OBJETOS QUE HABLAN POR MEDIO DE LA BRUJERÍA AFRICANA

 
 
 
Existen relatos históricos donde se cuenta que algunos objetos sencillos después de haber sido preparados mágicamente, entonces cuando las personas se acercaron a esos objetos los escucharon hablar y presagiar eventos que posteriormente se hicieron realidad.
 
Y a continuación les pongo varios ejemplos de ello:
 
 
1. El Padre Labat fue un misionero dominico que vivió a finales del siglo XVII y él relató la siguiente historia:
 
« En 1698, una de nuestras trabajadoras negras estaba enferma desde mucho tiempo por una enfermedad desconocida para nuestros médicos, y como yo sospechaba que se trataba de un veneno lento, le prohibí que tomara cualquier medicamento de nadie más, excepto de nuestro propio doctor.
 
Una noche me avisaron que había un negro en su choza dándole un tratamiento (a pesar que yo se lo había prohibido). Por lo que inmediatamente decidí ir a verla y ahuyentar a ese individuo.
 
Al acercarme a la puerta de la choza, me detuve y miré a través de un hueco lo que estaba sucediendo. Y vi a la mujer tendida en el suelo sobre una estera, mientras que el brujo negro estaba de rodillas ante una figurita de barro que se encontraba en un pequeño altar en medio de la choza, y a la cual él parecía rezarle con mucho fervor.
 
Después de un rato, el brujo tomó una media calabaza en la que había un poco de fuego y le puso un poco de resina (Bursera Balsamifera) y postró la media calabaza ante el ídolo. Y después de varios incensamientos y postraciones, se acercó a la figura de barro y le preguntó si la mujer negra se recuperaría o no.
 
Yo logré escuchar la pregunta pero no la respuesta. Sin embargo la mujer negra y varios negros que estaban más cerca que yo, si oyeron la respuesta e inmediatamente comenzaron a llorar.
 
Entonces abrí la puerta y entré con otros cinco o seis que se habían juntado conmigo y ordené que el hechicero y también algunos de los espectadores que no pertenecían a nuestro pueblo fueran apresados. Tomé la figura, el incensario, la bolsa de medicinas y toda la parafernalia que el brujo había traído, y le pregunté a la mujer negra por qué lloraba.
 
Ella me respondió que el diablo le había dicho que ella moriría dentro de cuatro días, y que había oído su voz salir de la pequeña figura. Y los otros espectadores afirmaron lo mismo.
 
Pero para desengañarlos, yo les dije que era el brujo quien había hablado con esa voz falsa, y que si el diablo hubiera estado allí para contestarle, entonces también le habría advertido de mi presencia e intención de atraparlo.
 
Luego hice que agarraran al brujo y le di numerosos latigazos. Él gritó como loco y nuestros trabajadores negros me rogaron que lo dejara partir, pero les contesté que los brujos no sentían dolor y que solo gritaba para burlarse de mí. Luego hice que me trajeran un asiento, puse la figura sobre él y le dije al brujo que rezara al diablo para que lo liberara de mis manos y que se llevara la figura; y que si no lo hacía entonces le daría más latigazos.
 
Los negros que ahora estaban todos reunidos, temblaron y me dijeron que el diablo me mataría, y ellos estaban tan convencidos de esa estupidez, que nada de lo que yo pudiera decir los persuadiría de lo contrario.
 
Así que para mostrarles que no le temía ni al diablo ni a los hechiceros, pateé la figura hasta destruirla en pedazos y destrocé todo el carruaje del hechicero, lo puse todo en el fuego, y después de quemarlo, arrojé las cenizas al río. Y al hacer eso, me pareció que eso tranquilizó un poco a los nativos.
 
Pero la parte más molesta de esta aventura fue que la mujer negra murió al cuarto día como el brujo se lo había profetizado. Puede que su imaginación se hubiera quedado tan impresionada por la respuesta del diablo que eso la convenció, o quizás sintió que su enfermedad debía llevarla hacia ese final.
 
De todos modos yo me encargué de antes de que falleciera, se confesara, y tuve el consuelo de verla morir como una buena cristiana. »
 
 
 
 
 
2. El Monseñor Vanbel fue jefe de una fábrica danesa en la isla Santo Tomás, y él relató la siguiente historia:
 
« Un hombre negro condenado por ser brujo y por haber hecho hablar a una figurita de loza, fue condenado por el juez de la isla a ser quemado vivo.
 
Yo me los encontré en el camino cuando lo llevaban a la ejecución, y le dije al brujo:
 
  - “¡Ya no puedes volver a hacer hablar a tu figurita porque está rota!”
 
A lo que el brujo me respondió:
 
  - “Si quiere, señor, haré hablar el bastón que tiene en su mano.”
 
 
Esta propuesta llenó a todos de asombro, por lo que le pedí al juez que se encontraba presente que retrasara un poco la ejecución, para ver si el brujo podía hacer lo que decía, lo cual estaba permitido.
 
Le di el bastón al brujo, quien lo plantó en la tierra y después de hacer varias ceremonias ante él, me preguntó qué es lo que yo quería saber.
 
Le respondí que quería saber respecto del barco que estaba esperando su llegada: si había zarpado, cuándo llegaría, quiénes estaban a bordo y qué les había sucedido en el viaje.
 
 
El brujo reanudó sus ceremonias, después de lo cual, retrocediendo me pidió que me acercara a mi bastón y oiría lo que quería saber.
 
Y al acercarme oí una voz pequeña pero clara que me dijo:
 
“El barco que esperas salió de Elsinore en tal día, fulano de tal está al mando de él, tales y tales pasajeros están en ese barco, estarás contento con su carga aunque una borrasca al pasar por el Trópico rompió su mastelero de trinquete y se llevó su foque volador. El barco llegará aquí dentro de tres días.”
 
Después de eso el brujo fue ejecutado, y tres días después llegó el barco donde verifiqué al pie de la letra toda la predicción que había escuchado»
 
(Estas historias se publicaron en las memorias que escribió el Padre Labat.)
 
 
 
 
 
 
OBSERVACIÓN
 
Algunos estudiosos de ocultismo piensan que los brujos que les mencioné arriba emplearon una mezcla de clarividencia, hipnotismo y ventriloquia. Pero es más probable que haya sido un fenómeno de teopea que es el arte de dotar de vida e inteligencia temporales a estatuas y objetos de materia inerte.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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