EL NACIMIENTO TERRENAL DE CRISTO SEGÚN RUDOLF STEINER

En su libro “El Quinto Evangelio”, sobre este asunto Rudolf Steiner escribió lo siguiente:

« Quiero decir que en cierto sentido fue una vida embrionaria la que el Cristo vivió desde el bautismo en el Jordán hasta el Misterio de Gólgota. Y el Misterio de Gólgota (o sea cuando murió Jesús) lo hemos de comprender como el nacimiento terrenal del Cristo.

Su vida terrenal, en sentido propio debe buscarse después del Misterio de Gólgota, cuando Cristo estuvo con los apóstoles quienes entonces habían vivido en otro estado de conciencia, tal como lo he explicado en la conferencia anterior.

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El hombre deja la tierra para cambiar esta su morada por la del cielo. Y el Cristo en cambio, dejó el cielo para cambiar su morada celestial por la de la tierra.

Hay que contemplarlo bien para sentir profundamente lo que tuvo lugar por el Misterio de Gólgota y lo que hizo el Cristo: que su sacrificio consistió en que él ha dejado las esferas espirituales para vivir con la Tierra y con los hombres sobre ella; para proseguir por este impulso la evolución de la humanidad sobre la Tierra.

Con esto se evidencia que antes del bautismo en el Jordán, esta entidad no había pertenecido a la esfera terrestre; ella vino a la Tierra desde esferas extraterrenales. Y lo vivido entre el bautismo y el acontecimiento de Pentecostés debió cumplirse para transformar a este ser celestial el Cristo en una entidad terrenal.

Es de infinita importancia el que este misterio se exprese con las palabras: desde el acontecer del Pentecostés, el Cristo está con las almas humanas sobre la Tierra; antes no había estado con ellas sobre esta Tierra.

Y lo que el Cristo experimentó entre el bautismo por Juan y lo acontecido en Pentecostés, se realizó para cambiar la morada en el mundo espiritual por la morada en la esfera terrestre. Y esto se realizó para que la entidad divina espiritual llamada el Cristo pudiera adoptar la forma adecuada a su obrar en comunidad con las almas humanas. Y he aquí el porqué tuvieron lugar los acontecimientos de Palestina. »

(Capítulo 3)

O sea que Rudolf Steiner le quiere hacer creer a sus seguidores que el Cristo es una entidad celestial que se encontraba viviendo en el mundo divino y que vino a vivir a la Tierra para el bienestar de los humanos.

Su vida “embrionaria” comenzó en el plano físico cuando Jesús fue bautizado en el Jordán y el Cristo terminó por nacer plenamente en el mundo terrestre cuando Jesús fue crucificado.

Pero esto que enseña Rudolf Steiner es completamente opuesto a lo que enseñan los verdaderos instructores esotéricos ya que en la verdadera enseña ocultista se precisa que el Cristo no es un ser celestial, sino que es una Conciencia cósmica.

Y es por eso que sobre este asunto Blavatsky explicó que:

« Cristo no es ni el Dios personificado de las Iglesias, ni tampoco es el Jesús de los Evangelios; es sólo un principio impersonal. »

(Artículo “La cábala y los cabalistas”)

« Ningún verdadero teósofo aceptará la existencia de un Cristo de carne y hueso. »

(Artículo “Sobre la pseudo-teosofía”)

« En el esoterismo Cristo es un principio impersonal completamente distinto de cualquier mesías encarnado. »

(Nota en respuesta al abate Roca)

« He escrito continuamente que el Cristo divino (o Christos) nunca ha existido bajo una forma humana fuera de la imaginación de individuos que han materializado ese principio universal y totalmente impersonal. »

(Respuesta a los conceptos erróneos del abate Roca)

Y esto también lo precisó el Maestro Kuthumi quien escribió:

« El verdadero Cristo es “el Vach” (la Voz Mística) mientras que Jesús fue un humano como nosotros pero que alcanzó el elevado grado de Adepto más por su pureza inherente e ignorancia del verdadero mal, que por lo que él había aprendido de sus rabinos iniciados. »

(CM59, p.344)

Y no solamente los instructores teosóficos afirman esto, sino también lo afirman otros grandes instructores que respeto como por ejemplo es el caso del Maestro Pastor quien mencionó lo siguiente:

« Quisiera tanto hacer entrar en sus mentes la noción de universalidad y de omnipresencia. Y que comprendan que Cristo está en todas partes. Y Cristo está en Jesús, pero también está en cada uno de los grandes maestros espirituales que han venido para guiarlos.

Comprendan que no se le puede dar un límite a lo que no tiene. Y buscar a Cristo idolatrando a su forma, es alejarse del lugar donde se encuentra. »

(Conferencia del 24.06.87)

Y esto también lo señalaron los ángeles en el libro “La Respuesta del Ángel” ya que en ese libro ellos dijeron:

« El verdadero Cristo es la Luz divina que brilla por arriba de todo. »

(Conversación 75)

Y es por eso que esa Conciencia Divina que en Occidente se le conoce como Cristo, cuando requiere manifestarse en la Tierra para volver a iluminar a los humanos hacia la espiritualidad, necesita de un iniciado altamente evolucionado para poder expresarse a través de él porque esa Conciencia Divina no puede encarnarse en un cuerpo físico debido a que su elevadísimo nivel no se lo permite.

Y esa fue la labor de Jesús hace dos mil años de haber servido como el Mesías (o sea el elegido de Dios) “el vehículo” de Cristo.

Entonces como ustedes mismos lo pueden constatar, es completamente falsa la naturaleza que Rudolf Steiner le atribuye a Cristo.

Y también es falsa la afirmación que hace Rudolf Steiner de que “solo desde el acontecer del Pentecostés, el Cristo está con las almas humanas sobre la Tierra, pero antes no había estado con ellas sobre esta Tierra”.

Porque cuando le preguntaron al Maestro Pastor:

¿Cuál es la función de Cristo sobre la humanidad?

El Maestro contestó:

« Toda la humanidad se apoya en el Cristo. No es necesario preguntarse qué tanto es su participación porque esta es total. Recuerden lo que está escrito en la Biblia porque ahí el Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede llegar al Padre, si no es por medio de mí” (Juan 14:6). Por lo tanto el Cristo ha estado desde el inicio y va a estar hasta el final de la evolución de la humanidad. »

(Conferencia del 27.09.86)

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Y este es un ejemplo más de lo distorsionadas y erróneas que son las explicaciones que dio Rudolf Steiner.