EL RETRATO QUE ELABORÓ NICOLÁS ROERICH DE SU MAESTRO


 
Nicolás y Helena Roerich se comunicaron con su maestro (quien se hacía llamar Allal Ming) por medio de sesiones espiritistas, y en 1920 en Londres, Nicolás Roerich dibujó el siguiente retrato de su maestro mientras que él se encontraba en un estado de trance:
 
 
(Nota: este retrato se encuentra actualmente en el museo Roerich de Nueva York.)
 
 
 
Posteriormente en la sesión espiritista que los Roerich efectuaron el 6 de marzo de 1921, supuestamente Allal Ming estaba acompañado por una pequeña niña que recientemente había fallecido, y cuando le solicitaron a esa niña que diera una descripción de Allal-Ming, ella les contestó:
 
-        Es de cara alargada, cabello largo, estatura alta, cabello negro, doble barba.
 
A la pregunta, ¿cara estricta o amable?
 
Ella respondió: Estricta.
 
Luego se le pidió que describiera a Allal-Ming y ella dijo:
 
-        Bufanda en el cuerpo, cabello rizado, yo estoy torciendo con fuerza los cabellos de Allal-Ming, la nariz es larga, viste un dominó largo.
 
A lo que Helena Roerich escribió en su diario: “No parece al retrato dibujado en una sesión en Londres”.
 
 
 
 
Posteriormente los Roerich se convencieron erróneamente que Allal Ming era en realidad el maestro Morya, y le pidieron a su maestro un nuevo retrato. A lo que Allal Ming en la sesión espiritista que los Roerich efectuaron el 9 de junio de 1921, le contestó lo siguiente a Helena Roerich:
 
-        Te daré el retrato hoy.
-        Puede que no cierres los ojos.
-        ¡Te daré el retrato y mi amor!
-        Te daré Mi imagen pura a través de un poder milagroso.
-        Hoy sucederá el milagro.
-        Considero que Mi retrato te traerá felicidad.
-        Los maestros elaborarán un milagro.
-        Les daré un retrato a través de Nicolás Roerich.
 
Y luego dirigiéndose a Nicolás Roerich, Allal Ming dijo:
 
-        Roerich, daré el retrato a través de ti hoy.
-        Los fluidos de los alimentos son dañinos para el retrato.
-        ¡Alumno mío, no cierres los ojos mientras dibujas!
 
Helena Roerich comentó: Luego prosiguió la concentración en Allal-Ming durante diez minutos.
 
Y finalmente Allal-Ming les contestó:
 
-        ¡No puedo dar el retrato, es pura desgracia!
-        Roerich está cansado.
-        ¡Mi alumno no puede, él está cansado pues todas las noches viene a ayudarme!
 
(Observación: vemos que en esa ocasión Nicolás Roerich quiso volver a repetir su experimento anterior de dibujar a su maestro, pero en esa ocasión no lo pudo hacer porque estaba agotado, aunque yo pienso más bien que Allal-Ming no sabía cómo era el rostro del maestro Morya y por eso prefirió no repetir el experimento en esa ocasión.)
 
 
 
 
 
Posteriormente el 11 de octubre de 1921, Helena Roerich comenta en su diario que ella obtuvo una copia del retrato que el pintor alemán Hermann Schmiechen había pintado del maestro Morya y que varios discípulos de Morya confirmaron que si correspondía al rostro de su maestro.
 

Y es evidente que el rostro de Morya es muy diferente, tanto con el retrato dibujado por Nicolás Roerich, como con la descripción hecha por esa niña fallecida, y esto es un detalle más que debería de haber hecho dudar a los Roerich que ellos se estaban comunicando con el maestro Morya.
 
Y si los Roerich hubieran estudiado la teosofía con mayor seriedad, entonces ellos sabrían que en realidad ellos se estaban comunicando con una entidad astral engatusadora.
 
 
 
 
 
Y finalmente una década después, en 1931, Nicolás Roerich creyendo equivocadamente que él y su esposa eran discípulos de Morya, pintó el siguiente tríptico que se conoce como "Fiat Rex" (Que sea rey).
 

 
En el cuadro central aparece el maestro Morya, mientras que en el cuadro de la izquierda aparece un caballero medieval que representa al conde Ecardo II (quien supuestamente fue una reencarnación anterior de Nicolás Roerich) y en el cuadro de la derecha aparece una dama medieval que representa a la esposa del conde, la condesa Uta de Ballenstedt (quien supuestamente fue una reencarnación anterior de Helena Roerich).
 
Y detallo más sobre esta obra en este otro capítulo (ver link).
 
 
 
 
 
CONCLUSIÓN
 
Esto les muestra lo fantasiosos que fueron los Roerich y el poco discernimiento que tuvieron esos dos individuos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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