente requiere de la superación de factores
jhánicos.
Con el objeto de elevarse de la primera jhana a la
segunda el meditador debe eliminar la aplicación y sustentación de la mente,
para elevarse de la segunda a la tercera debe superar el éxtasis, y para
elevarse de la tercera a la cuarta debe reemplazar la sensación placentera o
felicidad por la sensación neutra o natural.
Una vez que la cuarta jhana es alcanzada los factores
jhánicos permanecen constantes, y en la ascensión superior a los logros
inmateriales no hay más eliminación de factores jhánicos.
Por esta razón las jhanas “sin forma”, según la
clasificación del Abhidhamma, son modos de la cuarta jhana. Además de que son
jhanas bifactoriales, es decir, están constituidas por el factor de la unificación
y el de la ecuanimidad.
En vez de estar determinadas por superación sucesiva de
factores, el orden de las jhanas inmateriales está determinado por la
substitución de objetos. Mientas que para las jhanas de materialidad-sutil el
objeto puede permanecer constante pero los factores deben ser cambiados, para
las jhanas inmateriales los factores permanecen constantes mientras que los
objetos cambian.
La base del espacio ilimitado elimina el objeto de
meditación de la cuarta jhana, la base de la conciencia ilimitada supera al
objeto de la base del espacio ilimitado, la base de la nada supera el objeto de
la base de la conciencia ilimitada, y la base de la ni percepción ni
no-percepción supere al objeto de la base de la nada.
Para el logro de las cuatro jhanas inmateriales se dice
que se debe tomar un objeto único inseparablemente relacionado con el logro
mismo, es decir, la primera es lograda solamente con la base del espacio
ilimitado como objeto, la segunda con la base de la conciencia ilimitada, y así
sucesivamente.
Y lo que dice el Visuddhimagga al respecto de cómo lograr
las jhanas inmateriales es lo siguiente:
« Siguiendo estas
reflexiones preparatorias, el meditador entra en la cuarta jhana basada en un
objeto-kasina y extiende el signo de contraparte de la kasina “hasta el límite
de la esfera del mundo, o tan lejos como lo desee.”
Entonces, después de emerger de la cuarta jhana, debe
remover la kasina mediante la atención exclusiva al espacio que ha cubierto sin
atender a la kasina misma. Tomando como su objeto el espacio remanente después
de la remoción de la kasina, el meditador lo percibe como “espacio ilimitado” o
simplemente como “espacio, espacio,” incidiendo en esa percepción con aplicación
y sustentación de la mente.
Finalmente tras cultivar una y otra vez esta práctica, la
conciencia propia de la base del espacio ilimitado surge con el espacio
ilimitado como su objeto. »
(Visuddhimagga, 327-28)
« Un meditador que ha
logrado el dominio sobre la base del espacio ilimitado, deseando también el
logro de la segunda jhana inmaterial, debe reflexionar en los dos defectos del
primer logro los cuales son su proximidad con las jhanas de la esfera de
materialidad-sutil y lo burdo de ese estado comparado con la esfera de la
conciencia ilimitada.
Habiendo desarrollado de esta forma indiferencia hacia el
logro inferior, debe a continuación entrar y emerger de la base del espacio
ilimitado y entonces debe fijar su atención en la conciencia que ocurrió allí
mismo extendiéndose sobre el espacio ilimitado.
Ya que el espacio tomado como el objeto de la primera jhana
inmaterial era ilimitado, la conciencia de ese espacio también toma el aspecto
de carencia de límite, es sobre esta conciencia ilimitada a la cual se refiere
el aspirante al siguiente logro. No debe atender a ella meramente como
ilimitada, sino como “conciencia ilimitada” o simplemente como “conciencia.”
Continúa cultivando este signo una y otra vez hasta que
la conciencia perteneciente a la base de la conciencia ilimitada surge en la
absorción tomando como su objeto la conciencia ilimitada concerniente al primer
estado inmaterial. »
(Visuddhimagga, 331-32)
« Con el objeto de
lograr el siguiente estado sin forma, la base de la nada, el meditador que ha
dominado la base de la conciencia ilimitada debe contemplar sus defectos en la
misma forma doble y debe atender a la base de la nada como poseedora de paz
superior.
Sin dar ya más atención a la base de la conciencia
ilimitada, debe “dar atención a la no-existencia presente, el vacío, al aspecto
apartado de la misma conciencia previa perteneciente a la base consistente de
espacio infinito. »
(Visuddhimagga, 333)
En otras palabras, el meditador debe enfocarse en la
ausencia presente o no-existencia de la conciencia perteneciente a la base del
espacio ilimitado, atendiendo a ella una y otra vez de manera que “no hay, no
hay,” o “vacío, vacío”.
Cuando sus esfuerzos fructifican surge en la absorción
una conciencia perteneciente a la base de la nada, con la no existencia de la
conciencia del espacio ilimitado como su objeto.
Mientras que el segundo estado inmaterial está
relacionado a la conciencia del espacio ilimitado en forma positiva, mediante
el enfoque sobre el contenido de esa conciencia y apropiándose de su carencia
de límite, el tercer estado inmaterial se relaciona a él en forma negativa,
excluyendo esa conciencia del campo perceptivo y haciendo no existencia de esa
conciencia su objeto.
La cuarta y última jhana inmaterial, la base de la ni
percepción ni no-percepción, es alcanzada mediante el mismo procedimiento preliminar.
El meditador puede también reflexionar sobre lo insatisfactorio de la
percepción, de esta forma, se dice, termina su apego a la base de la nada y
fortalece su resolución de lograr la próxima etapa superior.
Entonces atiende a los cuatro agregados mentales que
constituyen el logro de la base de la nada (sensación-vedana, percepción-samjna,
formaciones mentales-samskaras, y conciencia-vijnana) contemplándolos como
“vacío, vacío”. Cuando el practicante lo hace así los impedimentos amainan, la
mente pasa a través de la concentración de acceso y entra en la base de la ni
percepción ni no-percepción.
Esta jhana recibe su nombre debido a que, por una parte,
carece de percepción burda con su función de discernir claramente los objetos,
y por lo tanto no se puede decir que tiene percepción, por otra parte, retiene
una muy sutil percepción, por lo que no puede decirse que carece del todo de
percepción.
A este nivel la mente ha alcanzado el desarrollo más
elevado posible en la dirección de la serenidad pura. Ha logrado el grado más
intenso de concentración, tornándose tan refinada que la conciencia no puede
ser descrita en términos de existencia o no-existencia. Y sin embargo este
logro, desde el punto de vista Buddhista, es aún un estado mundano.
Se dice que el logro del completo despertar viene con el
acceso a una “novena jhana” la cual se denomina nirodhasamāpatti, el “cese de
la percepción y la sensación" o el “recogimiento de la destrucción”, y
consiste en una especie de estado extático-cataléptico de siete días, pero
sobre esto no he encontrado mucha más información.
Aunque en los sutras (Ver: Cūḷahatthipadopama Sutta, 17-27) se dice
que con la cuarta jhana como base se cultiva la visión introspectiva sobre la
liberación de las impurezas de la sensualidad, de las impurezas de la
existencia y de las impurezas de la ignorancia con las cuales llega la
liberación.
e) Las
Jhanas Supramundanas
El desarrollo de la introspección es el logro de las
cuatro vías y frutos supramundanos (lokuttara). Cada vía es una cumbre de
experiencia momentánea directamente comprendiendo el Nirvana y cortando permanentemente
ciertas impurezas.
Estas impurezas generalmente son agrupadas en un conjunto
de diez “encadenamientos”, “trabas” o “grilletes” (samyojana) los cuales
mantienen a los seres encadenados al ciclo de renacimientos.
La primera vía, llamada la vía del que entra en la
corriente (sotāpatti) debido a que marca la entrada en la corriente del Dharma,
erradica los tres primeros encadenamientos (la visión falsa de la personalidad,
duda, y apego a ritos y rituales).
El discípulo que ha alcanzado la entrada en la corriente
ha limitado sus futuros nacimientos a un máximo de siete en las esferas de
felicidad humana y de los mundos celestiales, después de los cuales logrará la
liberación final.
Sin embargo un discípulo con entusiasmo es capaz de
progresar inclusive a etapas superiores en la misma vida en la que alcanza la
entrada en la corriente, mediante el establecimiento de la aspiración para el
logro de la siguiente vía superior.
La siguiente vía supramundana es la del que “regresa solo
en una ocasión más” (sakadāgāmi). Esta vía no erradica ninguna traba completamente,
sino que atenúa en gran medida el deseo sensorial y la aversión. El que regresa
solo una vez más es llamado así debido a que está destinado a poner fin al
sufrimiento después de retornar a este mundo solo una vez más.
La tercera vía, la del que “no regresa” (anāgāmi) por
completo destruye el deseo sensorial y la aversión debilitados por la vía
precedente. El que no regresa se ha asegurado que ya nunca más tomará
renacimiento en la esfera sensorial; si no penetra el nivel más elevado tendrá
renacimiento espontáneo en las Moradas Puras y ahí logrará el Nirvana final.
La vía más elevada, la vía del arahant, erradica los
cinco encadenamientos restantes, deseo de existencia en las esferas de
materialidad-sutil e inmateriales, presunción, agitación, e ignorancia.
El arahant ha completado el desarrollo de la totalidad
del camino enseñado por el Buddha. Ha llegado al final de los renacimientos y
por ende es capaz de rugir su “Rugido de León”: “El nacimiento ha sido
destruido, la vida santa ha sido vivida, lo que tenía que hacerse se ha hecho,
no hay más [llegar a ser] de aquí en adelante”.
« El fruto permanece
accesible al discípulo noble de acuerdo con el nivel apropiado. Puede recurrir
a él como un estado meditativo especial llamado “el logro del fruto”
(phalasamāppatti) con el objeto de experimentar el goce nibbánico aquí y ahora. »
(Visuddhimagga, 699-702)
Las vías y frutos supramundanos siempre surgen como
estados de conciencia jhánicos. Ocurren como estados de jhana debido a que
contienen en sí los mismos factores jhánicos elevados a una intensidad correspondiente.
Ya que poseen los factores jhánicos estos estados son capaces de fijarse en su
objeto con la fuerza de la absorción completa.
La base para el reconocimiento de un tipo de jhana supramundana
se origina en los sutras, especialmente a la sección del “Gran Discurso de los
Fundamentos de la Atención” (Mahāsatipaṭṭhāna Sutta) en donde el Buddha define
la concentración correcta del Noble Óctuple Sendero mediante la fórmula patrón
de las cuatro jhanas.
El tratamiento más completo de las jhanas supramundanas en
la literatura Pāli puede encontrarse en el Dhammasanganī leído en conjunción
con su comentario, el Aţţhāsalinī. El Dhammasanganī inicia su análisis de la
primera conciencia supramundana con las siguientes palabras:
« En ocasión cuando uno
desarrolla la jhāna supramundana, la cual es emancipadora, conducente a la
demolición (de la existencia), para el abandono de las nociones [erróneas],
para lograr el primer plano, apartado de los placeres sensoriales...uno entra y
permanece en la primera jhāna. »
(Dhammasanganī, 72)
El Aţţhāsalinī explica la palabra lokuttara
(supramundano) como algo que: “cruza por encima del mundo, trasciende el mundo,
se yergue habiendo superado y vencido al mundo”.
Esto señala una notable diferencia entre la jhana mundana
y la supramundana. La exposición de la jhana mundana por el Dhammasanganī dice
lo siguiente:
« En la ocasión cuando
uno desarrolla la vía de renacimiento en la esfera de materialidad sutil... uno
entra y permanece en la primera jhāna. »
Esta aseveración muestra que la jhana mundana sostiene el
ciclo de renacimientos; genera karma, aunque saludable, pero este karma conduce
a una existencia renovada. En cambio, la jhana supramundana no promueve la
continuación del ciclo. Por el contrario, causa la demolición y el
desmantelamiento del ciclo, tal como lo muestra el Aţţhāsalinī con el siguiente
ejemplo ilustrativo:
« Los estados
saludables de los tres planos se dice que conducen a la acumulación debido a
que construyen e incrementan la muerte y renacimiento en el ciclo. Más no esto.
Tal como la ocasión en la que un hombre ha construido una pared de dieciocho
pies de altura otro pudiera tomar un mazo e ir demoliéndola y desmantelándola a
lo largo, de esta forma va a lo largo demoliendo y desmantelando las muertes y
renacimientos construidas por los kammas saludables de los tres planos mediante
la creación de una deficiencia en sus condiciones. De esta forma conduce a la
demolición. »
(Dhammasanganī Aţţhāsalinī, 259)
Se dice que la jhana supramundana se cultiva para el
abandono de las nociones incorrectas, lo cual erradica los encadenamientos. La
jhana supramundana corta el encadenamiento de la noción errónea de la
personalidad junto con todas las nociones especulativas derivadas de ella.
Ambos la mundana y la supramundana son jhanas, pero en el
caso de la jhana mundana esta absorción meditativa da lugar meramente a la
absorción en el objeto, una absorción que solamente es capaz de suprimir las impurezas
temporalmente.
En la jhana supramundana, particularmente las de las
cuatro vías, da como resultado una absorción meditativa que evoca simultáneamente
la más alta sabiduría aplicada a cada una a las Cuatro Nobles Verdades.
La vía penetra la primera noble verdad mediante el
entendimiento completo del sufrimiento; penetra la segunda noble verdad
mediante el abandono del deseo, el origen del sufrimiento; penetra la tercera
noble verdad mediante la comprensión de Nirvana, el cese del sufrimiento; y
penetra la cuarta noble verdad mediante el desarrollo del Noble Óctuple Sendero
que conduce al fin del sufrimiento.
Buddhaghosa ilustra esto con el símil de una lámpara, la
cual también desempeña cuatro labores simultáneamente: Quema la mecha,
desvanece la oscuridad, hace que aparezca la luz, y consume el aceite
(Visuddhimagga, 690).
f) Jhana
y el Arahant
Cuando la liberación de la mente y la liberación mediante
la sabiduría se unen y pueden ser descritas como “libres de corrupción”
(anāsava), se toman como indicadores de la liberación del arahant. La
liberación de la mente significa la liberación de su mente de deseo y sus
impurezas asociadas, liberación por sabiduría la liberación con respecto a la
ignorancia:
« Con la desaparición
del deseo hay liberación de la mente, con la desaparición de la ignorancia hay
liberación por sabiduría. »
(AnguttaraNikāya I ,61)
A propósito, las asavas son cuatro impurezas o
corrupciones poderosas que nos mantienen en el ciclo samsárico: deseo
sensorial, deseo de existencia, entendimiento incorrecto, e ignorancia.
Ya que cada arahant alcanza la arahatía a través del
Noble Óctuple Sendero, debe haber logrado la jhana supramundana en la forma de
concentración correcta, el octavo factor de la vía, definido como las cuatro
jhanas. De esta forma siempre permanece en posesión de por lo menos la jhana supramundana,
llamada la “liberación de la mente libre de corrupciones”.
Por el lado de la experiencia interna las jhanas
adquieren valor como proveedoras de una “morada feliz aquí y ahora”
(diţţhadhammasukhavihāra) para el arahant.
Los sutras a menudo muestran a los arahantes logrando jhana
y el Buddhamismo declara que las cuatro jhanas son figurativamente un tipo de
Nirvana en la vida presente (AnguttaraNikāya IV,453-54).
Con respecto a niveles y factores no hay diferencia entre
las jhanas mundanas del arahant y las del que no es arahant. La diferencia
concierne a su función. Para el arahant la jhana mundana no genera ya más karma.
Ya que ha erradicado la ignorancia y el deseo, las raíces del karma, sus
acciones no dejan residuo; no tienen capacidad de generar resultados. Para él
la conciencia jhánica es una conciencia meramente funcional que va, viene y se
va sin dejar traza.
CONCLUSIÓN
El mensaje del Buddha se dirigía al ser humano atrapado
en las redes de la transmigración, al ser humano que sufre. Para el Buddha la
liberación sólo se consigue a través del esfuerzo personal, a través de una
experiencia, el despertar.
Existen bastantes pruebas que demuestran que el Buddha
relacionaba estrechamente el conocimiento con una experiencia meditativa de
tipo yóguico. El conocimiento no valía gran cosa para él si no era realizado en
una experiencia personal. Todas las verdades reveladas por el Buddha han de ser
meditadas y experimentadas.
Esta es la razón por la que Ananda, el discípulo favorito
del Buddha, aunque de erudición inigualable ya que se dice que había aprendido
ochenta y dos mil dharmas del propio Buddha y dos mil de sus condiscípulos, fue
excluido del concilio, y esto porque no era arhat, es decir, no tenía una experiencia
directa de la Verdad.
« Vasta es la sabiduría
(prajña) del sthaviraĀnanda que ha escuchado, memorizado, recitado y meditado
todo tipo de sūtras, pero la concentración de su pensamiento (cittasaṁgraha) es
mediocre. Para poder alcanzar el estado de arhat que consiste en la destrucción
de las impurezas se necesitan dos cualidades. »
(Mahāprajñāpāramitāśāstra de Nāgārjuna, vol. I)
Si el Buddha recomienda la jhana, es decir, el estado
meditativo propiamente dicho, es para permitir al practicante trascender las
realidades sensibles, para comprender las realidades suprasensibles y
reducirlas y poder desapegarse de las mismas, liberando su mente. La jhana es
necesaria como vehículo, como experiencia por la cual la conciencia puede tener
la intuición del Nirvana.
En el buddhismo, el Nirvana es un “estado místico” que
debe ser experimentado, realizado mediante una técnica meditativa. Alcanzar
experimentalmente el Nirvana supone una salida del ciclo de la transmigración,
una superación real de todo cambio y dolor.
Es algo ingenuo creer que es posible entender estos
estados meditativos, ni siquiera citando todos los tratados originales y los
comentarios correspondientes pomos entender estos estados, al menos no realmente,
solo mediante la práctica y la experiencia directa podemos llegar a entender.
Por esto siempre es importante recalcar la importancia de la práctica.
Al experimentarse estos estados meditativos, la
experiencia termina por transmutar la conciencia normal. Por otra parte, el
meditador se libera de los errores ligados a la estructura misma de una
conciencia no iluminada como el creer en la realidad de la “persona”.
Por otra parte, gracias a las experiencias supranormales,
se alcanza un nivel de clarividencia que está por fuera de todo lo concebido
normalmente, es una clarividencia que permite ver más allá del tiempo y el
espacio desentrañando la verdad del universo.
Samghabhadra, un Maestro buddhista, resume muy bien la
experiencia de la realidad del Nirvana:
« Se afirma en vano que
el Nirvana no existe por el hecho de que no es objeto de conocimiento. Sin duda
el Nirvana no es conocido directamente a la manera que son conocidos el color,
la sensación, etc., ni es conocido indirectamente a través de su actividad, a
la manera en que son conocidos los órganos de los sentidos. Pero su naturaleza
y su actividad son objeto de conocimiento.
El yogui que entra en recogimiento conoce el Nirvana, su
naturaleza, su actividad, y cuando sale de la contemplación, exclama:
- "¡Oh! el Nirvana, destrucción, calma,
excelente evasivo".
Los ciegos, por el hecho de que no ven ni el azul ni el
amarillo, no tienen derecho a decir que los videntes no ven los colores y que
los colores no existen. »
Hola Cid , muy interesantes tus articulos al igual que los aportes de Serapeum , ¿Serapeum tiene un blog tambien o alguna pagina en Internet?
ResponderBorrarHola. No tengo ninguna pagina web, solo un canal de youtube pero la verdad es que no subo contenido. Saludos.
BorrarGracias por responder
BorrarSaludos
cid pero no se resume el asunto solo en concentracion comun y coriente todo eso las personas no han logrado en mas de una ocasion o el secreto es prolongarlo lo mas posible por ejemplo horas?
ResponderBorrarPienso que la concentración es la base, pero luego hay toda una ciencia detrás de ella.
BorrarSon estados, no acciones que prolongar a reloj
BorrarLa concentración es considerada una de las fuerzas de la naturaleza, una mente enfocada es muy poderosa. Cultivar el poder de la concentración puede ayudarnos como por ejemplo alcanzar estos estados jhanas que en mi caso personal práctico siempre pero también puede dar pie a otro tipo de prácticas
ResponderBorrarY de eso nadie habla.
Saludos.
Interesantísimo, aunque las jñanas más avanzadas se me hacen prácticamente inimaginables.
ResponderBorrarProbablemente no tenga nada que ver, pero si Cid o El Serapeum saben algo, me gustaría preguntar si es normal que después de unas meditaciones profundas como nunca, se sienta como una especie de éxtasis, pero al mismo tiempo una "decepción" o tristeza al terminar. Como si a las cosas les faltara "impacto" y nada destacara.
Meditaciones profundas "como nunca" me refiero en mi experiencia, claro. Pero se sentía mal estar así día tras día.
BorrarSí, es normal que sienta esa decepción. Los estados meditativos son como pararse a orillas del océano y mojarse los pies. Samadhi es como adentrarse en el océano y bucear en sus profundidades. Hasta que no se experimenta samadhi siempre existirá esa decepción, esa angustia de la separación. Shankaracharya deja esto en claro en el “Vivekachudamani”:
Borrar"362. Cuando, mediante una meditación diligente y continua, la mente se disuelve en Brahman, el samadhi parcial se vuelve total (nirvikalpa samadhi), y conduce, directamente, a experimentar la Dicha del Uno sin segundo.
"363. Por este nirvikalpa samadhi se desatan los nudos de los deseos y toda esclavitud al fruto de las obras cesa. Así, el verdadero Ser se revela, espontáneamente, en su totalidad, en todas partes, dentro y fuera.
"364. Reflexionar sobre las lecciones escuchadas es cien veces mejor que sólo escuchar, meditar es cien mil veces mejor que la reflexión y la visión del alma sin separatividad en nirvikalpa samadhi es infinitamente mejor que la meditación.
"365. Sólo mediante nirvikalpa samadhi se alcanza la Verdad Suprema. Cualquier otro medio es empañado por la naturaleza inestable de la mente que lo mezcla con distintas percepciones.
"366. Por lo tanto, con una mente imperturbable y los sentidos bajo control, entra en tu identidad con el Ser Supremo, disipando así las tinieblas de la ignorancia."
Gracias! Parece que los conceptos de separación y unión aparecen bastante. Ha pasado tiempo de eso, pero me gustaría intentar experimentarlo otra vez para entenderlo bien, aunque fue algo extraño. Recuerdo que no podía decidir qué hacer en cada momento porque nada me llamaba la atención en especial. Se volvía tedioso. Me preguntaba "¿y ahora qué" varias veces al día?"
BorrarPor lo pronto repasaré el artículo unas veces más, que me ha llamado la atención. Tus textos son largos pero también unas guías realmente interesantes y útiles.
No, de nada. Esto que me comenta, fíjese por favor si no encuentra similitud con el discurso de Rama en el “Yoga Vashista”. El príncipe parecía estar desencantado de la vida, a tal punto que un siervo del Rey declara lo siguiente:
Borrar“Señor, desde que regresó de la peregrinación, el príncipe ha sufrido una inexplicable crisis de ánimo. Ni siquiera parece interesado por el baño y el culto ritual de los dioses. Rechaza la compañía de los amigos, y no le llaman la atención las joyas ni las piedras preciosas. Si se le ofrecen objetos hermosos, los mira con ojos sin brillo y no muestra ningún interés por ellos.”
Al oír esto, el Rey convoco a los sabios para que intentaran dilucidar que ocurría con su hijo. Entonces los sabios Vasishtha y Viswámitra le preguntaron a Rama que le ocurria, a lo que el príncipe contestó lo siguiente:
“Admirados sabios, intentaré responder adecuadamente a vuestras preguntas. He crecido felizmente en este palacio y he sido educado por los más prestigiosos maestros. Hace poco tiempo he realizado una peregrinación por la tierra de Bharata y en ese periodo se ha apoderado de mí una serie de pensamientos que me han quitado todo aliciente por las cosas del mundo. Mi corazón se pregunta constantemente:
“¿Qué es lo que la gente entiende por felicidad y cómo puede conseguirse en este mundo a base de objetos que están en continuo cambio y degeneración?. ¡Todos los seres de este mundo nacen para morir y mueren para volver a renacer!. No veo ningún sentido en esta rueda sin fin cuyas raíces son el pecado y el egoísmo.
“La muchedumbre de seres aparecen en este escenario que llamamos mundo y la mente finge unas complejas relaciones entre ellos. Todas las cosas de este mundo, tal como las vemos ante nosotros, sólo dependen de nuestras construcciones mentales. ¡Y cuando la examinamos con atención, la propia mente parece irreal y huye de nuestro pretendido conocimiento como el agua de una cesta!.
“Pero seguimos hechizados por ella sin atender a razones ni argumentos. ¡Es como si estuviéramos en el desierto y corriéramos hacia un espejismo con la inútil esperanza de saciar nuestra sed en sus brillantes arenas!.
“Señor, aunque no somos esclavos vendidos a un amo, vivimos una vida de esclavitud que nadie sería capaz de envidiar. Sin conocer cuál puede ser la verdad, deambulamos sin rumbo por el espeso bosque desconsolador del mundo sensible.
“¿Pero qué es este mundo?. ¿Qué es lo que nace, crece y muere en él?. ¿Cómo podemos poner fin al sufrimiento humano?. Mi corazón sangra de dolor, aunque no derrama ni una sola lágrima para no preocupar demasiado a mis hermanos.”
Si esto se acerca a lo que siente le recomiendo mucho la lectura del “Yoga Vashista”. Espero que la enseñanza de los sabios le ayuden a combatir esa “decepción”. Saludos.