El investigador neoyorkino James Henderson Connelly relató la siguiente historia:
« Hace ya varios años Nueva York experimentó
una gran sensación por las actuaciones de cinco músicos que aparecían todas las
noches en un gran salón de bebidas de tercera categoría, pero que era muy
popular en el lado oeste de la ciudad.
Los
músicos negros que tocaban el banjo se habían vuelto tan comunes en tales
lugares que apenas se notaba su presencia, pero estos tipos habían creado un tal
furor que su fama se había extendido por toda la ciudad y muchas personas que
nunca antes habían visitado un lugar como un salón se inventaron fiestas para
ir a escucharlos.
Estos
músicos poseían una fascinación excepcional y noche tras noche, pianistas
famosos, compositores célebres y directores destacados de orquestas, acudían a
escuchar y estudiar su música.
Ellos
tocaban una música como probablemente nunca antes se había escuchado en Nueva
York. Era una música salvaje y bárbara, llena de combinaciones de tonos que
según todas las leyes de la armonía eran discordantes y violentas, pero que sin
embargo arrancadas por los dedos de los músicos de las cuerdas temblorosas, o
golpeadas por los parches de tambor de sus instrumentos, tenían un extraño poder
para encantar y emocionar.
Muy
raras veces y sin quererlo tocaron alguna otra música que no fuera la suya, pero
su repertorio de aires inconfundiblemente salvajes parecía inagotable e infinita
en variedad. Eran melodías puramente exóticas, absolutamente incontaminadas por
la civilización o diluidas por la influencia del hombre blanco. Y a veces
agregaban al sonido instrumental también sus voces en cánticos bajos, extraños
y extrañamente interrumpidos, o gritos cortos y agudos de una ferocidad animal.
El
líder de la banda era un hombre negro un poco por encima de la estatura media
pero con un cuerpo poderoso. Su voz era un bajo profundo y tremendo, y ni siquiera
cuando hablaba o cantaba se molestaba en quitarse el puro de los labios. Sus
ojos parecían estar siempre medio cerrados, pero a pesar de ello tenía tal
agudeza visual que ningún rostro o incidente en esa gran salón lleno de gente y
oscurecido por el humo escapaba a sus observaciones, al grado que incluso vio,
y sin la necesidad de voltear la cabeza, cosas que estaban detrás de él.
Dos
miembros de su banda también eran negros, el tercero era un mulato, y el cuarto
era un joven morisco en quien el rastro de sangre africana sólo se distinguía
en la base de las uñas y en la raíz del cabello. Su piel era tan blanca que
parecía casi espantosa.
Todos
ellos tocaban con una rapidez y fuerzas frenéticas, balanceándose al ritmo de
la música y manteniendo al público subyugado.
En
una noche de enero, mientras la banda estaba tocando, el corpulento líder sin
mirar al joven morisco quien estaba sentado un poco detrás de él, le dijo:
-
"Tranquilo Alonso, sigue tocando el banjo."
El
joven se sobresaltó y el color brilló en sus pálidas mejillas, pero no
respondió y siguió tocando su instrumento. Por supuesto él sabía que lo que iba
a hacer era algo indebido, pero no estaba en su temperamento ver entre el
público, el rostro de ese hombre blanco que tanto tiempo había odiado, y no querer
atravesarlo con la larga y afilada daga que llevaba escondida en su pecho.
Más
tarde, al irse a casa, el líder de la banda y Alonso caminaron juntos separados
de los demás y el jefe le preguntó:
- "¿Qué
hizo ese tipo?"
A
lo que Alonso le respondió:
-
"Me
robó a la chica que iba a ser mi esposa, la pequeña Lola, la más bonita de
Nueva Orleans y la que he querido más que todo en el mundo. Debió de haberla
hechizado porque aunque ella me amaba de verdad, se fue con él."
- "¿Y
dónde está ella ahora?" pregunto el jefe.
-
"Tendré
que averiguarlo interrogándolo y mi cuchillo hará que se arrepienta'' respondió
Alonso.
Pero
el jefe le contestó:
- "Esa no es la
manera de tratar estos asunto aquí en Nueva York, así que mejor y por más
seguridad ve a ver a Mama Mokele."
Dondequiera
que estén los hombres provenientes de África, hay vudú, y cuanto más numerosos
son, más fuerte es el vudú. Esa tradición tiene varios nombres pero siempre es lo
mismo: el culto obsceno del terror, y el crimen reina en toda región donde el vudú se instala.
En
Haití es prácticamente su religión ya que domina la política, la vida social e
incluso los negocios. Es imposible erradicarlo de esa isla. Y en los Estados
Unidos también tiene un fuerte dominio, sobretodo en la región criolla del sur.
El cristianismo lo ataca en vano porque aunque hay cristianos de color que son sinceramente
devotos a Jesús, ellos no son inmunes a los temores supersticiosos heredados por
sus antepasados.
La
fe del Cristo amoroso y conciliador promete algo en un futuro lejano, mientras
que la magia del vudú promete resultados en el presente, y el odio, la
venganza, la lujuria y el miedo son las pasiones en acordes con todo lo que
toca el vudú.
El
Cristo está lejos, solo para ser visto en otra vida, pero las entidades
maléficas que invocan los sacerdotes y sacerdotisas del vudú están presentes y
llegan cuando se les invoca y aceptan el sacrificio que se les ofrece.
Los
blancos del norte suelen decir que el vudú no es más que una superstición con
rituales inmundos y el hábil uso sin escrúpulos de venenos. Pero los blancos
del sur que saben mucho más al respecto ya que lo han experimentado más
profundamente, son más circunspectos y ellos afirman que el vudú es una forma
de ocultismo terriblemente degradada, más baja incluso que el chamanismo oscuro,
pero que posee una potencia maligna demasiado seria para ser descartada declarando
que es una simple farsa.
Desde
que se utilizó la esclavitud en la isla de Manhattan, Nueva York ha tenido
representantes de la tradición vudú, el cual siempre han sido llevado a cabo
por personas de pura sangre negra, ya que se dice que la mancha de la sangre de
gente blanca estropearía el logro de los poderes más altos que se logran a través
de ese culto oscuro.
Así
es que son pocas personas blancas que han tenido el privilegio de conocer algo
sobre los rituales y brujos más poderosos del vudú. Mientras que otros de menor
rango, sobre los cuales se aferra vehementemente la sospecha de ser meros
pretendientes, han buscado cierta publicidad que han sabido rentabilizar.
Por
ejemplo hubo uno que tenía una pequeña farmacia botánica en el lugar bajo de la
Sexta Avenue sobre quien se publicaron artículos que lo presentaban como el
apóstol de un vudú "reformado". Este individuo se declaró sacerdote
vudú, pero negó la participación en los ritos de los sábados nocturnos, y luego
celebró de vez en cuando, en un lugar oscuro de Long Island y otro en los pinos
de Nueva Jersey, rituales donde sus dioses malignos eran ocasionalmente invocados
por medio del sacrificio de un “niño”, que era una cabra recién nacida. Aunque
seguramente este individuo tenía poco derecho a llamarse a sí mismo un sacerdote
vudú.
Otro
ejemplo probablemente más fidedigno ha de haber sido un anciano negro que en
Filadelfia presidía este tipo de ceremonias y era asistido por una mujer que se
decía que vivía en Baltimore de donde se rumoreaba que se obtenían la mayoría
de los sacrificios de niños. En general, se creía que su poder era en real ya
que aparentemente la mujer no tenía más de treinta años y su rostro y forma eran
dignas de ser llamada “La Venus Negra”, sin embargo los octogenarios afirmaban
que ella tenía el mismo aspecto que cuando ellos habían sido jóvenes y que sus
padres también tenían un recuerdo de ella.
Y
otro ejemplo es una mujer conocida como Mama Mokele, la cual vivía en Nueva
York en el momento de los incidentes aquí narrados y que aparentemente no tenía
más de treinta años. Sus ojos brillaban, su piel era suave, su voz melodiosa y
su forma ágil, elástica y elegante como la de una pantera joven.
¿Sería ella la
sacerdotisa vudú que vino de Baltimore?
Hubo quienes así lo
afirmaron.
Pues
bien regresando al relato, Alonso fue a solicitar ayuda de Mama Mokele, la cual
vivía en una pequeña casa situado en el lado oeste. La habitación a la que lo
condujeron estaba débilmente iluminada por un colgante sobre una mesa de mármol
negro. Todo estaba completamente tapizado y amueblado en negro, incluso el
techo y el suelo eran de color negro.
No
había ni un punto, ni una línea, ni un destello de cualquier otro color,
excepto una gran chimenea en donde algunas brasas ardían entre cenizas grises
sobre un rejilla plana debajo de una olla de bronce suspendida de un trípode.
El calor era sofocante y el silencio opresivo.
Alonso
esperó varios minutos hasta que de repente se dio cuenta de que una mujer estaba
sentada en silencio e inmóvil en la mesa negra frente a él. Alonso podría haber
jurado que ella no estaba allí cuando él entró, y tampoco la había oído entrar,
así que se sorprendió mucho por su repentina aparición.
- "¿Bien?"
dijo la mujer inquisitivamente y en un tono extrañamente parecido a una
campana.
Obedeciendo
las instrucciones que le dieron, él depositó varias monedas de oro sobre la
mesa.
Ella
con una mano las metió en un cajón donde cayeron con solo un pequeño tintineo,
mientras que con la otra mano hizo algo que provocó que la lámpara colgante se
volviera más brillante.
Ahora
Alonso vio claramente ante él a una mujer joven, hermosa aunque intensamente
negra, vestida con un vestido de terciopelo negro, sin ni siquiera una línea de
blanco o una joya para aliviar su tono ébano.
- "Bueno",
respondió ella, "¿qué quieres Alonso Hoa?"
Él
se sobresaltó cuando ella pronunció su nombre, pero inmediatamente se dijo a sí
mismo que el jefe sin duda le había advertido que él vendría.
- "No",
respondió ella a su pensamiento, "yo ya te conocía". Nos vimos una
vez en Nueva Orleans durante la convocatoria del tambor vudú".
- "¡Y todavía me
recuerdas!" exclamó Alonso.
- "Nunca he
olvidado nada, así que de nuevo te pregunto: ¿Qué quieres?"
- "¡Venganza!"
respondió Alonso.
- "¿Seguro?"
- "¡Oh sí! ¡Mil
veces, sí!"
Apareció
una sonrisa cínica y cansada en los labios de la mujer, y entonces ella se volteó
para tomar de un hueco de la pared un gran trozo de cristal de roca que puso
sobre la mesa ante ella, y durante algunos minutos miró fijamente sus profundidades
transparentes, sin hablar, y luego ella le dijo:
- "A mi no me
importa pero ese hombre blanco no tiene tanta culpa como tú te lo imaginas".
- "Sé que él es
culpable y eso es suficiente para mí", respondió Alonso.
- "Para mí también
si así lo quieres", asintió ella con indiferencia, "él no es nada
para mí."
Luego
de donde tomó el cristal, ahora tomó una pequeña caja negra redonda que abrió
para recibir en ella una buena cucharada de sangre extraída de la punta del
dedo meñique izquierdo de Alonso. Y cuando hubo tomado lo suficiente para su
propósito, simplemente murmuró algo sobre la herida que aún sangraba y un
segundo después para su gran sorpresa, Alonso no pudo encontrar dónde había
estado el corte.
- "Ahora vete ",
le dijo, "y vuelve mañana por la noche después de las doce. Ese será el
tiempo suficiente. No volverás a verlo hasta la noche siguiente. Luego él
regresará al club con un amigo y debes hacer lo que yo te diga."
- "¿Y tendré mi
venganza? Asegúreme eso o no podré abstenerme de tomarlo yo mismo con mi
cuchillo", preguntó Alonso.
- "El cuchillo
sería más amable de lo que le sucederá si me obedeces", contestó ella.
Cuando
Alonso regresó a la noche siguiente, él encontró a Mama Mokele sentada en el
mismo lugar detrás de la mesa negra como si no se hubiera movido en el ínterin.
El trozo de cristal todavía estaba ante ella y la caja negra estaba en su mano.
Entonces
ella le dijo:
"Antes
de que te confíe esto tengo que advertirte que si abrieras esta caja no verías
nada más que un poco de sangre medio seca. Sin embargo la muerte está ahí dentro
solo que no podrías verla. Y aunque pudieras no la reconocerías por lo que es.
Pero está ahí, lista y esperando abalanzarse sobre quien la libere.
La
tierra, el aire, el agua y el fuego están llenos de espíritus de muchas clases
diferentes; no son fantasmas de muertos que algunos llaman espíritus, sino
seres tan reales a su manera como nosotros a la nuestra. Tú no puedes verlos,
pero yo si porque tengo despierta mi vista del mundo invisible.
Y
los conozco. Muchos de ellos son muy peligrosos, mientras que otros no lo son,
hasta que personas como yo los transforman. La mayoría de ellos no tienen mucha
mente y no distinguen el bien del mal, pero en una cosa son prácticamente
iguales: más que en cualquier otra cosa quieren vivir en cuerpos. Y sé cómo
ayudarlos para lograr eso cuando me conviene, poniéndolos en las formas que me
plazca.
He
convertido a uno de ellos en un murciélago para tu servicio. Tú diste tu sangre
para iniciarlo en el camino a ser algo sólido. Después de eso debe tener sangre
fresca. Al principio solo podía tomar la esencia de la vida que hay en la
sangre, pero muy pronto se volverá lo suficientemente fuerte como para beber la
sangre y nunca podrá tener suficiente. Así es como producimos el murciélago de
la muerte, lo que nosotros llamamos el
vampiro vudú.
Y
ese vampiro acechará a la persona que abra la caja y si todo sale bien, terminará
por matarla, pero luego la seguirá a las sombras, pues cuando entró en la vida
física cruzó el umbral de la muerte.
Así
que toma tu caja y vete. Métela en el bolsillo del abrigo de ese hombre para
que cuando él la encuentre, la abra, y entonces no tendrás tu venganza."
Mientras
Mama Mokele hablaba, un sentimiento de fascinación y horror se apoderó de Alonso,
pero no tanto por lo que ella decía ya que la forma sencilla y directa como
daba su explicación minimizaba su espantoso significado, sino más bien por una
presencia corporal, algo bastante diabólico, según le pareció, que poco a poco
se fue imponiendo a su vista.
La
forma surgió tan gradualmente que parecía estar creciendo en lugar de moverse, y
así progresivamente surgió la gran cabeza de una gran serpiente apareció por
encima de la línea del hombro izquierdo de Mama Mokele.
Primero
sólo la punta de la nariz, y luego la cabeza maligna que finalmente se quedó
muy quieta, con sus ojos como perlas siniestras brillando hacia él.
Ella
no parecía consciente de la creatura, y después de un rato la serpiente se
deslizó por su brazo izquierdo hasta la mano que sostenía la pequeña caja
negra, hacia la que asomaba su lengua bifurcada temblorosa. Luego subió por su
brazo derecho detrás de su cuello, y finalmente se detuvo donde había aparecido
por primera vez.
Alonso
había visto demasiados reptiles como para asustarse por una serpiente, incluso
una muy grande. Pero la mascota de Mama Mokele le inspiraba miedo porque la
reconoció como la serpiente amarilla adorada por los vudúes de Haití, la cual
se dice que es una manifestación de sus dioses infernales.
Unos
días después, a una hora tardía frente a la puerta del edificio de apartamentos
para solteros de Garfoyle en el que vivía el Sr. John Alden, quien era un miembro
subalterno del prestigioso bufete de abogados Reid, Blake & Alden, él se
despidió de su mejor amigo, el Dr. Deland, y subió solo a sus habitaciones.
La
música salvaje y extraña del quinteto africano todavía sonaba en su cabeza, y mientras
se quitaba el abrigo trató de tararear uno de los aires para fijarlo en su
memoria. Cuando al sacar un pañuelo de un bolsillo, una pequeña caja negra
redonda cayó sobre la alfombra y rodó hasta la mitad de la habitación. Entonces
dejó de tararear y la recogió diciéndose a sí mismo:
- "¿Qué es esta
cosa?"
Parecía
ser de marfil teñido de negro azabache totalmente lisa. Un hilo de rosca
sujetaba firmemente su tapa. Lo abrió y una mancha de alguna sustancia roja y
negra en el fondo era todo lo que parecía contener.
Pensó
que esa sustancia podía ser sangre y eso le hizo considerar que el Dr. Deland tal
vez la había dejado caer en su bolsillo accidentalmente, por error con el suyo,
ya que parecía el tipo de objetos desagradables pero que para un médico podrían
tener alguna utilidad. Y cerrándola de nuevo la dejó sobre la repisa de la
chimenea y se acostó.
A
la mañana siguiente tuvo dificultades para despertarse. La conciencia le llegó
muy lentamente. Por fin pudo abrir los ojos, pero el esfuerzo por pensar lo
cansó y de nuevo cayó en un letargo solo para despertar sobresaltado de un
horrible sueño que había tenido.
Sus
ventanas estaban oscurecidas por pesadas cortinas, pero por lo general podía
adivinar bastante bien la hora por el ruido del tráfico que le llegaba desde la
calle de abajo. Pero esa mañana el ruido se fundió en una marcha bárbara
interpretada por el quinteto africano y solo lo confundió.
Con
un esfuerzo violento llamó a su mayordomo:
- "¡Ben!"
Al
instante una voz alegre respondió: "Sí señor", y una cabeza se asomó
entre las cortinas.
- "¿Qué
hora es?"
- "Son
las doce."
- "¡Tan
tarde!"
Una
inundación de sol entró a raudales en la habitación cuando su mayordomo abrió
las cortinas. Entonces Ben se volteó hacia su amo que en ese momento estaba
tratando de incorporarse en la cama, y lanzó un grito de exclamación:
- "¡Ay, Dios mío! Señor
Alden, ¿qué le ha pasado?"
- "Nada que yo
sepa pero me siento raro", contestó el señor Alden.
- "¡Está todo
ensangrentado!", exclamó Ben
- ¡Sangre! Eso es
extraño".
Y
sobresaltando para actuar momentáneamente con la energía acostumbrada, el señor
Alden se paró al lado de la cama, pero sus piernas casi cedieron inmediatamente
cuando se puso de pie, por lo que de nuevo se tuvo que volver a recostar.
Una
llamada telefónica al Dr. Deland hizo que viniera rápidamente. El médico aunque
aún era joven, ya tenía una reputación profesional muy grande y merecida, sin
embargo nunca había visto ni leído un percance tan extraño como el que le estaba
ocurriendo a su amigo.
La
copiosa efusión de sangre de tejidos muy extravasados, aunque bastante
infrecuente, no lo habría sorprendido en cierta clase de pacientes, pero su
amigo era un hombre joven, físicamente sano y completamente libre de
predisposición orgánica a tal cosa. Además que en su caso no hubo extravasación
primaria, y la fuente del flujo era en sí misma bastante diferente a todo lo
que el joven Doctor había estudiado o visto.
En
un espacio tan grande como una moneda de diez centavos de plata, directamente
sobre la vena yugular, cada poro de la piel se había convertido en una pequeña
fuente de la que la sangre manaba de manera constante. Estaba más allá de él
imaginar cómo podría haber sido posible tal cosa, pero realmente parecía como
si la lesión hubiera sido producida por una poderosa succión. Así que aplicó un
fuerte astringente y la hemorragia se detuvo de inmediato, pero la fuerza vital
de John se había agotado tanto que estaba dispuesto a quedarse en la cama.
Por
la tarde, el Sr. Alden se sintió lo suficientemente bien como para levantarse e
incluso hizo un esfuerzo para trabajar en un documento que tenía que presentar,
pero no tenía ganas de salir y a primera hora de la noche se retiró.
Ben,
cuya asistencia solía ser sólo durante el día, demostró una ansiedad que no
explicó e insistió en pasar la noche en un diván de la habitación contigua,
separado sólo por las cortinas de su amo. Y en medio de la noche lo despertó un
grito.
Por
uno de esos movimientos involuntarios e inconscientes habituales en el sueño, el
señor Alden se había despertado. Los dedos de su mano izquierda apenas tocaron
su rostro cuando incluso en sueños, se dio cuenta de que goteaba un líquido
cálido y resbaladizo que vio a la luz de su lámpara de noche en el instante en
que abrió los ojos. Era sangre fresca la cual había dejado una mancha roja en su
rostro. Trató de incorporarse pero estaba tan mareado y débil que cayó de nuevo
sobre la cama.
Ben
volvió a telefonear apresuradamente al Dr. Deland y esta vez se descubrió que
la herida era completamente diferente. Fue un pinchazo triangular como el que
hace una sanguijuela, y entró en una gran vena de la mano. El médico la cerró y
le puso un vendaje que casi cubría la mano.
- "Si esto
continúa, Doc", dijo John, sonriendole débilmente, "pronto pareceré
como si hubiera pasado por una fila de elecciones primarias".
- "No puedo
garantizar que no lo hará", respondió su amigo, "No lo entiendo pero
creo que no sucederá nada más esta noche".
Y
el Doctor decidió quedarse a cuidar a su amigo administrando regularmente los
reconstituyentes y estimulantes que Ben, por orden suya, traía de una farmacia
vecina.
En
una ocasión el señor Alden protestó porque sintió en su rostro un ligero viento
fresco, como el que podría producir el aleteo de una criatura alada.
- "Eso es sólo es
imaginación tuya", respondió el médico.
El
señor Alden entonces giró sobre su lado izquierdo, lejos de la luz, dejando su
mano derecha expuesta sobre la ropa de cama, y se quedó dormido.
Pero
media hora después de repente gritó:
- "¡Harry! ¡Yo lo
vi! Es un murciélago. Estaba en mi mano y salió disparado cuando me moví. Ahí
va ahora revoloteando en las sombras sobre esa estantería".
El
Dr. Deland miró fijamente en la dirección indicada, pero no vio nada, así que
le respondió a su amigo:
- "Has estado
soñando. ¡Un murciélago aquí! ¿En esta temporada? ¡Eso es absurdo!"
Pero
cuando John levantó la mano derecha, brotaba sangre y una de las venas grandes
estaba perforada como había sucedido con la mano izquierda.
- "Esta es la cosa
más misteriosa que he visto en mi vida", exclamó el médico, "parece
como si inconscientemente te lo estuvieras haciendo tú mismo".
- "¿Podría haberme
hecho eso en mi yugular?"
- "Ciertamente
no".
Ninguno
de los hombres notó en ese momento que en la habitación estaba Ben, pero su
rostro usualmente alegre ahora mostraba un extraño brillo producido por el
terror que lo había invadido.
La
herencia racial lo había preparado para creer en cosas que los hombres blancos normalmente
se habrían reído, y él tenía la convicción de que sabía más sobre estas cosas que
ellos, ya que entidades invisibles que chupan la sangre, su familia se las
había contado cuando él era un niño.
Una
y otra vez había escuchado, estremecido y con la respiración contenida, las
horribles historias del mortífero trabajo que podían producir los hechiceros
del vudú y no tenía la menor duda de que a su amo lo habían maldecido. Pero lo
que no podía comprender Ben era que alguien hubiera evocado esa cosa infernal
para lastimar al señor Alden.
- "Él es un hombre
de gran corazón que no haría daño a nadie", se dijo Ben, "y yo
arriesgaré mi vida si es necesario para salvarlo".
Y
para ello necesitaba destruir a ese murciélago fantasma, pero como no sabía
cómo hacerlo, resolvió consultar a su esposa quien sabía más que él de estas
cosas, y cuando el Dr. Deland anunció su intención de permanecer todo el día
atendiendo personalmente a su amigo, Ben obtuvo fácilmente un permiso para
ausentarse.
La
esposa de Ben era una criolla muy bonita, tan vivaz como hermosa, y cuando dos
años antes Ben acompañó a su amo al carnaval de Nueva Orleans, la conoció y se
enamoró. Su enamoramiento fue tan repentino como mutuo, se casaron una semana
después, y diez días más tarde cuando él regresó al norte de los Estados Unidos
con el Sr. Alden, ella lo acompañó.
Y
después de escuchar la historia que le contó su esposo sobre los recientes
hechos alarmantes y reflexionar un poco, ella le dijo:
“Nunca te lo mencioné antes porque no pensé
que fuera necesario, pero cuando te conocí yo estaba comprometida para casarme
con un joven llamado Alonso Hoa. Él era un tipo apuesto y un excelente
guitarrista de banjo, pero casi blanco y tenía reputación de ser muy peligroso,
lo que me hizo temerle y me sentí mucho más libre cuando me escapé de Nueva
Orleans contigo.
Pero
ahora él está aquí en Nueva York, lo vi la semana pasada en la calle. Gracias
al Señor que él no me vio porque juró que si alguna vez me casaba con otra
persona, me arrancaría el corazón.
Pues
bien, sospecho que él envió esa maldición al señor Alden debido a que como me
fui con él y contigo a Nueva-York, Alonso en su mente mezquina ha de haber
pensado que el señor Alden me enamoró.
¿Pero quién podría
ser lo suficientemente poderoso para hacer ese conjuro aquí?
He
oído decir que Mama Mokele podría hacer eso pero ella está en Nueva Orleans."
A
lo que Ben le respondió:
- "No lo sé pero
no hay tiempo, así que iré a buscar a ese Alonso".
- "Oh, Ben, ten
cuidado, porque él es tremendamente vengativo y lleva un cuchillo escondido en su
pecho" le respondió su esposa.
Ben
adivinó fácilmente la identidad de Alonso como el miembro más liviano del quinteto
musical, pero saber dónde vivía y encontrarlo fue cuestión de persistencia y de
una extraordinaria suerte.
Alonso
ocupaba una habitación lúgubre en un barrio bajo donde se encontraba solo
reflexionando malhumorado sobre las palabras de Mama Mokele, "ese hombre
blanco no es tan culpable como usted se lo imagina".
El
joven no era un tipo completamente malo y se preguntaba si no se habría
equivocado. Él tenía el defecto de ser muy precipitado y era capaz de perpetrar
cualquier acto de violencia cuando se enfurecía, y de hecho ya había matado a
dos hombres en una pelea. Pero nunca antes había invocado deliberadamente el
poder del vudú para asesinar a un hombre y la posibilidad de que su víctima
pudiera ser un hombre inocente ahora lo preocupaba.
Tal
vez no era tanto su conciencia como el miedo lo que lo inquietaba, ya que vagamente
recordaba haber escuchado que alguien que era injustamente asesinado por un
maleficio vudú podría regresar del otro mundo y tomar una terrible venganza
sobre el autor de su ruina.
Deseaba
no haber sido tan precipitado al tratar con Mama Mokele, cuando un fuerte golpe
sonó en su puerta y cuando él abrió entró un joven robusto preguntándole:
- "¿Alonso Hoa?"
- "Ese es mi
nombre", contestó.
- "El mío es Ben
Radney", respondió el visitante, cerrando la puerta y sentándose en una
silla frente a ella, e inmediatamente exigió sin rodeos: "¿Por qué le enviaste
ese maleficio al señor Alden?"
El
asombro pareció suspender por unos momentos las facultades de Alonso, e incluso
su respiración, pero cuando se recuperó un poco respondió con altivez:
- "Te estás
entrometiendo en lo que no es de tu incumbencia, y no sé a qué te
refieres".
- "Si sabes a lo
que me refiero", replicó Ben, "ya sé por qué enviaste ese murciélago
vudú al señor Alden, porque pensaste que Lola se fue con él".
- "¡Así que si lo
hizo!" gritó Alonso, enfureciendo con repentina rabia.
- "No tonto, ella
se fue conmigo y ahora ella es mi esposa".
- "¡Tú!"
exclamó Alonso y su mano derecha voló hacia su pecho donde yacía la siempre lista
la daga que llevaba escondida.
Pero
antes de que sus dedos pudieran tocar su empuñadura, Ben con la rapidez de un
mago, puso una navaja abierta a tres pulgadas de su garganta y le dijo
fríamente:
- "No te atrevas a
tocar tu daga o te cortaré el cuello".
Alonso
bajó su mano y Ben volvió a sentarse manteniendo la navaja abierta en la mano,
y prosiguió hablando en tono uniforme como si nada hubiera ocurrido que
estropeara la serenidad de la entrevista:
- "Yo no sabía que
Lola estaba comprometida y si ella se alejó de ti fue porque tu extrema violencia
la tenía muy asustada. En cuanto al señor Alden, ¿no crees que ha sido una
tremenda crueldad lastimar a una persona inocente que no tiene nada que ver con
este asunto?
Entonces
la mejor naturaleza de Alonso surgió por una vez, o su miedo supersticioso a
las consecuencias se repitió, y se le llenaron los ojos de lágrimas y
respondió:
- "Sí, lo fue.
Dios me perdone. Pero pensé que él era el culpable de mi dolor".
- "Bueno, ahora ya
sabes la verdad, así que si quieres que realmente Dios te perdone, ve a ver al
brujo que hizo ese maleficio para que quite el daño que has iniciado".
Ben
se levantó, hizo una reverencia con una forma elaboradamente educada, y
teniendo mucho cuidado de enfrentar a Alonso hasta el final, se retiró.
Mama
Mokele recibió a su cliente con fría indiferencia. Ella no tenía paciencia con
las personas que se arrepentían de sus servicios, y si él quería su ayuda para
algún nuevo motivo, ella estaba dispuesta a atenderlo; pero en cuanto al tema
del murciélago ella se lavó las manos ya que sus posibles consecuencias le
preocupaban a él, no a ella.
Y
aunque ella quisiera, no podría eliminarlo, ni tampoco traería hacia a ella al
demonio sanguinario que había puesto en existencia; y según ella cualquier consecuencia
era asunto de Alonso, pero ciertamente no de ella.
Alonso
se alejó preocupado porque las palabras de Mama Mokele le habían hecho sentir un
gran temor que en caso de fracaso, la creatura podría atacarlo a él. Ella no
había dicho tanto, pero él así lo entendió.
Ben
regresó a ver a su esposa, quien había visitado a su tía la cual sabía mucho de
hechicería vudú, para preguntarle cómo se podía destruir a esa creatura, y después
de haber sido instruido Ben regresó a la casa de su amo en la tarde.
Ahí
le explicó al Dr. Deland lo que estaba sucediendo y de no haber sido por el grave
estado en el que se encontraba el señor Alden, el Doctor se habría reído mucho
con la delirante historia que Ben le contó sobre un murciélago fantasma creado
por el arte vudú y que a partir de una cosa incorpórea del aire llegó a tomar
una forma material para alimentarse de la sangre humana.
Por
supuesto el Dr. Deland consideraba que tal superstición era totalmente ridícula,
pero no creía que valiera la pena molestarse en decírselo al mayordomo e incluso
se burló de Ben cuando este estuvo haciendo arreglos para matar a la susodicha
creatura.
Sin
embargo una parte de estos preparativos evidenció la sinceridad de la fe de Ben
en lo que afirmó, ya que con su navaja se hizo una herida en el brazo para
llenar un plato con sangre fresca y tibia. Y ese plato de sangre lo colocó en
un estante elevado, en un ángulo de la habitación donde una pantalla arrojaría
una sombra profunda sobre él, mientras que la cama sobre la que yacía el joven
abogado se mantenía a plena luz.
Ben
le explicó al Doctor que la creatura se volvía visible después de beber sangre
y para eso era ese plato, para poderla detectar antes de que atacara al señor
Alden. Y luego tomo un par de raquetas de tenis y le dio una de ellas al
doctor.
El
médico tomó lánguidamente la raqueta y la colocó cerca de su silla. El hombre estaba
cansado por su larga vigilia y se quedó medio dormido después de un rato, Mientras
que Ben se mantuvo escondido en un rincón, pero vívidamente despierto y con los
nervios tensos, emocionado por la expectativa.
En
la noche de repente ben gritó:
- "¡Ahí está la
creatura! ¡Despierte doctor!"
El
Dr. Delandse despertó súbitamente y al abrir los ojos exclamó:
- "¡Por los
cielos! ¡Es verdad! ¡Lo estoy viendo!"
Y
agarró la raqueta de tenis para tratar de golpearlo. Pero la creatura revoloteando
se movía de un lado a otro de la habitación mediante movimientos y giros
erráticos eludiendo así los dos hombres hasta que por fin un golpe bien dirigido
de la raqueta del médico logró tumbar la creatura sobre el suelo.
Ben
inmediatamente saltó sobre ella con una manta que tenía preparada y al aplastarla
fue como si estallara una enorme cápsula de sangre. El fluido carmesí se
esparció ampliamente por todos lados y todo lo que quedaba parecía ser una
membrana arrugada que no conservaba ninguna apariencia de forma.
Y
a la mañana siguiente después de la muerte del murciélago, Alonso Hoa fue
encontrado muerto en su cama y el médico forense dijo que se debía porque había
"reventado un vaso sanguíneo".
Por
supuesto, puede haber sido sólo "una coincidencia" ya que a muchas
personas les gusta utilizar esa palabra para resolver los eventos
misteriosamente sincrónicos que no pueden explicar, pero ni el Sr. Alden ni el
Dr. Deland están más entre los hombres que dicen que "el vudú son puras
farsas". »
(Word, vol. 2, 1906)
OBSERVACIÓN
No sabría decirles qué
tan verídico o inventado sea este relato, pero el esoterismo explica que si se
pueden crear entidades astrales, las cuales al absorber el flujo vital de los
seres vivos pueden llegar incluso hasta materializarse en el plano físico, así que
tal vez pudiera haber algo de cierto en esta historia. Y de cualquier forma la
guardo como un testimonio de lo que se menciona acerca de la magia vudú.
Hola Cid. Aprendo mucho leyendo tus articulos, Sobre este tema en particular me pasa con una persona y de verdad deseo saber como proteger mi energia,tuve una relacion de 3 años con el lo deje por lo negativo que es. tenemos un bebe en comun
ResponderBorrarLo ame desde el primer dia que lo conoci senti por primera vez que encontre a mi pareja de vida. Parecia que lo conocia de toda la vida y mas.
He buscado informacion en todos lados y sigo sin.respuestas.
Veo en algunas personas el aura,siento lo sienten las otras personas y lo sufro mucho,desde que tengi 14 años me persigue una sombra oscura, ahora tengo 35 soy muy solitaria leo mucho busco siempre claridad algo que me de respuestas,las personas se sienten muy bien.cuando estan.conmigo pero soy yo la que no quiere estar con nadie porque me drenan.la energia.
En particular mi ex que es quien me deja siempre noqueada. tiene un aura muy oscuro o gris siempre. Lo amo mucho pero no estoy mas con el por esa razon no quiero que contamine a mi bebe con su negatividad.
PORFAVOR PUEDES DECIRME COMO ME PROTEJO DE LAS EMOSIONES OJENAS ?
ENREALIDAD TENGO MUCHOAS PARA PREGUNTAR PERO ESTO ES MAS URGENTE. POSDATA LA GENTE LOS ANIMALES Y LAS PLANTAS SANAN.JUNTO AMI.
BENDICIONES!
Hola Cid. Aprendo mucho leyendo tus articulos, Sobre este tema en particular me pasa con una persona y de verdad deseo saber como proteger mi energia,tuve una relacion de 3 años con el lo deje por lo negativo que es. tenemos un bebe en comun
ResponderBorrarLo ame desde el primer dia que lo conoci senti por primera vez que encontre a mi pareja de vida. Parecia que lo conocia de toda la vida y mas.
He buscado informacion en todos lados y sigo sin.respuestas.
Veo en algunas personas el aura,siento lo sienten las otras personas y lo sufro mucho,desde que tengi 14 años me persigue una sombra oscura, ahora tengo 35 soy muy solitaria leo mucho busco siempre claridad algo que me de respuestas,las personas se sienten muy bien.cuando estan.conmigo pero soy yo la que no quiere estar con nadie porque me drenan.la energia.
En particular mi ex que es quien me deja siempre noqueada. tiene un aura muy oscuro o gris siempre. Lo amo mucho pero no estoy mas con el por esa razon no quiero que contamine a mi bebe con su negatividad.
PORFAVOR PUEDES DECIRME COMO ME PROTEJO DE LAS EMOSIONES OJENAS ?
ENREALIDAD TENGO MUCHOAS PARA PREGUNTAR PERO ESTO ES MAS URGENTE. POSDATA LA GENTE LOS ANIMALES Y LAS PLANTAS SANAN.JUNTO AMI.
BENDICIONES!
Por lo que mencionas da la impresión que eres muy sensitiva, así que debes de aprender a protegerte energéticamente y la manera más sencilla y práctica es visualizando un círculo de luz como lo indico en este otro capítulo:
Borrarhttp://esoterismo-guia.blogspot.com/2014/06/como-protegerte-de-energias-negativas.html
En cuanto a tus dudas, puedes hacerme todas las preguntas que quieras, pero desafortunadamente hay muchas cosas que yo ignoro, y te recomiendo que primero leas los capítulos que ya he publicado y los cuales los puedes ver organizados por temática en este otro link:
https://esoterismo-guia.blogspot.com/p/indice-tematico-abc.html