« Durante mucho tiempo había
sido un enemigo del espiritismo porque me habían dicho que todos los fenómenos
"espiritistas" eran producto del engaño y fraude. Y por consiguiente para mí un creyente en el
espiritismo era una persona muy crédula o muy fantasiosa que veía en cada
esquina los productos de su propia imaginación desbordada en la forma de
fantasmas.
Sin embargo mi curiosidad me llevó a
visitar en una ocasión una "sesión de materialización" sostenida por
una médium con el nombre de la señora Rice o la señora Holmes. Y allí vi los
fenómenos más impresionantes de apariciones tangibles y materializaciones de
fantasmas conocidos como los espíritus de Katie, King y otros.
Entonces me interesé por estas cosas
y fui a escuchar las conferencias del profesor Peebles, y la filosofía que él
enseñó me pareció muy racional y plausible, pero derrocó todas las teorías de
Buchner y Comte.
Justo en ese momento tenía una
paciente llamada Katie Wentworth. Ella era una dama casada bien establecida,
con sangre inglesa e india que corría en sus venas.
Ella no creía en el espiritismo y no
estaba dispuesta a dar crédito a los relatos que le habían comentado personas
que lo habían presenciado, pero con el propósito de ver "si había algo en
esa actividad", ella consintió en sentarse conmigo, y después de que se
recuperó de su enfermedad tuvimos frecuentes sesiones de espiritismo juntos.
Al principio los fenómenos eran
insignificantes y las comunicaciones recibidas a través de ella eran pequeñas, pero
después de un tiempo atrajimos a otras influencias y obtuvimos los resultados
más asombrosos.
Mi amiga Katie Wentworth se
convirtió en una de los médiums más notables para todo tipo de manifestaciones,
incluyendo trance, materialización, levitación, escritura automática, etc. Y tal
vez debido a su presencia, yo mismo llegué a desarrollar en cierta medida la
clarividente y la clariaudiencia, y disfruté mucho de las conversaciones que tuve con los
"difuntos".
Y estando acostumbrado a ir
fácilmente a los extremos, en ese tiempo dediqué casi todo mi tiempo a la
lectura de libros sobre espiritismo, como las obras de Andrew Jackson Davis,
Hudson Tuttle, el juez Edmonds y muchos otros, mientras que mis principales entretenimientos
eran las sesiones espiritistas con mi amiga y con otros médiums que posteriormente
conocí.
Algunas de las experiencias que tuve
en esa época han sido descritas en la revista “The Occult Review”.
Los logros de Katie Wentworth como
médium pronto se conocieron entre los espiritistas y ella recibió invitaciones
para celebrar sesiones en todos lados y aceptó muchas de ellas, pero la consecuencia fue
que ella estuvo continuamente vampirizada por esos fantasmas, perdió su
vitalidad, terminó paralizada y murió precozmente.
Y que esos "espíritus" no
eran lo que ellos pretendían ser, se me demostró claramente por el hecho de que
incluso media hora antes de que mi amiga falleciera, fingidos espíritus de
algunos de los médicos más famosos que han existido en la Tierra vinieron e
hicieron prescripciones para ella, e insistieron en que no había peligro.
Hubiera sido bueno para mí si
hubiera permanecido en Nueva Orleans, pero el deseo de cambio y las aventuras
junto con los exaltantes relatos que me llegaban de Colorado, me motivaron a ir
a esa región. Y además estaba cansado de la vida urbana y anhelaba ver el
"Salvaje Oeste".
Allí conocí a la Sra. N.D. Miller de
Denver quien fue uno de los médiums materializadores más notables que haya
existido alguna vez, y como a veces ella se quedaba en mi casa, tuve la
oportunidad de presenciar los fenómenos más interesantes.
Los fantasmas totalmente
materializados se convirtieron en mis compañeros casi a diario, algas marinas
frescas fueron traídas del lejano océano, y yo mismo fui levitado hacia el
techo y llevado por el aire. En resumen todos los fenómenos espiritistas ahora
bien conocidos los experimenté en condiciones de prueba que no dejaron espacio para
dudar de que hubieran sido un fraude.
Por lo que yo me volví (y todavía lo
soy) un creyente de estos fenómenos debido a que no puedo "ignorar" lo que
realmente he experimentado y conocido, así como cualquier otro hecho en mi vida
cotidiana.
Pero mi experiencia con mi amiga Katie Wentworth ya me había
enseñado que estos fenómenos probablemente no siempre eran causados por
los espíritus de los humanos difuntos, y que seguramente con frecuencia se
originaron por otras entidades inteligentes que actualmente desconocemos.
Mi deseo era conocer la causa de
tales cosas. No tenía dudas de que en algunos casos, especialmente en los casos de los de
suicidios o muertes súbitas, las almas de los muertos aún atadas a la Tierra
por sus propios deseos incumplidos, podían comunicarse con los mortales.
Ya había recibido varias fuertes
pruebas de ello y especialmente la siguiente experiencia causó una gran
impresión en mi mente:
Fui elegido forense para el distrito
de Clear Creek Country, al que pertenece Georgetown, y había sido mi deber
ordenar y realizar una investigación en casos de muerte súbita. Y una mañana en
un pueblo no muy lejos de donde yo residía, un médico se suicidó envenenándose
con morfina.
Fui debidamente informado de ello
pero me perdí el primer tren para ir a ese lugar, y cuando llegué por la tarde,
los otros médicos ya habían diseccionado el cuerpo y lo habían cortado en
pedazos sin esperar a que se enfriara.
Sin embargo esa noche el espíritu
del suicida se apareció ante mí. Él se encontraba en una forma horriblemente
mutilada y parecía sufrir mucho. Parece
que su cuerpo astral aún no había sido separado de su cuerpo físico en el
momento de la disección. Y la aparición
puede haber sido el producto de mi imaginación, pero se veía extremadamente
real.
Aproveché todas las oportunidades
para alojarme en casas que tenían fama de ser perseguidas por fantasmas, y tuve
algunas experiencias notables, pero los fantasmas que yo vi o escuché en esos
lugares mostraron muy poca o ninguna inteligencia, y a veces parecían ser aves
de gran tamaño y sus pasos eran audibles.
~ * ~
Pero a pesar de experimentar mucho, yo
no lograba encontrar una explicación tangible que me ayudara a comprender estos
fenómenos. Y mientras mi perplejidad estaba en su punto más alto y me estaba desesperando
cada vez más ante la posibilidad de algún día poder entender algo cierto acerca de cómo se efectúan esas
manifestaciones, un día cayó en mis manos un número de una revista editada por
H.P. Blavatsky y publicada en la India (“The
Theosophist”).
En su interior contenía un artículo
que describía la constitución séptuple del hombre y los siete principios en el
universo. Y esto vino a mí como una revelación porque me proporcionó la clave
para esos misterios cuya explicación había buscado durante tanto tiempo en
vano.
Estaba encantado con este
descubrimiento y mi mayor deseo era ahora familiarizarme con la Teosofía y
aprender de ella más acerca de los secretos de la vida y la muerte. »
(Extractos de su autobiografía
publicada en la revista “Occult Review”
de enero de 1908, p.12-17)
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