EL DR. FRANZ HARTMANN DEFIENDE A BLAVATSKY




Después de que Blavatsky fue atacada por la Sociedad para la Investigación Psíquica de Londres (SPR) a través de su "Informe Hodgson", el Dr. Franz Hartmann quien vivió con Blavatsky en Adyar durante 16 meses (del 4 de diciembre de 1883 hasta el 1 de abril de 1885), escribió una carta donde él defiende a Blavatsky y asegura que los fenómenos producidos por ella si son reales.

Y a continuación les transcribo esa carta:

« Kempten, Baviera,

10 de mayo de 1886.

He leído la declaración anterior, escrita por la Condesa Wachtmeister, y coincido plenamente con cada frase que contiene. Yo mismo, al igual que mi amiga la Condesa, he pasado por un estado de incredulidad y duda antes de llegar al conocimiento.

A menudo me he sentido perplejo y he tenido que andar a tientas, pero ahora puedo decir sin vacilación, con sinceridad y veracidad, que quienes deseen una explicación de la gran conmoción que ha tenido lugar en el ámbito de la Sociedad Teosófica tendrán que buscarla más profundamente que en cualquier intento de engaño por parte de Madame Blavatsky.

Las acusaciones del Sr. Hodgson y otros se basan únicamente en apariencias externas y en razonamientos superficiales.

Reconocer, pues, la verdad requiere no solo agudeza e ingenio, sino también el poder de la intuición, que no se puede esperar que posea un científico que razona meramente desde el plano de las ilusiones, y que no se le permitiría usar, incluso si lo poseyera, porque al hacerlo actuaría en contravención de las leyes en las que se basa la ciencia material.

Este poder de la intuición es la piedra angular que los constructores (materiales) han rechazado tantas veces, y que seguirán rechazando. Es el poder cuya posesión se requiere para alcanzar el conocimiento espiritual, que es la más alta de todas las ciencias, y su desarrollo es la primera ley de la que depende el progreso en el ocultismo práctico.

Que quienes deseen llegar a la verdad desarrollen este poder y lo hagan vivo en sus corazones, y obtendrán un guía y un Maestro cuya voz reconocerán, cuyas palabras no dudarán, y cuya mano los guiará fuera de las ilusiones de los sentidos y de las redes de la especulación teórica hacia la brillante luz de la verdad eterna.

Que los miembros de la Sociedad Teosófica se detengan y piensen antes de escupir en el camino que los ha llevado más alto y los ha acercado al Dios que duerme en el paraíso de sus almas, y seamos todos agradecidos a aquellos Hijos de la Luz que nos han despertado de nuestro sueño y han llamado nuestra atención al hecho de que la mañana está amaneciendo.

Escuchemos sus enseñanzas, comprendamos sus doctrinas con nuestro entendimiento y examinémoslas con la piedra de toque de la razón, y al asimilarlas, nos haremos más fuertes y más grandes.

Cuando llegue el Paráclito, se sentirá atraído por aquellos templos en cuyos altares arde su propio fuego; pero el infiel, el escéptico y el distorsionador de la verdad no verá más que el humo que emana de su propio cerebro. El búho ama la oscuridad, pero el águila vuela hacia el sol. »




OBSERVACIONES

Esta carta fue publicada por el periodista Alfred Sinnett en el capítulo 10 de su libro "Incidentes en la Vida de Madame Blavatsky", y ahí él señala que esta carta ya había sido impresa en una revista estadounidense dedicada a la Teosofía, pero no dio el título de esa revista.

Y para una mejor compresión de esa carta también les transcribo la declaración que hizo la Condesa Wachtmeister, quien vivió junto a Blavatsky de 1885 a 1891, y la cual también se encuentra en el capítulo 10 del libro del Sr. Sinnett:


« Estimado señor Sinnett: 

El otoño pasado, tras dejar Suecia para pasar el invierno en un clima más agradable, y al enterarme de que Madame Blavatsky sufría, estaba enferma y sola en Würzburg, me ofrecí a pasar un tiempo con ella y hacer lo que pudiera para que su situación fuera más cómoda y consolarla en su soledad.

Mi relación con H.P. Blavatsky era muy breve. La había conocido casualmente en Londres y París, pero no tenía ningún conocimiento ni experiencia real sobre ella ni sobre su carácter.

Me habían dicho mucho en su contra, y puedo decir honestamente que inicialmente tenía prejuicios en contra de ella, y fue solo un sentido del deber y la gratitud (como todo verdadero estudiante de teosofía debería sentir hacia la fundadora de una sociedad que a pesar de todos sus inconvenientes, ha sido de gran beneficio y servicio para muchas personas), lo que me impulsó a asumir la tarea de aliviar sus problemas y penas al máximo de mi capacidad.

Tras oír los absurdos rumores que circulaban contra ella, acusándola de practicar magia negra, fraude y engaño, me puse en guardia y acudí a ella con calma y serenidad, decidida a no aceptar nada de carácter oculto que viniera de ella sin pruebas suficientes; para cerciorarme, mantener la vista neutra y ser justa y veraz en mis conclusiones.

El sentido común no me permitía creer en su culpabilidad sin pruebas, pero si estas se hubieran presentado, mi honor me habría hecho imposible permanecer en una sociedad cuya fundadora cometía fraudes y engaños; por lo tanto mi ánimo se centraba en la investigación y ansiaba descubrir la verdad.


He pasado unos meses con Madame Blavatsky. He compartido su habitación y he estado con ella mañana, tarde y noche. He tenido acceso a todas sus cajas y cajones, he leído las cartas que ella recibía y las que escribía, y ahora declaro abierta y honestamente que me avergüenzo de haber sospechado de ella, pues la creo una mujer honesta y leal, fiel hasta la muerte a sus maestros y a la causa por la que ha sacrificado posición, fortuna y salud.

No me cabe duda de que ella hizo estos sacrificios, pues he visto las pruebas de los mismos, algunas de las cuales consistían en documentos cuya autenticidad está fuera de toda sospecha.

Desde un punto de vista mundano, Madame Blavatsky es una mujer infeliz, calumniada, dudada y abusada por muchos; pero vista desde un punto de vista más elevado, ella tiene dones extraordinarios, y ninguna cantidad de difamación puede privarla de los privilegios de que ella disfruta y que consisten en el conocimiento de muchas cosas que sólo conocen unos pocos mortales, y en una relación personal con ciertos adeptos orientales.

Debido al vasto conocimiento que ella posee, que se extiende hasta lo más profundo de la naturaleza, es muy lamentable que todos sus problemas y dificultades le impidan compartir con el mundo una gran cantidad de información que ella estaría dispuesta a compartir si se le permitiera permanecer tranquila y en paz.

Incluso la gran obra en la que se encuentra ahora, "La Doctrina Secreta", se ha visto gravemente obstaculizada por las persecuciones, cartas ofensivas y otras pequeñas molestias a las que ella ha sido sometida este invierno; pues conviene recordar que H.P. Blavatsky no es una adepta completa, ni pretende serlo; y que por lo tanto, a pesar de todo su conocimiento, ella es tan sensible a los insultos y las sospechas como cabría esperar de cualquier dama refinada en su posición. 

La "Doctrina Secreta" será sin duda una obra grandiosa. He tenido el privilegio de observar su progreso, leer los manuscritos y ser testigo de la forma oculta en que ella obtuvo su información.


Últimamente he escuchado entre quienes se autodenominan "teósofos" expresiones que me sorprendieron y me causaron dolor. Algunas de estas personas dijeron que "si se probara que los Mahatmas no existen, no importaría", que la teosofía, no obstante, era una verdad, etc.

Afirmaciones similares han circulado en Alemania, Inglaterra y América; pero, a mi entender, son muy erróneas, pues en primer lugar, si no hubiera Mahatmas o Adeptos —es decir, personas que han progresado tanto en la escala de la evolución humana como para poder unir su personalidad con el sexto principio del universo (el Cristo universal)—, entonces las enseñanzas de ese sistema llamado "Teosofía" serían falsas, porque se produciría una ruptura en la escala de progresión, lo cual sería más difícil de explicar que la ausencia del "eslabón perdido" de Darwin.

Pero si estas personas se refieren únicamente a los Adeptos que, según se dice, participaron activamente en la fundación de la Sociedad Teosófica, parecen olvidar que  sin ellos nunca habríamos tenido esa sociedad, ni  se habrían escrito obras como "Isis Develada", "Buddhismo Esotérico", "La Luz en el Sendero", "The Theosophist" y otras valiosas publicaciones teosóficas

Y si en el futuro nos excluyéramos de la influencia de los Mahatmas y nos dejáramos completamente a merced de nuestros propios recursos, pronto nos perderíamos en un laberinto de especulación metafísica.

Debería dejarse que la ciencia y la filosofía especulativa se limiten a las teorías y a la obtención de la información contenida en los libros.

La teosofía va más allá y adquiere conocimiento mediante la percepción interior directa. El estudio de la teosofía implica por lo tanto desarrollo práctico, y para alcanzarlo se necesita un guía que conozca lo que enseña y que haya alcanzado ese estado mediante el proceso de regeneración espiritual.

Tras todo lo expuesto en mis 'Memorias' sobre los fenómenos ocultos que ocurrieron en presencia de Madame Blavatsky, y cómo dichos fenómenos han sido parte integral de su vida, ocurriendo constantemente, con o sin su conocimiento, solo me resta añadir que durante mi estancia con ella, he presenciado con frecuencia estos auténticos fenómenos.

En este aspecto, como en cualquier otro aspecto de la vida, lo fundamental es aprender a discernir adecuadamente y a valorar cada cosa en su justo valor.

Suya sinceramente,

Constanza Wachtmeister, F.T.S. »













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