LA LAMASERÍA: EL INMUEBLE DONDE BLAVATSKY Y OLCOTT VIVIERON EN NUEVA YORK DE 1876 A 1878


 
 
Antes de vivir en este edificio, durante su estancia en Nueva York, Blavatsky y Olcott vivieron en las siguientes direcciones:
 
·       222 Madison Street, ahí solo Blavatsky habitó en la habitación del segundo piso cuando ella llegó a Nueva York en 1873, era una nueva casa de vecindad en ese entonces.
·       124 East 16th Street (esta dirección aparece en una carta fechada el 27 de octubre de 1874).
·       23 o 236 Irving Place (esta dirección aparece en una carta fechada el 10 de noviembre de 1874).
·       433 West 34th Street (Blavatsky en el primer piso y el Coronel Olcott en el segundo piso).
 
William Judge señaló:
 
« Los visitantes no cesaban de acudir a donde ella vivía, primero en Irving Place, luego en la calle 34, y por último en la calle 47 y la 8va Avenida»
(Boletín de la ST Española, enero de 1935, p.6-12)
 
 
Desde junio de 1876 hasta diciembre de 1878, Blavatsky y Olcott vivieron en un departamento ubicado en el edificio West 47th Street 302, situado en una zona peligrosa de Nueva York, y este inmueble se volvió conocido como la "Lamasería" o el “Lamasterio” (que es así como se le denomina a los monasterios budistas) debido a que Blavatsky y Olcott profesaban el budismo.
 
Este lugar se convirtió en la sede no oficial de la Sociedad Teosófica que había sido recientemente fundada en 1875, y se volvió un centro de atracción para personas interesadas en el esoterismo y las doctrinas orientales, como también para curiosos sobre los fenómenos paranormales.
 
La manera exótica como Blavatsky había decorado el departamento también provocó mucha curiosidad.
 
El Sr. Judge estaba casi siempre presente, y seguido él así como otros visitantes permanecían hasta bien entrada la noche inmersos en el estudio y la discusión.
 
Y a continuación les voy a poner la información que he ido encontrando al respecto:
 
 
 
WILLIAM JUDGE
 
William Quan Judge fue el principal colaborador de Blavatsky, y sobre este lugar él escribió:
 
« HPB antes de mudarse al lugar desde donde luego partió hacia la India a finales de 1878, ella vivió un tiempo en la calle 34 cerca de la avenida Novena, en Nueva York, en un piso modesto.
 
Mientras vivía allí se llevó a cabo el funeral del barón de Palm, descrito completamente por el coronel Olcott en sus Hojas de un Viejo Diario, que atrajo gran atención y un sinfín de comentarios en los periódicos.
 
Posteriormente Blavatsky y Olcott rentaron un piso en la esquina de la calle 47 y la octava avenida, en el edificio que se muestra en el siguiente dibujo elaborado por el Sr. Knapp de Cincinnati, Ohio, a partir de una fotografía.
 

 
La imagen muestra el frente angosto de la casa que da a la Octava Avenida, que es una calle comercial que va desde la parte baja de Nueva York hasta la calle 155. Este edificio es lo que se conoce como de doble uso, con un local comercial a pie de calle. La entrada a los apartamentos se encuentra en la calle 47, debajo de las suites traseras de las habitaciones.
 
HPB tenía el piso que comienza en el medio del edificio, corre hacia el frente en la Octava Avenida y está inmediatamente sobre la tienda. El edificio se encuentra todavía a la fecha [de 1891] en las mismas condiciones y bajo los mismos arreglos que cuando HPB vivió ahí.
 
Su escritorio estaba al frente, desde la ventana de la esquina y las dos siguientes sobre la tienda. La tercera ventana al frente es de una pequeña habitación que se usaba para varios propósitos, unas veces para desayunar, y otras para dormir.
 
En ese lado, en el interior, el vestíbulo interior descendía hasta la puerta de entrada del apartamento con habitaciones en el siguiente orden: junto al escritorio y la sala de estar estaba su dormitorio, que tenía puertas además de una puerta que daba al vestíbulo, y estaba aislado del comedor, junto a ese lado, por un muro macizo.
 
Más allá de la sala está la cocina, que da a la calle 47. En el otro lado del pasillo está primero el baño frente a la cocina, y luego, avanzando de nuevo, hay una pequeña habitación oscura en la que dormía el coronel Olcott.
 
Arriba, la Sra. I. O. Mitchell, hermana del coronel Olcott, vivió durante algún tiempo. El escritorio y la pequeña habitación de la que se habló primero cortan el vestíbulo al frente.
 
Fue en este lugar, en la sala delantera más grande, donde se escribió y terminó la obra Isis Develada. Allí habían ocurrido tantos fenómenos extraordinarios que se necesitarían volúmenes para describirlos.
 
Ahí se escuchaba muy a menudo la “música y campanas astrales”, que los autodenominados sabios críticos han asumido que eran producidos por una sirvienta que caminaba de un lado a otro del pasillo con un instrumento. Lo cual es un absurdo para aquellos que como yo estuvieron allí y escuchamos tales sonidos.
 
Ahí, en la esquina de la habitación sobre la Octava Avenida, había un búho disecado que estaba de pie y a veces, parpadeaba. Y actualmente está en posesión de una señora que vive no lejos de la sede de Nueva York.
 
Y ahí, cuando HPB terminó Isis Develada, ella se sentó entre sus pocas pertenencias y vio que el subastador las vendía al mejor postor; desde ahí, por fin, en diciembre de 1878, se embarcó en el vapor que la llevó a Londres, desde donde luego viajó hasta a la India para no volver jamás a la tierra donde siempre fue una perplejidad y una diversión para la gente de la metrópoli.
 
Es un lugar modesto en una parte modesta y concurrida de una gran ciudad; sin embargo, ¡cuánto se hizo allí y qué poderosas fuerzas jugaron dentro de esas cuatro paredes mientras la inmensa personalidad conocida como Helena P. Blavatsky habitaba en ellas! »
(Path, noviembre de 1893, p.237-239)
 
 
 
 
 
 
ISABELLE MITCHELL
 
Isabelle Olcott Mitchell fue hermana del coronel Olcott y sobre este lugar ella mencionó:
 
« Durante nueve meses ocupé un apartamento en el mismo edificio que Madame Blavatsky (la "Lamaseria" de la que tanto se ha escrito) y por el contacto diario y la asociación estoy quizás bastante capacitada para expresar mi opinión sobre esa mujer.
 
Su apartamento estaba lejos de ser un lugar de lujo, como hubiera sido posible. Dos ventanas en la avenida y una en una calle transversal iluminaban la habitación, pero la mitad inferior de cada ventana era de vidrio azul.
 
El suelo estaba cubierto por una estera barata sobre la cual ella había colocado varias alfombras de piel.
 
Su lugar en la habitación estaba detrás de un escritorio de oficina ordinario, en un sillón giratorio detrás del cual no se permitía que nadie caminara, pero alrededor de la habitación había muchos sillones para sus constantes visitantes.
 
Estos visitantes consistían principalmente de profesores, maestros, abogados, comerciantes, clérigos; algunos iban solo por curiosidad, pero muchos de ellos iban en busca de conocimientos, conocimientos que ella sabía impartir si le agradaban.
 
Ella tenía la costumbre de escribir, de conversar y de recibir a sus invitados hasta la madrugada, y si uno se retira a dormir a las tres de la madrugada, no es fácil estar fresco y alegre a las diez u once de la mañana del día siguiente.
 
Hojas de palmera, peluches, espejos, grandes y pequeños estaban sujetos por todas partes; pero no había ni un ápice de nada que pudiera asombrar o perturbar al más incrédulo de sus invitados. »
(Word, enero de 1905, p.182-187)
 
 
 
 
 
 
DESCRIPCIÓN DE UN PERIODISTA
 
Un reportero escribió sobre la Lamasería:
 
« Las descripciones del lugar hacen que parezca como si una especie de país de las maravillas oriental y asiático se hubiera instalado temporalmente en uno de los barrios más rudos de Nueva York, y de ahí el nombre de la Lamasería.
 
Aunque afuera las calles probablemente recuerdan a la película Los Gánsteres de Nueva York, dentro de sus puertas la Lamasería parece haber estado a la altura de su reputación. Junto con los muchos fenómenos (campanas astrales, olores místicos, transferencia de pensamientos) que ocurrieron dentro de su santuario interior, la Lamasería ostentaba una decoración única para su tiempo y lugar, y quizás para cualquier otro.
 
Entre el objeto de arte oriental y los muebles orientales que abarrotaban el plano atmosférico, se encontraba el famoso babuino disecado que tenía la Sra. Blavatsky, y a quien vistió con un atuendo académico y dispuso sosteniendo una gran cantidad de notas de clase, en honor ella dijo, a los devotos de Darwin»
(www.watkinsbooks.com/ushahidi/reports/view/268)
 
 
 
 
 
 
EL HARTFORD DAILY TIMES
 
Este periódico de Connecticut publicó un artículo donde describía brevemente la Lamasería:
 
« Tuvimos la oportunidad de observar las paredes y el mobiliario de esta Lamasería de Nueva York. Directamente en el centro se encontraba un mono disecado, con una "bata" blanca y una corbata alrededor de su garganta, un manuscrito en la pata y anteojos en la nariz. ¿Será una sátira muda sobre el clero?
 
Sobre la puerta estaba la cabeza disecada de una leona, con las fauces abiertas y aspecto amenazador; los ojos brillando con una ferocidad casi natural.
 
Un dios de oro ocupaba el centro del manto. Gabinetes chinos y japoneses, abanicos, pipas, implementos y alfombras, muebles y divanes bajos, un gran escritorio, un pájaro mecánico que cantaba, álbumes de recortes y las infaltables boquillas, papeles y ceniceros, hicieron que la rica túnica holgada con la que estaba vestida la señora Blavatsky pareciese estar en perfecta armonía con su entorno»
(2 de diciembre de 1878, p. 1)
 
 
 
 
 
EL MURAL DE HOJAS
 
Un reportero del New York Star publicó la siguiente descripción:
 
« Quizás una de las cosas más notables en toda la colección de premios únicos es uno, que no tiene derecho a ser considerado mágico. Es un adorno mural, tan elaboradamente hermoso, y a la vez tan simple, que parece extraño que no esté de moda.
 
En una de las paredes del comedor del ahora famoso piso se encuentra la representación de una escena tropical, en la que aparecen un elefante, un tigre, una enorme serpiente, un árbol caído, monos, pájaros y mariposas, y dos o tres sábanas de agua.
 
No está pintado ni dibujado, pero el diseño se recortó primero en papel y luego se pegaron hojas de otoño de varios tonos, mientras que el agua se representó con pequeños pedazos de espejo roto.
 
El efecto es notablemente hermoso, pero el ganador del premio probablemente necesitará arte mágico para quitarlo en buenas condiciones, ya que ha estado en su lugar por tanto tiempo que actualmente las hojas se encuentran secas y quebradizas»
(8 de diciembre de 1878)
 

 
(Este dibujo fue elaborado por William Judge.)
 
 
 
 
 
 
HENRI OLCOTT
 
El coronel Olcott fue el primer presidente de la Sociedad Teosófica y él relató lo siguiente sobre la Lamasería:
 
« La rutina de nuestra vida en el "Lamasterio" era la siguiente: desayunábamos como a las ocho de la mañana, cenábamos a las seis de la tarde, y nos retirábamos a alguna hora de la madrugada, según nuestro trabajo y la interrupción de los visitantes. HPB almorzaba en casa y yo en la ciudad en algún lugar cerca de mi despacho de abogados.
 
Cuando nos conocimos, yo era un miembro activo del Lotus Club, pero la escritura de Isis Develada puso fin, de una vez por todas, a mi conexión con los clubes y enredos mundanos en general.
 
Después del desayuno, yo me iba a mi despacho y HPB se ponía a trabajar en su escritorio. En la cena, la mayoría de las veces teníamos invitados y pasábamos pocas noches solos. Incluso si no llegaban visitas previstas, por lo general teníamos a alguien que se detenía con nosotros en nuestro apartamento.
 
Nuestro servicio de limpieza fue de lo más sencillo. No bebíamos vino ni licores y solo comíamos comida sencilla. Tuvimos una doncella para todos los quehaceres, o más bien dicho una procesión de ellas que iban y venían, porque no retuvimos a ninguna por mucho tiempo. La doncella que más tuvimos se fue a su casa después de recoger las cosas de la cena, y en adelante tuvimos que abrir la puerta nosotros mismos.
 
 
Eso no era grave, pero en cambio un asunto más serio fue proporcionar té, con leche y azúcar, para una habitación llena de invitados, digamos a la una de la madrugada, cuando HPB, con gran desprecio por la hora tardía, se invitaba a sí misma y a los demás a tomar una taza, y de gran manera exclamó:
 
-        "Vamos todos a tomar un poco. ¿Qué dicen?"
 
De nada me sirvió hacer gestos de disidencia. Ella no prestó atención. Después de varias búsquedas infructuosas a medianoche en busca de leche o azúcar en el vecindario, regresé cansado e informé al respecto:
 
-        "Va a ser té."
 
Los huéspedes encontraron agua hirviendo y té en la cocina, quizás un poco de leche y azúcar, y amablemente ellos mismos se sirvieron.
 
Esto era tan parecido al tono bohemio de todo el establecimiento que no se pensó en nada. Más tarde fue muy divertido ver a los invitados levantarse en silencio y dirigirse a la cocina para prepararse té.
 
Bellas damas, eruditos profesores, famosos artistas y periodistas, todos se convirtieron jocosamente en miembros de nuestro "gabinete de cocina", como lo llamábamos.
 
 
HPB ni siquiera tenía una noción rudimentaria de la cocina. Una vez, deseando huevos cocidos, ¡ella puso los huevos crudos sobre las brasas!
 
A veces nuestra criada se marchaba un sábado por la noche y nos dejaba arreglárnoslo como podíamos para las comidas del día. ¿Pero HPB atendió y cocinó?
 
No, en verdad, pero su pobre colega sí. Ella solo se sentaba y escribía y fumaba cigarrillos o entraba en la cocina y se molestaba.
 
 
 
William R. O'Donovan
 
En mi Diario de 1878, encuentro esto en la anotación del 12 de abril:
 
"La sirvienta 'salió del rancho' sin preparar la cena; entonces entró la Condesa L.P. y me ayudó haciendo una excelente ensalada. Además de ella, teníamos a O'Donovan a cenar".
 
Era un tipo raro, ese irlandés; un escultor de marcado talento, excelente compañero con un humor seco que resultaba irresistible. HPB estaba muy encariñada con él y él con ella. Modeló su retrato del natural en un medallón que fue fundido en bronce y que está en mi posesión.
 

Lo que puede ser ahora de él no lo sé, pero en ese momento le gustaba un vaso de buen whisky (si es que algún whisky puede llamarse bueno), y una vez hizo estallar a carcajadas en la habitación con una réplica que le dio a uno de los asistentes presentes. Ellos estaban bebiendo juntos, y la persona en cuestión después de probar su vaso, lo dejó con la exclamación:
 
-        "¡Pah! ¡Qué whisky tan malo es este!"
 
O'Donovan, volviéndose hacia él con solemne gravedad, le puso una mano en el brazo y dijo:
 
-        "No, no digas eso. No hay whisky MALO, pero algunos son mejores que otros."
 
Él era católico romano de nacimiento, aunque nada en particular, al parecer, en la creencia real. Pero viendo lo acalorada y enojada que siempre se ponía HPB cuando se mencionaba el catolicismo romano, él solía fingir que creía que ese credo eventualmente barrería el budismo, el hinduismo y el zoroastrismo de la faz de la tierra.
 
Aunque él le jugó este truco veinte veces, HPB invariablemente fue atrapada nuevamente en la trampa cada vez que O'Donovan se la tendía. Ella echaba humo, maldecía y lo llamaba idiota incurable y otros apelativos cariñosos, pero sin ningún propósito. Ella se sentaba y fumaba en un silencio digno, sin cambiar de rostro, como si estuviera escuchando una recitación dramática en la que los propios sentimientos del orador no tuvieran participación.
 
Cuando ella había hablado y gritado sin aliento, él volvía lentamente la cabeza hacia algún invitado y decía:
 
-        "Ella habla bien, ¿no es así?, pero no lo cree, es solo su réplica. Ella será una buena católica algún día."
 
Luego, cuando HPB explotaba ante esta audacia suprema y hacía como si fuera a arrojarle algo, ¡él se escabullía a la cocina y se preparaba una taza de té!
 
Lo he visto traer amigos allí solo para disfrutar de esta especie de hostigamiento de osos, pero HPB nunca alimentó la malicia y después de librarse de una cierta cantidad de regaños severos, ella volvía a ser tan amigable como siempre con su inveterado bromista.
 
 
 
Alexander Wilder
 
Uno de nuestros visitantes frecuentes y más apreciados fue el profesor Alexander Wilder, una personalidad pintoresca, el tipo de la clase muy grande de terratenientes estadounidenses autodidactas; hombres de la calidad contundente de los Padres Puritanos; hombres de cerebro y pensamiento, intensamente independientes, muy versátiles, muy honestos, muy valientes y patriotas.
 
El Profesor Wilder y yo hemos sido amigos desde antes de la Rebelión, y siempre lo he tenido en la más alta estima. Su cabeza está llena de conocimiento que fácilmente imparte a los oyentes agradecidos. No es un hombre criado en la universidad o en la ciudad, me imagino, pero si uno quiere ideas sólidas sobre la migración de razas y símbolos, el significado esotérico de la filosofía griega, el valor de los textos hebreos o griegos, o los méritos y deméritos de varias escuelas de medicina, él puede darlos tan bien como el graduado más completo.
 
Es un hombre alto y flaco del tipo de Lincoln, con una cabeza noble en forma de cúpula, mandíbulas delgadas, cabello gris y un lenguaje lleno de pintorescos sajones americanismos.
 
Solía venir y hablar por horas con HPB, a menudo recostado en el sofá, como ella solía decir, "con una pierna larga apoyada en el candelabro, la otra en la repisa de la chimenea". Ella, tan corpulenta como él flaco; él tan locuaz como ella sentenciosa y epigramática, fumando innumerables cigarrillos, y sosteniendo brillantemente su parte de la conversación.
 
Ella le pidió que escribiera muchas de sus ideas para usarlas en Isis Develada y se encontrarán citadas allí. Las horas pasaban sin previo aviso hasta que a veces se encontraba demasiado tarde para el último tren a Newark y él tenía que permanecer en la ciudad toda la noche.
 
Creo que de todos nuestros visitantes, él se preocupaba menos por los fenómenos psíquicos de HPB. Creía en su posibilidad científica y no dudaba de que ella los poseyera, pero la filosofía era su pasión, mientras que las maravillas de la mediumnidad y los adeptos sólo le interesaban en abstracto»
(Hojas de un Viejo Diario I, p.409-414)
 
 
 
 
 
 
ALEXANDER WILDER
 
Alexander Wilder fue el editor de Isis Develada, y sobre la Lamasería él comentó:
 
« El coronel Olcott estaba muy deseoso de que yo conociera a Madame Blavatsky. Él parecía tenerla en alta estima, acercándose a la veneración, y consideraba la oportunidad de conocerla como un raro favor para cualquiera.
 
Pero apenas pude compartir su entusiasmo ya que yo tenía una desconfianza natural por hacer nuevas amistades y además actuando en ese momento como crítico de su manuscrito no me parecía lo más adecuado. Así que hesité durante mucho tiempo, pero al final la curiosidad fue mayor que estas preocupaciones y lo acompañé al lugar donde ellos vivían en la calle 47.
 
Ellos ocupaban una suite de apartamentos en un piso superior y su hogar estaba formado por varias personas, con empleos separados. Generalmente se reunían a la hora de comer, junto con los invitados de otros lugares que pudieran estar de visita.
 
El comedor estaba amueblado con un estilo sencillo sin nada inusual o extraordinario, aunque quizás debería agregar que esta condición se modificó considerablemente en el año siguiente debido a que el otoño de 1879 en Nueva York se caracterizó (como nunca lo he vuelto a observar desde entonces) por una gran riqueza en el color del follaje, por lo que numerosas personas visitaron los bosques de los alrededores para recoger las hojas teñidas para hacer con ella decoraciones ornamentales.
 
Y una de las habitantes del piso, una extranjera que estaba relacionada con la fraternidad teosófica, acumuló una gran cantidad de hojas y se dispuso a utilizarlas para decorar el comedor. Ella realizó varias figuras emblemáticas, siendo el doble triángulo la principal de ellas, y luego siguió con un paisaje oriental que se extendía a lo largo del apartamento. Y también se veían las figuras de un elefante, un mono y otras criaturas, y un hombre de pie como si contemplara la escena.
 
Esta decoración permaneció durante el invierno hasta que la comunidad se disolvió. Luego llevé esta decoración a Newark y la instalé en un pasillo, y ahí permaneció varios años. Fue allí cuando el Sr. George Mead me visitó, y se la envié después a la señorita Caroline Hancock en Sacramento, y ella a su vez la presentó a la Sociedad Teosófica de San Francisco.
 
Sin duda, hace tiempo que se encontró con el destino de los muebles gastados. Pero tuvo gran notoriedad en sus primeros días debido a la admiración de los visitantes por su ingenio y rareza de concepción, y se publicaron descripciones del mismo en varios periódicos.
 
 
 
El estudio de Blavatsky
 

 
(Este dibujo fue elaborado por William Judge.)
 
El estudio en donde la señora Blavatsky vivió y trabajó durante ese tiempo se organizó de una manera pintoresca y rudimentaria. Era un salón grande que al estar en el lado contiguo a la calle, estaba bien iluminado.
 
En medio de esto estaba su "guarida", un lugar cercado en tres lados por particiones temporales, escritorio y estantes para libros. Y ella lo tenía muy conveniente organizado ya que solo tenía que estirar un brazo para conseguir un libro, un papel u otro artículo que pudiera desear y que se encontrara dentro del recinto.
 
El lugar no podría estar de acuerdo con un vívido sentido de la belleza, excepto en base a la antigua concepción griega de que la belleza es adecuada para su propósito, y todo es ciertamente conveniente y práctico.
 
En este lugar reinaba la señora Blavatsky y de ahí ella daba sus recomendaciones, emitía sus sentencias, atendía su correspondencia, recibía a sus visitantes y produjo el manuscrito de su libro. »
(Word, mayo de 1908, p.77-87)
 
 
 
 
 
 
UNA NOCHE DE MUCHAS MARAVILLAS
 
El periodista David A. Curtis y miembro de la primera Sociedad Teosófica, narró el siguiente relato cuando en una ocasión Blavatsky estaba intercambiando historias de fantasmas con la condesa Paschkoff:
 
« Un silencio cayó sobre el pequeño grupo que estaba sentado fumando en una de las cámaras internas de la Lamasería en 302, West 47th street, en la esquina de la Octava Avenida. Era más bien una calma reflexiva que se parecía a la de la esfinge en miniatura sobre la repisa de la chimenea de la misteriosa cámara egipcia.
 
Además de los divanes en los que se reclinaba el grupo, había pocos muebles en la habitación, pero una enorme bola de cristal estaba suspendida en el centro por una cuerda invisible. Desde el interior de este globo brillaban imágenes extrañas de desiertos y pirámides y cosas fijadas allí por algún arte astuto que, por lo que sabe el reportero, puede haber sido magia.
 
Las paredes estaban sombrías, pero el vestíbulo era luminoso y bañaba la habitación con una especie de pálido crepúsculo. El té, las conversaciones y el tabaco de Arabia entretuvieron al grupo, y las fragantes nubes azules se convirtieron en fantasmas a medida que la extraña conversación se volvía tenebrosa»
(The Theosophist, abril de 1884, p.167-169)
 
 
 
 
 
 
LAS PERSONAS QUE VISITABAN A BLAVATSKY
 
El periódico neoyorquino The World mencionó la siguiente lista:
 
« Era en estas habitaciones, más tarde conocidas familiarmente como la "Lamasería" (el nombre dado a un convento budista en el Tíbet), donde solía reunirse una brillante multitud de bohemios por la noche para beber té y disfrutar de "un festín de la razón y un fluir del alma".
 
La anfitriona demostró ser una conversadora de raro poder magnético, y nadie se cansaba nunca de escuchar su fascinante relato de experiencias en muchas tierras, sus puntos de vista sobre la vida y el arte, o su exposición del ocultismo de Oriente.
 
Ella era una lingüista consumada, como lo son la mayoría de los rusos; y no sólo hablaba francés, alemán, italiano, español, ruso, hinduista y varios dialectos con fluidez, sino que mostraba un profundo conocimiento de la literatura antigua y moderna de todos los países.
 
Pero ella también estaba familiarizada con la filosofía alemana y francesa, y al comentar la obra de los grandes pensadores expresó muchas ideas de sorprendente fuerza y originalidad. De vez en cuando entretenía a sus invitados con música, y su forma de tocar el piano se catalogaba enfáticamente como la de un gran músico.
 
Entre los que iban a estas reuniones estaban:
 
-        el Profesor Weiss, de la Universidad de Nueva York;
-        el inventor Thomas A. Edison;
-        el pintor Albert L. Rawson;
-        el Profesor Wilder;
-        el genial y lamentado Sam Ward, poeta, filósofo, cabildero y bon vivant;
-        su querido amigo, William Henry Huribert, entonces editor de The World;
-        el conde de Dunraven, cuyo padre escribió un libro monumental sobre espiritismo, y que ahora es el subsecretario de colonias de Lord Salisbury;
-        el periodista David A. Curtis, del periódico The Herald;
-        el periodista Edward P. Mitchell, entonces, como ahora, explotando su brillante imaginación en las columnas del periódico The Sun;
-        el artista Albert Bierstadt;
-        el místico y bibliófilo Charles Sotheran;
-        las actrices Linda y Eda Diez;
-        el gerente A.M. Palmer;
-        Edwin Booth,
-        John Russell Young;
-        William Stuart, entonces gerente del Old Park Theatre;
-        el artista Edward Donavan,
-        el conde de Dufferin, cuya posición actual como virrey de la India le brinda la oportunidad de continuar sus estudios de religión oriental en su antiguo hogar;
-        Laurence Oliphant cuyas sátiras sociales en Blackwood y cuyo esquema para la colonización judía de Palestina le han dado una prominencia desagradable a su modestia nativa;
-        y una multitud de otros espíritus escogidos.
»
(12 de septiembre de 1886, p.13)
 
 
 
 
 
 
LA PARTIDA DE BLAVATSKY Y OLCOTT
 
El periódico neoyorquino The Sun escribió al respecto:
 
« El pasado domingo por la noche se brindó una recepción de despedida a los amigos y miembros de la Sociedad Teosófica, a cargo de la famosa pagana de la Octava Avenida, Madame H. P. Blavatsky, quien, junto con el Coronel H. S. Olcott y otro teósofo, zarparon ayer hacia Liverpool, en ruta para Bombay.
 
Las espaciosas salas de la Lamasería estaban desprovistas de muebles, incluso las alfombras habían sido rotas y vendidas, y los invitados se sentaban en dos o tres sillas que apenas valían la pena vender, y sobre cajas y baúles acordonados y marcados para el transporte.
 
Los refrigerios habituales se proporcionaron en la abundancia habitual. El té se servía en rotación, solo quedaban tres tazas de té de la venta de las cosas que se había efectuado, pero cada invitado tenía una pipa o un cigarrillo.
 
La larga serie de "domingos por la noche en casa" estaba terminando, y había un número inusual de teósofos inusualmente moderados presentes.
 
Se habló mucho del futuro probable de la Sociedad Teosófica que ahora está en coalición con el Arya Samaj de Aryawari, se espera que se convierta en un poderoso factor en el desarrollo de la libertad mental y religiosa del mundo. Pero como era natural, se hablaba mucho más de recuerdos y anticipaciones personales.
 
Madame Blavatsky llevó completamente su parte de la conversación. Sus recuerdos de los años que ella ha pasado en los Estados Unidos están lejos de ser alegres.
 
-        "Odio la civilización de la que te jactas", dijo enfáticamente
 
Pero sus anticipaciones eran de color de rosa:
 
-        "Iré a Bombay y estaré con mis queridos paganos", dijo, "quienes están libres de los yugos del cristianismo por lo menos. Solo me detendré por un día o dos en Inglaterra para visitar nuestra sociedad filial, y luego iré a la India. Cuando llegue allí, lo primero que haré será ir a cazar tigres. Iré a la jungla con un amigo, sin guías, y no regresaremos hasta que tengamos una piel de tigre para cada uno."
 
"Pero no es por eso que voy a la India", continuó. "Es para trabajar para Arya Samaj, te prometo que te enterarás de ello en breve."
 
En ese momento entró un hombre con un fonógrafo que había sido adquirido con el propósito de llevar saludos a la India, sin posibilidad de error en su entrega. Un escultor alto fue desalojado de un barril en el que estaba sentado, y el fonógrafo se colocó en posición, después de lo cual se gritaron los saludos en el embudo de papel, y un alegre artista inglés cantó en él una canción en indostanés. Entonces se indujo a Charles, un enorme gato teosófico, a ronronear en la máquina, y los diversos registros se guardaron cuidadosamente.
 
 
Mucho después de la medianoche, la conversación se mantuvo, y desde los escritos de la Iglesia en el siglo II, hasta el último ataque inglés al Arya Samaj, se discutieron temas religiosos.
 
El lunes y el martes se terminó de empacar, y el martes por la noche el pequeño grupo se reunió en el salón. Charles mientras tanto había sido enviado a la casa de un buen teósofo, pero había desaparecido de la canasta en tránsito, y no ha sido visto desde entonces.
 
-        "No sé dónde está", dijo la Hierofante, "pero supongo que lo encontraremos en Bombay cuando lleguemos allí."
 
Ayer por la mañana algunos de los más íntimos amigos de los viajeros fueron al vapor a despedirlos. La Hierofante [o sea Blavatsky] escribió docenas de despachos finales en la mesa de la cabina, enviando mensajero tras mensajero a varios mandados, y dando todo tipo de instrucciones sobre la futura gestión de la Sociedad Teosófica en los Estados Unidos a los oficiales recién elegidos.
 
Madame Blavatsky celebraba una alta corte en su camarote, cuando los inevitables cigarrillos se consumían en grandes cantidades, y cuando algunos de sus más fieles discípulos le contaban su dolor por su partida.
 
-        "Me alegro de irme, pero lamento dejar aquí a los pocos buenos amigos que he encontrado", dijo.
 
Uno por uno le dieron la que probablemente fue su última despedida en la tierra de América»
(19 de diciembre de 1878, p.1)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿QUÉ PASÓ DESPUÉS CON ESE INMUEBLE?
 
 
 
En 1934, G.C. Huckaby visitó el edificio e informó que había sido remodelado:
 
« El inmueble mira hacia el este sobre la Octava Avenida, y el lado expuesto está hacia el norte. El armazón del refugio, como se muestra en el corte [una fotografía de 1933], se quitó hace mucho tiempo y las paredes se pintaron de un rojo claro con pequeñas marcas blancas para imitar las juntas de mortero originales entre los ladrillos. Se han hecho grandes aberturas en las paredes cerca del nivel de la calle y se han instalado vitrinas de vidrio desde la esquina en la 8th Avenue hasta la entrada que conduce al piso de arriba...
 
La entrada de atrás es 302 West 47th Street, y supongo que es la misma que cuando HPB, el coronel Olcott y los muchos visitantes distinguidos solían pasar por allí y subir las escaleras.
 
Las escaleras son evidentemente las mismas. Arriba, las paredes de los pasillos están en la misma posición, pero dentro del departamento, o piso, se han producido grandes cambios.
 
Me dijo un empleado que permanecen las instalaciones para alquilar habitaciones, que hace unos seis años el inmueble se convirtió en una casa de huéspedes barata. Dijo que cada piso tenía originalmente cuatro cuartos pero que estos se han subdividido en ocho pequeños cuartos.
 
El empleado pudo trazar para mí el contorno de las particiones originales para que yo pudiera tener una idea bastante precisa de cómo se veía el piso cuando HPB lo ocupó. Su sala de escritura estaba en el frente e incluía las ventanas delanteras y la primera ventana lateral en la calle 47. Esta parte de la casa tiene un desplazamiento de unos dos pies que se extiende desde la pared principal y se muestra un desplazamiento similar en la parte trasera donde está la entrada.
 
Entre la habitación delantera y la habitación inmediatamente detrás había originalmente dos puertas corredizas, la abertura para estas todavía se puede rastrear en las paredes actuales. Justo detrás de esta segunda habitación estaba lo que considero el comedor, y detrás estaba la cocina, que ahora es un pequeño dormitorio, pero su propósito original aún puede reconocerse fácilmente.
 
Mientras miraba las habitaciones pensé que posiblemente no había nada en ninguna de ellas igual a cuando HPB vivió ahí, a menos que pudiera ser la chimenea en la habitación delantera; Se instalaron tuberías para el calor de vapor en todo el edificio, pero su chimenea no ha sido perturbada. Es una sencilla chimenea anticuada, tan común en Inglaterra, con una parrilla pesada para quemar carbón, y estoy seguro de que es igual que cuando HPB solía sentarse y meditar ante ella.
 
La chimenea era lo único que quedaba que parecía hacer vibrar su presencia, y si tuviera el poder de la palabra, o yo hubiera tenido el don de la clarividencia, creo que podría haber salvado muchas historias selectas que esa chimenea podría contar pero que nunca han sido reveladas. En cualquier caso quedé profundamente impresionado»
(The Theosophist, julio de 1934, p.469-470)
 
 
 
 
En la publicación de la revista Theosophia del verano de 1966, aparece en la portada una fotografía de la Lamasería tomada ese año:
 
 

 
 
 
 
 
Y parece que el edificio todavía existe, abajo les pongo una fotografía tomada en agosto de 2013:
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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