LAS NUMEROSAS VECES QUE BLAVATSKY ESTUVO A PUNTO DE MORIR

 


 
 
 
En su juventud
 
En su juventud Blavatsky estuvo a punto de morir en varias ocasiones, pero ella fue salvada por su maestro Morya.
 
La condensa Watchmeister, quien cuidó a Blavatsky de 1885 a 1888, escribió:
 
« Durante su infancia ella había a menudo visto cerca de ella una forma astral que siempre se le aparecía en un momento de peligro y la salvaba justamente en el instante más crítico. H.P.B. se acostumbró a considerar a esa forma astral como su ángel guardián y sentía que estaba bajo su cuidado y guía.
 
En la época en que ella se encontraba en Londres, en 1851, con su padre el coronel Hahn, iba un día paseando sola cuando vio asombrada un alto indo en la calle con varios príncipes indos. De inmediato lo reconoció como la misma persona que había visto en forma astral»
(Reminiscencias)
 
 
 
Caída de caballo
 
He escuchado que en una ocasión ella se cayó de un caballo cuando estaba galopando, pero su pierna se quedó atorada con la silla de montar, por lo que ella hubiera muerto si alguien invisible no la hubiera portado impidiendo así que ella fuera arrastrada por el suelo.
 
 
 
 
 
 
En sus primeros viajes
 
En sus primeros viajes Blavatsky también estuvo a punto de morir en varias ocasiones, pero ella fue salvada por Hilarión quien en esa época era el asistente de Morya.
 
En una carta al Sr. Lippitt, escrita en junio de 1875, Blavatsky comentó que Hilarión la salvó en tres ocasiones:
 
« Conozco a John [Hilarión] desde hace 14 años. No es de hoy que él está conmigo. … Él salvó mi vida en tres ocasiones: en Mentana, en un naufragio y la última vez cerca de Spezzia, cuando el barco a vapor explotó en el aire en pedazos, y de cuatrocientos pasajeros quedaron apenas dieciséis con vida, el 21 de junio de 1871»
(HPB Speaks I, p.84)
 
 
 
Primer naufragio
 
Blavatsky le contó al príncipe Dondoukoff que después de su primer viaje a la India, en 1853, ella se embarcó en el “Gwalior, el cual naufragó próximo al Cabo, pero ella fue salvada junto a otras 20 personas.” (HPB Speaks II, 20).
 
Por lo que podemos suponer que ese es el primer naufragio al que se refiere Blavatsky.
 
 
 
La batalla de Mentana
 
La batalla de Mentana sucedió el 2 de noviembre de 1867 y Blavatsky cometió la tontería de querer participar en esa batalla donde fue muy gravemente herida.
 
 
 
Segundo naufragio
 
El señor Sinnett escribió:
 
« En 1871 la señora Blavatsky escribió desde El Cairo a sus amigos diciendo que acababa de regresar de la India y había naufragado durante su viaje por mar con rumbo a Spezia»
(Incidentes en la vida de HPB)
 
La explosión del barco Eunomia se produjo en 1871 cerca de la isla de Spezzia cuando Blavatsky iba de Chipre hacia Alejandría.
 
 
 
 
 
 
Las veces que Blavatsky estuvo a punto
de morir en los Estados Unidos
 
En esas ocasiones ella estuvo a punto de morir porque pasó por una iniciación peligrosa donde ella se tuvo que enfrentar a un morador del umbral.
 
El 3 de junio de 1875 la revista The Spiritual Scientist (Vol. II, p.151) anunció que Blavatsky se encontraba muy enferma.
 
El 10 de junio esa revista anunció que la crisis había llegado a su clímax a la medianoche del 3 de junio. Los que la cuidaban pensaron que ella había fallecido, ya que yacía muerta sin pulso y rígida; su pierna herida se había hinchado al doble de su tamaño natural y se había puesto negra; su doctor ya la había desahuciado, pero en unas cuantas horas la pierna se deshinchó y ella revivió (p.166).
 
Sin embargo hacia mediados de junio, HPB volvió a ponerse muy enferma, y a veces parecía estar muerta.
 
« Durante todos esos días la Señora [Blavatsky] estaba siempre igual; tres o cuatro veces al día perdía su poder, y yacía como muerta por dos o tres horas a la vez, habiéndose detenido el pulso y el corazón, estando fría y pálida como muerta. . . . Ella estuvo en ese trance el lunes por la mañana y en la tarde, desde las tres hasta las seis, creímos que estaba muerta»
(HPB Speaks I, p.93)
 
 
La gravedad y la seriedad de las pruebas por las que estaba pasando Blavatsky se perciben por una carta que el maestro Serapis le envió al coronel Olcott:
 
« Ella debe encontrarse una vez más cara a cara con el temible que ella pensó que nunca más volvería a ver. Ella tiene, ya sea que conquistar, o morir como su víctima.
. . .
Actualmente ella se encuentra muy sola y desprotegida, pero no obstante ella tendrá que ser intrépida para encarar todos los grandes peligros y los misteriosos riesgos desconocidos que ella deberá encontrar.
. . .
Ella se ha puesto bajo la severa ley de la Logia, y estas leyes no pueden ser suavizadas para nadie. Como una Elloriana ella tiene que ganar su derecho.
. . .
Los resultados finales de estas pavorosas pruebas dependen de ella y sólo de ella y del grado de simpatía hacia ella que sus dos hermanos Henry y Elbridge le quieran dar, y en la fuerza y poder de voluntad que ambos le envíen a ella, en dondequiera que se encuentre.
 
Sabe, O Hermano, que tal poder de voluntad reforzado por un afecto sincero la rodeará con un escudo impenetrable, un fuerte escudo protector, formado por la combinación de dos deseos puros de dos almas inmortales — y poderosos en proporción a su deseo de verla triunfante»
(Cartas de los Maestros de Sabiduría II, No. 13, p.35)
 
 
 
Blavatsky salió victoriosa de esa confrontación, pero aún así ella siguió teniendo momentos de crisis, y su hermana Vera Petrovna Zhelikhovsky, comentó una de esas crisis:
 
« En la primavera de 1878, algo extraño le sucedió a Blavatsky. Y es que después de haberse levantado y haberse puesto a trabajar como de costumbre, de repente ella perdió el conocimiento y no volvió a recuperarlo hasta cinco días después.
 
Su letargo fue tan profundo, que la gente la habría enterrado pensado que estaba muerta, si el coronel Olcott y su hermana que estaban cerca de ella, no hubiesen recibido oportunamente un telegrama procedente de aquel que ella nombraba ser su Maestro.
 
Y el telegrama decía: “¡No tengan miedo! Ella no está ni muerta ni enferma, pero necesitaba descansar porque había trabajado demasiado. Ella se recuperará.”
 
Y efectivamente ella se recuperó y se encontró tan bien que no podía creer que había estado en coma durante cinco días.
 
Poco tiempo después de este evento, Blavatsky planeó ir a la India. »
(Un esbozo biográfico)
 
 
 
 
 
 
Las veces que Blavatsky estuvo a punto
de morir en la India
 
Durante su estancia en la India, en varias ocasiones Blavatsky se puso muy enferma, y en cada una de esas ocasiones un misterioso personaje la curó.
 
Sobre este asunto su hermana relató lo siguiente:
 
« Dieciocho horas de trabajo diarias, más los insultos y las vejaciones constantes que ella sufría, más el cansancio mental, más su enfermedad crónica, y todo agravado por las malas condiciones del clima, finalmente condujeron a Blavatsky al borde de la muerte.
 
Durante los cinco años que H.P. Blavatsky pasó en la India, tuvo al menos cuatro de estas enfermedades peligrosas, y tan graves que en cada una de ellas, los mejores médicos de Bombay y de Madrás, diagnosticaron que no era posible que sobreviviese, pero siempre recibía alguna ayuda inesperada y rara en ocasiones.
 
En una ocasión fue salvada por un médico nativo de la India, en otra fue salvada por un yogui brahmán, o por un pobre “paria” el cual se encontraba todo demacrado por los ayunos y las austeridades en las que vivía, y que llegó inesperadamente para ofrecer sus remedios, los cuales demostraron ser muy eficaces.
 
En otras ocasiones, ella se quedó dormida en un profundo y largo sueño, en donde según sus médicos europeos, debía entrar en la agonía, pero después de eso ella se despertaba y se levantaba como si nada hubiera pasado.
 
¡Pero en dos ocasiones el asunto fue muy diferente!
 
 
En una ocasión llegaron visitantes inesperados (los cuales nadie conocía) y se hicieron cargo de ella y se la llevaron, nadie sabe a dónde.
 
Decenas de testigos lo atestiguan. Y además, sus propias cartas lo prueban. Aquí tengo una carta frente a mí, que desafortunadamente no tiene ninguna fecha, porque era un hábito para ella escribirnos, a mí y a su tía, sin preocuparse por poner las fechas.
 
En esta carta ella nos informa que estaba pasando por una gravísima enfermedad, y un “chela” (así se le llama a alguien que es un discípulo de los Maestros y estudiante de las ciencias ocultas) le había traído la orden, dada por uno de los Adeptos, de seguirlo.
 
Y ella nos pedía que no nos inquietásemos si ya no recibíamos correspondencia de ella por un largo rato, pero el lugar a donde ella tenía que pasar algún tiempo para reponerse, estaba muy lejos de los correos y los telégrafos.
 
 
 
 
 
Mayo de 1881 en Meyrut
 
Aquí hay otra carta dirigida desde Meyrut (que se encuentra más allá de Allahabad) y la cual fue escrita en mayo de 1881, en donde después de una grave enfermedad que tuvo Blavatsky, personas que se encontraban con ella nos escribieron para avisarnos que nos preparásemos para lo peor.
 
Sus amigos iban a llevarla al campo, ya que ella se encontraba convaleciente y muy débil aún, pero aún así se le ordenó dejar los ferrocarriles y las carreteras e internarse en las montañas.
 
Y uno de los Adeptos le dijo:
 
-        “Allí encontrarás ciertos individuos que te escoltarán más allá de las junglas, a los bosques sagrados de Deobend.”
 
Pero a la mitad del camino le sucedió un accidente a Blavatsky que le provocó una recaída en su enfermedad, y a continuación les pongo unas cuantas líneas de una carta que ella me escribió tres semanas después:
 
“Había perdido el conocimiento y no podía recordar los hechos y los lugares en absoluto. Todo lo que sé es que me llevaron en un palanquín en el que iba acostada, a una gran altura. Y no volví a recuperar la conciencia durante un tiempo muy corto hasta la tarde del día siguiente. (Eso es lo que me dijeron.)
 
Me vi a mí misma acostada en una habitación grande, tallada en la roca y completamente vacía, a excepción de algunas estatuas de Buda que la rodeaban, y hornos de fuego que ardían alrededor de mi cama, en donde se encontraban jarrones que desprendían vapores olorosos.
 
Un anciano ya completamente blanco se inclinaba sobre mí, dándome pases magnéticos que sumergieron mi cuerpo en un estado de bienestar indescriptible.
 
Y apenas tuve el tiempo justo –antes de volver a perder la conciencia– para reconocer a Debo-Durgai, el anciano Lama del Tíbet, a quien había encontrado en el camino unos días antes, y que me había dicho que nos volveríamos a ver pronto.”
 
Esto aludía a su carta anterior en donde ella me mencionaba de ese encuentro.
 
Y luego que reconoció al Lama tibetano, mi hermana cayó nuevamente en uno de sus extraños sueños, y no volvió a recobrar el conocimiento hasta que de nuevo se encontró al pie de la montaña, en el pueblo en que sus amigos europeos la esperaban. »
(Un esbozo biográfico)
 
 
 
 
 
 
Octubre de 1882 en Sikkim
 
Por septiembre de 1882 Blavatsky se encontraba muy gravemente enferma, por lo que ella tuvo que ir al ashram de su maestro Morya para que él la curara.
 
Ella le escribió a Sinnett:
 
« Esta vez sí que tengo algo grave – tengo la enfermedad de Bright y otros muy bonitos extras y etcéteras. Esto me llegó, primero debido a la humedad y al calor de Bombay, y en segundo lugar por inquietarme y preocuparme»
(Cartas B a S, p.37)
 
 
El Mahatma Kuthumi sobre este asunto le escribió a Sinnett:
 
« Actualmente no me encuentro en casa, sino muy cerca de Darjiling [ciudad india, punto fronterizo para ir al Tíbet], en la Lamasería (el objeto de los anhelos de la pobre Blavatsky). Pensaba irme a finales de septiembre, pero lo más probable es que también tendré que entrevistarme en mi propia piel con la vieja Dama si es que Morya la trae aquí. Y él tiene que traerla o perderla para siempre, al menos en lo que concierne a la triada física [se refiere a los cuerpos físico, astral y de vitalidad]»
(CM 24B, p.190)
 
 
Después de esa visita, Blavatsky escribiendo desde Darjiling el 9 de octubre, le contó su experiencia a Sinnett:
 
« ¿Cómo supiste que estaba aquí?
 
Pues bien, ahora que ya no hay peligro de tu bendito gobierno y de sus funcionarios, iba a escribirte yo misma y a explicarte el motivo de mi sigilo “que es generalmente tan repulsivo a tus sentimientos europeos”.
 
El hecho es que si no hubiese dejado Bombay con el mayor sigilo, si no hubiese ido de incógnito hasta que logré llegar a Sikkim. Nunca me hubiesen permitido entrar sin molestarme, y no hubiese visto a M. y a K.H. ambos en sus cuerpos.
 
¡Oh Señor, ya estaría muerta ahora!
¡Oh benditos estos dos días!
 
Fue como en los viejos tiempos cuando me visitaba un oso. La misma clase de cabaña de madera, una estructura cuadrada dividida en tres compartimentos que son los cuartos, y en medio de una jungla, soportada por cuatro postes de pelicano. Los mismos chelas [discípulos] amarillos deslizándose sin hacer ruido. El mismo eterno sonido “glu, glu, glu” de la inextinguible pipa chelum de mi Maestro. El mismo ambiente de amueblado, pieles y cojines rellenos de cola de yak y platos para la sal, el té, etc, etc.
. . .
Estoy todavía muy débil y debó terminar. El Jefe [Morya] te envía sus saludos afectuosos, lo vi anoche en la casa del Lama»
(Cartas B a S, p.38)
 
 
Y en una carta dirigida al Sr. Biliere en Paris fechada en enero de 1884, ella le comentó:
 
« Mi Mahatma y Gurú ya me ha parchado dos veces. El año pasado los doctores me condenaban. Tengo la enfermedad de Bright en su última fase… Pues bien fui a Sikkim, a la entrada del Tíbet, y allí mi querido Maestro me reparó los riñones y el hígado, y en tres días estaba tan saludable como nunca. Dicen que fue un milagro. Él solo me dio a beber una poción de plantas del Himalaya, siete veces al día»
(www.blavatskyarchives.com/blalettersfrench2.htm)
 
 
 
 
 
 
Marzo de 1885 en Adyar
 
Sobre ese evento Vera comentó:
 
« A causa del ataque de los misioneros asociados con los Coulomb, ella una vez más cayó enferma y casi muere. Y esta vez su curación se debió a un verdadero milagro del que todos los testigos oculares han hablado.
 
Por la noche, su médico la dejó moribunda, pero cuando regresó por la mañana, solo para certificar su muerte, la encontró almorzando con una taza de leche, y el doctor apenas daba crédito a lo que veía.
 
Y ella simplemente le dijo:
 
-        "Eso es porque usted no quiere creer en el poder de nuestros Maestros."
 
El peligro inmediato había pasado, pero aún así ella se encontraba muy débil, por lo que hubo la necesidad de llevarla en una silla de ruedas y subirla casi inconsciente a bordo de un vapor que salía para Italia, pues todos los médicos opinaron que los calores próximos del verano le serían fatales. »
(Un esbozo biográfico)
 
 
Posteriormente Blavatsky en una carta donde ella explicó los motivos por los que ella ya no regresó a la India, sobre este asunto ella mencionó lo siguiente:
 
« Yo regresé a Adyar en noviembre de 1884, y posteriormente caí muy gravemente enferma.
. . .
La lealtad y el valor de las Autoridades de Adyar y de los pocos europeos que habían confiado en los Maestros, no estuvieron a la altura de las pruebas cuando éstas se presentaron.
 
A pesar de mis protestas, se me sacó precipitadamente de Adyar. Pero enferma como estaba, y en verdad casi muriéndome como dijeron los doctores, aún así me opuse ya que habría batallado por la Teosofía en la India hasta mi último aliento si hubiese encontrado un apoyo leal.
 
Pero algunos temían las complicaciones legales, otros al Gobierno, mientras que mis mejores amigos creían en las advertencias de los doctores de que moriría irremisiblemente si me quedaba en la India.
 
Es así como [el 31 de marzo de 1885] se me envió a Europa para recobrar mis fuerzas con la promesa de un pronto retorno a mí amada Âryâvarta.
. . .
Pues apenas me fui, e inmediatamente comenzaron las intrigas y rumores. . .que si había sido abandonada por los Maestros, que si había sido desleal a Ellos, que si había hecho esto o aquello. . .fue una larga serie de falsas acusaciones, cada correo trayendo algo nuevo»
(CW 12, p.156-67)
 
 
 
 
 
 
 
 
La vez que Blavatsky casi muere en
marzo de 1887 en Ostende, Bélgica
 
En Europa Blavatsky volvió a ponerse mortalmente enferma y sobre ese acontecimiento la condesa Watchmeister quien la cuidaba comentó lo siguiente:
 
« Con gran angustia comencé a notar que Blavatsky se sentía soñolienta y amodorrada al promediar el día, y a menudo no le era posible trabajar por períodos enteros de una hora. Este estado se agravó rápidamente y el doctor que la atendía diagnosticó una afección de los riñones.
 
Blavatsky empeoraba y el médico belga, que era la bondad personificada, probó un remedio tras otro pero sin ningún resultado. Comencé a sentirme seriamente alarmada y ansiosa sobre qué medidas debería adoptar.
 
Al día siguiente tuvo lugar una consulta entre dos médicos. El doctor belga dijo que nunca había conocido el caso de una persona que teniendo los riñones atacados como estaban los de H.P.B. estuviera viva tanto tiempo como ella lo estaba, y que él estaba convencido que nada podría hacer para salvarla. Él no tenía ninguna esperanza que H.P.B. pudiera reponerse.
 
Mientras que el doctor Ellis contestó que era excesivamente raro que una persona sobreviviera tanto tiempo en tal estado. Nos dijo además que antes de salir para Ostende él había consultado a un especialista que era de la misma opinión, y que le indicó que además de la medicina que se había prescrito debería también probar los masajes para estimular los órganos paralizados.
 
H.P.B. se hallaba en un estado de pesado letargo, ella parecía estar inconsciente por horas enteras y nada podía despertarla o interesarla.
 
En la noche me senté a su lado escuchando cada sonido y observando con ansiedad cómo transcurrían las horas tan largas para mí, permanecía sentada hora tras hora durante esa ansiosa noche, vigilándola, y notando cómo iba debilitándose lentamente, poco a poco.
 
Lancé un amargo grito y perdí todo contacto con el mundo externo, y luego caí dormida por el agotamiento.
 
 
Al día siguiente cuando abrí los ojos, la temprana luz de la mañana comenzaba a entrar en la habitación y un sentimiento de congoja se apoderó de mi corazón pensando que me había dormido y que posiblemente H.P.B. había muerto durante mi sueño.
 
¡Que ella había muerto mientras yo era infiel a mi deber de mantenerme en continuada vigilia!
 
Me voltee hacia el lecho horrorizada y allí vi a H.P.B. que me miraba con calma, con sus claros ojos grises, y ella me dijo:
 
-        "Condesa, acérquese."
 
Yo volé hacia su lado y le pregunté:
 
-        "¿Qué ha acontecido, H.P.B.? Usted tiene una apariencia distinta por completo de la de anoche."
 
Y ella me respondió:
 
-        "Sí; el Maestro estuvo aquí. Él me dio a escoger entre morir y liberarme –si así lo quería– o vivir para poder terminar La Doctrina Secreta. Me dijo cuán grandes serían mis sufrimientos y qué terribles vicisitudes me esperaban en Inglaterra (pues he de ir allá), pero cuando yo pensé en aquellos estudiantes a quienes se me permitiría instruir, enseñar algunas pocas cosas, y cuando pensé en la Sociedad Teosófica en general, a la que ya he dado toda la sangre de mi corazón, acepté el sacrificio y ahora para que éste sea completo, tráigame un poco de café, algo para comer y alcánceme la caja que contiene mi tabaco."
 
 
Yo volé para atender su pedido y contarle a la señora Gebhard la buena noticia. La encontré ya vestida, pronta para reemplazarme después de mi noche de vigilia, y después de unas cuantas exclamaciones de alegría, ella insistió en que yo me acostara mientras ella atendía a Madame Blavatsky.
 
Me sentía tan excitada que creía que nunca me dormiría, pero tan pronto puse la cabeza sobre la almohada me sumergí en un profundo sueño y no me desperté hasta tarde en el día.
 
Cuando bajé, todo era alegría, Blavatsky estaba levantada y vestida, chanceándose con todos, y todos estaban esperando la llegada del grupo que había de venir a presenciar la firma de su testamento.
 
Blavatsky estaba en el comedor pronta para recibirlos y ellos la miraron inmovilizados de asombro pues venían con rostros largos y serios, esperando ser introducidos a la presencia de una mujer moribunda.
 
El doctor belga estaba fuera de sí de asombro y sólo atinaba a decir: "¡Pero es increíble, ella debería de haber fallecido!”
 
No podía comprender la recuperación “milagrosa” que había tenido H.P.B. quien sentada en su sillón fumaba su cigarrillo tranquilamente, y le ofrecía un cigarrillo comenzando a burlarse suavemente de él.
 
El abogado estaba todo confundido y se volteó hacia el médico belga buscando una explicación. Y el médico se excusó repitiendo varias veces: "¡Pero ella debería de haber fallecido!” »
(Reminiscencias, capítulo 10)
 
 
 
Blavatsky estuvo milagrosamente sobreviviendo durante cuatro años más ya que en la revista The Theosophist apareció el siguiente texto:
 
« El Presidente Olcott encontró que Madame Blavatsky no disfruta de buena salud, pero que ella trabaja con una energía desesperada y tenaz. Un capacitado médico le dijo que el hecho de encontrarse ella viva era en sí mismo un milagro, juzgado desde el punto de vista de todos los cánones profesionales.
 
Todo su organismo está tan desorganizado por una complicación de enfermedades de la índole más grave, que es simplemente asombroso el hecho de que ella pueda mantener esa lucha sin perecer, ya que otra persona hubiera sucumbido desde hace tiempo.
 
El examen microscópico revela grandes cristales de ácido úrico en su sangre y los médicos dicen que es más que probable que si pasara un mes caluroso en la India la mataría. Sin embargo no sólo vive sino que trabaja en su escritorio desde la mañana hasta la noche, preparando material para ser impreso y leyendo las pruebas de imprenta de La Doctrina Secreta. »
(Suplemento de octubre de 1888)
 
 
 
Finalmente Blavatsky falleció a los 59 años el 8 de mayo de 1891.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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