(Observación:
esta es la quinta parte de la investigación de David Pratt sobre la evolución
de las especies, y cuyo principio lo pueden encontrar aquí,
y le agradezco inmensamente a Nicolás por haber traducido un artículo tan
extenso, pero a la vez tan interesante de leer.)
ÍNDICE
1.
Descendencia y diseño común
2. Homología, convergencia y
paralelismo
3. Embriología
4. Afinidades genéticas
1 - DESCENDENCIA Y DISEÑO COMÚN
La
taxonomía o sistemática es la
ciencia de la clasificación biológica, y busca disponer a plantas y animales en
categorías de grupos superiores y subordinados sobre la base de los rasgos que
tienen en común.
Los
diagramas arbóreos (cladogramas) muestran las afinidades entre diferentes
especies, y así muchos taxonomistas interpretan cada nódulo donde comienza una
nueva rama como la representación de un ancestro familiar hipotético.
Alec
Panchen afirma que la descendencia común "parece una respuesta correcta
tan obvia a las aparentes relaciones de clasificación, que cualquier postura
contraria a esa explicación se deberá seguramente a la ignorancia, la estupidez
o el prejuicio" (1).
Sin
embargo, Carl Linneo, botanista del siglo XVIII y padre de la taxonomía
moderna, consideraba como evidencia del diseño la facilidad con que las plantas
y los animales calzaban en un sistema clasificatorio ordenado de grupos dentro
de otros grupos, o “jerarquía de inclusión”.
Un cladograma
Cuatro ejemplos de
más de siete cladogramas planteados para la supuesta transformación de los peces en
tetrápodos (2).
Un
grupo de científicos disidentes (llamados por sus
oponentes: “los cladistas transformados”) califican la hipótesis de ancestralidad común como innecesaria y ven
los cladogramas únicamente como representación de una jerarquía natural de
características.
Y
aunque ellos rechazan la aserción a priori de las secuencias de
descendencia ancestral (llamada: “filogenia”) y expresan gran insatisfacción con los
métodos y teorías evolutivas. En realidad varios de estos “herejes” son de
hecho evolucionistas (incluso si sus colegas los consideran “traidores”) pues
sólo reconocen que en la práctica:
- todos los grupos
vivos o extintos, ya están muy especializados para ser razonable y directamente
llamados “anteriores” a cualquier otro,
- y que en el registro
fósil no se encuentra ninguna de las formas ancestrales reales y lógicamente
requeridas.
Por
lo que sólo se pueden verificar los brotes externos del supuesto árbol
evolutivo, mientras que las formas ancestrales constituyentes de su tronco y ramas están
ausentes.
Gareth
Nelson y Norman Platnick escribieron en 1984:
« Estimamos
que el darwinismo es una teoría que ha sido puesta a prueba en la sistemática
biológica y ha resultado ser falsa. » (3)
Y
puesto que el registro rocoso no ha provisto alguna evidencia sustancial del
árbol evolutivo de descendencia que los darwinistas esperan encontrar, ahora
hablan a menudo de un “arbusto laberíntico”, pero reconocen que a menudo es
difícil juzgar dónde calza un resto determinado entre las muchas ramas de este
sistema.
Robert
Wesson observa:
« En
ocasiones los cladogramas (que muestran las ancestralidades a través de las
eras) se soslayan al dibujar conexiones donde ya están preconcebidas, y los más
honestos dejan líneas punteadas.
Los
vacíos en el registro son reales y la ausencia de un registro de cualquier
ramificación importante es fenomenal, pues las especies usualmente permanecen
más o menos estáticas por largos periodos, y rara vez éstas y los géneros muestran
evolución hacia otros nuevos, sino que generalmente son reemplazos unos por
otros y el cambio es relativamente abrupto. » (4)
Y
Ernst Mayr sostiene:
« Es
una sorpresa para quienes no son taxonomistas cuán incierto es todavía hoy
nuestro entendimiento sobre los grados de relación entre organismos. Por
ejemplo, para muchos órdenes de aves aún se desconoce cuál otro es el pariente
más cercano de un orden determinado. Y lo
mismo sucede con muchas familias y géneros de mamíferos (...) y estas
incertidumbres en la clasificación de vertebrados superiores son muy menores
comparadas con aquéllas de invertebrados, plantas inferiores, y por encima de
todo, con procariotas y virus. » (5)
David
Raup puntualiza que muchos científicos piensan que el registro fósil es mucho
más darwinista de lo que realmente es, debido a libros exageradamente simplificados,
artículos semipopulares y otras publicaciones, más la intromisión del
pensamiento deseoso, y afirma que "algo de fantasía pura se ha infiltrado
en esos textos".
Ya
que se usan varios “trucos” para fortalecer la impresión de la descendencia
darwiniana. Por ejemplo, algunos autores presentan una serie de fósiles que
muestran progresión en la morfología, pero que no son cronológicamente
sucesivos!!!
(Y por consiguiente NO
pueden constituir secuencias evolutivas.)
Y
alternativamente, se puede mostrar una serie cronológicamente paulatina de
dientes, mandíbulas u otras partes del cuerpo que aparezcan como una secuencia
evolutiva, aunque el autor no pueda saber si dichas partes corporales son de
organismos que razonablemente podrían haber formado un linaje (6).
(O sea que a los científicos
darwinistas no les importa hacer trampa con tal de imponer sus creencias)
Referencias
- Alec Panchen, Evolution, London: Bristol Classical Press, 1993, pág. 59.
- John D. Morris y Frank J. Sherwin, The Fossil Record: Unearthing nature’s history of life, Dallas, TX: Institute for Creation Research, 2010, pág. 63.
- Citado en Alexander Mebane, Darwin’s Creation-Myth, Venice, FL: P&D Printing, 1994, pág. 30.
- Robert Wesson, Beyond Natural Selection, Cambridge, MA: MIT Press, 1994, págs. 39, 45.
- Citado en Walter J. ReMine, The Biotic Message: Evolution versus message theory, Saint Paul, MN: St. Paul Science, 1993, pág. 311.
- Ibid., págs. 280, 409
2 - HOMOLOGÍA, CONVERGENCIA Y PARALELISMO
Se
dice que las similitudes en estructura, fisiología o desarrollo de diferentes
especies son homólogas si estas similitudes son
atribuibles a la descendencia de un ancestro común, como por ejemplo: en el caso
de las extremidades anteriores de humanos, ballenas, perros y murciélagos que
se consideran homólogas o derivadas de un ancestro con miembros de disposición
similar.
En cambio, los
rasgos correspondientes con funciones similares, pero que no se consideran originados por una descendencia común, son llamados análogos
(u homoplasia) como por ejemplo: las alas de las aves y las moscas, las cuales se piensa que
fueron desarrolladas en forma independiente.
Por
una parte, se supone que las estructuras “homólogas” inicialmente fueron
originadas por acumulación accidental de pequeñas mutaciones ventajosas, y
luego se heredaron por especies descendientes y con mayor adaptación, gracias a
la selección natural o mutaciones azarosas posteriores. Y por
otra parte, se cree que las estructuras “análogas” surgieron por transformaciones
azarosas varias veces y totalmente independientes entre ellas
Por lo tanto, la evolución paralela se refiere a la aparición de patrones similares en especies vegetales y animales más o menos estrechamente relacionadas. Mientras que la evolución convergente se refiere a la aparición de similitudes sorprendentes entre organismos muy distantes, pero el límite entre estos dos términos es
difuso.
La
evolución convergente demuestra que la similitud no siempre implica homología (o sea la herencia de un ancestro común) y sobre esto existen muchos casos donde
rasgos similares clasificados inicialmente como homólogos fueron posteriormente recatalogados como análogos.
Más
aún, las características controladas por genes idénticos no son necesariamente
homólogas, y las estructuras homólogas no requieren estar reguladas por genes
iguales.
Además,
los genes homeobox considerados homólogos pueden estar dedicados a una morfología
no homóloga, y hay varias instancias en que las estructuras homólogas se
desarrollan mediante rutas embriológicas completamente diferentes.
Por
ejemplo, el canal alimentario se forma desde el techo de la cavidad intestinal
embrionaria en los tiburones, pero en cambio se forma desde el piso en la lamprea, y se forma al mismo tiempo desde el techo y el suelo
en las ranas, y en cambio se forma a partir de la capa inferior del blastodermo en las aves y los reptiles (1).
CONVERGENCIAS EN EL MUNDO VEGETAL
También
podemos apreciar muchas convergencias en las plantas. Por ejemplo, los
patrones de hojas muy similares que han aparecido una y otra vez en familias y
géneros separados.
Otro ejemplo es la fotosíntesis. Verán, las plantas verdes dependen para su supervivencia de la fotosíntesis (proceso en que la luz solar se usa para convertir el agua y el dióxido de carbono en
carbohidratos ricos en energía). El 3% de las plantas emplea fotosíntesis C4,
en la que el CO2 primero es fijado en un ácido de carbono 4 con la
ayuda de una enzima llamada fosfoenolpiruvato
carboxilasa.
Estos
ácidos luego se difunden a las células en una estructura hermética conocida
como "haz vascular", donde son descompuestos en moléculas de CO2, y luego
de lo cual la fotosíntesis procede normalmente.
Este
proceso altamente complejo y eficiente permite que los vegetales crezcan más rápido
y usen menos agua, y según Williams et al.:
- "La
fotosíntesis de C4 ha evolucionado independientemente desde el
sendero ancestral del C3 en al menos 60 linajes de plantas, pero (y
al igual que como sucede con otros rasgos complejos) no está claro cómo
evolucionó" (2).
CONVERGENCIAS EN LAS MARIPOSAS
Arriba se muestran a tres especies de mariposas sudamericanas que se imitan unas con otras aunque pertenezcan a distintas familias: Melinaea lilis imitata, Helinconius ismenius telchinia y Dismorphia amphione praxinoe (3).
Y
por lo general, se encuentran muchas similitudes próximas en los patrones de
coloración de las alas de las mariposas, tanto dentro de familias como entre
ellas.
CONVERGENCIAS EN LAS PATAS DE LOS INSECTOS
Evolución convergente
de la pata delantera rapaz de la mantis religiosa y un insecto conocido como Mantispa. Dicha estructura deriva de una pata generalizada de insecto que se
modificó al atrapar y retener presas. Y también este tipo de pata evolucionó
independientemente en un tercer grupo de insectos denominado Rhachiberothidae (4).
CONVERGENCIA EN LOS MAMÍFEROS
Un
ejemplo asombroso de evolución convergente está ejemplificado por las dos ramas
principales de mamíferos, placentarios y marsupiales, los que supuestamente
siguieron caminos evolutivos independientes al escindirse a fines del Cretácico
de algún ancestro mamífero primitivo en común.
Los
placentarios se caracterizan por parir a sus crías completamente desarrolladas,
mientras que los marsupiales dan a luz de forma prematura y nutren a sus
vástagos dentro de un “bolso”.
Los
marsupiales de Australia han evolucionado en aislamiento de mamíferos
placentarios de otras zonas, y aún así han dado origen a un completo rango de
formas similares, como las versiones con saco marsupial de osos hormigueros,
topos, zarigüeyas voladoras, gatos, lobos, etc. Y una gran parte de este mismo fenómeno
ocurrió también en Sudamérica, donde los marsupiales independientemente dieron
origen a una variedad de formas paralelas.
Ejemplos de
convergencia: ratón placentario y ratón marsupial; lobo placentario y lobo de
Tasmania marsupial; zarigüeya voladora marsupial y ardilla voladora
placentaria.
Convergencia con el “tigre
dientes de sable”: ilustración de Carl Buell del Smilodon placentario
(arriba) y el Thylacosmilus marsupial (5).
OTROS EJEMPLOS DE CONVERGENCIA
Supuestamente,
las alas evolucionaron de modo autónomo no menos de cuatro veces, esto es: en
insectos, reptiles voladores, aves y murciélagos.
En
otro caso, la electrogeneración en los peces surgió de forma independiente al
menos en seis ocasiones, y en cada una implicó la modificación de las células
musculares, mientras que hoy se piensa que la bioluminiscencia (habilidad de
las criaturas para producir su propia luz con químicos) evolucionó de manera
individual 40 ó 50 veces.
La
ballena, el delfín, el ictiosaurio extinto del Mesozoico y el tiburón son todos
similares, y aún así el tiburón es un pez, el ictiosaurio fue un reptil
acuático y la ballena y el delfín son mamíferos.
Otras
convergencias incluyen la producción de hilos de seda por arañas, polillas de
seda, larvas de tricópteros y hormigas tejedoras, sistemas de ecolocación
similares a sonares en micromurciélagos, ballenas dentadas y musarañas, y la
presencia de sangre caliente en aves, mamíferos y ciertos peces.
El ojo ha aparecido muchas veces en grupos no relacionados de animales, y existen dos tipos principales de este órgano: el compuesto hallado en los artrópodos y el ojo en cámara. Éste ha evolucionado independientemente al menos siete veces, en mamíferos (humanos), cefalópodos (calamares y pulpos), ciertos gusanos anélidos, cubozoos (una forma de medusa) y tres especies separadas de caracoles.
Convergencia del ojo
en cámara en humanos (vertebrados) y pulpos (cefalópodos). Los ojos están
"cableados" diferentemente: en los humanos la luz pasa por los
nervios en camino de los fotoreceptores (retina), mientras que en el pulpo no
es así. 1. Retina. 2. Fibras nerviosas. 3. Nervio óptico. 4. Punto ciego en
humanos, causado por las fibras nerviosas que circulan a través de la retina.
El
paleobiólogo Simon Conway Morris ha catalogado la extraordinaria variedad de
convergencias en animales y plantas, y dice que la extensión e importancia de
este fenómeno ha sido subestimada persistentemente y que muchos ejemplos son
conocidos sólo por los especialistas.
Las
descripciones de convergencias están llenas de adjetivos como “destacable”, “asombroso”,
“extraordinario”, “increíble” y “extraño”, a lo que Morris reacciona afirmando
que "existe casi un sentimiento de intranquilidad en las similitudes"
y que algunos biólogos "sienten el fantasma de la teleología mirando sobre
sus hombros".
La
vida, sostiene este autor, "muestra una clase de instinto para encontrar
el camino de regreso" (6) y la omnipresencia de la
evolución convergente "significa que la vida no es sólo predecible en un
nivel básico, sino que también tiene una dirección" (7).
Pero
Morris no tiene otra explicación que el cuento neodarwinista estándar de que
las formas y estructuras afines evolucionan porque las mutaciones accidentales
son filtradas por presiones de selección similares y porque puede haber sólo un
número muy limitado de maneras para solucionar desafíos particulares (por
ejemplo, para diseñar un ojo).
No
obstante, ya es lo suficientemente difícil imaginar cómo un órgano u organismo
complejo podría haber evolucionado incluso una sola vez por combinación de
miles de mutaciones “beneficiosas” generadas azarosamente, por lo que la idea
de que podría haber pasado en varias ocasiones va más allá de lo increíble.
Más
aún, cuando especies relacionadas tienen rasgos físicos similares que
evolucionan independientemente usan en ocasiones los mismos genes para ello, lo
cual desestabiliza otra vez el concepto de que la evolución es esencialmente un
proceso accidental (8).
De
esta manera, los numerosos ejemplos del registro fósil sugieren que se repiten
caminos evolutivos particulares y que aparecen una y otra vez organismos con
rasgos casi idénticos a especies previas.
Por
lo que en vez de pensar en términos de mutaciones accidentales, parece más
razonable suponer que los registros de rasgos y estructuras pasados se “almacenan”
en alguna forma y que esta información puede ser aprovechada y modificada
durante el diseño de criaturas posteriores.
(O
sea que según los darwinistas, los brazos, las aletas, las alas, etc., se crearon en diferentes tipos
de especies, en diferentes eras y en diferentes condiciones, una y otra vez simplemente
por el resultado del “Azar”…
Realmente
los científicos darwinistas prefieren fanatizarse en el materialismo con tal de
no considerar que pueda existir una inteligencia detrás de la evolución.)
Referencias
- Antony Latham, The Naked Emperor: Darwinism exposed, London: Janus Publishing Company, 2005, pág. 176-8.
- B.P. Williams, I.G. Johnston, S. Covshoff y J.M. Hibberd, "Phenotypic landscape inference reveals multiple evolutionary paths to C4 photosynthesis", eLife, 2:e00961, 2013, www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3786385.
- butterfliesofamerica.com.
- Simon Conway Morris, Life’s Solution: Inevitable humans in a lonely universe, New York: Cambridge University Press, 2003, págs. 128-9.
- scientificamerican.com/tetrapod-zoology/2012/07/12/meet-the-borhyaenoids-2012.
- Life’s Solution, págs. 128, 20.
- Simon Conway Morris, "We were meant to be ...", New Scientist, 16 nov. 2002, págs. 26-9.
- Ananthaswamy Anil, "Evolution returns to same old genes again and again", New Scientist, 23 agosto 2003, pág. 15.
3 - EMBRIOLOGÍA
Los
embriones de vertebrados pasan a través de una serie de fases similares en las
primeras etapas de desarrollo. Como lo explica Rupert Sheldrake:
« Las
fases iniciales de la embriología a menudo se parecen a aquélla de muchas otras
especies (o incluso familias y órdenes). Y a medida que tiene lugar este proceso de
crecimiento, los rasgos particulares del orden, familia, género y finalmente
especie tienden a aparecer en secuencia, y generalmente es solo al final que emergen
las diferencias relativamente menores que distinguen al organismo individual de
otros miembros de la misma especie. » (1)
En
1866, Ernst Haeckel formuló la “ley biogenética”, la cual establece que
"la ontogenia recapitula la filogenia", es decir que el desarrollo
embriológico resume la ancestralidad.
Haeckel
afirmaba que un organismo evoluciona por concreción de nuevas fases hacia su
proceso de desarrollo embrionario, por lo que así como un individuo experimenta
desarrollo embrionario, también traza nuevamente cada estadio adulto de sus
ancestros evolutivos.
Pero los
biólogos pronto descartaron la idea de que la transformación estuviera limitada
a los cambios acumulados al final de este proceso y adoptaron el concepto de
que la evolución puede afectar a todas
las fases de crecimiento (tanto al suprimir las fases como al acumularlas) por
lo que la embriología no sería una repetición estricta de ancestralidad.
Foto
superior:
los dibujos infames de Haeckel para embriones de vertebrados. De arriba hacia abajo y de izquierda a la derecha: pez, salamandra, tortuga, pollo, cerdo, vaca, conejo y humano. Haeckel
había modificado sus ilustraciones para hacer que sus primeras etapas
aparecieran más similares de lo que realmente son.
Foto inferior: De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo:
imágenes en fases similares del
desarrollo embrionario de un humano, un cerdo, un pollo y un pez (2).
El
embrión comienza siendo una sola célula y luego se divide en una pequeña bola
multicelular. El embrión de un mamífero continúa a través de diversas etapas
pareciéndose a un pez y a un reptil, antes de terminar como un joven individuo
totalmente formado.
La
embriología comparativa muestra cómo las diferentes estructuras adultas de
muchos animales tienen los mismos precursores embrionarios, y los darwinistas
interpretan estas características compartidas de crecimiento, como evidencia de
que muchos animales tienen ancestros en común, pues las especies más próximas
entre sí muestran mayores similitudes que las menos vinculadas.
Por
ejemplo, en una cierta fase del desarrollo, los embriones de vertebrados crean
sacos faríngeos que se asemejan a los sacos branquiales hallados en los peces,
aunque estos rasgos no son nunca órganos funcionales, ni siquiera en el pez
embrionario.
Estas
características luego continúan desplegándose en estructuras adultas muy
diferentes, como branquias en peces, y oídos, mandíbula y faringe en mamíferos.
Así, lo anterior se interpreta como la suposición de que todos los mamíferos
comparten un ancestro común cuyo embrión tenía sacos faríngeos.
La
Teosofía está de acuerdo con que la embriología provee información sobre la
historia evolutiva, pero rechaza la noción darwinista de que cada nuevo tipo de
organismo surge mediante la transformación continua de ancestros físicos.
(Esto se detalla en la octava
y última parte de esta investigación.)
Y
nótese que la ciencia materialista no puede explicar realmente algún aspecto
del desarrollo embrionario, pues por ejemplo:
¿Cómo sabe un embrión cuándo detenerse de producir
células del hígado y comenzar a generar células del riñón?
Se
cree que las señales químicas gatillan los cambios, activando o desactivando
ciertas combinaciones de genes “accidentalmente” en los momentos correctos,
pero esto plantea más preguntas que respuestas. Más aún, ningún mecanismo
genético conocido explica la morfogénesis o cómo los organismos son capaces de
retener una memoria de formas “ancestrales”.
Otra
manera de ver el desarrollo embrionario está expresada en las leyes de Von
Baer, las cuales fueron formuladas antes que la ley biogenética de Haeckel. Estos
postulados indican que los caracteres más amplios tienden a aparecer más
tempranamente en la ontogenia, seguidos por caracteres menos generalizados y
finalmente los más especializados.
Esto
significa que aquellas estructuras que se desarrollan al comienzo en el embrión
son comunes a muchas especies diferentes, mientras que las estructuras que
aparecen tardíamente pueden usarse para la distinción entre especies.
En
otras palabras, las formas de vida tienden a comenzar cerca de un punto común y
divergen hacia el exterior, cada una en su camino propio y único como los rayos
divergentes en una rueda.
Von
Baer era creacionista y formuló esta ley oponiéndose a la evolución, pero los
darwinistas creen que la etapa de desarrollo en la que divergen dos especies
depende de cuán cercanamente estén relacionadas, y su aserción es que la única
manera que puedan estar vinculadas es por descendencia física.
En cambio la
Teosofía postula la existencia de “tipos-raíces astrales”, los cuales se
despliegan en muchas direcciones diferentes y no en una modalidad accidental,
sino guiadas por la inteligencia instintiva de la Naturaleza.
Los
darwinistas encuentran evidencia adicional de descendencia común en “órganos
vestigiales” que ven como los remanentes de lo que alguna vez fueron órganos
totalmente funcionales en los ancestros evolutivos de las especies
concernientes.
Sin embargo, algunos
de esos órganos otrora etiquetados como “vestigiales” ahora se ha determinado que
llevan a cabo funciones útiles, como es el caso del apéndice. Y también el
cóccix humano es considerado una cola vestigial y prueba de que algunos de
nuestros ancestros la tenían (3).
Las
señales de un hombro y extremidades posteriores en ballenas y los miembros
traseros reducidos de serpientes primitivas son interpretados como
modificaciones incompletas de las estructuras de sus ancestros, pero también
esta clase de evidencia es compatible con alguna clase de “diseño consciente”,
ya que la transformación de ciertas estructuras básicas sería más eficiente que
diseñar todo desde cero.
Además,
la falta de testimonios fósiles sustanciales para el cambio evolutivo gradual
es consistente con la visión teosófica de que las preparaciones para nuevos
rasgos físicos y formas tienen primero lugar a nivel etérico antes de
concretarse en el plano físico.
(Y
para los científicos materialistas que exijan que se les demuestre que ese mundo
invisible realmente existe y no es una simple fantasía del esoterismo, el detalle
es que ese mundo no se puede percibir con los sentidos físicos, pero si se
pusieran a practicar con seriedad el chi-kung de los siete lotos, entonces van a ir progresivamente
despertando sus sentidos etéricos y así podrán darse cuenta que ese mundo sutil
verdaderamente existe.)
Referencias
- Rupert Sheldrake, A New Science of Life: The hypothesis of formative causation, London: Icon Books, 3era edición, 2009, pág. 139.
- pbs.org/wgbh/nova/odyssey/clips; geocities.com.
- Ver "Human evolution: the ape-ancestry myth", sección 6, http://davidpratt.info.
4 - AFINIDADES GENÉTICAS
Los
darwinistas no sólo explican las estructuras corporales similares, sino también
las semejanzas genéticas en términos de descendencia común, pero nuevamente
tales fenómenos no muestran nada definido sobre cómo los organismos se
originaron y así podrían atribuirse a alguna forma de diseño consciente.
Los
darwinistas invocan las diferencias en las proteínas y el ADN como un “reloj
molecular” para estimar hace cuánto tiempo diferentes especies se separaron de
un ancestro común.
Cada
gen o proteína es un reloj individual que “marca” en un ratio diferente. Por
ejemplo, se estima que se necesitan 600 millones de años para producir un 1% de
diferencia en las histonas de dos organismos diferentes, comparado con 20
millones de años para el citocroma C, mientras que 5.8 millones de años para la
hemoglobina, y sólo 1.1 millones en el caso de los fibrinopéptidos.
Sin
embargo, los árboles evolutivos basados en diferentes clases de proteínas a
veces muestran diferencias considerables, y también existen grandes
discrepancias entre árboles de familias basados en anatomía comparativa y
aquéllos cimentados en la biología molecular (1).
Además,
las tasas de evolución apoyadas en el registro fósil son mucho más altas que
aquéllas predichas por la genética (2). Mientras que diversos
estudios de reloj molecular indican que el ancestro común hipotético de todos los
animales vivió en algún momento entre los 2 mil millones y 274 millones de años
atrás (y esta última fecha calza en torno a los ¡250 millones de años después
de la explosión cámbrica!) (3).
El
significado de la semejanza general en el ADN entre dos organismos es materia
de debate. Por ejemplo, la similitud genética de los humanos y los chimpancés
ha sido estimada en 95%, en 98,5%, e incluso en 99,4%. Pero aún así, los humanos poseen inteligencia
autoconsciente mientras que los simios carecen de ella.
Por
otra parte, hay dos especies de mosca de la fruta (Drosophila) que se
parecen en términos físicos, pero al mismo tiempo poseen solamente el 25% de sus
secuencias de ADN en común.
Un
estudio determinó que la serpiente y el cocodrilo (ambos reptiles) compartían
sólo alrededor de un 5% de sus secuencias de ADN, mientras que el cocodrilo y
la gallina tenían el 17,5%, que es justo lo opuesto a las estimaciones del
neodarwinismo.
En
la actualidad existen más de 3000 especies de ranas, todas las cuales
superficialmente parecen ser las mismas, pero existe una variación más grande de
ADN entre ellas que entre el murciélago y la ballena azul…!!! (4)
Lo
cual es una indicación adicional de que se requiere mucho más que el ADN para
construir un organismo.
Referencias
- John D. Morris y Frank J. Sherwin, The Fossil Record: Unearthing nature’s history of life, Dallas, TX: Institute for Creation Research, 2010, pág. 158.
- William R. Corliss (compilación), Biological Anomalies: Mammals II, Glen Arm, MD: Sourcebook Project, 1996, págs. 182-8, 191-2.
- Stephen C. Meyer, Darwin’s Doubt: The explosive origin of animal life and the case for intelligent design, New York: HarperOne, 2013, págs. 102-13.
- ReMine, The Biotic Message, pág. 449; Richard Milton, "Darwinism – the forbidden subject", alternativescience.com.
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