TESTIMONIO DEL
MAESTRO MORYA
El
primero en hablar sobre este misterioso lugar fue el Maestro Morya, quien en
una carta que le escribió en octubre de 1881 al señor Sinnett, le señaló lo
siguiente:
« En cierto lugar cuya ubicación no se
debe de mencionar a extraños, existe un precipicio atravesado por un frágil
puente de pastos entretejidos, y por debajo del cual corre un torrente
enfurecido.
El miembro más intrépido de sus clubes de alpinismo difícilmente osaría aventurarse a pasarlo, porque cuelga como una telaraña y parece estar podrido e impracticable. Pero no es así, y aquel que se atreve a afrontar la prueba y tiene éxito, como lo tendrá, si es licito que se le permita atravesarlo [mientras que el profano no lo podrá porque los elementales se lo impedirán] llegará a un desfiladero de una belleza panorámica incomparable.
Es uno de nuestros lugares secretos donde se encuentra algunas de nuestra gente, pero sin embargo, del cual no existe ninguna nota o minuta entre los geógrafos europeos.
El miembro más intrépido de sus clubes de alpinismo difícilmente osaría aventurarse a pasarlo, porque cuelga como una telaraña y parece estar podrido e impracticable. Pero no es así, y aquel que se atreve a afrontar la prueba y tiene éxito, como lo tendrá, si es licito que se le permita atravesarlo [mientras que el profano no lo podrá porque los elementales se lo impedirán] llegará a un desfiladero de una belleza panorámica incomparable.
Es uno de nuestros lugares secretos donde se encuentra algunas de nuestra gente, pero sin embargo, del cual no existe ninguna nota o minuta entre los geógrafos europeos.
A la distancia
de un tiro de piedra desde una vieja Lamasería (un templo budista), se levanta
una antigua torre, dentro de cuyo seno se ha gestado generaciones de Bodhisattvas
(titulo que se les da a aquellos que están cerca de volverse un Buddha, o sea un
ser plenamente iluminado). Es allí donde
ahora descansa Kuthumi en un estado aparentemente “sin vida”. »
(Carta Mahatma 29,
p.219)
TESTIMONIO DE
BLAVATSKY
Blavatsky,
en una carta que le escribió a la señora Mary Hollis Billings, fechada el 2 de
octubre de 1881, dio más detalles sobre ese misterioso lugar:
« Kuthumi se ha ido a dormir por tres
meses para prepararse durante su Sumadhi o continuo estado de trance
para su iniciación, la penúltima, cuando se convertirá en uno de los más
elevados Adeptos.
Pobre Kuthumi,
su cuerpo está actualmente tendido frío y tieso en un edificio cuadrado de
piedra aislado, sin ventanas ni puertas, cuya entrada se efectúa a través de un
pasaje subterráneo, de una puerta en Toong-ting
(que es una pequeña sala situada en cada Lamasería).
(O
sea que se accede a la antigua torre, por un pasaje subterráneo que conecta con
la vieja Lamasería. Y esto me indica que Blavatsky ya estuvo en ese lugar
secreto, probablemente cuando ella fue al Oriente para también ser iniciada,
aunque obviamente se trató de una iniciación menor en su caso.)
En ese estado,
su Espíritu se encuentra actualmente muy libre, y un Adepto puede yacer así
durante años, cuando su cuerpo fue cuidadosamente preparado por él mismo de
antemano, a través de pases mesméricos y otras técnicas.
Es un hermoso
lugar donde se encuentra ahora en la torre cuadrada. De ahí se ve el Himalaya a
la derecha y un hermoso lago cerca de la Lamasería. Su Chohan (o sea su
Superior) cuida de su cuerpo. Morya también va de vez en cuando a visitarlo. Es
un tremendo misterio ese estado de sueño cataléptico para tal período de
tiempo. »
(The Theosophical
Forum, mayo de 1936, p.345)
TESTIMONIO DE C.
RAMIAH
Si bien, el acceso físico a ese
lugar solo está reservado para los Adeptos y sus discípulos, también hubo
miembros de la Sociedad Teosófica que lo visitaron por medio de su cuerpo
astral, y uno de ellos fue C. Ramiah quien narró su experiencia en dos cartas
las cuales fueron publicadas en la revista “The
Theosophist”:
« Mi edad actual es de 51 años y lo menciono para demostrar
que ya no tengo el entusiasmo de la juventud, ni sus inseparables vuelos de la
imaginación. Y a continuación les cuento los acontecimientos en el orden en que
estos me ocurrieron, y el lector tiene la libertad de sacar la conclusión que
le plazca.
Soy un brahmán de la fe ortodoxa y
mis padres me criaron en la creencia de la existencia de un gran Dios personal
y de muchos otros dioses menores cuyos poderes sobre la naturaleza y los
elementos son extensos, y que gradualmente han trabajado sus caminos hacia el
conocimiento de la filosofía oculta.
En el año 1864 estaba trabajando en
otro distrito cuando una noche en un sueño vi a un Maestro sentado en el aire
con un anillo que parecía una estrella muy brillante.
Alrededor del año 1880, una noche
fui llevado en sueños a una aldea rural al pie de una gran cadena de montañas y
allí vi a un Maestro vestido con una vestimenta budista y con los pies
descalzos. Inmediatamente me postré a sus pies, pero él me pidió que me
levantara, me puso las dos manos en la cabeza y me indicó que perseverara en el
estilo de vida espiritual que yo estaba siguiendo.
En el año 1881, la recién
establecida Sociedad Teosófica en Bombay atrajo la atención de muchas personas
en la India, y al escuchar que un Maestro estaba favorablemente colaborando
para que esa asociación tuviera éxito, oré para que me favorecieran con fe.
Repetí esta oración todas las noches y sucedió que una noche en mi sueño me
llevaron a la misma cadena de montañas en donde había estadio y ahí percibí al
mismo Maestro que ya se me había aparecido anteriormente.
Esta vez él se encontraba parado
sobre una roca aislada y había un profundo abismo entre él y yo. Y al no poder
acercarme me postré en el suelo, cuando me solicitaron levantarme y me
preguntaron qué quería. Yo repetí la oración donde expresaba que quería saber
más sobre la fe, y entonces sorpresivamente una gran flama brillante brotó del
pecho del Maestro y unas partículas de ese fuego volaron en mi dirección y
fueron absorbidas por mi persona. El Maestro desapareció después de eso y aquí
terminó mi segundo sueño.
Y curiosamente después de ese sueño
y a medida que pasaba el tiempo, yo me volví cada vez menos egoísta y más
dispuesto a ver a toda la humanidad, los animales e incluso los objetos, como
parte de mí mismo, y estaba cada vez más ansioso por aprender y ser útil para
el mundo en general aunque fuera con mis limitados medios.
En la mitad del año 1883, una noche
fui llevado en mi sueño a una gran cadena de montañas y allí encontré un gran
templo de roca en donde percibí el mismo Maestro que había visto en las dos
ocasiones anteriores, y esta vez él se encontraba sentado en un taburete con un
altar frente a él, y a su alrededor habían dos filas de Adeptos, una de cada
lado, todos vestidos con ropas budistas, excepto el superior.
Me postré como de costumbre y me
ordenaron levantarme. Luego me dijeron que fuera por el santuario y alguien me
guió, y allí encontré a dos o tres damas de una profunda devoción.
En el santuario observé que había en
un lugar oscuro enrollado como una serpiente, una sustancia muy brillante que
se parecía al fósforo y expresé el deseo de saber qué era; y una de las damas
me dijo que el santuario representaba la tierra en cuyo estado todos nuestros
cuerpos físicos deben ser derribados tarde o temprano, y la sustancia brillante
representaba el espíritu o esencia (o "Jyoti") que mueve todo el
universo.
Luego regresé ante el Jefe y después
de postrarme una vez más ante él, dejé el lugar cuyo uno de los Adeptos me
mencionó que era el "Harthayery" (1).
Desde entonces no he vuelto a ir a
ese lugar en mis sueños, pero he percibido un cambio en mí como si mi ser
interior estuviera tratando de volar hacia lo divino; y ahora tengo un deseo
muy sincero de ir a las montañas tibetanas en busca de los Maestros.
Estaba tan intrigado con estos
sueños que mi mente se volvió muy pesada con estos cuestionamientos que oré a
los Maestros para que me ayudaran, y en un sueño que tuve hace unos dos meses,
ellos me dijeron que acudiera a ver al Sr. Subba Row. Fui a verlo y le conté
toda mi experiencia y él me pidió amablemente que acudiera a la sede de la
Sociedad Teosófica para ver si podía reconocer las características del Maestro
que se me apareció en mis sueños.
Fui esa misma tarde y alrededor de
las 4 pm se abrieron las puertas del "Santuario" y para mi sorpresa,
identifiqué en la foto del ilustre Maestro Kuthumi las características exactas del Maestro que yo había visto en mis sueños.
Con mis manos unidas en un estado de exaltación y con las palabras "Oh
Dios poderoso" en mis labios, caí de rodillas y una hora después me afilié
como miembro de la Sociedad Teosófica.
C. RAMIAH.
Madrás,
11 de agosto de 1884.
Después de identificar al Maestro
Kuthumi con el Maestro que había visto en mis sueños, resolví recordar con más
claridad la forma del Maestro tal como la había visto en mis sueños debido a
que su retrato era poco conciso [La pintura del Maestro Kuthumi que les puse
arriba solo se pintó 4 años después] y después de un pocas pruebas decididas
logré impresionar mi mente con sus rasgos exactos sin omitir ni el atuendo
budista ni los pies descalzos.
Yo hacía esto a menudo y cada vez
las características se definían más y más claramente. En una ocasión el Maestro
apareció sentado aunque por lo general él aparecía de pie, y en algunas
ocasiones él apareció en un lugar elevado, y en mis esfuerzos por acercarme
hacia él desde las tierras bajas (en donde yo sentía que me encontraba) él
extendió su mano para ayudarme a subir. Todo lo anterior fueron visiones en
horario diurno durante mis horas de oración y no fueron sueños.
Y a medida que pasaba el tiempo
observé que aparecía en el rostro del Maestro una expresión de tristeza, y
pensé que esto se debía a causa de mi vida pecaminosa. Y pronto para mi gran
pesar sobrevino un cambio en mis visiones en donde percibí que las nubes
mentales ocultaban al Maestro por completo de mi vista.
Cuando se dispersaron por un gran
esfuerzo de voluntad, la luz interna que me permitió ver el Maestro con el ojo
de mi mente se volvió tan intensa y mostró colores tan variados que quedé
deslumbrado. Y en otras ocasiones esa misma luz interna se volvió tan inestable
que un esfuerzo por ver al Maestro me provocaba un intenso dolor en mi “tercer
ojo”.
Sentí mucha frustración por estas
dificultades pero seguí persistiendo y un día mientras estaba orando, percibí
un rayo de luz de tono dorado brillando dentro de mí, y a medida que lo seguí
este rayo creció en intensidad y el tono dorado se difundió por todas partes
extendiéndose incluso a toda la Tierra, e incluso fue más allá iluminando hasta
donde el ojo de mi mente pudo alcanzar a ver. Y en esta luz percibí mundos en
movimiento y todo tipo de materia y formas humanas y otras fuerzas moviéndose
en este océano de luz.
La visión era espléndida de
contemplar y después de un lapso de unos cinco minutos, la luz se contrajo
gradualmente al rayo único original, y en la luz que difundía percibí la forma
sublime y gloriosa del Maestro. Sin embargo debo agregar aquí que mientras vi
este rayo de luz de color dorado, ni las nubes, ni la luz intensamente fuerte
con colores variados, ni la inestabilidad de la luz, perturbaron esta vez la
visión.
Este espléndido rayo de luz ha
continuado a aparecer en mí pero yo no tengo control sobre él ya que no aparece
cuando yo quiero que aparezca y su duración tampoco es fija ni tampoco su
intensidad.
Le mencioné todo esto a mi estimado
amigo Subba Row y él me aconsejó que viera bien y distinguiera los objetos que
surgieran en esa luz gloriosa, y así lo hice.
Un día mientras estaba en las
oraciones, apareció el rayo dorado de luz, y al ver a través de él percibí la
figura del Maestro, y cuando enfoqué el ojo de mi mente sobre él, el Maestro
retrocedió. Entonces lo seguí y él caminó constantemente durante un ascenso y
entonces percibí que un país montañoso estaba cerca. Él subió a las montañas y
bajó de nuevo, y luego giró a la derecha y luego a la izquierda hasta que por
fin encontró un ancho río en donde desapareció.
Instintivamente caminé a lo largo de
la orilla del río con la esperanza de encontrar una forma de atravesarlo hasta
que llegué a su parte más estrecha, y allí había un muy frágil puente de juncos
que cruzaba el río, y confiando en el cuidado protector del Maestro quien me
había guiado hasta ese lugar, lo atravesé y me encontré en el otro lado.
Luego proseguí cuesta arriba y
cuesta abajo, y cuando me di cuenta de que ya me encontraba muy agotado,
descubrí un gran lago a mi vista cuyos lados estaban adornados con grupos de
hermosos árboles y con casas de construcción rudimentaria en la orilla; y al
observarlas de más cerca percibí que estas estaban habitadas (2).
Sediento y hambriento, me aventuré
en la casa más cercana a mí, y con una sola voz todos los habitantes me
saludaron y me hicieron participar en sus comidas. Después de esto me vistieron
con una bata y una capucha de color amarillo pálido, y ellos también se
vistieron forma similar, y después me llevaron al templo de la roca en
"Husthagerry" el cual mencioné anteriormente, donde para mi sorpresa
y gran alegría encontré al Maestro Kuthumi sentado ante el altar en el mismo
taburete que antes. Todos nos postramos ante él y así terminó esta interesante
visión.
Sobre la última parte de agosto del
año pasado, estaba orando como de costumbre cuando apareció el rayo de luz
dorado y el Maestro apareció en él en toda su gloria. El Maestro volvió a
retroceder y lo seguí de cerca y después de recorrer el mismo camino sobre las
montañas que antes, él desapareció en el lago. En esa ocasión no había personas
viviendo en las orillas del lago y las casas estaban vacías. Sin saber por qué
intenté llegar al templo de la roca, pero me perdí.
Y después de atravesar muchas
montañas y valles peligrosos, me topé con una amplia meseta en donde a cierta
distancia percibí un grupo de finos árboles altos a cuya sombra se alzaba una
casa limpia orientada hacia el este. Ahí fui y en su entrada vi al Maestro
Kuthumi sentado solo y mi mente me indicó que era su propia casa. Le mencioné
esta curiosa visión al Sr. Damodar Mavalankar y él me aconsejó que debiera
intentar ver qué más podía observar y su consejo lo apliqué en la siguiente
vez (3).
Tres o cuatro días después de esta
entrevista, me apareció la misma visión y frente a la casa de Maestro Kuthumi
apareció otro grupo de árboles con una casa debajo a una distancia de
aproximadamente una milla o dos entre las dos casas, y también había un pequeño
templo con una cúpula circular a medio camino entre ellas. Y esta otra casa
sentí por intuición que pertenecía a otro Maestro (4).
~ * ~
Y estos han sido los encuentros que
he tenido con el maestro Kuthumi, en ninguna de las visiones hubo intercambio
de palabras entre el Maestro y yo, y desafortunadamente no sé dibujar sino les
hubiera enviado un bosquejo del paisaje de las dos casas con el pintoresco
templo en medio de ellas.
C. RAMIAH.
Madrás,
4 de septiembre, 1884.
»
Y
el editor de la revista que en ese momento era Blavatsky, añadió las siguientes
anotaciones:
- El corresponsal probablemente se refiere a un altar y no un santuario. Pero los detalles que da de la Jyoti (“llama”) parecen corresponder a lo que se dice que existe en un cierto templo secreto situado en el Tíbet. La llama simboliza lo que los filósofos hindúes conocen como paramjyoti que a veces es representado por los budistas como el "Sol amarillo en el loto".
- Aquí el corresponsal no podría haber descrito el lugar con mayor precisión si lo hubiera visto físicamente. Y si hubiera perseverado un poco y hubiera ido más lejos, solo una corta distancia, podría haber notado que un cierto lugar podía ser visitado solo por los iniciados, y tal vez para evitar que se acercara, su curso podría haber sido desviado en el camino.
- Esta es una descripción correcta, hasta donde el corresponsal pudo percibir, de la casa del Maestro Kuthumi.
- Esta descripción corresponde a la casa del otro Maestro conocido por los teósofos [Morya].
(El
testimonio de Ramiah se publicó en el Suplemento de The Theosophist de septiembre de 1884, p.125-126, y octubre de
1884, p.138-139)
TESTIMONIO DE FRANZ
HARTMANN
Otro
miembro de la Sociedad Teosófica que también relató haber visitado ese lugar
fue el escritor Franz Hartmann quien sobre ese acontecimiento escribió lo
siguiente:
« En
el año 1886, después de mi regreso de la India, conocí por casualidad a la
esposa de un trabajador alemán. Esta mujer tenía poca educación pero poseía
poderes ocultos extraordinarios.
Ella podía curar enfermedades a
distancia y también podía sanar heridas, úlceras y llagas, y podía detener el
sangrado sin ver al paciente, simplemente con remedios peculiares; por ejemplo
colocando un trapo manchado de sangre procedente del paciente en una olla que
contenía sulfato de hierro, y después de lo cual ese paciente dejaba de
sangrar.
Esta mujer nunca había oído hablar
de lo que se conoce como "psicometría", por lo que decidí hacer un
experimento con ella. Le di una carta que había recibido de manera misteriosa
en la India. Era una llamada carta "oculta", supuestamente
proveniente de un Mahatma en el Tíbet y que fue recibida a través de H.P.
Blavatsky.
Le pedí a la mujer que sostuviera la
carta en su frente y me contara lo que había visto. Lo hizo y me dio una
descripción de un templo budista con un techo dorado, inscripciones, etc., y
también de las personas cuyo atuendo ella describió.
El evento me pareció muy
inexplicable, especialmente porque en ese momento yo dudaba de la autenticidad
de al menos algunas de las "cartas ocultas" recibidas por mí en
Adyar. Y después recordé que algunos meses antes me había visto a mí mismo
durante un “sueño” en un templo budista en el Tíbet, y esa visión era tan
vívida, que en el momento del despertar todavía parecía escuchar las voces de
las personas con las que había hablado en ese lugar. »
(Revista The Occult Review de mayo de 1907, p.280-281)
Se fumó algo ese y si fuera sierto porque tanto misterio e que le sirvió tanto esfuerzo sólo para que lo ignoraran pobre no llegó a nada
ResponderBorrarPor ignorancia usted confunde los logros de la personalidad limitada con los del Yo interno.
Borrarcid en esos años el mahatma kuthumi estaba en su penultima iniciacion de bodhisatva ... crees que ya sea un iluminado?
ResponderBorrarNo lo sé
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