Sobre
“el otro lado”, William Atkinson en su libro “La vida después de la muerte”, escribió lo siguiente:
« Una
de las preguntas más frecuentes que se les hacen a los maestros de la Sabiduría
del Oriente es esta:
¿Qué enseñáis sobre “el
otro lado” del río de la muerte?
Pero
para el ocultista entrenado y desarrollado, esta pregunta nunca parece perder
su extrañeza, ya que sería como si les preguntaran:
¿Qué enseñáis con
respecto al otro lado de la calle?
Y
al hombre común se sorprendería mucho que le plantearan esta cuestión de
"enseñar" sobre el tema, ya que la persona que hace esa pregunta no
tendría más que utilizar sus propios ojos para obtener la respuesta a su
consulta.
El
maestro oriental nunca deja de maravillarse ante las muchas evidencias del
resultado de la mera teoría y la enseñanza dogmática por parte de la mayoría de
los maestros y predicadores del mundo occidental.
Estos
supuestos maestros son como "ciegos guiando a ciegos" porque no
tienen forma de verificar sus declaraciones, y simplemente transmiten lo que ellos
han recibido ciegamente de otros, quienes a su vez han recibido su propia instrucción
de la misma manera.
En
cambio en el Oriente uno se encuentra con tantas personas con sus sentidos
psíquicos y espirituales superiores desarrollados, que para ellos los fenómenos
del "otro lado" son tan familiares como los fenómenos de "este
lado", al punto que para estos individuos el "otro lado” es tan real como
el entorno ordinario de la vida terrestre.
(Esto es falso, y la prueba es que las explicaciones que dan los
orientales sobre lo que sucede después de morir y sobre lo que hay en el más allá,
también en su inmensa mayoría están muy distorsionadas, aunque eso si, menos
que en Occidente. Y esto se debe porque se requiere ser un iniciado muy elevado
para poder percibir el “otro lado” con completa claridad, pero actualmente hay
muy pocos humanos que ya han alcanzado ese nivel de desarrollo.)
Entre
los orientales desarrollados, “el otro lado” no es un mar desconocido, sino que
tiene sus corrientes, profundidades, islas y hechos generales tan claramente
expresados y entendidos como es el
océano Atlántico para el marinero occidental. Además, a todo oriental educado
se le enseña desde la juventud que los fenómenos del "otro lado" no
necesitan tomarse por fe, sino que pueden ser realmente conocidos por aquellos
que dediquen el tiempo y el estudio necesarios para desarrollar los sentidos
superiores que poseen todos los humanos.
Pero
por las mismas razones, el ocultista oriental desarrollado se encuentra frente
a una tarea sumamente desconcertante, por no decir desalentadora, cuando
intenta transmitir sus conocimientos sobre este tema a los estudiantes
occidentales, debido a que la mente occidental se niega instintivamente a
aceptar la verdad a la manera de la mente del estudiante oriental.
Y
al no haberse dado cuenta por experiencia real de ciertos hechos psíquicos y
espirituales fundamentales, que sirven como base para la enseñanza detallada,
la mente occidental naturalmente exige una "prueba real" de estos
hechos básicos antes de estar dispuesta a seguir adelante.
Pero
en la medida en que estos hechos deben experimentarse primero para ser
conocidos, ninguna cantidad de argumento sirve para traer esa convicción de
verdad que debe servir como base fundamental para la enseñanza detallada.
Consecuentemente,
el estudiante occidental considerará las declaraciones básicas generales dadas
por el maestro como meras conjeturas o especulaciones del maestro. Y como
existen miles de tales conjeturas y teorías especulativas avanzadas en el mundo
occidental, el estudiante bien puede estar excusado de negarse a aceptar
cualquiera de ellas como la verdad, porque como suele argumentar: “una
conjetura es tan buena como otra”.
En
la presentación de los hechos del "otro lado" a los que está dedicado
el presente volumen, el estudiante debe darse cuenta desde el principio de que
no puede haber una prueba física real que se le proporcione, en ausencia de un
estado altamente desarrollado de su psíquico superior y sus sentidos espirituales.
En
su caso, la prueba exigida es similar a la que pide el ciego cuando exige que
se le demuestre la existencia de los colores, o del sordo que exige que se le
demuestre la existencia de la armonía en la música.
Pero
por la propia naturaleza de las cosas, la prueba no se puede proporcionar en
tales casos. Imagínense el intento de explicar la sensación del sabor del
azúcar a alguien que nunca ha experimentado el sabor de algo dulce y que
actualmente no tiene la capacidad de percibirlo.
¿Cómo y por dónde
empezar?
¿Cómo y de que manera
se puede proceder?
Así
que entiendan que las enseñanzas de este libro no se ofrecen como prueba de los
fenómenos del "otro lado", sino simplemente en el sentido del viajero
que regresa de algún país nuevo y extraño, y que cuenta las historias de su viaje
y las visitas que hizo en ese lugar.
Como
dijimos a los alumnos de nuestras primeras lecciones impartidas al mundo
occidental hace nueve años:
« Los
maestros orientales no quieren que el alumno acepte ciegamente cada verdad que
se le presente, sino que por el contrario instruyen al alumno a aceptar como
verdad sólo lo que él pueda probar por sí mismo, ya que ninguna verdad es
verdad para uno hasta que uno mismo pueda probarla con sus propios
experimentos.
Pero
al estudiante se le enseña que antes de que se puedan probar muchas verdades,
debe desarrollar sus sentidos psíquicos y espirituales. Y hasta que ese día
llegue, el maestro sólo pide que el alumno tenga confianza en él como un
indicador del camino. Y es por eso que le dice al alumno:
“Este
es el camino, entra en él, y en el camino encontrarás las cosas que te he
enseñado; y tu mismo podrás observarlo, medirlo, pesarlo, probarlo y comprobarlo.
Y cuando llegues a cualquier punto del camino sabrás tanto de él como yo o
cualquier otra alma en esa etapa particular del viaje; pero hasta que llegues a
ese punto en particular, debes de aceptar las declaraciones de aquellos que han
ido antes o rechazar todo el tema en ese punto en particular.
No
aceptes nada como definitivo hasta que lo hayas tú mismo probado, pero si eres
sabio, te beneficiaras de los consejos y la experiencia de aquellos que ya han pasado
por ese camino. Todo hombre debe aprender por experiencia, pero los hombres
pueden servir a otros como indicadores del camino.
En
cada etapa del viaje se encontrará que aquellos que han avanzado un poco más en
el camino, han dejado señales y marcas y postes de guía para los que siguen. El
sabio se aprovechará de estas señales. No pido fe ciega, sino sólo confianza
hasta que se puedan demostrar las verdades que les estoy transmitiendo, así como
me las transmitieron los que me precedieron.” »
El
estudiante occidental escéptico puede objetar que no ofrecemos "pruebas
científicas" de los fenómenos del "otro lado". Y si por
"científico" se refiere a las pruebas de la ciencia física, estamos
de acuerdo con él. Pero para el ocultista avanzado, el término
"científico" tiene un significado mucho más profundo y amplio.
La
persona que espera pesar, medir y registrar las cosas espirituales según los
estándares físicos no tiene más que desilusión y fracaso ante sí, porque nunca
recibirá la prueba que busca. El aparato físico está destinado únicamente a
objetos físicos, mientras que el mundo del espíritu tiene su propio conjunto de
aparatos que es el único capaz de registrar sus fenómenos.
Por
lo tanto, deseamos que el lector que está realizando el estudio de este libro
entienda claramente el asunto. No se ofrecen pruebas físicas. No hay ninguna,
estrictamente hablando, que se pueda encontrar en ninguna parte. Además no hay
ningún intento de argumentación, porque no hay base para una discusión entre
los videntes del "otro lado" y aquellos cuya visión se limita al
plano terrestre.
Pero
esto no significa que le estemos ofreciendo un montón de afirmaciones
irracionales e impulsándolos a que las tome por fe. Lejos de esto es nuestra
intención, porque si bien la razón por sí sola nunca puede esperar traspasar el
velo que separa los dos lados de la vida y la muerte. Sin embargo a la razón,
si se le permite seguir sus propios informes desprovistos de prejuicios y
adherencia ciega.
Y
si reflexiona la enseñanza que le aportamos en este libro, percibirá una cierta
razonabilidad en una declaración verdadera de los hechos de lo desconocido, y se
dará cuenta de que las enseñanzas cuadran con otros hechos aceptados, y todo
ello explica de una manera razonable fenómenos que de otro modo serían
inexplicables.
En
resumen, la razón encontrará que las enseñanzas de la verdad reconcilian
conjuntos de hechos aparentemente opuestos, y unen muchos fragmentos oscuros de
verdad que uno encuentra aceptados por su razón, pero que hasta ahora no ha
podido juntar y unir en una estructura conectada de concepto mental.
Se
insta al estudiante a suspender el juicio hasta que haya leído con atención, y
con la debida consideración, lo que tenemos que decir. Y luego que lo vuelva a
releer y reconsiderar el libro como un todo.
Entonces
que se haga la pregunta honesta:
¿No parece esto
razonable y probable?
Y
si no puede hacer más que aceptarlo todo como una "hipótesis de
trabajo", déjelo estar satisfecho con esa posición, aunque para nosotros
el término puede evocar una sonrisa cuando nos damos cuenta de que la enseñanza
se basa en la experiencia y testimonio de los sabios antiguos del Oriente
Pero
si la enseñanza se lee y se considera cuidadosamente, resultará ser considerada
cada vez más razonable a medida que pasan los años, y se verá que un hecho tras
otro encajan en la enseñanza general, y a medida que se descartan concepciones
más antiguas de vez en cuando, se descubrirá que estas enseñanzas ocupan su
lugar.
No
es fácil escapar de una verdad una vez que se te ha presentado. Tiene una forma
de picar su oído mental, una vez que se ha alojado allí. Porque detrás de esa
oreja hay una parte de ti, aunque pueda estar oculta por muchas envolturas de
incredulidad o de creencias falsas. Pero por mucho que lo niegues, no podrás
escapar de la Verdad una vez que su semilla se haya alojado en tu conciencia,
porque extraerá el sustento de tu subconsciencia, y con el tiempo brotará y
dará hojas y flores.
Entonces,
después de todo, importa poco si el estudiante puede o no comprender
completamente la enseñanza que aporta este libro en este momento. Porque el
tiempo es largo y uno tiene todo el tiempo para dominar la lección. Todas las
enseñanzas, al final, no son más que un proceso de siembra de semillas. »
(Capítulo
1)
OBSERVACIÓN
Concuerdo con William
Atkinson que aunque los humanos no disponemos actualmente de los instrumentos
para poder saber con seguridad lo que sucede después de morir, si podemos
analizar las diferentes explicaciones que se han dado sobre este asunto para así
evaluar qué tan validas pueden ser. Pero desafortunadamente resulta que la
explicación que dio el propio Atkinson deja mucho que desear, porque si bien en
parte él se basó en lo que enseñó el maestro Kuthumi, lastimosamente no lo
comprendió, e infortunadamente también se basó en lo que afirmaron dos inmensos
charlatanes que fueron Charles Leadbeater y Max Heindel.
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