Habiendo estado acostumbrado a
considerar este evanescente mundo de ilusiones como una gran comedia y a los humanos
como actores que cambian continuamente de máscaras, y en las que solo la
realidad eterna oculta detrás del velo de la materia visible merece una seria
consideración, considero los asuntos mundanos de las personalidades mortales
(incluida la mía) como algo que no tiene gran importancia y por lo tanto no tengo
un gran deseo de exhibir mi propia personalidad con sus virtudes y sus defectos
ante el público.
Sin embargo, como cada uno de
nosotros puede aprender algo útil al estar informado de la experiencia de los otros,
y como mis experiencias y aventuras, especialmente con respecto a los temas de ocultismo
han sido algo extraordinarios e interesantes, ilustrando además la acción del karma
adquirida en encarnaciones anteriores, tengo el placer de proporcionar (a
petición del editor) la siguiente biografía:
JUVENTUD
Nací el 22 de noviembre de 1838 en
Donauwerth, un pequeño pueblo situado al lado del Danubio en Baviera. Mi padre,
el Dr. Carl Hartmann, era un prominente médicomuy conocido, y mi madre, Elizabeth von Stack,
era de ascendencia irlandesa. Se decía que sus antepasados eran descendientes de Caolbha el 123vo quien fue el último
rey de la raza irlandesa y el 47vo rey del Ulster.
Algunos viejos documentos familiares
que todavía tengo en mi posesión corroboran esta afirmación, y por extraño que
parezca, me da la impresión que yo mismo he vivido Irlanda en alguna encarnación
anterior; porque al visitar ese país hace algunos años, los lagos de Killarney
y muchos otros lugares, me parecieron muy familiares y recordé ciertos eventos
en la historia de Irlanda de los cuales nunca había recibido información en
ningún sitio externo. La familia de mi
madre emigró a Francia después de la ejecución de Carlos 1ro y luego a Baviera
durante la Revolución Francesa.
Cuando tenía aproximadamente un año,
mis padres se mudaron a Kempten en el sur de Baviera y allí recibí mi
educación; primero bajo la guía de mi abuelo, quien había sido oficial del
ejército francés bajo Napoleón I y participante de sus batallas en Rusia; y luego
en el currículo ordinario de las escuelas públicas.
Recuerdo que incluso en mi primera
juventud me pareció que estaba compuesto por dos personalidades. Hablaba de mí
mismo como si se trataran de dos niños: uno bueno y uno malo. El bueno era un
soñador e idealista y tenía a veces hermosas visiones, tal vez recuerdos del
estado devachanico que había ocupado antes de su encarnación actual. Y el malo
era muy obstinado y necio, listo para perpetrar todo tipo de travesuras y
trucos reprobables, y por lo que sé, puede haber sido una especie de
"Morador del Umbral"; es decir, una forma formada por el mal karma
durante una encarnación previa y haber sobrevivido en el Kama-Loka.
Siempre amé la soledad, y mi lugar
de descanso favorito era cerca de la cima de un abeto alto en la espesura de un
bosque de pinos situados en una colina, donde construí un nido de ramas y
mantuve conversaciones con los espíritus del aire. Y también pasé horas a la
orilla de un lago solitario escondido entre colinas y rocas, y donde imaginé
que veía a las ninfas jugando entre los nenúfares y escuchaba sus canciones.
La relación con los espíritus de la
naturaleza fue tan real e interesante para mí que me importó muy poco estar en
compañía de mis compañeros de clase y participar en sus juegos. De hecho,
desarrollé un cierto sentimentalismo del cual no he sido curado hasta el día de
hoy.
Mi anhelo por lo súper sensual y
misterioso puede haber sido la razón por la que me atrajeron las ceremonias de
la Iglesia Católica Romana y en cuyas doctrinas fui educado.
La gran Iglesia con su cúpula y
ventanas de colores, puestos escondidos y bóvedas secretas, la música, las
luces y las ceremonias misteriosas ejercieron una gran influencia sobre mi
mente. Sentí una lluvia de vibraciones etéreas atravesar mi cuerpo durante la
misa, y el sonido de la gran campana pareció elevar mi espíritu más allá de las
nubes. Sabía que detrás de todo este
espectáculo exterior y ceremonial, había alguna influencia o poder misterioso y
vivo; pero ninguno de los sacerdotes a los que consulté me pudo dar una
explicación satisfactoria.
Solo hablaron de la creencia ciega
en las enseñanzas del Catecismo; pero yo no quería simplemente creer en teorías.
Yo quería saber. Pero en ese entonces no sabía que los misterios de la religión
debían primero realizarse dentro del conocimiento del corazón antes de que pudieran
entenderse con el cerebro.
En un momento en que mis dudas
religiosas eran muy fuertes, me hice amigo de un compañero un poco mayor que yo
y que más tarde se convirtió en un conocido compositor de música. Él era un
completo materialista y racionalista.
Según el desarrollo frenológico de
mi cráneo, tengo una gran deficiencia de autoestima y por eso siempre creí que
todos los demás sabían todo mucho mejor que yo, solo para posteriormente descubrir
que no era así. Y de esta manera desafortunadamente
caí en muchos errores deplorables y perdí una gran cantidad de dinero.
Mi nuevo amigo no creía en nada
excepto en comer y beber, tocar el piano y divertirse donde fuera que hubiera
una ocasión, y él no tardó mucho en convencerme de que toda religión era solo
una farsa instituida por los sacerdotes con el propósito de aprovecharse de la
ignorancia y de la superstición de la gente.
Además, el materialismo estaba en
ese momento muy de moda. Así que me puse a leer los libros de Ludwig Büchner,
compuse poesía y escribí una obra teatral, tomando el tema de la historia
griega. Traté de evitar todo pensamiento religioso y contemplé el clericalismo
con el mayor desprecio.
Sin embargo, las enseñanzas de
Büchner, Moleschott y Comte no me satisficieron. Parecía haber algo que les faltaba. Solo
derribaron y destruyeron cosas que existían, pero no construyeron nada
compatible con mi propia intuición. Y en consecuencia, no quedaba nada más que
hacer que caer por un tiempo en el estado del agnosticismo, que resultó ser más
insatisfactorio que el resto.
En ese estado mental me encontraba
cuando me convertí en un estudiante de la Universidad de Munich. Ahí me uní a
una Cofradía y pronto superé al resto de mis compañeros en duelos, bebidas y
otras diversiones. No por el amor a tales cosas, que me parecieron ridículas,
sino por ambición y orgullo. Quería ser al menos igual a todos ellos en lo que
ellos hacían.
Este deseo, junto con una
superabundancia de energía, a menudo me causaron problemas. Así, por ejemplo,
una vez mientras hacía un difícil ascenso por un alto glaciar de los Alpes, uno
de mis camaradas me desafió a pasar sobre una parte extremadamente empinada del
hielo. Mi orgullo se disparó y quise demostrarle que para mí tal cosa no era
imposible. Así que fui por ahí, pero me resbalé, me caí y tuve que alegrarme de
escapar de una caída de 3’000 pies golpeando contra una roca y fracturándome
una pierna.
Mi pierna afortunadamente se curó y
el accidente no me impidió unirme al ejército bávaro y servir durante unos
meses en el primer regimiento de artillería como voluntario en 1859 durante la
guerra entre Austria, Italia y Francia.
Podría contarles los numerosos
incidentes divertidos de mis aventuras durante esos tiempos, pero saldría del
tema principal de este artículo que trata más especialmente sobre mis experiencias
interiores y esotéricas.
VIAJES
En el año 1865 terminaron mis
estudios de medicina y fui a París donde permanecí durante algunas semanas.
Deseoso de ver el océano, un día hice un viaje al puerto del Havre en un tren
de excursión. Y ahí conocí informalmente a un caballero que en el transcurso de
nuestra conversación me preguntó si no me gustaría hacer un viaje a América, y
además me dijo que el barco Mercury,
con unos 360 emigrantes, estaba a punto de zarpar para Nueva York y que
necesitaban de un médico.
El amor por la aventura me indujo a
aceptar ese puesto, y en lugar de regresar a París, subí a bordo y después de
haber pasado por un examen apresurado ante el comité médico con el fin de
probar mis calificaciones, partimos hacia Nueva York y el viaje fue muy
agradable, pero no sin incidentes, ya que otro barco de emigrantes, con cientos
de pasajeros, se incendió en mar abierto y fue quemado. Solo se salvaron unos
pocos que tomamos a bordo.
Me encantó el mar y hubiera deseado
quedarme allí toda mi vida, pero para mi gran pesar, llegamos a Nueva York
después de un viaje de cuarenta días, el 28 de agosto de 1865, y sin ningún
otro plan, fui a ver las Cataratas del Niágara y luego a Saint Louis.
Ahí sucedió que había una epidemia
de cólera en ese momento y esto me dio la oportunidad de hacerme útil. Así que
colgué mi letrero de médico y me quedé en Saint Louis, me hice ciudadano
estadounidense y pronto tuve un consultorio remunerativo.
Pero el amor al cambio y a la
aventura, sin embargo no me dejaron descansar.
Encontré mi vida en Saint Louis demasiado monótona; además que el clima
en invierno era extremadamente frío y deseaba ver un país tropical. Así que entregué mi práctica a otro médico y
fui a Nueva Orleans, y ahí encontré mientras caminaba por el muelle, una goleta
lista para navegar hacia México, tomé un pasaje y partí hacia Veracruz, donde
llegué el 17 de febrero de 1871.
Luego fui a la Ciudad de México y
luego a Puebla y Córdoba, y podría escribir un volumen entero sobre las muchas
experiencias interesantes que tuve en ese país, que en ese momento aún no había
sido tan invadido por extranjeros como lo es ahora, pero una vez más me saldría
del tema principal.
Sin embargo, no puedo dejar de
mencionar el hermoso espectáculo que me ofreció una vista del Pico de Orizaba
en una mañana soleada, cuando la oscuridad aún cubría el valle y la niebla
ocultaba el pie de la montaña, mientras que los campos de hielo del volcán
reflejaban el esplendor del sol naciente. Parecía como si se hubiera creado un
nuevo planeta durante la noche y ahora estuviera flotando en el espacio muy
cerca de nuestra Tierra.
Por mucho que estuviese satisfecho
con México, pensé que sería más rentable para mí regresar a los Estados Unidos.
Así que tomé un pasaje en Veracruz a bordo de un bergantín estadounidense y
llegué una vez más a Nueva Orleans. Y allí, un compañero de viaje me robó la
totalidad de mi equipaje que había confiado a su custodia durante unas horas,
pero se fugó con eso.
Por lo tanto, me dejó despojado en
Nueva Orleans donde no conocía una sola alma, y con nada más que la ropa que
llevaba y unos pocos dólares en el bolsillo del chaleco. Todos mis bienes, instrumentos, papeles,
libros y documentos se habían ido, y no sabía qué hacer.
Comenzar a practicar la medicina en
una ciudad extraña sin tener instrumentos o conocidos hubiera sido imposible. Así
que pensé en solicitar un puesto como policía, pero pronto descubrí que a ese
cargo solo se seleccionaban a personas de influencia política.
Esa noche los mosquitos en el río del
Mississippi me molestaron mucho, y a la mañana siguiente fui a una farmacia a
comprar un remedio para curar las picaduras. El boticario comenzó una
conversación conmigo, y al enterarse de mi aventura, me dijo que acudí a él
como si fuera un regalo del cielo, ya que él necesitaba de un médico para
escribir recetas para los pacientes que acudían a buscar consejo en su
farmacia.
Su oferta fue muy favorable por lo
que la acepté y en menos de un mes tuve una práctica muy remunerativa y un
ingreso mayor de lo que jamás me hubiera atrevido a soñar en mi vida.
BÚSQUEDA
ESPIRITUAL
Pero la espiritualidad me seguía
interesando y durante mis viajes había entrado en contacto con muchas sectas
protestantes y también había estado todo un año en la casa de un rabino
judío. Asistí a muchos servicios
religiosos de todas estas iglesias, pero no encontré nada que me satisficiera
en ellas. Especialmente el sistema protestante me pareció un lavado del cerebro
como el catolicismo, pero sin corazón.
Por ejemplo, las personas piadosas
que conocí afirmaban que todas las historias bíblicas, sin importar cuán
absurdas e increíbles fueran, tenían que creerse literalmente. Y mi objeción de
que "la letra mata, pero el espíritu da vida" no causó impresión en
sus mentes.
Parecían creer en alguna expiación
vicaria hecha por otra persona, y que uno solo podía alcanzar la salvación
eterna al afirmar creer en ciertas teorías y en la veracidad de un cierto
relato histórico, pero del cual en realidad, nadie sabía si era realmente
cierto.
Su religión me parecía
extremadamente egoísta porque cada uno pedía sobre todo salvación para sí mismo,
pero cuidando muy poco de lo que sería del resto.
En cambio un sentimiento mucho mejor
encontré en la casa del rabino judío, cuya vida familiar era muy armoniosa, y
también encontré esa armonía entre los indios rojos; porque cuando una vez, y
sin ningún acompañante, emprendí una excursión a caballo entre las tribus
Senerca, Shawnees y Choktaw, encontré allí la amabilidad y la hospitalidad más
admirables y me aseguraron que el "Gran Espíritu" (quien supongo que
es el espíritu del amor fraternal) residía con ellos.
EXPERIENCIAS
CON EL ESPIRITISMO
Hasta ahora había sido un enemigo
del espiritismo, porque me habían dicho que todos los fenómenos
"espiritistas" habían sido producidos por engaños y fraudes. Y por
consiguiente yo consideraba que un creyente en el espiritismo era un ingenuo
que veía los productos de su propia imaginación en forma de fantasmas en cada
esquina.
Sin embargo, mi curiosidad me llevó
a visitar una cierta "sesión de materialización" realizada por una
médium llamado Mrs. Rice o Mrs. Holmes (no me acuerdo bien de su nombre). Y
allí vi los fenómenos más impresionantes de apariciones tangibles y
materializaciones de fantasmas, conocidos como los espíritus de Katie King y
algunos otros.
Por lo tanto me interesé por estas
cosas y fui a escuchar las conferencias del profesor Peebles, y la filosofía
que él enseñó me pareció muy racional y plausible, pero derrocó todas las
teorías materialistas de Buchner y Comte.
Justo en ese momento tuve una
paciente que se llamaba Katie Wentworth. Era una mujer casada altamente
consumada, con sangre inglesa e india en sus venas. Ella no creía en el
espiritismo y no estaba dispuesta a dar crédito de los relatos que le mencioné
que yo mismo había presenciado, pero con el propósito de ver "si había
algo de cierto en eso", ella consintió sentarse conmigo, y después de su
recuperación mantuvimos frecuentes sesiones juntos.
Al principio, los fenómenos eran
insignificantes y las comunicaciones recibidas eran pueriles, pero después de
un tiempo otros espíritus fueron atraídos y ahí obtuvimos los resultados más
sorprendentes. Mi amiga Katie Wentworth se convirtió en uno de los médiums más
notables para todo tipo de manifestaciones, incluyendo trance, materialización,
levitación, escritura directa, etc. Y quizás, debido a su presencia, yo mismo
me volví hasta cierto punto clarividente y clariaudiente, y disfruté mucho la
relación con los "difuntos" que venían a visitarnos.
Acostumbrado a ir a los extremos,
ahora dediqué casi todo mi tiempo a la lectura de libros sobre espiritismo,
como las obras de Andrew Jackson Davis, Hudson Tuttle, el juez Edmonds y muchos
otros. Y en ese tiempo mis principales diversiones fueron mis sesiones con mi
amiga y con otros médiums que en ese periodo también había conocido. Y algunas
de mis experiencias durante ese tiempo ya las he descrito en otro artículo de
esta revista, y tomaría demasiado espacio repetir esas anécdotas.
Los logros de Katie Wentworth como
médium pronto se hicieron conocidos entre los espiritistas, por lo que ella
recibió invitaciones para celebrar sesiones espiritualistas de todos lados y
aceptó muchas de ellas. Pero la consecuencia fue que ella fue continuamente
vampirizada por esos fantasmas y perdió su vitalidad y quedó paralizada y
murió.
Y la constatación de que estos
"espíritus" no eran lo que ellos afirmaban ser, se demostró
claramente por el simple hecho de que incluso media hora antes de la muerte de
esa dama, aparecieron espíritus que pretendían ser algunos de los médicos más
célebres que habían vivido en la Tierra, e hicieron recetas e insistieron de
que ella no corría ningún peligro.
EL
SALVAJE OESTE
Quizás hubiera sido bueno para mí,
si me hubiera quedado en Nueva Orleans, pero el deseo de cambio y aventuras,
junto con los exaltantes informes que me llegaron de Texas, me indujeron a ir a
ese país. Además estaba cansado de la vida urbana y anhelaba visitar el
"Salvaje Oeste".
Fui allá en 1873 y tuve muchas
aventuras. Por ejemplo un vaquero borracho y juguetón mató a tiros a mi caballo
mientras cabalgaba por la calle en Fredericksburg, unos días después de mi
llegada.
Había una guerra continua entre los
ladrones de ganado, y siendo los vaqueros buenos tiradores, mis servicios para
realizar investigaciones a veces eran más demandados que mi ayuda para atender
a los heridos.
Había mucha gente pobre en ese país,
y muchas noches oscuras tuve que recorrer muchos kilómetros a través de la
lluvia torrencial y salpicando barro para ver a algún paciente, pero no recibí
ninguna remuneración por ello.
Sin embargo, viví la vida en ese
lugar y la disfruté por completo durante cinco años, y todavía pienso con
placer en muchos hermosos paseos por las praderas en las noches iluminadas por
la luna, y en las numerosas aventuras emocionantes que viví, relatos que
desafortunadamente debo omitir ya que me obligarían a escribir, no un artículo,
sino un libro completo.
Finalmente, sin embargo, las
molestias predominaron sobre los placeres, y dejé ese país de mosquitos y me
fui a Colorado en 1879, donde me instalé por un momento en Georgetown, y me
sentí inmediatamente como en casa en las Montañas Rocosas, porque tenían cierta
semejanza con mis amados Alpes bávaros, solo que la vegetación en las Montañas
Rocosas era mucho más pobre, debido a su mayor elevación sobre el mar.
Como este es un país minero, no pasó
mucho tiempo antes de que me indujesen a ser el feliz poseedor de una mina de
oro y plata, pero la cantidad de mineral que contenía era tan poca que no
pagaba el trabajo, y después de haber perdido varios miles de dólares con la
ayuda de "clarividentes" que afirmaban que me encontraba muy cerca de
encontrar todo un tesoro, finalmente abandoné la minería y todas las
aspiraciones de convertirme en millonario en esta encarnación.
Durante mi estadía de cinco años en
Colorado tuve muchas experiencias maravillosas en ocultismo y espiritismo,
algunas de las cuales ya he mencionado en esta revista y de las cuales podría
escribir un libro completo.
Allí fui curado por medio del poder
espiritual, de un problema de salud que me habían causado en mi infancia por la
abominable práctica de la "vacunación". Y que por más remedios que
había buscado, nada había servido para solucionarlo.
Allí también conocí a la Sra. N.D.
Miller, de Denver, quien fue uno de los médiums materializadores más notables
que jamás hayan existido, y como a veces ella se quedaba en mi casa, tuve la
oportunidad de presenciar los fenómenos más interesantes.
Los fantasmas totalmente
materializados se convirtieron en mis compañeros casi diarios, y a veces
trajeron algas frescas del océano lejano. Yo mismo fui levitado al techo y
transportado por el aire. En resumen, todos los fenómenos espirituales ahora
bien conocidos ocurrieron bajo condiciones de prueba que no dejaron ninguna
duda de que si fueron reales.
Yo creía y sigo creyendo en estos fenómenos,
porque no puedo repudiar lo que realmente he experimentado y conocido, así como
cualquier otro hecho en mi vida diaria. Pero mi experiencia con mi amiga Katie
Wentworth ya me había enseñado que estos fenómenos probablemente no siempre
fueron causados por los espíritus de seres humanos difuntos, y que
seguramente a menudo se originaron por fuerzas o poderes ocultos pero
inteligentes, aunque desconocidos en la actualidad por los científicos.
Mi deseo era saber la causa de tales
cosas. No tenía ninguna duda de que en algunos casos, especialmente en los
suicidios o las muertes repentinas, las almas de los asesinados, aún atados a
la Tierra por sus propios deseos incumplidos, podían comunicarse con los
mortales. Yo mismo había recibido una gran prueba de ello, y especialmente la
siguiente experiencia me causó una fuerte impresión:
Fui elegido forense para el distrito
de Clear Creek Country, al que pertenece Georgetown, y era mi deber ordenar y
realizar una investigación en casos de muerte súbita. Sin embargo, una mañana
en una ciudad no muy lejos de donde residía, un médico se suicidó envenenándose
con morfina. Yo estaba debidamente informado de ello, pero perdí el primer tren
para ir a ese lugar, y cuando llegué por la tarde, los otros médicos ya habían
diseccionado el cuerpo y lo habían cortado en pedazos sin esperar hasta que se
enfriara.
Esa noche el suicida se aparición ante
mí. Él estaba en una forma horriblemente mutilada y parecía sufrir mucho.
Parece que su cuerpo astral aún no se había separado de su forma material en el
momento de la disección. Y la aparición pudo haber sido producto de mi
imaginación, pero pareció extremadamente real.
Aproveché todas las oportunidades
para quedarme en casas que tenían fama de ser perseguidas por fantasmas, y tuve
algunas experiencias notables, pero los fantasmas que vi u oí mostraron muy
poca o ninguna inteligencia. A veces parecían pájaros de enorme tamaño, sus
pasos eran audibles y se podía sentir la agitación de sus alas.
ENCUENTRO
CON LA TEOSOFÍA
Mientras mi perplejidad estaba en su
punto más alto y me desesperaba la posibilidad de saber algo seguro sobre estas
manifestaciones, un número de la revista The
Theosophist, que es un diario editado por H.P. Blavatsky y publicado en la
India, cayó en mis manos. Contenía un artículo que describía la constitución
séptuple del hombre y los siete principios en el universo.
Esto me llegó como una revelación, ya
que parecía proporcionar la clave de esos misterios cuya explicación había
buscado en vano durante tanto tiempo. Y yo estaba encantado con este
descubrimiento, y mi mayor deseo ahora era conocer personalmente a esa señora y
aprender más de ella sobre los secretos de la vida y la muerte.
Le escribí, y unas semanas después
tuve un sueño vívido. Soñé que veía una carta con la dirección escrita en una
letra desconocida para mí y con un sello extraño pegado en el lado equivocado.
Fui a la oficina de correos y allí encontré esa carta idéntica en mi casilla
con el sello postal en el lado equivocado. Era una carta de Adyar, escrita por
el coronel H.S. Olcott, el presidente de la Sociedad Teosófica, quien en nombre
de su Maestro me invitaba a ir a la India y colaborar con él. Y algunas
palabras amables fueron añadidas por Madame Blavatsky.
Por supuesto, después de tal
invitación, no tenía ganas de permanecer más tiempo en los Estados Unidos de
América o continuar con la práctica de la medicina, y en el mes de septiembre
de 1883, salí de Colorado y partí para California con el propósito de navegar hacia
la India. Me detuve un momento en Salt
Lake City para estudiar la vida de los mormones, y continué mi camino a San
Francisco.
Ahora bien, mi experiencia me ha
enseñado que si una persona desea dar un paso adelante en el camino hacia el
progreso en la espiritualidad, siempre surgirán obstáculos internos y externos
grandes e imprevistos para dificultar el camino.
Y así también me sucedió en esa
ocasión, porque mientras me quedaba en San Francisco me enamoré
desesperadamente de una joven hispanoamericana. Ella era muy hermosa y la
criatura más encantadora que hubiera hecho tentar incluso a un ángel del cielo,
y aún más para confundir el buen sentido de un pobre pecador como yo.
Ella me pareció el ideal de una
mujer tal como lo había ideado en mis sueños.
"Conchita" se llamaba. Y la sensualidad y el encanto por un
lado, y la vieja Dama Blavatsky y la espiritualidad por el otro, fue para mí
una lucha difícil de decidir. Pero al final el deseo de conocimiento ganó la
victoria sobre el deseo del amor. Por lo que me aparté del objeto de mi pasión,
y el 11 de octubre de 1883, salí de California a bordo del SS Coptic, con destino hacia
Hong Kong.
Mis aventuras y experiencias en el
viaje y durante mi estadía en la India han sido descritas, hasta cierto punto,
en mi novela “La imagen que habla de Urur”,
una historia humorística que apareció primero en la revista inglesa de Madame Blavatsky
“Lucifer” y que luego se publicó como
un libro. Este libro sin embargo ahora está agotado. Y fue escrito con el
propósito de mostrar que "de lo sublime a lo ridículo solo hay un
paso".
El 4 de diciembre de 1883, llegué a Madrás,
y de ahí fui a Adyar donde Madame Blavatsky me dio la bienvenida a "mi
futuro hogar", tal como ella lo expresó. La sede de la Sociedad Teosófica,
donde ella vivía, estaba muy bien ubicada, cerca del río Adyar y a poca
distancia del mar. Consistía en un bungalow con algunas dependencias y estaba
rodeada por un gran parque que contenía palmeras, mangos y otros árboles. La
parte inferior de la casa de dos pisos era para uso de los miembros de la
Sociedad Teosófica, y un cuarto en el segundo piso lo ocupaba Madame Blavatsky.
MADAME
BLAVATSKY
Ya se ha escrito mucho sobre H.P.
Blavatsky, aunque podría tal vez, ser excusado de ahora agregarle algo,
especialmente porque estoy bastante seguro de que nadie podrá juzgar su
carácter extraordinario correctamente, a menos de que haya sido íntimamente
familiarizado con ella.
Para un ocultista, capaz de ver
"más allá del velo", su personalidad era extremadamente interesante.
Para mí, ella siempre apareció como un gran espíritu, una sabia e iniciada que
habitaba el cuerpo de un niño caprichoso adulto, muy amable en general, pero
también a veces muy irascible, ambiciosa y de temperamento impetuoso, pero
fácil de llevar y sin importarle para nada los convencionalismos de cualquier
tipo.
En su aspecto superior, ella parecía
estar en posesión de la más alta sabiduría oculta y de un conocimiento obtenido,
no por la lectura de libros o por la racionalización, sino por la iluminación
interior y la percepción directa de la verdad.
Ella parecía saberlo todo sin haber
leído nunca nada, y como si todo el universo fuera para ella como un libro
abierto. Además ella se mostraba tan habil en el plano astral como en el plano
físico. Sin embargo, ella no pretendía ser una experta en nada, sino solo un
instrumento consciente de un poder inteligente superior a su propia
personalidad.
Ella solía decir:
-
"Mi aprendizaje es de mi
Maestro. Yo no soy más que un reflector de la luz luminosa de él."
Para mí, parece que este Maestro era
su propio ser superior y que todos tienen una luz oculta dentro de su propia
alma, pero no todos son conscientes de ello.
Se puede comparar a los hombres y a
las mujeres con linternas en las que existe tal luz; pero en algunos es solo
una chispa que aún no se ha descubierto, mientras que en otros la mecha arroja
un brillo tenue, y en algunos otros casos da una luz brillante que brilla a través
del cristal.
Y muchos de los que presumieron
juzgar el carácter de Madame Blavatsky solo podían ver el brillo de la
"linterna", pero estaban ciegos a la luz contenida en ella.
Así, Madame Blavatsky parecía ser
dos o más personas diferentes que se manifestaban en un solo cuerpo, y no tengo
dudas de que su ser interno real o permanente estaba en comunicación con otras
inteligencias superiores existentes, y que así podían comunicar sus
conocimientos a través de ella.
Estas Inteligencias o Maestros, ella
afirmó que eran ciertos Adeptos que aún vivían en el Tíbet y poseían grandes
poderes ocultos, como impresionar en las mentes a distancia con lo que ahora se
llama "telepatía", o salir en sus formas astrales y materializarse, o
utilizar a sus discípulos para la producción de fenómenos ocultos, etc.
Todas esas cosas, que hace algunos
años parecían increíbles, ahora parecen bastante posibles gracias a las
recientes investigaciones en las ciencias ocultas, las cuales han arrojado bastante
luz sobre este tema. Y mi propia experiencia en esta línea me ha convencido de
que tales Maestros existen.
Por ejemplo, he estado presente en
ciertas ocasiones cuando el Maestro se le apareció a ella, y ella habló con él.
Yo no podía verlo con los ojos, pero sentía su presencia, y su influencia
impregnó todo mi ser y me llenó de una sensación de felicidad indescriptible
que duró varios días. Y su poder despertó dentro de mí un estado superior de
conciencia, y me hizo sentir en ocasiones como si esa consciencia fuera mía y
yo mismo fuera el Maestro.
Se han escrito muchas tonterías
sobre los fenómenos ocultos producidos por Madame Blavatsky, por parte de sus
enemigos y por otros que les daban una importancia indebida. Ella no era un
"médium espiritual" produciendo fenómenos bajo condiciones de prueba
con el propósito de probar su realidad, ni recibió ningún dinero por ello.
Todos los fenómenos que presencié en
su presencia fueron indudablemente genuinos, pero si es cierto que
ocasionalmente se ayudaba de los espíritus quienes jugaban algún truco. Sin
embargo no la criticaría demasiado severamente por eso, debido a que su único
propósito era inducir a las personas a estudiar las leyes superiores de la
vida, a elevarlas a una concepción más avanzada de la verdad eterna y
enseñarles a pensar por ellas mismas.
Ella quería llamar la atención del
mundo por todos los medios posibles a las enseñanzas superiores que le fueron
dadas por los Maestros, y los fenómenos no eran para ella más que los dulces,
con los cuales ella incitaba a las personas para querer aprender más sobre esos
temas. Y también se puede afirmar que las acusaciones que le hicieron las
personas ignorantes y no espirituales a menudo eran de un absurdo increíble y
extremadamente egoístas.
Hubo uno que insistió en que ella debía
contactar con los santos del Himalaya para que le aseguraran que su esposa diera
a luz a un hijo, otro para que le consiguiera una cita de pago en una oficina
del gobierno, otro quería encontrar un comprador para su casa, otro quería un
buen lugar para abrir una tienda de venta de queso, etc. Y si tales
"buscadores de la verdad" no recibían una respuesta favorable, pronto
se convertirían en sus enemigos, pero ellos no tenían nada que ver con las
enseñanzas de la sabiduría.
Por lo tanto, no es de sorprenderse
que H.P. Blavatsky a veces se divirtiera burlándose de esos tontos. De hecho,
su sentido del humor era muy bueno, y uno de sus lados objetables era que le
encantaba hacer ese deporte incluso con sus mejores amigos. Y aunque ella,
hasta donde yo sé, nunca había tomado lecciones de dibujo, a veces dibujaba
caricaturas que no carecían de valor artístico y retratos fácilmente
reconocibles.
Uno de ellos representa el examen
para la iniciación de un miembro destacado de la Sociedad Teosófica. Evidentemente
el candidato fue incapaz de responder las preguntas que el maestro KH le hizo,
y miró con una mirada melancólica una botella de champán y una bailarina, como
si fuera muy reacio a abandonar los placeres de esta vida.
Y con relación a la iniciación,
Madame Blavatsky hizo un dibujo donde un elemental sostiene una vela, y a lo
lejos está el Maestro M. y aún más lejos, ella, sentada sobre un elefante.
LA
INICIACIÓN
Caricatura
dibujada por Blavatsky
Ya en el primer día después de mi
llegada a Adyar recibí a través de Madame Blavatsky una prueba inesperada e irrefutable
de sus poderes. Fui a su habitación y la encontré escribiendo. Sin desear
molestarla, me senté cerca de la ventana y pensé en una amiga mía que había muerto
en Galveston hace unos años atrás, preguntándome qué había sido de ella.
Noté que Madame Blavatsky giró su
papel y parecía jugar con su lápiz en un estado de distracción con una mirada
lejana. Luego me entregó el papel, y éste contenía la respuesta a mi pregunta
en la forma de un dibujo que representaba el cadáver de mi amiga extendido en
el suelo y un elemental parado a su lado, observando el escape del alma astral,
mientras el paso de su espíritu a las esferas superiores estaba indicado por un
arcoíris.
Y evidencias similares de su poder
oculto recibí a menudo. Algunas veces era por medio de la escritura directa
producida por alguna entidad invisible. Y cartas enteras escritas de esa manera
fueron encontradas en mi escritorio cerrado. Pero estos fenómenos no eran nada
nuevo para mí, ya que los había visto a menudo en los Estados Unidos durante mi
incursión en el espiritismo. Por lo que no los miré con sospecha de que se
tratara de un engaño. Truco o no truco era lo mismo para mí, porque yo solo
estaba interesado en el contenido de las cartas y no en la forma en que éstas fueron
escritas y enviadas a mí.
Vi una gran cantidad de fenómenos
ocultos que tuvieron lugar en su presencia. Pero lo más sorprendente de todos
los fenómenos fue para mí el hecho de que ella pudo escribir artículos sobre
temas ocultos para la revista The
Theosophist y entregar sin ninguna preparación previa conferencias públicas
que encontraron audiencias interesadas y apreciativas en la India y luego en
los Estados Unidos, Alemania y Italia. Y
esto a pesar de que ella nunca había hablado en público antes de llegar a la
India.
ESTANCIA
EN LA SEDE DE ADYAR
Además de mí y Blavatsky, había también
presentes en la sede, el coronel Olcott quien era el presidente de la Sociedad
Teosófica, un escocés de aspecto muy serio llamado W.T. Brown, algunos discípulos
hindúes (Damodar Mavalankar, Bavadjee, Ananda, etc.) quienes se decía que
estaban en posesión de facultades psíquicas extraordinarias, y por último pero
no menos importante, un francés y su esposa, Monsieur y Madame Coulomb, quienes
eran los trabajadores domésticos del lugar.
Más tarde llegaron otros visitantes:
el Sr. St. George Lane Fox, William Judge, el Sr. Leadbeater, la Sra.
Cooper-Oakley y otros.
También recibimos visitas frecuentes
del Sr. Subba Row quien era un gran ocultista y amigo de Madame Blavatsky; pero
como no estoy escribiendo una historia de la Sociedad Teosófica de aquellos
tiempos, y como el Coronel Olcott ha considerado prudente no referirme en sus Hojas del Diario a ese período de mi
actividad en Adyar, no entraré en detalles, sino que simplemente mencionaré las
personas señaladas anteriormente como testigos de ciertos eventos importantes
que tuvieron lugar en ese momento.
Este fue el tiempo de las
"cartas ocultas" que habían sido escritas o enviadas por los Maestros
de los Himalayas. Y nosotros vimos como tales cartas se formaban repentinamente
en el aire, o se encontraban inesperadamente sobre la mesa o en cajones cerrados,
y contenían órdenes e instrucciones para la gestión de los asuntos de la
Sociedad Teosófica.
Yo, al igual que otros, recibí
numerosas cartas de ese tipo, algunas escritas en tinta roja, otras en azul y
otras en verde. Por lo general, aparecían cuando se necesitaba algun consejo, y
los siguientes extractos pueden servir como ejemplo. La carta adjunta se
encontró en mi escritorio el 5 de febrero de 1884, mientras el Coronel Olcott y
Madame Blavatsky estaban a punto de viajar hacia Europa:
« ¡Amigo!
Me pareces que eres el único que es completamente
racional entre los Pelengs
[Occidentales] que ahora se encuentran en la sede. Por lo tanto, y con miras a
una variedad de emergencias inesperadas que preveo en el futuro, debo pedirte
que muestres tu devoción por la causa de la verdad al aceptar el timón del movimiento
teosófico.
Si sé algo, es que te encuentras completamente
libre de esos prejuicios y predilecciones que generalmente hay en el camino de
una búsqueda tranquila y desapasionada del objetivo principal de la Sociedad, y
también consideras la plena igualdad entre los humanos como hermanos, y una
total despreocupación por las fantasías que se inventan en las religiones ya
sean exotéricas o esotéricas.
Por lo tanto, si consientes
amablemente en ocuparte de los intereses teosóficos durante la ausencia de
Henry Olcott y Upasika (Blavatsky), haré que él te escriba una carta oficial para
que te atribuya más poder oficial que los demás para darte una autoridad más
firme que la que tendrías de otro modo con un simple título informal compartido
por tantos otros. . . . Y con tu nueva autoridad te pido que hagas lo mejor en el
interés por la verdad, la justicia y la caridad. . . .— M. C. »
Esta carta no fue recibida bajo
condiciones de prueba, pero como se indicó anteriormente, fue encontrada en mi
escritorio, y Madame Coulomb pudo haberla dejado allí subrepticiamente; pero si
tenía alguna duda con respecto a la posibilidad de la "precipitación"
de tales cartas desde el plano astral o de la formación de objetos físicos por medio
de los poderes mágicos, el siguiente incidente sirvió para destruir mis dudas.
H.P. Blavatsky comenzó su viaje a Europa
y la acompañé a Bombay. Fui con ella a bordo del barco de vapor y luego regresé
a mi habitación. Y antes de dejar Adyar, ella me había entregado un regalo por
parte del Mahatma, que era una especie de amuleto en forma de moneda con
inscripciones en letras tibetanas.
Mientras estaba solo en mi
habitación en Bombay, pensé en comprar una cadena de oro o algo con lo que
ponerme ese amuleto alrededor del cuello. Y en ese momento, pensé que una cinta
de seda respondería mejor para ese propósito. Y mientras meditaba sobre eso,
algo revoloteó en el aire y cayó al suelo ante mis pies. Era una cinta de seda
color rosa de exactamente la longitud requerida, con los extremos retorcidos y
lista para usarse. Y esa cinta no fue un espejismo y no desapareció después, ya
que la usé durante muchos meses.
Puedo, quizás mencionar aquí algunos
fenómenos ocultos presenciados en mi estancia en la India. En una ocasión, dos
yoguis vinieron y recitaron algunos mantras. Su canto parecía hacer vibrar la
parte espiritual de la atmósfera, y la sala pronto se llenó de entidades de un
tipo curioso, flotando en el aire como peces nadando en el agua. En mi opinión,
sus formas eran indistintas, pero lo suficientemente definidas para verlas
cambiar y asumir diferentes formas de animales, pero no como las que se
encuentran en la historia natural de nuestro globo.
En otra ocasión, un faquir tomó dos
trompetas y poniéndolas cada una a un lado de su cuello, nos dio un concierto. No
hace falta decir que el faquir no tenía agujeros en el cuello; y yo sospecho
que debe haber sido por medio de un "aliento espiritual" a partir del
cual se originó el sonido.
Nuevamente en otra ocasión, fui
invitado con el Sr. St. George Lane Fox y el Sr. Ezekiel a la casa del juez
Khandalavala, un Parsee en Poona, para ver la actuación de un faquir. El cuarto era grande y en medio había un
incensario para quemar incienso, frente al cual el faquir tomó asiento. Antes
de que comenzaran las ceremonias, el juez le preguntó al faquir si le
permitiría traer a sus damas a la sala para ver la exposición.
Pero el faquir se negó diciendo que
la presencia de mujeres dificultaría la producción de los fenómenos. Sin
embargo, el juez, tal vez suponiendo que eso era un mero prejuicio por parte
del faquir, solo obedeció en parte al mandato, ya que colocó a las damas en una
habitación contigua, en una ventana desde la que podían ver todo lo que estaba
sucediendo sin que ellas pudieran ser vista por el faquir, a quien le dieron la
espalda de esa manera.
El faquir comenzó sus
encantamientos. Parecía estar inusualmente excitado y transpiraba intensamente.
Finalmente tomó un cuchillo y se sacó la lengua con los dedos de la boca, se cortó
una gran parte de ella. Esta porción la sostuvo sobre las brasas, para
mantenerla caliente, mientras que nosotros examinábamos cuidadosamente el muñón
restante de su lengua.
No había una gota de sangre, pero la
lengua ciertamente estaba cortada. Después del examen, el faquir reemplazó la
pieza cortada y todo estaba tan sano como antes, pero se negó a continuar con
otros fenómenos, diciendo que había una cierta influencia que abstraía su poder
de tal manera que ya no se atrevía a intentar otros fenómenos.
Ahora me parece que esta
circunstancia es aún más satisfactoria para probar la autenticidad de esos
fenómenos que el examen de la boca del faquir, ya que todos sabemos que las
mujeres son atractivas para los hombres, y por lo que señalo el faquir, lo que ellas
atraen de ellos parecen ser los elementos necesarios para la producción de sus artes
mágicas.
De otros fenómenos que ocurrieron en
ese viaje, solo mencionaré que mientras viajaba en el ferrocarril con Madame
Blavatsky, ella me pidió que le mostrara un manuscrito que yo había escrito esa
mañana y que estaba guardado en mi maletín. Lo saqué y se lo entregué. Ella lo
miró sin mover las manos, pero cuando me lo devolvió, vi que se le habían
agregado algunas observaciones en tinta negra de alguna manera misteriosa.
Ahora, regresando a los eventos que
sucedieron en Adyar. Después de acompañar a madame Blavatsky a su barco. Regresé
a Adyar en compañía del Sr. Lane Fox, y ahora las nubes oscuras comenzaron a
congregarse sobre la Sociedad Teosófica.
Poco después y esto por medio el
fax, Madame Blavatsky se había peleado con los Coulomb y los había despedido. Estos
se pusieron del lado del clero y atacaron a Madame Blavatsky acusándola de
producir sus fenómenos con trucos, y como la persona acusada en ese momento se
encontraba en Europa, el deber de defenderla a ella y a la Sociedad Teosófica
cayó sobre mí.
Lo cual fue más difícil de lo que me
esperaba ya que las trampas recién hechas y los recovecos ocultos,
evidentemente construidos por el señor Coulomb con el propósito de desprestigiarla,
se encontraron realmente, aunque lo recién de estas construcciones mostraba que
nunca se habían utilizado
Y para culminar el clímax, el Sr.
Richard Hodgson fue enviado a Adyar en ese momento por la "Sociedad para
la Investigación Psíquica" con el propósito de investigar estos fenómenos
y descubrir si realmente existían los Mahatmas.
Ese hombre era en ese momento un
gran escéptico e incrédulo, aunque algunos años después se convirtió en un
líder de los espiritistas en América y en un defensor de su fe; pero en ese
momento no creía en nada, excepto lo que le dijo la señora Coulomb, quien acusó
a Madame Blavatsky de engaño, y la señora Coulomb afirmó que ella misma había
participado en esos engaños.
Durante todo ese tiempo llegaron
"cartas ocultas" que cayeron del techo o se encontraron en cajones y
escritorios cerrados, y en una de estas cartas con fecha del 27 de abril de
1884, y ante cualquier sospecha sobre la autenticidad del fenómeno, se me
escribió lo siguiente:
« Durante algún tiempo la mujer (Coulomb) ha abierto una
comunicación con los enemigos de la causa. Por lo tanto, ella insinúa la
existencia de trampas y trucos. Además,
cuando sea necesario, se encontrarán trampas construidas por ellos, ya que han
estado elaborándolas durante algún tiempo. Ellos (los Coulombs) tienen plena
entrada y control de las instalaciones. El señor es inteligente y astuto, un
hábil artesano, un buen mecánico y carpintero, y también es bueno con las
paredes. . . .— M. C. »
Ahora bien, no tiene sentido que
Madame Blavatsky hubiera redactado esta carta ya que en ese momento ella se
encontraba ausente. Y tampoco tiene sentido que si ella hubiera tenido algo que ver con la fabricación
de esas trampas, nos hubiera dado esa pista, y tengo más la convicción de que esas
trampas fueron hechas por los Coulombs con el propósito de ser utilizadas para
acusar a Blavatsky después del regreso del coronel Olcott.
Al recibir la carta anterior, se
realizó una búsqueda y se encontraron las trampas, y por lo tanto, se produjo
la "gran exposición" que causó un escándalo y dio a conocer la
existencia de la Sociedad Teosófica y las enseñanzas teosóficas en todo el
mundo, y la consecuencia fue que miles adquirieron y leyeron los libros de
Madame Blavatsky y se familiarizaron con sus puntos de vista, mientras que de
lo contrario podrían haber permanecido en la ignorancia de estas cosas toda su
vida.
El 17 de diciembre de 1884, el
coronel Olcott y Madame Blavatsky regresaron de Europa. Los ataques contra ella
continuaron y ella cayó muy enferma. Hacia fines de marzo su condición se
volvió tan grave que se llamó a consulta a varios médicos de Madras, y ellos
concluyeron que ella ya no podría vivir más que hasta el día siguiente.
Ante eso, el Sr. Cooper-Oakley fue a
Madras la misma noche para obtener un permiso para la cremación de su cuerpo,
pero a la mañana siguiente Madame Blavatsky se levantó sintiéndose bastante
bien, y ella dijo que durante la noche el Maestro la había visitado y le había
dado una nueva oportunidad de vida.
Los misioneros siempre deseaban
encontrar cargos contra ella, para llevarla a un Tribunal de Justicia, pero al
no encontrar ninguna acusación válida, entonces presentaron cargos de calumnia
contra un miembro prominente de la Sociedad Teosófica (el General Morgan) con
la esperanza de así arrastrar a Madame Blavatsky como testigo ante el Tribunal,
y en cuyo caso sin duda ella habría sido multada por desacato, porque debido a
su temperamento incontrolable, seguramente ella habría dado una ocasión para eso.
REGRESO
A EUROPA
Para evitar un asunto tan
desagradable, se consideró prudente enviar a Blavatsky a Europa, y se me pidió que
me hiciera cargo de ella. Por lo tanto, tomamos un pasaje a bordo del barco Tibre, y el 1 de abril de 1885, comencé
con ella, un viaje hacia Nápoles acompañados por el Sr. Bavadjee y Miss Mary
Flynn.
Durante nuestro viaje hubo una continuación
de los fenómenos ocultos. Por ejemplo, con frecuencia por las mañanas se
encontraban en su mesa montones de hojas con notas que hacían referencias a los
escritos de H.P. Blavatsky sobre su obra La
Doctrina Secreta que en ese momento ella estaba escribiendo. No puedo decir
si ella misma los escribió en un estado de sonambulismo, o si esos papeles se
los enviaron por medios ocultos desde el Tíbet.
El 23 de abril de 1885 llegamos a
Nápoles donde un “guía” nos llevó a un hotel. Madame Blavatsky que no se sentía del todo bien, no quería subir muchas
escaleras y pidió una habitación en la planta baja o en el primer piso. Ahí no había
cuartos desocupados, pero el gerente dijo que él podía darnos dos habitaciones
en el segundo piso por quince francos por día. Hicimos el trato y luego
comenzamos a subir las escaleras.
Primero fue el "Parterre", luego vino el "Alto Parterre", luego fue el "Mezzanin", luego el "primer
piso" y finalmente fue el "segundo piso", que en realidad resultó
en la practica ser un quinto piso. Y cuando a la mañana siguiente fui a pagar
la factura, descubrí que había olvidado hacer la estipulación de con "tutto compreso" (todo incluido), ya
que nos cobraron no solo los quince francos por las habitaciones, sino también
un precio extra por cada pieza de muebles contenidos en las habitaciones, de
modo que la factura ascendía a ochenta y cinco francos, sin incluir la comida.
Por supuesto, no había nada más que hacer, sino quejarse y pagar.
Inmediatamente salimos de Nápoles y
encontramos habitaciones más hospitalarias en el Hotel Vesuvio en la Torre del
Greco, donde permanecimos durante un mes. El temperamento de Madame Blavatsky
durante ese tiempo no fue del más dulce; ella estaba continuamente irritada por
las acusaciones sobre los escándalos que se le habían hecho contra ella,
regañaba a los sirvientes y maltrataba a sus amigos o los alababa de acuerdo
con su estado de humor cambiante.
El clima era frío, y ver los fuegos del
Vesubio brillar a cierta distancia, que en ese momento estaba en erupción,
mientras nosotros no teníamos estufas con que calentarnos, era algo provocador.
Después de algunas semanas, Madame
Blavatsky se fue a Wurzburg y yo fui a Kempten (Baviera) para visitar a mis
familiares y echar un vistazo al lugar donde pasé mi juventud. Busqué en vano a
mis amigos y conocidos de antaño, pero solo encontré sus nombres en grandes
números inscritos en las lápidas del cementerio.
Posteriormente visité a Madame Blavatsky
varias veces en Wurzburg y en Londres, donde ella murió el 8 de mayo de 1891,
después de una breve enfermedad y media hora después de que su médico la
declarara fuera de peligro.
Ella siguió siendo un enigma para
todos hasta el final.
En ese momento yo estaba muy lejos
en Austria, pero durante la noche después de su muerte tuve un sueño simbólico
indicando ese evento, y por lo tanto no me sorprendió cuando algunos días después
recibí la confirmación por carta. La visión era de un águila que regresaba a su
hogar en el cielo.
Mi intención era regresar a América.
Me había cansado del movimiento teosófico, debido a la posición que yo ocupaba
en la Sociedad Teosófica, y que consistía en derrotar los ataques de sus
enemigos, disputar con misioneros y discutir con investigadores psíquicos.
Anhelaba la paz y la soledad de las
praderas de Texas, donde uno siente con tanta fuerza la presencia del infinito,
y la sublimidad de los picos de las Montañas Rocosas que parecen elevarnos por
encima de las cosas sin valor de esta vida y para acercarnos al cielo.
ENCUENTRO
CON LOS ROSACRUCES
Estaba casi listo para irme, cuando,
debido a un conjunto de circunstancias demasiado largo para explicarlo
brevemente, conocí a un ocultista que era el líder de un pequeño grupo de
rosacruces reales.
Cuando entró por primera vez en mi
habitación, reconocí de inmediato su rostro como uno que ya había visto en una
visión la noche del 1 de enero de 1884, mientras estaba medio despierto en mi
sofá en Adyar. Me pareció en ese momento
que una gran serpiente (que es el símbolo de la sabiduría) estaba enrollada a
un lado de mi cama, con la cabeza erguida, mirándome severamente. Y esa cabeza
era la cabeza del hombre que conocí, y sabía que un rayo de sabiduría vendría a
mí con su ayuda.
Me quedé en Kempten, y él me
presentó a sus amigos. Asistí a sus reuniones y me convertí en uno de sus
discípulos y seguí sus instrucciones durante muchos años. Estas personas no se llamaban a sí mismas
"Rosacruces" pero por sus actos lo eran.
No eran personas cultas, sino en su
mayoría eran tejedores en una fábrica, donde tenían que trabajar desde temprano
hasta tarde por un salario muy bajo. Los dos líderes ni siquiera sabían leer ni
escribir, y sin embargo parecían conocer los misterios contenidos en los libros
de los místicos y en los escritos de H.P. Blavatsky.
Ellos sabían estas cosas, no por estudios,
sino por revelación interior, y su enseñanza no consistía en dar información de
lo que otras personas habían enseñado o incluso de lo que ellos mismos habían experimentado,
sino mostrando el camino que conduce a la percepción directa de la verdad y
preparando al discípulo para recibir esta revelación dentro de sí mismo.
Raramente respondían preguntas para
satisfacer la curiosidad, pero en cambio indicaban cuál tenía que ser la forma
de meditar para encontrar la respuesta por uno mismo, y la guía se llevaba a
cabo no tanto por medios externos o consejos verbales, sino por visiones
simbólicas percibidas durante los sueños o en un estado de meditación, o
incluso por signos y letras que aparecían visiblemente sobre la piel.
Ya que el estado del alma se expresa en formas e imágenes, y si nosotros aprendemos a leer estas imágenes correctamente, podremos conocer el estado de nuestra condición interior y actuar para mejorarlo en consecuencia; tal como un jardinero que al observar sus plantas, sabe lo que debe de cultivar y lo que debe de cortar.
Ya que el estado del alma se expresa en formas e imágenes, y si nosotros aprendemos a leer estas imágenes correctamente, podremos conocer el estado de nuestra condición interior y actuar para mejorarlo en consecuencia; tal como un jardinero que al observar sus plantas, sabe lo que debe de cultivar y lo que debe de cortar.
Así, un estado de conciencia más
alto y más interior comenzó a amanecer gradualmente dentro de mi mente como el
amanecer que aparece en el cielo antes de la salida del sol, revelando las
bellezas de un estado superior de existencia. Descubrí que es mucho más
importante encontrar el verdadero Maestro y Guía dentro de la propia alma que
buscar satisfacer la curiosidad de uno para saber todo sobre los maestros en el
Tíbet, y que es mucho más valioso ayudar a crear un cielo dentro de nuestra
propia mente que estar informados de lo que se dice que tuvo lugar en el
momento en que se creó nuestro mundo, o cómo vivían los antiguos lemurianos y
atlantes, por curioso e interesante que pueda ser esa información.
Estos "Rosacruces" no
buscaban notoriedad ni deseaban obtener más miembros, sino por el contrario
ellos deseaban permanecer desconocidos y evitar la publicidad. Permanecí en
contacto con su líder hasta que murió, y muchas de las verdades contenidas en
los numerosos libros que he escrito me fueron aclaradas con su guía.
Dar una descripción detallada de las
enseñanzas así recibidas requeriría no solo un artículo largo sino un libro
completo, y el lenguaje místico en el que se dieron muchas de estas comunicaciones
sería como algunos de los escritos de Jacob Boehme, Jane Leade y otros
incomprensibles para muchos lectores; porque tales enseñanzas tratan con
verdades internas y no con hechos externos conocidos por todos, y a menos que
uno haya experimentado las bellezas de la vida superior e interior, estas se
encuentran más allá del alcance de la mente mortal.
Todos vivimos en un sueño y no
podemos conocer la realidad a menos que despertemos a un estado superior de conciencia.
Y poder acercar estas verdades superiores a la comprensión de la mente humana
es el objetivo que tuve en mente al escribir mis libros.
TRABAJO
ESOTÉRICO EN ALEMANIA
Durante estos tiempos escribí varios
libros en inglés, y después de recibir ofertas de una editorial alemana en
Leipzig, edité una revista mensual teosófica llamada Lotusblüthen, que continuó durante ocho años y está a punto de
revivir. Era en ese momento la primera y única revista teosófica en Alemania y
solo había una sola Sociedad Teosófica, pero después de la muerte de H.P. Blavatsky,
surgieron disensiones entre los dirigentes y agrupaciones de esa sociedad, y cuyo
modo de lucha entre ellos demostró que la tolerancia mutua, sin decir nada
sobre la "hermandad universal", todavía era difícil de lograr.
Una de estas agrupaciones me eligió
Presidente de la Sociedad Teosófica en Alemania, pero al yo ver prevalecer un
espíritu fuertemente sectario, renuncié poco tiempo después.
Yo abogaba por la formación de
sociedades teosóficas libres e independientes en Alemania sin ningún
presidente. Se formaron numerosas sociedades de ese tipo, pero no fueron
dejadas en paz por aquellos que afirmaban ser los "únicos genuinos y
originales", y las disputas continuaron de todos modos, porque donde hay
una organización también hay intereses propios que buscan ser cuidados y
defendidos, y todavía hay mucha imperfección en la naturaleza humana, incluso
entre los que se llaman "teósofos".
Pero sea cual sea el destino de las "Sociedades Teosóficas",
el movimiento teosófico inaugurado por H.P. Blavatsky continúa.
EPÍLOGO
Varias personas en diferentes países
que tomaron algunas partes de esas enseñanzas, han construido sistemas basados sobre
la teosofía, pero dándole un nuevo nombre y obtuvieron miles de seguidores. Sin
embargo muchas apropiaciones de tales fragmentos han pervertido las enseñanzas,
y también las han convertido en un medio de ganancias financieras y han
profanado la verdad divina al tratar de hacer que los poderes espirituales
superiores sean útiles para propósitos materiales inferiores, abriendo así la
puerta a la "magia negra" y a sus consecuencias deplorables; pero los
poderes de la luz no pueden moverse sin agitar los poderes de la oscuridad.
Se dice que las desgracias son
bendiciones disfrazadas, y todo lo que lleva a la humanidad hacia una
experiencia superior, por muy malvada que sea para el individuo, puede ser
buena para el progreso de la humanidad en su conjunto.
El hecho de que las estrellas en el
cielo no puedan ser arrastradas a nuestra tierra con el propósito de examinarlas,
y que uno mismo deba crecer a un plano superior si quiere realizar sus ideales,
sigue siendo un misterio incomprensible para muchos que afirman ser buscadores
de la verdad.
Un filósofo dijo que "es dudoso
que la proclamación de una nueva verdad haya hecho tanto bien como su
malentendido haya producido tanto mal".
Las frutas inmaduras son difíciles
de digerir, y lo que puede ser alimento saludable para uno, puede ser veneno
para otro. Pero hay muchos que intentan dar el segundo paso en el ocultismo sin
dar el primero. Ellos saltan y caen en la zanja. Tengo una larga lista de
personas que conocí personalmente y que se convirtieron en víctimas de su
curiosidad por aprender prácticas ocultas y usarlas para sus propios fines,
mientras que todavía no estaban preparados para comprenderlas correctamente, y
siento pena por la gran multitud de personas que son engañadas y enviadas a la
ruina por maestros ciegos que guían a más ciegos.
No es sin razón justa que en tiempos
antiguos la revelación de ciertos secretos del ocultismo era castigada con la
muerte, porque cuanto más se pueda dar un buen uso a una cosa, es también más
probable que se use mal y se haga daño. El progreso intelectual y científico
debe estar siempre acompañado de un desarrollo correspondiente de las
facultades morales. Las cosas divinas no deben tocarse con manos impuras. Los
deseos y pensamientos egoístas son los mayores obstáculos para la percepción de
la verdad.
La ilusión del "yo" es la
sombra que está en nuestra forma de encontrar la luz del yo real, y por lo
tanto, el primer requisito en todas las religiones y en todas las escuelas de ocultismo
es la purificación, es decir,
elevarse por encima de la ilusión de ese " yo ", que es el producto de
nuestra propia imaginación.
Los secretos del ocultismo siempre
serán secretos para aquellos que no pueden comprenderlos, pero como estas cosas
en la actualidad se proclaman desde los tejados de las casas, será mejor
arrojarles luz que callar, porque "un poco de conocimiento es una cosa
peligrosa".
Con frecuencia, una advertencia a
tiempo será útil, y si no podemos demostrar a satisfacción de todos, cuál es la
verdad, al menos podemos indicar lo que no es, y para este propósito propongo
continuar el trabajo al que he sido llamado por otro poder que el mío.
Aquellos que desean obtener poderes
divinos con el propósito de emplearlos con fines materiales y egoístas; ya sea
para ganar dinero, o en aras de la ambición, o incluso para la satisfacción de
su curiosidad científica, están en el mismo nivel de inteligencia con aquellos
hipócritas religiosos que intentan presionar a la Divinidad a su servicio
mediante exhortaciones, persuasión y oraciones.
Los poderes divinos pertenecen al
hombre interior espiritual y no deben ser mal utilizados. "El que degrada
estos poderes se degrada a sí mismo".
Este es el secreto al que se hace referencia en la Biblia (Corintios 11:29).
Sin embargo, todo esto no debe
entenderse como si se nos prohibiera buscar las leyes aún no descubiertas de la
Naturaleza y emplearlas para nuestro servicio. Si conociéramos todas estas
leyes y las obedeciéramos, se acabaría la pobreza, el crimen y la enfermedad. Si
tuviéramos que darnos cuenta lo qué es realmente la vida y cuál es el propósito
final de nuestra existencia en este mundo, podríamos emplear las leyes de la
vida, y el Cielo descendería sobre la Tierra.
Todas las fuerzas de la naturaleza
están a nuestras órdenes, solo necesitamos descubrirlas, y al descubrirlas, la
humanidad puede elevarse a una altitud de la que actualmente no tenemos ninguna
idea.
Un verdadero ocultista no es un
soñador, y mis actividades de ciencias ocultas no me han impedido estudiar también
las leyes naturales, pero me han ayudado a hacer un descubrimiento importante
de un compuesto químico gaseoso para la inhalación que ya ha hecho un gran servicio
para la cura de enfermedades pulmonares, incluida la plaga de la humanidad
popularmente llamada consumo. (Ver
"The Health Record",
octubre de 1907).
Todos los males provienen
originalmente de la ignorancia de nuestra propia naturaleza superior y las
leyes de la vida, y no hay remedio contra la ignorancia, excepto el logro del
conocimiento. Y ayudar en la búsqueda de ese conocimiento y difundirlo es mi
objetivo y el de esta revista The Occult
Review.
Siempre tuve un gusto particular por
los espíritus de la naturaleza, especialmente por los gnomos y las ninfas del
agua. Algunas de mis experiencias con los gnomos las he plasmado en mi libro “Una aventura entre los rosacruces” que
fue publicado en Boston, Massachusetts, y las experiencias que tuvieron otras
personas con los gnomos, las he mencionado en otro de mis libros titulado “Entre los gnomos de la montaña Untersberg”
publicado por T. Fisher Unwin (Londres). Aunque ambos libros están actualmente
agotados.
No soy un "médium" y mis
poderes clarividentes son muy limitados. Sin embargo, estoy bastante convencido
de que estos espíritus de la naturaleza tienen una existencia real, tan real
como la nuestra, aunque las condiciones de su existencia son difíciles de
entender. Parece que su elemento es el éter del espacio, la parte etérica del
agua y de la tierra.
Los gnomos pasan tan fácilmente a
través de las rocas más sólidas como nosotros nos movemos por el aire, pero
parece que ellos no pueden pasar a través del agua, ni las ninfas pueden pasar
a través de la tierra.
El interior de las montañas y rocas
no es oscuro para los gnomos; la luz del sol les llega justo cuando los rayos
de Röntgen penetran en la masa sólida. Los gnomos son en su mayoría pequeños,
de unos dos pies de altura. Y las ninfas y ondinas a menudo tienen formas
humanas muy perfectas, pero pueden cambiarlas a voluntad.
Llevo ocho años viviendo en Hallein,
cerca de Salzburgo, en Austria, en las cercanías de la montaña Untersberg, que
tiene una gran reputación debido a las historias que circulan sobre la
presencia de los gnomos en ella, aunque en los últimos años estos espíritus
parecen haberse retirado a causa de la agitación causada por el avance de la
civilización moderna; porque en aquellos lugares donde antes reinaba la soledad
y la paz, ahora hay hoteles y posadas donde las juergas de turistas rompen la
quietud de la noche.
Las hermosas flores alpinas son
exterminadas por manos codiciosas, el motor del ferrocarril hace que el aire se
vuelva humeante e impuro, y la idealidad del paisaje está dando paso a un
aspecto de materialidad causado por empresas comerciales, cervecerías, canteras
de piedra, etc.
¡Así que no es
de extrañar si los espíritus amantes de la paz huyen o se esconden!
Se podrían reunir muchas historias interesantes
sobre los encuentros que han tenido los pobladores de esa región con los gnomos,
pero primero hay que ganarse su confianza, porque los pobladores son muy
reticentes a hablar de tales cosas con extraños, de quienes suponen que sólo
preguntan con el propósito de satisfacer una curiosidad ociosa y luego lanzar al
ridículo sobre el tema.
Y entre los relatos que me han
contado, los gnomos parecen ser personas piadosas, porque a menudo se les ha
visto (y especialmente en ciertas noches del año) pasando en procesión en
alguna iglesia y capilla solitarias y celebrando allí el servicio santo. Y las
personas que se acerquen en tales ocasiones a esas instalaciones encontrarán
las ventanas iluminadas por una luz proveniente del interior y oirán cantar corales;
pero cuando fueron a buscar al cura para obtener las llaves del lugar y
entraron, todo se volvió oscuro e inmóvil y los gnomos habían desaparecido.
Lo que me parece más increíble es
que también niños han desaparecido repentinamente de una manera misteriosa, pero
después de algunos días, ellos habían regresado sanos y salvos a sus hogares,
alegando que una linda señorita los había cuidado. Y también hay una historia
de un niño que fue llevado por los gnomos al Untersberg y permaneció allí por
algún tiempo. Y después de su regreso, le contó al sacerdote sus experiencias
en el confesionario, y el sacerdote publicó tanto como se le permitió revelar.
(Este texto se publicó
en la revista The Occult Review de enero de 1908, págs.
7-35.)
Muy interesante, llama mucho la atención cuando dice que los Rosacruces reales, algunos no sabían ni leer y escribir.. Lobsang rampa también menciona que a veces alguien tan "simple" como un jardinero o un barrendero, tienen una mente más iluminada y se puede encontrar más verdad en ellos... También Gurdjieff menciona que una persona de pueblo tiene una personalidad menos desarrollada, pero la esencia está más desarrollada. Alguien de ciudad es viceversa porque tiene una "gran" personalidad y títulos y demás.. pero su esencia, esta pobremente desarrollada...
ResponderBorrarPues nada solo comentó lo que otros autores dicen y cómo tienen puntos en común.
Gracias por tu trabajo. Paz.