(El
siguiente artículo fue escrito por Alsibar quien ha estudiado mucho a los guías
espirituales, y el texto original en portugués lo pueden leer en este link.)
Uno
de los mayores descubrimientos en el camino espiritual es sin duda la meditación.
La
meditación es practicada por monjes y seguidores de casi todas las religiones,
la meditación aporta no sólo beneficios espirituales sino también físicos. En
el campo terapéutico ayuda a reducir el estrés, la hipertensión arterial, el
insomnio, la ansiedad, el nerviosismo, mejora la concentración, el equilibrio,
etc., así como varios otros beneficios para la salud y el bienestar. Sin
embargo en el campo “espiritual” o “psicológico” su acción es bastante
limitada.
Para
entender este problema es necesario saber qué es la meditación. La meditación
es una técnica o acción que tiene como objetivo un resultado. Por ejemplo, si
tengo miedo o me siento muy nervioso en una determinada situación (hablar con
alguien, hablar en público, volar, etc.) la meditación ayuda a estabilizar la
mente, llevándola a un estado de mayor equilibrio y relajación.
Durante
la meditación, la mente tiende a calmarse debido a la ralentización que provocan
pequeñas acciones como por ejemplo: observar la respiración, los pensamientos,
el silencio mental, el momento presente, etc.
En
todos estos casos siempre hay un “hacedor”, una entidad, un “yo” que actúa
sobre la realidad, así como un objetivo que es lo que pretendo conseguir: ya
sea calma, equilibrio, paz, salud, autocontrol, etc.
Es
importante señalar que siempre hay una dualidad (yo y el problema que quiero
resolver) y un conflicto entre “lo que es” (el hecho, la realidad) y lo que
“debería ser” (el ideal, el objetivo).
Para
quienes buscan resultados físicos y psíquicos, la meditación es perfecta como
parte de la terapia. Pero si lo que se busca son resultados espirituales, la
meditación técnica sirve de poco e incluso puede convertirse en un obstáculo.
Déjame
explicarte: si estás buscando la Verdad, la Realidad, Dios, la iluminación o el
despertar espiritual, entonces la meditación puede ayudarte al principio, pero
más tarde tendrás que abandonarla.
La
razón es muy sencilla: si anhelas trascender la dualidad, alcanzando la unidad,
la meditación –como práctica o técnica– mantiene precisamente aquello de lo que
quieres liberarte.
Como
mencioné antes, en la meditación hay un “meditador” que manipula
conscientemente una técnica, apuntando hacia un fin específico. La dualidad se
mantendrá mientras psicológicamente haya un observador (yo) en un lado y la
cosa observada (situación de la que quiero deshacerme) en el otro.
Y
mientras exista el “ahora” y el “futuro” que es lo que pretendo lograr (tiempo
psicológico), ¿cómo puedo salir de este dilema?
Es
como sigue: en la verdadera meditación no puede haber práctica, ni practicante,
ni técnica alguna (incluida la observación de los pensamientos o del ahora). En
el verdadero estado meditativo no hay ningún “yo” consciente de la meditación,
del problema, del ahora o del objetivo futuro, pues todos estos elementos son verdaderas
prisiones para quienes buscan la liberación del tiempo, del conflicto y del
ego.
Todo
esto lo confirma Krishnamurti quien cuando su sobrino Jiddu Narayan le preguntó:
- “¿Cuál
es la esencia de la meditación?”
Krishnamurti
le respondió:
- “¡Nunca
estás consciente de que estás meditando!.”
OBSERVACIÓN
Suena coherente lo
que dijo Alsibar y he escuchado que efectivamente la meditación en algunos
casos se puede volver contraproducente para el desarrollo espiritual e incluso una
prisión. Pero también yo me acuerdo que el maestro Pastor en una conferencia
explicó que los discípulos de los Maestros que ya están avanzando por el
sendero iniciático, ellos tienen que meditar durante muchas horas para
desarrollar sus facultades espirituales. Por lo que yo considero que si conviene
meditar o no en el desarrollo espiritual dependerá de diversos factores.
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