AUTOBIOGRAFIA DE FRANZ HARTMANN






Habiendo estado acostumbrado a considerar este evanescente mundo de ilusiones como una gran comedia y a los humanos como actores que cambian continuamente de máscaras, y en las que solo la realidad eterna oculta detrás del velo de la materia visible merece una seria consideración, considero los asuntos mundanos de las personalidades mortales (incluida la mía) como algo que no tiene gran importancia y por lo tanto no tengo un gran deseo de exhibir mi propia personalidad con sus virtudes y sus defectos ante el público.

Sin embargo, como cada uno de nosotros puede aprender algo útil al estar informado de la experiencia de los otros, y como mis experiencias y aventuras, especialmente con respecto a los temas de ocultismo han sido algo extraordinarios e interesantes, ilustrando además la acción del karma adquirida en encarnaciones anteriores, tengo el placer de proporcionar (a petición del editor) la siguiente biografía:




JUVENTUD

Nací el 22 de noviembre de 1838 en Donauwerth, un pequeño pueblo situado al lado del Danubio en Baviera. Mi padre, el Dr. Carl Hartmann, era un prominente médicomuy  conocido, y mi madre, Elizabeth von Stack, era de ascendencia irlandesa. Se decía que sus antepasados ​​eran descendientes de Caolbha el 123vo quien fue el último rey de la raza irlandesa y el 47vo rey del Ulster.

Algunos viejos documentos familiares que todavía tengo en mi posesión corroboran esta afirmación, y por extraño que parezca, me da la impresión que yo mismo he vivido Irlanda en alguna encarnación anterior; porque al visitar ese país hace algunos años, los lagos de Killarney y muchos otros lugares, me parecieron muy familiares y recordé ciertos eventos en la historia de Irlanda de los cuales nunca había recibido información en ningún sitio externo.  La familia de mi madre emigró a Francia después de la ejecución de Carlos 1ro y luego a Baviera durante la Revolución Francesa.

Cuando tenía aproximadamente un año, mis padres se mudaron a Kempten en el sur de Baviera y allí recibí mi educación; primero bajo la guía de mi abuelo, quien había sido oficial del ejército francés bajo Napoleón I y participante de sus batallas en Rusia; y luego en el currículo ordinario de las escuelas públicas.

Recuerdo que incluso en mi primera juventud me pareció que estaba compuesto por dos personalidades. Hablaba de mí mismo como si se trataran de dos niños: uno bueno y uno malo. El bueno era un soñador e idealista y tenía a veces hermosas visiones, tal vez recuerdos del estado devachanico que había ocupado antes de su encarnación actual. Y el malo era muy obstinado y necio, listo para perpetrar todo tipo de travesuras y trucos reprobables, y por lo que sé, puede haber sido una especie de "Morador del Umbral"; es decir, una forma formada por el mal karma durante una encarnación previa y haber sobrevivido en el Kama-Loka.

Siempre amé la soledad, y mi lugar de descanso favorito era cerca de la cima de un abeto alto en la espesura de un bosque de pinos situados en una colina, donde construí un nido de ramas y mantuve conversaciones con los espíritus del aire. Y también pasé horas a la orilla de un lago solitario escondido entre colinas y rocas, y donde imaginé que veía a las ninfas jugando entre los nenúfares y escuchaba sus canciones.

La relación con los espíritus de la naturaleza fue tan real e interesante para mí que me importó muy poco estar en compañía de mis compañeros de clase y participar en sus juegos. De hecho, desarrollé un cierto sentimentalismo del cual no he sido curado hasta el día de hoy.

Mi anhelo por lo súper sensual y misterioso puede haber sido la razón por la que me atrajeron las ceremonias de la Iglesia Católica Romana y en cuyas doctrinas fui educado.

La gran Iglesia con su cúpula y ventanas de colores, puestos escondidos y bóvedas secretas, la música, las luces y las ceremonias misteriosas ejercieron una gran influencia sobre mi mente. Sentí una lluvia de vibraciones etéreas atravesar mi cuerpo durante la misa, y el sonido de la gran campana pareció elevar mi espíritu más allá de las nubes.  Sabía que detrás de todo este espectáculo exterior y ceremonial, había alguna influencia o poder misterioso y vivo; pero ninguno de los sacerdotes a los que consulté me pudo dar una explicación satisfactoria.

Solo hablaron de la creencia ciega en las enseñanzas del Catecismo; pero yo no quería simplemente creer en teorías. Yo quería saber. Pero en ese entonces no sabía que los misterios de la religión debían primero realizarse dentro del conocimiento del corazón antes de que pudieran entenderse con el cerebro.

En un momento en que mis dudas religiosas eran muy fuertes, me hice amigo de un compañero un poco mayor que yo y que más tarde se convirtió en un conocido compositor de música. Él era un completo materialista y racionalista.

Según el desarrollo frenológico de mi cráneo, tengo una gran deficiencia de autoestima y por eso siempre creí que todos los demás sabían todo mucho mejor que yo, solo para posteriormente descubrir que no era así.  Y de esta manera desafortunadamente caí en muchos errores deplorables y perdí una gran cantidad de dinero.

Mi nuevo amigo no creía en nada excepto en comer y beber, tocar el piano y divertirse donde fuera que hubiera una ocasión, y él no tardó mucho en convencerme de que toda religión era solo una farsa instituida por los sacerdotes con el propósito de aprovecharse de la ignorancia y de la superstición de la gente.

Además, el materialismo estaba en ese momento muy de moda. Así que me puse a leer los libros de Ludwig Büchner, compuse poesía y escribí una obra teatral, tomando el tema de la historia griega. Traté de evitar todo pensamiento religioso y contemplé el clericalismo con el mayor desprecio.

Sin embargo, las enseñanzas de Büchner, Moleschott y Comte no me satisficieron.   Parecía haber algo que les faltaba. Solo derribaron y destruyeron cosas que existían, pero no construyeron nada compatible con mi propia intuición. Y en consecuencia, no quedaba nada más que hacer que caer por un tiempo en el estado del agnosticismo, que resultó ser más insatisfactorio que el resto.

En ese estado mental me encontraba cuando me convertí en un estudiante de la Universidad de Munich. Ahí me uní a una Cofradía y pronto superé al resto de mis compañeros en duelos, bebidas y otras diversiones. No por el amor a tales cosas, que me parecieron ridículas, sino por ambición y orgullo. Quería ser al menos igual a todos ellos en lo que ellos hacían.

Este deseo, junto con una superabundancia de energía, a menudo me causaron problemas. Así, por ejemplo, una vez mientras hacía un difícil ascenso por un alto glaciar de los Alpes, uno de mis camaradas me desafió a pasar sobre una parte extremadamente empinada del hielo. Mi orgullo se disparó y quise demostrarle que para mí tal cosa no era imposible. Así que fui por ahí, pero me resbalé, me caí y tuve que alegrarme de escapar de una caída de 3’000 pies golpeando contra una roca y fracturándome una pierna.

Mi pierna afortunadamente se curó y el accidente no me impidió unirme al ejército bávaro y servir durante unos meses en el primer regimiento de artillería como voluntario en 1859 durante la guerra entre Austria, Italia y Francia.

Podría contarles los numerosos incidentes divertidos de mis aventuras durante esos tiempos, pero saldría del tema principal de este artículo que trata más especialmente sobre mis experiencias interiores y esotéricas.






VIAJES

En el año 1865 terminaron mis estudios de medicina y fui a París donde permanecí durante algunas semanas. Deseoso de ver el océano, un día hice un viaje al puerto del Havre en un tren de excursión. Y ahí conocí informalmente a un caballero que en el transcurso de nuestra conversación me preguntó si no me gustaría hacer un viaje a América, y además me dijo que el barco Mercury, con unos 360 emigrantes, estaba a punto de zarpar para Nueva York y que necesitaban de un médico.

El amor por la aventura me indujo a aceptar ese puesto, y en lugar de regresar a París, subí a bordo y después de haber pasado por un examen apresurado ante el comité médico con el fin de probar mis calificaciones, partimos hacia Nueva York y el viaje fue muy agradable, pero no sin incidentes, ya que otro barco de emigrantes, con cientos de pasajeros, se incendió en mar abierto y fue quemado. Solo se salvaron unos pocos que tomamos a bordo.

Me encantó el mar y hubiera deseado quedarme allí toda mi vida, pero para mi gran pesar, llegamos a Nueva York después de un viaje de cuarenta días, el 28 de agosto de 1865, y sin ningún otro plan, fui a ver las Cataratas del Niágara y luego a Saint Louis.

Ahí sucedió que había una epidemia de cólera en ese momento y esto me dio la oportunidad de hacerme útil. Así que colgué mi letrero de médico y me quedé en Saint Louis, me hice ciudadano estadounidense y pronto tuve un consultorio remunerativo.

Pero el amor al cambio y a la aventura, sin embargo no me dejaron descansar.   Encontré mi vida en Saint Louis demasiado monótona; además que el clima en invierno era extremadamente frío y deseaba ver un país tropical.  Así que entregué mi práctica a otro médico y fui a Nueva Orleans, y ahí encontré mientras caminaba por el muelle, una goleta lista para navegar hacia México, tomé un pasaje y partí hacia Veracruz, donde llegué el 17 de febrero de 1871.

Luego fui a la Ciudad de México y luego a Puebla y Córdoba, y podría escribir un volumen entero sobre las muchas experiencias interesantes que tuve en ese país, que en ese momento aún no había sido tan invadido por extranjeros como lo es ahora, pero una vez más me saldría del tema principal.

Sin embargo, no puedo dejar de mencionar el hermoso espectáculo que me ofreció una vista del Pico de Orizaba en una mañana soleada, cuando la oscuridad aún cubría el valle y la niebla ocultaba el pie de la montaña, mientras que los campos de hielo del volcán reflejaban el esplendor del sol naciente. Parecía como si se hubiera creado un nuevo planeta durante la noche y ahora estuviera flotando en el espacio muy cerca de nuestra Tierra.


Por mucho que estuviese satisfecho con México, pensé que sería más rentable para mí regresar a los Estados Unidos. Así que tomé un pasaje en Veracruz a bordo de un bergantín estadounidense y llegué una vez más a Nueva Orleans. Y allí, un compañero de viaje me robó la totalidad de mi equipaje que había confiado a su custodia durante unas horas, pero se fugó con eso.

Por lo tanto, me dejó despojado en Nueva Orleans donde no conocía una sola alma, y con nada más que la ropa que llevaba y unos pocos dólares en el bolsillo del chaleco.   Todos mis bienes, instrumentos, papeles, libros y documentos se habían ido, y no sabía qué hacer.

Comenzar a practicar la medicina en una ciudad extraña sin tener instrumentos o conocidos hubiera sido imposible. Así que pensé en solicitar un puesto como policía, pero pronto descubrí que a ese cargo solo se seleccionaban a personas de influencia política.

Esa noche los mosquitos en el río del Mississippi me molestaron mucho, y a la mañana siguiente fui a una farmacia a comprar un remedio para curar las picaduras. El boticario comenzó una conversación conmigo, y al enterarse de mi aventura, me dijo que acudí a él como si fuera un regalo del cielo, ya que él necesitaba de un médico para escribir recetas para los pacientes que acudían a buscar consejo en su farmacia.

Su oferta fue muy favorable por lo que la acepté y en menos de un mes tuve una práctica muy remunerativa y un ingreso mayor de lo que jamás me hubiera atrevido a soñar en mi vida.





BÚSQUEDA ESPIRITUAL

Pero la espiritualidad me seguía interesando y durante mis viajes había entrado en contacto con muchas sectas protestantes y también había estado todo un año en la casa de un rabino judío.  Asistí a muchos servicios religiosos de todas estas iglesias, pero no encontré nada que me satisficiera en ellas. Especialmente el sistema protestante me pareció un lavado del cerebro como el catolicismo, pero sin corazón.

Por ejemplo, las personas piadosas que conocí afirmaban que todas las historias bíblicas, sin importar cuán absurdas e increíbles fueran, tenían que creerse literalmente. Y mi objeción de que "la letra mata, pero el espíritu da vida" no causó impresión en sus mentes.

Parecían creer en alguna expiación vicaria hecha por otra persona, y que uno solo podía alcanzar la salvación eterna al afirmar creer en ciertas teorías y en la veracidad de un cierto relato histórico, pero del cual en realidad, nadie sabía si era realmente cierto.

Su religión me parecía extremadamente egoísta porque cada uno pedía sobre todo salvación para sí mismo, pero cuidando muy poco de lo que sería del resto.

En cambio un sentimiento mucho mejor encontré en la casa del rabino judío, cuya vida familiar era muy armoniosa, y también encontré esa armonía entre los indios rojos; porque cuando una vez, y sin ningún acompañante, emprendí una excursión a caballo entre las tribus Senerca, Shawnees y Choktaw, encontré allí la amabilidad y la hospitalidad más admirables y me aseguraron que el "Gran Espíritu" (quien supongo que es el espíritu del amor fraternal) residía con ellos.





EXPERIENCIAS CON EL ESPIRITISMO

Hasta ahora había sido un enemigo del espiritismo, porque me habían dicho que todos los fenómenos "espiritistas" habían sido producidos por engaños y fraudes. Y por consiguiente yo consideraba que un creyente en el espiritismo era un ingenuo que veía los productos de su propia imaginación en forma de fantasmas en cada esquina.

Sin embargo, mi curiosidad me llevó a visitar una cierta "sesión de materialización" realizada por una médium llamado Mrs. Rice o Mrs. Holmes (no me acuerdo bien de su nombre). Y allí vi los fenómenos más impresionantes de apariciones tangibles y materializaciones de fantasmas, conocidos como los espíritus de Katie King y algunos otros.

Por lo tanto me interesé por estas cosas y fui a escuchar las conferencias del profesor Peebles, y la filosofía que él enseñó me pareció muy racional y plausible, pero derrocó todas las teorías materialistas de Buchner y Comte.

Justo en ese momento tuve una paciente que se llamaba Katie Wentworth. Era una mujer casada altamente consumada, con sangre inglesa e india en sus venas. Ella no creía en el espiritismo y no estaba dispuesta a dar crédito de los relatos que le mencioné que yo mismo había presenciado, pero con el propósito de ver "si había algo de cierto en eso", ella consintió sentarse conmigo, y después de su recuperación mantuvimos frecuentes sesiones juntos.

Al principio, los fenómenos eran insignificantes y las comunicaciones recibidas eran pueriles, pero después de un tiempo otros espíritus fueron atraídos y ahí obtuvimos los resultados más sorprendentes. Mi amiga Katie Wentworth se convirtió en uno de los médiums más notables para todo tipo de manifestaciones, incluyendo trance, materialización, levitación, escritura directa, etc. Y quizás, debido a su presencia, yo mismo me volví hasta cierto punto clarividente y clariaudiente, y disfruté mucho la relación con los "difuntos" que venían a visitarnos.

Acostumbrado a ir a los extremos, ahora dediqué casi todo mi tiempo a la lectura de libros sobre espiritismo, como las obras de Andrew Jackson Davis, Hudson Tuttle, el juez Edmonds y muchos otros. Y en ese tiempo mis principales diversiones fueron mis sesiones con mi amiga y con otros médiums que en ese periodo también había conocido. Y algunas de mis experiencias durante ese tiempo ya las he descrito en otro artículo de esta revista, y tomaría demasiado espacio repetir esas anécdotas.

Los logros de Katie Wentworth como médium pronto se hicieron conocidos entre los espiritistas, por lo que ella recibió invitaciones para celebrar sesiones espiritualistas de todos lados y aceptó muchas de ellas. Pero la consecuencia fue que ella fue continuamente vampirizada por esos fantasmas y perdió su vitalidad y quedó paralizada y murió.

Y la constatación de que estos "espíritus" no eran lo que ellos afirmaban ser, se demostró claramente por el simple hecho de que incluso media hora antes de la muerte de esa dama, aparecieron espíritus que pretendían ser algunos de los médicos más célebres que habían vivido en la Tierra, e hicieron recetas e insistieron de que ella no corría ningún peligro.





EL SALVAJE OESTE

Quizás hubiera sido bueno para mí, si me hubiera quedado en Nueva Orleans, pero el deseo de cambio y aventuras, junto con los exaltantes informes que me llegaron de Texas, me indujeron a ir a ese país. Además estaba cansado de la vida urbana y anhelaba visitar el "Salvaje Oeste".

Fui allá en 1873 y tuve muchas aventuras. Por ejemplo un vaquero borracho y juguetón mató a tiros a mi caballo mientras cabalgaba por la calle en Fredericksburg, unos días después de mi llegada.

Había una guerra continua entre los ladrones de ganado, y siendo los vaqueros buenos tiradores, mis servicios para realizar investigaciones a veces eran más demandados que mi ayuda para atender a los heridos.

Había mucha gente pobre en ese país, y muchas noches oscuras tuve que recorrer muchos kilómetros a través de la lluvia torrencial y salpicando barro para ver a algún paciente, pero no recibí ninguna remuneración por ello.

Sin embargo, viví la vida en ese lugar y la disfruté por completo durante cinco años, y todavía pienso con placer en muchos hermosos paseos por las praderas en las noches iluminadas por la luna, y en las numerosas aventuras emocionantes que viví, relatos que desafortunadamente debo omitir ya que me obligarían a escribir, no un artículo, sino un libro completo.

Finalmente, sin embargo, las molestias predominaron sobre los placeres, y dejé ese país de mosquitos y me fui a Colorado en 1879, donde me instalé por un momento en Georgetown, y me sentí inmediatamente como en casa en las Montañas Rocosas, porque tenían cierta semejanza con mis amados Alpes bávaros, solo que la vegetación en las Montañas Rocosas era mucho más pobre, debido a su mayor elevación sobre el mar.

Como este es un país minero, no pasó mucho tiempo antes de que me indujesen a ser el feliz poseedor de una mina de oro y plata, pero la cantidad de mineral que contenía era tan poca que no pagaba el trabajo, y después de haber perdido varios miles de dólares con la ayuda de "clarividentes" que afirmaban que me encontraba muy cerca de encontrar todo un tesoro, finalmente abandoné la minería y todas las aspiraciones de convertirme en millonario en esta encarnación.

Durante mi estadía de cinco años en Colorado tuve muchas experiencias maravillosas en ocultismo y espiritismo, algunas de las cuales ya he mencionado en esta revista y de las cuales podría escribir un libro completo.

Allí fui curado por medio del poder espiritual, de un problema de salud que me habían causado en mi infancia por la abominable práctica de la "vacunación". Y que por más remedios que había buscado, nada había servido para solucionarlo.

Allí también conocí a la Sra. N.D. Miller, de Denver, quien fue uno de los médiums materializadores más notables que jamás hayan existido, y como a veces ella se quedaba en mi casa, tuve la oportunidad de presenciar los fenómenos más interesantes.

Los fantasmas totalmente materializados se convirtieron en mis compañeros casi diarios, y a veces trajeron algas frescas del océano lejano. Yo mismo fui levitado al techo y transportado por el aire. En resumen, todos los fenómenos espirituales ahora bien conocidos ocurrieron bajo condiciones de prueba que no dejaron ninguna duda de que si fueron reales.

Yo creía y sigo creyendo en estos fenómenos, porque no puedo repudiar lo que realmente he experimentado y conocido, así como cualquier otro hecho en mi vida diaria. Pero mi experiencia con mi amiga Katie Wentworth ya me había enseñado que estos fenómenos probablemente no siempre fueron causados ​​por los espíritus de seres humanos difuntos, y que seguramente a menudo se originaron por fuerzas o poderes ocultos pero inteligentes, aunque desconocidos en la actualidad por los científicos.

Mi deseo era saber la causa de tales cosas. No tenía ninguna duda de que en algunos casos, especialmente en los suicidios o las muertes repentinas, las almas de los asesinados, aún atados a la Tierra por sus propios deseos incumplidos, podían comunicarse con los mortales. Yo mismo había recibido una gran prueba de ello, y especialmente la siguiente experiencia me causó una fuerte impresión:

Fui elegido forense para el distrito de Clear Creek Country, al que pertenece Georgetown, y era mi deber ordenar y realizar una investigación en casos de muerte súbita. Sin embargo, una mañana en una ciudad no muy lejos de donde residía, un médico se suicidó envenenándose con morfina. Yo estaba debidamente informado de ello, pero perdí el primer tren para ir a ese lugar, y cuando llegué por la tarde, los otros médicos ya habían diseccionado el cuerpo y lo habían cortado en pedazos sin esperar hasta que se enfriara.

Esa noche el suicida se aparición ante mí. Él estaba en una forma horriblemente mutilada y parecía sufrir mucho. Parece que su cuerpo astral aún no se había separado de su forma material en el momento de la disección. Y la aparición pudo haber sido producto de mi imaginación, pero pareció extremadamente real.

Aproveché todas las oportunidades para quedarme en casas que tenían fama de ser perseguidas por fantasmas, y tuve algunas experiencias notables, pero los fantasmas que vi u oí mostraron muy poca o ninguna inteligencia. A veces parecían pájaros de enorme tamaño, sus pasos eran audibles y se podía sentir la agitación de sus alas.





ENCUENTRO CON LA TEOSOFÍA


Mientras mi perplejidad estaba en su punto más alto y me desesperaba la posibilidad de saber algo seguro sobre estas manifestaciones, un número de la revista The Theosophist, que es un diario editado por H.P. Blavatsky y publicado en la India, cayó en mis manos. Contenía un artículo que describía la constitución séptuple del hombre y los siete principios en el universo.

Esto me llegó como una revelación, ya que parecía proporcionar la clave de esos misterios cuya explicación había buscado en vano durante tanto tiempo. Y yo estaba encantado con este descubrimiento, y mi mayor deseo ahora era conocer personalmente a esa señora y aprender más de ella sobre los secretos de la vida y la muerte.

Le escribí, y unas semanas después tuve un sueño vívido. Soñé que veía una carta con la dirección escrita en una letra desconocida para mí y con un sello extraño pegado en el lado equivocado. Fui a la oficina de correos y allí encontré esa carta idéntica en mi casilla con el sello postal en el lado equivocado. Era una carta de Adyar, escrita por el coronel H.S. Olcott, el presidente de la Sociedad Teosófica, quien en nombre de su Maestro me invitaba a ir a la India y colaborar con él. Y algunas palabras amables fueron añadidas por Madame Blavatsky.

Por supuesto, después de tal invitación, no tenía ganas de permanecer más tiempo en los Estados Unidos de América o continuar con la práctica de la medicina, y en el mes de septiembre de 1883, salí de Colorado y partí para California con el propósito de navegar hacia la India.  Me detuve un momento en Salt Lake City para estudiar la vida de los mormones, y continué mi camino a San Francisco.


Ahora bien, mi experiencia me ha enseñado que si una persona desea dar un paso adelante en el camino hacia el progreso en la espiritualidad, siempre surgirán obstáculos internos y externos grandes e imprevistos para dificultar el camino.

Y así también me sucedió en esa ocasión, porque mientras me quedaba en San Francisco me enamoré desesperadamente de una joven hispanoamericana. Ella era muy hermosa y la criatura más encantadora que hubiera hecho tentar incluso a un ángel del cielo, y aún más para confundir el buen sentido de un pobre pecador como yo.

Ella me pareció el ideal de una mujer tal como lo había ideado en mis sueños.   "Conchita" se llamaba. Y la sensualidad y el encanto por un lado, y la vieja Dama Blavatsky y la espiritualidad por el otro, fue para mí una lucha difícil de decidir. Pero al final el deseo de conocimiento ganó la victoria sobre el deseo del amor. Por lo que me aparté del objeto de mi pasión, y el 11 de octubre de 1883, salí de California a bordo del SS Coptic, con destino hacia Hong Kong.


Mis aventuras y experiencias en el viaje y durante mi estadía en la India han sido descritas, hasta cierto punto, en mi novela “La imagen que habla de Urur”, una historia humorística que apareció primero en la revista inglesa de Madame Blavatsky “Lucifer” y que luego se publicó como un libro. Este libro sin embargo ahora está agotado. Y fue escrito con el propósito de mostrar que "de lo sublime a lo ridículo solo hay un paso".

El 4 de diciembre de 1883, llegué a Madrás, y de ahí fui a Adyar donde Madame Blavatsky me dio la bienvenida a "mi futuro hogar", tal como ella lo expresó. La sede de la Sociedad Teosófica, donde ella vivía, estaba muy bien ubicada, cerca del río Adyar y a poca distancia del mar. Consistía en un bungalow con algunas dependencias y estaba rodeada por un gran parque que contenía palmeras, mangos y otros árboles. La parte inferior de la casa de dos pisos era para uso de los miembros de la Sociedad Teosófica, y un cuarto en el segundo piso lo ocupaba Madame Blavatsky.





MADAME BLAVATSKY


Ya se ha escrito mucho sobre H.P. Blavatsky, aunque podría tal vez, ser excusado de ahora agregarle algo, especialmente porque estoy bastante seguro de que nadie podrá juzgar su carácter extraordinario correctamente, a menos de que haya sido íntimamente familiarizado con ella.

Para un ocultista, capaz de ver "más allá del velo", su personalidad era extremadamente interesante. Para mí, ella siempre apareció como un gran espíritu, una sabia e iniciada que habitaba el cuerpo de un niño caprichoso adulto, muy amable en general, pero también a veces muy irascible, ambiciosa y de temperamento impetuoso, pero fácil de llevar y sin importarle para nada los convencionalismos de cualquier tipo.

En su aspecto superior, ella parecía estar en posesión de la más alta sabiduría oculta y de un conocimiento obtenido, no por la lectura de libros o por la racionalización, sino por la iluminación interior y la percepción directa de la verdad.

Ella parecía saberlo todo sin haber leído nunca nada, y como si todo el universo fuera para ella como un libro abierto. Además ella se mostraba tan habil en el plano astral como en el plano físico. Sin embargo, ella no pretendía ser una experta en nada, sino solo un instrumento consciente de un poder inteligente superior a su propia personalidad.

Ella solía decir:

-          "Mi aprendizaje es de mi Maestro. Yo no soy más que un reflector de la luz luminosa de él."


Para mí, parece que este Maestro era su propio ser superior y que todos tienen una luz oculta dentro de su propia alma, pero no todos son conscientes de ello.

Se puede comparar a los hombres y a las mujeres con linternas en las que existe tal luz; pero en algunos es solo una chispa que aún no se ha descubierto, mientras que en otros la mecha arroja un brillo tenue, y en algunos otros casos da una luz brillante que brilla a través del cristal.

Y muchos de los que presumieron juzgar el carácter de Madame Blavatsky solo podían ver el brillo de la "linterna", pero estaban ciegos a la luz contenida en ella.

Así, Madame Blavatsky parecía ser dos o más personas diferentes que se manifestaban en un solo cuerpo, y no tengo dudas de que su ser interno real o permanente estaba en comunicación con otras inteligencias superiores existentes, y que así podían comunicar sus conocimientos a través de ella.

Estas Inteligencias o Maestros, ella afirmó que eran ciertos Adeptos que aún vivían en el Tíbet y poseían grandes poderes ocultos, como impresionar en las mentes a distancia con lo que ahora se llama "telepatía", o salir en sus formas astrales y materializarse, o utilizar a sus discípulos para la producción de fenómenos ocultos, etc.

Todas esas cosas, que hace algunos años parecían increíbles, ahora parecen bastante posibles gracias a las recientes investigaciones en las ciencias ocultas, las cuales han arrojado bastante luz sobre este tema. Y mi propia experiencia en esta línea me ha convencido de que tales Maestros existen.

Por ejemplo, he estado presente en ciertas ocasiones cuando el Maestro se le apareció a ella, y ella habló con él. Yo no podía verlo con los ojos, pero sentía su presencia, y su influencia impregnó todo mi ser y me llenó de una sensación de felicidad indescriptible que duró varios días. Y su poder despertó dentro de mí un estado superior de conciencia, y me hizo sentir en ocasiones como si esa consciencia fuera mía y yo mismo fuera el Maestro.


Se han escrito muchas tonterías sobre los fenómenos ocultos producidos por Madame Blavatsky, por parte de sus enemigos y por otros que les daban una importancia indebida. Ella no era un "médium espiritual" produciendo fenómenos bajo condiciones de prueba con el propósito de probar su realidad, ni recibió ningún dinero por ello.

Todos los fenómenos que presencié en su presencia fueron indudablemente genuinos, pero si es cierto que ocasionalmente se ayudaba de los espíritus quienes jugaban algún truco. Sin embargo no la criticaría demasiado severamente por eso, debido a que su único propósito era inducir a las personas a estudiar las leyes superiores de la vida, a elevarlas a una concepción más avanzada de la verdad eterna y enseñarles a pensar por ellas mismas.

Ella quería llamar la atención del mundo por todos los medios posibles a las enseñanzas superiores que le fueron dadas por los Maestros, y los fenómenos no eran para ella más que los dulces, con los cuales ella incitaba a las personas para querer aprender más sobre esos temas. Y también se puede afirmar que las acusaciones que le hicieron las personas ignorantes y no espirituales a menudo eran de un absurdo increíble y extremadamente egoístas.

Hubo uno que insistió en que ella debía contactar con los santos del Himalaya para que le aseguraran que su esposa diera a luz a un hijo, otro para que le consiguiera una cita de pago en una oficina del gobierno, otro quería encontrar un comprador para su casa, otro quería un buen lugar para abrir una tienda de venta de queso, etc. Y si tales "buscadores de la verdad" no recibían una respuesta favorable, pronto se convertirían en sus enemigos, pero ellos no tenían nada que ver con las enseñanzas de la sabiduría.

Por lo tanto, no es de sorprenderse que H.P. Blavatsky a veces se divirtiera burlándose de esos tontos. De hecho, su sentido del humor era muy bueno, y uno de sus lados objetables era que le encantaba hacer ese deporte incluso con sus mejores amigos. Y aunque ella, hasta donde yo sé, nunca había tomado lecciones de dibujo, a veces dibujaba caricaturas que no carecían de valor artístico y retratos fácilmente reconocibles.

Uno de ellos representa el examen para la iniciación de un miembro destacado de la Sociedad Teosófica. Evidentemente el candidato fue incapaz de responder las preguntas que el maestro KH le hizo, y miró con una mirada melancólica una botella de champán y una bailarina, como si fuera muy reacio a abandonar los placeres de esta vida.

Y con relación a la iniciación, Madame Blavatsky hizo un dibujo donde un elemental sostiene una vela, y a lo lejos está el Maestro M. y aún más lejos, ella, sentada sobre un elefante.

LA INICIACIÓN
Caricatura dibujada por Blavatsky


Ya en el primer día después de mi llegada a Adyar recibí a través de Madame Blavatsky una prueba inesperada e irrefutable de sus poderes. Fui a su habitación y la encontré escribiendo. Sin desear molestarla, me senté cerca de la ventana y pensé en una amiga mía que había muerto en Galveston hace unos años atrás, preguntándome qué había sido de ella.

Noté que Madame Blavatsky giró su papel y parecía jugar con su lápiz en un estado de distracción con una mirada lejana. Luego me entregó el papel, y éste contenía la respuesta a mi pregunta en la forma de un dibujo que representaba el cadáver de mi amiga extendido en el suelo y un elemental parado a su lado, observando el escape del alma astral, mientras el paso de su espíritu a las esferas superiores estaba indicado por un arcoíris.

Y evidencias similares de su poder oculto recibí a menudo. Algunas veces era por medio de la escritura directa producida por alguna entidad invisible. Y cartas enteras escritas de esa manera fueron encontradas en mi escritorio cerrado. Pero estos fenómenos no eran nada nuevo para mí, ya que los había visto a menudo en los Estados Unidos durante mi incursión en el espiritismo. Por lo que no los miré con sospecha de que se tratara de un engaño. Truco o no truco era lo mismo para mí, porque yo solo estaba interesado en el contenido de las cartas y no en la forma en que éstas fueron escritas y enviadas a mí.

Vi una gran cantidad de fenómenos ocultos que tuvieron lugar en su presencia. Pero lo más sorprendente de todos los fenómenos fue para mí el hecho de que ella pudo escribir artículos sobre temas ocultos para la revista The Theosophist y entregar sin ninguna preparación previa conferencias públicas que encontraron audiencias interesadas y apreciativas en la India y luego en los Estados Unidos, Alemania y Italia.  Y esto a pesar de que ella nunca había hablado en público antes de llegar a la India.





ESTANCIA EN LA SEDE DE ADYAR



Además de mí y Blavatsky, había también presentes en la sede, el coronel Olcott quien era el presidente de la Sociedad Teosófica, un escocés de aspecto muy serio llamado W.T. Brown, algunos discípulos hindúes (Damodar Mavalankar, Bavadjee, Ananda, etc.) quienes se decía que estaban en posesión de facultades psíquicas extraordinarias, y por último pero no menos importante, un francés y su esposa, Monsieur y Madame Coulomb, quienes eran los trabajadores domésticos del lugar.

Más tarde llegaron otros visitantes: el Sr. St. George Lane Fox, William Judge, el Sr. Leadbeater, la Sra. Cooper-Oakley y otros.

También recibimos visitas frecuentes del Sr. Subba Row quien era un gran ocultista y amigo de Madame Blavatsky; pero como no estoy escribiendo una historia de la Sociedad Teosófica de aquellos tiempos, y como el Coronel Olcott ha considerado prudente no referirme en sus Hojas del Diario a ese período de mi actividad en Adyar, no entraré en detalles, sino que simplemente mencionaré las personas señaladas anteriormente como testigos de ciertos eventos importantes que tuvieron lugar en ese momento.

Este fue el tiempo de las "cartas ocultas" que habían sido escritas o enviadas por los Maestros de los Himalayas. Y nosotros vimos como tales cartas se formaban repentinamente en el aire, o se encontraban inesperadamente sobre la mesa o en cajones cerrados, y contenían órdenes e instrucciones para la gestión de los asuntos de la Sociedad Teosófica.

Yo, al igual que otros, recibí numerosas cartas de ese tipo, algunas escritas en tinta roja, otras en azul y otras en verde. Por lo general, aparecían cuando se necesitaba algun consejo, y los siguientes extractos pueden servir como ejemplo. La carta adjunta se encontró en mi escritorio el 5 de febrero de 1884, mientras el Coronel Olcott y Madame Blavatsky estaban a punto de viajar hacia Europa:


« ¡Amigo!

Me pareces que eres el único que es completamente racional entre los Pelengs [Occidentales] que ahora se encuentran en la sede. Por lo tanto, y con miras a una variedad de emergencias inesperadas que preveo en el futuro, debo pedirte que muestres tu devoción por la causa de la verdad al aceptar el timón del movimiento teosófico.

Si sé algo, es que te encuentras completamente libre de esos prejuicios y predilecciones que generalmente hay en el camino de una búsqueda tranquila y desapasionada del objetivo principal de la Sociedad, y también consideras la plena igualdad entre los humanos como hermanos, y una total despreocupación por las fantasías que se inventan en las religiones ya sean exotéricas o esotéricas.

Por lo tanto, si consientes amablemente en ocuparte de los intereses teosóficos durante la ausencia de Henry Olcott y Upasika (Blavatsky), haré que él te escriba una carta oficial para que te atribuya más poder oficial que los demás para darte una autoridad más firme que la que tendrías de otro modo con un simple título informal compartido por tantos otros. . . . Y con tu nueva autoridad te pido que hagas lo mejor en el interés por la verdad, la justicia y la caridad. . . .— M. C. »


Esta carta no fue recibida bajo condiciones de prueba, pero como se indicó anteriormente, fue encontrada en mi escritorio, y Madame Coulomb pudo haberla dejado allí subrepticiamente; pero si tenía alguna duda con respecto a la posibilidad de la "precipitación" de tales cartas desde el plano astral o de la formación de objetos físicos por medio de los poderes mágicos, el siguiente incidente sirvió para destruir mis dudas.

H.P. Blavatsky comenzó su viaje a Europa y la acompañé a Bombay. Fui con ella a bordo del barco de vapor y luego regresé a mi habitación. Y antes de dejar Adyar, ella me había entregado un regalo por parte del Mahatma, que era una especie de amuleto en forma de moneda con inscripciones en letras tibetanas.

Mientras estaba solo en mi habitación en Bombay, pensé en comprar una cadena de oro o algo con lo que ponerme ese amuleto alrededor del cuello. Y en ese momento, pensé que una cinta de seda respondería mejor para ese propósito. Y mientras meditaba sobre eso, algo revoloteó en el aire y cayó al suelo ante mis pies. Era una cinta de seda color rosa de exactamente la longitud requerida, con los extremos retorcidos y lista para usarse. Y esa cinta no fue un espejismo y no desapareció después, ya que la usé durante muchos meses.



Puedo, quizás mencionar aquí algunos fenómenos ocultos presenciados en mi estancia en la India. En una ocasión, dos yoguis vinieron y recitaron algunos mantras. Su canto parecía hacer vibrar la parte espiritual de la atmósfera, y la sala pronto se llenó de entidades de un tipo curioso, flotando en el aire como peces nadando en el agua. En mi opinión, sus formas eran indistintas, pero lo suficientemente definidas para verlas cambiar y asumir diferentes formas de animales, pero no como las que se encuentran en la historia natural de nuestro globo.

En otra ocasión, un faquir tomó dos trompetas y poniéndolas cada una a un lado de su cuello, nos dio un concierto. No hace falta decir que el faquir no tenía agujeros en el cuello; y yo sospecho que debe haber sido por medio de un "aliento espiritual" a partir del cual se originó el sonido.


Nuevamente en otra ocasión, fui invitado con el Sr. St. George Lane Fox y el Sr. Ezekiel a la casa del juez Khandalavala, un Parsee en Poona, para ver la actuación de un faquir.  El cuarto era grande y en medio había un incensario para quemar incienso, frente al cual el faquir tomó asiento. Antes de que comenzaran las ceremonias, el juez le preguntó al faquir si le permitiría traer a sus damas a la sala para ver la exposición.

Pero el faquir se negó diciendo que la presencia de mujeres dificultaría la producción de los fenómenos. Sin embargo, el juez, tal vez suponiendo que eso era un mero prejuicio por parte del faquir, solo obedeció en parte al mandato, ya que colocó a las damas en una habitación contigua, en una ventana desde la que podían ver todo lo que estaba sucediendo sin que ellas pudieran ser vista por el faquir, a quien le dieron la espalda de esa manera.

El faquir comenzó sus encantamientos. Parecía estar inusualmente excitado y transpiraba intensamente. Finalmente tomó un cuchillo y se sacó la lengua con los dedos de la boca, se cortó una gran parte de ella. Esta porción la sostuvo sobre las brasas, para mantenerla caliente, mientras que nosotros examinábamos cuidadosamente el muñón restante de su lengua.

No había una gota de sangre, pero la lengua ciertamente estaba cortada. Después del examen, el faquir reemplazó la pieza cortada y todo estaba tan sano como antes, pero se negó a continuar con otros fenómenos, diciendo que había una cierta influencia que abstraía su poder de tal manera que ya no se atrevía a intentar otros fenómenos.

Ahora me parece que esta circunstancia es aún más satisfactoria para probar la autenticidad de esos fenómenos que el examen de la boca del faquir, ya que todos sabemos que las mujeres son atractivas para los hombres, y por lo que señalo el faquir, lo que ellas atraen de ellos parecen ser los elementos necesarios para la producción de sus artes mágicas.


De otros fenómenos que ocurrieron en ese viaje, solo mencionaré que mientras viajaba en el ferrocarril con Madame Blavatsky, ella me pidió que le mostrara un manuscrito que yo había escrito esa mañana y que estaba guardado en mi maletín. Lo saqué y se lo entregué. Ella lo miró sin mover las manos, pero cuando me lo devolvió, vi que se le habían agregado algunas observaciones en tinta negra de alguna manera misteriosa.


Ahora, regresando a los eventos que sucedieron en Adyar. Después de acompañar a madame Blavatsky a su barco. Regresé a Adyar en compañía del Sr. Lane Fox, y ahora las nubes oscuras comenzaron a congregarse sobre la Sociedad Teosófica.


Poco después y esto por medio el fax, Madame Blavatsky se había peleado con los Coulomb y los había despedido. Estos se pusieron del lado del clero y atacaron a Madame Blavatsky acusándola de producir sus fenómenos con trucos, y como la persona acusada en ese momento se encontraba en Europa, el deber de defenderla a ella y a la Sociedad Teosófica cayó sobre mí.

Lo cual fue más difícil de lo que me esperaba ya que las trampas recién hechas y los recovecos ocultos, evidentemente construidos por el señor Coulomb con el propósito de desprestigiarla, se encontraron realmente, aunque lo recién de estas construcciones mostraba que nunca se habían utilizado

Y para culminar el clímax, el Sr. Richard Hodgson fue enviado a Adyar en ese momento por la "Sociedad para la Investigación Psíquica" con el propósito de investigar estos fenómenos y descubrir si realmente existían los Mahatmas.

Ese hombre era en ese momento un gran escéptico e incrédulo, aunque algunos años después se convirtió en un líder de los espiritistas en América y en un defensor de su fe; pero en ese momento no creía en nada, excepto lo que le dijo la señora Coulomb, quien acusó a Madame Blavatsky de engaño, y la señora Coulomb afirmó que ella misma había participado en esos engaños.

Durante todo ese tiempo llegaron "cartas ocultas" que cayeron del techo o se encontraron en cajones y escritorios cerrados, y en una de estas cartas con fecha del 27 de abril de 1884, y ante cualquier sospecha sobre la autenticidad del fenómeno, se me escribió lo siguiente:

« Durante algún tiempo la mujer (Coulomb) ha abierto una comunicación con los enemigos de la causa. Por lo tanto, ella insinúa la existencia de trampas y trucos.   Además, cuando sea necesario, se encontrarán trampas construidas por ellos, ya que han estado elaborándolas durante algún tiempo. Ellos (los Coulombs) tienen plena entrada y control de las instalaciones. El señor es inteligente y astuto, un hábil artesano, un buen mecánico y carpintero, y también es bueno con las paredes. . . .— M. C. »


Ahora bien, no tiene sentido que Madame Blavatsky hubiera redactado esta carta ya que en ese momento ella se encontraba ausente. Y tampoco tiene sentido que si ella  hubiera tenido algo que ver con la fabricación de esas trampas, nos hubiera dado esa pista, y tengo más la convicción de que esas trampas fueron hechas por los Coulombs con el propósito de ser utilizadas para acusar a Blavatsky después del regreso del coronel Olcott.

Al recibir la carta anterior, se realizó una búsqueda y se encontraron las trampas, y por lo tanto, se produjo la "gran exposición" que causó un escándalo y dio a conocer la existencia de la Sociedad Teosófica y las enseñanzas teosóficas en todo el mundo, y la consecuencia fue que miles adquirieron y leyeron los libros de Madame Blavatsky y se familiarizaron con sus puntos de vista, mientras que de lo contrario podrían haber permanecido en la ignorancia de estas cosas toda su vida.



El 17 de diciembre de 1884, el coronel Olcott y Madame Blavatsky regresaron de Europa. Los ataques contra ella continuaron y ella cayó muy enferma. Hacia fines de marzo su condición se volvió tan grave que se llamó a consulta a varios médicos de Madras, y ellos concluyeron que ella ya no podría vivir más que hasta el día siguiente.

Ante eso, el Sr. Cooper-Oakley fue a Madras la misma noche para obtener un permiso para la cremación de su cuerpo, pero a la mañana siguiente Madame Blavatsky se levantó sintiéndose bastante bien, y ella dijo que durante la noche el Maestro la había visitado y le había dado una nueva oportunidad de vida.

Los misioneros siempre deseaban encontrar cargos contra ella, para llevarla a un Tribunal de Justicia, pero al no encontrar ninguna acusación válida, entonces presentaron cargos de calumnia contra un miembro prominente de la Sociedad Teosófica (el General Morgan) con la esperanza de así arrastrar a Madame Blavatsky como testigo ante el Tribunal, y en cuyo caso sin duda ella habría sido multada por desacato, porque debido a su temperamento incontrolable, seguramente ella habría dado una ocasión para eso.





REGRESO A EUROPA


Para evitar un asunto tan desagradable, se consideró prudente enviar a Blavatsky a Europa, y se me pidió que me hiciera cargo de ella. Por lo tanto, tomamos un pasaje a bordo del barco Tibre, y el 1 de abril de 1885, comencé con ella, un viaje hacia Nápoles acompañados por el Sr. Bavadjee y Miss Mary Flynn.

Durante nuestro viaje hubo una continuación de los fenómenos ocultos. Por ejemplo, con frecuencia por las mañanas se encontraban en su mesa montones de hojas con notas que hacían referencias a los escritos de H.P. Blavatsky sobre su obra La Doctrina Secreta que en ese momento ella estaba escribiendo. No puedo decir si ella misma los escribió en un estado de sonambulismo, o si esos papeles se los enviaron por medios ocultos desde el Tíbet.

El 23 de abril de 1885 llegamos a Nápoles donde un “guía” nos llevó a un hotel. Madame Blavatsky que no se sentía del todo bien, no quería subir muchas escaleras y pidió una habitación en la planta baja o en el primer piso. Ahí no había cuartos desocupados, pero el gerente dijo que él podía darnos dos habitaciones en el segundo piso por quince francos por día. Hicimos el trato y luego comenzamos a subir las escaleras.

Primero fue el "Parterre", luego vino el "Alto Parterre", luego fue el "Mezzanin", luego el "primer piso" y finalmente fue el "segundo piso", que en realidad resultó en la practica ser un quinto piso. Y cuando a la mañana siguiente fui a pagar la factura, descubrí que había olvidado hacer la estipulación de con "tutto compreso" (todo incluido), ya que nos cobraron no solo los quince francos por las habitaciones, sino también un precio extra por cada pieza de muebles contenidos en las habitaciones, de modo que la factura ascendía a ochenta y cinco francos, sin incluir la comida. Por supuesto, no había nada más que hacer, sino quejarse y pagar.

Inmediatamente salimos de Nápoles y encontramos habitaciones más hospitalarias en el Hotel Vesuvio en la Torre del Greco, donde permanecimos durante un mes. El temperamento de Madame Blavatsky durante ese tiempo no fue del más dulce; ella estaba continuamente irritada por las acusaciones sobre los escándalos que se le habían hecho contra ella, regañaba a los sirvientes y maltrataba a sus amigos o los alababa de acuerdo con su estado de humor cambiante.

El clima era frío, y ver los fuegos del Vesubio brillar a cierta distancia, que en ese momento estaba en erupción, mientras nosotros no teníamos estufas con que calentarnos, era algo provocador.

Después de algunas semanas, Madame Blavatsky se fue a Wurzburg y yo fui a Kempten (Baviera) para visitar a mis familiares y echar un vistazo al lugar donde pasé mi juventud. Busqué en vano a mis amigos y conocidos de antaño, pero solo encontré sus nombres en grandes números inscritos en las lápidas del cementerio.

Posteriormente visité a Madame Blavatsky varias veces en Wurzburg y en Londres, donde ella murió el 8 de mayo de 1891, después de una breve enfermedad y media hora después de que su médico la declarara fuera de peligro.

Ella siguió siendo un enigma para todos hasta el final.


En ese momento yo estaba muy lejos en Austria, pero durante la noche después de su muerte tuve un sueño simbólico indicando ese evento, y por lo tanto no me sorprendió cuando algunos días después recibí la confirmación por carta. La visión era de un águila que regresaba a su hogar en el cielo.

Mi intención era regresar a América. Me había cansado del movimiento teosófico, debido a la posición que yo ocupaba en la Sociedad Teosófica, y que consistía en derrotar los ataques de sus enemigos, disputar con misioneros y discutir con investigadores psíquicos.

Anhelaba la paz y la soledad de las praderas de Texas, donde uno siente con tanta fuerza la presencia del infinito, y la sublimidad de los picos de las Montañas Rocosas que parecen elevarnos por encima de las cosas sin valor de esta vida y para acercarnos al cielo.





ENCUENTRO CON LOS ROSACRUCES


Estaba casi listo para irme, cuando, debido a un conjunto de circunstancias demasiado largo para explicarlo brevemente, conocí a un ocultista que era el líder de un pequeño grupo de rosacruces reales.

Cuando entró por primera vez en mi habitación, reconocí de inmediato su rostro como uno que ya había visto en una visión la noche del 1 de enero de 1884, mientras estaba medio despierto en mi sofá en Adyar.  Me pareció en ese momento que una gran serpiente (que es el símbolo de la sabiduría) estaba enrollada a un lado de mi cama, con la cabeza erguida, mirándome severamente. Y esa cabeza era la cabeza del hombre que conocí, y sabía que un rayo de sabiduría vendría a mí con su ayuda.

Me quedé en Kempten, y él me presentó a sus amigos. Asistí a sus reuniones y me convertí en uno de sus discípulos y seguí sus instrucciones durante muchos años.   Estas personas no se llamaban a sí mismas "Rosacruces" pero por sus actos lo eran.

No eran personas cultas, sino en su mayoría eran tejedores en una fábrica, donde tenían que trabajar desde temprano hasta tarde por un salario muy bajo. Los dos líderes ni siquiera sabían leer ni escribir, y sin embargo parecían conocer los misterios contenidos en los libros de los místicos y en los escritos de H.P. Blavatsky.

Ellos sabían estas cosas, no por estudios, sino por revelación interior, y su enseñanza no consistía en dar información de lo que otras personas habían enseñado o incluso de lo que ellos mismos habían experimentado, sino mostrando el camino que conduce a la percepción directa de la verdad y preparando al discípulo para recibir esta revelación dentro de sí mismo.

Raramente respondían preguntas para satisfacer la curiosidad, pero en cambio indicaban cuál tenía que ser la forma de meditar para encontrar la respuesta por uno mismo, y la guía se llevaba a cabo no tanto por medios externos o consejos verbales, sino por visiones simbólicas percibidas durante los sueños o en un estado de meditación, o incluso por signos y letras que aparecían visiblemente sobre la piel.

Ya que el estado del alma se expresa en formas e imágenes, y si nosotros aprendemos a leer estas imágenes correctamente, podremos conocer el estado de nuestra condición interior y actuar para mejorarlo en consecuencia; tal como un jardinero que al observar sus plantas, sabe lo que debe de cultivar y lo que debe de cortar.

Así, un estado de conciencia más alto y más interior comenzó a amanecer gradualmente dentro de mi mente como el amanecer que aparece en el cielo antes de la salida del sol, revelando las bellezas de un estado superior de existencia. Descubrí que es mucho más importante encontrar el verdadero Maestro y Guía dentro de la propia alma que buscar satisfacer la curiosidad de uno para saber todo sobre los maestros en el Tíbet, y que es mucho más valioso ayudar a crear un cielo dentro de nuestra propia mente que estar informados de lo que se dice que tuvo lugar en el momento en que se creó nuestro mundo, o cómo vivían los antiguos lemurianos y atlantes, por curioso e interesante que pueda ser esa información.

Estos "Rosacruces" no buscaban notoriedad ni deseaban obtener más miembros, sino por el contrario ellos deseaban permanecer desconocidos y evitar la publicidad. Permanecí en contacto con su líder hasta que murió, y muchas de las verdades contenidas en los numerosos libros que he escrito me fueron aclaradas con su guía.

Dar una descripción detallada de las enseñanzas así recibidas requeriría no solo un artículo largo sino un libro completo, y el lenguaje místico en el que se dieron muchas de estas comunicaciones sería como algunos de los escritos de Jacob Boehme, Jane Leade y otros incomprensibles para muchos lectores; porque tales enseñanzas tratan con verdades internas y no con hechos externos conocidos por todos, y a menos que uno haya experimentado las bellezas de la vida superior e interior, estas se encuentran más allá del alcance de la mente mortal.

Todos vivimos en un sueño y no podemos conocer la realidad a menos que despertemos a un estado superior de conciencia. Y poder acercar estas verdades superiores a la comprensión de la mente humana es el objetivo que tuve en mente al escribir mis libros.





TRABAJO ESOTÉRICO EN ALEMANIA

Durante estos tiempos escribí varios libros en inglés, y después de recibir ofertas de una editorial alemana en Leipzig, edité una revista mensual teosófica llamada Lotusblüthen, que continuó durante ocho años y está a punto de revivir. Era en ese momento la primera y única revista teosófica en Alemania y solo había una sola Sociedad Teosófica, pero después de la muerte de H.P. Blavatsky, surgieron disensiones entre los dirigentes y agrupaciones de esa sociedad, y cuyo modo de lucha entre ellos demostró que la tolerancia mutua, sin decir nada sobre la "hermandad universal", todavía era difícil de lograr.

Una de estas agrupaciones me eligió Presidente de la Sociedad Teosófica en Alemania, pero al yo ver prevalecer un espíritu fuertemente sectario, renuncié poco tiempo después.

Yo abogaba por la formación de sociedades teosóficas libres e independientes en Alemania sin ningún presidente. Se formaron numerosas sociedades de ese tipo, pero no fueron dejadas en paz por aquellos que afirmaban ser los "únicos genuinos y originales", y las disputas continuaron de todos modos, porque donde hay una organización también hay intereses propios que buscan ser cuidados y defendidos, y todavía hay mucha imperfección en la naturaleza humana, incluso entre los que se llaman "teósofos".  Pero sea cual sea el destino de las "Sociedades Teosóficas", el movimiento teosófico inaugurado por H.P. Blavatsky continúa.





EPÍLOGO

Varias personas en diferentes países que tomaron algunas partes de esas enseñanzas, han construido sistemas basados sobre la teosofía, pero dándole un nuevo nombre y obtuvieron miles de seguidores. Sin embargo muchas apropiaciones de tales fragmentos han pervertido las enseñanzas, y también las han convertido en un medio de ganancias financieras y han profanado la verdad divina al tratar de hacer que los poderes espirituales superiores sean útiles para propósitos materiales inferiores, abriendo así la puerta a la "magia negra" y a sus consecuencias deplorables; pero los poderes de la luz no pueden moverse sin agitar los poderes de la oscuridad.

Se dice que las desgracias son bendiciones disfrazadas, y todo lo que lleva a la humanidad hacia una experiencia superior, por muy malvada que sea para el individuo, puede ser buena para el progreso de la humanidad en su conjunto.

El hecho de que las estrellas en el cielo no puedan ser arrastradas a nuestra tierra con el propósito de examinarlas, y que uno mismo deba crecer a un plano superior si quiere realizar sus ideales, sigue siendo un misterio incomprensible para muchos que afirman ser buscadores de la verdad.

Un filósofo dijo que "es dudoso que la proclamación de una nueva verdad haya hecho tanto bien como su malentendido haya producido tanto mal".

Las frutas inmaduras son difíciles de digerir, y lo que puede ser alimento saludable para uno, puede ser veneno para otro. Pero hay muchos que intentan dar el segundo paso en el ocultismo sin dar el primero. Ellos saltan y caen en la zanja. Tengo una larga lista de personas que conocí personalmente y que se convirtieron en víctimas de su curiosidad por aprender prácticas ocultas y usarlas para sus propios fines, mientras que todavía no estaban preparados para comprenderlas correctamente, y siento pena por la gran multitud de personas que son engañadas y enviadas a la ruina por maestros ciegos que guían a más ciegos.

No es sin razón justa que en tiempos antiguos la revelación de ciertos secretos del ocultismo era castigada con la muerte, porque cuanto más se pueda dar un buen uso a una cosa, es también más probable que se use mal y se haga daño. El progreso intelectual y científico debe estar siempre acompañado de un desarrollo correspondiente de las facultades morales. Las cosas divinas no deben tocarse con manos impuras. Los deseos y pensamientos egoístas son los mayores obstáculos para la percepción de la verdad.

La ilusión del "yo" es la sombra que está en nuestra forma de encontrar la luz del yo real, y por lo tanto, el primer requisito en todas las religiones y en todas las escuelas de ocultismo es la purificación, es decir, elevarse por encima de la ilusión de ese " yo ", que es el producto de nuestra propia imaginación.

Los secretos del ocultismo siempre serán secretos para aquellos que no pueden comprenderlos, pero como estas cosas en la actualidad se proclaman desde los tejados de las casas, será mejor arrojarles luz que callar, porque "un poco de conocimiento es una cosa peligrosa".

Con frecuencia, una advertencia a tiempo será útil, y si no podemos demostrar a satisfacción de todos, cuál es la verdad, al menos podemos indicar lo que no es, y para este propósito propongo continuar el trabajo al que he sido llamado por otro poder que el mío.

Aquellos que desean obtener poderes divinos con el propósito de emplearlos con fines materiales y egoístas; ya sea para ganar dinero, o en aras de la ambición, o incluso para la satisfacción de su curiosidad científica, están en el mismo nivel de inteligencia con aquellos hipócritas religiosos que intentan presionar a la Divinidad a su servicio mediante exhortaciones, persuasión y oraciones.

Los poderes divinos pertenecen al hombre interior espiritual y no deben ser mal utilizados. "El que degrada estos poderes se degrada a sí mismo".  Este es el secreto al que se hace referencia en la Biblia (Corintios 11:29).

Sin embargo, todo esto no debe entenderse como si se nos prohibiera buscar las leyes aún no descubiertas de la Naturaleza y emplearlas para nuestro servicio. Si conociéramos todas estas leyes y las obedeciéramos, se acabaría la pobreza, el crimen y la enfermedad. Si tuviéramos que darnos cuenta lo qué es realmente la vida y cuál es el propósito final de nuestra existencia en este mundo, podríamos emplear las leyes de la vida, y el Cielo descendería sobre la Tierra.

Todas las fuerzas de la naturaleza están a nuestras órdenes, solo necesitamos descubrirlas, y al descubrirlas, la humanidad puede elevarse a una altitud de la que actualmente no tenemos ninguna idea.

Un verdadero ocultista no es un soñador, y mis actividades de ciencias ocultas no me han impedido estudiar también las leyes naturales, pero me han ayudado a hacer un descubrimiento importante de un compuesto químico gaseoso para la inhalación que ya ha hecho un gran servicio para la cura de enfermedades pulmonares, incluida la plaga de la humanidad popularmente llamada consumo. (Ver "The Health Record", octubre de 1907).

Todos los males provienen originalmente de la ignorancia de nuestra propia naturaleza superior y las leyes de la vida, y no hay remedio contra la ignorancia, excepto el logro del conocimiento. Y ayudar en la búsqueda de ese conocimiento y difundirlo es mi objetivo y el de esta revista The Occult Review.


Siempre tuve un gusto particular por los espíritus de la naturaleza, especialmente por los gnomos y las ninfas del agua. Algunas de mis experiencias con los gnomos las he plasmado en mi libro “Una aventura entre los rosacruces” que fue publicado en Boston, Massachusetts, y las experiencias que tuvieron otras personas con los gnomos, las he mencionado en otro de mis libros titulado “Entre los gnomos de la montaña Untersberg” publicado por T. Fisher Unwin (Londres). Aunque ambos libros están actualmente agotados.

No soy un "médium" y mis poderes clarividentes son muy limitados. Sin embargo, estoy bastante convencido de que estos espíritus de la naturaleza tienen una existencia real, tan real como la nuestra, aunque las condiciones de su existencia son difíciles de entender. Parece que su elemento es el éter del espacio, la parte etérica del agua y de la tierra.

Los gnomos pasan tan fácilmente a través de las rocas más sólidas como nosotros nos movemos por el aire, pero parece que ellos no pueden pasar a través del agua, ni las ninfas pueden pasar a través de la tierra.

El interior de las montañas y rocas no es oscuro para los gnomos; la luz del sol les llega justo cuando los rayos de Röntgen penetran en la masa sólida. Los gnomos son en su mayoría pequeños, de unos dos pies de altura. Y las ninfas y ondinas a menudo tienen formas humanas muy perfectas, pero pueden cambiarlas a voluntad.

Llevo ocho años viviendo en Hallein, cerca de Salzburgo, en Austria, en las cercanías de la montaña Untersberg, que tiene una gran reputación debido a las historias que circulan sobre la presencia de los gnomos en ella, aunque en los últimos años estos espíritus parecen haberse retirado a causa de la agitación causada por el avance de la civilización moderna; porque en aquellos lugares donde antes reinaba la soledad y la paz, ahora hay hoteles y posadas donde las juergas de turistas rompen la quietud de la noche.

Las hermosas flores alpinas son exterminadas por manos codiciosas, el motor del ferrocarril hace que el aire se vuelva humeante e impuro, y la idealidad del paisaje está dando paso a un aspecto de materialidad causado por empresas comerciales, cervecerías, canteras de piedra, etc.

¡Así que no es de extrañar si los espíritus amantes de la paz huyen o se esconden!

Se podrían reunir muchas historias interesantes sobre los encuentros que han tenido los pobladores de esa región con los gnomos, pero primero hay que ganarse su confianza, porque los pobladores son muy reticentes a hablar de tales cosas con extraños, de quienes suponen que sólo preguntan con el propósito de satisfacer una curiosidad ociosa y luego lanzar al ridículo sobre el tema.

Y entre los relatos que me han contado, los gnomos parecen ser personas piadosas, porque a menudo se les ha visto (y especialmente en ciertas noches del año) pasando en procesión en alguna iglesia y capilla solitarias y celebrando allí el servicio santo. Y las personas que se acerquen en tales ocasiones a esas instalaciones encontrarán las ventanas iluminadas por una luz proveniente del interior y oirán cantar corales; pero cuando fueron a buscar al cura para obtener las llaves del lugar y entraron, todo se volvió oscuro e inmóvil y los gnomos habían desaparecido.

Lo que me parece más increíble es que también niños han desaparecido repentinamente de una manera misteriosa, pero después de algunos días, ellos habían regresado sanos y salvos a sus hogares, alegando que una linda señorita los había cuidado. Y también hay una historia de un niño que fue llevado por los gnomos al Untersberg y permaneció allí por algún tiempo. Y después de su regreso, le contó al sacerdote sus experiencias en el confesionario, y el sacerdote publicó tanto como se le permitió revelar.


(Este texto se publicó en la revista The Occult Review de enero de 1908, págs. 7-35.)












1 comentario:

  1. Muy interesante, llama mucho la atención cuando dice que los Rosacruces reales, algunos no sabían ni leer y escribir.. Lobsang rampa también menciona que a veces alguien tan "simple" como un jardinero o un barrendero, tienen una mente más iluminada y se puede encontrar más verdad en ellos... También Gurdjieff menciona que una persona de pueblo tiene una personalidad menos desarrollada, pero la esencia está más desarrollada. Alguien de ciudad es viceversa porque tiene una "gran" personalidad y títulos y demás.. pero su esencia, esta pobremente desarrollada...

    Pues nada solo comentó lo que otros autores dicen y cómo tienen puntos en común.

    Gracias por tu trabajo. Paz.

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