En
su libro “El Conocimiento Silencioso”
(1987) Carlos Castaneda escribió lo siguiente:
« Recordé un
acontecimiento que yo había presenciado algunos meses antes en la ciudad de
México, el cual me había resultado incomprensible hasta que Don Juan me lo
explicó utilizando el paradigma de los brujos.
Lo
que yo había presenciado fue una operación quirúrgica llevada a cabo por una
famosa curandera psíquica. Su paciente fue un amigo mío y para operarlo, la
curandera entró en un trance muy dramático.
Pude
observar que utilizando un cuchillo de cocina, ella abrió la cavidad abdominal
del paciente en la región umbilical, separó el hígado enfermo, lo lavó en un
balde de alcohol, volvió a ponerlo en su sitio y cerró la abertura que no tenía
ni una gota de sangre, con la mera presión de sus manos.
Varias
personas que estuvieron presentes en la habitación en penumbra, presenciaron la
operación. Algunos parecían haber sido invitados como yo, los otros, parecían
ser los ayudantes de la curandera.
Después
de la operación hablé brevemente con tres de los invitados. Todos estaban de
acuerdo en que habían presenciado lo mismo que yo. Cuando hablé con mi amigo,
el paciente, me contó que él sólo había sentido un dolor constante, pero no
fuerte, en el estómago y una sensación de ardor en el lado derecho.
Le
había relatado todo esto a Don Juan y hasta me atreví a dar una explicación
cínica. Dije que, en mi opinión, la penumbra del cuarto se prestaba
perfectamente para la prestidigitación, y que eso podría explicar el hecho de
que vi los órganos internos fuera de la cavidad abdominal, enjuagados en el
balde de alcohol.
Por
otro lado, el impacto emocional causado por el dramático trance de la
curandera, que también me pareció un truco, ayudó a crear entre los presentes
una atmósfera de fe casi religiosa.
Pero
de inmediato Don Juan señaló que esto era una opinión cínica en vez de una
explicación cínica, pues no explicaba el hecho de que mi amigo se hubiera
recuperado de su enfermedad.
Don
Juan propuso entonces una explicación basada en el conocimiento de los brujos.
Dijo que todo el acontecimiento se basaba en el hecho, incomprensible para la
razón, de que la curandera fuese capaz de mover el punto de encaje del exacto
número de personas en el cuarto. El único truco, si así se le podía llamar, era
que el número de personas no excediera el que ella podía manejar.
Su
dramático trance y el histrionismo consiguiente eran, según don Juan, o bien
artificios conscientemente usados para atrapar la atención de los presentes o
maniobras dictadas por el espíritu mismo, para ser usadas conscientemente. Como
fuese, constituían el medio más apropiado para que la curandera pudiera
fomentar la unidad de pensamiento necesaria para borrar dudas en los presentes,
y así forzarlos a entrar en la conciencia acrecentada.
“Abrir
el cuerpo con un cuchillo de cocina y extraer los órganos internos no fue prestidigitación”,
afirmó don Juan, “fue algo auténtico y real, pero en vista de que ocurrió en la
conciencia acrecentada, estaba fuera del criterio cotidiano”.
Yo
le había preguntado a Don Juan cómo era posible que la curandera moviera los
puntos de encaje de esas personas sin tocarlas.
Su
respuesta fue que el poder de la curandera, ya fuera un don o un estupendo
logro, era servir de conducto al espíritu. “Fue el espíritu y no la curandera”,
dijo, “el que había movido esos puntos de encaje”.
"Cuando
tú me contaste la historia de la curandera”, dijo don Juan, “te expliqué aunque
tú no comprendiste ni una sola palabra, que el arte y el poder de esa mujer
consistían en borrar las dudas de los presentes. Al hacer eso ella podía
permitir que el espíritu moviera sus puntos de encaje. Y una vez que esos
puntos estaban en una nueva posición, todo era posible. Habían entrado en el
reino donde los milagros son cosas de todos los días”.
Don
Juan aseguró que la curandera debía de ser también bruja. Dijo que si yo hacía
un esfuerzo por recordar la operación, vería que ella había mostrado no tener
compasión con los presentes, especialmente con el enfermo.
Le
repetí lo que me acordaba de la sesión. Tanto el timbre como el tono de la voz,
seca y femenina de la curandera, cambiaron dramáticamente cuando entró en
trance. Su voz se volvió ronca y profunda, como la de un hombre. Fue esa voz la
que anunció que el espíritu de un guerrero de la antigüedad precolombina se
había posesionado del cuerpo de la curandera.
(Nota
de Cid: se refiere al emperador azteca Cuauhtémoc.)
Y
una vez que el anuncio fue hecho, la actitud de la mujer cambió dramáticamente.
Estaba poseída. Absolutamente segura de sí misma procedió a operar con total
certidumbre y firmeza.
“En
vez de decir que tenía certidumbre y firmeza”, comentó Don Juan, “yo preferiría
decir que esa curandera, a fin de crear un ambiente adecuado para la intervención
del espíritu, no tuvo compasión”.
Don
Juan aseveró que sucesos difíciles de explicar, como esa operación, eran en
realidad muy simples. Lo que los tornaba difíciles era nuestra insistencia en
analizarlos con pensamientos cotidianos, pero si no pensábamos, todo resultaba
claro.
“¿Si
no pensamos? Pero eso es absurdo, Don Juan” - dije con toda sinceridad.
Le
recordé que él mismo exigía que todos sus aprendices pensaran en serio; hasta
criticaba a su propio maestro por su flaqueza de pensamiento.
“Por
supuesto que insisto en que todos cuantos me rodean piensen con claridad” -dijo
Don Juan-. “Pero también explico, a quien me quiera escuchar, que el único modo
de pensar con claridad es no pensar en absoluto. Yo creía que tú comprendías
esa contradicción de la brujería”. »
AUDIO
En
el siguiente video pueden escuchar el texto que les puse arriba:
OBSERVACIONES
La
descripción que Carlos Castaneda da de esa curandera corresponde a la de Bárbara
Guerrero, más conocida como Pachita, quien ha sido la cirujana psíquica más
famosa de México.
El
autor de ese video afirma que ese amigo de Carlos Castaneda que fue operado del
hígado por Pachita, era Alejandro Jodorowsky pero yo estoy muy dubitativo que
sea él porque Jodorowsky afirmó que él se encontró dos veces con Castaneda en
los años setenta: una vez en un restaurante y al día siguiente en su hotel, y
después ya no lo volvió a ver.
Y
sospecho que esos dos encuentros fueron inventados por Jodorowsky (ver link).
No
sé si el nahual Don Juan Matus verdaderamente dio la explicación que les puse
arriba, o si Castaneda la inventó, pero mi investigación me llevó a concluir
que Pachita en realidad fue una embustera que para nada movía con ayuda del
espíritu el punto de encaje de las personas, sino que ella aparentaba abrir al
paciente y utilizaba órganos de animales para engatusar a la gente.
De
hecho no he encontrado a ningún cirujano psíquico genuino, todos han resultado
ser unos charlatanes; y por lo que he estudiado los verdaderos sanadores pueden
curar a los enfermos sin la necesidad de abrirles el cuerpo.
En
cuanto a la sanación del amigo de Castaneda, esta se explica por un fenómeno
que se conoce como “curación milagrosa” y que se produce en algunos casos cuando
el enfermo está tan convencido que ha sanado que realmente se cura sin la
necesidad de una intervención médica.
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