BLAVATSKY PODÍA HECHIZAR EL CEREBRO DE LAS PERSONAS

 
En este capítulo les voy a ir poniendo los testimonios que vaya encontrando al respecto.
 
 
TESTIMONIO DE WILLIAM JUDGE
 
William Judge fue el principal colaborador de Blavatsky, y sobre este asunto él escribió lo siguiente:
 
« En los antiguos diccionarios, el término fascinación se definía como: “hechizo o encanto provocado en los ojos, haciéndoles ver a las personas cosas diferentes de como en realidad son.”
 
Y aún hoy esta palabra se llega a utilizar en ese mismo sentido, pero ya poco debido a que la ciencia ha declarado por decreto que toda investigación debe ser reducida al simple estudio de la materia y la moción. Por lo tanto la hechicería debe ser olvidada y ridiculizada, y todo lo que no podría atribuírsele a una equivocación de los sentidos debe depender del estado del hígado, que es el órgano más prosaico.
 
Pero antes de que la ciencia con sus especulaciones y siempre cambiantes enseñanzas pudiera iluminar a la poco instruida masa, el hipnotismo había resurgido, y gracias a su estudio esto apoyó las afirmaciones que había hecho la teosofía.
 
Por lo tanto la fascinación o hechizo de la mente tiene nuevamente una posibilidad de reconocimiento y H.P. Blavatsky expresó palabras proféticas cuando ella dijo que especialmente en América, individuos egoístas practicarían este arte con propósitos personales, a fin de acumular dinero y gratificar sus deseos.
 
Al examinar el folklore de los diferentes países, notamos muchos relatos que tratan de los encantos producidos por diversos seres (que sean humanos, dioses, elementales o espíritus). Por ejemplo en la India, los dioses y muy a menudo los gurús, se aparecen a algunas personas bajo diferentes aspectos debido a este tipo de hechizo, el cual hace ver a los ojos de quien lo observa algo que en realidad no existe.
 
Muchos libros irlandeses relatan de personas que ven casas, hombres y animales donde no están, por ejemplo perciben un mercado lleno de hadas, hombres y mujeres que pasan suavemente entre las personas, o en otros relatos mencionan de un individuo que se transformó en un animal o en un ave, volviendo posteriormente a asumir su aspecto original. Pero este cambio de apariencia no es una alteración verdadera, sino simplemente un hechizo que afecta la vista de los testigos.
 
Y una cantidad de historias similares se encuentran en diferentes períodos y entre diferentes poblaciones, y dichas historias no se deben a alucinaciones sino que encuentran su origen por el hecho de que existen individuos con la habilidad natural o obtenida por medio de un entrenamiento especial para efectuar un “encanto en los ojos de los demás”, haciéndoles ver a las personas lo que ellos quieren aunque no sea real.
 
 
Un escritor muy conocido en Inglaterra y en América, pensó haber descubierto un engaño cuando dijo que Madame Blavatsky le confesó que algunos fenómenos acerca de los cuales él investigaba, ella los había logrado por medio de este método.
 
Entonces exclamó “¡Ah, entonces es por medio del hipnotismo! ¡Así es como cae al suelo este castillo de naipes teosófico!”. Y se fue muy satisfecho, mientras que en realidad él mismo fue víctima de un encanto. Por lo tanto los investigadores de esoterismo no deberían hacer como este señor cuando encuentran un término que al examinarlo, contiene una gran cantidad de explicación relacionada con una esfera importante del ocultismo.
 
Cuando en un número de la revista “Arena” leí esta confesión sobre la fascinación, me incliné a pensar que Madame Blavatsky si dijo lo que ese escritor relató, pero al mismo tiempo yo sabía que ella solo había realizado algunos de los fenómenos que produjo por medio del hechizo de los sentidos, mientras que otros si fueron verdaderos.
 
Blavatsky solo se refería a ciertas clases de fenómenos que produjo, aunque en cada fenómeno oculto se ejerce un poco de encanto sobre algunas de las personas presentes, según sus idiosincrasias individuales y físicas.
 
Patanjali en sus Aforismos sobre el Yoga trata parcialmente las clases de fenómenos que el término fascinación incluye, y por ejemplo señala que al interferir con la luminosidad natural entre el objeto y el ojo, el objeto desaparece de la vista del espectador no importando que lo que la persona observa sea un ser humano o una cosa, y aunque sea de día o de noche.
 
Este pequeño aforismo abarca un campo muy amplio y si lo aceptamos entonces invalida muchas teorías actuales, debido a que no sólo precisa que es necesario que los rayos de luz procedan del objeto hacia el ojo, sino que también la luz debe pasar del ojo hacia el objeto. Y por lo tanto al eliminar ésta última luz, el objeto desaparece, o sea que al alterar el carácter de la luminosidad procedente del ojo, el percibidor captará el objeto de forma y color diferente.
 
(Observación de Cid: pienso que en esto último tal vez William Judge se equivocó y yo me inclino más bien a considerar que el hechizador logra manipular el cerebro de la persona para que esta vea —o no vea— lo que él quiera. Y esto es también lo que William Judge detalló a continuación.)
 
Y al elaborar aún más esta idea, relacionándola con el hecho bien conocido de que no vemos ningún objeto verdaderamente, sino que en realidad nos creamos una imagen en nuestra mente a partir de las informaciones que nos envían nuestros sentidos, entonces llegamos a una explicación parcial de cómo funciona esta técnica de hechizar el cerebro de las personas.
 
Por lo tanto si podemos interferir de algún modo con las vibraciones procedentes del ojo y así afectar al cerebro del percibidor, entonces tenemos la posibilidad de alterar sencillamente la forma en que esa persona percibirá el mundo exterior.
 
 
 
¿Cómo funciona?
 
Para explicarlo consideremos la imaginación en su aspecto de poder capaz de crear una imagen clara y definida en el cerebro de la persona. Esto se hace en el hipnotismo y en el espiritismo. Y si la imagen está suficientemente definida y el percibidor o sujeto hipnotizado es lo bastante sensitivo, entonces se producirá este hechizo de su cerebro.
 
La persona verá algo que no es verdadero, pero como su cerebro lo captarán por medio de la imaginación, ella en su interior lo percibirá y pensará que es real.
 
Y habiendo considerado esto, ¿no es acaso muy posible que algunos individuos bien entrenados puedan haber hechizado a las personas haciéndoles ver un elefante, una serpiente, un hombre, un árbol, un vaso o algún otro objeto donde sólo había un espacio vacío, o también haber alterado una cosa o una persona que si estaba presente, como por ejemplo cuando un humano se transforma en un animal?
 
Esto es lo que ya se ha constatado en los experimentos que se llevan a cabo con el hipnotismo, pero con la sola diferencia que los hipnotistas necesitan inducir al sujeto en un estado de trance, mientras que los hechizadores de los sentidos pueden lograrlo manteniendo a la persona despierta.
 
Por lo tanto la fascinación desempeña un papel muy importante en la magia e indudablemente H.P. Blavatsky la utilizó con frecuencia, como es cierto que también muchos faquires de la India ponen en acción ese mismo poder.
 
 
H.P.B. pudo haber utilizado esta técnica en numerosas ocasiones para hacerle creer a las personas que todavía ella se encontraba allí con ellas, mientras que en realidad ella se había trasladado a otro cuarto, o que había otro individuo con ellos cuando en realidad ese individuo no estaba. Y ese mismo poder de hechizar las mentes le habría permitido ocultar algún objeto en el cuarto o en sus manos.
 
Pero esto lejos de desprestigiarla, muestra que ella tenía grandes poderes ya que este es uno de los fenómenos mágicos más difíciles de poseer.
 
Y aunque algunas personas consideran que todo esto es una tontería, pero al examinarlo desde una perspectiva diferente no es ninguna tontería, ni tampoco lo son los casos en los cuales se les informó a las persona sobre lo que estaba pasando (como fue el caso de ese escritor).
 
H.P. Blavatsky recurrió a estos fenómenos raramente y lo hizo sobretodo para mostrarles a los occidentales que el humano es un ser complicado y poderoso y por lo tanto no debería clasificársele con la simple materia y la moción como tanto gusta hacerlo la ciencia.
 
Todos estos fenómenos llenaban dos objetivos. Primero ayudaban a los estudiantes de Blavatsky para tener una mejor compresión de lo que teóricamente se les estaba enseñando, y segundo diseminaba nuevamente en Occidente la creencia en el poder y la naturaleza verdaderos del ser humano. Y especialmente esto último resultó ser muy necesario porque en Occidente el materialismo ya había asumido una posición muy prominente, amenazando así con destruir a la espiritualidad.
 
Y todo esto se cumplió para seguir los planes de la Gran Logia, ya que como uno de los Maestros de Madame Blavatsky lo precisó, sus fenómenos confundieron a los escépticos por muchos años, al grado que aún hoy notamos sus efectos debido a que cuando hombres como Stead (el editor de la revista “Review of Reviews”), o Du Prell, o Schiaparelli u otros, examinan los fenómenos que produjo Blavatsky o los verdaderos espiritistas, percibimos que estos fenómenos producen un profundo desconcierto para estos investigadores.
 
 
Los Adeptos usan el poder de la fascinación más a menudo de lo que la gente se imagina. Ellos se hallan con frecuencia entre nosotros bajo una forma que no reconocemos, sembrando ideas en las mentes humanas acerca del mundo espiritual, sobre la verdadera vida del alma e incitando a los seres humanos hacia las buenas acciones. Y así permanecen en incógnito y pueden realizar más en estos tiempos de duda y transición que de cualquier otra forma.
 
A veces las personas dotadas de la facultad adecuada los reconocen, pero un vínculo y un poderoso acuerdo impiden la divulgación de su secreto. Y esto es algo en lo cual la gente debería de pensar, ya que a veces podrían encontrarse en presencia de estos Adeptos sin saberlo. Mas en otras ocasiones, sus guías podrían ponerlos a prueba cuando menos lo esperen y aunque no emiten un veredicto, esto tiene todavía su efecto.
 
Sin embargo la fascinación ocupa solo una pequeña porción en el campo del ocultismo, y en casi todos los fenómenos lo que más se utiliza es el cuerpo astral, mientras que en otros casos se utiliza la química oculta, la cual es totalmente desconocida para el científico moderno, pero la cual juega un papel muy importante. Y si un día ésta fuese divulgada, la ciencia se quedaría perpleja, pero seguramente esto no acontecerá todavía pronto a causa que el egoísmo todavía es muy prevaleciente en nuestra época. »
(Revista Path, mayo de 1893)
 
 
 
 
 
 
 
TESTIMONIO DE BLAVATSKY
 
Varias personas comenzaron acusar a Blavatsky de que ella estaba hechizando a la gente, y es por eso que en un artículo ella les contestó:
 
«
La ignorancia no es del todo una bendición
 
Todos saben que entre unos pocos miembros de la Sociedad Teosófica existe una creencia tácita, sin embargo a menudo expresada abiertamente, según la cual una teósofa prominente entre los guías de la Sociedad Teosófica [se refiere a ella] psicologiza a todos los que entran en su radio de influencia.
 
Docenas, no, centenares, según estos individuos han sido, y aun son “psicologizados”, y el efecto hipnótico parece ser tan intenso que transforma virtualmente a todos estos “desdichados” en bobos irresponsables, simples cifras e instrumentos de la Circe teosófica.
 
Unos “sabios” occidentales dieron origen a esta creencia estulta ya que no querían admitir que la susodicha teósofa [Blavatsky] poseía algún conocimiento o algunos poderes, y estos detractores determinados a desacreditar a su víctima (pero sin poder explicar ciertos eventos anormales) llegaron a este pretexto lógico y favorable para salirse de sus dificultades.
 
La teoría encontró un terreno fértil y desde entonces, cada vez que algún miembro que ha tenido una relación teosófica con dicha “psicologizadora”, y discrepa en opiniones de carácter metafísico o puramente administrativo con alguno de estos individuos que está determinado a imponer sus ideas, de inmediato él se vale de esta solución favorita para desacreditarlo, diciendo:
 
“¡Oh ha sido psicologizado!”
 
La palabra mágica salta en la arena de la discusión como un muñeco en cajón, buscando así explicar de forma plausible la actitud de los “rebeldes”.
 
Por supuesto, la presunta acusación no tiene en realidad ninguna existencia fuera de la imaginación de quienes son demasiado vanidosos para permitir que cualquier oposición a sus decretos autocráticos estribe en algún otro terreno que no sea el de la interferencia fenoménica con su voluntad. Y un breve análisis de los efectos kármicos que tal ejercicio produciría, pueden demostrarse interesantes para los teósofos.
 
Hasta en el plano terrenal, puramente físico, la irresponsabilidad moral asegura la impunidad. Los padres deben responder por sus niños, los tutores por sus estudiantes, etc. Y hasta las Cortes Supremas han admitido circunstancias atenuantes para criminales que han probado que cometieron el crimen bajo la influencia de una voluntad más fuerte que la de ellos.
 
Entonces,
 
¿Cuánto más intensamente esta ley de simple justicia retributiva debe actuar sobre el plano psíquico?
 
Y de ahí es fácil inferir cuál puede ser la responsabilidad ante el Karma y sus leyes punitivas que uno se acarrea usando indebidamente estos poderes psicológicos.
 
¿Acaso no es evidente que hasta la justicia humana reconoce la imposibilidad de castigar a un idiota irracional, a un niño, a un menor de edad, etc., tomando aun en consideración las causas hereditarias y las influencias familiares negativas?
 
Por lo tanto la Ley de Retribución que llamamos Karma, ¿acaso no debe visitar con una severidad centuplicada, a quien priva a los seres humanos razonables y pensantes de su libre albedrío y de sus facultades racionales?
 
Desde el punto de vista oculto, la acusación de psicologizar indebidamente es equivalente a la acusación de hacer magia negra, y sólo un Dugpa (hechicero) con el “Avitchi” (castigo infernal) que lo aguarda al final de su ciclo de vida, podría arriesgarse a hacer tal cosa.
 
¿Aquellos que están tan prontos a arrojar estas acusaciones sobre las cabezas de las personas que se les oponen, han alguna vez comprendido el sentido tan terrible que tal incriminación implica?
 
 
Lo dudamos. Pero ningún ocultista, ningún estudiante inteligente de las leyes misteriosas del lado “nocturno de la Naturaleza”, y ninguno que sabe algo sobre el Karma, nunca sugeriría tal explicación.
 
¿Cuál adepto o incluso hasta un discípulo moderadamente informado quisiera correr el riesgo de un futuro terrible por haber interferido con aquellos que él psicologiza para que se conviertan simplemente en los instrumentos de su voluntad?
 
 
¡Ninguno!
 
 
Y este hecho parece tan evidente y tan tangiblemente tajante que es absurdo llamarlo a la memoria de quienes se ufanan de conocer todo acerca del Karma. ¿Acaso no es suficiente llevar la carga de saber que desde el nacimiento hasta la muerte, la unidad menor y menos importante de la familia humana ejerce una influencia sobre cada otra unidad a la cual se acerca o con la cual entra en contacto, recibiendo a su vez y tan inconscientemente como respira, la influencia de esta última?
 
Cada uno de nosotros añade o disminuye la suma total de felicidad o de tristeza humana, “no sólo del presente, sino de toda era siguiente”, como lo demuestra tan hábilmente Elihu Burrit, cuando él escribió:
 
« No existe lugar aislado en el universo, ni nicho oscuro a lo largo del disco de la no-existencia del cual el ser humano pueda incomunicarse del trato con la gente y donde pueda retirarse de la influencia de su existencia sobre el destino moral del mundo. Por todos lados se sentirá su presencia o ausencia. Por todos lados tendrá compañeros a los cuales su influencia beneficiará o perjudicará.
 
Hay un viejo dicho, y uno de importancia profunda, que dice que estamos formando personajes para la eternidad.
 
¡Formando personajes!
 
¿De quién? ¿El nuestro o el de otros?
 
Y la respuesta es de ambos, y en este hecho axial yace el peligro y la responsabilidad de nuestra existencia.
 
¿Quién puede abarcarlo con el pensamiento?
 
Millares de seres humanos entran anualmente en la eternidad con caracteres distintos a los que llevarían allí, si yo no hubiese existido. Y la luz del sol de ese mundo revelará mis huellas digitales en sus formaciones primarias y en sus estratos sucesivos de pensamiento y vida. »
 
 
En vez de la eternidad, yo hubiera puesto más bien el devachan, que es el intervalo entre dos encarnaciones. Pero fuera de ese detalle, estas son las palabras de un pensador profundo, y si las simples acciones de nuestra vida cambian la suma total de la felicidad y la desdicha humana, en un modo que debido a nuestra ignorancia somos enteramente irresponsables, ¿cuál será el decreto kármico en la cuestión de influenciar a centenares de personas por medio de una acto ejecutado y perpetrado durante años con premeditación y con la conciencia plena de lo que estamos haciendo?
 
¡Sería un Karma muy pesado!
 
 
Al hombre o a la mujer, depositarios inconscientes de estos poderes peligrosos, les convendría mejor no haber nacido. Mientras que el remolino de las reencarnaciones sucesivas y sin descanso de sufrimiento alcanzará al Ocultista que ejerce dichos poderes conscientemente.
 
Por lo tanto infausto es aquél que en esta serie incesante y miserable de Avitchis terrenales; en ese interminable eón de tortura, tormento y desesperación durante el cual, análogamente a la ardilla destinada a hacer girar la rueda a cada movimiento, se lanzará de una vida de miseria a la otra, despertándose cada vez con una carga fresca de Karma ajeno que él se habrá atraído. »
(Revista Lucifer de marzo de 1889)
 
 
 
 
 
 
OBSERVACIONES
 
En lo personal si veo muy factible que Blavatsky poseyera esa habilidad, ya que es algo que los antiguos faquires solían utilizar, y ella habiendo alcanzado un desarrollo mucho más avanzado que los faquires; para ella le hubiera sido fácil poder también hacerlo.
 
Pero como lo precisó William Judge, ella solo lo efectuó en pocas ocasiones y con un propósito pedagógico, ya que como Blavatsky lo indicó en su artículo, ella estaba muy consciente del grave Karma que uno se genera si se hechizan las mentes con propósitos de manipulación.
 
Y algunos individuos han utilizado este dato para argumentar que en realidad los fenómenos que Blavatsky produjo no fueron reales, sino que ella hechizó a la gente para hacerles creer a esas personas que ella había realizado esos fenómenos.
 
En algunos casos puede que si haya sido el caso, pero en lo general no concuerdo con esa conclusión porque varios de los objetos que ella materializó todavía siguen existiendo, y estos se encuentran preservados por la Sociedad Teosófica de Adyar en un mueble conocido como "el gabinete conmemorativo de H.P.B."
 
 

 
 
 
 
 
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario