LA ESTRUCTURA SEPTENARIA EN EL HINDUISMO

 
Por Blavatsky
 
 
Desde que comenzó a revelarse la doctrina esotérica de los Arhats [o sea los grandes iniciados], muchos que no estaban familiarizados con las bases ocultas de la filosofía hindú, imaginaron que estas revelaciones se contradecían entre si, y algunos de los más intolerantes acusaron abiertamente a los Ocultistas de la Sociedad Teosófica de propagar lo que ellos clasificaron como herejía Buddhista; e incluso han ido más allá al afirmar que todo el movimiento teosófico no es sino una propaganda buddhista disimulada.
 
Brahmanes intolerantes e investigadores europeos ignorantes nos han echado en cara que nuestra división septenaria de la  Naturaleza y todo lo que conlleva, incluyendo al hombre, es arbitraria y no está basada en los sistemas religiosos más antiguos del Oriente.
 
Pero eso es falso y para demostrarlo voy a hacer a continuación una somera revisión de los Vedas, los Upanishads, los libros de la Ley de Manú, pero especialmente del Vedanta, y también demostrar que estos fundamentan nuestro punto de vista.
 
Incluso en su cruda visión profana, la división séptuple está expuesta en estos textos, y pasaje tras pasaje puede citarse como prueba. Y no sólo el misterioso número puede encontrarse expuesto en cada página de las antiguas sagradas escrituras indias, sino también en los más antiguos textos del zoroastrismo; en los archivos cilíndricos de teja que fueron encontrados de la antigua Babilonia y Caldea; en el Libro de los muertos y en los rituales del antiguo Egipto, e incluso en los libros Mosaicos, sin mencionar las obras esotéricas judías, como la Cábala.
 
Desafortunadamente el limitado espacio con que cuento me obliga a hacer solo breves citas para establecerlas como puntos de referencia y ni siquiera intentaré dar largas explicaciones. Pero no es exagerado decir que sobre cada una de las pocas referencias ahora dadas en las citadas Slokas se podría escribir un volumen muy grueso.
 
Del muy conocido Himno al Tiempo, en el Atharva-Veda (Libro XIX. 53) está escrito:
 
« El tiempo, como inteligente corcel con siete rayos,
Pleno de fecundidad, va creando todas las cosas a su paso.
El tiempo, se mueve como un carro de siete ruedas, séptuple nave,
Sus ruedas en movimiento son todos los mundos, su eje,
Es la inmortalidad... »
 
 
 
El numero siete en los Manús
 
(Nota: para una mejor compresión de lo que sigue necesitan ya conocer la doctrina de las rondas y las razas-raíces.)
 
Regresando al Manú, “el primero y el séptuple hombre”, los Vedas, los Upanishads, etc., todos estos sistemas de filosofía están repletos con alusiones a este número.
 
¿Quién fue Manú, el hijo de Swayambhuva?
 
La Doctrina Secreta nos dice que este Manú no era un hombre, sino la representación de las primeras razas humanas que evolucionaron con ayuda de los Dhyân-Chohans (Devas) al principio de la Primera Ronda.
 
Pero el sistema indio nos dicen en sus Leyes (Libro I. 80) que hay catorce Manús por cada Kalpa o “intervalo entre creación y creación” (léase: el intervalo entre un Pralaya menor y otro [periodos de inactividad]) y que “en la era divina presente ha habido hasta ahora siete Manús”.
 
La teosofía explica que hay siete Rondas de las cuales ya hemos pasado tres y nos encontramos en la cuarta; y también se enseña que hay siete albas y siete crepúsculos, o catorce Manvantaras [periodos de actividad]; y que al principio y al final de cada Ronda; y en, y entre, los globos de la cadena planetaria, hay un “despertar a la vida ilusoria” y un “despertar a la vida real”.
 
Y que más aún, existen los “Manús-Raíz”, y lo que tenemos que traducir torpemente como los “Manús-Simiente” que son las semillas de las razas humanas de la próxima Ronda (un misterio que se divulga solo a quienes han pasado el tercer grado de iniciación).
 
Aquéllos que han aprendido todo esto estarán mejor preparados para entender el significado de lo siguiente. Está dicho en las sagradas escrituras hindúes que el primer Manú produjo otros seis Manús (siete Manús primarios en total), y cada uno de éstos produjo a su vez otros siete Manús (ver Bhrigu I. 61-63) (1)
 
La producción de los últimos está en los tratados de ocultismo como 7x7, y con esto queda en claro que ese Manú —el último, el progenitor de nuestra Cuarta Ronda humana— debe ser el séptimo, puesto que estamos en nuestra cuarta Ronda, y que hay un Manú-Raíz en el Globo A y un Manú-Simiente en el Globo G.
 
Así como cada Ronda planetaria comienza con la aparición de un Manu-Raíz (Dhyân-Chohan) y termina con un Manu-Simiente, así también un Manú-Raíz y un Manú-Simiente aparecen respectivamente al principio y al fin del período humano en cualquier globo de la cadena terrestre.
 
Por lo tanto se verá fácilmente, por lo que se acaba de exponer, que un período Manvantárico (Manú-antara) significa, según lo demuestra el término, el tiempo entre la aparición de dos Manús o Dhyân-Chohans, y por consiguiente la duración de las siete razas en cualquier globo particular es un Manvantara Menor, y un Manvantara Mayor es el período de una Ronda humana en torno a la cadena planetaria.
 
Por otra parte, como se dice que cada uno de los siete Manús crea 7x7 Manús, y que hay 49 Razas-Raíz en los siete globos durante cada Ronda, entonces, cada Raza-Raíz tiene su Manú.
 
El séptimo Manú presente es llamado Vaivasvata y representa en los textos exotéricos a ese Manú que en la India ocupa el lugar del Xisusthros babilónico y el Noé judío. Pero en los libros esotéricos se nos dice que el Manú Vaivasvata, el progenitor de nuestra Quinta Raza-Raíz —a la que salvó del diluvio que casi exterminó a toda la Cuarta Raza-Raíz (la Atlante)— no es el séptimo Manú mencionado en la nomenclatura de los Manú-Raíz, o Manús arcaicos, sino uno de los 49 Manús emanados de este Manú-Raíz.
 
Para una comprensión más clara a continuación damos los nombres de los 14 Manús en su orden respectivo y relación con cada Ronda:
 
  1ª Ronda
    Manú-Raíz en el globo A: Svâyambhuva.
    Manú-Simiente en el globo G: Svârochi o Svârocisha.
 
  2ª Ronda
    Manú-Raíz en el globo A: Auttami.
    Manú-Simiente en el globo G: Tâmasa.
 
  3ª Ronda
    Manú-Raíz en el globo A: Raivata.
    Manú-Simiente en el globo G: Châkshusha.
 
  4ª Ronda
    Manú-Raíz en el globo A: Vaivasvata (nuestro progenitor)
    Manú-Simiente en el globo G: Sâvarna
 
  5ª Ronda
    Manú-Raíz en el globo A: Dakshasâvarna.
    Manú-Simiente en el globo G: Brahmasâvarna.
 
  6ª Ronda
    Manú-Raíz en el globo A: Dharmasâvarna.
    Manú-Simiente en el globo G: Rudrasâvarna.
 
  7ª Ronda
    Manú-Raíz en el globo A: Rauchya-(daiva)-sâvarna.
    Manú-Simiente en el globo G: Bhautya.
 
Así, Vaivasvata, aunque séptimo en el orden dado, es el Manú-Raíz de nuestra Cuarta Oleada Humana (el lector siempre debe tener presente que Manú no es un hombre sino la humanidad colectiva), mientras que nuestro Vaivasvata no fue sino uno de los siete Manús Menores que presiden sobre las siete Razas-Raíz de este nuestro Planeta.
 
Cada uno de ellos tiene que ser testigo de uno de los cataclismos periódicos (por el fuego y por el agua) que cierran el ciclo de cada Raza-Raíz. Y este Vaivasvata es el «Hombre» alegórico que salvó a nuestra Raza-Raíz, cuando casi toda la población de un hemisferio pereció por el agua, mientras que el otro hemisferio despertaba de su período de oscuridad. Y ha sido llamado también Xisusthros, Deucalión, Noé, y otros nombres.
 
 
 
El número siete en la historia del Diluvio
 
El número siete ocupa un lugar sobresaliente incluso en una comparación superficial entre la Tablilla 11 de las Leyendas de Izdhubar del Diluvio Caldeo y los llamados libros Mosaicos. En ambos el número siete desempeña la parte más sobresaliente.
 
Los animales puros se toman por séptuplos, las aves también por séptuplos; siete días se promete a Noé que lloverá sobre la tierra y por eso permanece todavía otros siete días y en el séptimo día se envió a la paloma, etc.
 
Y en el relato caldeo del Diluvio en el séptimo día la lluvia amainó, por séptuplos Xisusthrus toma “jarras de vino” para el altar, etc.
 
¿Por qué semejante coincidencia?
 
Porque están basadas en el mismo conocimiento esotérico, pero deformadas por el paso del tiempo. Sin embargo los Orientalistas europeos nos dicen, que juzgando de iguales a la cronología Babilónica y a la Ârya las llaman “¡extravagantes e imaginativas!” No obstante, mientras que no nos han dado alguna explicación al respecto, ni se han percatado, hasta donde sabemos, del extraño parecido de todas las cronologías Semíticas, Caldeas y Ârya Hindú, los estudiantes de la Filosofía Oculta encuentran el siguiente hecho sumamente sugestivo.
 
Mientras que el período del reinado de los 10 reyes antediluvianos babilónicos se da como 432’000 años (2), la duración del Kali-yug posterior al diluvio también se da como 432’000, mientras las cuatro edades o los divinos Maha-yug dan en total 4’320,000 años.
 
¡Por qué si fueron tan “imaginativos y extravagantes” dieron cifras idénticas, cuando ni los Âryos ni los Babilónicos se pidieron prestado algo entre sí!
 
Nosotros atraemos la atención de nuestros ocultistas a las tres cifras dadas — el 4 que representa el cuadrado perfecto, el 3 de la tríada (los siete principios universales y los siete principios individuales), y el 2 que simboliza nuestro mundo de ilusiones, una figura ignorada y rechazada por Pitágoras.
 
 
 
El número siete en la composición del macrocosmos
y del hombre
 
Sin embargo es en los Upanishads y en el Vedanta donde tenemos que buscar las mejores comprobaciones de las enseñanzas ocultas. En la doctrina mística de Rahasya, o los Upanishads (“el único Veda de todos los hindús reflexivos hoy día”, como Monier Williams confiesa) cada palabra, como su mismo nombre implica (3), tiene en sí un significado oculto. Y este significado puede comprenderse totalmente sólo por quién tiene pleno conocimiento del Prâna, la VIDA UNA, “la nave en donde se reúnen los siete rayos de la Rueda Universal”. (Himno a Prâna, Atharva-Veda, XI. 4.)
 
Incluso los orientalistas europeos están de acuerdo en que todos los sistemas en la India asignan al humano:
 
1)   un cuerpo exterior o denso (sthûla-sarîra)
2)   un cuerpo interno u oscuro (sûkshma), o linga- sarîra (el vehículo)
3)   los dos unidos con la vida (jiv o Kârana sarîra, “cuerpo energético”) (4)
 
A éstos, los divide el sistema oculto o esotérico en siete, añadiendo a los anteriores: kâma, manas, buddhi y âtman.
 
La filosofía Nyaya [que dice que en virtud de un razonamiento justo y recto, el hombre se sustrae al falso conocimiento alcanzando así la liberación] al referirse a las Prameyas [que son las cosas y asuntos de la percepción] que deben comprenderse correctamente incluye entre los 12, los siete «principios raíz.»” (véase el Sutra IX), que son:
 
1, alma (âtman), y 2 su espíritu superior Jîvâtman; 3, cuerpo (sarîra); 4, sentidos (indriya); 5, actividad o voluntad (pravritti); 6, mente (manas); 7, Intelecto (Buddhi).
 
Los siete Padarthas (preguntas o predicados de las cosas existentes) en la filosofía Vaishe-shika de Kanâda, se refieren en la doctrina oculta a las siete cualidades o atributos de los siete principios.
 
Así: 1, la substancia (dravya) se refiere al cuerpo o sthûla-sarîra, 2, cualidad o propiedad (guna) al principio vital, jiv; 3, acción o acto (karman) al Linga-sarîra; 4, comunidad o propiedad común (sâmânya) a kâma-rûpa; 5, personalidad o individualidad consciente (Visesha) a Manas; 6, co-inherencia o relación íntima perpetua (Samuvuya) a Buddhi, el vehículo inseparable de Âtman; 7, no-existencia o no-ser en el sentido de, y separado de, la objetividad o substancia (abhava) a la mónada más elevada o Âtman.
 
Así pues, si consideramos al UNO como el Purusha Védico o Brahman (neutro), la «esencia expandida en el todo»; o como el espíritu universal, la «luz de luces» (jyotisham jyotih) el TODO independiente de toda relación, de los Upanishads; o como el Paramatman del Vedanta; o de nuevo como el Adrishta, «Fuerza inadvertida», o átomo divino, de Kânada; o como la Prakriti, «esencia eternamente existente,» de Kapila — encontraremos en todos estos Principios universales impersonales la capacidad latente de emanar fuera de sí “seis rayos” (y el que emana es el séptimo).
 
El tercer aforismo del Sânkhya-Kârikâ dice que Prakriti, que es la «raíz y substancia de todas las cosas», y no el productor, sino el productor en sí de «siete cosas producidas por él, que a su vez se vuelven productoras», lo cual tiene un significado completamente oculto.
 
¿Cuáles son los “productores” emanados de este principio-raíz universal, Mûla-prakriti o materia cósmica prístina indiferenciada que emana de sí la conciencia y la mente, y que generalmente es llamada Prakriti y amulam mulam, “la raíz sin raíces”, y Aryakta, el emanador no emanado, etc.?
 
 
Este tattwa primordial o «“aquello” eternamente existente», la esencia desconocida, se dice que produce como primer productor:
 
1, Buddhi — «intelecto»— si aplicamos este último al sexto principio macrocósmico o microcósmico. Éste que fue producido primero, produce a su vez (o es la fuente de) Ahankara, «autoconciencia» y de manas «mente»,
 
El lector, por favor, debe recordar siempre que Mahat o sea la gran fuente de estas dos facultades interiores, «Buddhi» por sí misma, no puede tener autoconciencia ni mente; a saber, el sexto principio en el hombre puede conservar una esencia de autoconciencia personal o «individualidad personal» sólo absorbiendo en sí sus propias aguas, las cuales tienen que pasar por la condición de perecedera; pues Ahankara, que es la percepción del «yo» o sentido de la propia individualidad personal, justamente representada por el término «Ego-ísmo» pertenece al segundo, o más bien al tercero, producido de los siete, a saber, al quinto principio o Manas.
 
Este último teje “como una red tejida por la araña” a lo largo del hilo de Prakriti, el «principio raíz», los cuatro siguientes principios elementales sutiles o partículas —Tanmâtras de los cuales emana la «tercera clase» los Mahâbhûtas o principios elementales burdos, o más bien los sarîras y rupas: kama, linga, jiva y sthûla-sarîra.
 
Las tres gunas de Prakriti —Sattwa, Rajas y Tamas (pureza, actividad pasional, e ignorancia u oscuridad)— hilados en un triple hilo o «cordón» pasan por los siete, o más bien seis, principios humanos.
 
Depende del quinto —Manas o Ahankara, el «yo»— para que se adelgace la guna, el «cordón» en un hilo — el sattwa; volviéndose así uno con el «emanador no emanado» alcanzando la inmortalidad o la eterna existencia consciente. De otra manera, se volverá a absorber en su esencia Mahâbhautica.
 
Mientras que el triple cordón permanezca sin hilar, el espíritu (mónada divina) permanecerá atado por la presencia de las gunas en los principios, «como animal» (purusha pasu).
 
El Espíritu, âtman o jîvâtmân (7º y 6º principios), sea del macro o microcosmos, aunque atados por estos gunas durante la manifestación objetiva del universo o del hombre, todavía estará en nirguna, es decir, completamente libre de ellos. De los tres productores o emanadores, Prakriti, Buddhi y Ahankara, no es sino este último el que puede ser capturado (cuando el hombre se interesa en ello) y destruido, cuando es personal.
 
La «mónada divina» es aguna (desprovista de cualidades), mientras que Prakriti, una vez que Mula-prakriti, de pasiva se vuelve un avyakta (emanador activo), es gunavat, o sea dotada con cualidades. Con el último, Purusha o Atman nada pueden hacer (pues evidentemente son incapaces de percibirlo en su estado de gunuva); con el primero —o Mula-prakriti o esencia cósmica indiferenciada— sí tienen, ya que es uno con él e idéntico.
 
 
El Atma Bodha, o «conocimiento del alma», un tratado escrito por el gran Sankaracharya, habla de manera diferente de los siete principios en el hombre (véase el versículo 14).
 
Estos son llamados las cinco envolturas (panchakosa) en cuyo interior se encuentran la mónada divina —Âtman, y Buddhi, los 7º. y 6º. principios, o el alma individual cuando se diferencia (a través de avidyâ, mâyâ y las gunas) del alma suprema— Parabrahm.
 
La primera envoltura, Ânanda-maya —llamada la «ilusión de naturaleza bienaventurada»— es la manas o quinto principio de los ocultistas, cuando está unida a Buddhi;
 
La segunda envoltura es Vijñâna-maya-kosa, la funda o «envoltura del auto-engaño», la manas cuando se ilusiona a sí misma creyendo en el «yo» personal o ego, con su vehículo.
 
La tercera envoltura, Mano-maya, compuesto de la «mente ilusionada» asociada a los órganos de acción y a la voluntad, es Kâmarûpa y Linga-sarîra combinados, que producen la ilusión de un «yo» o Mâyâvi-rûpa.
 
La cuarta envoltura se llama Prâna-maya, «vida ilusoria,» nuestro segundo principio de vida o jiv, donde reside la vida, la envoltura «respiratoria».
 
La quinta kosa es llamada Anna-maya, o envoltura alimentada por la comida — nuestro cuerpo material denso.
 
Todas estas envolturas producen otras envolturas menores, o seis atributos o cualidades cada una, la séptima es siempre la envoltura raíz; y al Âtman o espíritu que atraviesa todos estos cuerpos etéreos sutiles como un hilo, se le llama «hilo del alma» o sûtrâtman.
 
 
~ * ~
 
Hemos concluido la demostración anterior. La Doctrina Esotérica misma bien puede llamarse a cambio la «doctrina del hilo», ya que como Sûtrâtman o Prânâtman, atraviesa, junta e hila a todos los antiguos sistemas filosófico-religiosos, y lo que es más, los reconcilia y explica. Pues aunque parecen externamente tan diferentes, no tienen sino una sola base, de la cual conocen su trascendencia, profundidad, extensión y naturaleza los que se han vuelto, como los «Hombres Sabios de Oriente», adeptos en la Ciencia Oculta.
 
 
 
 
 
 
 
APUNTES
 
1. El hecho que el propio Manú declara que fue creado por Viraj y entonces produjo los diez Prajapatis que a su vez produjeron a los siete Manús, que a su vez dieron nacimiento a otros siete Manús (Manú, I. 33-36), tiene relación con otros misterios más antiguos, y es al mismo tiempo un velo que recuerda la doctrina de la cadena Septenaria.
 
2. Véase Babilonia de George Smith, pág. 36. Aquí de nuevo, como los Manús y los 10 Prajâpatis y los 10 Sephiroths del Libro de los Números — ¡se reducen a siete!
 
3. Upanishad significa, según la autoridad Brahmánica, «conquistar la ignorancia revelando el conocimiento espiritual oculto.» De acuerdo con Monier Williams, el título se deriva de la raíz sad con la preposición upa y ni, e implica «algo místico que subyace o está debajo de la superficie.»
 
4. Este Karana-sarira es a menudo malentendido por el no iniciado como Linga-sarira, ya que se describe como el embrión rudimentario o latente interno del cuerpo, se confunde con él. Pero los Ocultistas lo consideran como la vida (el cuerpo) o Jiv, que desaparece al morir, es retraído — dejando que los principios primero y tercero, se desintegren y vuelvan a sus elementos.
 
 
(Theosophist, julio de 1883, p.253-256)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

5 comentarios:

  1. Hola cid, te quería consultar que libros recomiendas leer de budismo o huinduismo, o sutras buddhistas, que a la vez sean aconsejables del punto de vista teosófico, aparte del Bhagavad Gita, catecismo budista, los Upanishad, Dhammapada, el gran tratado de los estadios en el Camino a la iluminación, Anapanasati?
    O si esta por ahí ElSerapeum y quisiera aportar con su conocimiento, seria de mucha ayuda.
    Saludos

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    1. Hola.

      Sobre buddhismo le recomiendo estudiar el Lankavatara Sutra, vera como tiene gran similitud con la enseñanza teosófica. También está el Sutra del Diamante y el Sutra del Corazón de los que Blavatsky escribió y están incluidos en el pequeño libro titulado Misterios del Buddha.

      Con respecto al Sutra del Diamante, también existe un comentario esclarecedor del sexto patriarca Chan, Hui Neng.

      Y sobre hinduismo cualquiera de los textos compuestos por Shankaracharya, en especial el Vivekachudamani y el Atmabodha.

      Saludos.

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    2. Gracias por responder Serapeum porque yo sé poco al respecto.

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