KRISHNAMURTI DESCRITO POR GABRIELA MISTRAL

 
 
Gabriela Mistral (1889-1957) fue una pedagoga, diplomática y poetisa chilena que se involucró con la Sociedad Teosófica de Adyar durante algún tiempo, y ella atestiguó de la propaganda que sus dirigentes hicieron para querer convencer a la gente que Krisnmaurti era el nuevo mesías.
 
Posteriormente cuando Krishnamurti renunció a ese rol que le habían asignado, Gabriela escribió un artículo que se publicó el 31 de agosto de 1930 en el periódico argentino La Nación en donde ella relató la historia tal como ella la había percibido y las razones que ella considera que fueron las que motivaron a Krishnamurti a rechazar su papel mesiánico.
 
Un extracto de su artículo lo pueden leer en este link y aunque la señora Gabriela nos ilustra en varios aspectos, ella también comete varios errores que a continuación se los comento.
 
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Ella comienza su artículo diciendo que cuando se encontraba en la ciudad de Génova, en Italia, ahí fue cuando se enteró de la renuncia de Krishnamurti y entonces ella fue ordenando los recuerdos que tenía sobre los acontecimientos relacionados con él.
 
Y comienza señalando que:
 
« Annie Besant estaba en el apogeo de su prestigio de escritora orientalista y de iniciada oriental. La Sociedad Teosófica llegaba al millón de miembros; y bajo su mando trabajaban hombres de cabeza sólida como Rudolf Steiner, el alemán, y como Charles Leadbeater, el coiniciado, de poderes semejantes, y ambos servían, sin ninguna protesta, bajo el gobierno de esa mujer. »
 
Esto me indica que Gabriela Mistral fue una increíble poetisa (ya que incluso ella recibió el premio Nobel de Literatura en 1945) pero en cambio fue una pésima esoterista debido a que Steiner y Leadbeater fueron dos individuos profundamente charlatanes.
 
Y también percibimos como en esa época la Sociedad Teosófica de Adyar se encontraba en un gran auge ya que tenía un millón de miembros y estaba establecida en prácticamente todos los países.
 
Pero Annie Besant era una persona muy dictatorial y ávida de poder, y para ella eso no era suficiente. Y esto acertadamente lo percibió Gabriela Mistral ya que ella añadió:
 
« La señora Besant sólo ha soportado a siervos, y únicamente aceptando a estos dos hombres como sus confidentes. Y a su papel de presidenta de la Sociedad Teosófica también añadía la de "líder" social de miles o de millones de hindúes, lo cual la hacía respetable a los ojos del Imperio Británico.
 
Cualquiera ambiciosa vulgar habría estado contenta con este árbol lleno de ramas de "poderes"; pero Besant no lo estaba. Y aunque diciendo y repitiendo que la teosofía no pretende crear una religión sino solo limpiar el cristal empañado de todas las religiones para dejarlo lúcido de nuevo para nuestros ojos, en verdad ella (consciente o inconscientemente) quería fundar una religión. »
 
Esto no es totalmente cierto ya que en realidad fue Leadbeater quien quiso fundar una religión pseudo-teósofo-cristiana. Pero como Annie Besant era muy ambiciosa, le aceptó esa idea inmediatamente. Y esto a pesar que la teosofía no se involucra en la religión. Pero para ese entonces la verdadera teosofía ya había sido relegada por esos dos individuos a un rincón.
 
 
Luego la señora Mistral siguió explicando:
 
« Annie Besant se dio perfectamente cuenta de dos cosas: primero que una religión como un cuerpo cualquiera, necesita de una cabeza que la capitanee y reciba la adoración, y segundo que también se necesita de la predicación de pecho a pecho, que caldea mejor que el papelito impreso. En suma, ella no podía prescindir de un mesías.
 
Ella miró hacia su círculo grande de discipulados y no halló una frente digna en que poner el óleo que derramó Samuel en la de David, una personalidad sin ajadura, virgíneamente fresca, y entonces pensó en la formación de un profeta bajo su vigilancia. Ella entendió que había que trabajar en un niño.
 
Entonces creyendo obedecer a una voluntad sobrenatural, se puso a la búsqueda de un niño que adoptar. Por mí, yo creo que la empujó, sin que ella lo supiera, su deseo de mujer vieja de mirar un niño cerca de ella y de ver en su casa seca de sacerdotisa camita pequeña y sandalias de pulgadas debajo de la cama, y por soplar sobre una carnecita dócil su noble resuello de vieja hija de Apolo.
 
Y es así que apareció Krishnamurti. Ella encontró por allí una pareja de niños que se llamaban Krishna por el costado paterno y Murti por el materno, y tomó uno de ellos. »
 
Esto es incorrecto porque en realidad fue Leadbeater quien “descubrió” a Krishnamurti y convenció a Besant que ese muchacho iba a ser el nuevo mesías.
 
 
Luego la señora Mistral relata como fue la educación de Krishnamurti:
 
« El niño creció en el parque que contornea el Cuartel General de la Sociedad Teosófica, afirmando un cuerpo flacucho de hambres indostánicas con juego libre y gimnasias pedagógicas; y así se fue volviendo hermoso.
 
La señora Besant lo mandó a educarse nada menos que en Oxford, seso y riñón de la Gran Bretaña. Allá va el mozo llevando todavía su turbante blanco, sus meditaciones en los siete centros místicos y su dieta vegetariana.
 
Entraba Krishnamurti en un triple clima: el universitario, el moral y el cristiano; aceptaba y rechazaba, resistía y cedía; hasta que acabó un día por darse cuenta, como en todas las aclimataciones, de que ya no sufría demasiado y de que hasta tenía complacencia dentro de su smoking, de las fiestas y en la redacción de sus tesis de examen.
 
Acabados los estudios de Oxford, graduado el niño-profeta en no sé qué letras y qué ciencias, la señora Besant le reveló su formidable destino.
 
(Nota de Cid; en realidad Krishnamurti ya había sido informado desde que era un niño.)
 
Hubo varios congresos en los cuales el joven de Oxford y de Madras a la vez recibió las inclinaciones reverenciales y las sumisiones absolutas que sólo conocen aquella luz y aquel aire; pero las recibió con cierta expresión de estupor mezclado de tristeza.
 
Pero a la genial tutora no le bastaron estos congresos como contacto de aliento con aliento del Mesías y sus fieles, y, conocedora como nadie de su tiempo, se echó por el mundo transatlántico y vagones de lujo hacia París, Londres y Nueva York. »
 
Esto en rasgos generales concuerda con lo que han narrado los biógrafos.
 
 
 
Luego la señora Mistral relata acerca de una conferencia que dio Krishnamurti y a la cual ella asistió:
 
« Me acuerdo de una de las conferencias de París. La Sala Pleyel rebosaba de un público, en su mayor parte religioso. La espera se sentía bastante ansiosa; muchos habían aguardado quince años este día. Apareció un joven vestido con una elegancia inglesa que no se compadecía con el genuino cuerpo asiático, y se puso a hablar de las nuevas Tablas de la Ley que necesita este mundo con una ordenación, un gobierno del asunto y con el tono menos mesiánico que pueda darse.
 
Una masa de ojos enjutos, defraudada en su buena voluntad para conmoverse, le oyó tres horas, y salió de la sala con los pulsos más normales de los que llevaba al entrar. Este público occidentalísimo había ido a recuperar, por lo menos, a su Isaías o a su San Pablo, olvidando que el budismo es por excelencia la religión lunar, la más divorciada de la emotividad caliente de las otras. »
 
Y luego añadió:
 
« En los Estados Unidos, que es la Meca de las nuevas religiones, Krishnamurti contó sus mayores éxitos con gente blanca, y en la California de cielo absoluto y de aire cargado de jardines, él se demoró más tiempo, cogido, como buen oriental, por la linda sensualidad del clima.
 
Después regresó a la India, siempre de la mano de su tutora, que a la vez lo eleva y lo deprime, a hacer el balance de su viaje a través de dos mundos. »
 
Esto no es totalmente cierto ya que en Europa Krishnamurti también tuvo mucho éxito, al punto que fue en Holanda donde se organizó la celebración que sería su conmemoración oficial como el nuevo “instructor del mundo”.
 
 
Y finalmente la señora Mistral nos explica los motivos que según ella llevaron a Krishnamurti a renunciar a su papel de mesías.
 
« Desgraciadamente no sabemos nada de lo que este examen de conciencia clarificó, cernió y definió. Por primera vez en su vida, él, Krishnamurti, ha pensado y decidido solo. Pero el resultado es el que a estas horas todos sabemos que Krishnamurti ha "licenciado" sus huestes magníficas de sus seguidores, declarando que él no quiere echar sobre el género humano una servidumbre más.
 
¿No habrá en esta decisión extraordinaria un éxito enorme de la educación occidental sobre el temperamento indostánico?
 
Este Occidente anti-heroico, anti-místico, desgranador democrático de la personalidad, nocivo para la formación de un jefe absoluto; este Occidente de lomo arisco cumplió desahogadamente su operación iconoclasta en un joven hindú que le llevaron a su propia casa imprudentemente. »
 
Aquí Gabriela Mistral está muy equivocada porque sabemos de muchos individuos que se criaron completamente en Occidente y que aún así aceptaron totalmente la doctrina pseudo-teosófica de Besant y Leadbeater, y como ejemplo están: Max Heindel, Annie Besant, Guy Ballard, Elizabeth Prophet, etc. Y también hay un montón de occidentales que se creen la nueva reencarnación de Jesús. Así que la educación no tiene nada que ver con esto.
 
Lo que en realidad sucedió es que a medida que Krishnamurti fue creciendo, él se fue dando cuenta de toda la farsa que se había creado a su alrededor, hasta que finalmente su conciencia interior no le permitió más seguir participando en eso, y es por ello que finalmente Krishnamurti decidió disolver la organización que lo veneraba y que se llamaba “La Estrella del Oriente”.
 
 
Y la señora Mistral termina su artículo diciendo:
 
« Ha pasado un año desde la renuncia solemne de Krishnamurti a su misión y ha corrido mucha tinta en el comentario que el sucedido se merece. Pero nadie ha pensado en la tristeza profunda de Annie Besant. Nadie va a convencernos de que en este trance del desplome de la mitad de su obra, ella no ha tenido en los ojos las lágrimas humilladas y escocedoras de las simples mujeres, de la lamentable y eterna hija de Eva. »
 
Y aquí también ella está muy equivocada porque para ese entonces la señora Besant ya estaba muy mal de la cabeza y no tenía la capacidad de confrontarse a lo que estaba sucediendo, como lo remarcó el biógrafo Gregory Tillett:
 
« Wedgwood le dijo en Londres a Lady Emily poco después de la disolución de La Estrella del Oriente que la señora Besant estaba non compos mentis [con problemas mentales] los cuales ya llevaba varios meses.
. . .
Leadbeater asistió obedientemente a algunas de las pláticas que dio Krishnamurti; a veces cayendo ostentosamente dormido, y en otras ocasiones declarando entre susurros “Cada día dice más tonterías”, y le advirtió a sus alumnos que lo acompañaron a la Convención que no se tomaran al pie de la letra las enseñanzas de Krishnamurti, sino que escucharan muy críticamente.
 
Leadbeater era abiertamente hostil a Krishnamurti, y casi no habló con él, mientras que la señora Besant permaneció abiertamente reverente hacia Krishnamurti —en verdad más aún que antes— pero ella no podía abandonar sus antiguas ideas tal como Krishnamurti lo exigía, y ella estaba desgarrada entre la lealtad que ella sentía hacia Krishnamurti y la lealtad que ella sentía hacia Leadbeater y su “teosofía”.
 
Leadbeater no podía abandonar su autoridad oculta y rango, ni tampoco podía admitir públicamente lo que había ocurrido, y ni siquiera explicarlo. Esto creó problemas para los teósofos que esperaban que sus líderes los guiaran y les explicaran lo que estaba pasando. »
(The Elder Brother, p.235-236)
 
 
 
 
 
 
CONCLUSIÓN
 
El testimonio de Gabriela Mistral nos muestra ese desconcierto e incomprensión de lo que había sucedido, y poca gente comprendió realmente lo que había acontecido, pero como ustedes mismos lo pueden constatar, el asunto en realidad es muy simple de explicar y se trata que un hombre que por convicción personal ya no estuvo dispuesto a seguir participando en ese circo que por ambición Charles Leadbeater y Annie Besant habían erigido.
 
 
 
 
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Pues estás muy errado mi amigo. Te faltó leer los libros del coronel olcott e investigar el asunto desde varios puntos de vista. Lo que conduce a la verdad es la neutralidad, pero tu tienes muchos prejuicios contra la ST. Todo lo que tratas sobre leadbeater y besant en gran parte es cierto, pero omites que ellos eran discípulos de Yelena von hahn. Si lees las páginas de un viejo diario de olcott, explica que la señora von hahn era experta en hacer mega cagadas. Una vez metió en la ST a un loco que casi la acuchilla, se casó con un tipo que le hizo la vida imposible y por culpa de eso terminó con una pierna gangrenada. Trataba a las criadas como basura, pese a que ella no sabía cocinar un huevo. Y así muchas cosas que el coronel olcott explica en su libro, llegando al punto de decir textualmente que " el más grande y principal problema que tuve en la ST era la señora von hahn".
    Los maestros de von hahn y olcott sin duda se tomaban muy en serio lo de la flor del loto, la cual crece en los pantanos inmundos pero los colma con bellas flores.
    Von hahn era una flor de loto que de vez en cuando era volteada por los vientos de su propio ego. No por nada sus maestros la mandaban meditar al círculo de upasika.
    Y con respecto a krishnamurti, al principio creí que era un tipo de mierda, un egoísta sin más, pero después me di cuenta que ayudó a muchísima gente. Y tal vez fue el maestro del mundo a su manera😅
    Si no me creen escuchen lo que decía facundo cabral de krishnamurti cuando se cayó el avión con su mujer e hija, o cuando cabral lo fue a visitar en california en una ferrari.

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