¿CÓMO SE PINTARON LOS RETRATOS DE LOS MAHATMAS?





Blavatsky y Olcott vivían en ese entonces en la India, pero en 1884 ellos hicieron una gira por Europa en donde el coronel Olcott narró lo siguiente:


« El 13 de junio de 1884 regresé de Paris a Londres en compañía del Sr. William Judge, quien había venido desde Nueva York para vernos en camino hacia la India donde él tenía un futuro trabajo por hacer.

Poco antes de esto, había instituido una competencia amistosa entre algunos de nuestros asociados de Londres, quienes eran artistas profesionales o aficionados, para intentar un importante experimento psíquico.

Mis lectores recordarán la descripción que hice sobre la forma en que mi Maestro redimió su promesa de que me daría su retrato de él cuando se diera la oportunidad.


Esta era una imagen de perfil, dibujada por un aficionado que no era un ocultista entrenado, y por lo tanto aunque el parecido era incuestionable, como lo verifiqué posteriormente cuando me encontré con mi Maestro en varias ocasiones, su dibujo no mostraba el esplendor del alma que ilumina el semblante de un gran Adepto.

Naturalmente yo quería obtener un mejor retrato si fuera posible, y pensé en probar si mis colegas artísticos de Londres podían obtener visiones espirituales más claras y más realistas de este majestuoso rostro.

Al comentárselos, los cinco a quienes me dirigí (tres profesionales y dos aficionados) consintieron muy amable y voluntariamente, y les presté a cada uno de ellos la copia fotográfica del boceto original que tenía conmigo, y ellos produjeron cinco pinturas que me dieron.

Los resultados fueron muy instructivos. Uno tenía la idea correcta de su complexión, otro de su perfil y un tercero (mi respetada amiga Madame de Steiger) del aura luminosa que brilla sobre su cabeza. Pero ninguno de los cinco era, en general, mejor parecido que el bosquejo de Nueva York dibujado por el señor Harrisse.

Pero antes de que terminara esta competencia, el Sr. Hermann Schmiechen, un retratista alemán muy conocido, domiciliado en Londres, se unió a la Sociedad Teosófica, y para mi gran deleite él accedió de inmediato para efectuar la prueba inspiradora.

La fotografía le fue entregada sin ninguna sugerencia sobre cómo se debería tratar al sujeto y el resultado fue mucho mejor. »
(Viejas Hojas de un Diario, Vol. III, p.163-164)




En una carta recibida por Blavatsky en esos días, y la cual se encuentra actualmente en la Librería de Winterthur, en Delaware, el maestro Morya escribió:

« Llévala contigo [a Laura Holloway] al estudio de Schmiechen y dile a ella que “vea”. Sí, en efecto, ella es una persona buena y pura, como un chela; solamente que es blanda en la bondad de su corazón.

Dile a Schmiechen que él será ayudado, yo mismo guiaré sus manos con el pincel cuando él pinte el retrato de Kuthumi. »





Schmiechen comenzó a trabajar en su primer cuadro el 19 de junio de 1884, y la Sra. Holloway quien estuvo presente ese día, relató en sus memorias lo siguiente:

« Como habían prometido los Mahatmas, el Sr. Schmiechen, un joven artista alemán que residía en Londres, debía pintar sus retratos. Y a la hora señalada, varios teósofos se reunieron en su estudio.

El principal de los invitados en esa primera sesión fue H.P. Blavatsky, quien ocupaba un asiento frente a una plataforma en la que estaba su caballete. Y cerca del pintor, en la plataforma, había varias personas, todas ellas mujeres, con una excepción.

Y alrededor de la sala se agruparon varias personas conocidas, todas igualmente interesadas en el intento del Sr. Schmiechen.

El recuerdo más claramente definido de esa reunión, siempre en la mente de quien escribe, es la imagen de Madame Blavatsky fumando plácidamente cigarrillos en su sillón y dos mujeres en la plataforma que también fumaban.

Blavatsky le había "ordenado" a una de estas mujeres [a Laura Holloway] que hiciera un cigarrillo y lo fumara, y la orden fue obedecida aunque con gran vacilación ya que era su primera vez y temía que el tabaco egipcio usado, aunque era un tabaco ligero, le produciría náuseas.

Blavatsky le prometió que no se produciría tal resultado, y alentada por la Sra. Sinnett, quien también fumaba, el cigarrillo estaba encendido. El resultado fue una curiosa calma de los nervios, y pronto todo el interés se perdió en el grupo de personas sobre la habitación, y solo el caballete y la mano del artista captaron su atención.

Por extraño que parezca, aunque la fumadora aficionada [Laura Holloway] se consideraba un espectador, fue su voz la que pronunció la palabra "inicia", y el artista rápidamente comenzó a esbozar una cabeza.

(Nota: Laura Holloway escribió este relato a la tercera persona como si lo contara otro espectador.)

Pronto los ojos de todos los presentes estaban enfocados en el artista mientras este trabajaba con extrema rapidez. El silencio reinaba en el estudio y todos estaban ansiosamente interesados en el trabajo del Sr. Schmiechen.

El fumador aficionado que se encontraba en la plataforma [Laura Holloway] comenzó a ver la figura de un hombre perfilarse junto al caballete, y mientras el artista con la cabeza inclinada sobre su trabajo continuaba su bosquejo, ese hombre permaneció junto a él sin hacer ninguna señal ni movimiento.

Entonces [Laura Holloway] se inclinó hacia su compañera y le susurró:

-      "Es el maestro Kuthumi, el artista lo están bosquejando, y el maestro está de pie cerca del Sr. Schmiechen."

A lo que Blavatsky exclamó:

-      "Describe su apariencia y vestimenta."

Y mientras los que estaban en la sala se preguntaban por la exclamación de Madame Blavatsky, la mujer [Laura Holloway] respondió:

-      "Tiene la estatura de Mohini; es esbelto de constitución; rostro maravilloso lleno de luz y animación; le fluye un rizado cabello negro sobre el cual lleva una gorra suave. Él es una sinfonía de grises y azules. Su vestido es el de un hindú, aunque es mucho más fino y rico que cualquier otro que haya visto antes, y algunas piezas de su traje son de piel."

Y al mirar hacia el artista, ella [Laura Holloway] capturó la mirada del Maestro. La mirada fue algo que ella nunca olvidará, ya que le transmitió la convicción de que su descubrimiento era un hecho genuino.

Luego Blavatsky elevó su fuerte voz para advertirle al artista:

-      “Ten cuidado Schmiechen, no hagas la cara demasiado redonda, alarga el boceto y toma nota de la gran distancia que hay entre la nariz y las orejas.”

Pero lo increíble era que ella estaba sentada en donde no podía ver la pintura, ni tampoco podía ver lo que el artista estaba haciendo en ella.


Todos los que conocen las copias de los dos retratos de los Maestros pintados por este artista, recordarán la apariencia de juventud que tiene la cara de Kuthumi, pero esta no es la mirada de un joven, sino la de la juventud misma, y tampoco es la cara de un joven inexperto y carente en años, sino de la vida abundante y plena que siempre está joven, y con un dominio de sí mismo tan grande que no solamente controla la expresión, sino también los nervios y los músculos.

Aparentemente transparente como era su cuerpo, pero poderoso más allá de la concepción de aquellos que no perciben el plano astral, él era la fuerza mental y espiritual del hombre.

Un ser en el que se ha cumplido todo ideal que el hombre haya concebido de la humanidad glorificada. Sin embargo era imposible que pudiese hacerse una verdadera semejanza de un ser como este, ya que siempre será únicamente una imagen restringida del verdadero hombre.

Cuántos de los que estaban en el estudio en esa primera ocasión no percibieron la presencia del Maestro. Había psíquicos en la sala, varios de ellos y el artista, ya que el Sr. Schmiechen también era un psíquico porque de lo contrario no podría haber desarrollado con tanto éxito la imagen que fue esbozada por él en ese día memorable.


Al terminar este cuadro, el artista se dedicó enseguida a pintar el retrato del Maestro Morya, y ambas obras fueron aprobadas por Blavatsky. Las dos pinturas se hicieron famosas entre los teósofos en todo el mundo, convirtiéndose en una fuente de inspiración para aquellos que han tenido la oportunidad de estudiar el maravillosos poder y expresión plasmadas en ellas por Hermann Schmiechen»
(The Mahatmas and Their Instruments, revista The Word, N.Y., Julio 1912, p200-206, extractos)




Los Mahatmas estuvieron presentes en el estudio en su Mayavi Rupa (su doble sutil superior) aunque solo unos pocos los percibieron (y entre ellos estuvieron: Blavatsky, Schmiechen, Mohini y Holloway).



Y posteriormente el Maestro K.H. le escribió a su “discípulo laico” Sinnett:

« Creo que ahora estas satisfecho con mi retrato hecho por Herr Schmiechen, mientras que no lo estabas con el que tienes. Sin embargo a su manera todos son semejantes. Solo que mientras que los otros son producciones de chelas, este fue pintado por la mano de Morya en la cabeza del artista y frecuentemente en su brazo»
(CM 60, p.349)



Y sobre estos retratos, el coronel Olcott opinó lo siguiente:

« El señor Schmiechen comenzó a trabajar el 19 de junio y terminó el 9 de julio. Mientras tanto, visité su estudio cuatro veces solo, y una vez acompañado con H.P. Blavatsky, y me encantó el desarrollo gradual de la imagen mental que había sido impresa vívidamente en su cerebro, y que resultó en un retrato tan perfecto de mi Maestro como podría haberlo deseado en mi vida.

A diferencia de los otros artistas que copiaron la idea de perfil de Harrisse, el pintor Schmiechen le dio a la cara una vista frontal completa, y vertió en los ojos un torrente de vida y un sentido del alma interior que impresiona al espectador. Fue una obra de genio y prueba del hecho de la transferencia de pensamiento tan buena como puedo imaginar. En la imagen lo tiene todo: cara, complexión, tamaño, forma y expresión de ojos, pose natural de cabeza, aura brillante y carácter majestuoso.

Y esto también es cierto para el retrato que Schmiechen pintó de nuestro otro Maestro, y uno siente como si los grandes ojos estuvieran buscando su corazón. Y he notado los signos de esta primera impresión en casi todos las personas que lo han visto, y la sensación de asombro se ve reforzada por la forma en que los dos pares de ojos siguen a uno por la habitación, todavía parecen leer uno, sin importar dónde uno se ponga de pie.

Y luego, de nuevo, por algún truco del pincel del artista, el aura brillante sobre las dos cabezas parece estar realmente en un movimiento brillante, tal como lo es en la realidad. Por lo que no es de extrañar que el visitante de mentalidad religiosa se encuentre, por así decirlo, impresionado con la sensación de la santidad de la habitación donde cuelgan los dos retratos, y la introspección meditativa es más fácil allí que en otros lugares.

Magníficas como son durante el día, las imágenes son aún más llamativas por la noche, cuando están bien iluminadas, y las figuras parecen estar listas para salir de sus marcos y acercarse a uno.

El artista ha hecho dos o más copias de los retratos, pero estos carecen del carácter realista del original; evidentemente debido a que carecía del estrés de la inspiración bajo la cual se produjeron estos últimos.

En cuanto a las fotografías que, en contra de mi apasionada protesta, se les permitió hacer con las copias, son tan inferiores a los originales, como una vela de sebo a la luz eléctrica. Y me ha hecho muy triste que estas caras gloriosas, pierdan mucho de su magnificencia en fotografías baratas. »
(Viejas Hojas de un Diario, Vol. III, p.164-165)




El 20, 23 y 26 de junio, Olcott visitó a Schmiechen en su estudio, el 6 de julio comió con el, y el 9 de julio Blavatsky y Olcott volvieron a visitar a Schmiechen en su estudio.

El coronel Olcott recogió los cuadros originales junto con copias que también había pintado Schmiechen, y se los llevó a Elberfeld en Alemania, a casa de los Gebhard, a donde llegó el 24 de julio y en donde se quedó por varias semanas.

El 16 de agosto, Blavatsky acompañada por seis personas también viajó de Londres a la casa de los Gebhard, y lo que sucedió allí, la condesa Constance de Wachtmesiter lo relató en sus recuerdos:

« El Sr. Schmiechen también había hecho copias de los retratos originales, y las copias se parecían tanto a los originales que a menudo se generaba toda una discusión de cuales eran cuales. Solo Blavatsky, el coronel Olcott y Schmiechen nunca tuvieron dudas, y para detener esas discuisones, una noche Blavatsky dijo:

     -   "Dejen por un momento esos retratos en paz."

Y concentrando sus poderes, unos segundos después ella exclamó:

     -   "Ahora, denles la vuelta."

Lo hicimos, y encontramos en la parte posterior de cada retrato original las firmas correspondientes y conocidas de los Maestros; una en azul y la otra en rojo»
(Reminiscencias de HPB y la Doctrina Secreta, p.111)




Los retratos originales fueron luego llevados por el coronel Olcott a la sede de Adyar en la India.

« La idea original había sido erigir un kiosco separado en donde estuviesen los dos cuadros de los Mahatmas, pero a medida que procedió la construcción de la Biblioteca y de la Sala de Convenciones, se hizo evidente que sería mejor en todo aspecto acomodarlos en un anexo especial de la Biblioteca, lo cual así se hizo»
(Viejas Hojas del Diario, Vol. III, p.385)


Después de la muerte de Olcott en 1907, los cuadros de los Maestros fueron trasladados al área de la sección esotérica de Annie Besant (formada por ella en 1898). Y desde entonces, no pueden ser vistos por nadie, incluso tampoco por ningún miembro de la Sociedad Teosófica de Adyar, excepto aquellos que pertenezcan a dicha sección.


En cuanto a las copias, no se sabe cuantas reproducciones hizo Schmiechen, pero entre las que se conocen están:

Una del cuadro de Morya que Blavatsky le regaló a su amigo Arthur Gebhard (cuya familia jugó un papel importante en el Movimiento Teosófico) y esta copia ahora se encuentra en manos de sus herederos.

Y también William Judge (quien fue uno de los fundadores de la Sociedad Teosófica) tenía copias de los dos cuadros, y en su testamento estipuló que su colaboradora Jasper Niemand podría escoger uno de los dos y que el otro iría con el Sr. Emil Neresheimer. Ella escogió la pintura del Maestro Morya y la pintura del Maestro Kuthumi es actualmente propiedad de la Sociedad Teosófica de Pasadena.

Y posteriormente cuando Hermann Schmiechen regresó en 1901 a Alemania, Rudolf Steiner le solicitó copias de esos dos cuadros, las cuales él exhibía al comienzo de sus "servicios esotéricos".

Y se sabe que Blavatsky tenía un pequeño retrato de su Maestro Morya que ella llevaba consigo, y este hecho se puede confirmar por una foto tomada en 1888 de su habitación, en la casa de Lansdowne Road 17, en Londres, donde ella vivió durante sus últimos años


Y sobre esta foto el investigador Boris de Zircoff dijo lo siguiente:

« La vista de esta habitación se toma desde la esquina cerca del escritorio de Blavatsky. Ella usó la pequeña mesa redonda para sus desayunos frugales. Y lo más probable es que la pintura del maestro Morya sea una copia hecha por Hermann Schmiechen de su propio original, antes de que el coronel Olcott lo llevara a Adyar»
(CW 7, p.256)





Y hay que precisar que desafortunadamente no hemos podido ver las pinturas originales ni las copias elaboradas por Hermann Schmiechen, debido a que estas se han mantenido ocultadas del público.

Las imágenes que solamente hemos podido ver hasta ahora son solamente reproducciones fotográficas en blanco y negro que diferentes esoteristas han publicaron en revistas y en libros, siendo las más conocidas las que puso Manly Palmer Hall en su obra “The Phoenix” publicada en 1975 (p.116-117).




Y sobre este asunto el coronel Olcott escribió:

« Los seguidores de William Judge tomaron fotos de las copias de los retratos de los dos Mahatmas, y las vendían, además que habían sido publicadas en una revista y en un libro de Franz Hartmann. »
(Viejas Hojas de un Diario, Vol. III, p.165)


Las imágenes en color que les puse más arriba son los retratos que mejor coloreados he encontrado en internet a partir de las reproducciones fotográficas, pero aún así tienen errores, debido a que Morya no tiene los ojos claros ni la barba café, sino que tiene los ojos negros y la barba negra. Por lo que una imagen más realista de él sería esta:








¿ES CORRECTO TENER LOS RETRATOS?


En una carta que Blavatsky le escribió a William Judge en marzo de 1890, ella le dice:

« En cuanto a las fotos de los Maestros:

1)   Toda Logia de la Sección Esotérica debe tener una copia de cada uno de los cuadros para la Logia, si así lo desea.
2)   Y los miembros individuales de la Sección Esotérica pueden tener una sola copia de cada uno de los cuadros, sujetos a la aprobación de William Judge.

¡No comprendo por qué las fotos de los Maestros se hagan menos “sagradas” porque haya que pagarle al fotógrafo que las reproduce!  ¿Podrías explicarme esto William? »


Esto ha llevado a algunas Logias a no permitirles tener los retratos de los Maestros a sus miembros “comunes” (que no pertenecen a la Sección Esotérica), así como rechazar libros teosóficos muy importantes solo porque en ellos están reproducidos dichos retratos. Lo cual me parece absurdo, dado que:

  • No existe prohibición alguna por parte de Blavatsky o los Mahatmas en ninguno de sus escritos, y
  • Ahora con el internet se pueden muy fácilmente encontrar todo tipo de versiones, desafortunadamente algunas deformadas, llegando al nivel de caricaturas.



¿Por qué se recomienda que las Logia y los discípulos tengan los retratos?

No es para que los miembros de la Logia o los discípulos se la pasen adorando al Maestro, contemplando en éxtasis su imagen, sino para facilitar el vínculo energético entre los dos.

Y probablemente por eso los Mahatmas aceptaron ser pintados más profesionalmente y que sus retratos se volvieran más públicos (algo muy inusual), porque ya que ellos fueron los Maestros que se exteriorizaron de la Jerarquía Blanca para hacer resurgir el Movimiento Teosófico.

Entonces en vez de estar dando dibujitos aquí y allá, mejor tener retratos decentes para crear los vínculos con sus nuevos discípulos y las diferentes Logias.

Para darles una analogía, es como las muñecas vudú, las cuales para poder enviar el hechizo, el brujo pide una foto o algo que le pertenezca a la víctima, porque eso crea la conexión.

Pues bien, igual sucede aquí, nada más que a un nivel positivo, y el retrato u otra cosa que le pertenezca al Maestro (como por ejemplo un mechón de cabello) le va a facilitar enviar su energía, su vibración y su inspiración a la Logia o al discípulo.

Y así por ejemplo, en una serie biográfica sobre William Judge, la cual apareció en la revista “The Irish Theosophist” en 1896, Jasper Niemand escribió:

« Es un hecho establecido que, cuando se cumplieron los siete años de probación en su vida, el Maestro mejor conocido en relación con la Sociedad Teosófica, le envió al señor Judge a través de Blavatsky, su fotografía, inscribiendo sobre el anverso: “a mi colega”, y con un criptograma y su firma.

Y poco después, Blavatsky le entregó al señor Judge en París, una carta personal de agradecimiento y consejo, más un mensaje escrito del Maestro que fue enviado a través de ella por la Logia, y el cual termina diciendo:

 - “Aquellos que hacen todo lo que pueden y lo mejor que saben hacerlo, hacen suficiente para nosotros”. »
(Vol. 4, p.115)




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