LA PAZ INTERNA EXPLICADA POR KRISHNAMURTI

 

 
(El siguiente artículo fue escrito por Alsibar quien ha estudiado mucho a Krishnamurti, y el texto original en portugués lo pueden leer en este link.)
 
 
 
Durante mucho tiempo el ser humano entendió la palabra conflicto como una lucha, como por ejemplo: el combate entre el bien y el mal, la pelea entre el cuerpo y el espíritu, las numerosas guerras y disputas entre países y personas, etc.
 
Pero con Krishnamurti este término adquirió un significado más amplio pasando a significar no solamente la lucha en sí, sino la ausencia misma de paz interior. Por lo tanto el conflicto se ha convertido en sinónimo de ansiedad, agitación, inquietud y sufrimiento psicológico.
 
A lo largo de su vida Krishnamurti explicó muchas veces cómo este estado de liberación puede surgir en la conciencia. Pero tengan en cuenta que no hablé de “cómo alcanzar” este estado porque en verdad no se puede lograr como llegar a la cima de una montaña, sino que surge por si solo. Hablando directamente, no hay nada que hacer. Pero indirectamente se puede hacer mucho.
 
Lo primero es entender qué es y cómo surge el conflicto, y si es posible acabar con él. Y aunque esta primera etapa se trata de una comprensión puramente intelectual, funciona como un “inicio” para experimentar directamente este proceso.
 
El problema es que incluso la comprensión intelectual simple, que por definición es superficial, resulta muy difícil para muchas personas. Pero sin penetrar en este primer nivel de comprensión, resulta casi imposible alcanzarlo. Por lo tanto intentaré (dentro de mis posibilidades y con mis propias palabras) explicar la mecánica del conflicto. Por lo que quizás esto contribuya a la comprensión de un tema tan importante.
 
 
El conflicto surge de la división entre “observador y observado”. Por consiguiente hasta que no haya una comprensión práctica de lo que esto realmente significa, será imposible avanzar.
 
Cada vez que observo algo en mí y trato de cambiarlo, habrá un observador luchando contra lo observado; habrá división y conflicto.
 
Y además del observador normal común a todos —que es ese impulso de cambiar las cosas que no me gustan de mí— los gurús crearon otro “observador” al que llamo el “observador sutil”. Es el esfuerzo que se realiza por observar siempre todo con atención y “presentemente”. Es el llamado “estado de presencia”.
 
Pues bien, cada vez que haces un esfuerzo o intentas ser consciente del ahora, surge el “observador”. Y el conflicto surge porque la persona al distraerse saliendo del llamado “estado de presencia”, se siente culpable y frustrada por su “desatención”.
 
Esto demuestra que los gurús en su mayoría han sustituido un conflicto por otro. Y por eso Krishnamurti no defendió la práctica de la observación. La observación así practicada es conflicto porque es una acción de la mente en búsqueda de un estado especial de conciencia.
 
De hecho el observador se fortalece cada vez que alguien practica este “estado de presencia” u “observación del presente”. En resumen, la gente perpetúa el conflicto bajo la ilusión de que se están liberando de él.
 
 
En cambio cuando no hay un observador separado de la cosa observada, no hay un “estado de presencia” consciente, aunque puede surgir de vez en cuando de forma natural. Sin embargo el propio observador no es consciente de la observación. Él no es consciente de ser consciente, sino que cuando él mira algo (como cuando yo miro ahora la pantalla de mi ordenador) es una acción natural, “inconsciente”.
 
Cuando existe una entidad consciente fuera de su estado natural de relajación y quietud, entonces no es el verdadero estado original. Cuando el sujeto todavía necesita, de momento a momento, llevar la atención al “ahora”, eso sigue siendo un conflicto pues es el “observador” quien nota su propia distracción y se dice: necesito prestar atención.
 
Y la oscilación constante entre “distracción” y “atención” demuestra claramente que la lucha y el esfuerzo continúan.
 
Pero cuando no hay observador, ni cosa observada, entonces no hay lucha porque la entidad que crearía el conflicto está ausente. Sólo existe el “cuerpo” con su inteligencia natural en sintonía con los acontecimientos de la vida en acción.
 
No hay nadie consciente del cuerpo, ni de los sentimientos, ni de las emociones, ni de las reacciones, ni de nada. Todo sucede en ese estado de conciencia de forma espontánea e impersonal.
 
Y precisamente por eso ya no hay conflicto porque para que lo hubiera, tendría que haber una separación de la entidad que percibe el hecho y se esfuerza por controlar o cambiar lo percibido.
 
 
En resumen, cuando Krishnamurti señala el estado de ausencia de conflicto, puede parecer a primera vista algo simple y banal, pero no lo es porque en realidad es un estado difícil de comprender y aún más difícil de “realizar”.
 
Así que la próxima vez que escuchen a Krishnamurti hablar sobre poner fin al conflicto, presten mucha atención porque es algo verdaderamente precioso y raro, ya que mientras haya conflicto no habrá paz, ni plenitud, ni habrá amor. Pero quienes han tenido la suerte o “gracia” de experimentar ese estado, ¡saben que es el punto de partida del gran viaje hacia lo Desconocido!
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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