A menos de que neguemos la
inmortalidad del humano y la existencia del alma, no hay argumentos sólidos en contra
de la doctrina de la preexistencia y el renacimiento, salvo aquellos que se apoyan
en las sentencias de la Iglesia de que cada alma es una nueva creación. Pero
esta afirmación sólo puede ser apoyada por un dogmatismo ciego ya que si somos
reflexivos, tarde o temprano tendremos que llegar a la teoría del renacimiento debido
a que incluso si cada alma es nueva en esta tierra, debe seguir viviendo en
algún lugar después de fallecer, y en vista del orden conocido de la naturaleza
tendrá otros cuerpos en otros planetas o esferas.
La teosofía se aplica al yo (al
pensador) y las mismas leyes se ven en operación en todas partes a lo largo de
la naturaleza, y todas esas son variedades de la gran ley de que los efectos
siguen causas y ningún efecto está sin causa.
La inmortalidad del alma en la que
cree el grueso de la humanidad exige corporificación aquí o en otro lugar, y esta
corporificación significa reencarnación. Si venimos a esta tierra por unos
pocos años y luego vamos a otra, el alma debe estar corporificada allá al igual
que aquí, y si hemos viajado desde algún otro mundo, debemos haber tenido allí
también nuestra vestimenta adecuada.
Los poderes de la mente y las leyes
que gobiernan su movimiento, su vinculación y su desvinculación, tal como se da
en la filosofía teosófica, muestran que la recorporificación del humano debe ser
aquí [en la Tierra] donde se desarrolló y trabajó, hasta que la mente sea capaz
de vencer las fuerzas que lo atan a este globo.
Permitir que el ente involucrado se
transfiera a otra escena de acción antes de que haya superado todas las causas
que lo atraen aquí y sin que haya resuelto sus responsabilidades con las otras
entidades en la misma corriente de evolución, sería injusto y contrario a las
poderosas leyes ocultas y fuerzas que operan continuamente sobre él.
Los primeros Padres cristianos
vieron esto y enseñaron que el alma había caído en la materia y estaba obligada
por la ley de su naturaleza a trabajar de nuevo hacia arriba hasta el lugar de
donde provenía. Y es por eso que ellos usaron un antiguo himno griego que
decía:
Mente Eterna, tu retoño destella,
al traspasar este tenue vaso de arcilla,
y que a través de las olas del oscuro caos
emite un tímido rayo.
Esta mente, alma envolvente ha sembrado,
un germen, en la tierra ha encarnado:
Ten piedad, bendito Señor, y reconoce entonces
al que reclama en ti su nacimiento.
Tan lejos de ti, oh tu fuego central,
arrojado a la triste servidumbre de la tierra,
no dejes que expire la trémula chispa;
¡Absorbe por fin lo que es tuyo!
al traspasar este tenue vaso de arcilla,
y que a través de las olas del oscuro caos
emite un tímido rayo.
Esta mente, alma envolvente ha sembrado,
un germen, en la tierra ha encarnado:
Ten piedad, bendito Señor, y reconoce entonces
al que reclama en ti su nacimiento.
Tan lejos de ti, oh tu fuego central,
arrojado a la triste servidumbre de la tierra,
no dejes que expire la trémula chispa;
¡Absorbe por fin lo que es tuyo!
La personalidad de cada humano
Cada ser humano tiene un carácter
definido y diferente de cualquier otro ser humano, y las multitudes que se congregan
en naciones muestran como todos ellos forman un carácter nacional definido que son
la fuerza nacional y las peculiaridades distintivas de cada país.
Estas diferencias, tanto
individuales como nacionales, se deben a un carácter esencial y no a la
educación. E incluso la doctrina de la supervivencia del más apto debería
mostrar esto porque la aptitud no puede provenir de la nada, sino que a la
postre es una exhibición de la llegada a la superficie del verdadero carácter
interno. Y dado que tanto los individuos como las naciones entre los que están
por delante en la lucha con la naturaleza exhiben una fuerza inmensa en su
carácter, debemos encontrar un lugar y un momento donde se desarrolló esa
característica.
Estos, dice la Teosofía, se han
desarrollado en esta tierra y todo el período durante el cual la raza humana ha
estado en el planeta.
Así entonces, aunque la herencia
tiene algo que ver con la diferencia de carácter en cuanto a fuerza y moral, lo
que influye un poco en el alma y la mente y proporciona también el lugar
apropiado para recibir recompensa y castigo, no es la causa de la naturaleza
esencial mostrada por todos. Sino que estas diferencias, como las que muestran
los bebés desde que nacen, los adultos a medida que el carácter se manifiesta
cada vez más, y
las naciones a través de su historia, se deben a la larga experiencia adquirida
durante muchas vidas sobre la tierra, y son el resultado de la evolución el
alma misma.
El
examen de una corta vida humana no ofrece suficiente base para la formación de
la naturaleza interior del hombre, es indispensable que cada alma adquiera toda
la experiencia posible, y una sola vida no puede proporcionar eso aún bajo las
condiciones más favorables. Sería una tontería del Todopoderoso el situarnos
aquí por tan corto tiempo, tan sólo para erradicarnos cuando hubiéramos
empezado a ver el propósito de la vida y las posibilidades que la misma ofrece.
El
simple deseo egoísta de una persona de evadir las pruebas y disciplinas de la
vida, no es suficiente para poner de lado las leyes de la naturaleza, y por consiguiente
el alma debe renacer hasta que deje de poner en movimiento la causa del
renacimiento y después de haberse desarrollado hasta el máximo posible, según
indican todas las variedades de la naturaleza humana, y cuando todas las
experiencias hayan pasado y no antes de que toda la verdad accesible haya sido
adquirida.
La
gran disparidad que existe entre las personas con respecto a la capacidad que ellas
tienen, nos obliga si es que deseamos atribuir justicia a la Naturaleza o a Dios,
a admitir la doctrina de la reencarnación y a rastrear el origen de esa
disparidad en las vidas pasadas del ego, pues la gente está tan obstaculizada, obstruida,
atropellada y hecha víctima de una aparente injusticia por falta de capacidad,
como de veras lo está por razones de circunstancias de nacimiento o de
educación.
Vemos
por ejemplo a quien no ha recibido educación elevándose por encima de las
circunstancias de la familia y del aprendizaje, y a menudo a otros nacidos en el
seno de familias importantes tener una capacidad inferior; pero los problemas de
las naciones y de las familias surgen más de la escasez de capacidad mental que
de ninguna otra causa, y si consideramos tan sólo las razas salvajes, en ellas
la injusticia aparente es enorme porque muchos salvajes tienen realmente una
buena capacidad cerebral, pero aún así permanecen en ese estado.
Esto
se debe porque el ego que se encuentra en ese cuerpo está aún salvaje y
subdesarrollado; ya que a diferencia del salvaje existen muchos hombres
civilizados con una pequeña fuerza cerebral, pero que no son salvajes de
naturaleza debido a que el ego que reside en ellos ha tenido una larga
experiencia en la civilización durante vidas anteriores, y poseyendo un alma
más altamente desarrollada que la del salvaje, tiene el poder de usar el
instrumento cerebral hasta su límite más avanzado.
Cada
humano siente y reconoce que posee una individualidad propia, una identidad
personal que salva no sólo las lagunas o brechas causadas por el sueño, sino
también aquéllas que a veces sobrevienen como consecuencia de lesiones
temporales del cerebro. Esta identidad jamás se interrumpe desde el comienzo
hasta el final de la vida en las personas normales, y únicamente la
persistencia y carácter eterno del alma pueden dar una explicación de esto.
Así,
desde que comenzamos a recordar, sabemos que nuestra identidad personal no nos
ha fallado, no importa cuán limitada sea nuestra memoria. Y esto descarta el
argumento de que la identidad depende del recuerdo, en razón de que si la
identidad dependiera solo del recuerdo, entonces tendríamos
que empezar cada día de nuevo ya que no podemos recordar los eventos del pasado
en detalle,
y algunas mentes no recuerdan sino muy poco y aún así sienten en sí mismas su
identidad personal.
Y
como se observa con frecuencia que las personas que recuerdan el mínimo
insisten tan vigorosamente como las otras sobre su identidad personal, esa
persistencia de sentimiento debe emanar de la antigua alma inmortal.
Una vida
no es suficiente
Contemplando
la vida y su probable finalidad con toda la variedad posible de experiencias para
el ser humano, uno está forzado a la conclusión de que una sola vida no es
suficiente para llevar a cabo todo lo que intenta la naturaleza, sin mencionar
lo que el hombre mismo desea lograr, ya que la gama de experiencias es enorme.
Hay
en el humano un inmenso campo de poderes latentes, que según notamos podrían
ser desarrollados si les fuera dada la oportunidad. Un conocimiento infinito en
amplitud y en diversidad se extiende ante nosotros, especialmente en estos
tiempos en que la investigación especializada está a la orden del día.
Nosotros
percibimos que tenemos aspiraciones muy elevadas, sin tener el tiempo para
poder realizarlas en toda su amplitud, mientras la gran tropa de pasiones y
deseos, motivos y ambiciones egoístas, guerrean contra nosotros y entre ellos
mismos, persiguiéndonos aún hasta la puerta del sepulcro.
Todos
estos obstáculos tienen que ser probados, conquistados, usados y subyugados. Por
lo que una vida no es suficiente para todo esto. Y decir que no tenemos sino
una sola vida aquí, con tales posibilidades frente a nosotros imposibles de
desarrollar, es hacer del universo y la vida tan sólo una inmensa y cruel broma
perpetrada por un Dios poderoso, quien es acusado por aquéllos que creen en la
creación especial de almas, de glorificarse y bromear con el diminuto hombre, simplemente
porque ese hombre es pequeño y una mera criatura del Todopoderoso.
Una
vida humana dura alrededor de unos setenta años; las estadísticas reducen su
vida activa a un promedio de cuarenta; y de este remanente tan reducido, una
parte considerable es empleada en el sueño y otra parte en la niñez. Siendo
esto así, en una sola vida parece ser completamente imposible alcanzar una mera
fracción de lo que la naturaleza evidentemente tiene en perspectiva.
Nosotros
percibimos vagamente varias verdades que una sola vida no nos da el tiempo
suficiente para experimentar y comprender, y esto es especialmente así cuando
los hombres tienen que sostener una gran lucha para sobrevivir. Nuestras
facultades son pequeñas, sin desarrollo o débiles; una sola vida no da la
oportunidad para alterar esto.
Y
también nosotros percibimos otros poderes que tenemos latentes pero que no
pueden ser desarrollados en tan corto espacio de tiempo, y tenemos mucho más
que una simple sospecha, de que el ámbito del campo de la verdad es mucho mayor
que el reducido círculo en el cual estamos ahora confinados.
Por
consiguiente no es razonable suponer que, o dios o la naturaleza, nos encierre
dentro de un cuerpo simplemente para llenarnos de rencor porque no podemos
tener más oportunidad aquí. Sino que más bien tenemos que llegar a la conclusión
de que una serie de encarnaciones nos han conducido a la presente condición y
que el proceso de seguir reencarnando una y otra vez se debe continuar con el
propósito de brindarnos las oportunidades necesarias para alcanzar nuestro máximo
desarrollo.
El
mero hecho de morir no es suficiente para producir el desarrollo de las facultades
o la eliminación de las tendencias e inclinaciones erróneas. Si damos por
sentado que al entrar al cielo de inmediato adquirimos todo el conocimiento y
toda la pureza, entonces ese estado después de la muerte queda reducido a un
nivel de inacción y la vida misma, con toda su disciplina, queda privada de
todo significado.
La
enseñanza de algunas iglesias asegura que existe una escuela de disciplina
accesible después de la muerte, en donde se dice descaradamente que los mismos
apóstoles, bien conocidos como hombres ignorantes, han de ser los instructores.
Esto es absurdo y exento de fundamento o lógica dentro del orden natural de las
cosas. Además, si tal subsecuente disciplina realmente existe,
¿Por qué razón nos
trajeron a esta vida entonces?
¿Y por qué motivo,
después del sufrimiento y del error cometido, somos sacados del lugar en donde
nuestros actos fueron llevados a cabo?
La
única respuesta y solución que queda es la de la reencarnación. Regresamos a la
tierra porque en la tierra y con los seres que existen en ella, fueron
ejecutados nuestros hechos; porque es el único lugar apropiado en donde el
castigo y la recompensa pueden ser justamente recibidos; porque aquí está el
único sitio natural para continuar la lucha hacia la perfección, hacia el
desarrollo de las facultades que poseemos y hacia la destrucción de la maldad
que yace en nosotros.
La
justicia para con nosotros y para con todos los demás seres así lo requiere,
porque no podemos vivir exclusivamente para únicamente nosotros mismos y sería
muy injusto permitir a algunos evadir sus actos, dejando atrás a los demás que
fueron copartícipes en nuestras acciones, para ser precipitados en un infierno
de eterna duración.
Las razas
La
persistencia del salvajismo, el ascenso y decadencia de las civilizaciones, la extinción
de las naciones, todo ello requiere una explicación que no puede ser encontrada
en ninguna otra parte sino en la reencarnación.
El
salvajismo aún existe porque todavía hay egos cuya experiencia es tan limitada
que aún permanecen salvajes. Esos egos posteriormente emergerán dentro de razas
superiores cuando se encuentren preparados.
Las
razas se extinguen porque los egos han obtenido ya toda la experiencia que ese tipo
de raza les ofrecía. Por eso encontramos al piel roja, al hotentote, a los
indígenas de la Isla de Pascua y otros lugares recónditos, como ejemplos de
razas que han sido progresivamente abandonadas por los egos avanzados; y
mientras esas razas están en el proceso de una paulatina extinción, otras
almas, que aún no han disfrutado de una vida más elevada, encarnan en los cuerpos
de esas razas agonizantes para usarlos con el propósito de adquirir la
experiencia que ese cuerpo racial pueda darles.
Una
raza no podría surgir y repentinamente desaparecer. Nosotros vemos que ese no
es el caso, pero la ciencia no puede dar ninguna explicación y simplemente se
limita a decir que es un hecho que las naciones decaen. Pero en esta
explicación no se toma en cuenta la existencia del hombre interno ni las leyes
recónditas, sutiles y ocultas que se unifican para formar una raza.
La
teosofía explica que la energía acumulada tiene que gastarse gradualmente, y
por consiguiente la reproducción de los cuerpos de esa raza seguirá adelante,
aunque los egos no son más compelidos a habitar dentro de ese tipo de cuerpos,
a menos que esos egos sean de un desarrollo igual al de esa raza.
Por
lo tanto hay una época en la que el conjunto total de egos que ha fundado esa
raza finalmente la abandona para ir a otra raza más semejante a su nuevo
desarrollo. Pero como la economía de la naturaleza no permitirá que esa antigua
raza repentinamente se desvanezca, entonces en el orden verdadero de la
evolución otros egos menos avanzados llegan y usan las formas todavía
disponibles para prolongar la producción de los cuerpos de esa antigua raza aunque
en cada siglo sea en un menor número.
Estos
egos menos avanzados no pueden mantenerse al nivel de capacidad del cúmulo de
energías dejadas por los otros egos, y así mientras el nuevo contingente
adquiere tanta experiencia como le sea posible, la raza después de pasar por su
característico período de decadencia se va extinguiendo con el tiempo.
Esta
es la explicación de lo que puede ser calificado como salvajismo descendente, y
ninguna otra teoría podrá explicar esos hechos. Los etnólogos han pensado a
veces que las razas más civilizadas exterminan a las demás. Esto también
sucede, pero principalmente se debe a consecuencia de la gran diferencia que
existe entre los egos que habitan el cuerpo de la vieja raza y la energía del
cuerpo en sí, por lo que las mujeres de la antigua raza comienzan a volverse cada
vez más estériles, y de este modo lentamente pero inexorablemente el número de
muertes excede al de nacimientos.
La
propia China ha comenzado actualmente en su proceso de decadencia, y se
encuentra ahora en un estado casi estacionario, precisamente antes de su
precipitación hacia la caída. Grandes civilizaciones como las de Egipto y Babilonia,
han desaparecido porque las almas o los egos que las fundaron han reencarnado
hace tiempo en las grandes naciones conquistadoras de Europa y los actuales
continentes de las Américas.
Como
naciones y razas, esas almas han reencarnado totalmente y vuelto a nacer para
fines más elevados que nunca. De todas las razas antiguas, sólo la raza indo-aria
perdura aún como preservadora de las antiguas doctrinas y en días venideros
ella se elevará otra vez a sus antiguas cimas de gloria.
Los niños prodigios
La
aparición de genios y de grandes mentes en familias carentes de estas
cualidades, lo mismo que la extinción dentro de una familia, del genio
manifestado por un ancestro, únicamente pueden explicarse por medio de la ley
del renacimiento.
Por
ejemplo Napoleón nació en una familia totalmente desigual a él en cuanto a
poder y fuerza. No hay nada en su línea hereditaria que pueda explicar su
carácter y de acuerdo con las memorias del príncipe Talleyrand, el mismo Napoleón
decía que él había sido el emperador Carlomagno.
Únicamente
asumiendo que él hubiera vivido una larga serie de vidas que proveyeran la
apropiada línea de evolución, o la causa necesaria para el desarrollo de su
mente, naturaleza y energía, sólo así nos es posible considerar el motivo por
el por qué él u otros grandes genios aparecieron.
Mozart
mientras era un infante pudo crear partituras orquestales; esto no fue debido a
la herencia, ya que tal partitura no es natural sino que es forzada, mecánica y
enteramente convencional; pero aún así Mozart tenía el conocimiento sin previa
instrucción.
¿Cómo es esto posible?
Lo
es porque él era un músico reencarnado, con un cerebro musical proporcionado
por su línea familiar, y por lo tanto no impedido en sus esfuerzos para exponer
su talento musical que ya había desarrollado en su vida pasada.
Pero
más extraordinario aún es el caso del ciego Tom, un negro cuya familia no podía
bajo ningún concepto poseer conocimiento alguno del piano, un instrumento
moderno, como para poder transmitirle ese conocimiento a los átomos de su
cuerpo. Sin embargo él tenía un gran talento musical y conocía el mecanismo
actual de la escala musical del piano.
Existen
centenares de ejemplos como estos entre los tantísimos prodigios que han
aparecido para asombro del mundo. En la india se encuentran numerosas historias
de sabios que nacieron con un completo conocimiento de filosofía y cosas
similares, e indudablemente acontecimientos parecidos han ocurrido en todas las
otras naciones.
Esta
reminiscencia del conocimiento adquirido en vidas pasadas explica también el
instinto, porque éste no es más que reminiscencia divisible entre memoria física
y mental. Se ve tanto en el niño como en el animal, y no es más que el resultado
de previas experiencias.
Y
bien sea que observemos al bebé recién nacido extendiendo sus bracitos para
asegurar su propia protección, o al animal con su gran poder instintivo, o a la
abeja construyendo una celda del panal de acuerdo con exactas reglas
geométricas, todo esto es el efecto de la reencarnación actuando por medio de
la mente o de la célula física, porque de acuerdo con lo que se ha expuesto
anteriormente, ningún átomo está exento de vida, de conciencia y de
inteligencia propia.
En
el caso del gran músico Bach, tenemos la prueba de que la herencia no cuenta
para nada si el ego no es avanzado, pues su genio no fue transmitido por sus
descendientes y gradualmente se desvaneció, abandonando finalmente del todo el
seno de la familia. Así también se explica el advenimiento de idiotas o de
hijos perversos en familias cuyos padres son honorables, puros o intelectuales
en sumo grado. Estos son casos en los cuales la herencia es mantenida a raya
por un ego del todo malvado y deficiente.
Las ideas trascedentes
Y por último, el hecho de que
ciertas ideas inherentes sean comunes a toda la humanidad es explicado por los
sabios como debido al recuerdo de tales ideas, que fueron implantadas en la
mente humana al comienzo mismo de su carrera evolutiva en este planeta por esos
hermanos y sabios que aprendieron sus lecciones y fueron perfeccionados en
épocas anteriores mucho antes de que comenzara el desarrollo de este globo.
La ciencia no ofrece ninguna
explicación para esas ideas inherentes más que decir que si existen. Estas fueron
enseñados a la masa de egos que están comprometidos con la evolución de esta
tierra; fueron grabadas en su naturaleza y siempre recordadas; siguen al ego a
lo largo de su larga peregrinación.
Conclusión
A menudo se ha considerado que la
oposición en Occidente a la doctrina de la reencarnación se ha basado
únicamente en el prejuicio, cuando no se debe a un dogma que solo puede
mantenerse cuando la mente se encuentra atada y se le impide usar su propia reflexión.
La reencarnación es la más noble de
todas las doctrinas, y con la doctrina del karma es la única que da la base
para la ética.
Y no tengo ninguna duda de que el
fundador del cristianismo las enseñó y que su ausencia actual de esa religión
es la razón de la contradicción que existe entre la ética profesada por las
naciones cristianas y sus prácticas reales, que son tan contrarias a la moral proclamada por el propio
Jesús.
(El Océano de la Teosofía, capítulo 10)
Cid ¿se podría decir que los habitantes de un pais, habían reencarnado en otro, todos juntos?.
ResponderBorrarNo al grado que todos vuelvan a reencarnar juntos, pero si muchos de ellos vuelven a reencarnar en periodos similares provocando que hagan resurgir civilizaciones afines. Por ejemplo se dice que el Renacimiento fue provocado por el regreso a la tierra de muchos de los sabios y artistas de la Grecia antigua.
BorrarCurioso, estonces siguiendo la línea temporal ahora les tocaría reencarnar a los romanos, estarian encarnados ahora? en EEUU quizá?, su cultura me parece parecida.
BorrarPudiera ser ya que en esas dos civilizaciones percibimos el sesgo imperialista.
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