EL HUMANO NO HA TERMINADO TODAVÍA DE DESCENDER EN LA MATERIA

La materia no es lo que los hombres actualmente se imaginan. No es una losa, no es un peso, no es algo que sea antagonista a la divinidad o incluso a la evolución. Al contrario, es el lugar donde se desarrolla la evolución, el lugar del movimiento cósmico donde se efectúa la revelación.

El movimiento puede también efectuarse en los planos sutiles. El plano físico no es el único lugar del movimiento, pero el mundo material es el lugar de la revelación. Y es por eso que cuando el discípulo llega a un cierto grado de evolución, que llega a lo que los Adeptos llaman la cuarta iniciación mayor, cuando pasa sobre la cruz, la cruz de la materia. Es en esa etapa que su conciencia superior (su espíritu divino) le es revelado.

(Los guías describen ese momento como un renacimiento. Así como al momento de reencarnar, el ser humano tiene un nacimiento en la materia que le permite tomar conciencia del mundo físico, igual al momento de recibir la cuarta iniciación mayor, el humano más evolucionado tiene un segundo nacimiento, pero esta vez en el espíritu que le permite tomar conciencia de las realidades divinas.)

¿Por qué la revelación se da en la cuarta iniciación mayor?

Simplemente porque es en ese momento que el espíritu se encuentra lo más sumergido en la materia. Contrario a lo que la gente piensa, es al momento de la cuarta iniciación mayor que el hombre realmente descendió plenamente en la materia y que toma verdaderamente posesión de su materia. En ese momento, el discípulo comienza a controlar su materia y se vuelve un rey, o más bien, comenzará a volverse el Rey de la creación que será coronado al momento de la quinta iniciación mayor, cuando se vuelva un Adepto.

¿Qué quiero decir con que el hombre todavía no ha descendido completamente en su materia?

Quiero decir que durante todo el tiempo anterior, los hombres no han hecho más que comenzar a acercarse a su materia. O sea que la mayoría de las personas aunque encarnadas, no se encuentran todavía plenamente corporificadas en sus cuerpos y es por eso que todavía no están completamente conscientes, que actúan de forma automática y semi-consciente (como cuando nos despertamos a mitad de la noche y medio dormidos vamos al baño).

En las enseñanzas sagradas es bien sabido de ese estado en donde el hombre se encuentra todavía medio-dormido. Y no me refiero dormitando físicamente. Puede muy bien estar desde un punto biológico despierto y activo en sus ocupaciones, pero desde el punto de vista de la conciencia está dormido. Todavía no está despierto a la conciencia cósmica porque su espíritu todavía no ha descendido completamente en la materia.

El esoterismo habla de la involución y las religiones hablan de la caída del hombre, como algo que sucedió en el pasado y que ya pasó, pero en realidad ese proceso aún no ha terminado. Y en la actualidad, todavía siguen descendiendo y acercándose a su materia. Es por eso que les es tan enigmático el cuerpo físico, porque si el ser humano supiera realmente encarnarse, comprendería completamente su materia. Sus células no tendrían ningún misterio para él. Sabría cómo tener una memoria gigantesca. Sabría como reparar cualquier lugar de su cuerpo, como curar cualquier enfermedad, porque tendría el control de hasta la más pequeña de sus células.

Ahora bien, puesto que el hombre todavía NO ha completamente descendido hasta su materia, todavía NO logra conocer bien a sus pequeñas células que trabajan en el hígado o las neuronas que laboran en el cerebro. Y por eso no sabe como sanar su cuerpo de todas las enfermedades, de todas las deficiencias. Tienen que aprender a descender lentamente en la materia y todo lo que la humanidad vive en este momento es de hecho, un lento descenso en la materia.

Se requiere tanto tiempo para descender en la materia, como se va requerir para salir. Y el punto donde habrá una igual presencia de materia y de espíritu en el hombre será justamente en el momento de la cuarta iniciación mayor. Al momento en que el iniciado va a tomar posesión de su capital materia.

¿Por qué?

¿Por qué esa necesidad de descender en la materia y de tomar posesión de su capital materia?

Porque a medida de sus reencarnaciones, aunque no haya una total presencia de su conciencia superior (su espíritu) en la materia, el espíritu se acerca por su proyección que hace a través del alma, lo que le permite aún así descender, aunque sea parcialmente. Y a medida que el alma desciende más, la partícula de conciencia que vive al nivel de la personalidad se desarrolla y alcanza mayores niveles de conciencia. Y con ello accede a la primera, segunda y tercera iniciaciones mayores. (Para una mejor comprensión lean características de los cuerpos sutiles)

Se dice que esa partícula de conciencia situada al nivel de la personalidad con cada iniciación accede a grados de consciencia cada vez más grandes. Lo cual es cierto, pero es más correcto decir que ella recibe energías del espíritu por el intermediario de su alma, cada vez mayores. Y la conciencia superior puede descender cada vez más en su materia.

¿Y todo eso para qué?

Para tomar el control de sus chakras. La gente piensa que los chakras siempre han estado ahí, pero en realidad, en las primeras reencarnaciones, el hombre no poseía los siete principales chakras, sin contar todos los demás menores que se encuentran alrededor del cuerpo. Al principio solo tenía pequeñas flamas energéticas y es en el transcurso de la evolución, en donde la persona va a pasar por las tres primeras iniciaciones mayores, que esos pequeños fuegos van a crecer, desarrollarse, formarse como chakras, activarse, alimentarse con cada vez más energía y por fin ser vividos como chakras.

Una vez que todos los chakras están formados y comienzan a funcionar realmente, que están consagrados, y esto sucede cuando la persona alcanza la tercera iniciación mayor, comienza a disponer de un mental abstracto. Y a partir de ese punto, la materia se vuelve un instrumento manipulable por la voluntad. En ese momento se da lo que algunos escritos llaman “el matrimonio alquímico entre la materia y el espíritu” o también “el día de la alianza”. Lo que simplemente significa que el alma se apodera de sus fuegos, o sea que el hombre espiritualmente evolucionado toma el control de sus chakras. Entonces, desde el aspecto energético, lo que ofrecen las sucesivas reencarnaciones en la materia es la construcción de los fuegos, o sea la formación de los chakras.

¿Para qué sirven esos fuegos?

¿Por qué es tan indispensable que haya que descender a la materia?

Porque esos fuegos no pueden formarse y desarrollarse que en la materia. (Para los maestros la materia no se limita al plano físico, sino que incluye también el plano etérico e incluso el plano astral. Estos dos siendo la contraparte invisible y sutil de la materia.)

Los chakras son de cierta manera la vitalidad del alma. Es cierto que está la conciencia del alma, es un hecho, es vuestro espíritu, es vuestra naturaleza original. La cual es plenitud, es dicha, es el espíritu en extensión en el espacio. Pero se necesita que el espíritu vaya a buscar una vitalidad. No puede quedar así en esa zona, en ese estado de plenitud donde solo hay inacción (sospecho que se refiere al Nirvana). Tiene el deber, porque tal es su principio interior de volverse activo.

¿Por qué?

Simplemente porque la energía primera del Universo es la energía de acción, es la energía del poder, o sea del rayo Uno, como lo llaman en el esoterismo. (Ver los siete rayos: introducción)

El rayo Uno que es el rayo de la Voluntad y el Poder es la energía que sostiene a todo el Universo, que sostiene incluso a la esencia misma de la Vida. Por lo tanto, el espíritu no tiene elección. De hecho, ni siquiera es un asunto de elección, el espíritu debe volverse esencialmente activo si quiere seguir siendo espíritu. Y esta posibilidad de una acción va a irla a buscar a través de sus chakras, los cuales los obtiene por el pasaje en la materia.

Pastor (Maestro de sabiduría, 88-05-18)

Ver también:

El camino del corazón y el camino de la cabeza

¿Cuántos caminos hacia dios existen?

Rondas: desarrollo del hombre