(El
siguiente texto es un artículo que el esoterista Franz Hartmann escribió en
homenaje a Blavatsky cuando ella falleció.)
H.P. Blavatsky ha muerto, pero la gran alma que estuvo encarnada en ese cuerpo, vive aún. La mujer que por no haber sido entendida sino solamente por muy pocos, fue llamada “la Esfinge del siglo XIX”, y aunque ella ha fallecido, la gran alma (Maha Atma) que habitó aquella forma mortal usándola como instrumento para difundir en esta era de oscuridad mental los rayos de la luz espiritual, abandonó su cuerpo para volver a otra morada más celestial.
Es dudoso que haya
existido algún gran genio y salvador de la humanidad, cuya personalidad, aun en
su paso por la Tierra no haya sido mal comprendida por sus amigos, difamada por
sus enemigos, mentalmente torturada y crucificada, y finalmente ser objeto de
idolatría o de desprecio para las siguientes generaciones.
Y H.P. Blavatsky no
parece ser una excepción a esa regla.
Ofuscado el mundo por la luz de sus
doctrinas, que la mayoría no ha conseguido asir porque le eran completamente
nuevas, la miraron con recelo; y los representantes de la ignorancia científica
saturados de pomposa vanidad, la llamaron “la mayor impostora del siglo” porque
sus mentes estrechas no pudieron elevarse a la comprensión de la grandeza de su
espíritu.
No es difícil profetizar que en un
futuro próximo, cuando se hayan olvidado los nombres de sus enemigos, el mundo
trabajará para conocer la verdadera misión de Blavatsky, y la gente verá en
ella a un mensajero de luz enviado para instruir a este mundo pecador, para
redimirle de la ignorancia, locura y superstición; labor cumplida en cuanto que
su voz fue oída y sus enseñanzas aceptadas.
Los historiadores del
futuro escudriñarán los archivos con el propósito de encontrar algún trozo de
historia de la vida de Blavatsky, y a menos que las calumnias que sobre ella se
escribieron no hayan desaparecido en el montón de basura de donde salieron, no
es imposible que los escritorzuelos del futuro manchen su memoria, al igual que
los irresponsables escritorzuelos modernos mancharon la memoria de Cagliostro,
Teofrasto, Paracelso y otras grandes almas.
Por esta y otras razones que se
evidencian, es muy de desear que se publique algo digno de confianza respecto a
la vida de Blavatsky, por alguna persona competente que haya estado bien
relacionada con ella y que no sea un adorador de personalidades, sino capaz de
estudiar y describir la vida del ser interno, porque deben de saber que la
verdadera vida de todo ser humano espiritualmente despierto, no es su vida externa,
sino su vida interna la que interesa.
Relatar simplemente los
acontecimientos de la vida terrestre de un genio que estuvo en la Tierra y no hacerlo de su vida interior, de sus
pensamientos y de sus sentimientos, es describir la casa que aquel genio habitó
en su paso por el mundo y no hacer caso del habitante.
Así que aunque muy buenos textos acerca
de la vida de Blavatsky ya han sido publicados, estos se parecen más a la
pintura de un pájaro del paraíso, pero habiendo despojado al pájaro de su plumaje.
Esos textos son como el tratado de un
sujeto altamente poético, pero vaciado cuidadosamente de toda poesía. Y resulta
que las plumas son partes tan esenciales para un pájaro como sus músculos y
huesos, y de la misma manera el lado poético e ideal de una persona es algo tan
o incluso más esencial para su naturaleza que la estructura de su cuerpo físico
o el corte de su cabello.
Por lo tanto es la vida interna de Blavatsky,
en su modo de pensar y sentir, lo que es de importancia y debe de ser comprendido,
mientras que lo restante pertenece a las cosas externas que no merecen la
atención del verdadero ocultista.
Cada hombre es doble en su naturaleza, posee
una vida externa y otra interna. H.P.B. no fue una excepción a esta regla y
H.P.B. ni fue completamente humana, ni completamente divina.
Un poeta ha dicho:
Dos naturalezas hay en todo ser humano:
Una es hija
de la clara luz del día,
Nada oscuro
hay en ella, todo es claridad
Allí, todo
es resplandeciente, nada oculto,
Lo más
íntimo, tu ojo puede penetrar,
No hay allí
misterio ni secreto;
En ella
gobiernan: la sabiduría, justicia, amor y fe;
Sin motas,
como el cristal en su pureza.
Mientras que la otra es un ser nacido de la noche,
Llena de
negras nubes que cambian una y otra vez,
Confunde la
razón e ignora la luz;
Es un extranjero
en sus propios dominios;
Insensiblemente
llena nuestra vida diaria
De burlescos
duendes; su reino discorde
Engendra
errores y contiendas;
Enredando
los hilos y dañando al designio.
Y así cada persona
tiene bajo su mando una vida terrestre y otra celestial. Y para la gran mayoría
de la gente se encuentra enredada en las mallas de este mundo de ilusiones,
estas ilusiones parecen ser la realidad, y la vida celestial meramente un
sueño. Pero hay otros en quienes la vida interna despierta y conocen la vida
celestial como la verdadera, mientras que esta vida terrestre sólo una ilusión
o una pesadilla.
Este hecho de la
doble existencia fue reconocido de todo sabio y santo y es conocido de quien
esté en posesión de la sabiduría divina. Se hace mención de ello en muchas
partes del texto sagrado hindú el Bhagavad Gita y también en la Biblia.
Y a esta doble vida que
tienen sobretodo los iniciados es a la que los apóstoles aluden cuando ellos
dijeron:
-
“Vivimos
sobre la tierra, pero nuestra conciencia está en el cielo.”
Y los iniciados son aquellos en quienes la
luz divina ha disipado las tinieblas; aquellos en quienes no existe ya el
“cuerpo de pecado”. Y así hay Adeptos completamente desarrollados, y como uno
de éstos se presenta en la Biblia a San Pablo en su Epístola a los Romanos,
cap. VII, versículos 5 y 6 donde dice:
« Porque mientras
estábamos en la carne, los efectos de los pecados que eran por la ley, obraban
en nuestros miembros fructificando para muerte; mas ahora estamos libres de la
ley, habiendo muerto a aquella en la
cual estábamos detenidos, para que sirvamos en novedad de espíritu, y no en
vejez de letra. » (1)
Tales sabios y santos son conocidos en
el Oriente como los Buddhas y Arhats y
en el Occidente como los “Maestros de Sabiduría”. Y es con estos grandes
iniciados que Blavatsky afirmaba haber adquirido su conocimiento, y a los que
cada quien puede conocer también si crece más allá de su estrecho y pequeño “yo”
y se eleva al plano en que Ellos viven.
El que la sociedad moderna no conozca
nada de la existencia de estos santos seres, y que la ciencia moderna no haya
descubierto aún ninguno de ellos, eso no destruye la teoría de que haya seres
humanos en quienes el germen de la divinidad (el cual existente en todos los
hombres) pero en estos maestros ha evolucionado tanto que ellos han accedido aun
reino más elevado de conocimiento espiritual.
Inalcanzable para quienes se ocupan de
cosas terrenales, y que las almas de estos humanos mucho más avanzados, por
haber alcanzado la auto-conciencia en la luz del Espíritu, ellos están en
posesión de extraordinarias facultades.
De estos regenerados dice la Biblia
que no pueden pecar porque “son nacidos
de Dios” (Juan 3:9). Y en Pedro 1:22 leemos que
estas almas habiendo sido purificadas en obediencia de la verdad, por el Espíritu de amor sincero, “renacen, no
de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra
de Dios” obrando en ellos.
H.P. Blavatsky nunca
deseó ser mirada como un santo o adepto, y en una carta que me escribió, ella
rechaza expresamente tales pretensiones diciendo que aunque marcha por el
Sendero, no ha alcanzado todavía la meta.
En ella había aún una
naturaleza humana, lo que le permitía regocijarse con el alegre y simpatizar
con el triste, y esta parte de la naturaleza de Blavatsky fue objeto de una
continua crítica por los “investigadores psíquicos” quienes no conociendo nada
acerca de la divinidad en la humanidad, sólo vieron su propia imagen animal
reflejada en ella.
Cada punto nebuloso
fue así por tales críticos investigadores y exagerado en sus imaginaciones
mórbidas, pero del lado luminoso de Blavatsky, ellos no percibieron nada porque
en ellos no había luz.
Todo
lo que descubrieron (si desechamos lo que sus fantasías añadieron) fue que Blavatsky
era amable y generosa hasta el exceso, que era impulsiva y enérgica, y a veces
se dejaba llevar por los extremos en sus nobles impulsos.
Encontraron
que fumaba cigarrillos y que exteriorizaba sus pensamientos sin gran ceremonia
y que rehusaba en absoluto a ser como esos hipócritas, socarrones y santos de
cara adulzada, que van continuamente disfrazados y que son para el mundo como
los pilares de la Iglesia y del Estado, mientras que detrás de su beatería está
oculta su afectación y podredumbre.
Los
chillones búhos de la sofistería científica que vinieron a preguntar al águila
de los Himalayas, como no pudieron seguir su vuelo hasta las cimas de las
montañas, fuera del alcance de su limitada visión, y no pudieron cortarle sus alas,
creció en ellos la envidia y chillaron y arrojando calumnias sobre el pájaro
real.
En
muchos casos estos calumniadores se excedieron en su trabajo, y la
extraordinaria virulencia de las calumnias evidenciaron suficientemente el
carácter de la personalidad que inspiró tales escritos y hacen completamente
innecesaria la refutación.
Algunos de estos escritores la
imputaron el haber cometido prácticas inmorales, y semejantes historias, tan
pronto como fueron inventadas se imprimieron y fueron siempre rápidamente
tomadas y puestas en circulación por aquellos intrépidos periodistas, que
ansiosos de aumentar la circulación de sus periódicos, estaban siempre alerta
para dar a sus lectores algo sazonado y sensacional.
Estas historias fueron frecuentemente
absurdas y causaron no poca hilaridad entre aquellos que conocían los hechos.
Así, yo recuerdo que mientras estuve en la India circuló una noticia entre
algunos periódicos ingleses y americanos que decían que se había suscitado una
pendencia entre los Teósofos de Adyar, porque Madame Blavatsky estaba celosa
del Coronel Olcott por causa de la Sra. Coulomb, y que el Sr. Coulomb
enfurecido, había rehusado el suministrar más fondos para sostener los asuntos
de la Sociedad Teosófica.
Los que conocen las personas a que se
hace referencia en esos periódicos, saben muy bien que los Coulomb no tenían un
céntimo, y que se les soportaba su permanencia en Adyar por caridad.
Este
es un ejemplo pero no tendrían fin los escritos ni la pérdida de tiempo, si
todas las calumnias contra Blavatsky que fueron circuladas por los “píos”
misioneros de Madras y de otros sitios, hubiesen de ser refutadas,
especialmente, porque es más fácil sostener una calumnia que refutarla.
Algunas
de estas calumnias pueden sin embargo haber sido hechas con la mejor de las
intenciones, por ejemplo: ciertas personas dudaron de la veracidad de Blavatsky
por la misma razón que un rey africano está pronto a mandar decapitar a un
viajero europeo, porque este último dijo al rey que en algunos sitios de Europa
y en ciertas estaciones, el agua de los ríos y lagos se vuelve tan dura, que se
puede andar sobre ella; y por tal razón el rey decidió que no debía tolerarse
que viviese semejante embustero.
Ahora bien, prestaría poca atención a
la verdad si pretendiese que ninguna de las acusaciones que nacieron contra Blavatsky
se fundaban en hechos, pero las causas que originaron tales molestias sin fin
fueron:
-
su deseo de juzgar el modo cómo los negocios
mundanos deberían ser hechos,
-
o que a la manera de un niño, ella confiaba
que el mundo miraría las cosas del mismo modo en que estas aparecían para ella;
o sea una completa indiferencia a lo que el público pudiese decir o pensar de
ella;
-
o el deseo de proteger a sus partidarios de
las consecuencias de las estupideces que cometían, etc., etc.
Lo que Blavatsky deseaba,
eso pensaba; lo que pensaba, decía; y lo que decía, hizo sin mirar las
consecuencias. En ella, como en un niño inocente, pensamientos, palabras y
actos, eran una sola cosa y en completa armonía.
Si intentásemos
solucionar el misterio de la “Esfinge del
siglo XIX” y presentar la historia del verdadero Ego de H.P.B., deberíamos ante todo conocer la individualidad, la
“nueva criatura” (2) encarnada en
la forma de H.P.B., y saber algo de sus vidas anteriores, para que nos fuese
posible comprender las causas por las que apareció en esta Tierra en forma de
mujer.
Entonces tendríamos
que aceptar la teoría de que el alma del regenerado es capaz de vivir y obrar
más allá de los límites del cuerpo físico, el cual solo es su morada e
instrumento para su manifestación exterior, y que el alma espiritual de tal
persona en una forma astral etérea puede estar en un país lejano (por ejemplo
en el Tíbet) en tanto que el cuerpo físico vive aún y actúa consciente e inteligentemente
en Europa y América.
Pero el mundo no está
aún en disposición de recibir una historia como esta, y que contenga hechos
todavía desconocidos para la ciencia,
cuya inteligencia se encuentra sólo en el Acta
Sanctorum, hoy día mirado aún por la Iglesia como “leyenda y fábula” o para
expresarlo con menos delicadeza, como un conjunto de mentiras.
Tal historia
requeriría lectores conocedores de las doctrinas de la Reencarnación y el Karma;
lectores que hubiesen conquistado su propia naturaleza, y por su propia
experiencia les fuese posible realizar lo que ello significa estar en el mundo,
pero no ser parte de él.
Pero aunque la Biblia
dice: “el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3), sin embargo
los términos “renacimiento” y “regeneración” se han convertido en
palabras sin sentido para el fanático moderno y en absurdos para el hombre de
ciencia.
El religioso
visionario se adula a sí mismo con la creencia de que ya se ha regenerado y alcanzado la inmortalidad. Pero no sabe
que la regeneración en el espíritu es acompañada del despertamiento de los
sentidos espirituales, y que esta “regeneración” no puede tener lugar mientras
se es ciego a la luz de la verdad y sordo a la “voz del silencio”.
La palabra
“regeneración” es hoy es una palabra sin sentido para el mundano; y para el
clérigo, a lo sumo significa un cambio de creencia y un progreso moral. El
moderno “Cristiano” no comprende pasajes de su Biblia como los siguientes:
-
“Hijos míos, que vuelvo otra vez a estar de
parto de vosotros, hasta que Cristo
sea formado en vosotros.” (Gálatas 4:19)
-
“En Cristo Jesús, ni la circuncisión vale
nada, ni la incircuncisión, sino la
nueva criatura.” (Gálatas 6:15)
-
etc.,
etc.
Ellos no creen que su
maestro dice de sus verdaderos discípulos, que los regenerados, aquellos en
quienes “el Hijo de Dios ha llegado a la medida de la edad de la plenitud de
Cristo” (Efesios
4:13),
harán las mismas cosas maravillosas realizadas por él mismo.
No quieren creer que nadie
más puede entrar en posesión de la conciencia inmortal, a menos que la “nueva
criatura” haya nacido en él; y se envanecen presumiendo que su espíritu es ya inmortal. Pero la inmortalidad espiritual
del Espíritu de Dios no volverá inmortales a sus almas, si estas almas rehúsan
ser fertilizadas por el Espíritu de Dios y dar a luz a la divina criatura.
Por lo tanto que los
“Cristianos” reflexionen sobre el significado de las palabras de la Biblia,
donde dice:
« El que no
naciere de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido
de carne, carne es; y lo que es nacido de espíritu, espíritu es. No te
maravilles de que te dije: os es necesario nacer otra vez. »
(Juan 3:5)
Por consiguiente poco
le servirá al devoto creer que su espíritu es inmortal en tanto que no exista
espíritu que pueda propiamente llamarle suyo, porque su alma no contiene al
divino amor o espíritu, y por lo tanto no puede engendrar a “la nueva criatura”
que pueda pretender la inmortalidad en el Cristo.
Esta unión del alma
mortal con el Espíritu inmortal es el objeto y fin de todo Ocultismo y
Teosofía. Y esta regeneración fue lo que Blavatsky enseñó porque “regeneración espiritual” e “iniciación” son términos sinónimos.
La Teosofía es una
doctrina que no adula la vanidad humana, haciéndole creer a los hombres que ya son
ya inmortales gracias a los méritos
de una persona que vivió en el pasado, sino que pretende que la inmortalidad es
un don ganado exclusivamente por heroicos esfuerzos personales combatiendo con
los elementos más bajos de nuestra naturaleza, y que hace posible la acción de
la divina gracia dentro de nosotros.
Y por lo tanto es
comprensible que esta enseñanza no sea bien recibida por los que prefieren
correr tras el dinero y los placeres, y piensan que después de su muerte
entrarán en el cielo cargados sobre las espaldas de otro hombre; y por consiguiente
la historia de un alma regenerada pudo ser creída y entendida por unos pocos.
Mucho más fácil sería
cubrir tal historia con la forma ficciosa de novela, sin pretensiones de ser
creída, y que cada cual acepte lo que sea capaz de comprender y abandone el
resto. (3)
Para comprender el verdadero misterio
que rodea a Madame Blavatsky, primero será necesario comprender el misterio
llamado “Hombre”: porque el humano iniciado comparado con el humano vulgar, es
como un pájaro comparado con un huevo. El pájaro conoce los huevos y sus
historias, pero los huevos nada saben de la existencia de los pájaros.
Y para resolver ese gran misterio, la
humanidad tendrá que deslizarse fuera del “huevo filosófico”, y convirtiéndose
en libre, alcanzar el noble auto-conocimiento de la Divinidad en la Humanidad;
pero en los tiempos presentes, parecen ser pocos los que (incluso entre los
llamados teosofistas) tiene el más débil concepto de lo que significa el
“divino autoconocimiento”.
Debido al universal
error existente con respecto a la naturaleza del hombre, y la ignorancia de lo
que es divino en esta naturaleza, Helena Blavatsky ha sido universalmente mal
comprendida y desnaturalizada.
Y después de una
larga y paciente observación, se ha reforzado una convicción que yo mismo
insistentemente he rehusado en aceptar, pero es la constatación que mucho más
daño ha sido hecho por los celosos amigos y admiradores de H.P.B. que por sus
enemigos.
Blavatsky jamás pidió
que la deificaran y negó la posesión de poderes milagrosos, pero hubo muchos de
sus partidarios que rindieron a su persona una adoración fetichista, haciendo
las más rudas y extravagantes relaciones en su favor, y la cuales sólo trajeron
el descrédito sobre ella y la Sociedad Teosófica, en tanto que con muy pocas
excepciones, estos amigos entusiastas fueron los primeros en abandonarla
convirtiéndose en sus enemigos, cuando las ilusiones que ellos mismos creaban
se desvanecían.
Conforme a las historias inventadas,
creídas y circuladas por estos admiradores, ellos decían que H.P.B. estaba
continuamente acompañada de espíritus, invisibles “Maestros del Tíbet”,
esperando servirla, y verbatim le
dictaban sus escritos o “precipitaban” manuscritos mientras ella echaba la
siesta. (4)
Gnomos, silfos, ondinas y salamandras
estuvieron siempre bajo su mando, llevando sus cartas e inspeccionando la cocina.
No ocurría nada en cualquier parte del mundo que según tales historias, ella no
conociese; pero fue perfectamente evidente para los observadores neutrales, que
Blavatsky no lo sabía todo y que igualmente en sus más grandes turbaciones, el
bello correo no funcionaba; y que para recibir noticias ella se valía, como los
demás mortales, de los terrestres correos y telégrafos.
Ello es que en la base de tales
aserciones había una cierta cantidad de verdad, pero los hechos fueron
exagerados más allá de todo límite por sus entusiastas amigos.
Blavatsky según su propia
confesión, no era instruida. Y tampoco era muy inteligente. Las grandes cosas
que hizo, lo fueron con la ayuda de alguno de sus asociados, del modo más
torpe, y frecuentemente perjudicó al buen resultado.
Por lo tanto al ser
llamada “el más grande impostor del siglo” por el agente de la Sociedad para las Investigaciones Psíquicas,
y presentarla con ese título, eso certifica simplemente la incapacidad de ese
individuo para juzgar a Blavatsky, porque todos los que la conocieron pueden
atestiguar que ella nunca fue capaz de disfrazarse, y cualquier impostura,
grande o pequeña, que hubiese intentado, habría sido inmediatamente sido descubierta,
aun por un niño.
Blavatsky no fue ni inteligente ni
ingeniosa, pero estuvo en posesión de aquello que la mayoría de sus críticos
tristemente ignoran, y eso es sabiduría
del alma, un apartado de la “ciencia” aún no descubierto por los modernos
científicos y filósofos. El alma que vivió en ella fue una gran alma, un Mahatma (de Maha, grande, y Atma,
alma).
Esta gran alma y no la vestidura que
Blavatsky usó, será el objeto de nuestra investigación, no con el fin de
regalar la curiosidad científica, sino para beneficiar con el ejemplo.
Porque seguramente muchos de ustedes
se han de estar preguntando:
¿Qué es la
sabiduría del alma y cómo puede ser obtenida?
¿Hay algún
otro conocimiento que el del cerebro que razona?
¿Puede uno
conocer otras cosas que las que se nos enseñó en la escuela, hemos leído en libros
o recordamos haber oído?
Y a continuación a esto contestaremos:
Infeliz el pueblo que no sabe por el
corazón lo que es bueno y hermoso. Desgraciados aquellos que no poseen
percepción interior para la justicia y la verdad; y que por consiguiente que no
pueden sentir verdadero amor,
esperanza, fé, y que por lo tanto tienen que estudiar la enciclopedia para
encontrar el significado de los términos, benevolencia, caridad, generosidad,
espiritualidad, virtud, etc., etc.
Todas estas cualidades no son creación
de la imaginación ni producto del cuerpo físico, sino poderes espirituales
vivientes, dotando con sus facultades al alma que los posee.
Si se permite a estos poderes crecer y
desarrollarse, su verdadera naturaleza se presentará clara a la mente, pero el
que no los posea no podrá (ni por la especulación intelectual) llegar a
realizar lo que son.
El estudio de estos poderes y el arte
de desarrollarlos por la práctica, constituyó la ciencia del alma, que la Señora
Blavatsky enseñó. El resto de sus doctrinas, en cuanto respecta a la
constitución del hombre, evolución de los mundos, etc., etcétera, fueron
accesorios para facilitar el auto-conocimiento, destruir el fanatismo y la
superstición, para libertar la mente de prejuicios, darla un más ancho campo de
ennoblecedor pensamiento y posibilitarla una más grande y elevada concepción de
Dios, de la Naturaleza y del Hombre.
Y ahí yo les pregunto:
¿Qué tiene
que ver tal estudio con las historias de espíritus, investigaciones psíquicas,
cafeteras, trampas y otras frioleras que frecuentan la mente de quienes buscan
en las cosas externas la prueba de la existencia de lo que ellos mismos deben
poseer, antes de que puedan merecer verdaderamente ser llamados hombres hechos
a imagen de Dios?
Y la respuesta
es: nada
Y es por eso que muchos de sus
admiradores que posteriormente se convirtieron en enemigos es porque no
pudieron satisfacer su curiosidad, y estos individuos deben ser vituperados por
su porfiada repulsa de la verdad divina.
La primera cosa necesaria para adquirir la
sabiduría del alma es la posesión de un
alma, que significa el poder del sentir. Y entre los adversarios de Blavatsky
es raro el elemento del alma. Parecen existir sólo en el plano de la mente, esa
parte del hombre que especula y razona
solamente, pero que no tiene conocimiento real; los antiguos escritores la
comparaban con la fría luz de la luna, porque en ella nada hay del solano
caliente amor.
El elemento del alma es la voluntad, y la
voluntad divina es amor universal como para crear un paraíso, no en la
imaginación, sino en el corazón de los que están en posesión de él. Y cuando la
estrella matutina del divino amor nace en el alma, la paz entra con él.
Así, pues, no se dice que los Ángeles cantaron
en el nacimiento de Cristo dentro del corazón humano:
-
“Gloria
a aquel Dios, que es Amor universal, y paz a los hombres de buena voluntad.”
Los Ángeles no cantaron:
-
“Gloria
a los que están bien versados en ciencia y sofistería.”
De gran cantidad de
enseñanzas puede ser rellenado el cerebro durante una vida, pero cuando llega
la muerte, toda esta moralla sin valor será abandonado en el reino de la
eternidad.
El desarrollo de la
divina flor de loto del alma en el claror del divino amor, puede necesitar
muchas sucesivas encarnaciones. Con el primer rayo de este amor, asimilado por
el alma y haciéndole consciente de su propia y elevada naturaleza y destino, el
“sendero del discípulo” desciende sobre el peregrino en el camino que conduce hacia
la iniciación y la inmortalidad.
Cuando el fuego de
amor es encendido en el corazón, la luz se eleva e ilumina la mente produciendo
ciertos cambios aun en la forma física. (Efesios 4:16)
Sin este amor divino,
toda enseñanza es inútil y vanos todos los esfuerzos: porque Dios es Él mismo
Amor (Juan
4:8),
y no puede haber unión con Dios si es desechado el Amor (Corintios 13:2). Por lo
tanto quien encuentra Amor, encuentra Vida espiritual (Proverbios 8:35); pero quien
repudia el Amor, repudia la luz y busca la oscuridad y la muerte.
El hombre ha sido
llamado un “ser mixto” porque no es completamente material, sino también
espiritu en su naturaleza. En él (como dice Jacobo Böhme) está el campo de
batalla de tres reinos: el de la luz, el de la oscuridad y el de la naturaleza.
“Continuamente la luz
del día brilla en la oscuridad y la oscuridad no la comprende”, pero cuando la
oscuridad es disipada por la luz y el Espíritu en el hombre despierta su divina
auto-consciencia, entonces aparece en el hombre una nueva colección de
facultades interiores, una nueva clase de poderes y percepciones espirituales y
la memoria que pertenece al Ego reencarnado
asirá la mente terrestre y externa.
Estas enseñanzas que
son incomprensibles para la mayoría porque pertenecen a una clase que está por
encima de su experiencia, son de la más grande importancia como estímulo de los
pocos que desean según el sendero hallado por aquella gran alma que estuvo encarnada
en el cuerpo de Helena Blavatsky.
Y nosotros deberíamos
por lo tanto, en vez de perder tiempo en investigar trivialidades como las que
pertenecieron a su personalidad (por ejemplo: la omisión de citas), intentar el
estudio de su vida interna y seguir a su alma en su vuelo hacia el trono de la
Divina Sabiduría.
Notas
- Las citas bíblicas que contiene este artículo no se hacen como para presentar mis ideas basadas en especulaciones sobre dichos de la Biblia: se ponen simplemente como corroborativa evidencia para aquellos que les conceden alguna importancia.
- Galatas, VII 15.
- En mi artículo “La imagen hablada de Urur”, tales hechos han sido retratados. Allí el “maestro de la imagen” representa el verdadero Ego, el alma regenerada; mientras que la misma imagen no es sino el cuerpo elemental, la personalidad, por la que el verdadero Ego obra.
- Después de haber sido escrito esto, vino a mis manos el número de la revista “Lucifer” del 15 de mayo, en donde encontré esto mismo corroborado por ella misma, en la página 243.
(Este
artículo fue originalmente publicado en la revista “Lucifer” de julio de 1891, p.365-373, y el texto original en inglés
lo pueden leer aquí;
y posteriormente fue traducido al español y publicado en la revista “Sophia” de septiembre de 1909, p.321-332)
OBSERVACIÓN
Y es
Interesante constatar que varias cosas que mencionó Franz Hartmann sobre
Blavatsky y que son poco conocidas del público, también las señaló la hermana
de Blavatsky en la biografía que posteriormente escribió sobre ella, como por
ejemplo:
- Que Blavatsky no era muy instruida y que ella misma se sorprendía de poder discutir con eruditos y ella no sabía de donde le surgía ese conocimiento.
- O también que mucha gente primero la adulaba pero cuando veían que Blavatsky no les iba a ofrecer lo que ellos querían de ella, entonces se volvían sus acérrimos enemigos.
Un humano promedio hasta que nivel puede llegar espiritualmente en esta vida al nivel de blavatsky o a quien?
ResponderBorrarNo lo sé, pero por lo general el humano promedio evoluciona muy poco durante su reencarnación
BorrarY si se esfuerza almaximo a evolucionar a que nivel llegaría espiritualmente
BorrarNo lo sé
BorrarLa primera vez que oi hablar de la teosofia, sentí mucho amor por esa mujer no había ni leído el primer libro, no sabía ni de que se trataba, yo era sólo un ignorante más en el mundo, pero lo digo sin exagerar, aunque suene locura. Cuando yo vi su foto y fue en un vídeo en youtube me acuerdo bien. Yo lloré y sin saber por qué. Simplemente no pude evitar contener mis lágrimas y me intereso de inmediato la teosofia, cuando me enteré de las deformaciones que hizo Besant junto con esa pobre alma ignorante de L. Tanto fue mi rabia que lloré. Yo no la idolatro su forma es efímera, lo que me cautivó fue su esencia. Y ya varios años después yo vivo en deuda con ella y con el trabajo que hizo. Tú Cid como inciaste en la teosofia?
ResponderBorrarCuando era niño me interesaba el esoterismo pero los únicos libros accesibles que había eran los de la Sociedad Teosófica y los de Max Heindel.
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