LAS HAZAÑAS QUE EFECTUÓ EL MAGO AFRICANO KONGO BROWN

Sobre este enigmático personaje, el conocedor de magia africana, Miad Hoyora Korahon, relató lo siguiente:

 

« Hace unos sesenta años atrás fueron traídos a una finca de la región, entre otros nuevos esclavos, a dos hombres que se distinguían del resto por su color castaño claro y cabello lacio. Y también se señala que ellos tenían cabezas inusualmente grandes, narices prominentes y brazos largos.

 

Estas peculiaridades fueron heredadas en cierta medida por los descendientes de uno de ellos, algunos de los cuales yo mismo he visto y no tengo la menor duda de que estos hombres eran moros, como lo demuestran las características físicas de sus descendientes.

 

Pues bien, unos seis meses después de su llegada, uno de ellos desapareció completamente. Y el otro que mientras tanto se había casado con una mujer negra, explicó la desaparición diciendo que su hermano había volado de regreso hacia África, y que él mismo también lo habría hecho si no hubiera comido algo que le impidió hacerlo. (Mis informantes me dicen que fue sal)

 

Él hermano que permaneció aquí se hizo conocido como “Kongo Brown” y fue uno de los practicantes de Obeah más destacados que se hayan conocido en la región.

 

 

En una ocasión, el Sr. Kongo Brown dio una fiesta en su casa y para entretener a sus invitados les dijo que les mostraría algo sorprendente. Primero mandó que le trajeran una pequeña planta de plátano de unos cuarenta y cinco centímetros de largo.

 

Luego cavó un agujero en una esquina del piso de arcilla de su casa, y allí sembró esa planta que luego cubrió con una sábana. Se puso de pie, agitó las manos sobre la planta y le habló en un idioma que sus invitados no entendieron.

 

Luego solicitó que pusieran en el centro del piso una tina de lavado que estaba llena de agua fresca traída en cubos de un manantial cercano. Y entonces sacó un bastón, un trozo de cuerda de unos sesenta centímetros de largo y un anzuelo.

 

Los juntó y pidió a la compañía que se sentara alrededor de la bañera, diciéndoles que iba a pescar. Después de agitar las manos sobre la tina y decir algunas palabras desconocidas, comenzó ha hacerlo y para gran asombro de los invitados sacó de esa tina con agua fresca más de una docena de pargos y meros (que son dos tipos de peces de mar) todos vivos y de gran tamaño.

 

Se los entregó a algunos de los invitados y les dijo que fueran a su cocina y le cocinaran el pescado. Y cuando terminó la pesca (la cual tardó unas dos horas), volvió a centrar su atención en la planta de plátano de la esquina. Y al quitarle la sabana se observó que había crecido y que ahora tenía el doble de altura.

 

Volvió a poner la sábana encima y mantuvo las manos sobre ella durante algún rato, ocasionalmente murmurando algunas palabras en ese idioma desconocido, y entre momentos charlaba con los invitados.

 

Finalmente quitó la sabana y allí estaba un árbol de plátano maduro, con un racimo grande y bien desarrollado de plátanos. Y estos fueron debidamente cortados y también enviados a cocinar.

 

 

Las personas que me informaron de este suceso fueron dos ancianos que estuvieron entre los invitados y participaron en consumir estos víveres. Y uno de ellos también estuvo presente en una ocasión en que Kongo Brown, habiendo cometido una infracción, fue amarrado para ser azotado.

 

Sin embargo Kongo Brown se tomó el asunto con mucha frivolidad y le dijo al gerente que era mejor que no lo azotara porque su flagelación podría lastimar a la persona equivocada. Pero el gerente no le hizo caso y comenzó a flagelarlo.

 

Ya le había dado tres latigazos, de los cuales Brown solo se rió, cuando se escucharon gritos desgarradores desde la residencia del gerente que estaba cerca, por lo que la flagelación se suspendió, y después de haber ido a ver qué pasaba se descubrió que los gritos los había hecho la esposa del gerente, sobre cuya espalda parecían haber caído simultáneamente esos tres latigazos.

 

 

Y otra hazaña acreditada a Kongo Brown fue la siguiente:

 

Esa finca donde él trabajaba era una plantación de caña, y sucedió que hacia el final de la temporada de cosecha habían obtenido alrededor de unos cien barriles de azúcar ya preparada para exportar.

 

Pero el buque para llevar el azúcar había desembarcado en una bahía que se encontraba a unas dos millas de esa finca, por un camino muy accidentado y escarpado.

 

Inmediatamente comenzaron los preparativos para al día siguiente bajar el azúcar, pero Kongo Brown fue a ver al gerente y le preguntó qué obtendría si él pudiera llevar toda esa azúcar a la bahía a la luz del día a la mañana siguiente.

 

El gerente se rió de él y finalmente se ofreció a apostarle que no lo lograría. Sin embargo a la mañana siguiente, los cien barriles de azúcar se encontraron en esa bahía, pero nadie más que Kongo Brown parecía saberlo, y no parece haber sido muy dado a la revelación. Y no se sabe cómo pudo hacerlo porque llevarlo él solo le habría requerido del ganado de la finca durante toda una semana.

 

 

Estas cuatro hazañas de Kongo Brown son bien conocidas por todos los nativos negros de esta región, y mis dos antiguos informantes (cada uno en diferentes lugares y en diferentes momentos) corroboraron lo que yo ya había escuchado con frecuencia por parte de otras personas.

 

Y a ningún otro Obeahman del que haya oído hablar aquí se le atribuyen proezas de tan alto grado, y no parece que los poderes que hayan sido utilizados pertenezcan en absoluto al practicante ordinario de la magia Obeah.

 

Sin embargo, la hazaña de la pesca es una proeza que ya se ha oído hablar antes en otras partes del mundo, mientras que el cultivo del platanero es una réplica del “truco del mango indio”. Y dudo mucho que se pueda explicar estos “trucos” con el hipnotismo.

 

En cuanto a la historia de la flagelación, posiblemente ahí si podría explicarse desde un punto de vista hipnótico, pero dadas las circunstancias apenas hay lugar para sospechar eso, mientras que la acción del proceso de "repercusión" se sugiere más probablemente.

 

Y sobre la remoción de los cien barriles de azúcar a una distancia de aproximadamente dos millas en una sola noche, es una hazaña que recuerda la legenda de cómo el gran Michael Scot consiguió dividir la cima de la colina Eildore en Escocia en tres partes en una sola noche, y lo más probable es que el azúcar haya podido ser trasladado por medio de elementales.

 

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El señor Kongo Brown parece haber estado en posesión de considerables "poderes", y no es fácil imaginar cómo en tal caso se convirtió en un esclavo o siguió siéndolo; en lugar de haber "volado" hacia África, como dice que lo hizo su hermano. En cualquier caso, no es probable que el consumo de sal se lo impidiera, aunque puede haber sugerido eso para disimular la verdadera causa.

 

Y tomándolos en su conjunto, los detalles de estas historias no son del estilo de cosas que se les da por inventar a los nativos, y apenas puedo evitar creer en su veracidad, y en consecuencia que Kongo Brown fue un verdadero iniciado en la magia Obeah.

 

Además, aunque estas historias se remontan a más de medio siglo, el conocimiento que permitió producir esas hazañas de ninguna manera parece estar extinto en la actualidad en las Indias Occidentales, ya que he oído hablar de otros eventos, que son paralelos a estos, aunque de mucho menor grado, y que han sucedido dentro de la última década. »

(Theosophist, abril de 1891, p.412-415)