DIFERENCIAS ENTRE LA MEDIUMNIDAD Y LA MAGIA


 
 
¿Es demasiado suponer que el hombre debería estar desarrollando nuevas sensibilidades y una relación más estrecha con la naturaleza?
 
La lógica de la evolución debe enseñar eso si esta lógica se lleva a sus legítimas conclusiones. Si en algún lugar de la línea del ascenso evolutivo desde el vegetal hasta el humano más noble, un alma evolucionó dotada de cualidades intelectuales, no puede ser irrazonable inferir y creer que una facultad de percepción también está creciendo en el hombre, capacitándolo para vislumbrar los hechos y las verdades incluso más allá de nuestro conocimiento ordinario.
 
No creemos en la Magia que trascienda el alcance y la capacidad de la mente humana, ni en el "milagro", ya sea divino o diabólico, si ello implica una transgresión de las leyes de la naturaleza instituidas desde toda la eternidad. Sin embargo aceptamos el dicho del talentoso autor de Festo, que el humano aún no se ha manifestado plenamente y que nunca hemos alcanzado ni siquiera comprendido la extensión de sus poderes.
 
 
 
La manera incorrecta como la ciencia aborda el espiritismo
 
Entre las muchas excrecencias fenomenales de nuestro siglo, el extraño credo de los llamados espiritistas ha surgido en medio de las tambaleantes ruinas de autodenominadas religiones reveladas y filosofías materialistas, y sin embargo es el único que ofrece un posible último refugio de compromiso entre los dos. Porque los campeones del espiritismo en su fanatismo han magnificado sus cualidades y permanecido ciegos a sus imperfecciones, pero eso no es una excusa para dudar de su realidad.
 
Una falsificación es imposible cuando no tenemos un modelo para falsificar. El fanatismo de los espiritistas es en sí mismo una prueba de la autenticidad y posibilidad de sus fenómenos. Ellos nos dan hechos que podemos investigar, no afirmaciones que debemos creer sin pruebas. Que los fenómenos son realmente presenciados, misteriosos en su naturaleza, generalmente y quizás incorrectamente llamados espirituales, ahora es ocioso negarlo. Permitiendo un gran porcentaje por fraude, pero lo que queda es suficientemente serio como para exigir el escrutinio cuidadoso de la ciencia.
 
Es cierto que la gran mayoría de las comunicaciones "espirituales" están calculadas para disgustar a los investigadores incluso de inteligencia moderada, porque incluso cuando son genuinos, son triviales, comunes, y a menudo vulgares.
 
Durante los últimos veinte años hemos recibido a través de varios medios mensajes que pretenden ser de Shakespeare, Byron, Franklin, Pedro el Grande, Napoleón y Josefina. La impresión general que nos causó fue que el conquistador francés y su consorte parecían haber olvidado cómo deletrear correctamente las palabras; Shakespeare y Byron se habían vuelto ebrios crónicos; y Voltaire se había vuelto un imbécil.
 
(Ingenuamente los espiritistas creen que se están comunicando con las almas fallecidas de familiares, personajes históricos o maestros, cuando es obvio que en la mayoría de los casos genuinos se están comunicando con entidades astrales embaucadoras.)
 
La charlatanería de nombres pomposos unidos a comunicaciones idiotas ha producido tal indigestión en el estómago científico que no puede asimilar ni siquiera la gran verdad que yace en las mesetas telegráficas de este océano de fenómenos. Juzgan por su superficie cubierta de espuma y escoria. Pero podrían negar con igual propiedad que haya agua clara en las profundidades del mar cuando una escoria aceitosa flota en la superficie.
 
Es mucho más fácil negar la realidad de tales manifestaciones que encontrarles un lugar apropiado entre las clases de fenómenos naturales aceptados por la ciencia exacta. ¿Y cómo pueden hacerlo, ya que todos esos fenómenos pertenecen al psiquismo paranormal, y este último con sus poderes ocultos y misteriosos, es una tierra incógnita para la ciencia moderna?
 
Así, impotentes para explicar lo que procede directamente de la naturaleza del alma humana misma (cuya existencia la mayoría de los científicos la niega)  y reacios al mismo tiempo a confesar su ignorancia, los científicos toman represalias muy injustas contra aquellos que creen en la evidencia de sus sentidos sin ninguna pretensión de ciencia.
 
Las leyes reconocidas de la ciencia física explican sólo algunos de los fenómenos más objetivos de los llamados fenómenos espiritistas. Y si bien prueban la realidad de ciertos efectos visibles de una fuerza desconocida, hasta ahora no han permitido a los científicos controlar a voluntad ni siquiera esta parte del fenómeno. Lo cierto es que los profesores aún no han descubierto las condiciones necesarias de su ocurrencia. Deben profundizar en el estudio de la triple naturaleza del hombre (fisiológica, psicológica y divina) como lo hicieron sus predecesores: los magos, teúrgos y taumaturgos de antaño.
 
Hasta el momento presente, incluso aquellos que han investigado los fenómenos de manera tan completa e imparcial como el Sr. Crookes, han dejado de lado la causa como algo que no se descubrirá por el momento, si es que se descubre alguna vez. Los científicos no se han preocupado más por eso que por la causa primera de los fenómenos cósmicos de la correlación de fuerzas, cuyos interminables efectos se esmeran tanto en observar y clasificar.
 
 
 
¿Cómo se debe de abordar el espiritismo?
 
Es en la negación de la Entidad ilimitada e inacabable, poseedora de esa Voluntad invisible que a falta de un término mejor llamamos DIOS, donde radica la impotencia de toda ciencia materialista para explicar los fenómenos ocultos. Es en el rechazo a priori de todo lo que pudiera obligarlos a traspasar la frontera de las ciencias exactas y adentrarse en el dominio de la fisiología psicológica (o si se prefiere, metafísica) donde encontramos la causa secreta de su desconcierto por las manifestaciones y sus absurdas teorías para dar cuenta de ellos.
 
La filosofía antigua afirmaba que es en consecuencia de la manifestación de esa Voluntad, llamada por Platón la Idea Divina, que todo lo visible e invisible salta a la existencia.
 
Y de la misma manera como esa Idea Inteligente, que al dirigir su única fuerza de voluntad hacia un centro de fuerzas localizadas, creó formas objetivas a la existencia; así el hombre, el microcosmos del gran Macrocosmos, puede hacer lo mismo en proporción al desarrollo de su fuerza de voluntad. Así como Dios crea, así el hombre puede crear.
 
A partir de una cierta intensidad de voluntad, las formas creadas por la mente toman existencia aunque solo a nivel subjetivo. Se les llama imaginaciones, aunque para su creador son tan reales como cualquier objeto visible para cualquier otra persona. Y si se logra una concentración más intensa e inteligente de esta voluntad, la forma se vuelve concreta, visible, objetiva; el hombre ha aprendido el secreto de los secretos; se vuelve un MAGO.
 
El materialista no debe oponerse a esta lógica pues considera el pensamiento como materia. Y concibiéndolo así, el ingenioso mecanismo ideado por el inventor, las escenas de hadas en el cerebro del poeta, la hermosa pintura dibujada por la fantasía del artista, la estatua sin igual cincelada en el  éter por el escultor, los palacios y castillos construidos en el aire por el arquitecto; todos estos, aunque invisibles y subjetivos, deben existir porque son materia moldeada a la que se le ha dado una forma.
 
(Sería más correcto decir que son energía mental, o si prefieren materia sutil.)
 
 
¿Quién dirá, pues, que no hay hombres de voluntad tan imperial como para poder sacar a la luz estas fantasías sutiles para hacerlas tangibles?
 
Toda la cuestión de los fenómenos se basa en la correcta comprensión de las antiguas filosofías.
 
¿A dónde entonces debemos dirigirnos en nuestra perplejidad, sino a los sabios antiguos puesto que con el pretexto de la superstición, los modernos nos niegan una explicación?
 
Podemos encontrar nuestro beneficio en comparar esta ciencia moderna jactanciosa, esta teología moderna mejorada, con las "doctrinas secretas" de la antigua religión universal. No se presenta ningún otro reclamo para escuchar las opiniones contenidas en el presente trabajo que se basan en muchos años de estudio tanto de la magia antigua como de una de sus formas modernas: el espiritismo.
 
Nos aferramos a la sabiduría de las edades, con preferencia a cualquier nueva teoría que pueda haber surgido de los acontecimientos de nuestros últimos días, respetando las leyes de las relaciones intermundanas y los poderes ocultos del hombre.
 
Lo que hemos dicho de los médiums y la tendencia de su mediumnidad no se basa en conjeturas, sino en la experiencia y observación reales. Apenas hay una fase de la mediumnidad que no hayamos visto ejemplificada durante los últimos veinticinco años en varios países: India, Tíbet, Borneo, Siam, Egipto, Asia Menor, América del Norte y del Sur, y otras partes del mundo; cada una nos ha mostrado su fase peculiar de fenómenos mediúmnicos y poderes mágicos.
 
Nuestra variada experiencia nos ha enseñado dos importantes verdades, a saber: que para el ejercicio elevado poderes mágicos son indispensables la pureza personal y el ejercicio de una fuerza de voluntad entrenada e indomable; y que los espiritistas nunca pueden asegurarse de la autenticidad de las manifestaciones mediúmnicas, a menos que ocurran a la luz y bajo tales condiciones de prueba razonables que harían notar instantáneamente un intento de fraude.
 
 
 
El lector puede preguntarse:
 
¿En qué consiste la diferencia entre un médium y un mago?
 
El médium es aquel a través de cuyo cuerpo astral se pueden manifestar otras entidades, haciendo notar su presencia por diversas clases de fenómenos. Sea lo que sea que estos fenómenos consistan. El médium es sólo un agente pasivo en sus manos, él no puede ordenar su presencia, ni querer su ausencia; nunca puede obligar a la realización de ningún acto especial, ni dirigir su naturaleza.
 
En cambio el mago por el contrario puede convocar y despedir entidades a voluntad, y puede realizar muchas hazañas del poder oculto a través de su propio espíritu; puede obligar a la presencia y asistencia de espíritus de grados más bajos que él, y efectuar transformaciones en el reino de la naturaleza sobre cuerpos animados e inanimados.
 
Los fenómenos físicos son el resultado de la manipulación de fuerzas a través del sistema físico del médium, por las inteligencias invisibles de cualquier clase. En una palabra, la mediumnidad física depende de una organización peculiar del sistema físico; mientras que la mediumnidad espiritual, que va acompañada de un despliegue de fenómenos intelectuales subjetivos, depende de una organización peculiar similar de la naturaleza espiritual del médium.
 
Aparte de la "médiumnidad" natural, ha existido, desde el principio de los tiempos, una ciencia misteriosa, discutida por muchos, pero conocida sólo por unos pocos. Su uso es un anhelo hacia nuestro único hogar verdadero y real: la otra vida, y un deseo de aferrarse más a nuestro espíritu padre, pero su abuso se vuelve hechicería, brujería y magia negra.
 
Entre los dos se coloca el "médiumnismo" natural; un alma revestida de materia imperfecta, un agente listo para el uno o el otro, y completamente dependiente de su entorno de vida, herencia constitucional, tanto física como mental, y de la naturaleza de los "espíritus" que atrae a su alrededor.
 
Eso es una bendición o una maldición, según el destino, a menos que el médium se purifique de la escoria terrenal.
 
 
La razón por la que en todas las épocas se ha sabido tan poco sobre los misterios de la iniciación es doble. La primera radica en la terrible pena que sigue a la menor indiscreción. La segunda son las dificultades sobrehumanas e incluso los peligros.
 
Pero en cambio no había ningún peligro real para aquel cuya mente se había espiritualizado completamente. Aquel que ya había reconocido plenamente el poder de su espíritu inmortal, y que nunca dudó por un momento de su protección omnipotente. Ese humano no tenía nada que temer. Pero en cambio el que no estaba completamente seguro de su aptitud moral para aceptar la carga de estos tremendos secretos se encontraba condenado.
 
 
 
La verdadera naturaleza de la magia espiritual.
 
Es una completa familiaridad con las facultades ocultas de todo lo que existe en la naturaleza, tanto visible como invisible; sus relaciones mutuas, atracciones y repulsiones, la causa de todo esto, atribuida al principio espiritual que impregna y anima todas las cosas, la capacidad de proporcionar las mejores condiciones para que este principio se manifieste; en otras palabras, un conocimiento profundo y exhaustivo de la ley natural: esta ha sido y es la base de la magia.
 
La trinidad de la naturaleza es la cerradura de la magia, y la trinidad del hombre es la llave que la encaja. Cuando la psicología y la fisiología sean dignas del nombre de ciencias, los europeos estarán convencidos de la extraña y formidable potencia que existe en la voluntad y la imaginación humanas, tanto si se ejercen conscientemente como si no.
 
Y sin embargo qué fácil es darse cuenta de tal poder en el espíritu, si sólo pensamos en esa gran perogrullada de la naturaleza de la que cada uno de los átomos más insignificantes es movido por el espíritu, que es uno en su esencia, porque la menor partícula representa el todo; y esa materia no es más que la copia concreta de la idea abstracta, después de todo.
 
Cualquiera que sea el aspecto que veamos y cuestionemos a la materia, la filosofía mundialmente antigua de que fue vivificada y fructificada por la idea o la imaginación eterna, es inevitable. Si rechazamos esta doctrina, la teoría de un cosmos que evoluciona gradualmente a partir de su desorden caótico se convierte en un absurdo.
 
El magnetismo es el alfabeto de la magia. Es ocioso para cualquiera intentar comprender la teoría o la práctica de este último hasta que se reconozca el principio fundamental de las atracciones y repulsiones magnéticas en toda la naturaleza. Nada puede explicarse más fácilmente que las más altas posibilidades de la magia.
 
Por la luz radiante del océano magnético universal, cuyas ondas eléctricas unen al cosmos, y en su movimiento incesante penetran cada átomo y molécula de la creación ilimitada, los discípulos del mesmerismo, aunque sus diversos experimentos son insuficientes, ellos perciben intuitivamente el alfa y el omega del gran misterio.
 
La magia, como ciencia, es el conocimiento de la forma en que el individuo puede adquirir la omnisciencia y omnipotencia del espíritu y su control sobre las fuerzas de la naturaleza mientras aún está en el cuerpo.
 
La magia, como arte, es la aplicación de este conocimiento en la práctica. La piedra angular de la MAGIA es un conocimiento práctico e íntimo del magnetismo y la electricidad, sus cualidades, correlaciones y potencias.
 
El conocimiento arcano mal aplicado es hechicería; usado benéficamente es verdadera magia o SABIDURÍA.
 
 
Para resumir todo en pocas palabras: la verdadera MAGIA es SABIDURÍA espiritual; y la naturaleza es el aliado material y sirviente del mago. Un principio vital común impregna todas las cosas, y esto es controlable por la voluntad humana perfeccionada. El adepto puede estimular los movimientos de las fuerzas naturales en plantas y animales en un grado sobrenatural. Tales experimentos no son obstrucciones de la naturaleza, sino aceleraciones; simplemente se dan las condiciones de una acción vital más intensa.
 
El adepto puede controlar las sensaciones y alterar las condiciones de los cuerpos físico y astral de otras personas que no son adeptos; y también puede gobernar y emplear a su elección los espíritus de los elementos. Pero en cambio él no puede controlar el espíritu inmortal de ningún ser humano, vivo o muerto, porque todos esos espíritus son chispas de la Esencia Divina y no están sujetos a ninguna dominación extranjera.
 
Naturalmente el lector se preguntará a qué cuestión práctica tiende este libro (Isis Develada).
 
¿Queremos afirmar que las ciencias ocultas deben ser estudiadas y practicadas en todo el mundo?
 
¿Reemplazaríamos el espiritismo moderno por la antigua magia?
 
 
No
 
 
Ni no podría hacerse tal sustitución, ni podría perseguirse universalmente tal estudio sin correr el riesgo de enormes peligros públicos. Un hechicero es un enemigo público, y el mesmerismo puede convertirse fácilmente en la peor de las hechicerías. No queremos que los científicos, los teólogos, ni los espiritistas se conviertan en magos prácticos, sino todos para realizar la verdadera ciencia, la religión profunda y los fenómenos genuinos antes de esta era moderna.
 
Quisiéramos que todos los que tienen voz en la educación de las masas primero supieran y luego enseñaran que las guías más seguras para la felicidad y la ilustración humanas son aquellos escritos que nos han llegado desde la más remota antigüedad; y que más nobles aspiraciones espirituales y una moralidad media más alta prevalecen en los países donde el pueblo toma sus preceptos como regla de su vida.
 
Tendríamos que darnos cuenta todos de que los poderes mágicos, es decir, espirituales, existen en todo hombre, y los pocos que los practican se sienten llamados a enseñar y están dispuestos a pagar el precio de la disciplina y la auto-superación que exige su desarrollo.
 
 
(Nota: Las referencias de volumen y página a Isis Develada son en el orden de los extractos: I, v; I, x-xi; I, 40; I, 41; I, 45-6; I, 49; I, 61; I, 62; I, xi; I, 42; I, 218; I, 320; I, 367; II, 118-9; I, 244; II, 635; I, 384; I, 396; II, 610; I, 282; II, 588-589; II, 590; II, 634.)
 
(Revista Teosofía, Los Ángeles, agosto de 1917, p.442-447)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

3 comentarios:

  1. Hola Cid, Una pregunta como esta relacionada la ley de atraccion con la magia, que piensa sobre ello, la ley de atraccion dice que si visualizas algun deseo en un determinado tiempo lo materializaras, estoy buscando todo tipo de informacion al respecto porque dare una charla sobre ello y quiero ver como esta LEY podria estar relacionada de algun modo con las enseñanzas secretas, Toda informacion que puede dar me seria util para mi investigacion

    Muchas Gracias

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    1. La magia procede de la misma manera pero utiliza técnicas ocultas que permiten materializar mucho más rápido. Desafortunadamente no he encontrado textos que te puedan ayudar en tu charla. Lo siento.

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