LO CONOCIDO Y LO DESCONOCIDO PARA EL EGO



(El siguiente artículo fue escrito por Alsibar quien ha estudiado mucho a los guías espirituales, y el texto original en portugués lo pueden leer en este link.)



¿Existe o no existe el yo?

Cuando Buda alcanzó la Iluminación, la ilusión del "yo" como una entidad autónoma y separada se disipó.

Decir que el “yo” no existe sería incorrecto porque es el “yo” el que crea toda la ilusión del mundo (Maya), la división y el sufrimiento.

Pero afirmar que existe sería igualmente inexacto ya que sería cometer el error de afirmar la existencia de algo que está siempre transformándose, en un proceso constante de muerte y renacimiento.

El yo, por tanto, existe y no existe al mismo tiempo.

Y cuanto más apegados estemos a la idea de nuestra existencia concreta, mayor será la resistencia a la Realidad, y en consecuencia mayor será el conflicto y el sufrimiento.




Lo conocido para el ego

Cuando el ego como entidad autónoma es plenamente consciente de su propia existencia, y en consecuencia de la realidad por él creada (sea luz, oscuridad o neutralidad) se dice que vive en lo conocido, es decir con pleno conocimiento de lo que vive, siente y experimenta.

Lo conocido es la extensión sutil del propio ego.

Imagina el ego como una linterna encendida que ilumina el mundo que lo rodea. Sin la luz de la linterna no hay mundo visible, no hay colores, sensaciones ni percepciones. Es el ego el que hace que el mundo sea perceptible y visible a los ojos de la conciencia.

En términos prácticos es así: si soy plenamente consciente de mi propia ascensión, de mis virtudes, de mi Iluminación y de mi espiritualidad, entonces todo es ilusorio porque es el ego el que está iluminando todo.

Esta es la dimensión que Krishnamurti llamó ‘conocida’ porque en ella está el pleno conocimiento del ego sobre sus propias acciones, logros, pérdidas, ganancias, objetivos, procesos, etc.




Lo desconocido para el ego

En el Antiguo Testamento hay una vaga alusión a lo 'desconocido' cuando Dios le dice a Moisés:

      -   “El que ve mi rostro morirá.” (Éxodo 33:20)

En otras palabras: el ego no puede ver (conocer) a Dios, el Eterno Desconocido. Así pues, sólo con la muerte del ego ilusorio puede presentarse lo Desconocido.





Conclusión

El ego es sinónimo de lo conocido, de la autoconciencia, de la sensación de un yo existente y separado.

Lo conocido es la dimensión donde el Ego gobierna y reina, incluso cuando se trata de asuntos llamados “espirituales”.

Mientras que lo desconocido es la dimensión donde el ego ya no gobierna, ni resiste, ni existe, excepto en asuntos prácticos para asegurar la supervivencia, la comodidad y la protección del cuerpo.

En el Reino de lo Desconocido ya no existe el “mundo del yo”. Internamente, este mundo pierde consistencia, existencia e importancia.

Por lo tanto, quien llega a lo Desconocido penetra en la inmensidad del Infinito. Allí, pasado, presente y futuro se funden en la Eternidad.

En ese estado todo está constantemente emergiendo y sumergiéndose, apareciendo y desapareciendo, naciendo y muriendo.

Es como el movimiento constante de las olas del mar que cuando llegan, crean el mundo con sus apariencias, colores y dolores. Y cuando se va, se lo lleva todo consigo, revelando la naturaleza esencial de la realidad aparente donde todo se manifiesta: el Espacio Inmensurable, el Gran Vacío de donde todo nace y a donde todo regresa.










 

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