Rudolf
Steiner afirmó que por medio de su clarividencia él pudo observar de manera
mucho más profunda la vida de Jesús, y sobre las tentaciones que le puso el
diablo en el desierto, Rudolf Steiner narró lo siguiente:
« Creo que en gran medida es verdadera
la escena que ahora voy a relatar. Sin embargo preciso que observar semejantes
cosas en la Crónica del Akasha es muy difícil, por lo que advierto expresamente
que ciertos pormenores posiblemente haya que modificarlos en forma insignificante,
pero lo esencial está en mi relato.
Muchas
veces me he referido a que la escena de la tentación, los Evangelios la relatan
según distintos aspectos. Y es por eso que me he esforzado en investigarla, y
voy a contar imparcialmente como ella realmente fue.
En
la soledad, el Cristo que es un ser divino y que ya se hallaba dentro del
cuerpo de Jesús de Nazaret, primero encontró a Lucifer, la entidad que se
aproxima al hombre presuntuoso, falto de humildad y conciencia del propio ser.
Lucifer se dirige al falso orgullo y a la altanería del
hombre.
Lucifer se
enfrentó al Cristo,
diciéndole aproximadamente lo que figura en los Evangelios:
- “¡Mírame! Los reinos
en que el hombre ha sido colocado y fundados por los antiguos dioses, ya son
anticuados. Yo voy a fundar un nuevo reino y te daré todo lo que de belleza y
gloria en los antiguos reinos existe, pero solo si tú entras en mi reino. Por
lo tanto debes separarte de los otros dioses y reconocerme solo a mí.”
Entonces
Lucifer le describió toda la belleza de su propio reino, y todo lo que hablaría
al alma humana, si ella tuviera un poco de orgullo. Pero como Cristo había
venido de los mundos espirituales, él sabía muy bien quién era Lucifer y a qué
debe atenerse el alma para no ceder a la tentación.
Cristo
no conocía la tentación de Lucifer, pero él sabía cómo se está al servicio de
los dioses, y poseía la fuerza para rechazar a Lucifer.
Para
un segundo ataque, Lucifer llamó a Arimán para que éste le ayudase; y ambos se
dirigieron al Cristo. El primero volvió a tratar de incitarle al orgullo,
mientras que el otro habló a su miedo.
Y
de esta manera, Lucifer le dijo:
- “Con mi
espiritualidad, con lo que yo puedo darte, no te hará falta lo que ahora necesitas
por haber adoptado un cuerpo humano. Este cuerpo te subyuga, te obliga a
reconocer las leyes de la gravitación. Si yo te arrojo al abismo, el cuerpo
humano te impide quebrantar la ley de gravitación. Pero si tú me reconoces a
mí, yo voy a anular las consecuencias de la caída, y nada te pasará.”
Y
Arimán añadió:
- “Yo voy a librarte
del miedo. ¡Arrójate!”
Ambos
acosaron a Cristo, pero como en su acosamiento en cierto modo se equilibraron, por
lo que el Cristo pudo librarse de ellos. Él encontró la fuerza que en la Tierra
el hombre debe encontrar para elevarse sobre Lucifer y Arimán.
Arimán
entonces le dijo a Lucifer:
- “Mejor vete porque tu
presencia me estorba, ya que en vez de aumentar mis fuerzas, las disminuiste.”
Así
es que el último ataque lo emprendió Arimán solo, diciendo al Cristo lo que se encuentra
en el Evangelio de Mateo:
- “Haz que lo mineral
se convierta en pan; si te jactas de poseer fuerzas divinas, di que estas
piedras se hagan pan.”
Mas
el Cristo respondió:
- “No sólo de pan
vivirá el hombre, sino de lo espiritual que proviene de los mundos
espirituales.”
Esto
lo sabía muy bien el Cristo, porque acababa de descender de los mundos
espirituales.
Pero
Arimán le respondió:
- “Por más que tú
tengas razón, realmente esto no me impide tenerte sujeto, en cierto sentido. Tú
únicamente sabes lo que hace el espíritu que desciende de las alturas; jamás estuviste
en el mundo humano. Aquí abajo, en el mundo humano, viven hombres que verdaderamente
necesitan que las piedras se hagan pan, pues no les es posible nutrirse de
espíritu solamente.”
Este
fue el momento en que Arimán decía al Cristo algo que en la tierra se podía
saber, pero que el Dios que en aquel momento había descendido, desconocía. Él
no sabía que aquí abajo hacía falta convertir en pan el mineral, el metal.
Y
Arimán respondió que aquí abajo el hombre se ve en la necesidad de nutrirse con
el dinero. He aquí el punto en que Arimán todavía tenía poder. Y él dijo
entonces:
- “¡Voy a valerme de
este poder!”
_ _ _
Esto
es el verdadero relato de la tentación. Y en él quedó un punto sin resolver.
Los problemas no encontraron solución definitiva. Los problemas concernientes a
Lucifer se resolvieron, por cierto, pero no así los referentes a Arimán. Y es
que para ello hace falta algo más. »
(Esto
se encuentra en su libro titulado “El Quinto Evangelio”, en el capítulo 5)
OBSERVACIONES
Aquí
Rudolf Steiner describe a Cristo como si se tratara de un ente divino que habitaba
en los mudos celestiales y descendió a la Tierra para tomar posesión del cuerpo
de Jesús. Y esto era la primera vez que él lo hacía.
Pero
esto no es lo que dice el verdadero esoterismo ya que todos los grandes
instructores que yo conozco aseveran que el Cristo en realidad es la Conciencia
divina que se ocupa de la evolución de la humanidad, y es por eso que en cada
cierto ciclo el Cristo desciende a la Tierra para regenerar la espiritualidad en
los humanos.
Nada
más que como el Cristo es conciencia pura, él necesita de un elevado iniciado
que le sirva de “vehículo”. Y esa fue la labor de Jesús hace dos mil años atrás,
pero también lo ha sido de otros grandes iniciados como Buda, Krishna, etc.
Entonces
no es que el Cristo tome posesión de un cuerpo sino que ese humano iniciado le
sirve de instrumento para que el Cristo pueda llevar a cabo su labor en el
mundo físico. Y esto lo detallo más en este otro capítulo (ver link).
Y
tampoco el Cristo necesita pasar por pruebas ya que él ha rebasado desde hace mucho
esa etapa. Pero en cambio el humano para poder alcanzar la iniciación, primero
necesita superar las pruebas que se le ponen, y el relato que aparece en la
Biblia sobre las tentaciones que le puso el diablo a Jesús representa esas
pruebas por las que pasó Jesús.
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Así es que como
ustedes mismos lo pueden constatar, la enseñanza de Rudolf Steiner es muy
revuelta porque ni es esotérica ni es religiosa, sino que es un embrollo producto
de su imaginación.
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