EL AÑO CONTEMPLADO ESOTÉRICAMENTE

(El siguiente artículo fue elaborado por el investigador Carlos Cardoso Aveline y le agradezco a Alexander por haberlo traducido, y el texto original en inglés lo pueden leer aquí.)

Cómo el Ciclo Solar nos da

Iniciaciones, Grandes y Pequeñas

El tiempo es circular, ya que todo lo que ocurre en el tiempo es cíclico, por lo que cada final conlleva a un nuevo comienzo, y la manera en que terminamos un año de nuestras vidas ayuda a definir los contenidos del próximo año, en lo que a nosotros respecta.

Un breve momento es el resultado de procesos inconmensurablemente largos, y es la semilla de otros ciclos. Según la filosofía esotérica, cada año que pasa es también un resumen de toda nuestra vida. Por lo que el final de cada ciclo es el momento adecuado para evaluar nuestras victorias y dificultades, para hacer balances y renovar nuestra decisión de vivir de manera inteligente.

Las cuatro estaciones del año corresponden a las cuatro grandes fases de una vida. La infancia se relaciona con la segunda parte del invierno, la cual abre el camino a la primavera de la juventud. En esta fase todo parece ayudar a nuestro desarrollo personal: estamos protegidos y se nos educa, y las energías de la naturaleza nos ayudan a fortalecernos.

Durante la primavera y el verano, que corresponden al período comprendido entre la juventud y la madurez, se producen los grandes desafíos y los principales logros. Luego viene el otoño, la primera parte de la vejez, cuando la vida nos invita a concentrarnos en lo que es más importante y a compensar la falta de fuerza con la sabiduría que hemos acumulado.

El ciclo concluye con la primera mitad del invierno, la parte final de la vejez. Este es el momento de la gran renunciación y de esa travesía que nos lleva de regreso a la totalidad universal de la cual vinimos y de la cual podemos emerger nuevamente en el futuro, para comenzar una nueva forma de existencia, aunque sin ningún recuerdo directo del ciclo anterior.

Y es el ciclo anual de distribución de la energía solar en la Tierra lo que nos permite distinguir las cuatro diferentes estaciones.

El Sol constituye la gran fuente de vida material y espiritual en nuestro planeta. El futuro de cada fuerza vital depende directamente de su relación con él. El Sol es mucho más que una estrella física: él es el cuerpo del Logos solar, la fuente espiritual de todo lo que tiene lugar en cada uno de sus planetas.

El ciclo de la luz solar en nuestro planeta nos da un mapa del viaje de cada alma hacia la sabiduría y la liberación, señalando sus períodos de expansión y retracción, crecimiento y decadencia, muerte y resurrección.

EL VIAJE ANUAL DEL SOL

La palabra solsticio, que proviene del latín, significa «Sol inmóvil».

En el punto más alto del verano, el solsticio es el momento en que la luz del Sol deja de aumentar y se prepara para comenzar a perder intensidad, abriendo el camino al otoño.

En la cúspide del invierno, el solsticio marca el momento en que la luz del Sol deja de disminuir y comienza una vez más a ganar fuerza, preparando la primavera.

En el solsticio de invierno tenemos la noche más larga del año, y a partir de este momento la luz del sol recuperará lentamente su fuerza. De ahí la idea de nacimiento y renacimiento. En el hemisferio norte, este evento astronómico corresponde a la Navidad desde que los cristianos se apropiaron de las antiguas celebraciones Solares de la tradición pagana.

En el hemisferio sur, el solsticio de invierno corresponde a las Fiestas de junio, y en esta celebración el fuego nocturno es un símbolo del Sol derrotando a la oscuridad. El símil corresponde a la primera gran iniciación.

Un nacimiento espiritual tiene lugar después de un largo período de probación durante el cual el buscador de la verdad fue severamente puesto a prueba por la vida. Entonces la intuición espiritual, la luz de Buddhi, el Cristo interior, despierta en nuetro interior.

En el Nuevo Testamento, Jesús hace referencia a la primera iniciación cuando enseña:

« En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. »

(Mateo, 18:3-4)

El símil es claro: el Iniciado del primer grado es tan puro como un niño. El centro y el foco de su alma ya han nacido en el reino de la conciencia inmortal. Su percepción de la vida es inicialmente como la de un niño indefenso. Y en ese momento su supervivencia es incierta porque él está amenazado por Herodes (que es una expresión de egoísmo colectivo).

Y a pesar del peligro, ya ha nacido y se le ha situado en el centro mismo de la vida material, iluminando todas las cosas a su alrededor.

El segundo gran momento del viaje evolutivo del alma está astronómicamente simbolizado por el equinoccio de primavera, cuando el día y la noche tienen igual fuerza y dimensiones, durante la fase creciente de la luz.

La palabra equinoccio también proviene del latín y significa «noche igual».

El tercer nivel se abre con el solsticio de verano. En el hemisferio sur corresponde a Navidad, y en el hemisferio norte al mes de junio. Aquí la duración del día alcanza su punto más alto e inaugura su viaje cíclico hacia un nuevo otoño.

El último gran evento del ciclo es el equinoccio de otoño, cuando la noche alcanza el mismo tamaño que el día, y la luz se acerca al invierno, un símbolo de la muerte. Cada invierno lleva a otro renacimiento.

LAS GRANDES INICIACIONES

El conocimiento sobre el viaje del alma espiritual a través de cuatro grandes iniciaciones hasta que alcanza la perfección relativa, es tan antiguo como la filosofía esotérica, y mucho más antiguo que el cristianismo debido a que muchos siglos antes de la era cristiana, la Filosofía Oriental ya tenía nombres en sánscrito para las fases superiores del sendero espiritual.

Veamos qué enseña la tradición esotérica sobre el tema.

1. La primera gran iniciación, srotapatti está señalada por la total ausencia de egoísmo en el corazón humano.

La humildad (simbolizada en el lenguaje cristiano por el pobre pesebre) hace referencia a la ausencia de orgullo o egocentrismo. La presencia de varios animales alrededor del niño santo significa la comunión esencial con todos los seres. Y las estrellas en el cielo nos dicen que tal unión incluye a todo el universo.

Las poderosas energías que intentan frustrar el Nacimiento son símbolos de las pruebas y las probaciones que el alma tendrá que confrontar y ganar. Significan que una gran iniciación es un momento de delicadeza en el que el alma humana es altamente vulnerable desde el punto de vista del mundo exterior.

2. La segunda iniciación, sakridagamin corresponde al surgimiento de un fuerte intelecto al servicio del corazón. Es el equinoccio de primavera, el cual establece el dominio creciente de la luz.

En la vida de Cristo corresponde al momento en que Jesús debate con los maestros en el templo (Lucas, 2:46-49). Y provoca el despertar de la mente superior (Buddhi-Manas) que es la inteligencia ágil y ecléctica que funciona más allá de las apariencias y ve con claridad la misma sabiduría esencial en todas las verdaderas religiones, ciencias y filosofías.

Para un iniciado de segundo grado, el pensamiento positivo y la acción solidaria emergen naturalmente del hecho de que él percibe sin esfuerzo el dominio total de la Ley de Equilibrio sobre la realidad exterior, y cuyas numerosas trampas sólo pueden engañar a las mentes ingenuas y materialistas.

Si la primera iniciación hace que el individuo mire a toda vida desde el punto de vista de la bondad, la segunda pone una poderosa inteligencia al servicio del amor impersonal y altruista. Es la energía de la primavera iluminando al mundo.

3. La tercera iniciación se llama anagamin y corresponde, como hemos visto, al solsticio de verano. La luz del sol ha llegado a su punto más alto, teniendo que prepararse para la gran Renunciación. En la vida de Jesús, esta es la Transfiguración (Mateo, 17). En la cima de una alta montaña, la cara de Jesús «brilla como el sol». Y poco después, él ve todo el sufrimiento que le depara el futuro, su propia muerte y resurrección (Mateo, 17: 22-23).

Al tomar la iniciación anagamin, el alma del peregrino toma la firme decisión de llegar al final en el doloroso sacrificio de su condición mortal. Él es consciente de que el proceso culminará con la crucifixión de su naturaleza inferior para que pueda nacer de nuevo en el reino divino.

4. La cuarta iniciación, la arhat corresponde al equinoccio de otoño, y en la vida de Jesús corresponde a la crucifixión. Significa la llegada de la muerte, o invierno, la cual abrirá el camino al renacimiento o resurrección más allá de los límites del universo que uno conoce.

Aquí el alma experimenta su muerte final en relación a las experiencias del reino terrenal.

5. La quinta iniciación, aseka corresponde a la resurrección. El adepto, el mahatma, el rishi, el Inmortal (simbolizado por Jesús resucitado en el Nuevo Testamento) resurge en un reino más elevado que el humano y está libre del sufrimiento tal como nosotros lo conocemos, y aún así él guía nuestras almas a lo largo del sendero hacia la bondad.

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Hay al menos dos conclusiones prácticas que se pueden extraer del viaje mágico de las almas avanzadas:

1) El primer punto es que todos pueden perseguir metas divinas desde este mismo momento, a pesar de lo lejanas que puedan estar. Y esta elección tendrá efectos positivos inmediatos en la vida del buscador de la verdad.

Y en la presente fase de la evolución humana, los ciudadanos que ven la sabiduría universal presente en las diferentes religiones y filosofías pueden prepararse activamente para la primera gran iniciación. Sin embargo, será prudente no tener prisa debido a que la ignorancia espiritual sólo se disipa poco a poco, y el proceso preliminar lleva varias vidas.

El alma humana no interrumpe su aprendizaje espiritual al final de una encarnación. Nace una y otra vez para obtener más experiencia y progresar hacia la luz, hasta que alcanza la maestría (el Adeptado) y completa el ciclo evolutivo del reino humano.

En cada nueva encarnación, el aprendizaje espiritual se reinicia desde el punto exacto donde se detuvo en la encarnación anterior, aunque las circunstancias externas pueden ser completamente diferentes.

Luego habrá otra vida, y otra, hasta alcanzar las diversas iniciaciones, hasta que finalmente se consigue la libertad respecto de la ignorancia y el sufrimiento terrenal.

En la visión holística que enseña la filosofía esotérica, la vida en el planeta Tierra constituye una gran oleada evolutiva que es parte de la vida más amplia del Cosmos.

En nuestro jardín planetario, las vidas de las plantas están en camino hacia el reino animal. Las almas de los animales avanzan hacia el reino humano, del mismo modo que las almas humanas caminan por el sendero hacia el mundo divino. Y la luz de la sabiduría eterna circula por todo el universo, reciclando constantemente el espíritu y la materia.

La preparación para la primera gran iniciación, srotapatti, significa hacer posible que ocurra la Navidad Interior, es decir, el nacimiento de Cristo en la mente y el corazón del aprendiz. Porque si el peregrino no puede encontrar al Maestro dentro de sí mismo, es inútil buscar orientación en otro lugar.

Este es el camino a la purificación y depende del estudiante desarrollar la humildad necesaria para observar serenamente los movimientos del egoísmo dentro de sí mismo, en primer lugar, y luego dejar de lado paso a paso la jungla de pensamientos e intereses personales, poniéndose al servicio de la verdad y la justicia en las diferentes dimensiones de la vida.

Así él aprende a estar en unidad con la Vida mayor, y no con el estrecho flujo de los impulsos animales, la búsqueda de seguridad y los intentos de escapar del dolor.

2) El segundo punto práctico es que la historia del Nuevo Testamento simboliza las vidas de todos los seres humanos que buscan la sabiduría.

Hoy en día es posible vivir (hasta cierto punto) pequeños pero inspiradores momentos equivalentes a las cinco grandes iniciaciones, ya que los misterios eternos siempre están junto a nosotros. Ellos permanecen perfectamente disponibles en caso de que despertemos de la ignorancia y nos inspiran en cualquier momento tanto como sea posible.

Tal vez ahora podría ser el momento adecuado.

Al final de cada año o fase de nuestras vidas, ya sea larga o corta, nada nos impide hacer un balance y evaluar nuestra capacidad de nacer de nuevo todos los días, liberándonos del apego ciego al pasado y de los mecanismos de rencor, odio, ambición y otros sentimientos negativos.

Es posible anticipar algo de la segunda iniciación y observar periódicamente nuestro grado de coraje para buscar la verdad, mirar los hechos más allá de nuestras opiniones e ideas favoritas, estudiar cosas nuevas y abrir senderos más elevados en nuestra vida intelectual.

Es sabio elegir la sabiduría del corazón en lugar del falso ingenio de las mentes egoístas. Y en esos aspectos de la vida que ya nos muestran la esencia del otoño y el invierno, podemos tomar la firme decisión de abandonar todo lo que no es realmente nuestro.

El peregrino perspicaz coopera con la vida incluso cuando ya no le ofrece cosas agradables. Él elige el sendero del desapego. De este modo, el estudiante puede anticipar a pequeña escala algo de la tercera iniciación.

Y también podemos evaluar las varias “crucifixiones” que ya hemos visto o experimentado en la vida actual.

¿Cuántas desesperaciones y derrotas?

¿Cuántas lecciones aprendidas?

¿Cuál es nuestra actitud cada vez que experimentamos una crucifixión, una traición y una injusticia?

¿Permanecemos en el territorio de la verdad, la ética y el amor altruista?

¿Y cuántas veces, después de la tempestad y la cruz, vino a nosotros la bonanza de la resurrección?

¿Cuántas veces ha emergido para nosotros una nueva fase de la vida, una inesperada primavera de promesas y potencialidades, después de experimentar dolor sin odio ni desesperación?

La resurrección es otra Navidad que tiene lugar en un nivel superior. Cada Navidad incluye secretamente en sí misma la promesa de la resurrección completa, la cual debe ser alcanzada por nuestra alma al final de un proceso de aprendizaje de varias encarnaciones.

Las celebraciones de Navidad suceden unos días antes del Año Nuevo. Esta proximidad significa que el nacimiento de una conciencia más sabia abre las puertas del tiempo a un nuevo comienzo práctico en la vida. Y por lo tanto, el mejor Belén se encuentra en nuestros propios corazones y mentes porque estos son los lugares donde el milagro del renacimiento y la iniciación puede ocurrir todos los días.

NOTA

Acerca de las grandes iniciaciones les recomiendo leer “La Voz del Silencio” y otros libros clásicos de Teosofía. Y también son útiles el “Dictionary of All Scriptures and Myths” de G. A. Gaskell, Gramercy Books, Nueva York, EE.UU., 846 páginas; y el “Dicionário de Símbolos” de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, José Olympio Editora, Río de Janeiro, Brasil, octava edición, 996 páginas.