Richard Smoley es un gran investigador en religiones y esoterismo, y
sobre René Guénon, él escribió el siguiente artículo (y en morado añadí mis
comentarios).
Durante las últimas dos décadas, los
académicos han comenzado a investigar el campo de la espiritualidad esotérica,
el cual ha sido descuidado durante mucho tiempo, y han señalado a cinco figuras
como las principales luces orientadoras del esoterismo occidental en el siglo
XX: H.P. Blavatsky, Rudolf Steiner, C.G. Jung, G.I. Gurdjieff y Rene Guénon. De
estos, Guénon es con mucho el menos conocido.
Recluido y desdeñoso del mundo
moderno, él hizo poco para hacerse famoso. Sin embargo incluso antes de su
muerte en 1951 se había convertido en una figura de culto, y durante el último
medio siglo su influencia solo ha aumentado, especialmente entre aquellos que
consideran la civilización contemporánea como una plaga espiritual.
El pensamiento de Guénon se parece a
la Teosofía en ciertos aspectos importantes, por ejemplo los dos comparten un
énfasis común en la existencia de una enseñanza esotérica central que subyace a
todas las religiones, e incluso están de acuerdo en muchos aspectos de esta
enseñanza. No obstante Guénon fue extremadamente hostil hacia la Teosofía y la
denunció extensamente en su libro de 1921 “El
Teosofismo: historia de una Pseudo-Religión”.
Este libro no se publicó en inglés
hasta en 2003, cuando apareció bajo el título “Theosophy: History of a
Pseudo-Religion” Sin embargo esta traducción no es del todo correcta ya que
el título en francés no dice "teosofía" sino "teosofismo",
una palabra acuñada por Guénon para sugerir que la teosofía de Blavatsky no
tenía nada que ver con la teosofía genuina practicada por las tradiciones
esotéricas occidentales, sino que era una falsificación.
René Guénon nació en 1886 en Blois,
Francia, tuvo una educación convencional en matemáticas. En su juventud comenzó
a explorar las corrientes ocultas en París y se inició en varios grupos
esotéricos relacionados con la masonería, el taoísmo, el advaita vedanta y el sufismo.
Al igual que Blavatsky él sostenía
que existía una tradición esotérica universal que era la fuente de todas las
religiones, pero difería mucho de ella acerca de lo que constituía una continuación
genuina de este linaje y Guénon consideraba que la teosofía de Blavatsky no lo
era.
¿Por qué la despreciaba tanto?
La pregunta se vuelve más
desconcertante cuando nos enteramos de que Guénon fue introducido por primera
vez al esoterismo por Gerard Encausse (más conocido como Papus) quien fue
corresponsal de Blavatsky y cofundador de la Sociedad Teosófica en Francia (ver
Quinn, p.111).
Irónicamente una de las razones de
la actitud de Guénon puede ser que él y Blavatsky en muchos aspectos no estaban
tan separados. De hecho, el erudito Mark Sedgwick, cuyo libro “Contra el Mundo Moderno” es la mejor
introducción al impacto del pensamiento de Guénon, ve a la teosofía como una de
las principales influencias de Guénon (ver Sedgwick, p.40-44).
El espiritismo
Ya hemos visto que Blavatsky y Guénon
coincidieron en la existencia de una tradición esotérica universal. Ambos
hicieron un uso liberal de los términos sánscritos al exponer sus ideas, y
estuvieron de acuerdo sobre los peligros del espiritismo, argumentando que las
sesiones espiritistas no permiten hacer contacto con las almas de los muertos,
sino con sus caparazones astrales que han sido despojados del alma que ha ascendido
a los planos superiores.
Guénon dedicó un libro entero a este
tema "El Error Espírita", en
donde escribió:
« Es
bien sabido que lo que se puede evocar en una sesión espiritista no representa
en absoluto a la personal real, la cual ya se encuentra fuera de su alcance
porque ha pasado a otro estado de existencia y solo quedan los elementos
inferiores que el individuo de alguna manera ha dejado atrás en el dominio
terrestre tras la disolución del compuesto humano que llamamos muerte. »
(p.54)
Esto tiene un gran parecido con la
enseñanza teosófica. El propio Guénon en su libro cita a Blavatsky diciendo que
los fenómenos espiritistas se deben con frecuencia a elementarios astrales o
"caparazones" que los difuntos han dejado. No obstante él insiste en
que los teósofos están equivocados, ya que:
« Los
teósofos creen que un “caparazón” es un “cadáver astral”, es decir los restos
de un cuerpo en descomposición. Y aparte del hecho de que se cree que este
cuerpo ha sido abandonado por el espíritu durante más o menos tiempo después de
la muerte, en lugar de estar esencialmente atado al “cuerpo físico”, la
concepción misma de “cuerpos invisibles” me parece muy errónea. »
(p.57)
Si bien Guénon admite que la
distinción entre su punto de vista y el de Blavatsky es sutil, es difícil ver alguna
distinción excepto en la terminología. Pero este es un problema común en la
mayoría de las formas de pensamiento, particularmente en el esoterismo: cuanto
menor es una diferencia, más vehementemente se insiste en ella. Y la historia
de la religión ofrece innumerables ejemplos.
Guénon también sostiene que Blavatsky
habló de ambos lados con respecto al espiritismo, y que ella estaba
profundamente comprometida con el movimiento espiritualista a principios de la
década de 1870.
Refiriéndose a las afirmaciones
posteriores de que los médiums son generalmente fraudulentos o están seriamente
desequilibrados, él escribió:
« Parece
que ella se enfrentó al siguiente dilema: o era sólo una médium falsa en el
momento de sus “clubes de milagros” o una persona desequilibrada. »
(Theosophy, p.115)
Los partidarios de Blavatsky pueden
responder que ella siempre tuvo la intención de separar la verdad de lo falso
en el espiritualismo. Y así reconocer la realidad de la vida después de la
muerte, e incluso hasta cierto punto los fenómenos espiritistas, y al mismo tiempo
mostrar que estos son de un tipo bajo y siniestro.
Una carta suya, fechada en 1872,
dice:
« Los
espíritus [de los espiritistas] no son espíritus sino fantasmas, trapos
abandonados, las segundas pieles desechadas de sus personalidades que los
muertos arrojan a la luz astral como las serpientes arrojan su antigua piel
hacia la tierra la tierra, pero no hay conexión entre el reptil y su prenda
anterior. »
(Cartas de Blavatsky, 1:20)
Sin embargo en otra carta escrita en
1875, ella sostiene:
« Aquellos
que busquen cambiar la verdad del espiritualismo encontrarán un dragón furioso
en mí y un expositor despiadado, sean quienes sean. »
(Cartas de Blavatsky, 1:101)
Lo que HPB realmente pretendía
lograr al participar en el movimiento espiritualista es difícil de comprender,
especialmente porque cualquiera que desee recopilar declaraciones contradictorias
en sus escritos sobre este tema o sobre muchos otros, podría hacerlo fácilmente.
Sin embargo sus actitudes hacia el espiritismo en los últimos quince años de su
vida son difíciles de distinguir de las de Guénon.
(Blavatsky defendió la
parte verdadera del espiritismo y crítico la parte falsa.)
La reencarnación
En cambio el asunto es muy diferente
cuando se trata de otras dos doctrinas orientales enseñanzas por la teosóficas:
karma y reencarnación, ya que en ambos casos Guénon insiste en que la visión
teosófica es una pura invención y no tiene nada que ver con la genuina enseñanza
oriental. En su libro Teosofismo
escribió:
« La
idea de la reencarnación, como la de la evolución, es una idea muy moderna que
parece haberse materializado en torno a 1830 o 1848 en ciertos círculos
socialistas franceses. »
(p.104)
Esto puede ser cierto para la
palabra "reencarnación", pero el concepto se puede encontrar en
Occidente desde Pitágoras y se discute extensamente en La República y el Fedón de Platón, sin mencionar su
larga herencia en el hinduismo y el budismo.
Pero Guénon niega todo eso y con respecto
a la transmigración de las almas humanas, él dice:
« En
realidad, los antiguos nunca concibieron tal transmigración, como tampoco lo
hicieron de un humano a otros humanos, y en cambio la reencarnación podría
definirse de la siguiente manera:
Hay expresiones, más o menos
simbólicas, que pueden dar lugar a tales malentendidos, pero solo cuando uno no
sabe lo que realmente están diciendo. Hay elementos psíquicos en el ser humano
que se separan después de la muerte y que pueden pasar a otros seres vivos,
humanos o animales, aunque esto no tiene más importancia que el hecho de que
tras la disolución del mismo individuo, los elementos que lo componían pueden
ser utilizados para conformar otros cuerpos. »
(L'erreur spirite, p.206)
Sin embargo los relatos antiguos de
la reencarnación no dicen nada de eso. Por ejemplo al final de La República, Platón cuenta el
mito de Er, un soldado que tiene una especie de experiencia cercana a la muerte
en la que aprende el destino de los individuos después de la muerte (p.614b-621d).
En un pasaje famoso, Er ve a los
muertos eligiendo su suerte para nuevas encarnaciones. Ulises, el más astuto de
los hombres, rechaza la vida de la riqueza y el honor, y en cambio elige la de
un ciudadano común. Y por muy simbólica que sea esta historia, es difícil ver
cómo esta podría adaptarse a lo que preconiza Guénon.
Y también se podría señalar lo mismo
sobre un mito similar en el Fedón y sobre las enseñanzas de los
misterios órficos y pitagóricos, en la medida en que sepamos algo específico
sobre ellos.
Las propias opiniones de Guénon
sobre el destino del espíritu después de la muerte son complejas, por ejemplo,
al definir la transmigración en lo que él considera el verdadero sentido,
sostiene lo siguiente:
« No
se trata de un regreso al mismo estado de existencia, sino que por el contrario
se trata del paso del ser a otros estados de existencia que son definidos por
condiciones completamente distintas de aquellas a las que estaba sujeto el ser
humano. ... Quien habla de transmigración está esencialmente hablando de un
cambio de estado. Esto es lo que enseñan todas las doctrinas tradicionales del
Oriente, y tenemos muchas razones para creer que esta también fue la enseñanza
de los “misterios” de la antigüedad; y es lo mismo incluso en las doctrinas
heterodoxas como el budismo. »
(L'erreur spirite, p.211)
Aquí hay que señalar que el concepto
de ortodoxia de Guénon se basa principalmente en su estudio del Vedanta hindú
(con muchas referencias a otras tradiciones). Y es por eso que al principio de
su carrera él consideró al budismo como algo "heterodoxo" (como lo es
considerado desde la perspectiva hindú) y fue mucho más tarde en su vida que le
concedió muy a regañadientes el estatus de ser una doctrina válida.
(Esto me muestra el
gran dogmatismo que tenía René Guénon.)
Guénon concibe la existencia como
una especie de cuadrícula tridimensional, con un eje vertical que atraviesa un
número infinito de planos horizontales. El eje vertical representa el sí mismo,
la verdadera esencia de un ser dado; y cada uno de los innumerables planos
horizontales constituye un plano de manifestación separado.
Según Guénon, un ser dado puede
manifestarse solo una vez en un plano particular y dado que la vida humana en
la tierra es solo uno de esos planos, entonces por lo tanto solo se puede nacer
una vez como un ser humano terrícola.
(Y aquí yo pregunto:
¿en basé a qué René Guénon asegura eso? Porque esa teoría yo no la he leído en
ninguna otra parte.)
Al igual que gran parte de su
pensamiento, Guénon es muy preciso y rigurosos en su explicación con excepto
por una cosa: él asume que cualquier plano, como la vida humana en la tierra, son
estáticos. Pero de hecho no hay nada que pruebe que esto sea así. Por el
contrario, la tierra y la vida terrena están cambiando de forma incesantemente,
ya sea que las miremos desde la perspectiva de las edades geológicas o incluso
desde la historia humana. Las posibilidades de vida humana en la tierra hoy no
son las mismas que eran en el año 1000 o lo serán en el año 3000. Por consiguiente
no se puede nacer en la misma tierra dos veces, como tampoco se puede nacer en
la misma persona dos veces.
Además hay poca evidencia para la
afirmación de Guénon de que su punto de vista es la verdadera enseñanza del
hinduismo y el budismo, debido a que los maestros de estos linajes hablan con
frecuencia de la reencarnación en formas que son mucho más similares a la visión
teosófica que a la suya.
Por ejemplo, el Dalai Lama escribió:
« Ha
habido y se encuentran en la actualidad muchos incidentes que ilustran el
renacimiento en muchos países del mundo. De vez en cuando los niños pequeños
hablan sobre su trabajo en una vida anterior y pueden nombrar la familia en la
que a veces es posible comprobar tales casos y demostrar así que los hechos
recordados por el niño no son en absoluto una tontería, sino que son verdaderos. »
(Sabiduría, p.28)
Esto no concuerda con las
afirmaciones de Guénon de que la encarnación como ser humano solo tiene lugar
una vez, y el estatus del Dalai Lama como exponente de la doctrina budista y la
concepción tradicional de la reencarnación es mucho más alto que el de Guénon.
Y para una perspectiva hindú,
podríamos recurrir a la clásica “Autobiografía de un yogui” de
Paramhansa Yogananda. Ahí Yogananda cita a su gurú, Sri Yukteswar, diciendo:
« A
los seres con karma terrenal no redimido no se les permite después de la muerte
astral ir a la alta esfera causal de las ideas cósmicas, sino que deben ir y
venir de los mundos físico y astral únicamente. »
(p.428)
El proceso de ir y venir del mundo
físico sugiere que la encarnación como humano no es algo que suceda una sola
vez como lo afirma Guénon. Y nuevamente, las credenciales de Yogananda y Sri
Yukteswar como transmisores de la enseñanza tradicional hindú son mucho más
altas que las de Guénon.
El karma
La denuncia de Guénon de la Teosofía
incluye sus enseñanzas sobre el karma, por las cuales los teósofos aseguran que
las condiciones de cada existencia están determinadas por acciones cometidas durante
las existencias anteriores.
A lo cual Guénon responde:
« La
palabra karma significa simplemente “acción” y nada más. Nunca ha tenido el
sentido de causa y efecto, y menos aún ha designado esa causalidad especial
cuya naturaleza acabamos de indicar. »
(Theosophy, p.107)
Pero si bien es cierto que la
palabra karma puede significar "acción" (como dice Guénon) también se
utiliza en más sentidos a parte de ese. Y una vez más, prácticamente todas las
discusiones sobre estos temas orientales por parte de un maestro hindú o budista
no concuerdan con lo que afirma Guénon sino con lo que enseña la Teosofía.
Por ejemplo, el Pandit Rajmani
Tigunait del Instituto Himalaya escribió:
« Cada
escuela de filosofía hindú acepta la ley inmutable del karma que establece que
para cada efecto hay una causa y para cada acción hay una reacción. Un hombre
realiza sus acciones y recibe remuneraciones o afectaciones para ellas. »
(Tigunait, p.24)
Y como hemos visto anteriormente,
Sri Yukteswar también usa la palabra en este sentido.
Otras equivocaciones de Guénon
Otros cargos de Guénon son
igualmente erróneos. Por ejemplo, en una nota al pie de página, él comenta:
« Los
teósofos reproducen la confusión de los orientalistas “no iniciados” asegurando
que el lamaísmo nunca ha sido parte del budismo. »
(Theosophy, p.130)
Pero aquí es Guénon quien reproduce
esa confusión creada por los "orientalistas", o sea por los eruditos
europeos del siglo XIX quienes fueron los primeros en abordar la religión
oriental de manera académica. Y esto debido porque el término
"lamaísmo" no existe ni tiene ningún equivalente en tibetano; de
hecho es simplemente un nombre para el budismo tibetano que fue inventado por
los orientalistas. Ya en 1835, el erudito Isaac Jacob Schmidt declaró:
- "No parece necesario señalar que el lamaísmo es una
invención puramente europea y no se conoce en Asia".
E incluso en la época de Guénon, el
término ya había caído en descrédito (ver López, p.15).
Y en otra parte, desafiando la existencia
de los Mahatmas de Blavatsky, Guénon afirmó:
« La
palabra “Mahatma” nunca tuvo el significado que ella le atribuyó, porque en
realidad esa palabra indica un principio metafísico y no se puede aplicar a los
seres humanos. »
(Theosophy, p.39)
Sin embargo esta afirmación es
refutada por la práctica en toda la India que utiliza esa palabra para
referirse al venerado Mohandas Gandhi.
(Para mi, la explicación
que dio René Guénon de las enseñanzas orientales es bastante mediocre a causas
de todos esos errores que él cometió. En cambio Blavatsky ha sido admirada y
elogiada por varios eruditos budistas e hinduistas nativos debido al profundo
conocimiento que ella mostró tener en las doctrinas orientales.)
La evolución
Habiendo visto todo esto, nos vemos
llevados a preguntarnos qué es lo provocó la hostilidad tan grande que tuvo
René Guénon hacia la teosofía y una posible respuesta radica en esta afirmación
que él hizo:
« Si
se examina la así llamada doctrina teosófica como un todo, es evidente de
inmediato que el punto central es la idea de “evolución”. Pero esta idea es
absolutamente ajena a los orientales, e incluso en Occidente es de fecha
bastante reciente. »
(Theosophy, p.97)
Guénon agrega que los teósofos
consideran la reencarnación "como el medio por el cual se efectúa la
evolución, primero para cada ser humano en particular, y en consecuencia para
toda la humanidad." (p.104).
Y además añade: "hemos presentado
la doctrina de la evolución como el núcleo mismo de toda la doctrina teosófica."
(p.293).
Aquí Guénon se encuentra en un
terreno más consistente con lo que él afirma, ya que efectivamente el concepto
de una humanidad en evolución, en un universo en evolución, es muy difícil de
encontrar en los textos orientales tradicionales. Y Blavatsky parece darse
cuenta de esto cuando ella escribió:
« Puede
llegar el día en que la “selección natural”, como la enseñaron Darwin y Herbert
Spencer, formará solo una parte, en su última modificación, de nuestra
doctrina oriental de Evolución, que será explicada
esotéricamente por Manu y Kapila. »
(DS I, p.600)
Como observa la teósofa Anna F.
Lemkow:
« Blavatsky integró la idea de evolución con la
venerable idea de la jerarquía del ser. »
(Principio, p.128)
Antes de la época de Blavatsky,
aunque las doctrinas del karma y la reencarnación eran conocidas en Oriente, y por
algunos pocos en Occidente, estas ideas no implicaban evolución. Aunque una
excepción tentadora aparece en las famosas líneas de Rumi:
- "Morí como
mineral y me convertí en planta. Morí como planta y resucité como animal. Morí
como animal y me convertí en hombre. ¿Por qué debería temer? ¿Cuándo he ido
avanzando cada vez que he ido falleciendo?"
Es decir, no se pensaba que una
mónada individual progresara o evolucionara simplemente en virtud de pasar por las
encarnaciones; sino más bien la encarnación era vista como un torbellino
incesante que gira sin cesar dando vueltas y vueltas y del que sólo moksha
o la liberación proporciona una salida.
Esta es la esencia de la Rueda de la
Vida en la tradición budista que muestra los seis lokas o reinos (los de
los dioses, semidioses, humanos, animales, fantasmas hambrientos y habitantes
del infierno) como un ciclo de esclavitud y cuyas cadenas son los Tres Venenos:
el deseo, la ira y el olvido.
Por mérito un individuo puede
ascender a la morada de los dioses, con su abundancia de éxtasis; pero cuando
su buen karma se agota, vuelve a caer en los reinos del infierno y comienza de
nuevo. Solo la iluminación puede romper el ciclo.
(Aquí no estoy de
acuerdo con Richard Smoley de que las enseñanzas orientales
no preconizan la evolución porque como él mismo lo indica, para salir del ciclo
de las reencarnaciones se requiere alcanzar la iluminación, y eso implica
volverse un humano más evolucionado espiritualmente.)
La carta de la rueda de la fortuna del
Tarot contiene una enseñanza similar.
La teosofía, por el contrario, a
menudo describe la evolución como más o menos automática. Al pasar por
innumerables encarnaciones a lo largo de todas las razas, rondas y globos,
eventualmente cada mónada alcanzará la divinidad. Y el desarrollo esotérico
está destinado principalmente a acelerar este proceso para aquellos que quieren
ir más rápido, idealmente con el objetivo de servir a los demás.
Esta versión de la evolución difiere
de la visión darwiniana convencional en donde la evolución no tiene dirección
ni propósito, sino que es simplemente el resultado ciego y accidental de la
adaptación a las circunstancias naturales.
Esta integración de la evolución con
la doctrina esotérica puede ser la idea más fundamental que la Teosofía ha
introducido en la cultura mundial. Numerosos pensadores como por ejemplo: Henri
Bergson, Pierre Teilhard de Chardin, Alfred North Whitehead, Sri Aurobindo, la
han hecho eco y amplificado (a pesar que ellos tienen poca o ninguna conexión
con la teosofía).
Y también ha sido recogida por el
movimiento New Age y sus sucesores actuales.
Ahora bien, sea o no sea correcta la
visión teosófica de la evolución, parece bastante inofensiva.
Entonces,
¿Por qué René Guénon la odió tan intensamente?
Y la respuesta es que para Guénon la
tradición es lo máximo que hay en la vida humana, ya que él concibe la tradición
como una jerarquía espiritual con un conocimiento superior que emana de un
centro espiritual (actualmente oculto para toda la humanidad) a través de las
tradiciones "ortodoxas" y entre las cuales incluye con muchas
salvedades a las grandes religiones del mundo, así como ciertas otras líneas
como la masonería.
Pero en la era actual, la Kali-Yuga,
la era de las tinieblas, esta transmisión del conocimiento tradicional (la
"doctrina" como él la llamó a menudo) se ha bloqueado casi por
completo. Y debido a que este es el resultado de un largo ciclo cósmico, no hay
mucho que se pueda hacer al respecto, excepto esperar que la Kali-Yuga llegue a
su fin, y mientras tanto encontrar refugio en uno u otro de los últimos reductos
de la tradición genuina.
Y es así que Guénon siguió su propio
consejo y en 1930 se trasladó a El Cairo donde se convirtió al Islam y vivió ahí
hasta su muerte en 1951.
(Yo veo mucha
hipocresía en el comportamiento de Guenon, porque el Islam es la religión más
reciente que ha aparecido. Así que si tanto él valoraba la enseñanza antigua
como él lo pretendía, entonces él debió de haberse vuelto hinduista porque esa
es la religión más antigua que conocemos. Y Guénon no puede pretender que esas
dos religiones se parezcan, ya que hay muchas diferencias entre el hinduismo y
el islamismo.)
Para Guénon la idea de evolución es
perniciosa porque niega la verdad sobre la era actual. Estamos no en un arco ascendente hacia una
mayor conciencia, sino que estamos en el nadir mismo de un ciclo, en lo que él
llamó "el reino de la cantidad" (el título de su libro más famoso). Y
por consiguiente para Guénon asegurar que estamos evolucionando es algo
engañoso que huele a la obra de las fuerzas siniestras o "contra iniciativas"
como él las llamaba (ver Theosophy,
p.272n).
Y otras acusaciones de Guénon contra
la Teosofía son ciertas, pero la mayoría de los lectores de hoy dudarían en
ponerse de su lado en estos temas. Por ejemplo él sostiene (y eso es cierto)
que la Sociedad Teosófica de la India luchó contra el sistema de castas, y
agregó:
« Los
europeos generalmente muestran tanta hostilidad hacia las castas porque ellos son
incapaces de comprender los principios profundos sobre los que estas se basan. »
(Theosophy, p.276)
Y es verdad que los Vedas, las Leyes de Manu y la Bhagavad Gita validan el sistema de
castas sobre la base de que cada una de las castas representa una de las partes
corporales del hombre cósmico. Pero seguramente no haya muchas personas hoy en
día que quieran apoyar tal sistema, sin importar cuántos textos sagrados lo
respalden.
(Ese apoyo hacia el
sistema de castas muestra el fanatismo que tenía Guénon por la “tradición”.)
Hay más elementos en la crítica contra
la Teosofía por parte de Guénon de los que puedo abordar en este artículo,
principalmente su negación de la buena fe de Blavatsky y de la existencia de
los Maestros. Abordar estos problemas, que se han explorado desde varios
ángulos, está más allá del alcance de este artículo.
(En el blog yo he
efectuado una investigación extensa al respecto demostrando que lo más probable
es que los Maestros transhimaláyicos si existan y que Blavatsky haya sido una
de sus mensajeros. Y también voy a demostrar que el libro de Guénon “Teosofismo” está pésimamente elaborado.)
¿Qué podemos hacer con todo esto?
Para empezar, Guénon merece su lugar
entre los esoteristas más destacados del siglo XX. Sus escritos metafísicos como
“El hombre y su devenir según el Vedanta”, “Los múltiples estados del ser”, “El simbolismo de la
cruz” son modelos de profundidad y lucidez en un campo que está cubierto de
verborrea profusa y sin sentido. Pero, curiosamente, la mayor fortaleza de Guénon
es también su mayor debilidad.
Su visión de la metafísica
"tradicional" es de una claridad y precisión cartesianas (aunque Guénon
habría odiado esa analogía). Y sin embargo es precisamente esta precisión
cartesiana la que constituye el principal problema de su pensamiento debido a
que este no puede acomodar nada que no encaje en su retícula elegantemente geométrica
y que participe del desorden de la realidad ordinaria; y de ahí el odio
implacable e indiscriminado que Guénon mostró por el mundo moderno.
(A René Guénon no se
le ocurrió que las antiguas enseñanzas estaban destinadas a pueblos que todavía
eran muy primitivos, y que por consiguiente la enseñanza se va adaptando
conforme la humanidad se va desarrollando. De la misma manera que no se le
enseña igual a un pequeño niño, que a un adolescente, que a un adulto.)
Los seguidores de René Guénon
Todo lo de la Kali-Yuga es
reprensible. No hay nada que hacer más que esconderse en uno de los últimos
reductos de la "tradición" hasta que amanezca una nueva era.
Esa no es una visión esperanzadora;
o más bien su esperanza se basa en la completa y absoluta ruina del mundo que
vemos a nuestro alrededor. Hace años, un antiguo tradicionalista (como a menudo
se le conocen a los seguidores de Guénon) me confesó que tuvo que dejar por
completo el estudio de Guénon debido a que lo estaba deprimiendo demasiado.
Algunos tradicionalistas no se han
satisfecho con la posición bastante pasiva de Guénon y han tratado de socavar
lo que ven como el medio maligno y materialista del Occidente contemporáneo.
Así, en Europa el tradicionalismo a menudo ha alimentado un impulso hacia la
política de extrema derecha.
Así por ejemplo el rumano Mircea
Eliade, quien fue un conocido tradicionalista y estudioso de las religiones
comparadas, apoyó a la legión fascista del Arcángel Miguel (en la que intentó
infructuosamente influir a lo largo de las líneas tradicionalistas) en la
Rumanía anterior a la Segunda Guerra Mundial (ver Sedgwick, p.113-15).
Y otro tradicionalista, el italiano
Julius Evola, no sólo estuvo relacionado con el partido fascista de Mussolini (al
que también trató de girar hacia una dirección tradicionalista, pero igualmente
sin éxito; y más tarde haría el mismo intento con el partido nazi de Alemania),
sino que sirvió como el decano de miembros de derecha en la Europa de la
posguerra, algunos de ellos terroristas (ver Sedgwick, p.98-109 y 179-87).
Y otra forma más de tradicionalismo
penetró en Rusia durante y después de la era soviética, donde se transformó en
un movimiento cada vez más influyente llamado neoeurasianismo, que sostiene que
Rusia debería dominar a la región euroasiática como contrapeso a la influencia
estadounidense (Sedgwick, cap. 12).
El tradicionalismo también ha
alimentado la reacción anti-occidental en el mundo musulmán. Si bien el
tradicionalismo es una filosofía poco seguida en Occidente, "en Irán y
Turquía el tradicionalismo ocupa una posición mucho más importante en el
discurso público que en otros lugares", como observa Mark Sedgwick en su
blog (ver link).
En el Irán pre-revolucionario, el
erudito tradicionalista Seyyed Hossein Nasr era un protegido del Sha, y bajo su
patrocinio Nasr estableció la Academia Imperial de Filosofía de Irán como
bastión tradicionalista. Pero el tradicionalismo de Nasr fracasó en su país
natal, e incluso ayudó a inspirar la revolución islámica de 1979, lo que lo
obligó a emigrar a los Estados Unidos, donde hoy es profesor de estudios
islámicos en la Universidad George Washington.
En el mundo de habla inglesa, el
tradicionalismo ha sido más benigno y menos politizado. Su defensor más
destacado en los Estados Unidos ha sido Huston Smith, autor de “Las
religiones del mundo” y que publicó un libro en 1976 titulado “La verdad olvidada: la visión común
de las religiones del mundo” que
contiene su exposición del pensamiento de Guénon (incluido un capítulo que hace
eco de la crítica de la evolución de Guénon llamado "esperanza, sí;
progreso, no").
En Gran Bretaña, el adherente más
prominente de esta escuela es el Príncipe de Gales, quien estableció la
Academia Temenos de orientación tradicionalista en 1990 como un paraguas para
sus proyectos culturales (Sedgwick, p.214).
Incluso ha habido alguna
interpenetración reciente entre el tradicionalismo y la teosofía: el libro de
William Quinn de 1997 “La Única Tradición” intentó reconciliar los dos,
mientras que la editorial de la Sociedad Teosófica, Quest Books, publicó “La
unidad trascendente de las religiones” una obra importante de Frithjof
Schuon, quien fue el más influyente de los discípulos de Guénon.
(Para mi los
“tradicionalistas esoteristas” son unos dogmáticos que no comprenden la
verdadera enseñanza del ocultismo. Y veo con desagrado como muchos de los
seguidores de Guénon se volcaron hacia el fundamentalismo y el fascismo. Lo
cual es completamente opuesto a la Fraternidad Universal que promueve la
Teosofía.)
Conclusión
René Guénon sigue siendo un
desconocido para la cultura en general (al grado que el documental de 1996 de
Bill Moyers sobre Huston Smith no hizo referencia a la influencia de Guénon en
Smith) y sin embargo su presencia ha sido notablemente omnipresente en el mundo
moderno que tanto él despreciaba.
Creo que hoy debemos acercarnos a Guénon
con la misma claridad y discriminación que debemos aplicar hacia cualquier
enseñanza esotérica, incluida la teosofía. Él fue una figura de una brillantez
poco común, pero contrariamente a su propio autorretrato, no se presenta como
una figura de lejanía y serenidad olímpicas, sino que tenía un resentimiento tremendo
contra el mundo que lo rodeaba, una aversión que sin duda era tanto personal y patológica
como espiritual; y seguirlo demasiado en esa dirección conducirá al lector hacia
la confusión, la angustia y la desesperación.
Referencias
- Blavatsky, HP. Las cartas de H.P. Blavatsky: Vol. 1, 1861-79. John Algeo, ed. Wheaton: Quest, 2003.
- Blavatsky, HP. La Doctrina Secreta. Dos tomos. Wheaton: Quest, 1993 [1888].
- El Dalai Lama XIV. La apertura del ojo de la sabiduría. 2ª ed. Wheaton: Quest, 1991.
- Guénon, René. L'erreur spirite. 2ª ed. París: Éditions Traditionelles, 1952.
- Guénon, René. Simbolismo de la Cruz. Angus McNabb, trad. Londres: Luzac, 1958.
- Guénon, René. Teosofía: Historia de una pseudo-religión. Alvin Moore Jr. y col., Trad. Hillsdale, NY: Sophia Perennis, 2003.
- Lemkow, Anna F. El principio de plenitud: dinámica de unidad dentro de la ciencia, la religión y la sociedad. 2ª ed. Wheaton: Quest, 1995.
- Lopez, Donald S., Jr. Prisioneros de Shangri-La: Budismo tibetano y Occidente. Chicago: University of Chicago Press, 1999.
- Quinn, William W., Jr. La única tradición. Albany: Prensa de la Universidad Estatal de Nueva York, 1997.
- Sedgwick, Mark. Contra el mundo moderno: el tradicionalismo y la historia intelectual secreta del siglo XX. Oxford: Oxford University Press, 2004.
- Tigunait, Pandit Rajmani. Siete sistemas de filosofía hindú. Honesdale, Pa.: Himalayan Institute, 1983.
- Yoganananda, Paramhansa. Autobiografía de un yogui. 6ª ed. Los Ángeles: Self Realization Fellowship, 1955.
(Este artículo se publicó en la
revista Quest del invierno de
2010, p.28-34)
Justo estoy leyendo algo sobre René Guenon y su rol en el acercamiento de la tradición oriental en occidente, desde ámbitos como la filosofía o la historia, incluso desde un cierto ángulo esotérico, y creo que el mejor consejo está al final del artículo: "Creo que hoy debemos acercarnos a Guénon con la misma claridad y discriminación que debemos aplicar hacia cualquier enseñanza esotérica, incluida la teosofía". Digo esto porque creo que incluso la teosofía debe tomarse con cautela, y me refiero no a la de Bessant y posteriores, sino incluso a HPB misma, ya que también ella, siendo humana, era proclive a equivocarse y de hecho, como lo demuestran investigaciones recientes de historiadores de la teosofía, le ocurrió más de una vez. Cada vez más creo que eso que llamamos "la verdad" del mundo esotérico, no está en manos de un solo guía o investigador, sino que quizás hay un poco en manos de varios, excluyendo a los charlatanes. No creo que Guenon haya sido de éstos últimos, y por eso me parece que su obra tiene valor, con todas las posibles fallas humanas de las que fue posible salpicarla.
ResponderBorrarConcuerdo que hay que mantener cautela con toda enseñanza incluyendo la teosofía e incluso hasta la propia ciencia, pero hasta ahora más investigo a René Guénon y más lo encuentro pésimo.
BorrarMe pasa lo contrario. Más lo leo, más sentido tiene. Y el mundo distópico al que vamos a pasos agigantados no hace más que confirmarlo.
BorrarSi quieres escríbeme un artículo poniendo lo bueno que has encontrado en Guénon para seguir enriqueciendo la investigación, pero para mi alguien que repudia la noción de evolución es alguien que está muy perdido, la total falta de ética que mostró en su libro “Teosofismo” es verdaderamente deplorable, y para el colmo pretendió revelar el hinduismo pero al mismo tiempo rechaza los dos pilares de esa religión que son el karma y la reencarnación. Realmente más lo leo y más fastidio me da ese individuo.
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ResponderBorrarAbordando de forma general lo sostenido por Smoley, respecto a la reencarnación, lo cierto es que lo expresado por Guénon está en perfecta consonancia con la tradición del advaita vedanta (no "neoadvaita"). Los mencionados mitos no demuestran la reencarnación, pues son simbólicos, y si se es honesto intelectualmente debe admitirse que, si los mitos son alegóricos, no debe hacerse una excepción sobre el tema de la reencarnación. Pero se hace precisamente por la preconcepción de que esta es verdadera, cuando no es sino una tergiversación.
El alma o psique asociada a la personalidad humana, lo que constituye el "yo" para los profanos, no es permanente y por ende no puede "reencarnar". Todas las tradiciones antiguas enseñan la existencia de dos caminos opuestos, representados exotéricamente por el simbolismo del Cielo y el Infierno, que constituyen la totalidad de los estados o grados indefinidos de la existencia condicionada. Ambos destinos suponen un "cambio ontológico", es decir, transmigración. La vía inferior implica la disolución o muerte segunda, siendo el destino predominante para los hombres; he allí el sentido de las religiones y la vía salvífica. El significado de ambas "eternidades" es nuevamente alegórico, siendo los estados infernales una privación del Ser estos se hallan "estáticos" en una especie de "disolución sin cambio o indefinida". Mientras los estados salvíficos implican ahora sí, una conservación de la personalidad a través de su realización e identificación suprapersonal con el Ser, en mayor o menor medida.
Lo que existe en términos de una "reencarnación" -aunque sin ser tal- respecta a las fuerzas subpersonales de la psique, que compondrán por afinidad una nueva manifestación. Esto explica cómo una persona puede tener "recuerdos" de una "vida anterior", aunque realmente esta no sea aquella persona. Luego, por otro lado, debe reconocerse un principio suprapersonal que antecede a las manifestaciones particulares, este Yo es potencial y su actualización depende de la realización espiritual. Pero reitero, no debe confundirse con el "yo" propio del estado humano, que es una de las razones por las que surgió la noción de la reencarnación hace unos siglos. La problemática está en la corrupción a la que están sujetas todas las tradiciones durante Kali Yuga, con la consecuente deformación e inversión de las enseñanzas; así se produce la confusión al tomar por estándar de medida las doctrinas degeneradas de estos tiempos, suponiendo estas un apego para los modernos que se sienten cómodos con tales nociones debido a su naturaleza como hombres perdidos de la última edad.
En lo relativo al karma, sólo mencionaré que se trata de una ley de acción, y no tiene por sí misma, como introdujo la teosofía en línea con el humanismo, una connotación moral.
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BorrarAhora pasaré a algunos de tus comentarios. Dices: "Esto me muestra el gran dogmatismo que tenía René Guénon." Lo cual es una ridiculez cuando desconoces la materia que se está abordando, que es precisamente "absoluta" en sus aspectos metafísicos y debe ser defendida como tal. El relativismo y el escándalo por el "dogma" es propio de la mentalidad individualista liberal. La oposición de G. al budismo iba en relación al "neobudismo" del anatman, que se disoció peligrosamente de la comprensión tradicional del atman.
Más adelante mencionas sobre la doctrina de los estados múltiples: "¿en basé a qué René Guénon asegura eso? Porque esa teoría yo no la he leído en ninguna otra parte". Lejos de ser una "teoría", se trata de una representación simbólica de la metafísica tradicional, como se expone en el mismo vedanta. Aquí me detengo para mencionar el sin sentido en el que Smoley cae cuando afirma ingenuamente "la tierra y la vida terrena están cambiando de forma incesantemente" sin entender que los "estados estáticos" incluyen la totalidad de las posibilidades de manifestación que les son inherentes. Esto demuestra que no entiende de lo que habla y es incapaz de disociar metafísica del devenir, dicho de otro modo, es incapaz de comprender a nivel de principios.
Dices: "Para mi, la explicación que dio René Guénon de las enseñanzas orientales es bastante mediocre", pero como ya lo indiqué en otro lugar, el ejemplo de Gandhi es una completa necedad que sólo confirma la erudición de Guénon y lo sospechoso de los "mahatmas" de la señora Blavatsky. Y luego: "para salir del ciclo de las reencarnaciones se requiere alcanzar la iluminación, y eso implica volverse un humano más evolucionado espiritualmente", lo que demuestra nuevamente la confusión de la que hablo. La iluminación no puede concebirse como una "progresión" en los términos horizontales de la temporalidad al estilo del evolucionismo, que precisamente contamina esta sutileza al "encerrar" todo al orden condicionado.
Prosigues diciendo "Yo veo mucha hipocresía en el comportamiento de Guenon, porque el Islam es la religión más reciente que ha aparecido" y "no puede pretender que esas dos religiones se parezcan". Desde luego no tienes idea de sufismo ni de lo que se está hablando, porque la Tradición no se trata de "antigüedad", sino de verdades eternas. Que la tradición islámica sea más reciente en el tiempo no significa que sea menos adecuada como cuerpo espiritual.
Más adelante mencionas: "A René Guénon no se le ocurrió que las antiguas enseñanzas estaban destinadas a pueblos que todavía eran muy primitivos". Que evidencia de nuevo como eres presa del progresismo que en su ignorancia no ve sino oscurantismo en el pasado y tiene los ojos cerrados a cuestiones de un orden superior. Esta es la narrativa que Guénon y otros buscaron combatir, la falsedad del progreso y su correlación en el evolucionismo (la inversión del menos al más, de lo inferior hacia lo superior). El ocultismo anti-tradicional del que la teosofía forma parte introdujo esta inversión, alterando con ello el modo de pensar, concebir e interpretar el mundo por parte de nuestros contemporáneos. Con ello las antiguas religiones fueron distorsionadas y descartadas por esa pedantería del profano que se cree un evolucionado y por ende "apto" para "nuevas verdades". Es terrible como repitiendo la enseñanza de que estamos en Kali Yuga, sean sin embargo incapaces de discernir sus implicancias, adhiriéndose a los mismos fenómenos satánicos de estos tiempos, a la par que pretenden, en su ignorancia, estar "más cerca de la Verdad". Por eso Guénon afirma correctamente que esta es la época de la parodia, que culminará en esa falsa "edad de luz" que no será sino el estadio más tenebroso de esta edad oscura.
Me da flojera responder en detalle a toda tu discusión, por lo que simplemente te señalaré que grandes eruditos orientales profundamente conocedores del hinduismo y del budismo elogiaron el conocimiento que tenía Blavatsky:
Borrarhttp://esoterismo-guia.blogspot.com/2021/10/blavatsky-sabia-poco-brahmanismo.html http://esoterismo-guia.blogspot.com/2021/09/blavatsky-sabia-poco-budismo-guenon.html
En cambio no veo a ningún erudito que elogie los libros de Guénon, y es muy fácil darse cuenta el motivo de ello. Por ejemplo dices que la tradición del advaita vedanta también rechaza el concepto de la reencarnación. Personalmente no sé si eso sea cierto, pero lo que si sé es que la inmensa mayoría de las tradiciones orientales si aceptan la reencarnación como una realidad y tú al querer defender a Guénon utilizando ese argumento, estás buscando una particularidad para no confrontarte a la enseñanza general.
A lo único que te has limitado prácticamente en todas tus respuestas es decirme "a Blavatsky la elogiaron y yo no veo que lo hicieran así con Guénon". Fuera del hecho de que Guénon sí que tuvo reconocimientos de importancia, es francamente secundario, estás simplemente eludiendo cualquier discusión seria al respecto al jugar a quien tuvo más "aprobación" y simplemente diciendo "me da flojera responder". Menudo caso el tuyo.
BorrarPero para el lector interesado en contrastar enseñanzas, una clave para entender la reencarnación y el karma tiene que ver con saber diferenciar los accidentes o fenómenos con la interpretación de los mismos, así como saber disociar lo que es metafísica de lo que es manifestación.
Me he limitado esencialmente a eso porque no me interesa discutir con dogmaticos, se nota que estás fanatizado por René Guénon y mientras que no seas capaz de ver los defectos que también tenía ese individuo, es perder el tiempo tratar de discutir contigo.
BorrarY a los que les interese realmente estudiar el esoterismo les recomiendo que estudien a otros instructores porque René Guénon mostró mucha ignorancia en ese aspecto.
No, no me has respondido porque eres incapaz de discutir sin recurrir a apelar a la misma teosofía y su círculo de lamebotas. Lo de fanatismo te lo inventas y ni siquiera viene al caso, ni siquiera sé de donde sacas que "no veo defectos" en el susodicho. Cuando abordas temas de esta índole debes apartar tus sentimientos personales; no entender esto es como rechazar el resultado de una operación matemática porque el profesor que la enseña le es infiel a su mujer. No se "refuta" a un pensador por señalar sus faltas personales.
BorrarClaro que eres un fanático de Guénon, tus comentarios lo demuestran, y te aconsejo que estudies a otros instructores si no quieres terminar muy dañado.
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